Autor: Onnega
jueves, 16 de febrero de 2006
Sección: Lenguas
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Ergatividad-causatividad en las Glosas Emilianenses euskeras

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Conceptos previos: causatividad, estructura biactancial, estructura monoactancial, acusatividad y ergatividad según la teoría tradicional.

Causatividad: la acción verbal se contempla como provocada por un agente externo, una causa última que la produce. Así “Andrade hizo construir el puente” tiene una estructura profunda con un agente externo o causa última (Andrade) y un actante que en diversa medida sufre o ejecuta por orden “Andrade hizo que alguien construyese el puente”.

Estructura biactancial: la acción expresada por el verbo incumbe a dos actantes o protagonistas. Supongamos una acción “matar” y dos actantes “león” y “tigre”. Es en este tipo de estructuras donde se hace necesario especificar qué actante es el agente (A) y cuál el paciente (P). Lo más práctico es marcar uno y dejar el otro sin marca (principio de economía lingüística). Es por culpa de este tipo de estructuras, según la hipótesis tradicional, que existen lenguas acusativas y lenguas ergativas, según se elija señalar uno u otro.

Estructura monoactancial: la acción expresada por el verbo sólo afecta o incumbe a un actante. Supongamos una acción como “dormir” y un único actante o protagonista “ratón”. No cabe ninguna duda de a qué actante incumbe la acción (más o menos activa) expresada por el verbo. Llamamos sujeto (S) al único actante.

Lenguas acusativas según la hipótesis tradicional: son las que deciden marcar el paciente para distinguirlo del agente. El león (A) mata al tigre (P). Obsérvese que en las estructuras biactanciales del español P se marca con la preposición “a”, y en cambio A no se marca. Por otra parte en las estructuras monoactanciales S tampoco se marca, ya que no hace falta distinguirlo de nada al ser único actante (El ratón duerme). Así pues, las lenguas acusativas tratan de la misma forma S y A (sin marca), y P de forma distinta (con marca).

Lenguas ergativas según la hipótesis tradicional: son las que marcan el agente en las estructuras biactanciales para distinguirlo del paciente. El euskera es una lengua ergativa, veámoslo con un ejemplo, una acción “matar” y dos actantes “gato” y “ratón”: “Katuak (A) sagua (P) hil du (acción verbal)” = El gato ha matado al ratón. Obsérvese cómo en las estructuras biactanciales el euskera marca A con una terminación especial –k, y no marca P. En las monoactanciales tampoco marca S, pues no es necesario diferenciarlo de nada (es único actante): “Katua hil da” = El gato ha muerto. Por tanto las lenguas ergativas tratan de la misma forma S y P (sin marca), y A de forma distinta (con marca).

Acusatividad sintáctica: la equivalencia entre S y A en las lenguas acusativas se comprueba sintácticamente en pruebas de elisión, y por tanto S y A son la misma función sintáctica. Supongamos una oración monoactancial “El ratón (S) se enfadó”, y una oración biactancial “El ratón (A) mató a la pulga (P)”, si las coordinamos el resultado será “El ratón se enfadó y mató a la pulga”, con elisión de A en el segundo miembro de la coordinación. Para que se pueda producir elisión de un elemento éste tiene que haberse mencionado antes, y lo que es más importante, tiene que desempeñar la misma función sintáctica en uno y otro lugar. Por tanto deducimos que el ratón (S) del primer miembro y el ratón (A) del segundo son equivalentes sintácticamente.

