Autor: Vazquez
jueves, 30 de marzo de 2006
Sección: Artículos generales
Información publicada por: Vazquez
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¿Cuando dejara de existir vida en la tierra?,
Vida en la tierra, y me refiero a la vida toda, incluso a la misma existencia del planeta. ¿Que hacemos hoy?, algo así, como una especie de “acrobacia probabilística” en el Universo, amenazada por: a) el impacto (posible) de algún aerolito, capaz tan solo de levantar una buena humareda; cambiar tan solo un grado eje de rotación, b) una pandemia incontrolable, o lo peor, que se produzca un cóctel, c) una desenfrenada guerra, d) e)…
¿Cuando dejara de existir vida en la tierra?, estamos listo para hacer el calculo, creo que no será muy difícil.
Vida en la tierra, y me refiero a la vida toda, incluso a la misma existencia del planeta. ¿Que hacemos hoy?, algo así, como una especie de “acrobacia probabilística” en el Universo, amenazada por: a) el impacto (posible) de algún aerolito, capaz tan solo de levantar una buena humareda; cambiar tan solo un grado eje de rotación, b) una pandemia incontrolable, o lo peor, que se produzca un cóctel, c) una desenfrenada guerra, d) e)… Lo increíble, digo yo, es que a estas alturas, todavía no hemos tomado suficiente conciencia (me refiero al Mundo) o no hemos podido hacer posible la mínima conciencia (me refiero a esa parte del mundo que si tiene conciencia y no logra trasmitirla). ¿Quizás sea este el dilema?.
No hay día que la prensa, un documental, por Internet, se de alguna noticia alentadora (y digo alentadora tan solo porque dice con claridad el peligro) y también no hay día que no se de también otra igual, pero en sentido inverso. Pero aquí me refiero a una desalentadora:
http://www.elpais.es/articulo/elpporsoc/20060330elpepisoc_3/Tes/sociedad/Fracasa/intento/acuerdo/
mundial/frenar/perdida/masiva/especies
Pero miren esta observación, sobre el “supuesto” objetivo que es detener la extinción de especies en 2010: “admitieron que no se podrá conseguir. Ni siquiera fueron capaces de fijar una nueva fecha que sustituya a la de 2010.”
Pero hay más. Entiendo el dilema en que se ven, los que tienen -por razones de sus cargos- que comentar los resultados de estos encuentros: “Sin embargo, tras 14 años de reuniones y siente cumbres, en algunos temas se vislumbran avances…” Bueno quizás podríamos aplaudir estos avances, pero creo que seria hasta vergonzoso admitir avances (en el tema).
No quiero recorre todo lo escrito hasta ahora, pero se ha comentado sobre el deshielo de Los Glaciares, en esta misma pagina hay un debate sobre los virus. Pero no es un tema fácil de resumir, basta con ver como la misma actividad humana (considerada necesaria) pude producir peligro y pongo un ejemplo:
http://waste.ideal.es/plagasdemar.htm
Pero no basta… pongo algo tan importante y casi inadvertido como la escasez de agua en la tierra. En 1849 el médico inglés John Snow. Asocia una epidemia de cólera en Londres a los suministros de agua en la ciudad. Y tenía razón. Pero si hago este apunte es para comentar algo. Los niveles de agua potable en el planeta no han variado mucho (incluso se reducen). Y se utiliza una imagen para representar esa proporción. “una gota de agua en la superficie de una naranja” no muy alejada de la realidad. Lo que sí es seguro, que si esa “gota” se reduce tan solo un tantito, entonces los problemas de todo tipo serán incontrolables. Y en siguiente link hay un buen comentario sobre el agua.
http://www.visionlearning.com/library/module_viewer.php?mid=99&l=s&c3
Y solo extraigo un párrafo que ilustra con claridad de cuanta agua dulce disponemos:
“Las reservas más grande, de lejos, son los océanos, que contienen aproximadamente un 97% del agua de la Tierra. El 3% restante es el agua dulce, tan importante para nuestra sobrevivencia. De ésta, aproximadamente 78% está almacenada en la Antártica y en Groenlandia. Aproximadamente 21% de agua dulce en la Tierra es agua almacenada en sedimentos y rocas debajo de la superficie de la tierra. El agua dulce que vemos en los ríos, arroyos, lagos y en la lluvia constituye menos del 1% del agua dulce de la Tierra y menos que el 0.1% de toda el agua de la Tierra.”
