Autor: berserker
jueves, 25 de enero de 2007
						Sección: Artículos generales
						Información publicada por: berserker
						
						
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¿La invasión que nunca existió?
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¿Pudo ser así la historia?
Algunos historiadores cuestionan de forma creciente la versión tradicional católica según la cual el Islam se implantó violentamente en la península, después de una invasión árabe, en el año 711. Estos historiadores argumentan que el Islam ni se impuso ni era ajeno a los hispanos, que lo abrazaron libre y mayoritariamente. En realidad, la tesis de la imposición fue una "conspiración" promovida por la Iglesia con objeto de encubrir su derrota ante los cristianos unitarios, seguidores del arrianismo que predicó Prisciliano.
¿Ocurrió la historia tal y como nos la han contado? ¿Es posible que, en el siglo VIII de nuestra era, un ejército musulmán cruzara el estrecho de Gibraltar, derrotara a las tropas visigodas y avanzara victorioso hasta el punto de llegar a someter a casi todo el territorio peninsular? ¿Un puñado de bereberes pudo someter a 20 millones de hispanos durante varios siglos? En contra de esta hipótesis tenemos el hecho de que los documentos de la época no contienen referencias a aquella terrible invasión que, de ser cierta, habría supuesto para los peninsulares todos los males imaginables. Las primeras noticias no aparecen hasta las crónicas latinas y musulmanas del siglo IX, a seis generaciones (ciento cincuenta años) de los hechos que se relatan, cuando el Islam estaba ya firmemente arraigado en la península.
Algunos investigadores, tras que los cristianos omitían consignar cualquier aspecto de lo que estaba sucediendo en su suelo, concluyen que el mito ha pervivido, contra toda lógica, porque a los católicos les ha interesado mantenerlo, porque encubría ante su propio pueblo lo que en realidad fue su fracaso social y religioso.
La guerra civil que estalló en la Península Ibérica a principios del siglo VIII, explicada como conflicto político y disfrazada más tarde como invasión de una potencia extranjera, tuvo su auténtico origen en unos hechos que se remontan a cuatro siglos antes, al enfrentamiento producido entre dos corrientes cristianas: los unitarios o arrianos, que negaban que el Hijo fuera igual al Padre -según esta premisa, Jesús no era Dios- y los trinitarios, adheridos al dogma predicado por san Pablo, que mantenían que hay tres personas distintas -Padre, Hijo y Espíritu santo- en un solo Dios verdadero.
Por tanto, para aproximarnos a una de las verdades de lo que sucedió realmente en el año 711, cuando un contingente de guerreros del norte de África, entre los que predominan los bereberes, cruzan el estrecho de Gibraltar, derrota a las tropas visigodas lideradas por Don Rodrigo y se establece en la Península Ibérica, tendremos que remontarnos al siglo IV.
Un poco de historia
En el año 325, el emperador Constantino acababa de convocar un concilio en Nicea para zanjar las disputas teológicas que estaban perjudicando al imperio. Fue una fecha crucial, porque el dogma de la Trinidad se impuso y se incluyó en la religión oficial, mientras que se reafirmaba la excomunión del obispo alejandrino Arrio, que murió en el año 336, el día anterior al fijado por el emperador para obligarle a reconciliarse con la Iglesia. Un siglo después, su mensaje obtuvo un eco imprevisible.
Las ideas que Arrio había predicado en Oriente fueron propagadas por Prisciliano en la Península Ibérica y en el sur de la Galia. Este controvertido personaje nació en el seno de una familia senatorial en el año 340 -se cree que en Galicia- y comenzó su predicación hacia el 370. Era un hombre culto, ascético, vegetariano y que no hacía distinción entre hombres y mujeres en cuestión de nombramientos relacionados con el culto, unos principios que retomarán siglos después los cátaros.
Los libros de Arrio fueron quemados y apenas quedan obras de Prisciliano. De los signos externos y sacramentos del arrianismo sólo se sabe, por referencias de sus enemigos, el empleo de alguna forma de tonsura y que el bautizo se realizaba mediante tres inmersiones, quizá en correspondencia con la trilogía "cuerpo, alma y espíritu" o "cuerpo físico, astral y mental". Prisciliano tuvo que soportar durante toda su vida pública el acoso teológico y personal de los obispos trinitarios, temerosos de su creciente influencia entre el clero y la población. El último acto de esta historia tuvo lugar en el año 385 en la ciudad de Tréveris, donde el emperador Máximo le hizo acudir para que se defendiera de la acusación de hechicería lanzada por sus adversarios. Hubo un juicio, viciado por intereses clericales e imperiales, y una condena: a Prisciliano le cortaron la cabeza. Fue el primer hereje que sufrió pena de muerte. Curiosamente, el propio emperador Máximo fue ejecutado tres años después por orden de Teodosio.
Unamuno sugiere que quien está enterrado en Compostela no es el Apóstol Santiago, sino Prisciliano, lo cual daría idea de la extensión e importancia que alcanzaron sus doctrinas. Lo cierto es que su ejecución afianzaría el arrianismo en el país. Por otra parte, hacia el año 460 tomó el poder en la península el monarca godo Eurico, quien se convirtió a la fe arriana y truncó así las ambiciones de los que no habían dudado en matar a Prisciliano con tal de acabar con sus ideas.
En el año 587, el rey godo Recaredo se alió con los trinitarios por conveniencias políticas y, en nombre propio y en el de todo su pueblo, abjuró del arrianismo que habían practicado los anteriores monarcas godos. Se prohibió el culto arriano y se iniciaron brutales persecuciones contra sus seguidores y también contra los judíos, quienes hasta entonces habían practicado su religión libremente. Los arrianos de la península y del sur de Francia se sublevaron y tuvieron que soportar durante el siglo siguiente robos, violaciones, asesinatos y reducción a la esclavitud, perpetrados por elementos de la oligarquía goda y el propio clero.
La tensión se rebajó cuando el rey godo Vitiza subió al trono en el año 702 y comenzó a deshacer los entuertos de sus antecesores: declaró una amnistía contra los perseguidos y les restituyó sus bienes; detuvo las medidas hostiles contra los judíos y convocó el XVIII concilio de Toledo, cuyas actas, sospechosamente, se han perdido. El grueso de los historiadores opina que fueron destruidas porque eran contrarias al Cristianismo ortodoxo romano. A la muerte de Vitiza, en torno al año 709, todo cambió. La nobleza y los obispos impidieron que su hijo Achila, que era menor de edad, ocupara el trono, y eligieron en su lugar al que la historia ha conocido como Don Rodrigo, un jefe militar afín a sus intereses. Estalló entonces una guerra civil entre los partidarios de éste, probablemente seguidores del Cristianismo establecido, y quienes apoyaban a los sucesores de Vitiza, más comprometidos con las creencias unitarias o arrianas, que veían en Don Rodrigo a un usurpador del trono visigodo.
Al mando de la Bética estaba Rechesindo, el antiguo tutor del hijo de Vitiza. Rodrigo lo mató en una escaramuza y entró en Sevilla sin oposición. Entonces, los partidarios de la estirpe de Vitiza, los debilitados unitarios, pidieron ayuda a su correligionario Tariq, gobernador de la provincia visigótica de Tingitana (la actual Tánger), en el norte de Marruecos, que había sido nombrado por Vitiza y con cuyo reinado mantenía estrechas relaciones comerciales. Tariq era, probablemente, de raza goda, como apunta la sílaba "ic" hijo en lengua germánica. Uno de sus jefes militares era Yulian, de origen romano, a quien la leyenda de la invasión convirtió en el traidor conde Don Julián. Tariq cruzó el estrecho con guerreros de diversas etnias, integrados en la causa unitaria, entre los que abundaban los bereberes. La presencia de estas tropas no provocó una especial reacción entre la población autóctona, ya que la petición de auxilio a fuerzas extranjeras era una práctica muy corriente en Hispania. Los judíos, que habían sido ferozmente perseguidos por los monarcas godos después de que éstos abandonaran la fe arriana, acogieron favorablemente a los recién llegados.
Los expertos subrayan que sólo un estado puede organizar una invasión militar. Y no existía entonces un imperio arábigo, sino tribus y pequeños caudillos frecuentemente enfrentados entre sí y carentes de gobierno, administración y ejército.
