Autor: hartza
jueves, 31 de marzo de 2005
Sección: Historia
Información publicada por: hartza


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Las Fuentes escritas sobre la batalla del bosque de Teutoburgo (y 2)

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A modo de primeras conclusiones

 

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  1. #1 hartza 23 de mar. 2005

    Tras ser reclutados, y durante cuatro meses los nuevos legionarios eran sometidos a un entrenamiento implacable. Al concluir este periodo los supervivientes ya podían llamarse soldados -milites-. Los que no podían resistir el entrenamiento eran rechazados.

    Primero se les enseñaba a desfilar marcando el paso. Luego se les llevaba de marcha, forzándolos al máximo hasta que fueran capaces de recorrer 20 millas romanas -30 km.- en cinco horas.

    Después tendrían que recorrer la misma distancia cargados con todo su equipo, que incluía armas y armaduras, utensilios de cocina, estacas para la empalizada, instrumentos para cavar y provisiones para varios días, pues al final de cada marcha tenían que levantar un campamento con terraplenes y fosos de defensa.

    El entrenamiento continuaba hasta que eran capaces de recorrer 24 millas -36 km.- en cinco horas.

    En un principio los legionarios utilizaron bestias de carga y carros para transportar el equipo pero el cónsul Mario impulsor de grandes reformas en el ejército, les obligó a transportar personalmente casi toda la impedimenta necesaria para reducir el tamaño de las caravanas de intendencia (y de ahí el mote que recibieron los legionarios tras esta reforma: las “mulas de Mario”).

    El equipo completo debía pesar por lo menos 30 kilos, y las armas y armaduras más de 20.

    Los legionarios realizaban marchas tres veces al mes durante 25 años, y éste entrenamiento y capacidad de desplazamiento fue una de las causas por la que el ejército romano era tan superior a otros ejércitos.

    Esto era solo parte de la instrucción, puesto que el programa de entrenamiento también incluía carreras, saltos, equitación y natación.

    En cuanto a cómo se desplazaban hasta el teatro de operaciones, según relata el historiador judío Josefo en el año 66 d.C. las legiones romanas marchaban según un orden establecido.

    Las tropas auxiliares (infantería ligera, arqueros, honderos y caballería) marchaban adelantadas para explorar la zona y descubrir posibles emboscadas.

    La vanguardia: unas legión reforzada por un regimiento de caballería.

    Diez hombres de cada centuria, transportando los instrumentos necesarios para la construcción del campamento.
    Los pioneros que despejaban el camino para la columna, eliminando obstáculos y reparando los caminos si era necesario.

    El equipaje del general y sus asistentes, con una fuerte escolta montada.

    El general y su guardia personal.

    Las fuerzas conjuntas de caballería (120 jinetes por legión).

    Las máquinas de asedio desmontadas.

    Los oficiales superiores: legados, tribunos y prefectos auxiliares, con una escolta de tropas escogidas.

    Las demás legiones. A la cabeza de cada una marchaba el portaestandarte con el águila imperial (aquilifer), rodeado por los demás portaestandartes, y tras ellos los cornetas. A continuación venían los legionarios de seis en fondo. Detrás de cada legión, el equipaje de la misma.
    La retaguardia, formada por una fuerza combinada de legionarios, infantería ligera y caballería.

    El ejército completo (cuatro legiones) debía de extenderse a lo largo de unos 20 km.

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