VILLAR LIJARCIO, Juan José y PEREA MONJE, Miguel Ángel: "Llegó, vio y lo encontró", en Revista Bailén Informativo nº 97 (Julio de 2007), pp. 6 -16.
Artículo publicado en la revista decana de la localidad de Bailén (Jaén), editada por la Asociación Cultural Caecilia, en el que se ofrece un repaso general al peculiar proyecto de investigación dirigido por el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica hasta el día de hoy (julio de 2007). La polémica sobre la localización del topónimo íbero-romano Baecula, y su famosa batalla entre romanos y cartagineses, desde el otro punto de vista: el de los limitados pueblerinos reaccionarios que no forman parte del selecto club de científicos de la provincia. Finaliza con dos apéndices no publicados en la revista.
Y dale con la batallita
Baecula y su batalla, otra vez. Pero es que después del “veni, vidi, vici” de Arturo Ruiz no hemos podido dejar de darle vueltas al tema; más aún con las cosas que hemos tenido que leer y escuchar. A Bailén, como escribió nuestro compañero Paco Antonio Linares Lucena, se le ha hecho un feo histórico y cultural; pero además, algunos pensamos que lo peor se lo está llevando la Historia, así con mayúscula, la Historiografía, la Arqueología y en medio, no lo olvidemos, el prestigio de la todavía joven Universidad de Jaén, que es de todos, como la Historia, no sólo de Bailén o de Santo Tomé.
Sí es cierto que la polémica de Baecula se ha convertido en un claro exponente de la importancia de la memoria histórica en materia de identidad y cohesión territorial, aún en el exiguo ámbito de lo local. A muchos bailenenses todavía les duele oír que el origen de su pueblo no fue Baecula, como siempre les habían contado. Es como si les hubieran quitado algo muy suyo; como si les hubieran dejado vacía “su Historia”, esto es, la vida de sus antepasados. Una historia pretérita de hace más de dos mil años. Ya ve usted que tontería. Pero duele. Quizá a Santo Tomé sólo le importe Baecula y su batalla entre romanos y cartagineses por las perspectivas turístico-culturales que conlleva. Bailén, sin embargo, no quiere Baecula por turismo ni conmemoraciones, apartado que ya tiene bien cubierto y consolidado con su batalla de 1808. A los bailenenses les ha duele Baecula simplemente por Historia; identidad de un pasado común remoto e inmemorial. Orgullo puro. El orgullo de sentirse colectivamente descendientes de un pasado y un acervo cultural milenario.
Queremos recordar que la polémica de Baecula no nació aquí, en Bailén. La polémica nació del despliegue mediático orquestado por el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica (CAAI), de las pretensiones científicas del proyecto cuando no tenían nada, y, sobre todo, de su insistente interés por la promoción turística del “descubrimiento”. Efectivamente Baecula, a nuestro nivel provincial, o es dinero (léase subvenciones e infraestructuras) o no es nada.
Ya han pasado tres años desde la primera noticia del proyecto Baecula del CAAI y uno desde que su director Arturo Ruiz intentará cerrar el debate amparándose en el monopolio profesional científico que supuestamente detenta su grupo: “Baecula no es Bailén y punto, es Santo Tomé, que lo decimos nosotros y para eso somos la Ciencia”; venía a decirnos con cierto tufillo autoritario de otras épocas, al tiempo que, con total desvergüenza, se lamentaba que desde el Ayuntamiento de Bailén no se les había invitado a explicar el descubrimiento (¿sin cobrar un duro?).[1]
Mientras tanto, todo el mundo ha podido (y puede) leer la única memoria escrita del “proyecto de investigación”; la primera, de la que nace toda la polémica y sobre la que se seguirá construyendo el discurso Baecula-Santo Tomé. Puede verse en la red.[2]
Del análisis detenido de esta memoria del CAAI, la única hasta el momento, y de otras lecturas especializadas surge el siguiente reportaje. Nosotros no somos “arqueólogos” y, por supuesto, no nos autodenominamos “Ciencia”, pero como bailenenses y aficionados (algunos licenciados) a la Historia, siempre nos ha gustado el tema. De ahí que el estudio detenido de una materia tan compleja y controvertida como ésta nos haya resultado siempre grato, abordándolo con entusiasmo e interés. Nuestra afición no fue nunca el apriorismo Baecula-Bailén porque sí, mucho menos fue el turismo; nuestro afán fue siempre la Historia, simplemente. Sin embargo, vistos los razonamientos e incongruencias del proceso de investigación del CAAI alzamos de nuevo la voz, reafirmándonos en todo lo publicado sobre el tema en números anteriores de esta misma revista.[3] Por su puesto, ante el desolador estado de la cuestión que deja la falta de un debate académico serio y contrastado y la pre-disposición para-política de unos y otros, nos tomamos las cosas con humor y hasta con maliciosa ironía. Claro, no es lo mismo un artículo en el “Bailén Informativo” que uno en la mediática revista “La Aventura de la Historia”. No es lo mismo una carta de opinión en la página web de nuestro compañero José Luis López Frutos que una reseña en el “Archivo Español de Arqueología” (cualquier tiempo pasado fue mejor). Pero se nos da un ardite. Nos leerán igual quienes quieran leernos.
