Autor: naupaktos
lunes, 03 de octubre de 2005
Sección: Artículos generales
Información publicada por: naupaktos


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INMIGRACION. TEORÍA Y PRÁCTICA DE SU USO POLÍTICO.

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Es una canallada. Una verdadera brutalidad, la cometida en las fronteras ceutí y melillense.
Nuestro querido y fiel "amigo" del sur, Marruecos, está tolerando y provocando una catástrofe de dimensiones muy dolorosas, que no habíamos visto de esta manera en los años de democracia española, en cuanto al tema de la inmigración se refiere (pasaré por alto el desconocido problema de la frontera norte con Francia, que es, por número, muy superior al del Estrecho o al de Ceuta y Melilla).
Ya es suficientemente duro contemplar el estado del vallado fronterizo repleto de escaleras, ropas desgarradas y sangre; hartamente indignante comprobar el resultado de los asaltos, en los cuerpos de los centenares de subsaharianos heridos y/o amputados; y bochornosa la pasividad y permisividad de nuestro Gobierno para con el dictador Mohammed VI; como para comprobar, de nuevo hoy, que no solo no se hace nada para impedir que tales cosas vuelvan a ocurrir, sino que, fingiendo que se ha hecho algo- destacar al Ejército en la frontera -, vuelve a suceder el triste espectáculo de nuevo.

Que cualquiera de nosotros haría lo mismo que esas personas no es óbice para no ser consecuente con lo que supone proteger una frontera ante avalanchas como las ocurridas.
En lo personal, y no queriendo hacer demagogia, aunque es difícil que no lo parezca dado que vivimos en la opulencia, siento admiración y simpatía por tantos desheredados que dejan su vida a miles de kilómetros y su piel en el espino de la verja. Sé que ellos no necesitan mi compasión, pero la tengo.
En lo político, y como ciudadano de España, exijo soluciones a los desaguisados a que estamos asistiendo y que otros están padeciendo.
No es una contradicción en modo alguno.

Cualquiera de nosotros es plenamente consciente de que la inmigración es un derecho, reconocido o no, para cualquier hombre, básico incluso en los habitantes de los países más pobres. El haber tenido la desgracia de venir a este mundo en condiciones de hambruna, inseguridad, y en sociedades casi siempre enzarzadas en conflictos bélicos, no ha de significar admitirlo sin más por quienes en esos lugares nacen y residen; y la legitimidad de quien desea escapar de esas condiciones no puede ser puesta en duda por nadie.

Ahora bien, una cosa es el flujo migratorio, de mayor o menor intensidad, al que se han de buscar cauces apropiados en aras de no colapsar lo poco que va quedando del "Estado de Bienestar"; y otra muy distinta permitir que sátrapas y multimillonarios dictadores como el monarca alauí, utilicen la desgracia de miles de hambrientos y desesperados emigrantes del África más cruel y castigada, en beneficio de su política imperialista y de presión sobre los territorios que le circundan, y se le antojan como propios y ocupados por España.


No es de recibo, ni es creíble, que Maruecos no pueda controlar el lado propio de dos fronteras tan minúsculas (8kms en Ceuta y 12 en Melilla aprox.)y evitar así los asaltos masivos con tan tristes consecuencias.
No es verdad que Marruecos haga lo posible por evitarlo, máxime cuando la mayoría de los que asaltan la valla llevan meses, cuando no años, asentados en campamentos en territorio marroquí, donde pasan todo tipo de penalidades y agresiones por los militares y gendarmería de aquel país.
No es cierto que Marruecos les ofrezca un trato humano. Los incidentes de días atrás hablan por sí solos.

Lo único que hay de verdad en todo esto es, por un lado: que los emigrantes no son animales que puedan ser vejados por una dictadura vergonzante como la que se perpetúa a manos de la familia real alauí; y por otro: la estrategia marroquí de presionar dos enclaves españoles norteafricanos, hasta que no soporten el envite de la presión migratoria orquestada y administrada por Rabat (que no es más que uno de los ingredientes de su política de expansionismo) y caigan en sus garras como fruta madura.

