Autor: Estrabón
miércoles, 28 de noviembre de 2001
Sección: Roma y Grecia en Celtiberia
Información publicada por: Silberius
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Costumbres de los antiguos pueblos hispanos según Estrabón.

El geógrafo griego Estrabón, que vivió en tiempos de Augusto, nos dejó una viva descripción de la Península Ibérica. Según este escritor, la región del Betis, la Turdetania, más culta e industriosa, estaba ya muy romanizada. Sus naves eran las mayores que arribaban a Italia. La Celtiberia, de suelo y clima inhóspitos, y la fértil tierra levantina, también habían adoptado las costumbres romanas, aunque en grado menos avanzado. En cambio, los lusitanos seguían aferrados a sus costumbres ancestrales, los galáicos, astures y cántabros, aislados en sus reductos montañosos, practicaban aún una vida selvática.

A pesar de esta visión individualizada de los pueblos peninsulares, Estrabón ve en ellos un conjunto humano dotado de algunas características comunes. Como a los griegos, el orgullo les impidió a los hispanos aglutinarse en una comunidad política grande y poderosa que hubiera podido defender su independencia nacional frente a los invasores de Carthago o de Roma.

He aquí cómo nos describe Estrabón las costumbres de los lusitanos:


  • «La comarca situada entre el Tajo y los Artabros (costa norte) está habitada por cincuentra tribus. Aunque el país es, en parte, rico en frutos del campo y en ganado, en oro y plata, la mayoría de sus habitantes preferían el oro al cultivo de la tierra y vivían en contínuas guerras entre sí y con sus vecinos del otro lado del Tajo.»

    «Los lusitanos son sacrificadores fervientes, y examinan las entrañas de las víctimas inmoladas, pero no las cortan; también examinan y tientan las venas de los costados. Tal adivinación visceral la practicaban asimismo en los prisioneros, y para ello los envuelven en capas; si entonces dan en las entrañas de la víctima, por la caída de ésta, efectúan el presagio. También cortan las manos a los prisioneros y cuelgan la derecha.»

    «Todas las tribus de la montaña viven de manera sencilla, beben agua y duermen sobre el suelo desnudo. Los hombres llevan el pelo largo, como las mujeres; durante la pelea se lo atan con un frontal. Comen preferente carne de cabra; a su dios de la guerra le sacrifican un macho cabrío y asimismo los prisioneros con sus caballos. Organizan sacrificios en masa (hecatombes) de toda especie, como los griegos. Les gustan también los desafíos, tanto gimnásticos como en armas y a caballo, y se ejercitan en el pugilato, en el tiro y ela lucha en bandos. Dos tercios del año viven de bellotas, que se secan, machacan, muelen y convierten en pan, a fin de tener provisiones. También tienen cerveza. Les falta vino; pero si alguna vez logran poseerlo, lo beben pronto, organizando para ello una fiesta del clan. En lugar de aceite usan manteca. Para comer se sientan en un blanco adosado a la pared, según edad y rango; el manjar da la vuelta. Para beber se sirven de vasijas de madera, como los celtas. Cuando están embriagados bailan una danza en círculo, al son de la flauta o el cuerno, durante la cual saltan y se arrodillan. Su vestido consiste, por lo general, en una capa negra, sobre la que duermen en el suelo; pero las mujeres gustan de trajes abigarrados. En lugar de monedas usan objetos de cambio o rudas piezas de plata. Los condenados a muerte son despeñados de lo alto de las rocas, y al parricida lo apedrean delante del a frontera del país. Tienen una sola mujer, como los griegos. A los enfermos los colocan junto a un camino, por si pasa alguien que entienda la enfermedad. Hasta el tiempo de Bruto usaban barcos de piel a causa de las inundaciones y pantanos, así como tambien piraguas; pero actualmente son raros. Su sal es roja, pero se vuelve blanca triturándola. Esta es la vida de las tribus montañesas, entre las que comprendo los batiantes de la región nórdica: los galaicos, astures, cántabros, hasta los vascones y los Pirineos.»


  • La descripción es el fiel retrato de un pueblo primitivo. Sin embargo se trata de una aportación masiva de hechos aislados, de costumbres privativas de ciertas tribus, que no podríamos atribuir a todos los pueblos hispanos del Norte y Noroeste, desde los vascones del Pirineo a los lusitanos del Tajo.

