Autor: JOSÉ MARÍA DEL OLMO GUTIÉRREZ
viernes, 18 de febrero de 2005
Sección: Artículos generales
Información publicada por: soliman


Mostrado 24.622 veces.


Ir a los comentarios

LA INVENCIÓN DE EUROPA

-

Este artículo ha sido enviado a mi web. Por su particularidad, amplitud de miras y actualidad, lo he querido compartir con ustedes mios. No quiere decir esto que este total ni parcialmente de acuerdo con él. No me defino con este artículo, pero comparto y respeto la pluralidad de ideas. He dicho. Soliman.
==============================


Introducción

1º Origen del término: Ereb o el Poniente

2º Las raíces clásicas y la hipótesis aria o indoeuropea

2.1-Raíces clásicas

2.2-Hipótesis aria

2.3-Realidad indoeuropea

2.4-Ramas lingüísticas del tronco indoeuropeo

3º El mito “rubio” y la creación de la raza blanca europea

3.1-Creación de la raza blanca

3.2-La pigmentación del pelo y los ojos en Europa

3.3-División etnogenética del “Viejo Continente”

4º La construcción política de la Unión Europea


Introducción.
Elementos objetivos o sociales (lenguas indoeuropeas, religión cristiana, espacio geográfico o hechos históricos) y subjetivos o personales (ateísmo, rasgos físicos, idioma, sentimiento de colectividad) intervienen en la construcción de una identidad (europea, española o cántabra). Los elementos subjetivos se pueden convertir en objetivos sí son aceptados por un grupo y los objetivos en personales cuando lo son por un individuo. Todas las identidades parten de la selección arbitraria de unos rasgos frente a otros para construir una imagen frente a los demás (P. Ej. Recurso a la idea de democracia para justificar la idea de comunidad entre y en vez de la historia medieval andalusí o al clima mediterráneo para relacionar un acervo común entre la Península Ibérica y el Norte del Magreb). El debate que nos concierne se basa en conceptos que la ciudadanía asume como dogma ” desinformadamente y sin espacios de réplica o reflexión democrática. ¿Qué es Europa? ¿Qué imagen nos sugiere esta palabra? Obviando el etnocentrismo tópico del denominado , la Europa real es muchas cosas: altos niveles científico-académicos y estado del bienestar al lado de elevadas tasas de alcoholismo en Suecia, brillante pasado imperial junto a altos porcentajes de suicidios en Hungría, democracia parlamentaria y monarquía e Iglesia del estado luterana y anglicana en Noruega y Reino Unido, miseria y desconocimiento exterior junto a hospitalidad en Albania o crecimiento macroeconómico y cambios sociales junto a precariedad laboral en la Península Ibérica.

1º Origen del término: Ereb o el Poniente. Raíz semítica (fenicia) de los vocablos Asia (Asu o Levante/Este/Oriente) y Europa (Ereb o Poniente/Oeste/Occidente). Conceptos geográficos del primer milenio antes de la era cristiana que referían al lugar donde nacía y se ponía el sol, diferenciando posteriormente las tierras de Asia Menor (Turquía) de la Grecia continental y de los otros territorios al Norte y Oeste de la Hélade. El término fue adoptado posteriormente por los griegos.

2º Las raíces clásicas y la hipótesis aria o indoeuropea. Sustitución/coexistencia de la idea de Cristiandad por/con la de europeidad y arianidad.

2.1- Raíces clásicas. El mito de Europa, bella dama de la que se enamora Zeus y, tras seducirla camuflado en forma de toro, la traslada desde su Fenicia natal (Líbano) hasta Creta (cuna de la civilización griega). Los aportes culturales del mundo grecorromano son variados: filosofía, mitología, urbanismo, lengua, visión de las cosas. Desierto alto-medieval y Renacimiento o redescubrimiento de la civilización clásica con el humanismo a partir del siglo XIV a raíz de cambios económicos (protocapitalismo), socio-políticos (ascenso de la burguesía), culturales (reformas) y científicos. Expansión desde Italia hacia otras regiones. En el siglo XIX se recupera la pasión por lo clásico desde una posición arianista, desdeñándose las influencias pre-indoeuropeas como las influencias cretense en Grecia y etrusca en Roma o el aporte fundamental de los pueblos semíticos en cuestiones como el alfabeto (de origen fenicio) o el cristianismo y la idea de igualdad (de raíz judía).

