Autor: A.M.Canto
lunes, 22 de enero de 2007
Sección: Artículos generales
Información publicada por: A.M.Canto


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Anabaraecus y confluencias divinas en Mérida: un mausoleo excepcional

Resumen de un detenido estudio sobre el mausoleo del liberto y augustal Gaius Iulius Successianus, excavado en 1994 junto a la «Casa del Anfiteatro» de Mérida. El análisis del fascinante dintel esculpido e inscrito de su segunda fase, hacia época de Galieno (253-268 d.C.), permite confirmar para el río Guadiana el nombre Ana, saber cuál era el del Albarregas, Barraeca, y el significado del enigmático dios Revve Anabaraecus, así como sugerir la existencia de un antiguo santuario federal vetón, reorientado después hacia el culto imperial, cerca de la confluencia de ambos ríos, en el área menos conocida y valorada de Mérida: la de “El Calvario”, al oeste de la ciudad.



La primera parte del artículo que aquí resumo (véase al final su referencia completa) describe los resultados de la cuidadosa excavación de un mausoleo privado tardorromano, que se desarrolló en la segunda mitad de 1994 a cargo de los arqueólogos del Consorcio de Mérida D. Félix Palma y Dª Ana Bejarano, utilizando el método Harris. Se ubica en la zona oriental de Mérida, extramuros de la antigua ciudad y en el interior de la zona arqueológica conocida como “Casa del Anfiteatro”, en las proximidades del teatro, del anfiteatro y de una necrópolis ya conocida de antiguo (fig. 1).

El edificio, enfoscado, tenía dos etapas constructivas, en las que se encontraron cinco y tres enterramientos respectivamente, con tres fases sucesivas de utilización (fig. 2). Aunque varias de las tumbas fueron expoliadas ya en la Antigüedad (se documentaron varios boquetes), el material encontrado permitió datar cada fase. Las dos primeras cubren el periodo entre fines del siglo II y fines del III d.C. En la primera se hallaron terra sigillata hispánica y lucernas, en la segunda terra sigillata africana (Hayes A y Lamboglia 42), además de diferentes monedas; entre ellas se recogió del muro una de Galieno (253-268 d.C.), gracias a la cual se pudo fechar bien esta segunda fase. Entre mediados del siglo IV y el V d.C. el mausoleo fue reutilizado como mísero ambiente de habitación, siendo finalmente abandonado. Este esquema cronológico encaja bien con las dataciones ya conocidas de la necrópolis inmediata.

La segunda parte del estudio, a cargo de Alicia M. Canto, trata sobre las inscripciones. El testimonio más importante lo constituye el dintel de la segunda fase del mausoleo, caído a plomo de su ubicación original cuando el edificio había sido ya abandonado y su nivel original rellenado, hacia el siglo V. El potente bloque de mármol blanco (figs. 3 y 4), que mide 2,16 x 0,46/0,36 x 0,41/0,36 m y pesa cerca de 1000 kg, presenta una cartela en su zona central con una inscripción (fig. 5) que recuerda la recommemoratio (palabra ésta que se documenta aquí por primera vez) de Gaius Iulius Successianus, liberto de (G. Iulius) Exsuperantius (fig. 6). Del personaje recordado se nos dice que fue sevir augustalis emeritense, esto es, un magistrado menor del culto imperial, de la clase de los libertos, de origen servil pero en ocasiones muy acomodados, como parece aquí el caso.

A ambos lados del dintel y de la inscripción están representadas en relieve, debidas a dos manos, en un estilo “provincial” y tosco, pero plásticamente cautivador, las personificaciones de los dos ríos que confluyen en Mérida, el Ana (hoy Guadiana) y el Barraeca (actual Albarregas), cada uno con su respectivo letrero inscrito (figs. 7 y 8). Ambos epígrafes son de gran interés porque el primero nos confirma que el apelativo antiguo del gran río no era Anas, como más frecuentemente se le llama, sino Ana, y el segundo nos permite saber por primera vez el verdadero nombre del río secundario de Mérida, que resulta ser el indígena Barraeca, habiéndose los árabes limitado a añadir su artículo “al-” al nombre autóctono. Con ello se desechan explicaciones seculares, como que los primeros fundadores le habrían llamado "Albarregas" para recordar a la vetusta y noble Alba Regia. La verdad es que el nombre está asociado a una de las palabras hispanas sin origen claro, “barro”, y que este hidrónimo define relativamente bien el tipo de cauce amplio y de poco fondo, muchas veces fangoso, del Albarregas.

