Autor: Hannon
miércoles, 04 de octubre de 2006
Sección: Artículos generales
Información publicada por: Hannon


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  1. #1 verracus 11 de jul. 2005

    Quedaros con la última frase del texto anterior y juzgar por vosotros mismos lo que ocurrió a continuación ((Tito Livio XXV 32, 6 a 36):

    Asdrúbal, cuando se dio cuenta de que en el campamento había un ejército romano muy reducido que cifraba todas sus esperanzas en las tropas auxiliares de los celtíberos, buen conocedor de la absoluta deslealtad de los pueblos bárbaros y especialmente de la de todos aquellos entre los que llevaba tantos años de campaña, llegó a un acuerdo con los jefes celtíberos a través de conversaciones secretas –la comunicación era fácil al estar llenos de hispanos ambos campamentos- para que a cambio de una fuerte recompensa retiraran de allí sus tropas. No les pareció, por una parte, una acción monstruosa –no se trataba, en efecto, de que volviesen sus armas contra los romanos-, y por otra parte se les ofrecía, por no hacer la guerra, una suma suficiente como para hacerla, y además resultaban en general agradables tanto el propio descanso como la vuelta a casa y el placer de ver a los suyos y sus cosas. De modo que no resultó más difícil convencer a la tropa que a sus jefes. Aparte de que ni siquiera tenían el temor de que los romanos, tan pocos en realidad, los retuvieran por la fuerza. Las verdad es que los jefes romanos deberán tener siempre cuidado con esto y servirles de advertencia estos precedentes, de suerte que no confíen en las tropas auxiliares extranjeras hasta el punto de tener en los campamentos un contingente inferior de fuerzas de su propia patria. Los celtíberos desclavaron inesperadamente sus enseñas y se marcharon, y cuando los romanos les preguntaron la razón y les rogaron encarecidamente que se quedasen, su única respuesta fue que los reclamaba una guerra intestina. Escipión, dado que no era posible retener a los aliados ni con ruegos ni a la fuerza, en vista de que sin ellos estaba en inferioridad con respecto al enemigo y que no podía reunirse de nuevo con su hermano ni tenía a su alcance ninguna otra vía de solución, decidió retroceder cuanto le fuera posible, poniendo el mayor cuidado en no enfrentarse en ningún momento en terreno llano con el enemigo, que había cruzado el río e iba pisándole los talones en su retirada.

    Nota: la referencia la proporcionó A.M.Canto en una pregunta druídica. En ella se reproduce el trabajo de Arturo Ruiz sobre la batalla de Baecula. Os aconsejo visitarla:

    http://www.ujaen.es/centros/caai/articBAECUL.htm




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