Autor: lapurdi
viernes, 18 de agosto de 2006
Sección: Lenguas
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Los nombres de los cuatro puntos cardinales
Los cuatro puntos cardinales han tenido y tiene diferentes nombres según las diferentes lenguas y tradiciones. No obstante se esta imponiento como uso generalizado la tradición , más o menos anglosajona y normando, del norte, sur, este y oeste. A pesar de creer que estos nombre se basan en esas lenguas (germánicas, nórdicas, ...) su interpretación a través de raices antiguas y básicas a todas las lenguas nos hace ver su explicación y su fundamento en una lengua mucho más antigua que las indoeuropeas, una lengua preindoeuropea de la que recibieron muchos contenidos tanto lenguas como el vasco, como muchas de las lenguas indoeuropeas, actuales y muertas.
1.LA VARIEDAD DE NOMBRES SEGUN LAS LENGUAS
Los puntos cardinales han tenido siempre un gran valor estratégico a la hora de orientarse i trazas caminos i vias, tanto terrestres como especialmente en el mar. Parece indiscutible que el sol, como astro rey que es para nosotros, es el punto de referencia elemental para marcar estos puntos: la salida, la puesta, el punto más alto, ... Estos son los puntos lógicos i naturales de referencia, i así como la salida i la puesta se situan en puntos más o menos opuestos (dependiendo de las estaciones), es evidente que el norte i el sur son también situaciones opuestas i contrarias. Si el sur se refiere al mediodia, al punto álgido del sol, el norte es la medianoche i el punto diametralmente opuesto al mediodia.ñ
Estos lugares o posiciones topográficas del sol son también básicos para marcar el tiempo cronológico dentro del dia, a parte de su función espacial para situar zonas, territorios, accidentes geográficos, etc., que los situamos dentro de las coordenadas marcadas por estos puntos solares. Es el hecho de estar situados en el aspecto físico i en los mapas i planos que a estos puntos se les llaman cardinales, porque llevan i conducen las realidades geográficas a situarlas en relación a los ejes cartesianos que enlazan el norte con el sur, i el este con el oeste, dentro de una red invisible de meridianos i paralelos. Estos cuadrantes nos sirven para levantar un plano o un mapa, i situar los hechos con referencia a estos ejes cardinales, que por su mismo nombre (cardin-) indican que llevan que traen, como si a ellos estuvieran ligados, los puntos geograficos de un terreno o territorio.
De los diferentes nombre usados por nosotros para nombrar a estos puntos de referencia espacio-temporales, finalmente se han impuesto de forma generalizada unos nombres del acerbo anglo-sajón i normando: norte, sur, este i oeste. Antiguamente los latinos utilizaban otros nombres como son: septentrión o boreas (norte), meridión o austral (sur), oriente i occidente, estos dos últimos aún hoy ampliamente usados.
Actualmente en Cataluña, a parte de los ya citados, también se utiliza dos nombres que dan especialmente nombre a los vientos que soplan desde estos puntos. Me refiero a la tramuntana (norte) que por estar situado el Pirineo en el norte de Cataluña, es el viento que sopla del otro lado del Pirineo, es decir, de su vertiente norte, del otro lado de la montaña. Otro viento es el migjon (sur) i que como su nombre indica sopla desde el mediodia o sur. Para el este tenemos el llevant o levante, que también es clara su imagen de levantarse el sol, como si de la cama se tratara. El ponent o poniente, también muy fácil de interpretar pues el verbo poner tiene este significado de posarse.
Respecto a los nombres latinos i griegos (septentrión, boreas, meridion, oriente i occidente) vamos a ver sus significados concretos. Septentrión, como se puede ver, contiene el numero siete (septem) más la palabra greiga “trión”, fiera, i su significado va referido a las siete estrellas de la constelación de la Osa Mayor, que junto a la Osa Menor, indican sin error el norte durante las oscuras noches.
