Ir a los comentarios

Texto retirado por el administrador Silberius
Motivo: Borrado a petición del autor

Los hombres y mujeres que vivimos en la época actual, pensamos que los humanos hemos convivido con patrones de organización social y comportamientos sexuales como los contemporáneos.¿pero es en realidad ésto así?.

La sexualidad, en su aspecto de atracción erótica y el amor en su aspecto pasional son cuestiones atravesadas de "puntillas", en los análisis de las sociedades y culturas antiguas. Es a partir de la mitad del S.XIX, cuando se comienzan a usar los términos homosexualidad o lesbianismo. Pero, nuestros antepasados ¿tenían tan compartimentadas estas conductas?.
El debate sobre la homosexualidad esta de rabiosa actualidad. Vemos como interpretaciones al respecto de conductas sexuales como las de Alejandro Magno o Jesús de Nazaret que hacen directores de cine, escritores, etc, causan reacciones broncas en muchos sectores de la sociedad.
Cuando nos referimos a conductas sexuales "originales" en la antiguedad, no podemos evitar que se nos vaya la mente a los griegos clásicos, los efebos o la práctica del sexo colectivo en Roma.

Algunos investigadores como RobertJ.Buchanan o Scott Bidstrup, han analizado la sexualidad a lo largo de la historia. Otros han estudiado las conductas sexuales en comunidades indígenas de Norteamérica, Amazonia, Africa y Oceanía. Los resultados son muy variados, no hay patrones de conducta sexual establecidos a priori. En algunos casos las conductas lesbianas están interiorizadas en otros no; lo mismo ocurre con el resto de conductas, incluido el bestialismo o las relaciones incestuosas.

La iconografía nórdica que ha contagiado a la celta, nos presenta hombres musculosos y mujeres con cuerpos espectaculares, ámbos atléticos. Esta imágen, un tanto abusada por los comic épicos, es el producto de los estereotipos físicos atractivos actuales.

Algunas fuentes apuntan a conductas homosexuales entre los pueblos celtas. El papel desempeñado por la mujer, tanto en las relaciones con el hombre y en sus relaciones sexuales llaman la atención de los romanos. Pero sabemos que los romanos, quizás amparados por una cultura politeista, hacián de la práctica del sexo tanto homosexual como colectivo algo habitual. ¿que aspectos de la sexualidad de los celtas les llamaron la atención por ser distintas a sus prácticas?. Desde luego el papel de la mujer en las sociedades celtas.

No solamente los pueblos de orígen indoeuropeo (dorios, aqueos, celtas hispanos, galos, britanos, latinos, germanos, etc mostraban la normalidad en tales practicas; también persas y egipcios incluían estas prácticas dentro de su normalidad sexual.

La expansión del cristianismo y su concepción del pecado y la culpa, así como un recoloque del papel de la mujer suboordinada al hombre y una reducción sexual definida por sexo=procreación, hace que las conductas sexuales fuera de este binomio sean consideradas impuras.

Esta concepción de la mujer y de las conductas sexuales es muy parecida entre algunos pueblos de origen semita. Algunos investigadores afirman que tiene relación con las cíclicas expansiones demográficas semitas que se producen desde la península arábiga. Aunque las conductas sexuales de los fenicios (también de origen semita)no siguen el mismo patrón. Quizas el politeismo fenicio o en general la concepción politeista ofrece otra óptica moral en cuanto a la aceptación de practicas sexuales diferentes de las de hombre=mujer.

Probablemente sea ésta una cuestión interesante para el estudio dada la actualidad del asunto.


Comentarios

Tijera Pulsa este icono si opinas que la información está fuera de lugar, no tiene rigor o es de nulo interés.
Tu único clic no la borarrá, pero contribuirá a que la sabiduría del grupo pueda funcionar correctamente.


  1. #1 kaerkes 23 de mar. 2005

    Mirad que maravilla de descripción:


    Aunque el placer sexual y el matrimonio no estaban necesariamente vinculados, la sexualidad y la dominación sí lo estaban. En lugar de ser una experiencia mutua , para los griegos la actividad sexual siempre tenía un aspecto direccional. El sexo era algo que se "hacía" a alguien, y el imperativo anatómico dictaba que el autor fuera el hombre. Incluso el lenguaje sexual refleja esta diferencia de actitud en ambas culturas. Conceptualizar los actos sexuales exclusivamente en términos de dominación y sumisión permitían humillar a los enemigos conquistados, violándolos. Ser penetrado sin desearlo era vergonzoso y degradante. La aceptación social de un acto sexual no venía determinada por el sexo de las personas sino por el equilibrio de poder entre ellas.

    Entre los griegos antiguos, el contacto sexual entre hombres del mismo grupo social tenía escrupulosamente en cuenta la condición y se practicaba de acuerdo a normas que garantizaban que ninguna de las partes fuera degradada o que pueda ser acusada de libertinaje. La relación sexual ideal entre hombres consistía en una pareja compuesta por un hombre mayor activo y uno más joven pasivo. El mayor disfrutaba con el acto sexual, pero se esperaba que el joven no lo hiciera. Las dos funciones se distinguían con categorías distintas: el mayor se llamaba erastes y el joven eromenos. Nunca mantenían contacto oral o anal, solo relaciones intracrurales (introducción del pene del hombre mayor entre los muslos del más joven). Una vez el eromenos había superado esta etapa (final de la adolescencia), se esperaba que la relación terminara. El anteriormente eromeos se casaba entonces con una mujer, pero podía convertirse en un erastes, el mayor de la pareja, con un hombre más jóven.

