Ya en la Edad de Bronce los gallegos trataban de domesticar a las bestias. La existencia de manadas de caballos salvajes en las montañas da lugar a uno de los espectáculos más genuinos sobre un trabajo de campesinos y ganaderos que, cada primavera, se despliegan en los montes para, con gritos guerreros, obligar a los caballos a bajar a los valles. 

http://www.terrademontes.com/lugares/terras.htm
 
Ya en la Edad de Bronce los gallegos trataban de domesticar a las bestias. La existencia de manadas de caballos salvajes en las montañas da lugar a uno de los espectáculos más genuinos sobre un trabajo de campesinos y ganaderos que, cada primavera, se despliegan en los montes para, con gritos guerreros, obligar a los caballos a bajar a los valles. Es una ceremonia ancestral, descrita por el romano Estrabón hace dos mil años:
 “Con cuernos y con gritos acosan a las bestias por los montes hasta lograr acorralarlas. Unas, las sacrifican para comerlas. Otras las doman y les sirven de montura para sus luchas guerreras ...”
 
Esta liturgia, que es tan antigua como Galicia, se repite cada año, y es conocida como “A Rapa das Bestas”. El rito consiste en marcar y "rapar" las crines de los caballos. Los caballos son pequeños y robustos, adaptados durante siglos a la supervivencia en unas montañas en las que la crudeza del invierno es su única compañía. En verano, por el contrario, los visitantes presencian con frecuencia un espectáculo conmovedor cuando a lo lejos descubren la silueta de caballos buscando la brisa refrescante sobre la cima del monte. 
 
La "rapa" tiene lugar en el "curro",  recinto donde se acorrala a las bestias. Los caballos salvajes se "esconden" en las montañas del centro y norte de Galicia, fundamentalmente. Allí, los más expertos ganaderos, los denominados “agarradores”, mantienen un forcejeo desmesurado con el caballo, al que acaban reduciendo, tras lo cual cortan sus crines y lo marcan. Los animales más jóvenes son puestos de nuevo en libertad, con los garañones y las potras. 
 
De madrugada, los mozos suben al monte dirigidos por el bestilleiro y van acorralando a los caballos. El rito empieza con a baixa: la operación de acoso, acorralamiento y conducción de las yeguadas que, en espectacular galopada, van descendiendo hasta llegar al curro . En éste se realiza la rapa das bestas. La operación de separarlas es un hervidero de hombres y bestias que pelean entre sí. Aquéllos, tratando de montarlas e inmovilizarlas, mientras que éstas se defienden revolviéndose, alzándose, coceando y relinchando.
 
Es un espectáculo de extraordinaria fuerza y vistosidad que, como ya se ha dicho, tiene lugar en los “curros”. Estos, a veces, constan de únicamente unas empalizadas o un cierre de tela metálica. En otras ocasiones se aprovecha una cañada del terreno. Los más modernos son de mampostería. El de Sabucedo (A Estrada, Pontevedra) se construyó en el siglo XVIII, adosado a la iglesia, con buenos sillares de piedra que sirven de asiento para los visitantes. Se celebra el primer fin de semana de julio y está declarado de Interés Turístico, al igual que el de Candaoso, en San Andrés de Boimente (Viveiro, Lugo).
 Posiblemente el de Sabucedo, en el Ayuntamiento de La Estrada, sea el “curro” más famoso de Galicia. Cuentan que algunos años han sido 900 los caballos marcados. En 1997 se inauguró el nuevo "curro" y se marcaron por primera vez algunos ejemplares con el hierro "Cabalo galego de monte", a los que la Consellería de Agricultura de la Xunta de Galicia realiza un seguimiento. También destaca el curro que se halla en una de las laderas del monte Galiñeiro (750 metros), zona de esparcimiento desde la que se divisa todo el Val Miñor y en la que se conservan varios petroglifos. Precisamente las marcas de los hierros con que se identifica a los caballos guardan semejanza con aquellos dibujos hechos por los ancestros en las rocas. En este mismo ayuntamiento tienen lugar también los curros de Galiñeiro y San Cipriano.  
 
