Autor: José Luis Fernández Montoro
martes, 27 de junio de 2006
Sección: Artículos generales
Información publicada por: coleo


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Evolución histórica del trazado viario entre Chinchilla y Albacete









A través de esta secuencia topográfica, observamos cómo ha evolucionado el desarrollo del vial entre Albacete y Chinchilla de Montearagón, desde la Antigüedad hasta nuestros días.

Desde el nudo de comunicaciones de Chinchilla, sensiblemente situado al oeste del Pozo de la Peña, y después de cruzarse con el Camino de Aníbal (del que probablemente se desgajaba el ramal zaragozano de la A 31), la Vía Carthago Nova-Segobriga adoptaba una trayectoria totalmente recta, incluso poco antes de abordar Los Llanos de Albacete. Esta línea perfecta desde la Venta de los Dolores, solo se vería sometida a una ligerísima inflexión, a su llegada a las proximidades del Alto de la Villa y el Cerrillo de San Juan.

La distribución de los asentamientos, al pie y en los alrededores de la zona donde se cruzan los caminos, permite asegurar el mantenimiento del apoyo al tránsito viario, más allá de la posible función de control que ya ejercería, desde época ibérica, un hipotético oppidum ubicado en el cerro del castillo.





A partir del momento en que se erige la infraestructura de la Vía del Lapis Specularis, todo el devenir de las futuras comunicaciones va a discurrir por el trazado de la misma, de forma que el núcleo urbano de Chinchilla, permanecerá al margen de la ruta hasta comienzos del siglo XX.

Después de la reutilización de la calzada por parte de los visigodos, el desarrollo y progresiva importancia de la madina Siyasah musulmana, no va a significar el desvío de la ruta principal a través de la población, siempre hablando de su acceso más razonable por la zona del collado al E de la población.
La bondad, intercomunicabilidad e infraestructura del trazado romano, mantendría un papel de predominio que “invitaba” a todos los viajeros a eludir la ciudad, salvo caso de que constituyera –claro está- uno de sus destinos específicos.



Es probable que durante todas las etapas posteriores al fin del Imperio, de alguna manera, se mantuviese un mínimo de estructura de aprovisionamiento en la zona del llano, allí donde se asentó de forma prioritaria la mayoría del hábitat romano. Así, los alrededores de la ciudad no solo han suministrado material numismático de esa época, sino que tradicionalmente han sido habituales los hallazgos de piezas de cobre musulmanas, de los Reyes Católicos y especialmente de los Austrias.

También desde el medievo, el impulso progresivo que Albacete tomaba en la llanura, determinó un eje de comunicación específico entre ambas poblaciones, que en este caso no encontraba necesidad en el empleo de la vía romana, cuyo trazado implicaba un alargamiento innecesario del recorrido. Este camino, que ha perdurado sobre la cartografía como el “Viejo de Albacete a Chinchilla”, sería equivocadamente interpretado por Corchado Soriano como el trayecto plausible de la calzada hacia Segóbriga.
En tiempos contemporáneos terminó siendo amortizado, cuando la orientación de la trayectoria desde la capital, para un tráfico ya motorizado, decidiera la ejecución de la primera carretera moderna a través del collado y la propia ciudad de Chinchilla.

Los Caminos Reales que venían desde el centro peninsular, encontraron en el viejo nudo de comunicaciones, unos 300 m al SE de la Venta de los Dolores, el punto de dispersión ideal hacia tres de las principales ciudades levantinas, Valencia, Alicante y Murcia, empleando respectivamente los trazados de la Cañada Real de Andalucía a Valencia, el Camino de Aníbal y la Vía de Segóbriga a Carthago Nova. Esta última ya había jugado un papel primordial constatado por los cronistas musulmanes, constituyendo el eje básico de la ruta árabe entre Murcia/Valencia y Toledo/Cuenca.
De idéntica forma el nudo chinchillano continuó siendo en época hispano-musulmana un enlace vital con la Alta Andalucía, con la salvedad de que el Camino del Arrecife (Camino de Aníbal), encontraba ahora una nueva ruta alternativa entre Los Llanos de Albacete y el guadalquivir, a través de los cursos de los ríos Jardín y guadalmena, discurriendo por núcleos fortificados como Alcaraz, que iban aumentando su importancia y poder a costa de la entonces desaparecida sede episcopal mentesana (Villanueva de Alcaráz, posterior Villanueva de la Fuente).



La definitiva resolución del trazado que hoy conocemos entre Albacete y Chinchilla, no se establecería hasta ya avanzado el siglo XX.

En ese momento se comenzaba a usar prioritariamente la ruta que se dirigía a Murcia, pasando directamente por Pozo Cañada desde Albacete, perdiendo su importancia el tradicional desvío desde el Pozo de la Peña hacia Cartagena. Ese camino, que no era nuevo y se veía favorecido por una topografía suave, era usado desde antiguo, tal y como podemos observar en el mapa de las Salinas Espartinas (1567) depositado en el Archivo de Simancas.



La futura carretera de Albacete a Murcia, actualmente convertida en autovía, se construiría por este trazado bondadoso, dejando fosilizado el viejo camino a su derecha, hasta más allá del Ventorrillo de la Vereda, lugar en el que se cruza con el Camino de Aníbal, que proveniente de Chinchilla busca las Ermitas de San Pedro de Matilla y de Los Llanos.

Pero a mediados del mismo siglo el esquema de los dos caminos paralelos, el Viejo de Albacete a Chinchilla y el general de Madrid a Levante, superpuesto a la Vía Carthago Nova-Segobriga, sufría un importante desequilibrio con la llegada del ferrocarril a Albacete, que en 1859 se proyecta hasta Murcia y Cartagena, entrando en servicio la totalidad de la línea férrea en 1865.

Ambos caminos entraban en la capital por lugares próximos pero distintos, resultando cercenado por la vía del tren el de Chinchilla, poco después de su salida del núcleo urbano de Albacete, continuando hacia el E el camino de hierro desde ese punto, por una trayectoria que aislaba definitivamente los dos viales.



De esta forma la salida de Albacete del Camino de Chinchilla, que entroncaba con las calles de la Cruz/Herreros y del Cid, comenzó a frecuentarse por el Carril de Valencia, desde la Puerta del mismo nombre (punto A), lo que unido a la tendencia de inclinar el paso de los vehículos a motor por Chinchilla, motivó la ejecución del vial tangente entre ambas carreteras (puntos B y C del plano).

A partir del punto C la carretera seguiría el trazado del Camino Viejo de Albacete, incorporándose a Chinchilla por el Norte del núcleo urbano, a través del collado desde el cuál continuaba hacia Valencia, utilizando un recorrido diferente del que transitaba por los puentes de la Casa del Trullo y del Pozo de la Raposa.





Con posterioridad, y con el afán de evitar al tráfico el paso por un collado ocupado por las casas de la ciudad, desde el punto D se efectuaría una primera circunvalación por el Sur del Cerro del Castillo, por un recorrido sobre el que no tenemos constatación de su cierre total hasta este momento, y que sería duplicada en parte a finales del pasado siglo, con la definitiva construcción de la Autovía de Levante.

Constatación cartográfica del abandono del trazado por el Pozo de la Peña en el tránsito de los siglos XIX al XX:











DESCARGA DE MAPAS TAMAÑO GRANDE QUE SE VEN EN MINIATURA EN EL ARTICULO:

http://www.geocities.com/expoliocalzadaromanaalbacete/descarga_evolucion.zip








Más informacióen en: http://www.geocities.com/expoliocalzadaromanaalbacete/evolucion.html


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