Ergatividad sintáctica: esperamos que las lenguas ergativas, por su parte, también identifiquen las funciones S y P dando muestras en pruebas de elisión. Esperamos encontrar casos como el siguiente ejemplo teórico:

1er miembro: Luis-k (A) Ana (P) encontró
2º miembro: Ana (S) huyó

Dado que las lenguas ergativas, según definición, tratan igual S y P, en la coordinación resultante podría elidirse S en el 2º miembro pues ha sido mencionado previamente desempeñando la misma función sintáctica (P): Luis-k Ana encontró y huyó (Ana). Nótese que en español el único elemento que se podría sobreentender ahí es Luis, y en las lenguas ergativas Ana. Pues bien, lo esperable sería este comportamiento, pero no se produce (salvo excepciones que tienen otra explicación en la que no vamos a entrar). La ergatividad sintáctica, según los teóricos, es una rareza tipológica. De hecho el euskera no tiene ergatividad sintáctica. Esta asimetría lo que demuestra es que no hay equivalencia de funciones S y P en las lenguas ergativas, en ningún plano, y que no son procedentes afirmaciones como que las lenguas ergativas tratan igual, identifican o confunden ambas funciones. Algo falla en el planteamiento de la ergatividad.
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El ergativo en las Glosas Emilianenses

Los dos testimonios oracionales más antiguos de la lengua vasca se encuentran glosando parte de estas dos secuencias latinas pasivas:

1. [Gaudeamus…] quia uos incolomes inueniri meruimur = içioq dugu
2. [Timeo] ne… nos precipitemur ingeena = guec ajutu eç dugu

En este documento hay otras glosas en romance que traducen estructuras pasivas latinas, pero lo que diferencia las glosas euskeras de las glosas romances es que las euskeras glosan estructuras pasivas latinas con un P animado, mientras que las estructuras latinas pasivas con P inanimado se glosan en romance. Fijémonos en los dos ejemplos anteriores:

1. [Nos alegramos…] porque se nos ha permitido encontraros salvos (literalmente: nosotros hemos sido permitidos por alguien encontraros salvos, con un P animado, nosotros, aunque sin A expreso pero implícito).
2. [Temo…] que nosotros seamos precipitados al infierno por alguien, también con un P animado, nosotros, y con un A no expresado pero implícito.

Aunque son sólo dos casos no cabe azar en esta distribución complementaria. La elección condicionada de una lengua ergativa como el euskera para glosar estructuras pasivas latinas con P animado y A animado implícito tiene mucho que decir sobre cuestiones como ergatividad y causatividad, íntimamente relacionadas según muchos autores.

En principio esta elección podría ser sintomática de cierta equivalencia pasividad-ergatividad, teoría que fue de las primeras que se usaron para intentar comprender las poco frecuentes lenguas ergativas. Un poco más adelante veremos que no es sostenible.

Primero fijémonos en que el P de la pasiva latina (nosotros) pasa a tener marca de ergatividad en la glosa vasca “guec-P ajutu eç dugu” (glosa 2). Según la idea tradicional esta función marcada de la biactancial euskera sería A (recordemos que la marca indicaría agente). A todas luces no es posible defender que ese nosotros, “guec”, sea un agente en la biactancial euskera de la glosa, aunque en euskera actual sí lo sea. No se está diciendo que nosotros hacemos algo, sino que alguien nos hace algo a nosotros (P) o alguien hace que nosotros... (causatividad). Y esto es incuestionable porque sabemos el significado exacto de la oración gracias al texto en latín.

