Autor: Rodricus Maximus
miércoles, 16 de febrero de 2005
Sección: Artículos generales
Información publicada por: Rodricus


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Los Druidas

El druida, en la religión de los antiguos pueblos celtas, especialmente los galos, era la persona que ejercía las funciones de sacerdote, poeta, juez y legislador. Etimológicamente, la palabra druida deriva del galo dru-(u)id, que tenía el sentido.............

El druida, en la religión de los antiguos pueblos celtas, especialmente los galos, era la persona que ejercía las funciones de sacerdote, poeta, juez y legislador. Etimológicamente, la palabra druida deriva del galo dru-(u)id, que tenía el sentido de 'dueño de la ciencia' o 'muy sabio' entre los galos, pueblo perteneciente al tronco celta asentado principalmente en los territorios de las actuales Francia, Bélgica y Luxemburgo a partir del año 1000 a.C., aproximadamente. El historiador romano Plinio el Viejo, sin embargo, relacionó etimológicamente la voz druida con el nombre griego drãj 'encina', seguramente por la importancia que en los cultos religiosos druídicos tenían éstos y otros árboles. Su propuesta etimológica es, en cualquier caso, tan sugerente como falsa.

Aunque los druidas eran, esencialmente, los miembros superiores del estamento sacerdotal, también pertenecían a él los bardos y vates (poetas) y los magos (adivinos). Los historiadores griegos y latinos, entre ellos Lucano, pensaban que dentro del pueblo galo había estos tres tipos distintos, autónomos y separados de especialistas culturales. Sin embargo, lo cierto es que solía ser una misma persona quien realizaba, según el momento y las circunstancias, una u otra función. El hombre sabio que en muchas ocasiones se ocupaba de las cuestiones religiosas desempañaba también, llegado el caso, la labor de celebrar poéticamente las gestas de los antepasados y de conservar por tradición oral el patrimonio histórico, cultural y religioso ancestral, además de componer poemas satíricos en determinadas fiestas y celebraciones.

Continuación

Los druidas más famosos de la historia, pese a que los hubo en todas las sociedades célticas, fueron los establecidos en las Galias y en las Islas Británicas, donde eran los depositarios de toda la tradición oral de los pueblos celtas. Su creencia principal era la inmortalidad del ser, puesto que sus muertos continuaban viviendo en otro mundo, identificado como subterráneo, donde el fallecido acompañaba a sus dioses; es por ello que los enterramientos celtas se hacían acompañando al cadáver con toda clase de objetos cotidianos, pues su uso por el fallecido continuaría para siempre. A pesar de su elevada posición social, la estructura social de los pueblos celtas hizo que participaran en el resto de labores de la comunidad, tanto en los trabajos agrícolas como en las campañas militares, si bien su principal ocupación era la educación de los jóvenes, el arbitraje en los litigios ocurridos entre las diversas tribus y la celebración de los diferentes ritos religiosos (especialmente los sacrificios). El hermetismo de éstos ritos, así como su carácter oral, hacía que la capacidad más admirada de los druidas fuese su memoria, por lo que sus sucesores en la tribu debían destacar desde jóvenes en ese sentido, además de jurar honrar siempre a los dioses (el conocimiento era secreto), no obrar imprudentemente y estar siempre disponibles para los servicios que demandase la comunidad.
La vida cotidiana de un druida estaba basada en la estricta adscripción a estas reglas y en la observación de la naturaleza, en la que descubrieron los usos medicinales de un buen número de plantas; el respeto por los bosques como lugares sagrados era otra de sus ocupaciones, para lo cual contaron con el apoyo de la aristocracia militar de las comunidades celtas. Aunque no hay noticias de que vistieran con algún signo exterior que delatase su categoría social, eran respetados y protegidos en sus viajes, siendo su prestigio notable entre todas las tribus. Existen indicios acerca de la reunión de una asamblea anual de todos ellos, celebrada en el bosque sagrado de la tribu de los carnutos, lugar que algunos expertos han identificado con la ciudad francesa de Neuvyen-Sullias y otros con el actual emplazamiento de la catedral de Chartres.

Son muy escasos los textos escritos de los antiguos galos que se conocen —la mayoría de ellos redactados en caracteres griegos—, aunque algunos de ellos tienen relación directa con las actividades druídicas. Pese a que éstos no tenían libros sagrados y transmitían su doctrina y su sabiduría de forma oral, nos ha llegado, por ejemplo, el texto en doce líneas de una oración a una divinidad desconocida inscrita en una plancha de plomo que se descubrió en 1971 en una fuente de Chamalières, cerca de Clermont-Ferrand (Francia). Poco después, en 1983, se encontró en la aldea de Veyssière (Aveyron, Francia), el llamado Plomo de Larzak, de 57 líneas, en el que parece estar inscrito un mensaje para el otro mundo que debía llevar hasta allí una druidesa muerta. Muy importante es también el llamado Calendario de Coligny, encontrado a finales del siglo XIX, grabado en una plancha de bronce de casi metro y medio de largo y 80 centímetros de ancho, que da fe de los profundos conocimientos astronómicos de los druidas galos.