En torno a la “Rapa das Bestas” se organiza una auténtica romería que lo convierte en una manifestación claramente festiva. Suele haber “rapa” en el mes de junio. Pero en julio y en agosto se reparten por diferentes aldeas y pueblos de Galicia. Todo un espectáculo para disfrutar de una de las tradiciones gallegas más ancestrales. 
 
JUNIO
* Curro de Torroña, en Oia (Pontevedra), el 1º domingo de junio.
* Curro de Mougás, en Oia (Pontevedra), el 2º domingo de junio.
* Curro de Morgadáns, en Gondomar (Pontevedra), el 3º domingo de junio.
* Curro de San Cibrán, en Donas-Gondomar (Pontevedra), el 4º domingo de junio.
* Curro de A Capelada, en Cedeira (A Coruña), el último domingo de junio.
* Curro Campo do Oso, en A Pastoriza-Mondoñedo (Lugo), el último domingo de junio.
JULIO
* Curro de Sabucedo, en San Lorenzo de Sabucedo-A Estrada (Pontevedra), el 1º sábado, domingo y lunes de julio, declarada FIESTA DE INTERÉS TURÍSTICO NACIONAL.
* Curro de Candaoso, en San Andrés de Boimente-Viveiro (Lugo), el 1º domingo de julio. Declarada FIESTA DE INTERÉS TURÍSTICO NACIONAL.
* Curro de Amil, en Amil-Moraña (Pontevedra), el 2º domingo de julio.
* Curro de Monte Castelo, en Cotobade (Pontevedra), el 2º domingo de julio.
AGOSTO
* Curro Recarei-San Tomé, en O Valadouro (Lugo), el 1º domingo de agosto.
* Curro da Paradanta, en Luneda-A Cañiza (Pontevedra), el 4º domingo de agosto.
 
 
Compilación:
Miguel A. Pérez
 
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OTROS DATOS DE INTERÉS
 
Calendario  dos Curros de mayo a septiembre en:
http://www.cabalogalego.com/Calendario%20de%20Curros%202006-2010.pdf
 
A Gañidoira
A Paradanta
A Valga
Amil
Campo do Oso
Candaoso
Cansadas
Capelada
Cuspedriños
Enxa
Forgosele
Monte Castrove
Morgadáns
Morgás
Pedroso
Prado da Canda
Sabucedo
San Cibrán
Santo Tomé
Serra do Galiñeiro
Torroña
 