No quisiera extenderme mucho, tan solo lo suficiente para estimular un debate. Pero siempre se podría hacer la pregunta ¿un debate sobre que?, son muchas las cosas comentadas, habladas discutidas… pero algo que siempre me llama la atención sobre “los temas ecológicos”, es la visión que se tiene sobre ecología. Y he aquí la visión de Slavoj Zizek en “IDEOLOGIA un mapa de la cuestión”:
http://www.lacan.com/zizek-ideologia1.htm
Y pongo el comentario:
“La ecología, por ejemplo, no es nunca “la ecología como tal”; siempre está incluida en una cadena específica de equivalencias: puede ser conservadora (cuando aboga por el retorno a las comunidades rurales equilibradas y a modos tradicionales de vida), estatista (sólo una fuerte regulación del Estado nos salvará de la catástrofe que se cierne sobre nosotros), socialista (la causa última de los problemas ecológicos reside en la explotación capitalista de los recursos naturales, orientada hacia el lucro), capitalista liberal (deberíamos incluir en el precio del producto el daño provocado contra el ambiente, y dejar así que el mercado regule el equilibrio ecológico), feminista (la explotación de la naturaleza se deriva de la actitud masculina de dominación), anarquista autogestiva (la humanidad podrá sobrevivir sólo si se reorganiza en pequeñas comunidades autosuficientes que vivan en equilibrio con la naturaleza), y así sucesivamente. La cuestión, por supuesto, es que ninguna de estas cadenas de equivalencias es, en sí misma, “verdadera”, ninguna está inscrita en la naturaleza misma de la problemática ecológica…”
Fin de la sita. Y fin del artículo. Pero preguntándome antes, Serán estas las cadenas de equivalencia a Ecología?, Tenemos Opción?.
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¿Opción?
Pego una parte de mi Trabajo de Investigación de Doctorado (Marco Teórico-Conceptual):
La crisis ambiental
Los conflictos de relación entre hombre y naturaleza no son fruto de un mero enfrentamiento técnico de intereses entre la conservación del medio y el desarrollo de la sociedad humana. Sus raíces se encuentran imbricadas en lo más profundo de nuestra psicología, filosofía, ideología, pensamiento y cultura. Para comprender cómo este proceso de relación ha evolucionado con la sucesión (y a veces convivencia ) de múltiples paradigmas ha de tenerse en cuenta no sólo una perspectiva histórica, sino también etnográfica e ideológica. Cada sociedad, cada estrato de la misma; cada sistema de producción, cada etapa del mismo, afecta de forma diferente al medio, y es el conjunto de estas interacciones, sean agresivas o no, el que determina la forma en la que el hombre se relaciona con su entorno.
Durante muchos miles de años el hombre fue cazador y recolector, y su impacto sobre la naturaleza fue pequeño. Con el descubrimiento de la agricultura comenzó la tala de bosques, no sólo para ganar tierras de cultivo, sino también para obtener madera como materia prima (combustible, material para utensilios y construcción). Así se multiplicó la acción del hombre sobre el ambiente y grandes extensiones han perdido su cobertura de bosques primigenia. Incluso ya Platón, en el siglo V antes de Cristo, escribía: “Lo que ahora queda, comparado con lo que existió entonces, es como el esqueleto de un hombre enfermo. De toda la tierra gorda y suave, tras ser devastada, queda sólo el desnudo esqueleto (…) Hay algunas montañas que ahora no tienen más que comida para las abejas, pero no hace mucho tiempo estuvieron llenas de árboles” .
Este proceso ha sido continuado, previa a la revolución industrial ya se dan noticias sueltas que indican problemas de contaminación. La demanda de madera para los astilleros y para la fabricación de carbón vegetal extendió la deforestación en España y otros países de Europa, y ya en el siglo XVII se empezaron políticas de reforestación y conservación de los bosques, aunque muy limitadas y sin repercusión práctica real. Sólo determinados espacios alejados o aislados de los asentamientos humanos, u otros como los cazaderos de reyes y nobles y lugares de recreo han sido lugares especialmente protegidos a lo largo de los siglos y se han conservado de forma excepcional .
