Autor: Cristina Viu
miércoles, 28 de febrero de 2007
Sección: Artículos básicos para iniciarse
Información publicada por: lucusaugusti
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Dolmen de Dombate, el túmulo de la discordia

Las discrepancias entre Patrimonio y la Diputación mantienen parado el ambicioso proyecto de rehabilitación de Dombate, la catedral de los dólmenes gallegos.

Las discrepancias entre Patrimonio y la Diputación mantienen parado el ambicioso proyecto de rehabilitación de Dombate, la catedral de los dólmenes gallegos.

La Voz de Galicia - 03/02/07
Hace ya veinte años, el arqueólogo José María Bello inició la excavación del dolmen de Dombate, uno de los más emblemáticos de Galicia. Los rifirrafes entre la Diputación, propietaria del monumento, y Patrimonio mantienen hoy el megalito destripado y oculto bajo una lona, pero no es un problema actual, sino que data de 1989. El ahora director del Museo Arqueológico de A Coruña se negó, tras la tercera campaña, a entregar a la Xunta el informe de los trabajos y los hallazgos. Desde entonces y hasta hoy el megalito ha estado en el centro de la polémica y ha sido capaz de sacar lo peor de cada una de las Administraciones que aún intervienen en su negro futuro.

Dieciocho años después de excavado, el dolmen no está tal y como lo dejaron José María Bello y su equipo, sino mucho peor, porque los más de tres lustros pasados a la intemperie han acabado por pasar factura en forma de pequeñas, pero irreparables, pérdidas como la destrucción progresiva de la coraza o la desaparición de paredes de tierra.


Dolmen de Dombate

Hoy mismo no se pueden dar plazos para la rehabilitación porque Xunta y Diputación siguen sin ponerse de acuerdo y lo que les sigue separando es el concepto, la idea de qué hacer con Dombate. Mientras que Patrimonio es partidario de que la actuación principal, que es una enorme vitrina que acogerá también el museo, se mimetice con el paisaje, la Diputación apoya el proyecto que ganó su concurso, y que nunca podrá integrarse en el entorno del Chan de Borneiro porque tiene una altura de 10 metros.

LA HISTORIA SE REPITE
En este punto se encontraban las dos instituciones implicadas el 30 de octubre del pasado año y ahí siguen, sin posibilidades de resolución, entre otras cosas porque el autor del proyecto, el doctor en Pedagogía Joan Santacana, ni siquiera ha sido informado por la Diputación de lo poco que gusta su diseño a la Dirección Xeral de Patrimonio.

El problema no son tanto las discrepancias de ahora y la actual paralización del proyecto, sino el hecho de que lo que ocurre ahora ya ha pasado antes. Es más, lo que pasa en estos momentos es consecuencia de la incapacidad de la Diputación para gestionar la obra. Mucho antes de que Santacana y su equipo desembarcaran en Galicia para hacerse cargo de una de las actuaciones más ambiciosas del mundo en lo referente a megalitismo, la institución provincial ya había conseguido que Patrimonio le aprobara el Plan Director de Dombate. Fue en junio del año 2000 y la buena nueva llegó después de años dedicados a la redacción del documento que preveía la construcción de un paraguas transparente para proteger el dolmen. Los autores de esa idea fueron el jefe del servicio de arquitectura de la Diputación Fernando Cebrián, el arqueólogo José María Bello, y el conservador de las pinturas Fernando Carrera Ramírez.

Bello Diéguez recuerda que costó años convencer a Patrimonio de que aquella era una buena solución. Incluso llegó a celebrarse una reunión con expertos de toda España y algunos del extranjero, y aunque la idea del paraguas no gustó a todo el mundo, parecía la mejor vía para la protección de las valiosísimas pinturas que hay en el interior de la cámara y el corredor de Dombate y que están en serio peligro de desaparecer.

Llegados a este punto, Patrimonio sólo exige apartar la carretera y aprobar el plan especial de protección, un documento urbanístico que también llevará años sacar adelante a pesar de su sencillez. En estas se ha llegado a enero del 2004 y la Diputación se descuelga con una nueva sorpresa, realizada con la mejor intención, pero que resultará demoledora para el futuro del dolmen. Salvador Fernández Moreda, que ya gobernó la institución durante las excavaciones, decide convocar un concurso de ideas para rehabilitar y mostrar el dolmen.

