Autor: IVLIANVS
jueves, 01 de agosto de 2002
Sección: Artículos generales
Información publicada por: IVLIANVS
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DEA SANCTA ATAECINA TURIBREGENSIS.
La diosa celtohispana ATAECINA y sus lugares de culto en Extremadura.
EXTREMADURA es una de las regiones hispanas más ricas en vestigios politeístas (o paganos) autóctonos. Una de las divinidades indígenas mejor conocidas de IBERIA es la DIOSA ATAECINA, cuyo culto se manifestó sobre todo en tierras extremeñas, aunque como veremos no exclusivamente en ellas.
Gracias a la coexistencia armónica que se dio tras la romanización de la Península entre cultura latina y religiosidad indígena hoy se conocen un gran número de aras votivas dedicadas por indígenas a la diosa celtohispana ATAECINA con inscripciones en lengua latina fechadas entre los siglos I y III d.C. La mayoría han sido descubiertas en Extremadura, pero existen otras en Toledo, Cuenca, Portugal... e incluso Cerdeña, dedicada por algún militar hispano-romano de una cohorte lusitana acuartelada en esa isla. En las inscripciones aparece mencionada de varias formas, ADECINA, ATTEGINA, ADAECINA, ADEGINA...pero la más frecuente es ATAECINA.
ATAECINA significa en celta “NACIDA DE NUEVO” o “RE-NACIDA”. Es una diosa con las mismas o parecidas funciones que la PERSÉFONE griega o la PROSERPINA latina, y de hecho en varias inscripciones aparece sincretizada con esta como ATAECINA-PROSERPINA como en la aparecida junto al pantano romano de Mérida a cuya diosa estaría seguramente consagrado por la clara vinculación que tienen este tipo de divinidades con el agua. Es una diosa de la muerte y la regeneración, de los ciclos anuales de vida y muerte, seguramente en su aspecto invernal, cuando la tierra parece muerta. Del eterno cambio periódico de las estaciones. Nace y muere periódicamente. (para profundizar sobre esto véase el “HIMNO HOMÉRICO A DEMETER” en el que se refleja muy bien este aspecto de renacimiento y muerte de la diosa telúrica y de la vegetación DEMETER y su hija PERSEFONE (ATAECINA-PROSERPINA) que se muestra a los mortales periódicamente con las estaciones del año).
El animal simbólico de ATAECINA es la CABRA y su árbol el CIPRÉS (de marcado carácter funerario, no en vano la tradición de plantar cipreses en las necrópolis es de tradición mediterránea pre-cristiana, sobre todo latina).
Por las inscripciones dedicadas a ella se sabe que es la diosa protectora de TUROBRIGA o TURIBRIGA aunque los especialistas no se ponen de acuerdo en dónde situar esta (se duda entre Huelva y Extremadura) o si era una ciudad o una aldea o vicus relacionada con un bosque sagrado ( NEMETON). Pero de hecho, el lugar dónde se han encontrado el mayor número de dedicatorias a la diosa es en la ermita visigoda de santa María del Trampal en Alcuéscar ( Cáceres), evidentemente levantada sobre el antiguo santuario de ATAECINA. Estaban estas empotradas en los muros de la ermita o enterradas por sus alrededores. Se conocen otros dos santuarios más , uno en Malpartida y otro en Herguijuela, los dos también en Cáceres aunque de menor importancia. El santuario del Trampal debió estar situado en un gran bosque sagrado en el límite territorial de tres grandes etnias: vettones, LUSITANOS y CELTICI al que seguramente acudirían devotos de las tres. Sería pues una diosa Interétnica y en su BOSQUE SAGRADO seguramente se llevasen a cabo ceremonias comunes ,acuerdos entre etnias, pactos de hospitalidad ,etc
Ya iré aportando algún dato más sobre ATAECINA, una diosa tan importante dentro del PANTEÓN INDOEUROPEO CELTOHISPANO y por desgracia tan desconocida por mucha gente interesada en la religión céltica o indoeuropea en general.
Salve DEA SANCTA ATAECINA TURIBRIGENSIS !!!!!
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Extraído de:
Religiones indígenas en la Hispania Romana
(addenda et corrigenda)
José María BLÁZQUEZ
<<…LA DIOSA ATAECINA
M. P. García y Bellido es de la opinión que en emisiones monetales de Carmo puede haber efigies de Ma-Behlona. A. García y Bellido defendió la hipótesis que los soldados romanos que participaron en las guerras sertorianas recorrieron la Vía de la Plata y acamparon en Castra Caecihia, y éstos llamarían Ma-Behlona a una importante deidad local, conocida por sus atributos y rituales. Los testimonios de su culto han aparecido en Mérida y Trujillo. Señala la autora que las inscripciones de Behlona y de Ataecína se solapan, extendiéndose el culto de Ataecina hacia el territorio de Mérida.