Las sociedades desarrolladas han de ser generosas con la inmigración. Primeramente porque, en buena medida, es causada por los propios países ricos (antiguas colonizaciones, capitalismo, venta de armas,...), aunque es elemental también reconocer que la ineptitud de la gran mayoría de los gobernantes africanos aboca a la pobreza a sus habitantes, y al único camino de huir para sobrevivir. Y en segundo lugar, es obligado ser generosos, porque es un fenómeno consustancial al hombre la búsqueda de mejores condiciones de vida y de progesar en el seno de otras sociedades donde sí poder aspirar a mejores cotas de bienestar, insertándose y asumiendo la forma de vida, en líneas generales, del país de llegada. En este punto, respecto a los inmigrantes que no aceptan las reglas de la vida en democracia, incluso encontrando trabajos y obteniendo evidentes mejoras en su calidad de vida, soy partidario, simple y llanamente, de la expulsión. Porque no creo que el deseo de no deshacerse del acervo cultural propio, haya de estar reñido con la integración y la aceptación de la cultura y la forma de organizarse del lugar en que el inmigrante es acogido y se establece.

Volviendo al tema anterior.
Se está permitiendo que la inmigración se convierta, además de en una tragedia por las condiciones de los que llegan; en un arma cobarde, por el gobierno de un país, Marruecos, que oculta sus graves problemas sociales ofreciendo aspiraciones imperialistas a sus ciudadanos, que son así narcotizados con patrioteras soflamas nacionalistas. Mientras, sólo unos pocos claman en aquellas tierras (siempre y cuando no sean encarcelados antes), por un pequeño espacio de libertad y democracia.
Ya es bastante problemático dar soluciones a la inmigración como para mezclarla también con la actitud de quienes se aprovechan de ella miserablemente.


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Comentarios

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  1. #1 Minaia 30 de abr. 2006

    Este tema vuelve a estar candente con la situación que se está dando en Estados Unidos, donde resido. Se está montando un ruido mediático, sobre todo en las cadenas más conservadoras, como Fox, en torno a la inmigración ilegal, con propuestas de expulsar a muchísima gente, de introducir multas más fuertes y cárcel para quien contrate a ilegales y otras medidas. Habréis visto las noticias de las manifestaciones y el paro que quieren hacer para demostrar lo necesarios que son los inmigrantes ilegales para la economía del país. Ya se venía cociendo el tema, venían publicándose Libros como el de Huntington (el mismo del choque de civilizaciones) en el que daba cobertura intelectual a un sentimiento anti-mexicano que se está fraguando día a día. Como podéis ver hay paralelismos con España, se teme a una minoría que se dice que no se integra; en el caso de España, los moros. Un problema peliagudo y en el que, por desgracia, no caben las soluciones simples. El tema de lograr el desarrollo de los países desde donde provienen los inmigrantes es posible que sea la única solución, pero es a largo plazo. Mientras tanto, tenemos unos cuantos añitos de situaciones como los ahogos en el Estrecho y los muertos en el desierto de Arizona.

    Por eso, Ego, creo que el problema no se puede achacar al sistema "liberal" y a la desconcentración empresarial. Precisamente lo que se necesita en esos países es inversión. Múltiples estudios demuestran que las empresas extranjeras son las que mejor pagan en los países en desarrollo. Entiendo que, a simple vista, te parece una tremenda injusticia el que se paguen unos sueldos bajos, pero parece que nadie se fija ni le importa tanto en qué estaría haciendo la gente esa si no tuviera un trabajo en una factoría de esas. Con lo cual, por tener buenas intenciones, podemos acabar fastidiando a aquél al que queríamos ayudar.

    No hay que ver a los empresarios como al enemigo, ese sería un tremendo error, los únicos que pueden hacer que baje ese desempleo son ellos. Lo que hay que hacer es que sacar una empresa a flote sea mucho más fácil, sin tanta traba y papeleo inútil, que tengamos cada vez más empresas y que alcancen un tamaño por el que se puedan permitir invertir más en formación de sus empleados, etc.

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