Según el historiador Ignacio Olagüe, "en las crónicas latinas y bereberes aparecen los godos como un grupo aparte que guerreaba contra un enemigo que no era español, ni cristiano, ni hereje, sino anónimo; es decir sarraceno". Lo que no podía decir, o lo ignoraba el cronista, era que los godos luchaban contra la masa del pueblo, contraria a la oligarquía dominante".
Suponiendo que la batalla de Guadalete no hubiera sido una ficción, el número de fuerzas que intervino tuvo que ser más modesto de lo que se ha contado, y bastante menor la trascendencia militar que se le atribuye.
Se dice que Rodrigo murió en la batalla, pero es más probable que fuera expulsado de Andalucía y buscara refugio en Lusitania, donde pudo haber fundado su propio reino, ya que existía en Viseu una sepultura con la inscripción "Aquí yace Roderico, rey de los godos", que todavía se conservaba en el siglo XVIII en la iglesia de San Miguel de Fetal, según señala el abate Antonio Calvalho da Costa en su Corografía portuguesa.
En el siglo IX, vemos que los musulmanes llevaban 140 años en la península, tenían desde hacía un siglo la capital del reino en Córdoba, la más importante y refinada ciudad de Occidente por entonces, con un millón de habitantes, y es evidente que no habían forzado la conversión masiva de indefensos cristianos, ni siquiera hacían proselitismo de su fe ni alardes de su culto. ¿Qué fe seguían entonces los andaluces? Lo más probable es que se tratara del arrianismo tradicional, en discreta evolución hacia el islamismo, que la mayoría de la población acabaría abrazando, igual que adoptó paulatinamente la lengua árabe en sustitución del latín. No hubo imposición, sino una lenta seducción. Y no se trataba de una fe extranjera. Asín Palacios y otros arabistas mantienen que el Islam tiene relación con el Arrianismo y el Judaísmo. Se comprende el respeto de los musulmanes hacia las "gentes del Libro", con las que comparten lo esencial: el sometimiento a un solo Dios con el que pueden comunicarse directamente y desde cualquier lugar.
Incluso los investigadores que respaldan la teoría de la invasión juzgan extraño que un puñado de árabes pudieran influir tan profunda e inmediatamente en 20 millones de hispanos. El historiador Olagüe sintetiza su perplejidad en tono irónico: "Tuvo entonces lugar una mutación formidable, como se produce en el teatro un cambio de decoración.
España, que era latina, se convierte en árabe; siendo cristiana, adopta el Islam. Como si hubiera repetido el Espíritu Santo el acto de Pentecostés, despiertan un buen día los españoles hablando la lengua del Hedjaz (árabe). Llevan otros trajes, gozan de otras costumbres, manejan otras armas. Los invasores eran 25.000. ¿Qué había sido de los españoles?"
Se ha querido transmitir la idea de que España era poco menos que un desierto artístico e intelectual hasta que la fecundó el Islam. Sin embargo, el historiador Bonilla san Martín apunta que "el movimiento priscilianista, los trabajos de los concilios de Toledo, las producciones de los escritores, atestiguan en la España de los siglos IV y V una cultura excepcional. La invasión goda, lejos de sofocar este progreso, lo acrecentó y estimuló notablemente". De hecho, los estudiosos mantienen que el arte arábigo fue una prolongación del ibero y del visigótico.
El árabe no empieza a generalizarse por escrito en España hasta la segunda mitad del siglo IX. Es entonces cuando florecen las ciencias, la filosofía y la poesía. La rica lengua árabe es el instrumento; el genio lo aportan aquellos que vivían ya en Al-Andalus y los que llegaron como invitados, tanto del mundo islámico como del cristiano, sin distinción de etnias. No obstante, innovaciones arquitectónicas como el arco de herradura no son una aportación arábiga; éste existía en Occidente y puede verse en varias construcciones de España y Francia anteriores al Islam. Tampoco parece obra suya la mezquita de Córdoba, ni nació mezquita. Ese templo, bosque de columnas, es incompatible con el culto musulmán y con el cristiano, ya que ambos exigen espacios diáfanos para seguir al oficiante.
En suma, demasiadas incógnitas a la hora de analizar un periodo que fue trascendental para la posterior evolución de la sociedad española y que la historiografía oficial ha catalogado, de forma excesivamente parcial y simplista, como un invasión y una reconquista, pero como decía Ortega y Gasset "Una reconquista de seis siglos no es una reconquista".
Lo más probable es que nunca existiera una invasión violenta sino una revolución interna de los pobladores de la Hispania que se dejaron seducir por la magia de lo nuevo y mejor.
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Me he tomado la libertad de traducir gran parte de un -creo- excelente artículo que ilustra razonablemente la invasión y conquista del Reino Visigodo incluso allende los Pirineos.
Si esto tampoco hace doblegar a la teoría tan manida de la pacífica sumisión a la Iluminación, me plantearé seriamente aceptar pulpo como animal de compañía.
The Battle of Tours-Poitiers Revisited
By William E. Watson
from: Providence: Studies in Western Civilization v.2 n.1 (1993)
" En virtud de los lazos Romanos y Visigodos que unieron Iberia y la región de Languedoc, las tierras al norte de Pirineos potencialmente podrían ser amenazadas por problemas afrontados por los Visigodos de Iberia. Justamente, este fué el caso en 711 cuando el ejército Visigodo fue derrotado por un ejército norteafricano Musulmán compuesto de árabes y beréberes mandados por el general Omeya (y el esclavo manumitido) Tariq Ibn Ziyad. Aunque la exactitud de muchos de los detalles de la invasión Musulmana de Iberia, registrado por historiadores posteriores árabes, haya sido cuestionada por muchos eruditos, sabemos que la espina dorsal del ejército Visigodo fue derrotada en una batalla ominosa cerca del Río Barbate, y que el rey Visigodo, Rodrigo (710-11), fue muerto en la acción.
La ola inicial de invasión en los meses de primavera y de verano de 711 fue seguida de una fuerza más grande mandada por el antiguo amo de Tariq, el emir Omeya Musa Ibn Nusayr. Con la derrota del ejército regular Visigodo y la muerte del monarca, muchos Visigodos perdieron su resolución de resistir ante las fuerzas musulmanas de invasión. Aquellos centros urbanos que realmente se opusieron a la ocupación musulmana, fueron sistemáticamente destruidos con la ayuda de cierta nobleza visigoda descontenta y las comunidades locales judías que habían sufrido notables restricciones económicas y sociales impuestas por los reyes visigodos.
La autoridad del Califato Omeya de Damasco fue firmemente establecida en la península por el ejército de Musa, y fue acompañada por el establecimiento de muchos beréberes y una pequeña elite árabe militar/religiosa que importó formas árabes/Islámicas culturales en Iberia. La península ibérica fue reorganizada como la provincia de Al--Andalus y era, en este temprano período de establecimiento Musulmán, un puesto avanzado distante, bastante insignificante del Califato Omeya, un Imperio árabe que se extendía desde Irán al Atlántico, y cuya capital era la activa ciudad siria de Damasco. El nombre "Al--Andalus" generalmente, como se cree, procede de los Vándalos, la primitiva y efímera tribu Germánica que se quedó durante un tiempo en Iberia del sur antes de continuar sus vagabundeos que, en última instancia, les llevaron a la costa norteafricana.
Algunos de los Visigodos que rechazaron rendirse a los Musulmanes escaparon a la región montañosa de Asturias en la sección de noroeste de la península, de esta región procede la temprana y más fuerte resistencia a los Musulmanes, como los éxitos de Pelayo (ca. 717-18) y del Rey Alfonso I (ca. 739-57). Otros nobles Visigodos establecieron tratados por separado con los Musulmanes. Tal es el caso del Príncipe Teodomiro de Murcia, cuyo tratado con los Musulmanes en 713 le permitió conservar su principado como una entidad cristiana bajo la soberanía Islámica. Posteriormente, los autores árabes se refirieron invariablemente a Murcia como "Tudmir" (una transcripción árabe del nombre del príncipe), por deferencia a Teodomiro. Aparte de Asturias, que nunca fue tomado por los Musulmanes, la única otra región del reino Visigodo no conquistada, en el momento del regreso de Musa a Damasco en 714, era la provincia de Septimania.