Atraídos por el reto que supone conservar pinturas rupestres y un megalito excavado, varios equipos multidisciplinares presentan sus propuestas y gana la que lleva como lema el primer verso del poema de Pondal. Detrás de él estaba un grupo de especialistas en este tipo de actuaciones con sede en la Universidad de Barcelona.

Su idea era encerrar el dolmen en una enorme vitrina y redactaron el proyecto de ejecución, que aprobó la Diputación hace meses. A su vez, Patrimonio recordó que el Plan Director al que dio el visto bueno en el 2000 tenía un paraguas de metacrilato, no una caja de 35 metros de frente. Ahora, las dos instituciones están enfrascadas en una discusión sobre lo mejor para Dombate. Si el dolmen sobrevive, lo agradecerá.

Los monumentos piden su lugar

Cultura mantiene el proyecto del parque del megalitismo, aunque sin sede todavía.

El caso de Dombate es único por su complejidad, pero Galicia tiene más joyas y más planes y proyectos también parados, porque la falta de decisiones parece ser una de las características del megalitismo.

Una de las pegas que Patrimonio pone al proyecto de Dombate es que no prevé la posibilidad de convertirse en el centro del Parque Arqueolóxico do Megalitismo, un proyecto que nació en julio del 2001 y que todavía no tiene ni sede. La actual responsable de la Consellería de Cultura mantiene el proyecto, pero poco ha hecho para sacarlo adelante. Además, durante seis años los proyectos del parque y de Dombate han existido de forma simultánea, pero nunca se ha celebrado una reunión entre técnicos de las dos Administraciones para adaptarlos, porque son obras que coinciden tanto en la temática como en el área geográfica. Sólo ahora ha salido el parque a relucir, lo que provocará no pocos inconvenientes, porque hace apenas un año quedó claro que la sede del proyecto será la Terra de Soneira, la comarca que agrupa un mayor número de dólmenes. Buena parte de ellos se encuentran en el municipio de Vimianzo y siempre se pensó que ésta sería la localización del centro de interpretación, aunque también se sopesó la alternativa de Baio, debido a su proximidad a varios megalitos importantes y su interesante situación geográfica.

En todo caso, el Parque Arqueolóxico del Megalitismo no estará listo hasta, por lo menos, el 2010, y hasta entonces podrían perderse muchas mámoas y monumentos prehistóricos.

DESTRUCCIÓN
Lo más curioso del caso es que la destrucción de restos megalíticos es muy frecuente y que la mayor parte de las agresiones proceden de obras públicas. En la última catalogación realizada en la Costa da Morte, el doctor en arqueología Antón Rodríguez Casal encontró 304 yacimientos, de los que 58 sufren alteraciones graves, lo que supone el 19% de las mámoas que hay en la zona. Un total de 51 de ellas se encuentran en un muy mala situación por la construcción de pistas y carreteras por parte de las Administraciones públicas.

Al margen de Dombate, el último desencuentro entre los técnicos de la Xunta y la Diputación de A Coruña en materia de patrimonio se fraguó en la carretera de Coristanco a Santa Comba. Patrimonio paralizó la mejora de la vía de la institución provincial al considerar que se había destruido una mámoa en el lugar de Padreiro, en el municipio xalleiro, lo que los autores del proyecto niegan de forma tajante asegurando que el yacimiento está a setenta metros del área de las obras.

Los dólmenes tampoco están a salvo y a las agresiones del hombre hay que añadir las naturales, como el moho y los líquenes, que provocan daños importantes en las pinturas o las plantaciones forestales, que dañan las rocas.

VER ALBUM CON MAGNIFICAS IMAGENES: Rehabilitación de dólmenes

Más informacióen en: http://www.lavozdegalicia.es/reportajes/noticia.jsp?CAT=105&TEXTO=100000117923


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Comentarios

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  1. #1 elpater 25 de abr. 2008