2.2- Hipótesis aria o indoeuropea. Descubrimiento de las lenguas indoeuropeas (relación entre el sánscrito y los idiomas del “Viejo Continente”) por el lingüísta y juez inglés Sir William Jones, en 1786. Thomas Young acuña el término indoeuropeo en 1813 y el filólogo alemán Franz Bopp –padre de la gramática moderna europea– lo populariza en su Gramática en 1855. El término indogermano lo creó Julius Klaproch en 1823 en su obra Asja Polyglotta y se utiliza en los países de habla alemana. Connotaciones raciales del término indogermano (indoeuropeos puros). Coincidencia con la secularización de la sociedad, el desarrollo del nacionalismo romántico alemán (Volksgeist), el descubrimiento de la familia lingüística semítica -vocablo creado por el filólogo alemán A. L. Schözer en 1781- y el posterior resurgimiento del antisemitismo (término inventado por Wilhelm Marr a finales del S. XIX), la selección de arbitraria de Grecia como cuna de lo “Occidental” y la popularización del racismo “científico” a manos de la antropología física, la lingüística, la historia y la psicología en el S. XIX a raíz de la expansión imperialista (Congreso de Berlín, 1855).
Las teorías lingüísticas indoeuropeas pronto fueron asociadas a la idea de raza. En el siglo XIX se creía que toda etnia estaba o había estado originalmente definida por una raza concreta. Dentro de tal marco surgió la hipótesis aria. Los primitivos indoeuropeos fueron denominados arios por Friedrich Max Müller, quien emuló el nombre originario con el que se menciona en Los Vedas a los invasores kurgánicos del segundo milenio antes de la era cristiana. De probable raíz semítica, la palabra ario o Aryas (noble, el mejor) fue utilizada por los indoeuropeos orientales a la hora de autodefinirse frente a los dasyus, nativos de piel oscura de la India. Asimismo, los reyes persas (por ejemplo el Sha Pahlevi) utilizaban este vocablo entre sus títulos de honor; de hecho Irán significa en farsi “el país de los arios”.
El vocablo ario se transplantó a Europa en el momento en que se estaban fraguando las teorías racistas nórdicas. La consecuencia de esta coincidencia fue la equiparación entre los conceptos de nórdico (raza), ario e indoeuropeo. Los autores racistas pretendieron ver en la raza nórdica, considerada como pura, la base biológica de los primigenios indoeuropeos. Los adalides de la arianidad creían que los nórdicos habían sido los creadores del sistema de castas y de la literatura védica india. Según su perspectiva etnoantropológica, los únicos arios que habrían mantenido “pura su sangre” serían los germanos. Aquí se produjo una transposición de nombres: ario se convirtió en sinónimo racial de nórdico y etnobiológico de indoeuropeo. Igualmente, el término indogermano se empezó a utilizar como equivalente de ario e indoeuropeo.

2.3- Realidad indoeuropea. Origen en las estepas del Sur de Rusia, entre los mares Negro, Caspio y Aral; otras hipótesis los sitúan en el Báltico, Polonia o India. Aparición de la primitiva etnia etnia indoeuropea hacia 5000-4500 a.C. Heterogeneidad de pueblos que emigraron en sucesivas oleadas desde 3000-2500 a.C. hacia Europa Occidental, el Mediterráneo, Oriente Medio y Norte de la India. Posteriormente pueblos de este tronco lingüístico se han extendido por el resto del mundo. Destacaban los indoeuropeos primigenios por el politeísmo, el uso del carro y de la tecnología de hierro así como por enterramientos en túmulos tras incinerar los cadáveres (campos de urnas). Sociedad patriarcal. El enigma vasco: ¿Primer pueblo europeo (etnia isla) o migración mediterránea (hipótesis ibérica, caucásica y afroasiática-camítica)?