En El Trampal no han aparecido inscripciones de Ma-Bellona, de Cibeles o de Victoria, ni de Proserpina, lo que indicaría que en El Trampal se mantuvo el culto indígena y no se homologó ninguna deidad femenina del panteón romano a Ataecina en este santuario. Tampoco han aparecido imágenes ni elementos descriptivos. Las lápidas de Ataecina contienen en el focus huellas de haber sostenido patas de cabra, alusivas a los animales sacrificados. Para M. P. García y Bellido, la Turobriga, lugar de origen del culto a Ataecina, sería la Turobriga lusitana. Ataecina debió ser una Magna Mater posiblemente, según esta autora, la citada por Estrabón como lunar e innominada, cuya característica principal fue la de ser una divinidad tutelar. También piensa en una captación por Cibeles del culto a Ataecina.
M. E García y Bellido estudia el área territorial del culto basándose en las monedas. Es muy posible que el grupo ibérico celtibérico de los dos o tres delfines responda a un culto común, cuya divinidad masculina fluvial se representaba en monedas de todo un territorio a ambas orillas del Ebro, zona fronteriza entre iberos, celtíberos y vascones. Un ejemplo más claro para detectar el territorio cultural de un santuario extraurbano, es el de la diosa galeada con armas, espigas, peces y astros, representada en muchas monedas de la Bética occidental y de Lusitania, de nombre Salus y Behlona en época imperial, cuyo culto se puede rastrear durante la dominación romana.
La divinidad debió tener su santuario en El Trampal, Alcuéscar, en un cruce de caminos de los montes de San Pedro, Montánchez, Guadalupe y El Pedroso, cadena que deslindaba la cuenca del Guadiana y del Tajo, y posiblemente a vettones, lusitanos y célticos. Documento tardío de ese culto son las 17 inscripciones votivas, anicónicas, dedicadas a Ataecina, reutilizadas en la iglesia visigoda de El Trampal ~ Debió haber un primitivo témenos, donde se depositaron las aras votivas dedicadas a Ataecina. Piensa esta autora que este santuario debe ser el descrito por las fuentes literarias como perteneciente al territorio emeritense, denominado por los agrimensores tardíos como lucus Feroniae, exento de centuriación, de una extensión de 1000 yugadas, o sea 2.500 m2. Según M. E García y Bellido, la denominacián de Feronia seria una interpretatio romana de una deidad indígena, que sería Araecina. Femnia era una deidad protectora de las aguas dispensadoras de salud, protectora de la producción agropecuaria.
Era una deidad infernal y del bosque, interpretada como Perséfone, y en Emerita como Ataecina/Proserpina .
El culto a Ataecina se extendió por todo el territorio emeritense, identificándose con Proserpina en la capital de Lusitania en dos inscripciones: una, recogida en el pantano de la colonia, relacionando a esta diosa con las aguas por el lugar de hallazgo. El santuario de El Trampal se situaba en un lugar rico en manantiales. En las 32 lápidas consagradas a Ataecina en ningún caso se homologa a Proserpina. Las monedas, según M. E García y Bellido, mostrarían que el culto a Ataecina en el territorio emeritense es anterior a la fundación de la
colonia, que romanizó a una deidad bien arraigada en el lugar, llamándola Proserpina en Emerita, Feronia en su lucus, y posiblemente Tanit en las ciudades púnicas de la Beturia túrdula. Defiende esta autora que las monedas de época de Augusto y de Tiberio acuñadas en Emerita prueban el proceso de aculturación de Ataecina. En los lugares donde se conmemora la fundación de la colonia, aparece como ninfa protectora de la ciudad. Una moneda, donde aparece diademada, podría aludir al epíteto que la atribuye Dionisio de Halicarnaso (Ant. III, 332.1), «amante de las diademas».
Exvotos consagrados a Ataecina han aparecido en el Arroyo de Torrejoncillo, y en el río Guadiana.
Una inscripción funeraria que menciona a At(aecina) fue descubierta en la plaza del ayuntamiento de Úbeda (Jaén) • El nombre de la diosa, que encabeza la inscripción, va acompañada de D(is) M(anibus). El difunto se llamaba C(aius) V(alerius) Proclulinus, y tenía 6 años en el momento de su muerte. Es importante esta inscripción, pues vincula Ataecina a los Dioses Manes, siendo éste el primer testimonio en tal sentido. Es, pues, importante para definir el perfil religioso de la diosa. Su carácter agrario e infernal es seguro; se basa en distintas etimologías propuestas…>>
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