El meridión también se puede separar en dos palabras no tan claras, aparentemente. “Meri-” es la adaptación fonético eufónica de “medi”, medio, i “di-on”, se refiere al punto (“-on”) en donde el dia, es decir, el sol, alcanza el medio del cielo, su punto medio entre la salida i la puesta. De aquí que el meridiano sea la recta imaginaria que desde cualquier punto geográfico se desplaza hacia el sur, i, por tanto, diseña una linea de norte a sur. Es pues el mediodia el punto que marca el sur, tal i como hemos visto en diferentes lenguas i tradiciones (migjon, mediodia, meridion, ...); el sur es el punto del horizonte donde la perpendicular del sol alcanza su máxima altura en el cielo.
Oriente es un participio presente del verbo latino “orior”, salir, i, por lo tanto, se refiere a la salida del sol, al sol saliente o “oriente” (que sale). Actualmente de este verbo “orior” conservamos el nombre “origen”, derivado del verbo i con su significado de lugar de salida o punto, tiempo de salida.
Occidente es otro participio presente del verbo latino “occido”, con su doble significado de 'matar' i de 'caer a tierra'. Es evidente que el segundo significado dibuja el “ocaso”, palabra también derivada del verbo “occido”, la caide del sol a tierra. En ciertos idiomas conservamos la palabra “sito”, es decir, fijo, ubicado en un punto. En inglés tenemos la puesta de sol como “sun-site”, que también redunda en este significado: la fijación de un punto, donde el sol toca o se pone sobre la tierra.
Otros nombres mucho menos empleados son: “boreas”, nombre griego dado al viento del norte, viento gélido que “devora” la vida i su calor. De “boro”, comer, proviene este nombre de “boreas”, devorador, en un sentido figurado, aunque curioso, de la fuerza del frio del norte sobre las cosas i los seres vivos.
Otro viento, el del sur, es el viento “austral”, que el latín no da pistas sobre su possible significado, ya que se limita a identificar este nombre como viento del sur (“auster”). En este momento me gustaria, no obstante, introducir una possible explicación del nombre “auster”. El prefijo “ab-” que todos conocemos i que tan prolífico era ya en el idioma latino, significa i significo 'hacia arriba', separación hacia arriba, hacia fuera. Si separamos este prefijo que facilmente pasa de “ab-” a “au-”, de “auster”, ya unicamente tenemos el nombre “ster”, relacionado con astro i estrella, de las cuales el sol ocupa el lugar principal, (astro rey). Por lo tanto, la suma del prefijo “ab-” más la palabra “astro” nos dibuja la separación del astro rey en el cielo, la separación máxima que alcanza sobre el horizonte en el momento del mediodia, marcando el sur que todos conocemos. Era pues este nombre de la posición del “astro” la que dió lugar al nombre del viento de sur o austral. Curiosamente este nombre solo lo hemos conservado en los nombres de paises como “Austria”, al sur de Alemania, i Australia, el único continente totalmente sureño, situado en el hemisferio sur.
Ya para acabar un pequeño repaso a los puntos cardinales en dos lenguas tan distintas de las indoeuropeas: el vasco i el chicno mandarín. En vasco a los puntos cardinales se le añade la terminación “-alde”, al lado, a favor. Es decir la parte o lado que da apoyo a algo a lo cual se le añade. Para la salida del sol se le une el verto “sortu”, nacer, i nos da “sort-alde”, nacimiento del sol. Para la puesta del sol el verbo utilizado es el de entrar “sartu”, i nos da una palabra compuesta “sart-alde”, lado de entrada. Para el sur tenemos la palabra “hego-alde”, donde “hego” se relaciona, además de con el sur, con la “ala” i con “volar” i las aves. Es pues el lugar donde el sol se alza i vuela como un ave, el lugar de la tierra sobre la que el sol alza su vuelo, su “ala”. Hemos de también comprobar que la raiz “ek” también significa “extraer del límite”, i de aquí su aplicación a las alas de las aves, i como ellas su separación del cuerpo i de la tierra.