El estudio de precedentes y paralelos (entre otros la escultura de Oceanus del mitreo de Mérida) lleva a la autora a otras reflexiones sobre la inscripción, particularmente acerca de las posibles relaciones de ambas personificaciones con la actividad religiosa propia de un augustal. Esto la conduce a sugerir una relación entre Barraecus y el teónimo indígena, posiblemente vetón, Revve Anabaraecus, conocido de antiguo en Trujillo y Ruanes (en ésta fragmentado en Baraeco), en el que ella interpreta el elemento revve como “río, dios del río” o “de ambos ríos” (por la doble vv), sugiriendo por ello que existía en la Antigüedad un culto en general a las confluencias de los ríos, del que éste de Mérida sería un ejemplo, como algunos otros, del tipo Langanidaecus.

Se puede, en efecto, aportar paralelos de devociones indígenas similares en Galia, Germania y Britania, que desde época augustea fueron asimiladas con el culto imperial a través de aras y de templos, como son los casos de Lugdunum (Lyon), Colonia Agrippina (Köln) o Camulodunum (cerca de Colchester). Además, el culto a ambos ríos puede considerarse documentado ya en las primeras acuñaciones coloniales de Augusta Emerita, mediante los anversos con un viejo barbado y ánfora (que sería el Ana), y una joven, quizá una náyade, con un chorro de agua (que representaría al Barraeca) (figs. 9 y 10). Y, en cuanto al culto imperial, Canto recuerda también que en Augusta Emerita, ciudad estrechamente relacionada con Julio César (quien debió de fundar en ella ya un primer asentamiento estable) y Augusto (deductor de la colonia militar), se acuñaron en época de Tiberio series de ases de bronce con representaciones de un altar Providentiae (Augustae) y de un templo Aeternitatis Augustae; que, a pesar de la reciente opinión contraria de D. Fishwick, deben de corresponderse con edificios reales.

En este sentido la autora rescata el olvidado hallazgo, en 1924, de una serie de exvotos de bronce, de un lugar no muy alejado de la confluencia de los ríos; entre ellos había un hermoso caballo en actitud triunfal (fig. 11), un flamen, una flamínica y un joven togado, que vienen siendo considerados como genios domésticos. Propone que, como ocurrió en otros lugares en época julio-claudia, el culto vetón prerromano de la confluencia emeritense fue reorientado por los romanos hacia el culto al emperador, y concretamente a Augusto.

Esta zona sagrada se localizaría en la muy poco explorada zona de El Calvario, al occidente de Mérida (añadido en rojo en la fig. 1). El que de siempre ha sido considerado como depósito final del acueducto de Los Milagros formaría parte más bien, como un ninfeo, de esa reconversión hacia el culto imperial. El tema será objeto de un futuro trabajo, pero puede adelantarse que gracias a la aparición de un cráneo de cabra en la tumba de una mujer de la primera fase del mausoleo (fig. 2, UE 1051), quizá la esposa del augustal Successianus, puede demostrarse que todavía en época tan avanzada estaría asociado al culto imperial el de la vieja diosa celto-vetona Ataecina; a ello hay que añadir que la que ahora se propone como flamínica de El Calvario (fig. 12) presenta en su espalda la inscripción PRO, quizá de Pro(serpinae).

Por último, reaprovechadas en un nivel de tierra batida que cubrió el relleno sobre uno de los últimos pavimentos originales del mausoleo, esto es, en el acondicionamiento de la estancia para su uso como pobre refugio doméstico, se encontraron otras dos inscripciones. La primera era una pequeña árula funeraria de mármol con el epitafio de un G. Spurius Peregrinus. La segunda, fragmentada pero de mucho mayor interés, formaba parte de una inscripción imperial de excelente factura y gran porte (87/66 x 60,5 x 6/7 cm, letras de 14,5 y 10,5 cm de alto). La autora, después de descartar otras posibilidades, sugiere que perteneció a la inscripción conmemorativa de algunas obras de ampliación y/o mejoras en el contiguo anfiteatro (inaugurado en el año 8 a.C.), que se fecharían a su juicio durante el reinado de Claudio y más concretamente entre los años 51 y 54 d.C. El excelente estado de conservación de la pieza indica, en efecto, que no estaba lejos de su emplazamiento primitivo, así como que no había rodado apenas cuando fue reutilizada.