2.4- Ramas lingüísticas del tronco indoeuropeo:

(ver imagen en lateral)
(FUENTE: I.E.S. EL INDOEUROPEO)


3º El mito “rubio” y la creación de la raza blanca europea. Endogamia de los pueblos germánicos.
Los germanos tenían en cuenta tanto la rama materna como la paterna a la hora de transmitir su linaje; diferencia frente a los hebreos antiguos y clásicos, qué normalmente sólo tenían en cuenta la línea materna, admitían conversiones, no tenían en cuenta la raza y practicaban un etnocentrismo nacional de tipo religioso (variable entre la intransigencia de Esdras y el universalismo fraternal de Isaías). Igualmente, los rasgos físicos suponían un elemento de definición y separación étnica frente a otras poblaciones junto a elementos como la lengua o las leyes. Autores como Tácito con su Germania (S. I a.C.) o el poeta andalusí Ibn Hazn Alí ibn Ahmad de Córdoba en el capítulo VIII de su libro El collar de la paloma: tratado sobre el amor y los amantes mencionan este aspecto.
El autor latino describe lo siguiente al respecto: <>. (Tacitus. The Agrícola and Germania, A. J. Church and W. J. Brodribb, Trad. London, Macmillan, 1877, 87-110).
A los nórdicos se les han supuesto connotaciones de inteligencia, belleza u honradez frente a gentes de otras razas en distintas épocas y lugares, aunque autores como el griego Diodoro de Sicilia (Biblioteca Histórica, 5, 30) o el hispano-musulmán Sà´id al-Andalusì (Tabaqàt al-umam) muestran prejuicios raciales contra las poblaciones noreuropeas. El cadí de Toledo opina lo siguiente de los pueblos allende al Norte del Mediterráneo:

«En la tierra de los que viven más al norte, entre el último de los siete climas y los límites del mundo habitado, la excesiva distancia del Sol respecto a la línea del cenit hace que el aire sea frío y la atmósfera densa. Por consiguiente, el temperamento de esas gentes es frígido; su humor, desapacible; su vientre, grueso; su color, pálido; su cabello, largo y lacio. Idéntica razón hace que no tengan ni agudeza de entendimiento ni claridad de inteligencia, y que les domine la ignorancia y el embotamiento, el poco discernimiento y la estupidez. Así son los eslavos, los búlgaros y sus vecinos (…)>>. (Sà´id al-Andalusì, Tabaqàt al-umam, ed. L. Cheikho, Beirut 1912, pág. 9; ed. Cairo, S.A., pp. 11-12; trad. francesa por R. Blachère, París 1935, pp. 37-38; Matveev Kubel, II, pp. 193-194).

Otros autores mencionan cualidades positivas donde se muestra una idealización estética del prototipo femenino blanquirrubio, como el ya mencionado Ibn Hazn Alí ibn Ahmad en el S. XI, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, autor castellano del siglo XIV, en El Libro del Buen Amor o Miguel de Cervantes, máximo exponente de la literatura en lengua castellana y autor de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha en el S. XVII.

3.1- Creación de la raza blanca. La división racial continental no surge hasta el siglo XVIII, a raíz del contacto establecido entre los conquistadores del “Viejo Continente” y los indígenas de las tierras colonizadas desde el S. XV. Ya durante la antigüedad, autores grecolatinos cómo Estrabón, Plinio “el Viejo” o Tácito describen los rasgos físicos de las poblaciones del Mediterráneo, Germania e India y durante el Medioevo escritores árabes, tal qué Sà´id al-Andalusì o Mas Udí, continúan en la misma línea al describir individuos o etnias de África, Persia y otras poblaciones conquistadas por ellos. Sin embargo, el primero en mencionar una raza blanca europea es el naturalista sueco Carlos Linneo –Karl von Linne (1707-1778) padre de la taxonomía moderna– en su Systema Naturae (Sistema Natural), iniciando la moderna etiquetación de las razas. A cada continente atribuye unos rasgos anatómicos (la raza blanca europea es etiquetada bajo el arquetipo nórdico), ciertas cualidades morales y unas aptitudes mentales. Su clasificación es la siguiente:

-HOMO EUROPEUS: Blanco, sanguíneo, ardiente; pelo rubio abundante; ligero, fino, ingenioso, lleva ropas ceñidas; se rige por leyes.
-HOMO AMERICANUS: Rojizo, bilioso, recto; pelo negro, liso y grueso; ventanas de la nariz dilatadas; cara pecosa; mentón casi imberbe; obstinado, alegre; vaga en libertad; se pinta con líneas curvas rojas; se rige por costumbres.

-HOMO ASIATICUS: Cetrino, melancólico, grave; pelo oscuro; ojos rojizos; severo, fastuoso, ávaro; se viste con ropas anchas; se rige por la opinión.
-HOMO AFER: Negro, indolente, de costumbres disolutas; pelo negro, crespo; piel aceitosa; nariz simiesca; labios gruesos; vagabundo, perezoso, negligente; se rige por lo arbitrario.