***Guec es forma pronominal = nosotros, con marca de ergativo plural, y dugu es un auxiliar que contiene la siguiente información: la oración es biactancial, un actante es nosotros y otro una tercera persona del singular. Por tanto no es glosa aplicable, como se ha dicho alguna vez, a “non nobis sufficit” (esto no nos basta, monoactancial con un nobis dativo, no P). Lo mismo en la primera glosa, donde incluso se ha argumentado que “içioq dugu” estaba por “gaudeamus”: el tipo de auxiliar implica una biactancial que no satisface la monoactancial gaudeamus, y está sin duda por meruimur (nosotros hemos sido permitidos por alguien), pues dugu supone un nosotros y una 3ª persona del singular. En este sentido defiendo la idea mayoritaria de identificar las glosas con meruimur y precipitemur. Cabe señalar que para el caso de meruimur además hay la misma llamada en el texto y en la glosa, de forma que no es posible negar lo evidente. Y para el caso de precipitemur la glosa euskera se encuentra próxima y parece que explicando la romance “nos non kaigamus” (precipitemur): como se puede observar la frase romance no consigue marcar satisfactoriamente “nos” como P, y se hace necesaria la precisión de la glosa euskera, entendiendo “guec” como P, en consonancia con la función que desempeña en latín. Además ambas glosas, la romance y la euskera, repiten el mismo error de considerar negativo el texto latino debido a la presencia de la partícula “ne” que es malinterpretada como negativa: timeo ne, ¿cómo es posible que teman no precipitarse al infierno?, se trata de un error frecuente que no tengo en cuenta en esta presentación, la romance usa non y la euskera eç, pero pasémoslo por alto para la comprensión del significado.

Guiándonos por la equivalencia entre la oración latina y la glosa vasca podemos afirmar que el euskera en contextos biactanciales con ambos actantes animados marcaba aquel actante que se concebía como no agente (paciente) de la acción, y que había un agente último que no se especificaba o permanecía implícito. Este sistema de marcas no era aplicable a los casos de biactanciales con pacientes inanimados, lo sabemos porque estos casos se glosan en romance. Por el carácter inanimado de uno de los actantes se identificaba su función P fácilmente, incluso podríamos aventurar que la construcción euskera causativa no sería pertinente o necesaria en estos casos, no existía probablemente en el s. X.

Hoy en euskera “guec ajutu eç dugu”, independientemente del significado que se le atribuya al verbo ajutu, se entiende como que nosotros somos el agente, cuando queda claro por el equivalente latino que su función era P. Estamos, por tanto, ante una construcción desaparecida. Su existencia únicamente era posible si aún no se había formado el valor actual de las construcciones ergativas en las que se entiende el caso marcado como A. Es decir, dado que esta estructura en el siglo X no podía sustentar dos valores (principio de distintividad), debemos deducir de su mera existencia que el caso ergativo con valor A aún no existía. La extensión de las marcas a todos los casos de biactanciales y un cambio en la función son fenómenos posteriores que habrá que explicar, son, a su vez, causa de la desaparición de la primitiva estructura causativa, pues según el principio de distintividad a una estructura sólo le corresponde un valor.

La precisión de la glosa “guec ajutu eç dugu” tiene un valor causativo: alguien ayuda o provoca que nosotros… Hay, pues, relación entre la ergatividad y la causatividad tal como apunta la GGT: los verbos ergativos son lo contrario que en la hipótesis tradicional, construcciones con un único actante que no es agente de la acción y padece el proceso sin que se mencione el causante real (Mendikoetxea). Aunque aclarando que no son construcciones con un único participante, tienen o tenían dos actantes (dugu supone dos) estando implícito el A y presente el P con marca.

Parece que en la base de la estructura ergativa del euskera hay una estructura causativa (Alguien hizo que nos arrojásemos) que comienza marcando el P animado para distinguirlo del A animado causativo. La marca de P pudo adquirir el valor agentivo actual cuando la acción verbal empieza a ser vista asumiendo la parte de responsabilidad de P, sin achacarla totalmente a ese A implícito que parece mera fórmula de impersonalización o de “externalización” de la acción. Podríamos aventurar un proceso como el siguiente: el actante marcado se convierte en A, la marca de A se extiende por analogía a todo el paradigma para las biactanciales, y el valor P del actante marcado desaparece. En los auxiliares la concordancia sigue reflejándose pero invertida: dugu se entiende como nosotros (A) + lo (P) cuando antes era a nosotros (P) + él (A). Otra forma de explicar el cambio de funciones sería considerar un paso intermedio “tematización”: el actante marcado P pasa a considerarse TEMA desde un punto de vista sintáctico extraoracional; su situación extraoracional posibilita el cambio de función.