Artículo original:
A. M. Canto, F. Palma y A. Bejarano, «El mausoleo del Dintel de los Ríos de Mérida, Revve Anabaraecus y el culto de la confluencia», Madrider Mitteilungen 38, 1997, págs. 247-294, figs. 1-10, láms. 42-48 y la 'Zusammenfassung' de su pág. 293, cuya traducción es la que se presenta aquí, ligeramente ampliada.

Referencias epigráficas: HEp 5, 1995, 105; AE 1997, 778a; HEp 7, 1997, 112.

Info complementaria: 18 argumentos científicos para defender una fundación de Mérida anterior a Augusto: http://sagitta.ci.uc.pt/mhonarchive/archport/msg01022.html (en el punto 6º debe leerse "de la Alondra").

Exposición y catálogo en torno al dintel:
VV.AA., Ana-Barraeca. Confluencia de culturas, Mérida, 1998, cf.:
http://www.juntaex.es/consejerias/clt/eco/eco06/a0610.htm http://www.juntaex.es/consejerias/bs/ccex/sementera/numero27/novedades.html

© Alicia M. Canto del presente resumen;
© Los tres autores del artículo original de lo en él presentado y estudiado;
© Instituto Arqueológico Alemán y autores que se detallan en cada una, de la selección de ilustraciones insertadas aquí.


ACTUALIZACIÓN DE 15/6/2006:
El teónimo Revve Anabaraecus ha suscitado desde hace unos años grandes intereses y hasta pasiones, entre los filólogos. Después de subido este artículo, hay varios espacios en Celtiberia sobre él, incluso artículos, seguidos de grandes debates, que pueden consultarse en:

“Las lenguas indoeuropeas prerromanas en la mitad occidental de la Península”, pregunta hecha por “Celticum” 8/12/05: http://www.celtiberia.net/verrespuesta.asp?idp=6325

“Reve vs Iuppiter (Tarannis) Candamios (el más luminoso)”, artículo por “Lliwerdn” 06/06/2006:
http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=2037

“Anabaraeco, epíteto teonímico”, artículo, por “Corgo” 11/06/2006: http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=2047



















Comentarios

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  1. #1 jugimo 04 de feb. 2005

    Muy interesante y bien documentado el artículo, en el que las imágenes dicen más que mil palabras. Lo de Ana-baraecus me ha recordado a una inscripción que hace algún tiempo encontré en un vado del río Salor dedicada a, o por, Salaecus o Salaecius, y que allí seguirá tirada y olvidada como tantas otras. Enhorabuena Alicia y gracias, una vez más, por tus enseñanzas histórico-arqueológicas.

  2. #2 A.M.Canto 05 de feb. 2005

    Muchas gracias a ti, como siempre, Juan, por tus amables comentarios. Lo de "Salor" y "Salaecus" promete "miga", y esa inscripción parece inédita ¿no sería posible que la recuperaras? Saludos.

  3. #3 Dingo 05 de feb. 2005

    Muy interesante. Dra. Canto, quería preguntarle, ¿era común en los cultos imperiales que un numen femenino, tipo náyade, acabase siendo sustituido por una representación masculina?

  4. #4 A.M.Canto 05 de feb. 2005

    Gracias, Dingo. Dos matices: en este caso el culto a la divinidad fluvial no forma necesariamente parte del culto imperial mismo, sino que éste acoge en su propio recinto, por ejemplo, a otras divinidades, como pueden ser las más arraigadas de antiguo en la zona.
    Más interesante es lo segundo que pregunta: que lo que en una época inicial se representa a través de una mujer acabe siéndolo por un hombre. Para explicarlo caben dos posibilidades: a) que lo que se conmemore en la moneda sea el manantial o la fuente del que sale el Albarregas, y es frecuente en este caso que sean personificaciones femeninas; y b) que, debido al paso del tiempo y a la romanización completa, lo que los vetones tuvieran en principio por femenino, este río, acabara adaptándose a la personificación fluvial corriente para los romanos, que era la masculina.

  5. #5 Dingo 05 de feb. 2005

    Gracias. Es que por otro lado también me llamaba la atención el nombre de ambos ríos, de género femenino (corríjame si me equivovo), Baraec-a por su terminación, y Ana porque es un teónimo como usted sabe pan-celta.