La invención de la máquina de vapor (S. XVIII), de la electricidad y de diversas industrias químicas revolucionan la vida de los países más adelantados. La explotación de carbón se multiplicó y a mediados del siglo XIX se generalizó el uso del petróleo. A finales de siglo se aprobaron ya varias leyes de control de humos y de emisiones de las fábricas químicas de lejías en Reino Unido y otros países industrializados. También se promulgaron otras que prohibían la creciente contaminación de fuentes y ríos. Eran legislaciones muy primitivas ya que no especificaban las cantidades de contaminantes prohibidos, pero señalan el comienzo de una sensibilidad creciente ante estos temas (enfocado siempre desde un punto de vista antropocéntrico –salud e higiene-).
Es a partir de la segunda mitad del siglo XX, cuando se multiplica la legislación, el empleo de lo verde como calificativo del consumo –la calidad como paradigma y símbolo de lo sostenible-, de la publicidad, de la industria, etc., los informes, las declaraciones y los acuerdos medioambientales. Miles de leyes y de páginas escritas sobre estos temas indican la importancia que ha adquirido. En los planes de estudio de los distintos niveles de enseñanza se van incluyendo también, aceleradamente, temas ambientales y la educación se ve como una de las herramientas fundamentales para aumentar la concienciación en este sentido. Sin embargo, a veces peca de esnobismo, más que de convicción.
Nuestra idea de lo que es “ser humano” y “naturaleza”, así como las relaciones entre ambos, son las principales influencias para entender la actual crisis ambiental y el cómo afrontarla. La concepción de la physis como un ente enemigo de la sociedad, a la vez que necesario, parte de su papel como sustento de la vida. De ella obtenemos el alimento, en ella residimos, en ella nos desarrollamos, pero también es ella quien impone las reglas de lo que consumimos, cómo vivimos y cómo se desenvuelve una determinada sociedad, que será siempre fruto de un determinado territorio. La naturaleza es a la vez sustento vital, riesgo y amenaza, sometida a las leyes del caos y el azar. Todo esto se ha reflejado a lo largo de la historia de la humanidad.
El aumento de la población siempre se ha considerado un bien (suponía regeneración vegetativa, perpetuación de la especie, mano de obra, influencia…). Esto no es ya tan cierto. Así, nos encontramos con países de bajas densidades de población pero con recursos naturales y unas estructuras socioeconómicas suficientes para soportar un importante crecimiento demográfico; mientras otros, con graves problemas estructurales, ven en el incremento de población una verdadera amenaza para su situación, agudizando el problema de la pobreza, falta de recursos, etc. Un claro ejemplo se dio durante la llamada “década perdida” (años 80) en muchos países africanos, donde el aumento demográfico no permitió que el incremento de PIB mejorase la Renta per Capita, y se produjeron fuertes tensiones políticas, étnicas, religiosas y de diverso carácter que se trasladaron a guerras, revoluciones y violencia . Debe notarse que no es tan negativo este crecimiento poblacional cuando es asumido por espacios rurales, que pueden mantenerse basándose en una agricultura de subsistencia, como cuando se produce en torno a ciudades. En este último caso se generan gigantescos anillos de miseria e inmundicia donde viven millones de almas ajenas a partir de los despojos de unos pocos apellidos que viven inmersos en la sociedad de mercado.
El crecimiento de la población ha pasado a ser, por tanto, un mal. Un mayor número de habitantes en un territorio supone irremediablemente un incremento del consumo de recursos y, por tanto, también un incremento de residuos. Si a esto sumamos un sistema de vida consumista y despilfarrador, que derrocha más y produce más residuos por persona, la situación se vuelve claramente insostenible. Esto explica las fuertes tensiones que se observan entre los países desarrollados y el resto de países en las últimas reuniones internacionales. Los países desarrollados pretenden imponer medidas proteccionistas y conservacionistas al ambiente, pero que dificultan el desarrollo (entendido siempre desde un punto de vista de la economía clásica). Los más pobres defienden que, puesto que la actual situación es fruto del despilfarro “del Norte” (entendiéndolo como Países Desarrollados), serán ellos quienes han de afrontar los costes y poner los medios para frenar el daño ambiental y paliar los efectos de los ya producidos. En definitiva, hay que perseguir unos niveles de bienestar para todos los habitantes del planeta, dirigirse hacia un sistema equitativo al nivel de sustentabilidad para la totalidad del planeta, canalizándose desde los países ricos bienes, de capital y de consumo, pero especialmente capacidad tecnológica (con la previa formación para no hipotecar estos trasvases de conocimiento), para ayudar eficazmente a los países pobres.