    Patinho, dice usted que teme por el dolmen pequeño, y que la superposición de túmulos le parece algo fundamental. No puedo estar más de acuerdo con usted: para mí es quizá lo más interesante de Dombate. No tengo claro que todo el mundo piense así. De hecho, observo que se sigue hablando del riesgo de las pinturas, y nunca del auténtico riesgo grave, que es el de las estructuras de tierra. Para las pinturas no se necesitaba cubrición de ningún tipo; bastaba con un buen sellado de la estructura megalítica y unos discretos aparatos de climatización instalados en el interior del dolmen (y a lo mejor ni eso). El exceso de agua del suelo se podría corregir con un pozo y una bomba que expulsase el exceso de agua en las crecidas de la capa freática, solución que propuso hace años un experto ingeniero de la Universidad de Barcelona, y que fue incorporada al primitivo Plan Director del monumento. Pero las estructuras de tierra, tanto la superposición de túmulos como el área de entrada, donde se pensaba (espero que se siga pensando) colocar réplicas de los pequeños ídolos que cerraban la entrada, son frágiles, sumamente frágiles. De hecho, en las fotos se puede ver con claridad, comparándolas con las antiguas, que sufrieron más, mucho más, que las pinturas. De ahí vino la necesidad de cubrir el monumento, no de las pinturas.

    Cossue, la propuesta del Plan Director, que obtuvo la bendición del comité de expertos del que hablé en otro mensaje, y que gozó también de la aprobación de la Xunta, era en el sentido de lo que usted propone. Sin entrar en cuestiones de diseño estético, asunto en el que no entro (porque, aunque como todo el mundo tengo mis gustos, no son más que gustos personales, sin capacitación técnica al respecto), iba en el sentido de lo que usted dice. Una gran cúpula en forma de casquete de esfera, de un diámetro que cubría holgadamente el conjunto tumulario (no sé si eran exactamente los 40 metros que usted dice, pero por ahí andaba la cosa), levantada sobre pilares, abierta por todo el perímetro. Ahí no sé bien lo que pasó, porque estaba todo aprobado y listo para empezar, cuando la Diputación convocó el concurso de ideas. Tengo mis sospechas, claro, y es que esa solución ("el paraguas", se le llamó) no gustó a los poderes locales de la zona (y hablo de poderes reales, no de alcaldes ni órganos democráticos formales; más bien grupos de presión de todo tipo, de las curiosas redes de poder que no sólo siguen, sino que aparecen de nuevo cuño), presionaron, y llevaron a la convocatoria de un concurso abierto con un jurado amplio en el que estuviesen presentes todas las instituciones y órganos de todo tipo. Pero eso es sólo una suposición mía, que puede estar completamente equivocada. No dispongo de los datos suficientes para poder dar una opinión bien fundada. Tal vez Metalazo, que dice estar bien informado, pueda cubrir estas lagunas y otras posibles.

    Pero vamos, sean cuales sean las razones por las que las cosas fueron así, lo que me parece indudable es que fueron como fueron. Y había un Plan Director ya aprobado que no se ejecutó. Ese Plan Director, que es a lo que íbamos, planteaba soluciones que, si entendí bien a coso, iban en la línea que él propone: cúpula blanca de material ligero sobre los túmulos, con los laterales completamente abiertos salvo, claro, en los puntos en los que irían los ligeros pilares que la sostendrían. Creo recordar también que el material de la cubierta era un plástico de nuevo cuño, que garantizaba todo lo garantizable (ligero, resistente, tenso, de gran duración...), y que era al final lo más caro de todo el proyecto.

  2. #2 elpater 25 de abr. 2008

    Plantea usted, señor coso, un asunto bien interesante al presentar sus dudas sobre la conservación de las pinturas. Se pregunta si hay algún producto capaz de proteger las pinturas y la piedra al mismo tiempo garantizando su durabilidad por un tiempo suficiente.

    La respuesta que le puedo ofrecer es antigua, porque al entrar restauradores profesionales en juego me libraron (vamos, libraron a B.D., pero no vea usted las palizas que me dio con este asunto a lo largo de estos años, de modo que es como si fuese yo mismo) de ese problema. Al principio no había restauradores en juego de forma permanente, aunque sí... mejor le cuento.