Pero lo cierto es que casi todo lo que conocemos sobre los cultos y las actividades druídicas se lo debemos a los historiadores griegos y, sobre todo, latinos, cuya visión sabemos que a veces estaba muy deformada por la hostilidad entre el pueblo romano y el galo. Por otro lado, se tienen muchos más datos acerca de los druidas y, en general, de los pueblos galos asentados en el área continental que en las Islas Británicas, ya que el contacto mantenido por los romanos con los galos del actual área francófona fue mucho más continuado e intenso.

Una de las más importantes fuentes historiográficas para el conocimiento de las actividades druídicas es el tratado historiográfico De bello Gallico 'De la guerra de las Galias', de Julio César, quien afirmó que los druidas constituían una especie de casta de iniciados que debían acudir a recibir una formación esotérica, muy rigurosa y prolongada, en las Islas Británicas. También señala César que los druidas se encargaban de presidir todos los sacrificios públicos y privados, las actividades religiosas y las grandes fiestas anuales, y que extendían sus funciones a los ámbitos político y judicial, ya que eran ellos los encargados de imponer sentencias y castigos judiciales. Un druida era, según César, un hombre considerado sabio, conocedor de los secretos de la astronomía, la geografía y la naturaleza, además de los religiosos, y que ostentaba un prestigio máximo dentro de su comunidad, lo que le permitía estar exento de pagar tributos y de hacer el servicio militar. Algunos de los datos aportados por César sobre el contenido de la religión druídica son especialmente interesantes; por ejemplo, cuando afirma que "los druidas enseñan la doctrina según la cual el alma no muere, sino que después de la muerte pasa de uno a otro", en clara referencia a la doctrina de la metempsicosis o trasmigración de las almas.

El sistema religioso galo druídico debía ser muy complejo y potente, ya que el mismo Suetonio lo llamó "religión druida", y se sabe que algunos de sus cultos ejercieron gran fascinación e incluso influyeron y calaron en algunos cultos romanos. Entre las funciones del druida tenía especial relevancia la preparación y presidencia de todos los sacrificios. El geógrafo griego Estrabón afirmaba que los druidas hacían sacrificios humanos cuyas víctimas eran hombres consagrados, si bien ningún individuo perteneciente a la casta druídica podía ser sacrificado. Los sacrificios humanos estaban estrechamente relacionados con la adivinación, otra de sus especialidades: "Golpeaban con la espada en la espalda a un hombre consagrado y según sus retorcimientos deducían profecías; no sacrificaban nunca a los druidas". Plinio el Viejo, en su Naturalis Historia 'Historia Natural', recordaba que "terminados los preparativos necesarios para el sacrificio y el banquete bajo el árbol (una encina con muérdago), llevan allí dos toros blancos". Se sabe, además, que entre los conocimientos transmitidos de forma oral y esotérica por los druidas estaban los relativos a la magia, al uso de hierbas, plantas y aguas medicinales, la determinación de días fastos y nefastos, etc. Este tipo de conocimientos druídicos justifica que algunos historiadores antiguos los relacionasen también con los pitagóricos griegos.


Más informacióen en: http://www.enya.org


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Comentarios

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  1. #1 Brigantinus 19 de feb. 2005

    Bueno, Tineo, tengo que discrepar.
    Es cierto que desde una perspectiva "new Age" hay una cierta idealización de la sociedad celta: al parecer los celtas eran todos simpáticos, ecologistas, practicaban el amor libre y la igualdad de sexos en su vertiente más años 60, eran nobles de corazón, valientes... y los romanos todo lo contario. Vamos, que los celtas eran algo así com unos hippies que sólo se cabreaban cuando los romanos los atacaban.
    Desde esta perspectiva "neoespiritual", los druidas participarían de esas mismas características, más la mesura y la sabiduría de su rango y edad.
    El problema es que los druidas de carne y hueso poco tenían que ver con el Panorámix de los tebeos de Astérix.
    Es desde esta idealización desde la que se puede negar la práctica de sacrificios humanos, por desgracia, las evidencias nos hablan de otra cosa:
    -No sólo Estrabón, sino también Lucano (Farsalia I, 451), Plinio (Historia Natural, XVI, 249 y XXX, 13), César (Guerra de las Galias, VI, 16)...nos hablan de sacrificios humanos por parte de los druidas.
    -La arqueología también confirma la existencia de sacrificios humanos en zonas que tradicionalmente se atribuyen a los "celtas".

    Es cierto que los romanos tendían a dar una visión bárbara y salvaje de sus enemigos, con el fin de justificar las campañas de conquista como medio de "civilizarlos". Pero no olvidemos lo que pasó con los fenicios. Los textos romanos que hablaban de sacrificios de niños eran considerados como propaganda romana para desprestigiar a sus enemigos púnicos... hasta que se empezaron a excavar los tophetim, que confirmaron la práctica del infanticidio por los cartagineses.

    Por otro lado, es cierto que los druidas, tanto en las Galias como en Britania sirvieron como galvanizadores de la resistencia anti-romana, pero no olvidemos el caso de diviciaco, druida, pero amigo de Cicerón y colaborador de César. Por lo tanto no podemos decir con rotundidad que todos los druidas se sumaron a la lucha. Como suele suceder ante cualquier invasión, siempre habría ejemplos de colaboracionismo, incluso entre aquellas personalidades más importantes.

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