Autor: arenas
domingo, 20 de mayo de 2007
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Tesoro submarino

Tesoro submarino



Cultura sospecha que la empresa Odyssey podría haber expoliado el patrimonio español
La compañía estadounidense anunció ayer el hallazgo de un tesoro submarino sin precisar su lugar de procedencia
EFE - Madrid - 19/05/2007

El Ministerio de Cultura ha alertado a la Guardia Civil ante un posible delito de expolio del patrimonio español por parte de la empresa estadounidense Odyssey, que ayer anunció el hallazgo un buque hundido con un valioso botín, cuya nacionalidad y lugar de procedencia se negó a facilitar. El tesoro está formado por unas 17 toneladas de monedas de plata y oro, valoradas en 370 millones de euros.
Según han comunicado fuentes de Cultura, la compañía de exploración marina Odyssey dispone de la autorización necesaria para investigar si alguno de los pecios hundidos frente a las costas de Gibraltar (Mar de Alborán) es el HMS Sussex -que naufragó en 1694-, aunque no para realizar extracciones arqueológicas subacuáticas.
En este sentido, Cultura ha calificado de "sospechoso" que la empresa Odyssey no diera a conocer la nacionalidad del buque en el que se encontró el valioso botín ni su localización exacta, que según informó ayer la empresa se sitúa en aguas internacionales y en un punto indeterminado del océano Atlántico.
Como garante del patrimonio español, el Ministerio de Cultura ha alertado a la Guardia Civil para que investigue este asunto, vigile las costas de Gibraltar y averigüe si el hallazgo, formado por unas 17 toneladas de monedas de plata y oro -valoradas en 370 millones de euros-, se encuentra en aguas españolas o pertenece a un buque de bandera española, en cuyo caso se habría cometido un delito de expolio. Según informó ayer la empresa Odyssey, el medio millón de monedas extraídas hasta el momento, cuya procedencia y características también se negaron a revelar, han sido trasladas a territorio estadounidense.
Fuentes de la Guardia Civil han explicado que de estos casos se ocupa el Grupo de Patrimonio Histórico, con el apoyo de los Grupos Subacuáticos y del Servicio Marítimo, y han recordado que ya hubo antecedentes de inspecciones por las actividades de esta compañía de exploración marina, con el objetivo de comprobar que cumplía con la normativa internacional.
El Ministerio de Cultura anunció el pasado marzo que vigilaría a Odyssey en las operaciones de identificación del buque HMS Sussex, un navío de bandera inglesa que naufragó en la zona del mar de Alborán en 1694 con un mercancía formada por nueve toneladas de oro y valorada en 4,5 millones de dólares, y cuyo descubrimiento y posible rescate provocó una controversia que se saldó con un acuerdo entre los Gobiernos de España y Reino Unido.

Noticia de elpais.com



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Comentarios

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  1. #1 collalba 24 de mayo de 2007

    estos ingleses llevan 300 años robandonos oro, plata, tierra, barcos y por supuesto ahora expoliando los tesoros submarinos, los españoles somos de los más masacrados junto con india, Egipto, Grecia, Persia y bueno por donde hayan puesto sus miras no dejan títere con cabeza.

    Contundencia diplomática contra estos piratas del nuevo siglo, el Sr.Aznar igual nos podría echar una mano con sus amigos americanos.




  2. #2 jeromor 28 de mayo de 2007

    Desde mi punto de vista habría que presentar una protesta formal ante el gobierno de Gibraltar y denunciarle como colaborador necesario del expolio.

    Otra noticia sobre los corsarios (con patente de corso del gobierno británico para buscar el Sussex en aguas españolas), cortesía de Terrae Antiqvae:

    Los mayores expertos nacionales, desde Cataluña a La Caleta, coinciden: hay tantos tesoros submarinos como desidia administrativa. Los cazatesoros llevan décadas con ventaja para dar con el 'Sussex', el 'Cisne Negro' o el 'Nuestra Señora de Atocha'.

    Estamos en 1998, cerca del Peñón de Gibraltar, en la cubierta de un barco de cazatesoros zarandeado por las olas. El Halcón de los mares (como aquella película de Errol Flynn) anda en busca del HMS Sussex, un galeón británico hundido el 19 de febrero de 1694 con un importante botín en sus tripas. El velero es una sombra en estas aguas oscuras y agitadas. Pasan dos años, anuncia el calendario, y los codiciosos regresan en un buque alquilado en Francia, el Minibex. «Estuvo atracado en 2000 y 2001 en Sotogrande», recuerda Lorenzo Sarmiento de Dueñas, abogado maritimista, periodista, escritor, un imán tenaz tras los cazatesoros de la Odyssey durante estos últimos años.