    Más informacióen en: http://usuario.tiscalinet.es/dulcitius/hispaniaprerromana


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    1. #1 A.M.Canto 31 de ago. 2005

      Zu2wait:
      No, cómo van a ser razonables sus argumentos, ¡si ni siquiera son verdad! Como dije, me falta el tiempo, pero para dar una idea de lo que digo pondré tres ejemplos mal tratados por Javier Arce en este artículo, ya que casi todas las cosas que él dice que Estrabón dice de los Vascones, en realidad no les son aplicables:

      1) Arce adjudica esto que sigue a los vascones, como si viniera en Str. III, 2, que en realidad es III, 3, 2 (pero será un lapsus, como adjudicar la anécdota del hablar rústico a Trajano, cuando corresponde a Adriano): "Creo que bastan estas premisas generales, a las que se podrían añadir otras muchas más, para entender mejor la imagen que los escritores antiguos nos ofrecen de los vascones -en las pocas ocasiones en las que lo hacen- y para comprender el distanciamiento que se toman con respecto a ellos. y de este modo entendemos mejor cuando Estrabón, describiendo, siempre genéricamente, esta tierra, habla de que "además de su rudeza, es muy fría y está junto al Océano, y es inhóspita, y por tanto sus habitantes tienen aversión al contacto con otros países. Es un lugar horrible para vivir..."

      Pero, como sabemos bien, el territorio propio de los vascones
      a) no está junto al Océano (sólo una franja de unos 20 km, la de Oiassó/Oyarzun/Oiartzun/Irun es costera),
      b) la mayor parte de su territorio no era "accidentado en extremo" (sólo la zona pirenaica),
      c) además de estar bien comunicado, cuando Estrabón escribe, con una calzada importante que lo unía con el Mediterráneo y con Aquitania (la calzada Tarraco-Burdigala), y que pasaba por la propia Pompaelo. De hecho describe la calzada en III, 4, 10, y dice que llega "a los más alejados de los Vascones, los que están en el Oceáno".

      2) En cuanto a III, 4, 16, hablando de lavarse con orina, etc., está igualmente referido en Estrabón a los pueblos oceánicos, y el propio Estrabón lo concreta al final del párrafo: "como hacen, según dicen, los Cántabros y sus vecinos". Mal adjudicado también, pues, a los Vascones, pues, como también sabemos, éstos no eran vecinos de los Cántabros.

      3) Y lo mismo cabe decir, por último, de todo el cap. III, 3, 7, el más prolijo en Estrabón, que describe a los montañeses y sus rudas formas de vivir, frío, aislamiento, etc. Según dice Arce: "En esta categorización Estrabón coloca a todos Callaeci, Asturi, Cantabri, Vascones. Todos ellos tienen un modo de vida similar...."

      Pero esto vuelve a ser falso, porque no ha leído bien a Estrabón, que dice: "todos los pueblos del norte, costeros "hasta los Vascones y los Pirineos". Es decir, "hasta llegar a", excluyendo formalmente a los Vascones de esos pueblos montañeses y atrasados, con toda lógica pues, como antes dije, no están en la costa norte. Y, de hecho, si seguimos leyendo, en III, 3, 8 (intratabilidad, salvajismo...), Estrabón mismo nos ratifica de quiénes está hablando: "Pero ahora, como ya dije, han cesado por completo de hacer la guerra, ya que todos, los Cántabros y sus vecinos, han sido subyugados por el César Augusto".

      En donde comprobamos fácilmente que NADA de lo antes dicho, en III, 3, 7 y 8, se refiere a los Vascones, pues las guerras de Augusto no les afectaron, ni fueron sometidos por él. Al revés, los Vascones estaban perfectamente integrados desde el siglo II a.C. (fundación de Gracchurris, 179 a.C.), se enrolaban y luchaban junto a los romanos (bronce de Ascoli 89 a.C.), y tenían una capital territorial de nombre romano (Pompaelo) ya en el siglo anterior. Por eso a Estrabón ni se le ocurre tratarlos como salvajes, intratables y desconocidos...

      Y por eso resumía ayer que "había mucho bacalao que cortar" en este artículo, y que me fiaba más de Estrabón que de Arce. Siento no poder pararme más, pero con esto poco creo que ya se puede ver otra vez el problema, al que me he referido en Celtiberia tantas veces, de las deficientes lecturas de los clásicos, y las interpretaciones, a veces gratuitas, a veces erróneas, de lo que en realidad dicen. A ver si un día me animo y puedo, y pongo esto por escrito más a fondo.