Dentro de Septimania, los partidarios del antiguo rey Visigodo, Witiza (700-10), habían dominado desde el reinado de Rodrigo, puesto que ellos reconocieron la legitimidad del hijo de Witiza, Akhila, frente a Rodrigo. Aunque algunos partidarios de la Casa de Witiza aceptaron la soberanía Islámica sobre Septimania en el 714 (incluyendo a los tres hijos de Witiza, que obtuvieron garantías y provisiones similares a las de Teodomiro), muchos de los Visigodos de Septimania se rebelaron contra los Omeyas e hicieron a Ardo su rey.
Fué probablemente en respuesta a esta acción que las primeras expediciones transpirenaicas fueron lanzadas por los Musulmanes en 717 y 719. Después de que Musa fue a Damasco en 714, su hijo Abd Al--Aziz principalmente estuvo ocupado en promover la consolidación de Al--Andalus hasta su asesinato en 716. Él estuvo demasiado preocupado con los problemas Andalusíes como para estar preocupado con Ardo. En el 717, sin embargo, el sucesor de Musa como emir, ath-Thaqafi Al--Hurr, conduce un pequeño ejercito que asalta Septimania, el objetivo era simplemente para reconocer la región. La siguiente expedición Musulmana en Septimania fue disuadida durante dos años porque la tensión étnica entre árabes y beréberes en Al--Andalus mantuvo a las autoridades Omeyas ocupadas por las dificultades internas.
Sin embargo, el reinado de Ardo y la independencia de los Visigodos de la Septimania , acabó el 719-720 cuando el emir -Samh Ibn Malik Al--Khawlani capturó la ciudad de Narbona para el Califato Omeya. La ciudad posteriormente fue transformada en una ciudad Islámica y fue traída a la órbita política del Califato Omeya y la órbita cultural de los Musulmanes Andalusies que se establecieron allí. Aunque -Samh murió ante de los muros de Tolosa en el 721, las guarniciones Visigodas que ocupaban las fortalezas del Languedoc en Carcassonna y Nimes fueron sometidas en el 724 por Anbasah Ibn Suhaym amir Al--Kalbi. Las conquistas, en definitiva, terminaron con el reino Visigodo y dieron varias bases a los Musulmanes para la futura expansión hacia el norte. De hecho, al año siguiente de la caída de Carcassonna y Nimes, Anbasah estuvo ocupado en atrevidas incursiones al norte del valle de Ródano tan lejanas como Autun.
Aunque Anbasah murió pronto, en 725, seis emires lo siguieron uno tras otro. Algunos Musulmanes de Iberia del norte se separaron de la provincia Omeya de Al--Andalus durante un período de cinco años (725-30) en el cual el mando Andalusi principalmente estuvo ocupado con una lucha de poder interna. Los Musulmanes de Languedoc probablemente también fueron afectados por la confusión en Al--Andalus, aunque no sea evidente que ellos desearan romper con la provincia Omeya. Sin embargo,un líder beréber llamado Munusa procedente de Llivia en Cerdeña, realmente deseó afirmar su independencia de Al--Andalus. Con esta finalidad, contrajo una alianza en el 729 con el Príncipe Eudo de Aquitania para reforzar su posición. Michel Rouche sugiere que el tratado entre Munusa y Eudo debió ser similar a los tratados de capitulación firmados por líderes Cristianos Visigodos durante la invasión Musulmana del reino Visigodo.
Eudo antes había firmado una alianza con los Francos Merovingios, y algunos cronistas Francos señalaron que la alianza de Eudo con Munusa fue vista por el Mayordomo Merovingio Carlos como una tentativa de abolir el tratado Franco-Aquitano (aunque esto no sea seguro). No obstante, tanto Munusa como Eudo pronto pagaron por su alianza. El ejército Franco invadió Aquitania en dos ocasiones separadas durante el 731, capturando mucho botín y humillando decisivamente a Eudo.
La principal fuente latina de esta alianza, la Crónica Mozarabe de 754, atestigua que dieron la hija de Eudo en matrimonio a Munusa para solidificar la alianza. Según cuenta, el emir de Al--Andalus pronto invadió la región sostenida por Munusa, haciendo al beréber rebelde suicidarse (y la hija desafortunada de Eudo fue enviada con el jefe decapitado Munusa a Damasco). Algo de esto es corroborado por Al--Maqqari, quien escribe que " Al--a Haytham Ibn Ubayid Al--Kinani atacó la tierra de Munusa y la conquistó ... él [Al--Haytham] murió en el año 113 [730]. " A pesar de su éxito contra Munusa, la posesión de Al--Haytham como emir de Al--Andalus era efímera, y él fue incapaz de suprimir con decisión el deseo de la independencia de parte de Musulmanes del norte Andalusi. La zona fronteriza entre Al--Andalus y el Principado de Aquitania dejó un problema para el mando Omeya durante décadas después de la derrota de Munusa.
La lucha por el poder en Al--Andalus fue resuelta en 730 cuando Abd ar-Rahman determinó arreglar la incierta situación política a lo largo de su frontera del norte y, rápidamente preparó una expedición dirigida a Aquitania, para asegurarse que el príncipe Aquitano nunca más sería capaz de tentar a los Musulmanes del norte Andulusi a deshacerse del control Omeya. Más que ser simplemente una incursión para el pillaje en el dar Al--Harb, o una tentativa de conquistar el mundo entero cristiano, la expedición del norte de Abd ar-Rahman fue diseñada para eliminar la amenaza estratégica que Eudo de Aquitania supuso para los Musulmanes Andalusies."
Saludos.
Veo que se han centrado muchas de las intervenciones en la rápida caida del Reino Visigodo. Tal vez éste artículo ayude a comprenderlo.
http://www.historialago.com/leg_visig_0215.htm
LOS VISIGODOS
por José M. Rodriguez y José I. Lago
.- El fin del reino visigodo.
¿Cómo es posible que el reino visigodo cayera ante un solo golpe? ¿Cómo es posible que una sola derrota acabara con un reino?
No hay una respuesta fácil, ni única, a estas dos preguntas.
A lo largo de estas páginas se ha mencionado varias veces el “morbus gothorum”, el regicidio, la enfermedad que impedía dar estabilidad al reino godo y que perpetuaba los males de la monarquía hereditaria. Éste es el primer peldaño de la escalera que acaba en la destrucción del reino.
El segundo peldaño es la debilidad militar creciente del reino visigodo. Tan clara la vio Wamba que promulgó una ley militar, aunque sus sucesores se preocuparon de ablandarla, con las consecuencias que es fácil imaginar.
El tercer peldaño es la disgregación del reino godo que llega a puntos de casi desintegración. He hablado de la rebelión de Paulo en tiempos de Wamba. Una secesión hubiera sido impensable en tiempos anteriores a Khindasvinto, pero la purga de nobles que éste hace elimina a mucha de la antigua nobleza del reino; los nuevos nobles (entre los que se encontraban extranjeros griegos, como Ardabasto) ya no ven al reino como un patrimonio del pueblo sino como un patrimonio personal. Este proceso de disgregación se agrava en tiempos de Égica, que tiene que hacer jurar fidelidad a los funcionarios del reino para que la administración funcione al servicio del reino, y no al servicio de las banderías de los nobles.
El cuarto peldaño es la división entre visigodos e hispanorromanos. Aunque con los años las divisiones se hacen más borrosas, hasta casi desaparecer, siempre hubo una latente enemistad política entre los herederos de los bárbaros y los herederos de la Hispania romana. Pero si todo fuera tan sencillo como un pelea entre visigodos y “romanos”, las cosas serían fáciles.
Sin embargo, la cuestión se agravaba por la división de la nobleza militar y palatina goda en varias facciones. Básicamente dos, los que yo he llamado los “nacionalistas” y los “hispanogodos”. Esto es especialmente grave en el último tramo del reino godo. Éste es el quinto escalón, que nos lleva de vuelta a los orígenes del problema: el “morbus gothorum”, el regicidio para acabar con un rey que no es de mi bando y poner a uno que sí lo sea.
Y en la etapa a la que hemos llegado todos estos factores se combinan.