    Vuelan las hojas del almanaque. Estamos en 2001, y la Odyssey Marine Exploration obtiene un permiso del Gobierno español para hacer una prospección y localizar el Sussex. A bordo se ve a veces a algún arqueólogo español, recuerda Sarmiento, el perseguidor incansable desde el mirador de su pequeño barco de catorce metros de eslora. Pero el Minibex intenta ir más lejos de lo que el documento le autorizaba, y el Gobierno, que había recibido más de una crítica por aquella visa, dice basta. La Guardia Civil les expulsa de la zona en 2002, aunque en esta historia aún está lejos el final. Entre 2000 y 2006, toma el relevo otro barco, el Ocean Boomer, y los mismos «barqueros». Al cabo, este invierno, otras dos siluetas, la del Odyssey Explorer y la del Ocean Alert.
    Siempre un mismo lugar

    «A partir de febrero -relata el abogado e investigador- el Odyssey comenzó a trabajar en aguas españolas en campañas de diez días, regresando a Gibraltar du-rante periodos muy cortos, para descargar y aprovisionarse. Se puede comprobar que durante el día cambiaban unas millas de posición, seguramente para no levantar sospechas y despistar sobre el punto donde pensaban extraer las monedas. Pero si miramos las posiciones nocturnas y las que realizan a lo largo de marzo, en la segunda campaña de 17 días, siempre regresan a la posición 36º 2' N y 5º 12' W, lugar en el que vienen manifestando que estaba lo que ellos llamaban la fragata Sussex, sin que jamás aportaran prueba alguna de que se trataba de ese barco». Dos acuerdos hilvanan, que no cosen, la operación. El primero, entre la Odyssey y la Armada Británica para buscar el Sussex; el segundo, una nota verbal (comunicación por escrito, valga el contrasentido, típica del ministerio de Asuntos Exteriores) en la que el departamento de Miguel Ángel Moratinos autorizaba a «prospeccionar, identificar sin remover arena, siempre con la presencia de arqueólogos de la Junta».

    La nota verbal resulta un procedimiento «sorprendente» en este caso, porque las competencias arqueológicas las tienen las autonomías. Al parecer, el ROV Hércules, ese robot tan grande como una habitación, 18 toneladas de última tecnología, removió -sin ningún arqueólogo a bordo- y halló, no se sabe si el Sussex.

    El cargamento fotografiado tras su viaje a Estados Unidos tenía el aspecto de una esquina de la cueva de Alí Babá: 17 millones de toneladas de oro y plata valoradas en 500 millones de dólares, quizá sacadas de algún lugar entre Estepona, la roca de Gibraltar y Sotogrande, según delata el satélite AISlive escrutado por Sarmiento y según opinan todos los especialistas consultados, o de algún punto del Atlántico, en aguas internacionales, según la compañía Odyssey (www.shipwreck.net).

    El sentido del sinsentido

    Estamos cerca de la ciudad romana de Ampurias, en el Thetis, el barco desde el que se lanza al agua tres horas cada día -desde mayo hasta principios de noviembre- Xavier Nieto, director del Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña, una autoridad del fondo del mar. «Como arqueólogo me sorprende mucho que el ministerio dé una autorización así», afirma. Aunque, tras pensarlo dos veces, surge un «sentido»: el tradicional abandono en el que malvive este territorio de nuestra cultura. «La arqueología subacuática española llega muy tarde -explica-. Los países del Mediterráneo empezaron en los años 50; nosotros, en 1981, 30 años de desventaja, y ahora estamos peor que entonces. Se crearon cuatro centros, y ahí se les dejó, con una escasísima dotación humana y presupuestaria. Hay menos de una docena de arqueólogos profesionales que trabajen sobre ese inmenso patrimonio, no hay ninguna Universidad que les forme, salvo alguna asignatura cuatrimestral aislada, y existe un evidente problema legislativo. La ley de 1985, que equiparaba la arqueología en tierra con la del mar, era muy poco realista».

    Xavier Nieto ha navegado por océanos y bibliotecas, como Herman Melville en Moby Dick. En España, donde el mundo submarino es un lugar desconocido, es rara avis. Dice que, si hablamos de naufragios y tesoros contantes y sonantes, la costa andaluza es un lugar excepcional.