  6. #6 Dingo 05 de feb. 2005

    Quería decir "Barraec-a"

    Quizá me decanto un poco más por la posibilidad b) que usted plantea. Y quizá se lo pudiésemos aplicar tambien al río Ana.

    Bueno, gracias por su ayuda.

  7. #7 A.M.Canto 05 de feb. 2005

    Sí, llama la atención, pero es verdad que sabemos poco sobre el género de los hidrónimos en las lenguas prerromanas. En todo caso, el que sería nombre común "revve", río o dios fluvial (ya visto también por F. Villar en 1994) debe de ser masculino, puesto que todos los teónimos que le acompañan se declinan así en su versión latina: Reve Reumiraegus (Verín), Reve Langanidaecus (Idanha), R(eve) Unesocesius (Évora), y en otros casos donde sólo le sigue un hidrónimo, no dos, como Reus Paramaecus (Marialva, Lugo y otros).

  8. #8 jeromor 05 de feb. 2005

    En cuanto al nombre del río Ana, entre los autores latinos, sólo Pomponio Mela, Chorographia, 2, 79, Illas fluvius Anas separat, se refiere a él como Anas. Ha de ser un error del copista, llevado por la confusión con la palabra anas, -atis, ‘ánade o pato acuático’, animal propio de los ríos.
    El proponer que Reva sea una palabra hispanocelta para río parece adecuado al existir el lat. rivus, ‘río, arroyo’, del que viene nuestra palabra río. Pero Revve no tiene por que indicar plural, creo que es una variante ortográfica, como Rebe y tiene paralelo en un REVVE REVMIRAGO, si no me equivoco,
    En cuanto al topónimo Albarregas y su origen en el Barraeca de la inscripción es indudable. Es interesante ver como Barraeca indica que, al ser –ca el genitivo femenino, el género original de la palabra a la que se refiere es femenino, como la palabra arrugia, que cita Plinio y parece ser el origen del arroyo castellano.

  9. #9 jeromor 05 de feb. 2005

    Efectivamente es REVVE REUMIRAGO, con dos uves, en inscripción de Viladervós, Orense (M. L. Albertos, "Teónimos hispanos", J.M. Blázquez (ed.) Primitivas religiones ibéricas, 1983, tomo 2,, p. 488.

  10. #10 jeromor 05 de feb. 2005

    Por cierto que barrica (del gascón y éste de un posible galo barrīca), que ha dado también el castellano barriga, (comparando con el receptáculo donde se echa comida y bebida), es posible que tengan el mismo origen, quizás por hacerse los toneles de barro. De ahí también que una de las acepciones españolas de barro es un recipiente de cerámica. Acordaos de la denominación antigua para la terra sigillata: “barros saguntinos”.Otra cosa interesante es el plural antietimológico AlbarregaS, típico de la toponimia mozárabe.

  11. #11 A.M.Canto 05 de feb. 2005

    La inscripción es Revve / Reumirae/go Fronto / Vaucani f(ilius) vo(tum) l(ibens) / m(erito) sol(vit) (Aquae Flaviae 113), la escribí antes "Reve" de memoria. No obstante, si te fijas, el teónimo que le sigue parece tener a su vez dos hidrónimos: Rev- y Mira-, y el primero de ellos, redundante, está escrito con una sola V. Vamos, es sólo una curiosidad, tampoco sabemos mucho de plurales prerromanos.
    Bien visto lo de "barrica" y "barriga" (¡supongo que en este caso sería por el aspecto panzudo o "tonelario" de la gente!).

  12. #12 Onnega 12 de feb. 2005

    Como dice AM Canto ya Villar había demostrado que reuue (río) siempre lleva adjetivos de género masculino (El teónimo lusitano Reve y sus epítetos, 1993). Además en la figura 4 se ve que las representaciones antropomorfas de Ana y Barrecas son dos hombres.

    Otra variante de Reuue parece que es Reo (identificación propuesta por Búa 1997). Reo en gallego-portugués es también el nombre del salmón cuándo aún no ha empezado a subir el río, es decir cuando todavía está por la desembocadura del río en el mar (confluencia).

  13. #13 azenor 27 de abr. 2005

    ¿no existen dos inscripciones en la antigua Gallaecia dedicadas a Revve anabaraeco? ¿Cómo se explicaría esto en relación con la teoría que expone la Dra. Canto?