La familia de Witiza se dedica tramar una conspiración contra Rodrigo. Dado que dentro del reino su fuerza es limitada, y dado que ni bizantinos ni francos pueden ser de gran ayuda, recurren a otro elemento externo: los musulmanes.
Al-Walid, hijo de Abdul-Malik, califa de los musulmanes, creó la provincia de Ifriquiya, a cuyo frente puso a Musa ibn Nusair, nuestro Muza, en 704. Muza organiza varias campañas para acabar la conquista del Magreb y de Mauritania. La primera se pone en marcha en 705. Para 707 Muza ha completado la conquista de sus objetivos, con ayuda de tribus bereberes islamizadas que han hecho de vanguardia de choque contra sus parientes bereberes cristianos. Manda esta vanguardia Tarik ibn Ziyad. Entonces Muza se vuelve al Sur, a Mauritania, y tras unos primeros éxitos, al Norte, a Tánger y Ceuta. La primera de estas ciudades es conquistada sin problemas (y allí establece Tarik su cuartel general), pero la segunda, bien fortificada y construida en un istmo, es hueso duro de roer.
Los musulmanes organizan una razzia contra la Península en el Verano de 710. La maniobra les sale bien y consiguen botín sin casi combate. Quizá en este momento se echaron de menos las defensas que Sisenando y Sisebuto había demolido décadas antes. Mientras, el comes Iulianis, o su delegado en Ceuta, sigue resistiendo [1].
Pero llega la muerte de Witiza y el comes Iulianis actúa como intermediario entre los witizanos y los musulmanes para sellar una alianza que permita a los primeros recuperar sus bienes y a los segundos hacerse con botín. Es interesante hacer notar que según las crónicas los witizanos no reclaman a los musulmanes apoyo para ocupar el trono de Toledo, sino para recuperar los “fundos reales”, bienes inmuebles asociados a la corona que no les pertenecían desde la muerte de Witiza. Y de ahí se sigue que estos visigodos, ni sus fieles, levantaran un dedo para echar a los musulmanes de Hispania, una vez recuperados esos bienes.
Como he dicho: división, banderías de nobles, debilidad militar, y una percepción del reino como posesión personal, adobado todo con la traición. Así cayó el reino visigodo.
Y así, a finales de la Primavera de 711, bien abastecido e informado por el comes Iulianis, Tarik desembarca en “al-jazirat al-Andalus”, la Isla de los Vándalos, pues así es como llamaban los bereberes a Hispania, tan fresco estaba el recuerdo de aquellos vándalos que desde Hispania se les echaron encima. Su ejército no es muy numeroso, pero está compuesto por gente fanatizada y dispuesta a pelear. Además, conoce bien el terreno gracias a los informes de los witizanos, y cuentan con ellos como aliados.
Rodrigo debía ignorar completamente que los musulmanes estaban en tratos con los witizanos. De ser así, hubiera tomado medidas para alejarlos o detenerlos. Pero la historia dice que entre los nobles que se le reunieron en Córdoba estaban varios hijos de Égica (entre ellos Oppas u Obbas, el famoso “obispo don Opas” de la leyenda, y Sisberto) y de Witiza. Otro factor que abona esta impresión es que en ningún momento sospecha del comes Iulianis, del que lo último que debía saber era que seguía defendiendo Ceuta y que no tenía nada que ver en la incursión de 710 (ocurrida más o menos mientras Witiza aún estaba vivo).
Rodrigo inicia el contacto con los musulmanes en una serie de escaramuzas. Se trata de un soldado experimentado y trata de conocer a su enemigo, y su fuerza, mientras va acumulando las suyas. Tanto le preocupan estos choques a Tarik que le pide refuerzos a Muza, el cual se los envía.
Después de varios tanteos, la batalla decisiva tiene lugar el 19 o el 20 de Julio de 711, a orillas del río Guadalete, cerca de Medina Sidonia, en la provincia de Cádiz.
Los witizanos abandonan el campo de batalla, dejando a Rodrigo sólo frente a los musulmanes. Durante la batalla el rey muere, y sus fieles se desbandan. La victoria musulmana es total.
Tarik de inmediato explota su victoria presionando hacia el Norte para ocupar los pasos del Guadalquivir. Derrotan en Écija a los supervivientes del ejército de Rodrigo, que se desbanda completamente. En este punto, Tariq, aconsejado por el comes Iulianis, toma una decisión de gran importancia. Destaca una pequeña fuerza para bloquear Córdoba (donde se encontraba el cuartel general de Rodrigo y algunos de sus fieles), y él, con el grueso de las tropas, marcha por Jaén hacia Despeñaperros para luego seguir hacia Toledo. En esta ciudad los conspiradores se habían hecho con el poder, obligando a los partidarios de Rodrigo a marchar a Mérida.
Tarik llega a Toledo, se hace con el control de la capital, que sus hombres saquearon a fondo, y desde allí se hace dueño del terreno que lo circunda: Caesaróbriga (Talavera de la Reina, en el camino a Mérida), Complutum (Alcalá de Heranes), Recópolis... Con ello Tarik domina el corazón del reino visigodo y tiene abiertos los caminos para nuevas expediciones. Desde Toledo le escribe a Muza comunicando su victoria, pidiendo más tropas, e informando de que apenas encuentra resistencia.
Porque apenas la hubo. Muerto Rodrigo, y con la familia de Witiza dedicada al saqueo del reino, no hubo rey electo que sucediera a Rodrigo ni ningún noble que organizase la defensa. Muchos nobles visigodos, después de la toma de Toledo, huyeron al Norte, a los Campos Góticos en los que tenían sus lares. La nobleza hispana carecía de poder militar, especialmente los eclesiásticos. En algunas partes, como en Córdoba o Mérida, los fieles de Rodrigo organizaron a la población local para la defensa. Pero carecían de coordinación entre ellos y a la larga su esfuerzo era en vano.
Como he dicho: desunión y traición, y tras la derrota, confusión.
Sólo en la Tarraconense se tomaron algunas medidas organizadas. Un tal Ákhila se proclamó rey y se hizo con el control de la parte oriental de la provincia, y con Septimania [2]. Pero Ákhila carecía de fuerzas militares suficientes. El grueso del ejército visigodo había desaparecido con Rodrigo.
Tarik invernó en Toledo. En la Primavera de 712 organiza un ataque contra los Campos Góticos con el fin de destruir cualquier intento de los godos de lanzar desde allí un ataque. Los nobles visigodos (los que quedan) vuelven a huir, esta vez llegando hasta Gallaecia y Cantabria [3].
En el Verano de 712 le llegaron los refuerzos pedidos por Tariq, encabezados por Muza en persona. Muza conquista Sevilla tras asediarla, y luego se dirige hacia Mérida. Sin embargo, Mérida resistiría hasta el Verano de 713.
Simultáneamente, los hijos de Muza se encargan de conquistar la parte oriental de la Bética, y luego se dirigen a la Cartaginense. Allí, el dux Teodomiro les cierra el paso durante unos meses, pero al final tiene que capitular en Abril de 713 [4]. Como consecuencia de esta capitulación, se establece una región cristiana autónoma bajo la obediencia de Muza, con capital en Orihuela.
Firmado este pacto, uno de los hijos de Muza se establece en Sevilla, desde donde lanza varios ataques contra la provincia Lusitania a fin de someterla.
Al fin, Muza y Tarik se encuentran a medio camino entre Mérida y Toledo, en Almaraz (“al-maraj”, que significa “el encuentro”). Los dos discuten. El jefe, celoso por el éxito de su subordinado, y el subordinado, que prefiere tener al jefe lo más lejos posible.
El Invierno del 713-14 lo pasan juntos en Toledo.
Al comenzar el buen tiempo avanzaron por Alcalá y Sigüenza hasta llegar a Zaragoza, ciudad que asediaron y conquistaron. Muza se queda allí, pero Tarik sigue y conquista Lérida, Barcelona y Tarragona.
En este momento debió producirse la muerte o derrocamiento de Ákhila, al cual sucede un tal Ardo, cuyo reino se reducía ya solo a Septimania.