Johann Friedrich Blumenbach (1752-1840), naturalista y anatomista alemán. Dividió a los seres humanos en cinco grupos según su entorno geográfico y su apariencia externa. A los pueblos de piel clara de Europa y partes adyacentes de Asia y África los denominó caucasianos (término acuñado en 1795); a los habitantes de Asia, incluyendo China y Japón, los llamó mongoles; a los pueblos de piel oscura de África, etíopes (vocablo de origen griego); a la mayoría de las poblaciones nativas del “Nuevo Mundo”, americanos; y a los polinesios y melanesios del Pacifico, así como a los aborígenes de Australia, malayos. Junto con Linneo, es uno de los padres de la antropología física. Consideraba qué las razas eran una degeneración del prototipo caucásico (culminación de su belleza idealizada) aunque no creía en la superioridad mental o moral de unas poblaciones frente a otras.
Posteriormente, otros autores han completado con sus descubrimientos y aportaciones lo inventado por estos autores. A la creación de una supuesta raza blanca europea han seguido investigaciones como las del índice cefálico y el descubrimiento de los grupos sanguíneos. El índice cefálico fue definido en 1842 por un taxonomista sueco, Anders Retzius, quien lo describió como la consecuencia de dividir la anchura de la cabeza entre su longitud y multiplicar la cifra resultante por 100:

I.C.= (Anchura de la cabeza/longitud de la cabeza * 100).
En función de este concepto arbitrario se clasifica a los individuos (y las razas) en:
I- Dolicocéfalos: individuos de cabeza estrecha o alargada con un índice cefálico igual o menor de 76.
II- Mesocéfalos: cabeza intermedia con I.C. entre 76 y 81.
III- Braquicéfalos: individuos de cabeza ancha y corta con un índice cefálico superior a 81.

Los grupos sanguíneos fueron descubiertos por el biólogo alemán Kart Landsteiner en 1900. Existen cuatro: A, B, 0 y AB. Posteriormente, en 1953, James D. Watson y Francis Crick descubrieron el ADN mitocondrial. El ADN mitocondrial (transmitido por las mujeres y heredado tanto por hombres como por mujeres) y el cromosoma Y (transmitido y heredado vía masculina) se utilizan para ver las diferencias genéticas individuales y poblacionales. De los 30.000 genes humanos menos del 0,1% corresponde a distinciones. En el caso de las poblaciones, los haplotipos (ver mapa 3.3) o conjunto de alelos se utilizan para ver las relaciones y distancias entre distintas colectividades étnicas.
Las descripciones de la antropología física y genética han sido utilizadas para fomentar teorías y políticas racistas. Autores como Jörg Lanz von Liebenfels, Arthur Gobineau o G. Vacher de Lapouge justificaban el racismo decimonónico y proponían una eugenesia en base a índices cefálicos y otros rasgos corporales. Vacher de Lapouge, conde francés y autor de Las selecciones sociales y los arios, dividía a los europeos en tres razas: el Homo Europeus, dolicocéfalo y rubio; el Homo Alpinus, braquicéfalo (celta o eslavo); y el Homo Mediterraneus, dolicocéfalo moreno. Lapouge estableció una jerarquía particular de las razas europeas: el Homo Europeus, es decir, los nórdicos arios, ocupaba el primer lugar en cualquier territorio en el que se encontrase; el Homo Alpinus, el segundo, y el Homo Mediterraneus, el tercero. El noble francés hablaba de la existencia de una lucha entre dolicocéfalos (nórdicos) y braquicéfalos (alpinos) en Europa central. El Instituto de Higiene Racial sueco (creado en 1921), siguiendo dicha línea, promovió la eugenesia negativa para purificar la raza en base a cánones nórdicos. La eugenesia fue aplicada en este país a base de esterilizaciones de minorías raciales (p.ej. tatars o lapones), enfermos e inadaptados sociales entre 1935 y 1976, en un período de tiempo en el que gobernaba la socialdemocracia.




3.2- La pigmentación del pelo y los ojos en Europa:

(ver imagen en el lateral)

3.3- División etnogenética del continente europeo:
(idem)

(FUENTES: Coon, Carleton S. Adaptaciones raciales. Un estudio de los orígenes, naturaleza y significado de las variaciones raciales humanas, Ed. Labor Universitaria, Barcelona, 1984, págs. 70-77. Mundo Científico, Nº 185, Dic. 1997, págs. 1052-1055).