  14. #14 A.M.Canto 30 de abr. 2005

    Perdón, no había visto esta pregunta. Pues como suelen explicarse estos casos: fieles que, trasladados a otros lugares (por milicia, negocios...), no olvidan a sus dioses nativos.
    Exempli gratia, la cantidad de vírgenes oriundas de un lugar y veneradas muy lejos, como la Guadalupana, de Cáceres a México, la del Pilar de Zaragoza, la de Fátima portuguesa y otras muchas.

    Un caso modélico antiguo sería la inscripción lucense del liberto y procurador imperial Saturninus (que recientemente he reestudiado como mitraica), en la que, posiblemente en el momento de marcharse, invoca a los dioses oficiales, a los de su Africa natal, al Mitra de Mérida (a donde se encamina) y a los Lares de las Galicias, que ya deja Laribus Gallaeciarum.

  15. #15 azenor 06 de mayo de 2005

    Perdonada. He leído que el epígra "Baraeco" de Trujillo está perdido y que su interpertación es dudosa. Por otro lado, el ejemplar procedente de O Barco de Valdeorras (Orense) que Hübner decía procedente de Cáceres, es considerado por algunos autores como originario de la Gallaecia. ¿No podría ser que Reve Anabaraeco fuera una divinidad galaica cuyo culto se trasladara a Mérida?

  16. #16 A.M.Canto 06 de mayo de 2005

    En cuanto a la de Trujillo, estaba rota por arriba y en la lín. 2 empezaba "baraecus", por lo que se pensaba que el nombre del dios era así, por ej. Blázquez en Diccionario... 1975, p. 47, interpretando que era un dios de los ganados. Al aparecer el dintel de Mérida, sugerí que en la línea anterior faltaría el [Revveana]/baraeco..., que a su vez estaría documentado en la de Ruanes (CC), que ya no sería tampoco Reuue Ana Baraeco, como se venía leyendo (Blázquez, ibid., 141), sino todo junto: Revveanabaraecus/i>. Algo de esto se trató en http://www.celtiberia.net/verrespuesta.asp?idp=1582

    En cuanto a la segunda pregunta, si consideramos que los dos ríos de Mérida se llamaban Ana y Barraeca, como nos confirman el dintel y las inscripciones del mausoleo, lo más probable es que el dios fuera emeritense.

  17. #17 azenor 09 de mayo de 2005

    Que curioso, porque ya Joaquín Costa leía la inscripción de Trujillo como Revvean a-baraecus (supongo que tomado de Fita), y a partir de ahí especulaba con el carácter andrógino de la divinidad. Muchas gracias por la información.

    Otra cosa, ¿tiene usted alguna opinión sobre la función de Revve?, porque hay quien lo relaciona con las aguas, con las montañas o con ambos a la vez.

  18. #18 A.M.Canto 09 de mayo de 2005

    Reve para mí, y otros antes, es río, como "rivus latino". Lo único que le doy valor plural cuando tiene VV, como en Revve, y creo que puede aludir a una confluencia de ríos. Pero es sólo una hipótesis de trabajo.
    No creo que tenga que ver con las montañas, y menos después de saber el nombre real del Albarregas emeritense, que "cuadra" tan bien el "Anabaraecus".

  19. #19 caparra 24 de mayo de 2005

    Es la primera vez que intento entrar en este estupendo trampolin de arqueología, estaría ineresado en contactar con alguien que toque la epigrafía.
    Hace mas de 24 años, funde un asoc.arque. en Barcelona, principalmente sobre temas arqueológicos, hoy retirado en mi tierra (Valdeobispo-Cáceres), desearia mantener a través de este medio, algunas consultas sobre el particular.

  20. #20 jugimo 24 de mayo de 2005

    Caparra ,bienvenido paisano a este foro, conozco tus interesantes revistas y tenemos amigos comunes. La autora de este artículo es la persona que buscas, lo sabe todo sobre epigrafía, excelente trabajadora y además es una entusiasta de nuestra tierra. Si la preguntas personalmente en "Druidas" no tardará en contestarte.
    Un abrazo.

  21. #21 A.M.Canto 24 de mayo de 2005

    Jugimo, cuánto tiempo sin leerte, se te echaba de menos. Y muchas gracias por tan efusiva presentación, sin duda demasiado generosa. Atenderemos al nuevo incorporado en lo que nos sea posible. Lo pendiente de Norba no lo olvido, pero aún imposible de retomar... Saludos.

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