Llegados a este punto, Muza y Tarik son requeridos para dar cuenta de la conquista al califa. Antes de partir, como medida de precaución, Muza asienta a varios grupos de bereberes en el vale del Ebro con la intención de que le sirvan de “limitanei”. Luego, remontando el río, antes de llegar a la tierra de los vascones, pacta una tregua con un conde llamado Casio. Sus hijos se convertirán al Islam y serán llamados los “banu-Qasi”, los hijos de Casio, los dueños y señores del alto valle del Ebro hasta la tierra de los vascones.
Del valle del Ebro salta a la Meseta, y por la antigua calzada romana que desde Burdeos iba hasta Astorga (y que era la espina dorsal de la frontera Norte de los visigodos), vuelve a someter los Campos Góticos, entrando en Galicia, donde llega hasta Lugo. No hay resistencia. Después de dejar varias guarniciones en Lugo, Orense y Astorga, marcha a Sevilla, donde se le une Tarik para ir a ver al califa. Era Septiembre de 714. Antes de marchar nombra a su hijo Abdul-Aziz gobernador de “Spania”, con sede en Sevilla.
Ni Tarik ni Muza volvieron a Hispania. Las envidias, el reparto del botín, los odios personales... les enemistaron con el califa.
Abdul-Aziz murió asesinado en 716, pero antes de morir trató de consolidar el dominio musulmán de varias formas. Dio tierras a grupos de sus seguidores para que actuaran de “limitanei”. Así, crea una especia de provincia de frontera con los yemeníes en El Bierzo. Entre Mérida y Toledo (las antiguas tierras de los carpetanos) asentó a otros yemeníes. Hubo bereberes en Galicia y en el valle del Ebro. Sirios y árabes se asientan en la Bética y en el Levante. Donde no puede llegar con sus hombres, pacta con los gobernantes locales, que le pagarán tributo a cambio de dejarlos en paz. En algunos puntos, como en Córdoba, Elvira (Granada) o Toledo pacta con los judíos, que se hacen con el control de las ciudades. Finalmente, se apoya en los hispanogodos, especialmente en sus aliados los hermanos e hijos de Witiza (que se asientan entre Sevilla y Córdoba, donde todavía vivía alguno de ellos cuando se redacta la crónica mozárabe de 754). Él mismo se casa con una mujer goda.
Tras la muerte de Abdul-Aziz llegó a Sevilla como nuevo gobernador Al-Hurr. Al-Hurr fue destituido en 717 acusado de corrupción, y para sustituirle llegó as-Samh ibn Malik al-Khawlami. As-Samh organizó en 720 una expedición contra Septimania. Conquistó Gerona casi sin lucha, para, cruzando los Pirineos, atacar luego Narbona, a la que conquistó tras seria lucha y asedio. Posiblemente en esta lucha muere Ardo, con lo que acaba la resistencia de los visigodos. As-Samh penetra luego en tierras francas, y allí, cerca de Tolosa, son derrotados los musulmanes por primera vez el 10 de Junio de 721. La victoria corresponde a Eudo, dux franco (aunque independiente) de Tolosa. As-Samh murió en la batalla, y sus subordinados no siguieron presionando a los francos.
El siguiente gobernador de “Spania” fue Anbasa ibn Suhaym al-Kalbi. Anbasa primero envió una expedición de castigo contra Gallaecia, donde unos pocos rebeldes atacaron las guarniciones musulmanas en 720-721. Las tropas de Anbasa aseguran el dominio de toda la región, pero dejan escapar camino de los montes astures a un pequeño grupo de rebeldes godos entre los que se encuentra un tal Pelayo o Pelagio.
En 722 estos rebeldes eran ya más que una molestia, y Anbasa, desde Septimania, ordena a uno de sus subordinados, Munuza, jefe de los “limitanei” bereberes del Bierzo, que acabe con él. Cerca de la peña de Covadonga, el 22 de Julio de 722 un ejército musulmán es derrotado por primera vez por fuerzas hispanas. Pelayo es elegido rey por sus compañeros de aventuras, y comienza la Reconquista [5].
Pese a esta derrota Anbasa organiza una nueva campaña en Septimania. En 725 asedia y toma Carcasona, y ese mismo año se le rinde Nimes, la última ciudad visigoda de Septimania.
En este punto podríamos cerrar este capítulo. Anbasa ha logrado completar la conquista y control de todos los territorios antaño pertenecientes al reino visigodo. Con ello se puede decir del reino godo lo que dije de Roma: Sic transit.
Sin embargo, voy a seguir un poquito más.
Tras su victoria en Septimania Anbasa entre en la Galia, tomando y saqueando Autun ese mismo año 725. Siguiendo la ruta de menor resistencia, gira a su derecha para entrar en el antiguo reino burgundio (en el que no había fuerzas militares dignas de mención) y luego sigue hacia el Norte, ya en tierras francas. En Sens, a la orilla del río Sena, muere en combate Anbasa el 10 de Enero de 726.
Tras Anbasa llegaron varios gobernadores. Uno de ellos, Abd-al-Rahman al-Gafiqui, retoma el ataque contra la Galia, ahora sí teñido de “yihad”, y es derrotado y muerto por las tropas francas de Carlos Martel en Poitiers, el año 732. Entre esa fecha y 734 Carlos Martel perfecciona su victoria anexionando al reino franco el ducado de Tolosa, y luego el antiguo reino burgundio: Lyon y Arlés. Con esta medida Carlos asegura la defensa del Sur del reino franco frente a nuevas expediciones musulmanas que partan de Septimania.
Pero aún hay más. La expansión franca ponía a tiro Provenza, región independiente, muy romanizada, que había lograda quitarse de encima a ostrogodos, burgundios y lombardos. Los provenzanos pidieron ayuda a los musulmanes para resistir la expansión franca. Un ejército musulmán, partiendo de Narbona, entra en Arlés. Carlos Martel se lanza contra ellos y sus aliados provenzanos. Retoma Arlés y luego conquista Aviñón. En ese momento (740) tiene lugar en la Península una gran sublevación de los bereberes. Los musulmanes retiran su ejército y así Provenza pasa a ser conquistada por los francos (741). Ese mismo año 741 moría Carlos Martel.
Había sido el salvador de la monarquía franca al evitar la destrucción del reino, había derrotado a los musulmanes y con sus conquistas había creado un “cinturón sanitario” alrededor de Septimania que serviría de valladar frente a cualquier futuro ataque musulmán. Y con ello Carlos Martel rinde a la naciente Europa un servicio impagable.
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[1] Se sabe con seguridad que Ceuta era aún posesión del Imperio oriental en 643. Pero después, hasta la aparición del comes Iulianis en la historia y as leyendas, no se sabe nada de Ceuta. Mi punto de vista es que hasta la caída de Cartago la ciudad estaba nominalmente sometida a Bizancio, aunque sus gobernadores debían haber llegado a acuerdos de asistencia con los señores de la otra parte del Estrecho, especialmente con los gobernadores de la demarcación militar de Tarifa. A partir de la caída de Cartago los gobernantes de Ceuta debieron ya rendir sumisión formal al reino visigodo. Ceuta sería incorporada al “gobierno militar” de Tarifa, es decir, puesta a las órdenes del comes Iulianis. Siendo esta región tan sensible, no tiene nada de extraño que este comes fuera un miembro de la familia de Witiza o uno de sus fieles de confianza, lo que es razón suficiente como para que apoye a los witizanos en su conjura.
[2] Hay una explicación alternativa a la proclamación de Ákhila. Según ella Ákhila se rebeló contra Rodrigo poco después de llegar éste al trono, haciéndose con el control de parte de la Tarraconense y Septimania. Nunca llegó a ser reducido por Rodrigo, y ahí estaba cuando llegaron los musulmanes. Si Ákhila era un rival de Rodrigo o un rey secesionista, como lo había sido Paulo, es algo que puede discutirse, aunque yo me inclino por la primera opción. Esta explicación alternativa tiene algún problema con la cronología, pero nada especialmente grave.
[3] Cantabria era otro distrito militar, con capital en Amaya, a cuyo frente se encontraba un dux desde los tiempos de Ervigio (685).
[4] Hay una confusión en torno a este Teodomiro. ¿Se trata del dux de la Bética o de otro Teodomiro, dux del distrito militar de Orihuela?"