4º La construcción política de la Unión Europea.
Muchos han sido los pensadores y políticos que han planteado ya desde finales de la Edad Media la idea de unidad continental. Unos lo hicieron con el fin de defenderse de un enemigo común; D. Luis Vives propuso en el S. XVI una alianza contra el Imperio Otomano. Otros buscaban dirimir conflictos entre los distintos estados y mantener así la paz. En esta línea apostaron el Duque de Sully, Penn, Rousseau, Kant, Bentham o Proudhon. A posteriori, durante los siglos XIX y XX, la idea de la unión europea ha sido defendida cada vez por más pensadores: Keyserling, Spengler, Madariaga, Pío Baroja, Ortega i Gasset, Charles De Gaulle, etc.
Así como la Europa étnica fue inventada esencialmente por autores alemanes o germánicos en los siglos XVIII y XIX, la política tiene un origen medieval francés. La sustitución de la idea geográfica por la colectiva y social se produce en el S. VIII, durante las escaramuzas que enfrentaron en Poitiers a musulmanes y cristianos francos (al mando de Carlos Martel). A esta crónica siguieron otras donde se utilizan las palabras europeo y Europa. El término europeo se emplea durante la época carolingia, en los siglos IX y X, pero no será hasta el S. XV, cuando el Papa Pío II (Enea Silvio Piccolomini) dedica a este territorio uno de sus ensayos tras la conquista de Constantinopla en 1453 por los turcos, cuando se generalice. Durante la Edad Moderna, el rey de Bohemia, Georges Podiebrad, publica un proyecto de federación donde prevé instituciones comunes, su funcionamiento y la toma de decisiones por una mayoría de “naciones”.
La Europa política surge al Norte del Mediterráneo y al Oeste del Imperio Bizantino; la división entre Oriente y Occidente se materializa políticamente con la división del Imperio Romano en dos regiones (posteriormente occidental latino-germana y cristiano-católica y oriental greco-eslava y cristiano-ortodoxa) en el siglo IV con Constantino. Los intentos de unificación territorial han variado desde los intentos de Carlomagno de resucitar a Roma con el Sacro Imperio Romano Germánico en el S. IX, los esfuerzos para unir la Cristiandad bajo la monarquía hispánica y el catolicismo con Carlos I/V en el siglo XVI, la creación de un imperio y del código civil liberal francés por Napoleón Bonaparte en el siglo XIX y la imposición de una Europa aria y nacionalsocialista con hegemonía alemana (Deutschland über alles) por Adolfo Hitler en el siglo XX.
En el período de entreguerras surgen los primeros intentos factibles de unión continental: la Unión Económica Belga-Luxemburguesa de 1923 (BENELUX, al incorporarse Holanda en 1948) y la presentación de Aristide Briand, ministro francés de Asuntos Exteriores, a la Sociedad de Naciones en 1929 de un proyecto para los Estados Unidos de Europa (Unión Paneuropea). Durante la celebración del Congreso de Europa de La Haya, en 1948, se creó el Movimiento Europeo (alianza de grupos federalistas del continente). Ese mismo año vieron luz la militar Unión Europea Occidental (UEO) y la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE) para administrar las ayudas del Plan Marshall. Seguidamente, en 1949, se firman el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) entre varios países capitalistas europeos y Estados Unidos y el Consejo de Asistencia Económica Mutua (COMECON) entre los países socialistas. En 1951 se firma el Tratado de París y se instituye la Comunidad Económica del Carbón y el Acero (CECA), a manos de Robert Schuman, ministro del gobierno francés, entre Francia, República Federal de Alemania, Italia y el BENELUX. En 1952 nace la Comunidad Europea de Defensa (CED) y siguiendo la tónica de la Guerra Fría, en 1955 surgió el Pacto de Varsovia. El 25 de marzo de 1957 se establece por el Tratado de Roma la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (CEEA o EURATOM) entre los miembros de la CECA con el fin de materializar la unión política y económica del continente. Paralela a la CEE y a iniciativa del Reino Unido se crea la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, European Free Trade Association) en 1960, conformada por R.U., Suecia, Noruega, Dinamarca, Suiza, Austria y Portugal.
La UE o Unión Europea (antigua CEE) ha sobrevivido hasta la actualidad y, bajo el eje franco-alemán, en distintas fases ha visto aumentar su número de socios a la par qué cada vez integra más las políticas sociales, económicas, militares y culturales. Tiene instrumentos de gobierno como el Consejo de Ministros, la Comisión, el Parlamento, el Tribunal de Justicia, el Consejo Europeo o el Banco Central Europeo, desde los que se rigen los destinos de 400 millones de personas en veinticinco países (ampliación hacia el Norte Mediterráneo, Centro y Este desde los años 60). El Acta Única (1992) y la Constitución (2004) confirman el espacio legal, ejecutivo y judicial con cesión de competencias por parte de los estados tradicionales.
Paralela a la construcción oficial, han surgido voces que reclaman un ultranacionalismo europeísta y racista. Así, organizaciones como el Movimiento Social Europeo (MSE, surgido a finales de la década de 1940), el Nuevo Orden Europeo (NOE, fundado en Zurich en 1951 como alianza de grupos de extrema derecha), Joven Europa (JE, fundada por el neofascista belga Jean Thiriart en 1963) o el Círculo Español de Amigos de Europa (CEDADE, fundado por nazis europeos, falangistas y militares españoles en Barcelona en 1967), plantean, junto a la nueva derecha, una nación europea blanca –u occidental en eufemismo de la Nueva Derecha– e indoeuropea libre de influencias semíticas y que repatrie a los inmigrantes “de color” y orientales a sus países de origen.