    «En Sevilla se instaló la Casa de Contratación de indias (1503), y por allí pasaban todos los galeones que venían de América. En cuanto a Cádiz, la entrada a la Bahía es muy peligrosa, porque hay unas barras de arena que modifican la topografía submarina, y que provocaban muchos accidentes, por eso es una franja con tantos pecios».

    Nieto no se atreve a aportar una cifra de lo que se esconde ahí abajo -«es imposible saberlo»-, pero otros sí lo hacen. Gonzalo Millán del Pozo, escritor, curioso, director del Proyecto Poseidón, grupo que pretende proteger el patrimonio cultural subacuático, habla de más de 800 galeones hundidos con cargamentos que podrían superar los 100.000 millones de euros.

    Claudio Bonifacio, cazatesoros, opina que bajo nuestras costas podría haber 800 toneladas de oro y 12.000 de plata, amén de otros tesoros. Un botín inmenso, en cualquier caso. O un patrimonio histórico y cultural, según los ojos que lo miren.

    En el Centro Andaluz de Arqueología Subacuática (CAS), en Cádiz. Los ojos de Carmen García Rivera, la coordinadora, no son dos monedas.

    «Nuestra misión no es recuperar tesoros, sino investigar, proteger y conservar el patrimonio donde está. Lo importante es la información histórica que nos aporta. El cargamento económico sería sólo un valor añadido».

    Una década de limitaciones

    El CAS gaditano cumple este año su primera década, tiempo en el que han tratado de hacer una carta arqueológica rigurosa -por ahora, incluye unos 80 yacimientos- como paso previo para su investigación. «Hemos utilizado información oral, archivos, documentos, y el trabajo que hizo una empresa estadounidense en el Proyecto Galeón durante la Expo», afirma. García Rivera cree que el desarrollo tecnológico debe servir para proteger los pecios y para luchar contra el expolio.
    «El reglamento de actividades arqueológicas de la Junta de Andalucía dice claramente que nadie puede remover arena sin un permiso de la Consejería, y siempre que la investigación tenga un objetivo científico», recuerda.

    Desde luego, ninguna de estas dos condiciones se han cumplido en el caso Odyssey, si es que su hallazgo se ha producido en aguas españolas, como sospechan arqueólogos y Administración. Esta compañía fundada en 1986, que el pasado día 18 duplicó su valor en Bolsa, parece seguir al novelista chileno Francisco Coloane (1910-2002): «Todo lo que se encuentra en el mar, sin dueño, es de uno» (El camino de la ballena, 1962).

    La Unesco denunciaba en 2001 que «el intenso pillaje de los sitios arqueológicos marinos por parte de buscadores de tesoros, así como por la frecuente pérdida de materiales de inestimable valor para el estudio de los orígenes de las civilizaciones y de su historia». El despacho del presidente de la Asociación de Rescate de Galeones Españoles, en Madrid, sirve para decir lo mismo: «En España apenas existe la arqueología subacuática. En EE.UU. hay más de veinte empresas dedicadas a buscar pecios», dice.

    Una de ellas, la de Mel Fisher, quizá el cazatesoros más popular, halló el Nuestra Señora de Atocha, que se fue a pique en 1622. Fisher empezó la caza en 1970. Recuperó oro y plata, y algunas de aquellas monedas todavía se venden en su web, www.melfisher.com

    Es otro ejemplo de que el caso Odyssey es uno entre miles. Habrá más y hubo muchos antes.

    Fuente: JUAN FRANCISCO ALONSO / La Voz Digital.es, 28 de mayo de 2007

  3. #3 arenas 23 de jul. 2007



    REPORTAJE: LOS PAPELES DEL ODYSSEY


    ¿Quieren que saquemos su tesoro?


    Odyssey invitó al Ministerio de Cultura a participar en el descubrimiento del 'Cisne Negro'



    ÁLVARO DE CÓZAR - Madrid - 23/07/2007


     









    "Nadie puede saberlo. Sólo Odyssey. Y sólo lo sabremos cuando ellos quieran decirlo o cuando les obliguen a hacerlo. Pero yo creo que es La Mercedes". La funcionaria bajó la voz al pronunciar el nombre del barco. Hacía tan sólo cuatro días que la empresa estadounidense había anunciado el hallazgo de 500.000 monedas en un pecio de la época colonial, bautizado con el nombre en clave de Cisne Negro. Su hipótesis estaba aún demasiado verde y se basaba en los últimos legajos consultados por los historiadores de Odysssey en el Archivo de indias. Pero aquello tenía sentido. Si Odyssey decía la verdad y el tesoro había sido encontrado en el Atlántico, en aguas internacionales, entonces La Mercedes encajaba bien en la historia. "Yo no sé mucho", prosiguió la funcionaria al otro lado del teléfono, "sólo que se hundió en 1804 en la batalla del Cabo Santa María. El nombre completo es Nuestra Señora de las Mercedes, y se hundió frente a la playa de Faro (Portugal)".