En conclusión, es conveniente una actualización del concepto de ergatividad: es muy probable que el mecanismo desencadenante de la ergatividad (tal como supone la GGT) haya sido la causatividad. A lo que habrá que añadir: en contextos biactanciales con ambos actantes animados, lo que sugiere un sistema neutro previo (funciones sin marca) y una clasificación arcaica en animados / inanimados capaces de desempeñar unívocamente los papeles de A y P.


BIBLIOGRAFÍA

-Aznar Martínez E, Las glosas emilianenses en euskera, Revista idiomas, 2004, en http://centros6.pntic.mec.es/eoi.alfonso.x.el.sabio/REVISTAPG7.pdf
[contiene recopilación bibliográfica de los estudios previos sobre las glosas, así como una nueva propuesta]
-Leemens M, The transitive-ergative interplay and the conception of the world, d. 1995, en http://www.univ-lille3.fr/silex/equipe/lemmens/docspdf/abort.PDF
[emplea la concepción de ergatividad que seguimos aquí en relación con las construcciones causativas, despista un poco la nomenclatura de las funciones causativas-ergativas INSTIGADOR y MEDIO]
-Mendikoetxea A, Construcciones inacusativas y pasivas, en Bosque I y Demonte V, Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid, 1999
[similar aproximación a la defendida en este artículo]
-Menéndez Pidal R, Glosas Emilianenses, en Orígenes del español, Madrid, 1968
-Villar F, Ergatividad, acusatividad y género en la familia lingüística indoeuropea, Universidad de Salamanca, 1983
[excelente aproximación a la concepción clásica de la ergatividad, importante selección de bibliografía y contenidos útiles para establecer posibles vínculos entre este concepto sintáctico y la categoría animación]
-Zubiri I, Gramática didáctica del euskera, Bilbao, 2000


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Comentarios

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  1. #1 lgmoral 17 de feb. 2006

    Pregunto si la glosas vasca IÇIOQ DUGU no se referirá a GAUDEAMUS y no a MERUIMUR
    Pregunto si la glosa vasca GUEK AIUTU EÇ DUGU no se referirá a NON NOBIS SUFFICIT que está en el sermón de San Agustín y aquí no se nos cita..
    Si las cosas son así, habría que replantear el discurso.
    La primera glosa es de sujeto ergativo y verbo activo con complemento, sin que se vea causatividad externa: "nosotros tenemos motivo de ánimo". Qué es ese motivo o quién lo produce no me parece que esté en la gramática del texto.
    En el segundo caso "nosotros no tenemos bastante" me parece que estamos en lo mismo: sujeto ergativo, verbo activo, objeto ... y ausencia de causante explícito o implícito.
    Bueno, de estas cosas de la ergatividad no entiendo nada, pero creo que la traducción correcta de las glosas debe hacerse para saber qué términos latinos se están glosando y de qué forma.

    También habría que discutir si un verbo como MEREOR -ahí tenemos MERUIMUR- es pasivo con un sujeto paciente explícito y uno agente o causante implícito. La traducción de MERUIMUR como "se nos ha permitido" es o parece preparar la causatividad ... ya dejando aparte que la glosa se refiera realmente a GAUDEAMUS y no a MERUIMUR.
    En cuanto a NOS PRECIPITEMUR puede ser "que nos precipitemos (a nosotros mismos)", sin agente o causante ninguno que nos precipita. Contextualmente está implícito que nos llevan al infierno las malas obras, pero sin mención o implicación gramatical alguna. Además, la glosa no se refiere a PRECIPITEMUR, sino a NON NOBIS SUFFICIT. A PRECIPITEMUR se refiere la glosa castellana de KAIGAMUS, que nada tiene que ver con la vasca, creo.
    Habría que recordar qué son los verbos deponentes latinos, qué es la voz media indoeuropea, con verbos y acciones en que hay sujeto afectado por la acción, incluso paciente de ella, pero sin que haya un sujeto causante de esa afectación, además de que la construcción pasiva (¡que no es la de MERUIMUR pese a su apariencia!) sea bimenbre, sujeto paciente y verbo, sin que importe el causante o agente, que, si se quiere precisar, se añade con un complemento de caso concreto con o sin preposición (por ejemplo, ablativo agente latino).

