Autor: Virio
lunes, 25 de septiembre de 2006
Sección: Historia
Información publicada por: Virio


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La Carisa, el enemigo no da la cara


Una torre vigía desenterrada este verano pone de manifiesto la organización astur

La Carisa (Lena)
Mercedes MARQUÉS




Extraído de La Nueva España del día 24-9-06

http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=1407&pIdSeccion=46&pIdNoticia=445718



Los romanos estuvieron en La Carisa, de hecho construyeron y dieron nombre a esa vía que unía ya en el siglo I la Meseta con la costa cantábrica. Pero los romanos no estuvieron solos, el campamento fuertemente defendido que levantaron en el monte Curriechos implica la presencia de tropas astures emboscadas tras potentes muros para dificultar su avance.

De ambos enclaves defensivos quedan evidentes vestigios. En el monte Curriechos aún se aprecian con claridad los fosos dobles y cuadruples típicos de las fortificaciones romanas y, en frente, en el cerro de El Homón de Faro, bajo la muralla medieval, asoman los cimientos de las viejas estructuras defensivas desde las que los astures debieron hacer frente a las tropas de Publio Carisio, el general romano al que se debe la construcción de la vía asociada a su nombre. Las huellas de ese momento, que transcurre entre el 26 y 22 a. de C, han permanecido para la historia en lo que es sin duda el segundo campamento militar romano de máxima altitud entre los hasta ahora conocidos.

Pero el equipo que dirige Jorge Camino con el apoyo de Yolanda Viniegra y Rogelio Estrada centró este verano las excavaciones en otro punto fundamental del yacimiento: la muralla medieval que desde El Homón de Faro corta la vía La Carisa. Recientes dataciones con carbono 14 dan fechas para estas defensas que se sitúan entre mediados del siglo VII y la primera década del VIII, lo que rápidamente trae a la mente momentos decisivos para la historia de Asturias.
Organización política
Aportar datos que contribuyan a esclarecer un pasado oculto es la finalidad de la arqueología y con ese empeño se buscaron restos materiales que hablaran de los episodios bélicos acontecidos en ese escenario. Los más de 400 metros del aparato defensivo significan para los expertos que tras la resistencia local hubo una organización política capacitada para sostener unas defensas que están señalando la presencia de tropas enemigas.
«No sabemos quién era ese enemigo, pero sea quien fuese consiguió pasar y destruir esas murallas». Jorge Camino no duda a la hora de exponer este planteamiento aunque sabe que para la reconstrucción de los hechos la última palabra la tiene el hallazgo de objetos o ajuares domésticos, y son precisamente estos los que se están resistiendo a los arqueólogos.
Si en el campamento romano del monte Curriechos las monedas halladas han servido para establecer una datación que se mueve entre el 26 y el 22 a d. C. en lo relativo a la muralla medieval la suerte está siendo mucho más esquiva, dificultando la posibilidad de poner cara a las tropas que por segunda vez tomaban el camino de La Carisa para adentrarse en Asturias.
A falta de cronología más precisa, la existente apunta dos posibilidades de reconstrucción de los hechos: los astures pudieron hacer frente allí a la expedición del rey visigodo Wamba, en el año 680, o quizá intentaron cerrar el paso en torno al 714 a las tropas islámicas que algunos años después combatieron en Covadonga.
La organización astur de quienes protagonizaron aquella resistencia queda de manifiesto con los trabajos realizados este verano. Planteada la excavación en uno de los extremos de las estructuras defensivas, se han podido localizar los restos de una torre de vigilancia de nueve metros de lado con muros de un metro de ancho. La torre debió tener considerable altura a razón del número de PIEDRAs del derrumbe que la rodean, aunque en la actualidad lo que queda en pie no sobrepasa el metro de alto. A su lado se aprecia un pozo de 1,40 m. de profundidad, excavado en la roca, para el abastecimiento de agua.
Depósito de munición
Esta posición defensiva, orientada a vigilar la dirección más peligrosa, tenía su propio arsenal de munición y allí quedan todavía como testigo numerosos cantos rodados, transportados desde algún cauce fluvial. Los proyectiles de PIEDRA eran lanzados probablemente con honda o con artillería.
En lo que hubo de ser la puerta de entrada a la citada construcción se desenterró una especie de viga de madera que será utilizada para los análisis de carbono 14 con la finalidad de buscar una datación cronológica más precisa que pueda ofrecer lo que la escasez de otros materiales impide. En ese intento también se ha procedido a prospectar una zona de terrazas próxima aunque las catas abiertas han ofrecido escasos resultados, a excepción de algunos fragmentos de cerámica.
Queda mucho por hacer en La Carisa, pero si se tiene en cuenta que se trata de un área arqueológica de unos seis kilómetros que abarca dos momentos de uso muy separados en el tiempo, lo realizado es casi una tarea ciclópea. A todo ello hay que sumar las indagaciones en la zona de retaguardia de La Cava y la identificación del primitivo camino de la vía La Carisa.

Más informacióen en: http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=1407&pIdSeccion=46&pIdNoticia=445718


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