Para finalizar tenemos el norte, el “iparr-alde”, con un “ipar” que podemos descomponer en dos raices: “ib-” interior, por lo que el sol recorre el interior de la tierra, i un sufijo “-ar” que significa extensión. Por lo tanto, el norte, “ipar”, es la extensión del sol por el interior (de la tierra), cosa que como veremos posteriormente se repite en la definición de “norte”.
En el idioma chino mandarín las palabras para los cuatro puntos son: “bei”, norte, “nan”, sur, “dong”, este, “xi bu”, oeste. Sus significados son, por el momento, una tanto desconocidos para mi, que únicamente conozco someramente el idioma.
LAS ETIMOLOGIAS DE LOS NOMBRES MÁS UNIVERSALES DE PUNTOS CARDINALES.
No obstante se reconoce un origen anglosajón i normando para los puntos cardinales, hoy más ampliamente aceptados, norte, sur, este i oeste, creo que tienen un origen una antigüedad mucho mayor que desde las diferentes lenguas por donde nos ha llegado, ya que forzosamente su analisis nos remite a una lengua preindoeuropea, de la cual bebieron tanto las lenguas aisladas hoy como el vasoc, como las actuales i dominantes indoeuropeas.
En primer lugar hace falta analizar los cuatro nombres i ver que todos ellos poseen la terminación “-te”, “-th”, o “-d”, con su significado claro que da al nombre que acompañan su valor de nombre, de substantivo. Al substantivarse se concretiza lo que es un punto, por otra parte totalmente abstracto, i se hace que aquel lugar sea un punto de referencia para todos los otros puntos geográficos. Es también el significado que tienen el fonema “t” en su sentido amplio de ser un “punto de referencia”, un punto evidente como cuando utilizamos el demostrativo “es-te”. Este fonema también es el fonema escogido para formar los participios o formas norminales del verbo, que aun perdura hasta nuestros verbos de lenguas romances (comi-do, pasa-da, corrien-te, salien-do”). Luego adquiere el valor de cosa concreta, de substantivo, de nombre, como en “suer-te”, “vuel-ta”, “cor-te”, etc. El paso o evolución dentro de las possibles funciones morfológicas de las palabras seria este: de la realización de una característica a adjetivo, (acción realizada), i de adjetivo a su consolidación i sustanciación como nombre (la para-da). En resumen, podemos ver que todos los puntos cardinales estan substantivizados al añadirle la terminación “-te”, que fosiliza una característica atribuible a la situación del sol. Una vez analizado este denominador común a los cuatro puntos cardinales, paso a analizar por separado cada uno de ellos.
No obstante lo dicho, el funcionamiento de los cuatro puntos no es inconexo entre ellos, ya que funcionan en pareja, como dobletes que se contraponen però se complementan. El primer doblete es el del norte-sur, i el segundo el del este-oeste. Precisamente cada doblete comparte una misma raiz. En el primer caso comparten la raiz común “or/ur”, i en el segundo tan solo el fonema “-s-”, con sus significados correspondientes que ahora paso a describir.
Comenzando por el segundo, el correspondiente a “es-oes”, algunos autores han estudiado su origen a partir del inglés “eas” que evoluciono a “es”. También algunos otros autores retrotraen el origen de este nombre al latino “auster”, que como hemos visto anteriormente se refiere al sur, i con una fonética tan diferente que se me hace difícil ver la evolución hacia “eas”. Precisamente en inglés la pronunciación del diptongo “ea” es habitualmente como “i”, i habria que leer este termino “eas” como “is”, por lo cual el origen de “es-t” seria “is-t”. i la raiz “is” tiene en muchos idiomas un significado más que claro. “Is” es salir, originarse, también ser i vivir. Tenemos muchos verbos “ser” en que algunas de sus formas nos recuerda o es exactamente igual a la raiz que analizamos, como, por ejemplo, la tercera persona del singular del verbo “to be”, ser, que da “is”. También la realización de las formas incoativos de los verbos latinos, es decir, la forma de iniciación del verbo, que se construye con la terminación “-sco”, i en donde la “-s-” le da ese valor de 'salir, iniciar'. El mismo verbo catalan “eixir”, con su forma en tercera personal del singular “ix”, significa 'salir'. Lo mismo podemos decir del prefijo “ex-” o del nombre de la salida del sol en inglés: “sun-r-ise”, amanecer. También verbos como: emp-ez-ar, s-alir, na-c-er, in-ic-iar, etc., continen este morfema tan característico i definitorio. Por lo tanto la raiz “is” tiene un significado totalmente coherente con el hecho de la salida del sol, que es lo que se pretende nombrar con el punto cardinal “este”.