Esta situación también ha producido discrepancias en el mundo científico. Quizás sus mayores exponentes sean los trabajos del matrimonio Ehrlich y Julian Simon. Los dos primeros escribieron ya en 1968 La bomba de la población. Muy influenciados por Malthus y por sus experiencias en la india, dieron voz a los peligros de un desmesurado crecimiento demográfico. Sin duda, sus ideas se han difundido ampliamente en la opinión pública, y junto con Meadows son quizás los ideólogos más relevantes en las posturas ecologistas. Por su parte, en el mundo de la economía neoclásica, es Simon quien se ha erigido como mayor influencia ideológica. En su opinión, el ingenio humano siempre ha sabido hacer frente a los problemas que la humanidad se ha ido encontrando. Es la tecnología, fruto del trabajo y el ingenio, la que nos solucionará todo problema, sobre la base de los avances tecnológicos o la sustitución de los recursos que se vayan agotando. No es por tanto necesario ningún cambio revolucionario. Esta visión es sin duda excesivamente optimista, como ha demostrado la crisis del petróleo, el calentamiento global o el agujero de la capa de ozono, pues si bien la tecnología ayuda sin duda a solucionar problemas que vayan apareciendo, la velocidad de los daños ambientales pueden ser mucho mayores que los avances tecnológicos. Nos encontramos en definitiva con dos grandes corrientes dentro de la ambientología, el preservacionismo, y el conservacionismo, que, a su vez, se han asumido por los distintos tipos de ecologismo que posteriormente se desarrollan.
Los diferentes ecologismos
La existencia de dos grandes conferencias, Río y el Foro Social (1992), obedece a la casi obligatoria existencia de múltiples visiones dentro del ecologismo, biorregionalismo, ecofeminismo, ecomarxismo, ecopopulismo, movimientos verdes (verdes claros, verdes “rosas”, anarco-verdes, verdes municipalistas...), preservacionistas, ecocapitalistas, ecosocialistas...
Echarri Prim (1998) señala tres grandes corrientes (reseñando las más extremas, las demás se sitúan entre estas) que pueden resumir esta concepción de las relaciones hombre-medio a lo largo de toda la historia, y que perviven hoy en día en la filosofía ecologista:
1. Concepción bíblica : El hombre como dueño de la naturaleza, fuente de recursos y donde el desarrollo tecnológico traerá el progreso e irá solucionando todo problema que se presente en la relación hombre-medio. Es la idea predominante desde el asentamiento de las poblaciones neolíticas, aunque no se hizo manifiesta hasta la revolución industrial.
2. Concepción ecosistémica : Son dos concepciones extremas de un mismo planteamiento. El hombre es considerado parte integrante del sistema natural como un animal más, sometido a las mismas reglas que rigen al resto de la naturaleza.
a. Deep ecology: Lo valioso es el ecosistema, el conjunto de la naturaleza per se, siendo el hombre igual de valioso que cualquier otra especie, con sus peculiaridades evolutivas. Es el enfoque más espiritual, que predica el biocentrismo en vez del antropocentrismo, y considera la destrucción del ambiente como pecado contra la creación. Los autores más radicales de este planteamiento, defienden que para que el hombre no afecte al equilibrio global de la biosfera, la población humana no debería superar los 500 millones de habitantes. El valor reside en la potencialidad evolutiva del conjunto de la biosfera, siendo esta mayor que la suma de sus partes.
b. Egoísmo humano: Las leyes de la evolución son las que rigen la biosfera, y, por tanto, la sociobiología defiende la “Ley del más fuerte” como la norma de relación entre las especies. Es un evolucionismo claramente superado, pero con algunos reductos en ciertos ámbitos pseudo-científicos. Consideran inevitable que una especie trate de imponerse al resto por propio egoísmo evolutivo. Los autores más radicales llegan a justificar las diferentes formas de racismo o subyugado de clases y grupos sociales basándose en las mismas ideas.