Saludos
[5] La leyenda de Covadonga identifica a un tal Alqama como jefe del ejército derrotado por Pelayo. Se sabe seguro que Munuza era el jefe militar de toda la frontera musulmana de León a Lugo. Además Munuza y Pelayo habían tenido sus diferencias antes de 722. Por ello considero más probable que fuese Munuza en persona el jefe de la expedición, pero bien pudo poner al frente a un subordinado, que sería el Alqama de la leyenda.
Bueno, F. ya he indicado que ponía el artículo porque respondía a muchos interrogantes.
Lo que sí me apetece introducir son las fuentes más cercanas a los hechos:
http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/histesp/
contextos/5984.htm
"...los textos latinos son mucho más escasos, pero más cercanos a los acontecimientos. El más importante y conocido es, por supuesto, la Crónica mozárabe de 754; escrita por un cristiano que vivía bajo la dominación de los gobernadores musulmanes de Córdoba, la crónica relata el conjunto de los acontecimientos de la primera mitad del siglo VIII relacionados con la conquista de la Península por los árabes y los beréberes, y con la instalación de un nuevo régimen político-religioso. Este relato muestra, con frecuencia, poca precisión, y está escrito en un latín que dista mucho de la perfección en lo que se refiere a las reglas de la lengua clásica, pero es insustituible.
Se podrían mencionar otros textos latinos, si fuera necesario, para probar la veracidad del conjunto de los hechos de la conquista militar de la Península por los musulmanes: algunas referencias, tal vez breves, pero inequívocas, a esta ocupación brutal de Hispania, redactadas por fuentes contemporáneas en otras regiones de Europa occidental, donde se conocían los acontecimientos y se transmitían. El Liber Pontificalis romano, en el que las noticias se redactaban en vida de cada papa, incluye en la época correspondiente a Gregorio II (715-731) un largo relato relacionado con la invasión sarracena de España y de la Galia meridional. Bastante más al norte Beda el Venerable, al revisar, poco antes de su muerte en 735, su Historia eclesiástica de la nación inglesa, habla del avance de los sarracenos hasta la Galia, las devastaciones que causaron y el castigo que recibieron en la batalla de Poitiers. Una carta de San Bonifacio al rey Etelbaldo de Mercia (746-757) enuncia la idea de que la conquista de España y del sur de Francia por los árabes sólo se puede explicar por el hecho de que los habitantes de estas regiones habían caído en la fornicación y la lujuria, tópico que recuerda curiosamente las leyendas que dan como causa inmediata de la conquista la violación que comete Rodrigo, el último rey visigodo, contra la hija del conde Julián.
Otra serie de fuentes contemporáneas a la entrada de los musulmanes a España a las que no se ha prestado suficiente atención, porque no son escritas, es la que forman un número relativamente importante de monedas acuñadas por los conquistadores en los años siguientes a la invasión. Evidentemente, hay que colocar estas acuñaciones latinas, latino-árabes y -en seguida- exclusivamente árabes en su correspondiente lugar dentro del contexto general de las cecas arabo-musulmanas de la época."
Vamos a conocer algunos datos más de Olagüe, el gurú en el que se apoyan estos “revisionistas”, extractado de:
MaribelFierro
Revista de Libros nº 109 , Enero 2006
“De lo poco que sabemos por el momento de sus tendencias políticas nos lo muestra admirador de Ramiro Ledesma Ramos, el fascista español fundador de las JONS, a quien dedicó una obra también curiosa, La decadencia española (Madrid, 1950-1951), en la que se propuso demostrar, entre otras cosas, que no hubo expulsión de los moriscos.
¿Por qué se empeñó Olagüe en rees¬cribir tantos episodios de la historia de España? Una de las claves, según confesión suya, parece haber sido el impacto que le causaron en su juventud las charlas que tuvo con Ledesma Ramos sobre la decadencia española y su convicción de que: «Si se enseña a los españoles que están en decadencia desde hace varios siglos, ¿quién puede extrañarse de que un fatalismo necio e indiferente prendiese en los más abúlicos y que los de acción, desesperados, antes de pegarse un tiro en la cabeza, buscasen su última esperanza en los espejismos de la anarquía o en los embustes del comunismo?». La reescritura de la historia de España (no hubo invasión musulmana, los moriscos no fueron expulsados) emprendida por Olagüe daba un nuevo giro a algunos de los episodios más controvertidos y espinosos que se analizaban precisamente en las discusiones sobre el «ser de España» y su decadencia.
(…)
En un artículo publicado en la revista Annales en 1974, Pierre Guichard ya señaló las principales deficiencias del libro. Más recientemente, los estudios de Walter E. Kaegi , Byzantium and the Early Islamic Conquests (Cambridge, Cambridge University Press, 1992), y Pedro Chalmeta, Invasión e islamización: la sumisión de Hispania y la formación de al-Andalus (Madrid, Mapfre, 1994), pueden leerse como su más contundente crítica, aunque no sea ésa, desde luego, la razón de ser de ninguno de ellos. En efecto, uno de los argumentos de Olagüe para negar la invasión musulmana es que los árabes, tribus nómadas y poco numerosas, no pudieron dominar las tierras del imperio bizantino ni el norte de África con la facilidad y en el escaso tiempo que pretenden las fuentes, mientras que los estudios de Kaegi y Chalmeta muestran precisamente cómo lo consiguieron, siendo la conquista militar un factor indispensable, aunque naturalmente no el único. Hay momentos en que Olagüe se plantea cuestiones de peso, como es la fiabilidad de las fuentes y la necesidad de ir más allá del estudio de las élites «conquistadoras» y concentrarse en los procesos que afectaron a las comunidades campesinas. Pero, en realidad, lo que de verdad preocupa a Olagüe es que no se puede admitir que unas «hordas» semitas salidas de los desiertos de Asia y de África hayan podido conquistar una parte de Europa (p. 53) y convertirla a su fe (¿Cómo es posible que las mujeres no hayan «protestado» al pasar de la monogamia a la poligamia? ¿Cómo es posible que los cristianos no se hayan defendido?: este es el tono). Por ello no pudo haber ni conquista ni islamización. En vez de conquista, se dio una convergencia religiosa; en vez de verdadera islamización, se creó una cultura única en el mundo, la andaluza, que fue el producto de las poblaciones locales, no de las hordas semitas venidas de fuera. En otras palabras, los «musulmanes» de la península Ibérica desde el siglo VIII hasta el siglo XII –cuando llegaron los fanáticos saharianos almorávides y almohades que lo estropearon todo– no eran ni árabes ni beréberes, sino «andaluces» originariamente arrianos y su legado artístico es, por lo tanto, genuinamente español.”
Por cierto, si es autoridad para demostrar que los árabes no invadieron la Península también lo será cuando afirma que los moriscos nunca fueron expulsados,
¿o no?
No pretendo salirme del tema; sólo quiero responder una pregunta que dejaba en el aire Ultraman.
El avance cristiano desde el norte fue especialmente lento. Vaya que sí. Pero lo cierto es que (precisamente) se aceleró tras la descomposición del califato.
Hay que tener en cuenta que -por ejemplo- los núcleos nororientales eran bastante pequeños, con poca población. Difícilmente podían expandirse a costa de territorios con mucha más densidad de población.
En cambio, en el occidente, el avance fue más rápido. Por eso, si vemos en unos mapas históricos cómo va avanzando la reconquista, podemos comprobar que los núcleos orientales siempre avanzan más lentamente que los occidentales. La frontera oriental es siempre más septentrional que la occidental.
Añadamos que en el oeste, los andalusíes defendían la Meseta y una zona montañosa, mientras que en el este defendían el riquísimo valle del Ebro, con multitud de ciudades importantes, y varias localidades fortificadas que dificultaban considerablemente cualquier avance militar cristiano.
Cuando los viejos condados pirenaicos se convierten en reinos, cuando todos los territorios entre el Roncal y el Ampurdà están en unas mismas manos, es cuando el núcleo oriental empieza su empuje.
Insisto en que las taifas facilitan mucho el trabajo. Otra cosa es que a menudo los reyes cristianos vean -por lo menos a medio plazo- más rentable exprimir esos territorios a golpe de paria, antes que conquistarlos. Y no olvidemos que en dos ocasiones, tales taifas caen en manos de potencias norteafricanas -almohades y almoravides- que incluso llegan a propinar soberanas palizas a los cristianos (Uclés, Sagrajas, Alarcos...) lo que contribuye a retrasar el avance cristiano.