    En cuanto aparecieron las pinturas fuimos conscientes de su enorme importancia. Tenga en cuenta que en aquel momento no existía ningún ejemplo en Galicia, por lo que su aparición fue muy impactante. Es verdad que estaban publicadas las de Pedra Cuberta, pero se daban por desaparecidas; de hecho volvieron a la luz (y ahí siguen, olvidadas por todos) como consecuencia de las de Dombate, en una excursión que hicimos para revisar Pedra Cuberta desde la excavación de aquél, y allí estaban, cubiertas de verdín y casi imperceptibles, nada evidentes, pero ahí estaban. Bien, decía que en cuanto aparecieron se planteó a la Diputación que invitase a acudir a Dombate a acreditados expertos para hacer un improvisado simposium a fin de que saliesen las líneas fundamentales de tratamiento. Así lo hizo la Diputación, y durante un fin de semana convivieron los responsables de la excavación, que estaba en curso, con Félix de la Fuente, entonces director del Museo de Bellas Artes de Coruña, María Sanz (del Ministerio de Cultura), Inasi Millet (restaurador autónomo de Barcelona, acreditado experto al que vimos varias veces hace poco en la tele por haber sido el responsable de conservación de eso que hubo en Barcelona para lo que trajeron los guerreros chinos de terracota tan famosos), Carmelo Fernández (restaurador entonces del Museo de Ourense, hoy del de Palencia, un pedazo profesional), Fernando Cebrián (arquitecto de la Diputación) y una reconocida experta cuyo nombre no me sale ahora por más que torturo la neurona, y bien que lo siento, porque sabía lo indecible. Posiblemente se me olvide alguien, pero tampoco puedo afirmarlo.

    Mi pregunta (vamos, la de B.D., pero se la había sugerido yo) fue precisamente la que hace coso. ¿Hay algún producto que pueda aplicarse a las pinturas para su conservación? La respuesta fue unánime: no. Según dijeron, todo lo que se había intentado hasta el momento tuvo resultados desastrosos a medio plazo. Las ceras, barnices y resinas formaban una capa impermeable que imposibilitaba la salida del agua que iba acumulándose, por ósmosis o por lo que fuera, en el interior de la piedra. El agua, acumulada detrás de la capa impermeable de protección, iba forzando la caolinización de los feldespatos del granito, y disolviendo los caolines, de forma que al final se desprendía toda la capa protegida junto con las pinturas y la piedra degradada tras ellas. Creo recordar que eso había ocurrido con esculturas románicas tratadas con cera microcristalina, pero no me haga mucho caso, que mi memoria es frágil. Pero vamos, que no, que no había ningún producto que se pudiese utililzar. Cierto es también que se habló de nuevos productos que estaban a punto de salir o recién salidos, que ninguno de los presentes había probado. "Resinas de poro abierto" le llamaban, con un nombre que ya indica de qué iba la cosa: una capa protectora que, en vez de ser impermeable, mantenía poros abiertos por los que la roca "podía respirar", por las que podía evaporarse el agua de su interior, con lo que los riesgos anteriores no existían.

    ¡Pues a buscar las resinas de poro abierto y a probar por ahí! En eso ayudó mucho Carmelo Fernández, al que ya cité. Pero no hubo forma. Se buscó por todos los lugares posibles, a nuestro alcance y fuera de él. Nada. Se hablaba de, se decía que, pero nada de nada. Ni las mejores casas de restauración, ni los mejores profesionales (no cito nombres, pero conste que fueron muchos los consultados) conocían ese famoso producto del que se hablaba. También se hicieron consultas en Francia, partiendo de los prehistoriadores bretones especializados en megalitismo (Le Roux, Briard, L'Helgouac'h...) y del director del Museo Nacional, Jean Pierre Mohen. Nada. Allí no tenían ese problema, claro, pero nos remitieron al Louvre, donde por lo visto tienen un equipazo especializado en pintura mural antigua. Allí fue el último jarro de agua fría: no había nada, no se sabía nada, estaba todo por investigar. Todos eran unánimes en una cosa: nada de productos químicos salvo los imprescindibles para los casos de deterioro, separación del soporte, agrietamiento importante, etc. Valían los productos químicos, en la menor cantidad posible, exclusivamente como mal menor, para atajar los daños ya producidos. Pero para la conservación de lo que estaba en buen estado, completamente desaconsejados. La conservación sólo podía garantizarse por la protección del agua de lluvia, en primer lugar y como cosa urgente, y mediante control climático en una atmósfera apropiada cuyos parámetros concretos sólo podrían saberse mediante investigación del caso particular.

    Y eso es lo que le puedo decir. No sé si hoy hay nuevos productos que pudieran ser de aplicación; en cualquier caso recomendaría prudencia, pues por más ventajas que nos cuenten las casas comerciales, lo cierto es que no sabemos cuál puede ser su comportamiento a largo plazo. Eso en el caso de que los haya, cosa que en principio dudo.