3. Personalismo: El hombre se considera como persona, siendo biológicamente un animal, pero además es más que eso tanto en cuanto tiene una dignidad y entidad como ser superior ha de cuidar y administrar diligentemente la naturaleza en la que se desarrolla. No puede controlarla por completo puesto que, en parte, se somete a ella. Debe así respetar sus leyes, siendo a la vez gestor y guardián de la biosfera. Es una concepción con un fuerte componente bioético. El hombre se erige como el único ser con derechos y deberes ante la naturaleza, permitiendo a la vez su desarrollo, lo cual enriquecerá a la par la personalidad humana, aumentando nuestra libertad y conocimiento.
Como escribía el poeta alemán Friedrich von Schiller en pleno período romántico (“El ideal y la vida”, 1796):
“El salvaje desprecia el arte y reconoce la naturaleza como su dominadora absoluta.
El bárbaro escarnece y deshonra la naturaleza, pero, aún más despreciable que el salvaje, a menudo acaba por ser esclavo de su esclava.
El hombre cultivado hace de la naturaleza una amiga, enalteciendo su libertad y poniendo un freno a sus caprichos”.
De esta forma, la cuestión ambiental se articula con una serie de concepciones culturales, económicas y sociales, reproduciendo las tendencias existentes en la sociedad como un todo. Esto obedece a que el ecologismo no es un proyecto volcado de forma abstracta para la defensa de la naturaleza, sino que concibe, si bien con diferentes y diversas visiones, una realidad donde el hombre juega siempre un papel importante. Cabe recordar que la definición de “naturaleza” abarca una serie de aspiraciones y relaciones sociales sometidas a alteraciones históricas. Así, podemos entender que el medio natural ha sido continuamente inventado y reinventado por las diferentes formaciones sociales que se han estructurado a lo largo de la historia. Por esto sería más correcto hablar de naturalezas y no de una sola naturaleza genérica y abstracta (De Carvalho, 1991).
Cada sociedad, en su tiempo, establece diferentes controles en los ciclos de materia y energía. La crisis ambiental que presenciamos expresa una crisis inherente a este sistema de controles incorporado por la sociedad capitalista. Lo que está en discusión no es sino una forma específica de apropiación de la naturaleza. Dependiendo de los agentes sociales y sujetos políticos envueltos, se tendrán respuestas basadas en supuestos absolutamente diferenciados. "El esfuerzo ambiental se confunde con el esfuerzo de reconocer la lógica de transformación de la naturaleza por la sociedad. Lógica ésta, que debe ser buscada en la especificidad de las formas de apropiación de la misma (...) no resta otro recurso sino discutir ideológicamente todo lo referido a las cuestiones del medio ambiente" (Da Paixão, 1982: 217). Por esta misma razón, se puede hablar de ecologismos y no de ecologismo, apuntando cada una de ellas una estrategia ambiental diferente. En Río y su Foro Social tres fueron las tendencias predominantes; Preservacionismo clásico, Ecocapitalismo y Ecosocialismo.
A. Preservacionismo
En la segunda mitad del siglo XIX, sobre todo en los países anglosajones, se formaron varias sociedades cuya finalidad era la protección de edificios históricos, espacios naturales de especial belleza, etc. Son las llamadas "sociedades conservacionistas". Corresponde a un primer momento del ecologismo. Apareció en los países desarrollados de corte capitalista, particularmente en Estados Unidos. Se considera una respuesta a la preocupación por salvar los remanentes de la llamada “Naturaleza original”, ligados a las ideas del romanticismo, la visión estética de la naturaleza y el encandilamiento por lo salvaje. Este proceso tendía a la preservación de lo natural con fines estéticos y didácticos, y buscaba proteger las llamadas "bellezas naturales", dando como resultado la creación de los primeros Parques Nacionales .