    2. #2 A.M.Canto 31 de ago. 2005

      No suelo duplicar, pero pongo otra vez el mensaje corregido, porque resulta molesto al lector no poder distinguir las citas del texto:

      Zu2wait:

      No, cómo van a ser razonables sus argumentos, ¡si ni siquiera son verdad! Como dije, me falta el tiempo, pero para dar una idea de lo que digo pondré tres ejemplos mal tratados por Javier Arce en este artículo, ya que casi todas las cosas que él dice que Estrabón dice de los Vascones, en realidad no les son aplicables:

      1) Arce adjudica esto que sigue a los vascones, como si viniera en Str. III, 2, que en realidad es III, 3, 2 (pero será un lapsus, como adjudicar la anécdota del hablar rústico a Trajano, cuando corresponde a Adriano): "Creo que bastan estas premisas generales, a las que se podrían añadir otras muchas más, para entender mejor la imagen que los escritores antiguos nos ofrecen de los vascones -en las pocas ocasiones en las que lo hacen- y para comprender el distanciamiento que se toman con respecto a ellos. y de este modo entendemos mejor cuando Estrabón, describiendo, siempre genéricamente, esta tierra, habla de que "además de su rudeza, es muy fría y está junto al Océano, y es inhóspita, y por tanto sus habitantes tienen aversión al contacto con otros países. Es un lugar horrible para vivir..."

      Pero, como sabemos bien, el territorio propio de los vascones
      a) no está junto al Océano (sólo una franja de unos 20 km, la de Oiassó/Oyarzun/Oiartzun/Irun es costera),
      b) la mayor parte de su territorio no era "accidentado en extremo" (sólo la zona pirenaica),
      c) además de estar bien comunicado, cuando Estrabón escribe, con una calzada importante que lo unía con el Mediterráneo y con Aquitania (la calzada Tarraco-Burdigala), y que pasaba por la propia Pompaelo. De hecho describe la calzada en III, 4, 10, y dice que llega "a los más alejados de los Vascones, los que están en el Oceáno".

      2) En cuanto a III, 4, 16, hablando de lavarse con orina, etc., está igualmente referido en Estrabón a los pueblos oceánicos, y el propio Estrabón lo concreta al final del párrafo: "como hacen, según dicen, los Cántabros y sus vecinos". Mal adjudicado también, pues, a los Vascones, pues, como también sabemos, éstos no eran vecinos de los Cántabros.

      3) Y lo mismo cabe decir, por último, de todo el cap. III, 3, 7, el más prolijo en Estrabón, que describe a los montañeses y sus rudas formas de vivir, frío, aislamiento, etc. Según dice Arce: "En esta categorización Estrabón coloca a todos Callaeci, Asturi, Cantabri, Vascones. Todos ellos tienen un modo de vida similar...."

      Pero esto vuelve a ser falso, porque no ha leído bien a Estrabón, que dice: "todos los pueblos del norte, costeros "hasta los Vascones y los Pirineos". Es decir, "hasta llegar a", excluyendo formalmente a los Vascones de esos pueblos montañeses y atrasados, con toda lógica pues, como antes dije, no están en la costa norte. Y, de hecho, si seguimos leyendo, en III, 3, 8 (intratabilidad, salvajismo...), Estrabón mismo nos ratifica de quiénes está hablando: "Pero ahora, como ya dije, han cesado por completo de hacer la guerra, ya que todos, los Cántabros y sus vecinos, han sido subyugados por el César Augusto".

      En donde comprobamos fácilmente que NADA de lo antes dicho, en III, 3, 7 y 8, se refiere a los Vascones, pues las guerras de Augusto no les afectaron, ni fueron sometidos por él. Al revés, los Vascones estaban perfectamente integrados desde el siglo II a.C. (fundación de Gracchurris, 179 a.C.), se enrolaban y luchaban junto a los romanos (bronce de Ascoli 89 a.C.), y tenían una capital territorial de nombre romano (Pompaelo) ya en el siglo anterior. Por eso a Estrabón ni se le ocurre tratarlos como salvajes, intratables y desconocidos...

      Y por eso resumía ayer que "había mucho bacalao que cortar" en este artículo, y que me fiaba más de Estrabón que de Arce. Siento no poder pararme más, pero con esto poco creo que ya se puede ver otra vez el problema, al que me he referido en Celtiberia tantas veces, de las deficientes lecturas de los clásicos, y las interpretaciones, a veces gratuitas, a veces erróneas, de lo que en realidad dicen. A ver si un día me animo y puedo, y pongo esto por escrito más a fondo.

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