Autor: Brian McEvoy, Martin Richards, Peter Forster, y Da
jueves, 18 de noviembre de 2004
Sección: Artículos generales
Información publicada por: Bea
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El Longue Dure'e de la ascendencia genética: Sistemas múltiples del marcador genético y orígenes célticos en la fachada atlántica de Euro
Traducción del artículo:
The Longue Dure´e of Genetic Ancestry: Multiple Genetic
and Celtic Origins on the Atlantic Facade of Europe Cuyos autores son, Brian McEvoy, Martin Richards, Peter Forster, y Daniel G. Bradley1.
Publicado en: The American Society of Human Genetics, y de forma electrónica en:
href="http:///www.geocities.com/vetinarilord/celt.pdf
Me he permitido traducirlo.
Sus autores son: Brian McEvoy, Martin Richards, Peter Forster, and Daniel G. Bradley.
Las semejanzas científicas entre las lenguas Celtas fueron identificadas por Edward Lhuyd en el siglo XVII (Renfrew 1987; Cunliffe 1997; James 1999). La supervivencia del Céltico insular (en oposición el Céltico continental) son lenguas generalmente divididas en dos grupos, en base a cambios en una consonante. Galés, Bretón y la lengua de Cornualles ya extinguida, referidas al “Brittónico” como P-Celta, mientras que Irlandés, Gaélico Escocés y la extinta lengua de Manx, que son consideradas más arcaicas, están referidas como “Goidélico” o Q-Celta. (Trask 1996). La lengua Gala continental, hablada formalmente en el norte y centro de Francia estuvo más relacionada con el grupo Brittónico insular, pero no han sobrevivido lenguas descendientes. Restos también sobreviven en Celtiberia, una lengua céltica hablada en la Iberia Occidental y Central, junto al vasco no indo-europeo del noreste de España y Aquitania, y el Lepóntico, que se habló en el norte de Italia a partir del siglo VI. Lhuyd les dio el nombre de lenguas “Celtas”, después de uno de los nombres aplicados a las gentes del norte de Francia en la etnografía Griega que data del siglo V a. C. Combinando la etnografía histórica de “Celtas” y los “Celtoparlantes” del siglo XVII, Lhuyd trató de proponer que las dos formas de lenguas celtas habían sido introducidas en Bretaña e Irlanda a través de oleadas de invasión, y, en los años siguientes, los anticuarios y arqueólogos sugirieron que estas migraciones tuvieran su corazón en el paquete cultural de Téne, la de la élite de la Edad de Hierro europea central. A pesar de la adopción de los estilos artísticos de La Tène, sin embargo, se ha carecido de evidencias arqueológicas sobre migraciones a gran escala en las Islas Británicas. En Irlanda, por ejemplo, los artefactos de La Téne son relativamente raros y son casi siempre de fabricación indígena más bien que de origen externo (Raftery 1994) los arqueólogos e historiadores se preguntan sobre la idea aceptada de la migración céltica a Irlanda (O´ ’Donnabha´ in 2000). Mas genéricamente, Renfrew (1987), entre otros, propuso que las raíces de la idéntica céltica insular de las zonas en las que se hablaron lenguas célticas históricamente, en la difusión de hablantes indo-europeos en Britania e Irlanda con la llegada del Neolítico aproximandamente en el 4000 a. C. Cunliffe (2001) parece ir más lejos, describiendo la fusión de los idiomas célticos a lo largo de la línea de la costa de la fachada atlántica de Europa, de Iberia meridional a las islas de Shetland, vía las nuevas redes marítimas dentro del último período de Mesolítico. Las semejanzas entre la arquitectura monumental prehistórica y la expansión del Bronce Temprano, “Bagaje Beaker”, para tomar dos ejemplos, atestigüe probablemente las creencias y aptitudes de las redes sociales que se extendieron desde el final de la zona Atlántica a las otras.
Esta visión supone deshacer la relación, creada por Lhuyd, de la necesaria conexión entre los elementos que hace 200 años fueron identificados como “bagaje Celta” – incluidos las gentes encontradas y descritas como “Celtas” por los autores clásicos, los productores del arte del La Tène de la Edad de Hierro y sus descendientes, y los hablantes de lenguas célticas. Los hablantes célticos modernos se deben, por esta visión, algo como "Celtas atlánticos," cuya supuesta ascendencia de la Edad del Hierro Continental es discutible (James 1999; Cunliffe 2001). Al mismo tiempo, muchos arqueólogos y una mayoría de historiadores conservan la opinión tradicional con cierto vigor (Megawand Megaw 1996, 1998).
La evidencia genética ha prestado recientemente una cierta ayuda a la sugerencia de una herencia ancestral compartida entre las poblaciones humanas de Europa atlántica.
(Continuo traduciendo)
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