En su pareja, “oeste”, algunos autores que sin dudar lo hacen proceder del “wes-” inglés, lo quieren relacionar también con los nombres latino i griego del atardecer que son, respectivamente, “ves-per” i “hes-per”. Realmente su similitud fonética i su alta coincidencia semàntica hace que esta comparación resulte bastante plausible. Però como creo que muchos diptongos ingleses en “ue” o “we” provienen de una anterior vocal “o”, creo que habriamos de remontarnos a un étimo “os” como possible origen del termino. Tan solo hemos de recordar que la diptongación en “ue” tan típica de la lengua castellana proviene no de su segura influencia vasca, sino de una influencia celta i germánica, que a traves del sustrato i adstrato fue transformando su repertorio vocálico. Por todo ello creo que habriamos de comparar “wes” más bien al nombre vasco “os-te”, parte posterior, o a la palabra latina “p-os-t”, detrás.
En este sentido el punto “oeste” seria el que dibuja la parte final, la posterior, trasera, del recorrido del sol. Con la raiz “os-” se intenta describir el final del sol, su salida de escena, tal i como veremos al analizar los dos fonemas de “os”. Tal i como ya hemos estudiado en “is”, la “s” da el significado de 'salir', però a diferencia de “is”, la vocal que acompaña, la “o” tiene otro sentido muy diferente, de cosa concreta, cosa individual, diferenciada, única, que en el caso del sol se refiriria a su curso, su carrera en el cielo, su camino desde su salida-salida a su salida del cielo, su desaparición. Así relacionamos las dos silabas constituyentes de los dos puntos: “is” i “os”, con sus correspondientes significados o “salidas”: una a la existencia i la otra de la existencia, o mejor que existencia a su aparición o apariencia.
En el segundo doblete, con su raiz “ur/or”, creo que además de la “n-” o de la “s-” iniciales debió existir una vocal inicial que se unia, en una silaba, a esta consonantes, ahora iniciales, siguiendo la costumbre de la mayor parte de palabras antigua, constituidas por una sílaba en el orden vocal más consonante. Este hecho ha provocado que en el traspaso de estos nombres a otras lenguas, estas vocales iniciales se hayan perdido. De “arra” ha quedado la palabra “ras”, suelo, de “atera”, se ha contraido al prefijo “tra-”, i así sucesivamente.
Por eso i porque el termino “o/ur”, como veremos más adelante, significa 'curso', 'corriente', es que hace falta complementar esta raiz (o/ur) con un antecedente o complemento determinante. En el caso de “s-ur” la “s” nos devuelve a lo que deciamos de ella cuando hablabamos de “es-” i “oes-”, es decir, su significado básico de 'salida'. Para encontrar un paralelo a este “s-ur” me he fijado en el vasco “isur”, que significar 'manar', 'fluir', 'surgir', i también en el mismo verbo castellano “surgir”, heredero del latino “surgo”, levantarse, alzarse. Por consiguiente, tanto unos verbos como los otros nos llevan a dar el significado conjunto de 'curso que se inicia' o 'curso de salida', que más o menos seria la explicación del camino que emprende el sale cuando sale por el horizonte, un camino en el cielo “sureño”. Este termino “(i)s-ur” abarcaria una zona un tanto dilatada entre el nacimiento o salida del sol i su zenit. Toda esta trayectoria del curso solar quedaria concretado i definido en el punto de máxima altura del sol en el cielo, su zénit, que marcaria en la perpendicular, el punto geográfico del sur.