Esta forma ideológica busca la manera de que el desarrollo con muestras de un deterioro ambiental se pensara en destinar más sitios de conservación, así como de protección de especies de flora y fauna. Los hechos principales fueron la creación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en 1948, y la World Wide Fund (WWF) en 1961.
Los años 70 son una época que podemos caracterizar por la presión ejercida por grupos civiles ante los modelos de desarrollo, así como el inicio del trabajo conjunto entre las naciones y organismos internacionales para poner atención a la problemática ambiental. Paralelamente comenzó a construirse toda una institucionalidad alrededor del tema de la preservación, primero con la aparición de las sociedades protectoras de animales en Europa y Estados Unidos, y más tarde con la fundación de las primeras instituciones ecologistas no gubernamentales. En este tiempo nacen el grupo Greenpeace, la Environmental Protection Agency (EPA) y el Sierra Club de California, llamado a tener gran importancia en el movimiento ecologista. También se realiza la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Estocolmo (1972) cuyo logro más interesante es la creación del Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas (PNUMA). En 1976, como parte de esta conferencia, el término de calidad de vida fue enmarcado como una necesidad prioritaria por lo que se manejó dotando de espacios y vivienda adecuada para la población y con una visión del desarrollo sustentable de los asentamientos humanos.
La mística de Greenpeace alentó, contagió y enhebró a infinidad de organizaciones no gubernamentales en todo el mundo, no sólo pacifistas y ecologistas. Activistas de los derechos humanos, defensores de los derechos civiles, militantes por la igualdad social, y la inmensa mayoría de quienes luchan por mejorar la vida en el planeta, han aprendido de su ejemplo: que a la larga, la mejor barrera contra la destrucción se levanta con información y participación colectiva, y sin necesidad de resignar la alegría y las ilusiones, ni limitándose a la creación de gigantescos “zoos ecológicos”.
Como se observa, desde una posición biocéntrica, se fue evolucionando, en especial desde la segunda mitad del S. XX, hacia una amplia gama de activismos ecologistas. La diferencia estriba en cómo y en qué grado se hayan incorporado las cuestiones sociales, políticas y económicas, hasta entonces ausentes en las luchas por la defensa del ambiente. De esta manera, el inicial apolitismo preservacionista se fue desarrollando en una amplia gama de colores ideológicos. Este proto-ecologismo, como recordó Pascal Acot (1990), buscaba encerrar en áreas generalmente remotas, algunos pobres restos del paraíso perdido.
Posteriormente, la década de los 80 fue definida como la década del ambientalismo, en la que los organismos como la UICN, WWF, y PNUMA publican los documentos titulados Estrategia Mundial para la Conservación y Nuestro Futuro Común - Informe de Brundtland. Nieves (1998) menciona que las perspectivas mundiales fueron el tratar de sostener una vigilancia del crecimiento económico abocado a la demanda de los recursos naturales y de sus consecuencias, tanto en países industrializados como en los más desprotegidos, por lo que la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y el Desarrollo se dedicó a explorar los estilos de desarrollo y los efectos en los sistemas naturales, identificando como principales ejes del desarrollo el aumento de la producción (crecimiento económico), la distribución apropiada de la riqueza (equidad y erradicación de pobreza) y el mantenimiento de los ecosistemas (sostenibilidad y sustentabilidad ecológica).
B. Ecocapitalismo versus Ecosocialismo
Ambas concepciones traspasan los marcos conceptuales clásicos estipulados desde el preservacionismo. Las dos corrientes cuestionan que la defensa del medio ambiente pueda abordarse desde el primigenio ecologismo de forma efectiva. Dada su complejidad, se necesitan unos contenidos mucho más profundos, y con el ojo siempre dirigido hacia los proyectos de la sociedad humana como agente y parte del medio.