Y ya puestos a seguir con la invasión musulmana, y hablando en serio, ¿que os parece la opinión de Roger Collins, "Early Medieval Spain: Unity in diversity 400-1000", Londres, 1983, quien asegura que no existía decadencia de la sociedad visigoda, ni derrumbe, sino evolución (p. 145: "The society of the Visigothic Spain was not declining or decaying: it was evolving"). .
Lo mismo respecto de Harold Livermore, "The Origins of Spain and Portugal" (London: George Allen and Unwin, 1971), p. 302, que describe el imperio islámico, en sus primeras épocas, como un sistema neo-Romano.
¿Resultaría posible que la escasa resistencia de los hispanoromanos se debiera precisamente a que en realidad los conquistados culturalmente eran los árabes y no los hispanos, y que verdaderamente se iniciara la resistencia de la población cuando los árabes intentaron empezar a islamizar el territorio -sublevaciones de Toledo de 797, Córdoba 805, etc-?
Thomas F. Glick en su libro "Islamic and christian Spain in the early middle Ages", cap I, -quien por cierto admite como hipótesis la época de hambruna pre-invasión árabe señalada por Olagüe- afirma que la población hispana no modificó ni sus estructuras sociales ni su sistema jurídico, sino que mantuvo contra viento y marea su herencia romana, la cual tampoco había desaparecido en época visigoda ni tan siquiera tras la supresión del derecho romano por Recesvinto en 652 y la sumisión de los hispanoromanos al sistema godo: "Diffusion is one of the crucial ingredients of innovation, whether technological or cultural, and its particular contours will be outlined below. But the persisting influence of the Roman world on the Islamic Empire has generally not been emphasized. To be sure, many of the physical structures of the classical age survived more or less intact. Towards these the Arabs had an ambivalent attitude: on the one hand, reverence for the ancients (al-'uwal), especially for their mastery of technologies unknown to nomadic peoples; on the other, the plundering of Roman ruins for their materials without regard to the origin or aesthetic worth of the structure.
But more than this survival of Rome as a kind of vague memory, there was a persistence of local custom regulating, in particular, the agricultural year and the utilization of resources (particularly water) which eventually entered the corpus of Islamic law. Al-Mâwardî, a Shâfi'î jurisprudent in the Andalusi tradition, noted the special place in Islamic law of irrigation canals dug by the ancients, and there is good reason to assume also the direct borrowing of Roman water-allocation principals by the Muslims. Roman law, which may be regarded as a compendium of customary Mediterranean usages, has never been compared systematically with Islamic law, generally assumed to have had radically different and highly idiosyncratic roots."
"The Visigothic state which the Muslims found such an easy victim was an ethnically stratified society, with a fragmented political structure, a depressed and unbalanced rural economy, and a town life which was rudimentary at best.. (....)Thus, paradoxically, the religious and legal merger of the two peoples proved only fictive; the intense stratification of the society along ethnic lines was reinforced rather than diminished, to the point where distinctions between Romans ancl Goths persisted even after the Islamic conquest. At the same time, the political structure of Visigothic society manifested distinct disintegrative tendencies, as the dukes tended to make their provinces increasingly autonomous units which they were able to control tightly by granting land to their own vassals in return for loyalty and military service."
Me han llamado la atención los apuntes de Teshub, sobre todo “que en realidad los conquistados culturalmente eran los árabes y no los hispanos”. Y, en un primer momento, parece más que lógico. Luego, la cita aportada de Thomas F. Glick incide sobre la persistencia de la regulación consuetudinaria local, “en el año agrícola y la utilización de recursos (en particular el agua) que eventualmente entró en la recopilación de ley Islámica…”. Lo cual, tampoco sería de extrañar y me ha venido inmediatamente a la cabeza el contenido de uno de los bronces celtibéricos de Botorrita: una regulación de regadíos. Tan sólo lo digo como testimonio de que, seis siglos antes de la aparición de los árabes, en Hispania existían tanto los regadíos como los pleitos derivados de ellos. Así, no sería de extrañar que partes de esta regulación consuetudinaria, hubiesen irrumpido incluso en la ley Islámica.
Pero ¿Qué ley islámica?. Y, hasta en esto, la incipiente Al-Andalus parece marcar su propio camino. Dice Diego Melo Carrasco (Universidad Adolfo Ibañez)
En su artículo: “Un Pequeño Gran Problema de la Historia Medieval: La Revuelta del Arrabal (Rabad) de Córdoba (818) y la Toma de Creta en el 827*”
“…Las luchas por el poder continuaron, incluso la elección de Hisham I (788-796) -hijo de Abd-al-Rahman- estuvo llena de vicisitudes, debiendo defender su título ante su propio hermano Sulaynam quien no se conformaba con la decisión de su padre (…) Esta pugna se mantuvo durante casi un año; además, volvieron a resurgir los antiguos problemas que aquejaron a su padre, pero ahora renovados y con más fuerza. La constante surgencia de problemas sociales fue lo que definió su política de control rígido, reforzándola con la aplicación severa de la ley islámica . De hecho, es en este período cuando se reemplaza la doctrina de la Escuela de Damasco -al-Awza't- por la Malikí.
La doctrina Malikí se difundió en España gracias al favoritismo que le otorgaron Hisham y su hijo al-Hakam. El primero permitió el ingreso de ésta, mientras que el segundo fue el que decidió que los cadies (jueces) y los demás magistrados, tanto en Córdoba como en el resto del país, habrían de dictar sus resoluciones basándose en la doctrina de esta nueva escuela jurídica.
La Escuela Malikí fue fundada por Malik ibn Anas, quien murió en Medina (c.795-796). En sus enseñanzas establecía la aplicación práctica del derecho religioso, tal como había sido fijado en la Sunna. Su obra fundamental fue el al-Muwatta' (el camino allanado) ; éste se difundió por gran parte del occidente musulmán, mientras que las otras tres escuelas - la Shaifi'í, la Hanafí y la Hanbalí que diferían más que en simples detallas, en cuestiones de método- se van a implantar en el mundo musulmán ortodoxo.”
¿No creeis que una de las principales plataformas para el rápido establecimiento del Islam pudo ser, precisamente, la obligatoriedad establecida por Hisham por medio de la aplicación de la Ley Islámica?. ¿Sustituyó ésta en todo el territorio de Al-Andalus al Fuero Juzgo?. ¿Tal vez estoy elucubrando demasiado?
He aceptado la propuesta de Solimán para ver si realmente habría o no ataques contra el y su religión, y esto es una pequeña muestra (hasta que me aburrí) de lo que se ha dicho sobre el, ¿sinceramente?, por mucha provocación que pueda haber , estos comentarios y respuestas solo me provocan una cosa: arcadas, huelen demasiado a ultraderecha, es más viene de parte de unos individuos que critican a solimán por colocar sus ideales sectareos (segun ellos) en la web, cuando ellos estan haciendo lo mismo realmente asqueroso. Mi apoyo total Solimán , si perdemos el respeto hacia la libertad de expresión no somos nada.
mynydd
09/02/2004 15:46:14: Por cierto, ¿no nos estamos dejando llevar hacia el debate religioso de la manera más tonta? Tiremos al moro al agua, demos el tema por zanjado, y a por otros temas que este ya huele a tienda moruna.
mynydd
09/02/2004 23:50:30 Oye, el tal Hussein ese, para ser tan Gran Shariff de un sitio tan conocido, sólo te dijo una sarta de chorradas.
excalibur_
11/02/2004 1:01:41 Pues si, soliman, ¿Que quieres que te diga?