  2. #2 Onnega 18 de feb. 2006

    Igmoral, agradezco infinitamente las oportunas observaciones a un "ladrillo" que me está empezando a parecer un poco meditado intento de forzar los hechos lingüísticos para que se adapten a las teorías más actuales sobre ergatividad.

    El problema principal que ha señalado es el punto de partida, la correspondencia entre las glosas euskeras y el texto latino: ¿qué parte del texto están traduciendo?

    Según la edición de Pidal, y en esto no hay duda, la primera glosa euskera lleva la misma llamada que el latín meruimur:

    1. Gaudeamus… quia uos incolomes inueniri *meruimur *[içioq dugu]
    Por eso hay consenso en la equivalencia “meruimur = içioq dugu”. Sólo hay un estudio que discrepe y proponga “gaudeamus = içioq dugu”, es el que menciono en la bibliografía:
    Aznar Martínez E, Las glosas emilianenses en euskera, Revista idiomas, 2004, en http://centros6.pntic.mec.es/eoi.alfonso.x.el.sabio/REVISTAPG7.pdf
    Aunque la solución de este autor es realmente original yo creo que no se sostiene porque “gaudeamus” es una oración con un solo actante (intransitiva), y no puede traducirse al euskera usando un auxiliar “dugu” que implica siempre a dos actantes (transitiva).

    La segunda glosa euskera sí que presenta problemas pues “va en el manuscrito antes de la glosa romance [nos non kaigamus], pero acaso con igual llamada (muy borrosa) que la glosa romance [non conuienet a nobis] correspondiente al “non nobis sufficit” del texto latino” (Pidal). Situación que puede reflejarse así:

    *[guec ajutu eç dugu]
    2. Timeo ne… nos *precipitemur ingeena. *[nos non kaigamus]
    Non nobis *sufficit *[non conuienet a nobis]
    ¿Con cuál va? La negación “eç” no nos aclara nada porque podría estar por el “non” de “Non nobis sufficit”, o por el “ne” de “Timeo ne…” (ya comenté en el artículo que la traducción negativa de esta oración se produce en la glosa romance [nos non kaigamus]; también la glosa euskera podría haber incurrido en este error). Como hecho indiscutible tenemos el auxiliar “dugu” otra vez, que indica que la oración es de dos actantes, con una acción transitiva que ejecuta un agente sobre un paciente. Como la oración “Non nobis sufficit” no es transitiva creo que no queda más que la otra alternativa.

    La traducción al euskera de estas pasivas latinas se lleva a cabo con “dugu”, luego en ambas estructuras hay una acción transitiva:

    Meruimur = dugu
    Precipitemur = dugu

    De momento dejo a un lado “meruimur” y me centro en “precipitemur”: aquí está clarísimo que alguien, un agente no explícito, nos precipita al infierno. Que nosotros voluntariamente no nos precipitamos, alguien nos arroja porque hemos sido malos, o alguien hace que nos arrojemos (causatividad se mire como se mire). Nosotros somos el paciente, un paciente que se traduce en la glosa vasca con un “guec” que en la actualidad significa que nosotros somos el agente (¿?). Yo creo que esto hay que explicarlo, y la única forma que se me ha ocurrido es aceptar que efectivamente en el siglo X ese “guec” marcado en caso ergativo tuviese valor de paciente. De entrada parece una idea absurda pero ya he dicho que hay autores que ven en la ergatividad una base causativa y este podría ser el caso: un agente externo que provoca que un paciente (marcado en ergativo) sufra, o ejecute por orden, una acción.