Entre sí, ecocapitalismo (economía ambiental) y ecosocialismo (economía ecológica) divergen profundamente en su proyecto de sociedad. A grandes rasgos, el primero entiende que los equilibrios sociales y ambientales son compatibles con la apropiación privada de la naturaleza. Sus propuestas apuntan políticas que no cuestionan la tradicional relación entre capital, trabajadores y medio, combatiendo los efectos de la degradación ambiental, pero no sus causas. Esta corriente, también conocida como “capitalismo verde” ha tenido un gran predicamento entre amplios sectores del empresariado, pero no se sabe muy bien si debido a una verdadera concienciación ecológica, si bien desde supuestos muy moderados, o bien por puro efecto de mercado, ante una necesaria inmersión mercadotécnica en el llamado mercado verde para mantener ganancias y asimismo garantizar una frontera biológica para la reproducción y perpetuación del sistema neocapitalista. Es una corriente minoritaria del ecologismo, y es más seguida desde el empresariado y la administración.
El ecosocialismo parte de otros supuestos. Su característica más conocida es el que le da el nombre. La problemática ambiental no puede ser afrontada sin que existan de forma paralela avances democráticos y de justicia social. Cuestiona la apropiación privada de la naturaleza y la organización social de ella resultante. Pese a todo, nunca debe confundirse esta postura con un apoyo al socialismo nominal, todo lo contrario. El eco-socialismo bebe de las fuentes socialistas heterodoxas, y no de la ortodoxia marxista, aunque el discurso eco-socialista utiliza, eso sí, muchos de los elementos del universo conceptual marxista.
Los 90 han sido la década que marcó el principio del Desarrollo Sustentable. Además en estos años se delimitaron con claridad las posturas ecocapitalistas y ecosocialistas como las dos grandes ideologías dentro del ecologismo. Como principal evento puede señalarse la Cumbre de Río en 1992. Antes y durante esta conferencia se relacionaron temas como la pobreza y el deterioro ambiental, concluyendo que no puede ser aislada la protección del medio ambiente de estos ámbitos (Nieves, M., 1998).
Desarrollo sostenible, desarrollo sustentable
Desde 1992, a partir de la Cumbre Mundial del Medio Ambiente, celebrada en Río de Janeiro (y su Foro Social), el término “Desarrollo Sostenible” (o Sustentable; en adelante DS), comenzó a tomar mayor relevancia en los textos y discursos pronunciados por gobernantes, académicos y expertos de diversas disciplinas en las que se opinaba que llevarlo a la práctica conciliaría la compatibilidad del desarrollo con el medio.
La evolución de conceptos previos al Desarrollo Sostenible ha sido enmarcada por la relevancia histórica de la Revolución Industrial y las dos Guerras Mundiales. En este sentido algunos autores como Walker (1996), coinciden que todo esto dio origen a la expansión de las economías durante el siglo XVIII y por consiguiente a la era de la exploración, colonización y expansión económica y la indiscriminada explotación de los recursos naturales. Además expone que el desarrollo tecnológico, como parte de las dos guerras mundiales, había causado gran impacto al medio ambiente. En síntesis, estos acontecimientos dejaron claras muestras en las diferentes regiones del mundo de un crecimiento acelerado de la población y de la industrialización, así como la falta de planificación para el crecimiento y desarrollo de asentamientos humanos, sobreexplotación de los recursos naturales en especial los bosques tropicales, destrucción de hábitat de la vida silvestre y acuática, migración urbana, problemas en la distribución de la riqueza, degradación de la capa de ozono, contaminación por uso intensivo de pesticidas, desechos tóxicos y por consiguiente un incremento considerable en el número de desastres naturales con consecuencias ambientales.
Es importante, tener en cuenta que la economía está encaminada a minimizar los problemas en la sociedad y maximizar los beneficios en un esquema que gira alrededor de mantener o lograr un pleno empleo, una estabilidad de precios, eficiencia, distribución de la riqueza y constituir un crecimiento económico firme. Concretamente el desarrollo económico aboca exclusivamente a conocer el producto nacional y la producción. Mientras este crecimiento está dándose como resultado habrá un desarrollo relacionado directamente con el avance de la sociedad con una equidad y justicia, la calidad de vida, la estructura y la calidad de las instituciones jurídicas, culturales y educativas de un país.
Lo anterior es necesario dejarlo claro, ya que la concepción misma del desarrollo sostenible se fundamenta en gran medida lo pretendido por un crecimiento y desarrollo económico. Por lo tanto, el desarrollo sostenible se perfila con una visión integral en la cual tanto el sistema económico, como social y natural se vean complementarios y no independientes de un esquema que satisfaga las necesidades del presente y futuras.