A mi , al menos, los musulmanes y sju progeta, me producen verdadera REPUGNANCIA. ASCO, vamos, sin ningun complejo y remordimiento te lo digo.
mynydd
14/02/2004 18:27:53 ".........Solimán, vete haciendo a la idea de que no es que no os acepten los cristianos... es que no hay dios que os aguante. "
Ensis
16/12/2004 13:16:58 Morito malo...
falkata
07/02/2004 16:45:40 "............me siento totalmente orgulloso de la reconquista,del cid,de la repoblacion y de la expulsion de los moros de españa.
el islam es una religion atrasada, machista, intolerante y todo lo que lo quieras llamar......"
falkata
08/02/2004 20:13:01 ".......que pesadez de articulos y de debates con el soliman y el ionatan este que parecen imanes...a la mierda el islam y a la mierda al-andalus!que ya sois mazo pesados con el tema este de la españa musulmana y todo esto,los moros no habeis sido,ni sois ni sereis trigo limpio,menos mal que os echamos de aqui porque sino ni me imagino lo que seriamos...
mynydd
08/02/2004 22:03:17 "......Venga, que Alá os acoja porque lo que soy yo os tiraría a las aguas del Estrecho para quitaros de mi vista. "
Vale. Pido disculpas. Me he dejado llevar ante el temor de que se iniciase un nuevo periodo de agravios y desagravios que dirigiera el debate hacia la confrontación. Visto está en otros.
Retomo pues lo que realmente interesa: aportar y plantear.
En la misma línea que ayer planteaba sobre cómo podía haber afectado en la implantación del Islam la aplicación de la ley Islámica: “¿No creeis que una de las principales plataformas para el rápido establecimiento del Islam pudo ser, precisamente, la obligatoriedad establecida por Hisham por medio de la aplicación de la Ley Islámica?.”
Línea que continuaba en la siguiente intervención: “…si la Sharia o ley islámica "cubre todos los aspectos de la vida del musulmán" y ésta se impone obligatoriamente en todo el territorio de Al-Andalus (…) está claro que es lo mísmo que decir que se impuso el Islam. Y así debió ser excepto para los judíos y cristianos sometidos que deberían pagar unos impuestos que no pagaban los musulmanes. ¿Es así?”.
Me parece muy interesante lo que opina Barceló sobre otro punto crucial ¿Con qué moneda se debían pagar todos los impuestos y qué implicaba ese factor?. Y he encontrado este texto esclarecedor:
La ciudad y las formaciones sociales tributario-mercantiles
Por Antonio MALPICA CUELLO. Catedrático de Historia Medieval del Departamento de Historia Medieval y CC. y TT.HH. de la Universidad de Granada.
Publicado el 09/03/2005.
“(…)La recaudación se hace en moneda en el al-Andalus de la época emiral, lo que, en opinión de Barceló, revela tres aspectos importantes: «En primer lugar, la cantidad de piezas de moneda exigida como pagos al Estado en cada ejercicio fiscal es muy alta atendiendo al hecho de que el Estado es el único ofertor de moneda de curso legal, a través justamente de su exigencia fiscal y debido a las condiciones técnicas de producción de moneda... En segundo lugar, el volumen de monetización... implica que las alquerías deben producir excedentes suficientes para ser comercializados en los suq(s) locales o en la misma Córdoba que está en pleno crecimiento. Y en tercer lugar, que la cantidad recaudada a través del nadd (Nadd significa contribución en numerario), el 49,68%, pone de manifiesto que paralelamente al proceso de islamización, tanto de hispanos como de bereberes, el estado omeya, todavía no califal, se está construyendo, en aparente paradoja, facilitando la inhibición de sus súbditos musulmanes ante un claro deber religioso, el de yihad, y creando su propia milicia profesional, sin conexiones tribales y su propia burocracia integrada en todos sus escalafones por numerosos dimmi(es) cristianos y judíos.
Esta manera de organizar la fiscalidad responde a un Estado que no está imbricado directamente con la sociedad a la que se impone, como, por otra parte, era habitual en el Islam medieval (…)”
moriarty
Hoy, a las 12:34 :
2º después dices que eres un sociólogo experimentando
3º Ahora sales con que los has colgado a propuesta de Solimán
Tu tio eres tonto o te entrenas para serlo? porque lo tuyo si que es de traca además de ser un embustero:
-Primero cuando he dicho yo que sea un sociólogo experimentado , me lo puedes decir?
-segundo cuando he dicho yo que lo haya colgado a propuesta de Soliman a quien por suerte o por desgracia no conozco?
Si toda tu defensa es colocarme al lado de fundamentalistas islamicos , montatelo un poco mejor anda que ya hueles, aprende un poco de gente como cossue, o como Ofion-serpiente que aunque no estemos de acuerdo al menos respetan y debaten sin utilizar el facil argumento del islamismo, no hay cosa que mas me cabree que un salvador de la patria,
NI DIOS , NI AMO , NI PATRIA
Estimado Verracus,
Evidentemente no quiero polemizar con usted sobre este tema, que para mí era colateral en el debate.
Ahora permítame que le haga una aclaración:
El texto no aparece firmado por “una andaluza” sino por Antonio Zoido.
Yo creo que se trata de:
Antonio Zoido Naranjo
Licenciado en Filosofía, autor, entre otros libros, de Ni Oriente ni Occidente. Viaje al centro de la cultura andaluza, exdirector de la Biblioteca de la Cultura Andaluza y miembro de la Fundación Averroes, colaborador de varios diarios de ámbito nacional y local (de Sevilla).
El texto completo en el que aparece la anterior cita a Olagüe es de marcado carácter andalucista (cosa que le insisto no critico) y de hecho termina con esta referencia a Blas Infante:
Y hoy, cuando se han superado esas mil trampas, pero dejándonos jirones muy importantes de nosotros mismos en cada una de ella, nos llamarán para que digamos, mejor dicho contestemos a una pregunta desde Madrid. SI o NO a un determinado marco de AUTONOMÍA. Que digamos sí o que digamos no es lo que van a decirnos mucha gente que no comprenden –o no quieren comprender- esa vieja realidad andaluza y esa larga lucha por mantenerla. Yo creo que todo andaluz que sienta a su tierra debería decir: a pesar de todo. Esto es lo que realmente creo advertir en el pensamiento de Blas Infante:
“Los que hacen de la política una profesión exclusiva y excluyente (como una propiedad) hablan de conflictos entre ideas y realidades...La diferencia entre ellos y nosotros es ésta: para ellos, las realidades de un país son los intereses creados, para nosotros, los dolores creados por esos intereses”(Manuscrito M-ABO-8).
A tenor de la naturaleza del texto y de que incluso la página se llama “nacionandaluza” he inferido que el contexto es el propio del nacionalismo andaluz, pero en ningún momento he dicho que el autor o la página respondan al nacionalismo andaluz oficial que, en cualquier caso, le insisto me parece tan respetable como cualquier otra ideología política no violenta.Me da la impresión de que, a diferencia de mí, usted sí está al tanto de este tema y si afirma que la reivindicación de Olagüe nada tiene que ver con el nacionalismo oficial andaluz y es cosa de los titulares particulares de estas webs pues me alegro y lo suscribo.
Saludos
P.D. no se preocupe Verracus, ni en el contenido ni en la forma se le puede confundir con los que me he visto obligado a debatir en esta línea
"El arzobispo de Sevilla ha ayudado a los árabes a conquistar España. Durante lo más reñido de la batalla de Guadalete, la que según la historia clásica permite la invasión de la península, abandona con sus tropas el bando de Roderico en cuyo frente estaba colocado para pasar al enemigo y ser causa del desastre. Según otros autores, realiza la traición un lugarteniente del godo llamado Sisebuto. Si se da fe a la crónica de Alfonso III, dirige don Opas el ejército de un príncipe árabe, Al Kamah, por más señas, contra las fuerzas de don Pelayo que se ha atrincherado en las montañas de Asturias para emprender una reconquista ¡que durará ocho siglos! Sin altavoz, pues sin duda la tenía potente, le recita el arzobispo un larguísimo discurso para convencerle de rendirse a los caldeos mahometanos. Pero, gracias a la intervención de la Virgen que deshace la magia producida por la palabra del arzobispo, es destruido el gigantesco ejército de los sarracenos.
La gran mayoría de los historiadores estaban en ello de acuerdo. Si había sido España invadida y sojuzgada, era el arzobispo de Sevilla uno de los responsables. Con otras palabras, España se había convertido en musulmana por obra de una de sus más importantes autoridades eclesiásticas. En realidad, el hecho era cierto; mas los autores antiguos lo concebían de modo harto simplista: Así había ocurrido porque el arzobispo era sencillamente ¡un hijo de Satanás! "
"La Revolución Islámica en Occidente" Ignacio Olagüe.
Y esto es rigor histórico y fuentes fidelignas? anda ya!!
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