    De la misma forma “meruimur” podría verse como “se nos ha hecho merecedores” (alguien no explicitado nos ha hecho a nosotros, pacientes, merecedores de…). Con ese lenguaje tan propio de los religiosos, insistiendo en que ellos no lo merecen por sus méritos, alguien (Dios) se lo ha concedido. Por eso no mencioné para nada el carácter deponente de “meruimur”, pienso que el fraile traductor se guió por la forma pasiva del verbo a la hora de establecer el matiz significativo, modulado por un concepto del merecimiento como concesión que hace un agente externo.

    Todo esto, por supuesto, es muy discutible. Gracias de nuevo por su atención.


  3. #3 lgmoral 20 de feb. 2006

    Amiga Onnega: en lo de las traducciones de una lengua a otra hay que hilar fino porque puede ocurrir que un mismo significado tenga expresiones sintácticas muy diferentes y puede no ser fácil hacer cierto tipo de valoraciones de tipología sintáctica. Por ejemplo y con cierta incidencia en el tema que nos ocupa, DAÑARSE es "tomar daño", MIN ARTU y pongo entre comillas el giro oído mil veces a vascohablantes que también hablan castellano, pero con mil eusquerismos sintácticos. Y FRACASAR es "tomar fracaso" en castellano según un euskaldún amigo mío.

    En cuanto a las Glosas yo estaba en la interpretación de Michelena, Textos Arcaicos Vascos, ya de 1964, y conozco también la de Aznar. De Michelena recogí la opinión sobre la segunda glosa, opinión que me parece evidente porque la referencia a NE ... NOS ... precipitemur es imposible en varios frentes, empezando porque habría que hacer muy ignorante al monje glosador para repetir en vasco la negación que en el texto latino no es negación, sino mera marca de subordinación (TIMEO NE es "temo que sí ...", no es "temo que no ...". La glosa castellana NOS NON KAIGAMUS es otra cosa, ha olvidado el TIMEO NE y glosa solamente PRECIPITEMUR y expresa en subjuntivo la voluntad de no caer ... Además de que falten apoyos de léxico eusquérico para el (C)AYUTU (= KAIGAMUS), la traducción co ergativo GUEK y verbo activo DUGU no deja de ser chocante mientras no conste como seguro un complemento "caída", pero entonces volvemos a empezar porque "nosotros no tenemos caída", en modo indicativo y negación plena, encaja mal, requetemal, como glosa de NE ... PRECIPITEMUR.
    Trasladada la glosa a NOBIS NON SUFFICIT no hay problema ninguno.
    En cuanto a la primera glosa, creo que las conclusiones de Aznar puede ser aceptables y muy a punto de GAUDEAMUS; volviendo al principio, creo recordar que una forma vasca actual de "alegrarse" es algo así como POTZ ARTU "tomar alegría". Aquí IÇIOQUI DUGU podría se el "tenemos buen ánimo, estamos contentos" en glosa del GAUDEAMUS.
    BUeno, gracias por su atención y, repito, en estos temas es muy poco lo que puedo decir. Su trabajo me llamó la atención precisamente por chocar con lo leído en Michelena.
    Un saludo cordial.

  4. #4 Onnega 20 de feb. 2006

    Se me olvidó también mencionar el asunto del "timeo ne" y por qué planteaba una traducción negativa de él tanto en el [nos NON kaigamus] como en el [guec ajutu EÇ dugu]; el traductor (o traductores) no era evidentemente nada ignorante pero esta cuestión del "timeo ne" era espinosa y había opiniones para todos los gustos. Diego López en el s XVII dedica un capítulo de su gramática a esto: "Dizen que ne, despues de los verbos de temer, muda la significacion y affirma, lo qual es falso, porque timeo, vereor, metuo ne, la particula ne niega y nunca affirma"
    http://perso.wanadoo.es/ccabanillas/diego_lopez/cap_46.html
    ¿Quién sabe si estos monjes también se guiaban por la misma norma?

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