El desarrollo sustentable o sostenible fue sin duda la gran “vedet” conceptual de la Cumbre de Río. Aunque parte desde las posturas ecocapitalistas, introduce, en buena medida por las presiones del ecosocialismo y otras ideologías ecológicas más radicales, un fuerte componente de necesaria transformación social y una relectura de las bases filosóficas de la civilización occidental. El ecosocialismo pretende sin más, una ruptura del paradigma actual, mientras el ecocapitalismo es mucho más moderado en sus objetivos al respecto.
Las tesis del Desarrollo Sostenible nacen del Informe Brundtland , así denominado como referencia a la noruega Gro Harlem Brundtland, presidenta de la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo (CMMAD) . Cabe destacar que junto a la introducción del concepto de DS se señala la necesidad de un Nuevo Orden Económico Internacional . En él se nos definía como "el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades", es decir, poder lograr un desarrollo Económico, Social, Político, etc. a la par del cuidado del medio ambiente, con el fin de preservarlo para el disfrute de las próximas generaciones.
La ONU haciéndose eco del impacto provocado por la publicación de este informe, aprovechó la conjetura para decretar la celebración de una cumbre sobre temas medio ambientales que enlazara con la de Estocolmo de 1972 y que tuviera en cuenta de una manera más directa tal y como reza en la definición de Desarrollo Sostenible, los aspectos económicos del desarrollo. Se escogió un marco idóneo para debatir: Brasil país con una gran biodiversidad, donde se habla constantemente de la deforestación de la selva amazónica, y quizá, junto con México y (en un segundo plano) Argentina, motor de la economía Latinoamericana. Durante la celebración de la Cumbre se elaboró la “Carta de la Tierra”.
En la Cumbre de la Tierra celebrada en Río, el tema central para aproximadamente los 178 mandatarios asistentes fue el DS, definiéndolo como aquél proceso en el que se satisfacen las necesidades del presente sin comprometer el que las futuras generaciones satisfagan las propias. A pesar de ello, es necesario conocer que antecedió a este concepto, ya que esto engloba una definición que no nos señala los efectos, conflictos o bien los mecanismos de la ideología que se pretende para lograr la sostenibilidad. Que incluso durante el 2002, la Cumbre Mundial sobre DS en Johannesburgo en Sudáfrica, es un resultado del compromiso mundial de conocer más los avances en el tema. Por lo tanto, el concepto va más allá de una descripción literaria, ya que este término aún y cuando sus principios son de una ideología interesante, lograrlos significa un paradigma que desde una escala global se puede dificultar su entendimiento a un contexto local.
En el discurso de la Conferencia Oficial de Río, el DS es la interfaz “ecológica” de la reformulación económica y tecnológica del mundo capitalista, teniendo de panel de fondo la violenta crisis socioambiental. Teniendo como premisas la economía de mercado, medidas sociales paliativas y la creencia en el avance tecnológico como factor de industrialización limpia y ecológicamente aceptable (Vide Santos, 1992:13), el DS es un conjunto de medidas en pro del capitalismo verde (Íb., 1992:15), y por este motivo se critica fuertemente desde muchos sectores progresistas; si bien, se toma muchas veces como punto de partida para una conceptualización más estricta del mismo, y redirigirlo así hacia una postura más ecológica y social, y menos capitalista, negándose a simplemente paliar la pobreza, y no excluyendo el cuestionamiento de las relaciones de poder entre clases y pueblos (Fatheuer y Waldman, 1991).
Más allá de los problemas políticos, las tesis de Gro H. Brundtland no escapan a problemas teóricos. Las formaciones sociales poseen una sostenibilidad ecológica que les es inherente. Por consiguiente, las crisis socioambientales constituyen momentos en los cuales esta relación está total o parcialmente comprometida, juntamente con las demás variables que articulan y sustentan un modo de producción.
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ESTA es nuestra opción... impedir que la muerte de la vida en el planeta sea antes de lo que debe... y mejorar NUESTRA calidad de vida y la de NUESTROS DESCENDIENTES (y si no, yo personalmente, prefiero que se extinga el hombre a la vida... la verdad)
Chao!
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