    Entretanto la excavación ya había terminado (en realidad no había terminado, pero se decidió paralizarla temporalmente en tanto no se encontrase una solución de conservación) y comenzó el largo, larguísimo viaje que nos trajo al momento actual. El asunto era gordo y difícil, y además a Dombate le habían salido hijos (me refiero a las pinturas de Forno dos Mouros, en Toques, que salieron al año siguiente de las de Dombate, de las cuales casi nadie se acuerda, no han tenido ninguna protección... y allí siguen, después de casi veinte años al aire, de modo que a lo mejor no son tan frágiles como nos cuentan, don coso, como usted apunta). Había que conseguir una solución que valiese para todas las pinturas, pues era previsible que, como tantas veces ocurre, una vez que aparecieron las primeras vendrían después como churros.

    La Diputación acordó entonces la redacción de un Plan Director en el que se contase con la contribución de expertos en las tres áreas que se veían fundamentales para el monumento: la arqueología (se encargó Bello Diéguez), la arquitectura (Fernando Cebrián) y la restauración (Fernando Carrera, profesor de restauración arqueológica de la Escuela de Restauración de Pontevedra). Puedo jurar que se trabajó duro durante varios años, y finalmente se propuso la solución antes comentada: sellado del dolmen mediante placas de vidrio y creación de un microclima en su interior, cubierta cupulada sobre el conjunto para protección de las estructuras de tierra, pozo de drenaje de los excesos de agua y no sé si se me queda algo de lo fundamental.

    Al llegar ahí ya no puedo decirle más, porque en buena lógica de estos asuntos se encargó Fernando Carrera, el cual hizo una exhaustiva investigación de todo tipo de factores que podían afectar a las pinturas. Pero ya en la línea que habíamos apuntado de control de parámetros climáticos y protección de cualquier factor de degradación, desde el humano hasta el de microorganismos pasando por lo que se le ocurra. Nuevamente, de productos químicos milagrosos, tururú.

    Es lástima que se haya desactivado la página de la Diputación sobre Dombate, porque allí estaban, de forma exhaustiva, todos los estudios que he citado, incluyendo el texto completo y planos del Plan Director. Estuvieron varios años colgados, pero hace unos días no funcionaba. No sé si hoy, que no he mirado. Allí podría conocer mejor que por mis palabras todo esto que le he contado.

  3. #3 elpater 25 de abr. 2008

    Por supuesto, coso, iba un perímetro drenante (no domino el lenguaje de su profesión, pero supongo que se refiere a lo que yo pienso, una zanja todo alrededor del perímetro del monumento con un tubo de drenaje que recoja las aguas superficiales y las canalice hacia el exterior) para evitar que las aguas de lluvia, superficiales, llegasen al monumento; y además iba ese pozo de que le hablé para recoger el exceso, no de las aguas de superficie, sino de las profundas, que en este caso están muy cerca de la superficie, y cuando se llena la capa freática mojan la base de las losas de la cámara (tenga en cuenta que están enterradas la friolera de metro y medio) y el agua asciende hasta una cierta altura por capilaridad, mojando las pinturas desde atrás. Supongo que es a eso a lo que se refieren las declaraciones últimas de Manolo Lestón, según las recoge Cristina Viu, cuando dice que la carpa no llega a proteger totalmente el dolmen, puesto que las aguas llegan a la cámara. No es que lleguen por arriba, es que llegan por debajo.

    No sé si le entendí bien, pero me parece que dice que se intentaba proteger las pinturas con potingues. No, eso fue definitivamente descartado ya hace mucho, probablemente a principioso de los 90 o incluso antes, cuando ya se hizo evidente que las famosas resinas de poro abierto no representaban solución. En lo que se trabajó desde entonces fue en conseguir la conservación de las pinturas anulando los factores de degradación, que son muchos.

    Ciertamente una de las posibilidades es tapar las pinturas y listo. No está claro tampoco que ésa sea una solución que garantice la conservación, pero es una de las opciones posibles. Lo que se intentó, por voluntad de todos los sectores que intervinieron, fue dejar esa posibilidad como última opción. Tapar las pinturas sólo si se viese que no había otra fórmula. Pero, en principio, intentar que fuesen visibles.

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