 
Personalmente creo que Joanzinho ha dado en el verdadero clavo de la cuestión en su última intervención.
A Rapa en realidad es un trabajo del campo como cualquier otro, y dentro de ese contexto, es una tradición, como lo es la matanza del cerdo o la malla; antiguamente se vendían las crines, de ahí que se les cortasen. Había que aprovechar de alguna manera ese recurso económico que es el único capaz de medrar en terrenos ultramarginales, comiendo lo que casi ningún otro animal de características similares es capaz de comer. A Rapa hay que entenderla en su verdadero contexto, y quizás la de Sabucedo (ya muy adulterada) no es la más apropiada para conocer esta práctica, o más que práctica, esta vieja forma de aprovechamiento del monte. A muchos urbanitas (digo esto sin acritud) la matanza, la rapa, la caza o la pesca les pueden parecer cosas primitivas y prescindibles. Ello es debido únicamente a la fractura brutal que han sufrido respecto a lo cotidiano en la vida "real", la del sector primario, donde la vida y la muerte es el pan de cada día, lo más normal del mundo. Es la ignorancia provocada por la vida moderna, dicho sin peyorativismos de ningún tipo. Comprar la pechuga de un pollo fileteada y lista para poner en la plancha tiene muy poco que ver con criar el pollo, matarlo, desplumarlo, destriparlo, trocearlo, cocinarlo y comerlo. Se pierde mucha perspectiva.
Los caballos que cría Celso durarían dos telediarios en los lugares donde desde hace siglos se mantienen estos "caballitos apestosos", dos telediarios o directamente uno solo, porque la vida es muy dura allá arriba: hay lobos, hay que comer toxo, hace mucho frío o mucho calor, siempre subiendo y bajando entre piedras y agujeros, etc... una vida realmente dura que únicamente ponis como los que existen por casi toda la vertiente atlántica europea (dejemos aparte Asia) son capaces de resistir.
A Celso hay que recordarle que los mongoles llegaron a las puertas de Viena, y lo hicieron a lomos de "caballitos ultraapestosos", comiéndose con patatas a toda la caballería pesada europea. Como este ejemplo hay muchos más, solo hay que echar un vistazo a los caballos que crían en la actual Mongolia, conocer su resistencia en un entorno extremo y salvaje y pensar (de nuevo) cuántos telediarios durarían allí, con esa alimentación y ese trabajo esos preciosos y vistosos caballos béticos, un PRI o un hannoveriano.
Yo disfruté de un caballo fruto de una de estas bestas de monte. Nunca me hizo falta herrarlo (pese a montarlo casi a diario durante años) ni darle otra cosa que no fuese hierba verde, hierba seca, castañas, bellotas y fruta, y en 18 años solo enfermó una vez. Prefería, salvo durante los temporales, estar a la intemperie que en la cuadra. Debido a ese tipo de alimentación su vientre estaba un poco más abultado que el de los caballos de circo. Algunos de mis vecinos poseen grandes y carísimos caballos de esas razas que Celso ensalza; mientras ellos tenían que gastar mucho tiempo y dinero en el mantenimiento de sus caballos (a menudo con eternos problemas digestivos y en los cascos), yo con el mío ni gastaba ni tenía contratiempos. Sus caballos eran más difíciles de dominar, más nerviosos, más asustadizos, requerían un sin fin de cuidados, algunos incluso eran muy problemáticos debido a su temperamento, pero eso sí, corrían más rápido. Ahora bien, en seguridad en el paso, y sobre todo en seguridad en el paso fuera de senderos en terrenos complicados, ninguno podía igualar, ni siquiera de lejos, al "feo caballito apestoso" sin herraduras.
Celso tiene simplemente ganas de zaherir, pero lo realmente cierto es que sus elaborados y evolucionados caballos para el antiguo común del rural gallego no serían otra cosa que un auténtico estorbo, un estorbo caro e inútil. La vida dura necesita de caballos duros. Hidalgo, pese a todo el márketing entorno a él y a Hopkins, no dejó de ser un "caballito apestoso" lento, feo y plebeyo, pero, eso sí, más duro que el granito.
Hoy por desgracia no puedo tener caballo, pero si algún día vuelvo a tener la posibilidad de tenerlo no me lo pensaré dos veces: me voy al curro más próximo a mi domicilio y busco una potra/o que me entre por los ojos.
Por otro lado, decir que la carne de potro es una carne magnífica, saludable y muy sabrosa. Es una pena que su consumo aquí no esté extendido como, por ejemplo, en Francia, si se consumiese habitualmente quizás ayudaríamos al mantenimiento de estos caballos montunos. Únicamente la vi a vender en los supermercados durante la crisis de las vacas locas, momento en que comí muchísimos filetes de carne de caballo.
Estoy con Joanzinho, estas razas primitivas son un verdadero tesoro genético que debemos preservar en su dificilísimo entorno, debemos mantenerlas tal y como están intentando poco a poco eliminar la mucha sangre ajena añadida, y que la selección la sigan haciendo los lobos, el clima y el entorno.
http://www.rocio.com/index.php?contenido=337
Etc....
Saúdos.
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