    Entre los griegos antiguos, las prácticas sexuales aceptadas y honorables en los hombres no se definían en función del sexo del otro o de si se practicaba el sexo en una relación exclusiva basada en el amor romántico. Una pareja sexual se consideraba aceptable o no en función de la edad y de la condición social del otro. Para los hombres por lo menos, que la pareja fuera un hombre o una mujer y que uno estuviera casado o no era casi intrascendente. Era perfectamente aceptable, e incluso se esperaba, que un hombre tuviera una esposa y un eromenos a la vez, por lo menos parte del tiempo.

    Aunque las obras griegas presenten a las mujeres y a los jóvenes como objetos casi intercambiables del deseo sexual para muchos hombres, los griegos reconocían que a algunos hombres les atraían preferentemente otros hombres a lo largo de su vida. De nuevo, al separar el placer sexual del deber sexual, esos hombres se casaban y eran padres de sus hijos, pero preferían seguir buscando a hombres jóvenes como pareja sexual. Los filósofos Bión y Zonón, así como Alejandro Magno, eran conocidos por su interés casi exclusivo por los hombres.

    Aunque el término moderno para la homosexualidad femenina provenga de la isla griega de Lesbos, no se sabe casi nada de Safo, la residente más famosa de la isla, quien vivió en ella durante el siglo VI a. C. La poesía de Safo inspiró a Platón para denominarla la décima musa, pero los detalles sobre su vida están incompletos y provienen a menudo de fuentes secundarias contradictorias. Si bien la mayoría de sus poemas son fragmentos, entre ellos se encuentran partes líricas en formas de apasionados poemas de amor dirigidos a mujeres. Desafortunadamente, los griegos no escribieron mucho sobre la sexualidad femenina, ni en los tiempos de Safo ni en los de Platón.

    Mucho de lo que ha quedado especialmente de las últimas décadas, es francamente pornográfico. Los dibujos de las vasijas representan el erotismo homosexual femenino entre prostitutas y los escritos griegos del siglo I d. C. , empiezan a mencionar el "tribadismo". Tanto los griegos como los romanos describían la tríbada como una mujer que penetraba sexualmente a otras mujeres con un falo artificial o la imaginaban con un clítoris lo suficientemente grande como para poder hacerlo. El término tribadismo persistió hasta bien entrado el siglo XX como una denominación peyorativa de la homosexualidad femenina, aunque a finales del siglo XIX se hizo más común el término lesbianismo, de carácter más literario.

    Los antiguos romanos adoptaron hasta cierto punto la actitud de los griegos respecto a la homosexualidad. Se cree que los europeos preromanos, como los antiguos celtas, tenían practicas de iniciación homosexuales y también podrían haber tenido cultos guerreros en las que se aceptaba las relaciones intimas homosexuales. Entre los antiguos pueblos mediterráneos, los sirios, los hititas y los sumerios disponían de ritos de contacto homosexual dentro del contexto religioso; las relaciones sexuales con prostitutos de los templos formaban parte de la veneración a algunas deidades, comparables al sacrificio de animales o a las ofrendas de incienso

  2. #2 Airdargh 10 de ago. 2005

    Unos apuntes referidos a los galos:

    Durante los banquetes de bodas los parientes y amigos, uno tras otro, desde el primero hasta el último y por orden de edad, gozan de los favores de la novia. El recien casado siempre es el último en recibir este honor...
    Aunque sus mujeres son bellas tienen muy poco comercio con ellas, y en cambio se entregan a la pasión absurda por el sexo masculino, y acostados en el suelo sobre pieles de animales salvajes, suelen tener a cada lado un compañero de lecho. Pero lo más extraño es que, despreciando el pudor natural, prostituyen con abandono la flor de la juventud. Lejos de encontrar vergonzoso este comercio, consideran una deshonra que rechacen los favores que ofrecen...
    Diodoro de Sicilia.-Biblioteca hostórica.

    Cuesta creer que este tipo de descripciones de tipo etnológico respondan a observaciones directas o a experiencias vividas... Cabe aquí la "Interpretatio" que un pueblo conquistador ejerce sobre el vencido. Veamos lo que nos transmite César sobre algo relacionado con el tema, el matrimonio entre galos:

    Cuando los hombres se casan, ponen en común una parte de sus bienes equivalente, una vez tasada, al dinero que aportan las mujeres en dote. Con ese capital se hace una cuenta única y los intereses se apartan. El consorte superviviente recibe las dos partes, con las rentas acumuladas. Los maridos tienen derecho sobre la vida y muerte tanto de sobre sus mujeres como sus hijos. Todas las veces que muere un cabeza de familia de alto linaje se reúnen los parientes, y si la muerte es sospechosa, dudan de las esposas como se hace de los esclavos. Si consideran que son culpables las condenan al fuego y a los tormentos más crueles...
    César.-Sobre la guerra de las Galias.

  3. Hay 2 comentarios.
    1

Si te registras como usuario, podrás añadir comentarios a este artículo.

Volver arriba