El Movimiento Social Europeo (MSE, Mouvement Social Européen) nació a finales de los años 40 y fue la primera organización supranacional en sugerir un paneuropeísmo fascista. Aquí habrían participado figuras notables de la extrema derecha centroeuropea. Posteriormente, en 1951, se funda el Nuevo Orden Europeo (NOE, Nouvel Ordre Européen) a partir de una reunión de grupúsculos de ultraderecha celebreda en Zurich (Suiza). El NOE estaba presidido por Gaston–Armand Amaudruz (maestro de escuela nacido en 1922) y contaba con la colaboración de Erwin Vollenweider –uno de los fundadores del Partido Popular Suizo (PPS, Volkspartei der Schweiz–Parti Populaire Suisse)–, Arthur Fonjallaz (coronel y destacado del fascismo helvético) y René Binet (ex-trotskista, colaboracionista activo durante la Segunda Guerra Mundial y militante de la derecha radical poshitleriana). La organización tenía un alcance internacional y pretendía difundir una cosmovisión racial de la sociedad, el llamado <>. Binet definió la doctrina del NOE en dos textos ampliamente difundidos: Contribution à une éthique raciste (Contribución a una ética racista) y Socialisme national contre marxisme (Socialismo nacional contra marxismo). La Weltanschauung racista del NOE quedó sistematizada en el Manifiesto Social Racista, en el cual se concibe a Europa como una comunidad racial homogénea. En 1979 Amaudruz definió el eurorracismo en los siguientes términos: <>. Aquí el concepto de ario, aplicado anteriormente al prototipo nórdico, pasó a ser sinónimo de blanco y europeo. Todas las razas del “Viejo Continente” quedaron a partir de entonces englobadas bajo dicha acepción. La NOE recibió la adhesión de numerosos partidos y activistas neofascistas, quienes coincidían en los congresos periódicos llevados a cabo por la asociación (París, 1952; Hannover 1954; Lausana, 1956 y 1962, etc.). Desde 1958 existía un periódico vinculado al NOE, L’Europe Réelle (La Europa Real), dirigido por Jean Robert Debbaut (antiguo SS valón).
La Liga Nórdica (Northern League) fue fundada en 1957 por el antropólogo y doctrinario racista Roger Pearson, cuyos objetivos primordiales eran: <>; <> (aludiendo al comunismo y a la presión demográfica del Tercer Mundo); y <> (en referencia a la inmigración y las ideas progresistas). La Liga Nórdica entroncaba su ideario con el racismo rubio y el pangermanismo del siglo XIX. En 1959 la Liga Nórdica organizó una concentración internacional neonazi en Detmold (Alemania), donde asistieron fascistas de todo el mundo, incluidos miembros del Ku-Klux-Klan (KKK). En la reunión se conmemoraba la derrota infligida por Arminio –héroe nacional germánico– a las tropas romanas dirigidas por Varo en el bosque de Teotoburgo y se exhortaba al <>, con el objetivo de preservar la raza blanca (nórdica) de una supuesta amenaza de <> por parte de las poblaciones negra y judía, “fomentada” por los valores igualitarios de la Iglesia católica. Al final del encuentro, Friedrich Kuhfuss y Walter Grünn –un antisemita de origen alemán nacionalizado sueco– redactaron el “Programa de Detmold”, que propugnaba la unificación de todas las fuerzas nacionalsocialistas europeas y apelaba a luchar contra una triple conjura –judía, masónica y comunista– que actuaría a nivel mundial.
La Joven Europa (JE, Jeune Europe) apareció en 1963 de la mano del belga Jean Thiriart (1922–1992) y devino en un movimiento de extrema derecha de ámbito supranacional al adoptar un discurso innovador respecto a los antiguos postulados fascistas y nacionalsocialistas. JE reivindicaba una Europa unitaria y portadora de una <>: un bloque político-económico independiente y alternativo tanto al sistema comunista como al capitalista. Esta concepción geopolítica de ultraderecha, que consideraba posible una Europa al margen de los dos bloques mundialmente dominantes, fue expuesta por Thiriart en su libro ¡Arriba Europa! Una Europa unida: un imperio de 400 millones de hombres. El discurso eurofascista de JE desterró la nostalgia por el Tercer Reich y relegó a un segundo plano –aunque sin descartarlas– las tendencias biologicistas y racistas herederas del nacionalsocialismo, dotó de un nuevo símbolo al fascismo europeo al adoptar como emblema la denominada cruz céltica (posteriormente recogida por los grupos skin-nazis), fundó secciones en diversos países europeos (España entre ellos) y llegó a plantearse la creación de una organización paralela allende el Atlántico, Joven América, de posiciones próximas al peronismo. La aventura política de Thiriart contó con sólidos apoyos internacionales: la Unión Minera del Alto Katanga (que promovía la secesión katangueña del Congo), la salazarista Policía Internacional y Defensa del Estado (PIDE, Policía Internacional e de Defensa do Estado), la Organización Armada Secreta (OAS, Organisation Armée Secrète) y otros sectores neo-colonialistas. La huella de la JE se hizo palpable a partir de 1966, cuando surge realmente un movimiento eurofascista renovado en los planos ideológico, iconográfico y estético. Las tesis pan–europeístas de Joven Europa se convirtieron en el referente de numerosos grupos neofascistas y neonazis de los años setenta y ochenta. Entre los adalides de la <> se encuentran corrientes tan dispares como la nacionalrevolucionaria o la skin-nazi.
El eurorracismo se viene favorecido por varios factores, entre los qué son a destacar los siguientes:

1º División de los ciudadanos entre comunitarios (de primera), extracomunitarios legales (de segunda) y extracomunitarios irregularizados (de tercera), con lo que sé vulneran los Derechos Humanos. La Ley de Extranjería y los Acuerdos de Schengen conllevan una desigualdad de derechos entre los grupos lo que favorece las tensiones entre ellos y la consiguiente aparición de actitudes xenófobas.
2º Acción propagandística y/o violenta de agrupaciones ultranacionalistas. Los conjuntos skin-nazis, al contrario que ciertos conjuntos islamístas, izquierdistas o nacionalistas periféricos, no son contemplados en la óptica de la lucha contra el terrorismo. Estos partidos se retroalimentan entre ellos con su odio dentro de dicho marco.
3º Endogamia y rechazo de ciertos colectivos étnicos a integrarse bajo unos mínimos en la sociedad de acogida (P. Ej. Ablación del clítoris). A veces la indefinición u ambigüedad de un Estado laico y aconfesional provocan problemas por intolerancias religiosas.
4º Precariedad laboral. Junto con la Ley de Extranjería y las “diferencias culturales” es el caldo de cultivo de la extrema derecha.

5º “España” frente a “Europa”: un debate sobre la identidad y los intereses. En nuestro país nunca se ha dado un debate sobre la identidad europea y las críticas a “Europa” siempre se han hecho desde el marco socio-económico y político, no cultural. La construcción política, establecida desde arriba y ahora relanzada con la Constitución, deja de lado muchas lagunas qué conviene tratar:

1- No es cierto qué la Unión Europea sea el paradigma de la tolerancia y los derechos. La Ley de Extranjería y el ascenso de la ultraderecha en países como Francia (Frente Nacional de Jean Marie Le Pen), Austria (triunfo del Partido Liberal de Jörg Hayder en las elecciones) u Holanda (elección y posterior asesinato del islamófobo Pit Fortuym) contradicen esta afirmación. Igualmente, la invasión de Irak fue apoyada por la mayoría de ellos: Italia, Suecia, Reino Unido, España, Polonia… en menoscabo del Derecho Internacional. Tampoco entre los miembros existen simpatías: conflicto entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte, entre independentistas vascos y unionistas españoles en la Península Ibérica o la prohibición de la entrada de españoles en ciertas discotecas alemanas de Mallorca (Diario de Mallorca) u holandesas en Cataluña (como le sucedió a un amigo mío que vivió allí).
2- La Unión Europea no es democrática. El Consejo (compuesto por los presidentes de gobierno de cada país), la Comisión (compuesto por los ministros según su cartera) o el Banco Central Europeo toman decisiones importantes socavando soberanía a la única institución representativa: el Parlamento. Dentro del Parlamento, no tienen la misma importancia todos los estados, así los que tienen mayor población (P. Ej. Francia o Reino Unido) tienen más diputados en cada grupo que los países pequeños (P. Ej. Malta o Portugal).
3- Los países del Norte y Centro del continente son mayoritarios, lo qué estratégicamente socava los intereses agrícolas y presupuestarios de España. Esto se agudiza con las nuevas incorporaciones, qué por lógica y justicia, desvían recursos a los desfavorecidos del Este. Ello también se refleja en las decisiones del Consejo y la Comisión, donde los países mediterráneos son minoritarios en número y fuerza.
4- Neoliberalismo. Europa sé construyó como un gran mercado. Las tendencias mundiales y el Tratado de Maastricht (1992) confirman la desregulación laboral. Esto se reafirma en la Constitución, donde se aplican los términos competitividad y economía social de mercado. En la misma se reproducen textos ambiguos de la Declaración de los Derechos Humanos y de las constituciones nacionales pero no sé especifíca el máximo de horas semanales de trabajo, el derecho a una vivienda o el derecho de un mínimo porcentaje y la cuantía según la inflación para poder subsistir. Con la connivencia de democristianos (mayoría) y socialdemócratas se lleva a cabo el proyecto constitucional. Ello provoca desigualdades entre personas, países y regiones.
5- Los efectos en microeconomía no son debatidos. Así, la reconversión industrial dejó miles de parados en España y, los intereses ganaderos de los países del Norte, perjudicaron la cabaña vacuna cantábrica. A pesar de las ayudas a la modernización en ciertos sectores (FEDER regional o LIDER para empresas) como el agrícola, la competitividad desmesurada (jornadas de 10 o 12 horas en las grandes ciudades en hostelería, construcción y cargos medios-altos), el encarecimiento del suelo y la moral del “todo vale” en pos de la cantidad, deterioran cada día la calidad de vida de los ciudadanos.
6- En España no hubo debate ni referéndum para entrar en la Comunidad Económica Europea (CEE, firma del acuerdo de adhesión en 1985 e ingreso en 1986), al contrario que países y provincias como Noruega y Groenlandia (dependencia danesa). Por otro lado, no es cierto qué no podamos vivir sin pertenecer a la Unión Europea. Cada cuál encuentra la cama según como la hace y, países como Barbados, Uruguay, Singapur o Suiza tienen aceptables niveles de vida sin ser miembros de la Unión aunque, a mi entender, lo ideal sería una unión a escala mundial, no a nivel de bunker europeo.
7- La Constitución se ha establecido por un Tratado entre los dirigentes de cada país y no por una asamblea constituyente.
8- La existencia de un complejo de inferioridad con respecto a lo europeo, asociado por lo general a la cultura y modus vivendi germánicos. Aquí se olvida la problemática de la zona noroccidental rica en temas como la contaminación ambiental, las relaciones humanas o el poco glorioso pasado reciente del genocidio industrial alemán y su apoyo en países del entorno (P.ej. Monarquía sueca).












-


No hay imágenes relacionadas.

Comentarios

Tijera Pulsa este icono si opinas que la información está fuera de lugar, no tiene rigor o es de nulo interés.
Tu único clic no la borarrá, pero contribuirá a que la sabiduría del grupo pueda funcionar correctamente.


    No hay más información.
    ...0

Si te registras como usuario, podrás añadir comentarios a este artículo.

Volver arriba