    El Gobierno español y la empresa estadounidense se verán hoy las caras en un juzgado de Tampa (Florida)


    Había algo más que no comentó la funcionaria y que explica cómo en tan pocos días las autoridades españolas ya imaginaban que el tesoro podía haber sido encontrado frente a las costas del Algarve. Ese algo más aparece en el informe de 109 páginas que Odyssey envió a tres ministerios, la Junta de Andalucía, la Fiscalía de Cádiz y la Guardia Civil el pasado 6 de julio. Ahí se cuenta como el co fundador de Odyssey, Greg Stemm y su abogado en España, José Luis Goñi, se habían reunido meses antes en la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura.


    Fue en noviembre de 2006. En la reunión estaba presente Elisa Cabo, del ministerio y en ella se discute la posibilidad de que existan otros hallazgos de interés cultural o histórico para España. Stemm le ofrece la oportunidad de colaborar en los proyectos discutidos. Uno de esos proyectos era el del Cisne Negro. No se concretó nada en esa reunión y no se volvió a hablar del asunto.


    Meses después, cuando Odyssey presenta al mundo el hallazgo del que probablemente sea el mayor tesoro del mundo, algunos funcionarios del Ministerio y la Junta suman dos y dos y llegan a la conclusión de que, quizás en aquellas ofertas de colaboración estuviese la clave sobre el pecio encontrado.


    Todo esto ocurrió antes de que la Guardia Civil juntase todas las piezas que le proporcionaron los movimientos de los buques de Odyssey registrados en los controles de Tarifa Tráfico. Esos movimientos probaban que sus barcos habían estado trabajando durante los meses de abril y mayo en una zona cercana a las costas del Algarve, lo que convertía en buena la hipótesis del Nuestra Señora de las Mercedes.


    Ésa sigue siendo la línea de trabajo más utilizada por la Guardia Civil y el Ministerio de Cultura. La fragata fue volada en octubre de 1804. Un balazo de unos de los barcos ingleses del comodoro Graham Moore la mandó a pique. Fue una derrota memorable de la flota comandada por el brigadier Bustamante. La fragata tenía oficialmente tres millones de pesos de la época, aunque su carga real podría ser mucho mayor.


    Ambas partes se verán hoy las caras en un juzgado de Tampa, en Florida. El plazo para que Odyssey ofrezca más información sobre el hallazgo del Cisne Negro vence en unas horas y por eso las autoridades españolas se muestran expectantes ante la posibilidad de que la empresa determine la procedencia del descubrimiento. Si la información facilitada por la compañía habla de un tesoro español, ya sea La Mercedes, o uno de los cientos de pecios españoles que se encuentran en la zona del Golfo de Cádiz, podría iniciarse un litigio por la carga que duraría años.


    En la vista oral con el juez y en todo el caso, se darán cita además dos modelos de política arqueológica. Uno, el anglosajón, es liberal y procede del antiguo derecho de rapiña. Esta vieja ley marinera concede el estatus de propietario a aquel que encuentra algo en el mar y


    aunque los organismos internacionales han intentado ponerle coto, lo cierto es que aún tiene vigencia para muchos. El otro modelo, el español, considera legítima la búsqueda arqueológica de pecios, siempre que no se comercie con él, algo prohibido por la ley de patrimonio español. Otros arqueólogos van más allá y consideran que aún es pronto para extraer los pecios españoles del fondo del mar. Esa última versión de la arqueología es la que defiende la Junta de Andalucía.


    Pocos días después de que Odyssey anunciase el descubrimiento de las 500.000 monedas de plata, a la ex ministra de Cultura Carmen Calvo, le salió su lado indiana Jones al declarar a la prensa: "Deberían estar en un museo". La frase fue repetida en los blogs y en las webs de aficionados y expertos cazatesoros, casi siempre rebotando la misma pregunta: ¿Recibiría visitas un museo con 500.000 monedas iguales?