Sobre la raiz “ur”, que en vasco significa 'agua', però también 'corriente', i no solo de agua sino de cualquier otra cosa que corra que cree un curso, la encontramos en otras palabras vascas i castellanas: “or-ain”, ahora, “ur-te”, año, “hurr-en”, siguiente, etc., i “or-den”, “ór-bita”, “c-ur-so”, “c-orr-iente”, etc. En todas ellas queda claro su significado en el hecho de correr o recorrer una via, un camino, un curso, un espacio o un tiempo. I que se recorren siguiendo un orden progresivo, de anterior a posterior, de una posición a su siguiente, i así sucesivamente.
Este mismo curso solar es el que da nombre al cuarto punto cardinal, el “n-or-te”. Algunos autores atribuyen el nombre a un nombre normando, “ner”, que significa 'izquierda', ya que el norte es el punto cardinal que se encuentra a la izquierda del que mira hacia el sol naciente, al este. Yo, personalmente, no creo que esta “e” contenida en la raiz pueda devenir a una “o”. Más me inclino por pensar que la “n” inicial vendria de la reducción de una raiz anterior, “in”, que tanto puede significar 'interior' como 'negación'. Esta aparente dicotomia en el significado de “in” no es tal, de hecho, ya que las cosas que son internas, i por lo tanto no visibles exteriormente, no son existentes, o al menos se actua como si no existieran por ser incipientes. El hecho de ser visibles, de ser expresadas, afirman o confirman su existencia. Cuando solo son interiores es cuando negamos su existencia o presencia.
Justamente cuando el sol se introduce, aparentemente, en el tierra, en su puesta, inicia su periplo subterráneo, al menos eso creo que era lo que pensaban los hombres primitivos. Ellos podian pensar de una existencia solar oculta, una trayectoria solar oculta, subterránea, que desde el interior de la tierra o por su interior, llegara a su renacimiento en un nuevo amanecer, en el punto de salida, una trayectoria desde su ocultamiento hasta su aparición. Este trayecto el sol lo hacia por debajo de las tierras norteñas, ya que el significado de “in-or” era el de curso interior del sol, curso no visible. El nombre de “in-or” no concreta un punto sino una línea, un tramo en donde el sol se oculta a los ojos del hombre, por debajo de unas zona que son las opuestas a las zonas por donde transita durante el dia, es decir, las zonas sureñas.
Así como el zénit marca el mediodia, el punto sur, en su posición contraria, antagónia, diametralmente opuesta, se encuentra la medianoche, de la cual no tenemos un punto concreto de marcación para situar el punto norte, però hemos de suponer que la representación de este punto era la continuación del eje sur – punto centro o visor – norte. En el corte de trayectoria del eje con el horizonte se encontraba el punto norte, que fue señalado por otros astros como son las constelaciones de las Osas. Hemos de suponer que la representación de la tierra, en aquella época lejana i primitiva, era la de un disco plano con un sol que pasaba por encima i luego por debajo (noche), i que volvia a salir por el otro extremo en su eterno dar vueltas alrededor de la tierra.
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Sobre septentrión: significa 7 bueyes. Trion es curioso, pues sólo se aplica a estos bueyes. Quizá viene del persa. Son las 7 estrellas de la Osa; en india deben haber sido 7 osos (rk) pero se transformaron en 7 sabios (rishis)
casados con las 7 pléyades, de las cuales una sóla no fué infiel. Si esto les pasa a los sabios, qué queda para nosotros. En Egipto las 7 estrellas eran una pata de Set (buey rojo). Este Set pretende robarse una Pléyade, cuando lo consiga se producirá un segundo diluvio sobre la tierra. Curiosamente, en efecto las estrellas de la Osa se dirigen al ecuador cósmico.
La pata de Orión se llama Rigel, igual que la pata de Set.
Las 7 estrellas de la Osa son también las 7 luces del candelabro de la sabiduría.
Si unimos las 7 estrellas de Orión con las 7 Pléyades (si son 7, pues hay una perdida) y las 7 de la Osa, tendremos un gigantesco triángulo cósmico.
Vicente Huidobro decía: los 4 puntos cardinales son 3, norte y sur.
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