    ELPAIS.com

  4. #4 arenas 09 de mayo de 2008

    Cultura tiene la "convicción legal y moral" de que vencerá a Odyssey


    Las pruebas aportadas pretenden demostrar que el pecio es un buque español


    ÁLVARO DE CÓZAR - Madrid - 09/05/2008


    El abogado estadounidense James Goold fue el último en hablar ayer en la conferencia de prensa del Ministerio de Cultura sobre el caso Odyssey. En un momento de su declaración, Goold levantó la mirada, sonrió y pronunció estas palabras como si estuviera descorriendo el telón: "El misterio ha acabado".












    "Será el juez quien determine la identidad del barco", alega la empresa


    Ese misterio no es otro que la identidad del pecio que se esconde tras El Cisne Negro, nombre con el que la empresa de cazatesoros Odyssey Marine Exploration bautizó el hallazgo de un tesoro de 500.000 monedas de plata encontradas frente a las costas del Algarve. El nombre real del pecio es, según el ministerio, el Nuestra Señora de las Mercedes, un barco de guerra español hundido en 1804 tras recibir un cañonazo de la flota inglesa en la batalla del cabo de Santa María. España dice ahora que se trata de ese barco, aunque los funcionarios de Cultura barajan esa hipótesis desde que Odyssey anunció el descubrimiento. Desde entonces, ambas partes han estado luchando por los derechos del pecio en un juzgado de Tampa, en Florida, donde la compañía tiene su sede.


    Para España, La Mercedes ya no es una hipótesis sino una certeza. James Goold, el abogado que representa al Gobierno español en Estados Unidos, expuso ayer las pruebas reunidas por la Guardia Civil, la Armada Española y un grupo de expertos para sostener esa tesis. La primera de ellas es la localización del hallazgo. La Armada Española conserva registros de los movimientos hechos por el Odyssey Explorer, el buque insignia de la compañía, en la zona donde se hundió La Mercedes.


    La segunda prueba es la carga. El análisis que los expertos del Ministerio han hecho de las monedas encontradas determina, según España, que las fechas de las monedas recuperadas -reales de a ocho de plata y escudos de oro- van desde el 1773 hasta el 1804, y la mayor concentración de monedas corresponde a la última década del siglo XVIII. La tercera y última es el interés de Odyssey por La Mercedes. La empresa buscó en el Archivo de indias información sobre el barco antes de llevar sus operaciones de exploración.


    Todo esto hizo que el Ministerio de Cultura expresase ayer su optimismo sobre la recuperación del barco, cuya carga fue enviada por Odyssey a Estados Unidos en mayo de 2007 y almacenada en un lugar seguro. "No voy a emplear medias tintas. Tenemos la convicción moral y legal de que vamos a ganar el litigio", aseguró el director general de Bellas Artes y Bienes Culturales, José Jiménez.


    Basa la convicción moral en la historia del buque y en los más de 200 marinos y familias que perecieron en el hundimiento. La pata legal del asunto se basa en que La Mercedes era un buque de guerra español. Las leyes estadounidenses reconocen el derecho de un Estado soberano sobre sus barcos de guerra. Existe además el precedente de El Juno y La Galga, dos barcos hallados por una empresa de cazatesoros y recuperados por España según la orden de un tribunal de Virginia en 2000.


    Odyssey respondió así al optimismo del Gobierno: "Todavía pensamos que no hay suficientes pruebas para determinar la identidad del pecio. Será el juez el que tenga que determinar si España tiene derecho sobre la carga recuperada. Nosotros pensamos que no".


    Odyssey basa su defensa en que La Mercedes cargaba la fortuna personal de los mercaderes españoles. Según esa hipótesis, los descendientes podrían reclamar parte del buque, aunque la empresa se considera con derecho además a una parte cuantiosa por haberlo rescatado.




    EL TESORO DE LAS 500.000 PIEZAS




    - Reales de a ocho. Los análisis realizados por los expertos españoles señalan que la carga extraída por Odyssey en mayo de 2007 pertenece a La Mercedes. La foto, proporcionada por el Ministerio de Cultura, muestra la imagen de monedas de plata similares a las encontradas por la empresa.


    - Acuñadas en Lima. Las monedas fueron acuñadas en Lima (Perú) a finales del siglo XVIII. España siempre se ha opuesto a llegar a un acuerdo con la compañía sobre el tesoro. Varias voces en América Latina señalan que el oro de este tipo de yacimientos les pertenece.


    - Un pacto por el tesoro. España señala que sería posible un acuerdo con Perú para compartir los bienes patrimoniales. En cualquier caso, las leyes españolas prohíben la comercialización de patrimonio español.


    http://www.elpais.com/articulo/cultura/Cultura/tiene/conviccion/legal/moral/vencera/Odyssey/elpepucul/20080509elpepicul_4/Tes


     

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