Hace unos meses, el alcalde de Santo Tomé, Francisco Jiménez Nogueras (PSOE), se mostraba satisfecho con los resultados y el apoyo del CAAI: “Estos descubrimientos sirven para que las administraciones se vuelquen un poco más en el proyecto y demuestran que la discusión del escenario de la batalla en Bailén es estéril”.[4] ¿Estéril? Puede ser. A nosotros nos han salido unas cuantas páginas.
San Tito Livio
En primer lugar tendríamos que advertir que la base metodológica de la que nace la investigación del CAAI se reduce a la interpretación y relectura de las fuentes literarias; es decir, los textos de autores clásicos como Polibio, Tito Livio, Apiano y Plinio. A partir de estos textos, de una novedosa relectura e interpretación, se van planteando hipótesis, reduciendo territorialmente los escenarios de las diferentes batallas hasta su propuesta de identificación final. Pues bien, nosotros pensamos que el entusiasmo con que Arturo Ruiz otorga total validez a las narraciones y descripciones de estos textos supone un simplismo sorprendente para una investigación moderna de este calibre. Cualquier estudiante de primero de carrera ya tiene asimilado que las fuentes literarias son parcas y de interpretación compleja, a lo que se suma el problema de que muchos de estos autores no llegaron a venir a la península, por lo que sus trabajos giraron en torno a la recogida de información a partir de otros. En palabras del profesor Arboledas, “es por ello por lo que debemos tener una posición crítica y cauta frente a éstas, ya que en ocasiones proporcionan datos confusos, falsos, exagerados y fantaseados”.[5]
Fundamentar toda una interpretación moderna de la materia en lo que uno cree que dicen o dejan de decir los autores clásicos es, simplemente, de suspenso -de primero de carrera, claro-, porque le gusté o no a Arturo Ruiz estos textos son remotos y transmitidos, a veces confusos y contradictorios, literarios siempre. Y no es que Tito Livio confirme a Polibio (lo que por lo visto a Arturo Ruiz le vale para sacramentar la descripción topográfica del supuesto campo de batalla que, además, después de más de dos mil años de entropía humana y natural, seguiría cumpliéndose en decenas de parajes de la región), es que Tito Livio se basa en los textos Polibio y, dos siglos después, lo amplia, lo adorna y lo embellece con su nacionalismo y su falta de sentido crítico.[6]
Pero es que además, y como no podía ser de otra manera, la memoria del CAAI utiliza los textos clásicos a su antojo: los intercala y complementa a su capricho, desecha contradicciones cuando no le conviene y las acepta cuando sí. Las contradicciones a las que llega Arturo Ruiz en su discurso se extienden a nociones tan básicas como los apelativos “cerca” y “lejos”: por ejemplo, entiende que el topónimo Ossigi, confirmado por epigrafía en el término de Torres, estaría “lejos” de Castulo y el río Guadalquivir; en cambio, Baecula en Santo Tomé, “cerca” del mismo Castulo y sus minas de plata.[7]
Lo demás no vale (porque lo digo yo)
Con los textos clásicos como únicos cimientos para “desvelar el misterio”, la memoria del equipo de Arturo Ruiz despacha de un plumazo y sin ningún tipo de consideración hipótesis planteadas por otros colegas investigadores, lo que le sirve para ir validando sin más sus propias propuestas. Por ejemplo cuando trata sobre el topónimo Biguerra lo evalúa como de “localización desconocida por el momento”, aunque advierte que el profesor Corzo ya lo trató de identificar con la Bogarra existente al norte de la provincia de Granada, y sentencia sin más: “pero se trata de una identificación toponímica que por el momento no ha podido comprobarse; sería más lógico buscar este oppidum prerromano en la zona occidental de Jaén, en el camino entre Illiturgi y Munda”.[8]
Sin salirse de la raya, la memoria de Arturo Ruiz y su equipo se cuida muy bien de limitarse a los estrictos límites de la provincia de Jaén. Entre estos fronterizos localismos y otras contradicciones discurre la memoria cuando intentar desvelar el escenario de Ilorci, lugar donde, según Plinio, murió y quedó enclavado el rogus scipionis, monumento funerario del general Cneo Escipión (el tío de Escipión el africano). Para este topónimo Arturo Ruiz prefiere la traducción Ilorci, según traducción de García y Bellido, a la de Ilurco, según traducción de Fontán en Gredos, porque este último topónimo está hoy localizado en Pinos Puente (Granada) -¡ay qué lejos!-. Ni una mención siquiera a la interpretación tradicional Ilorci=Lorca (Murcia), avalada por la casi totalidad de los autores que han tratado la cuestión.[9]
Por si fuera poco, en este tema de Ilorci trata sin mucho más interés el estudio de la doctora Alicia Canto (1999), que propuso la identificación de Ilorci y el rogus scipionis en la cabecera del Guadalquivir, en la Sierra de Segura. Esta interesante obra de la profesora Canto supuso un primer y reciente cambio en la interpretación general de los escenarios de la Segunda Guerra Púnica en Hispania al trasladar y concentrar los escenarios previos de la batalla de Baecula a la comarca de la Sierra de Segura (El Tranco, Hornos de Segura, Orcera y Segura de la Sierra), donde hasta entonces nunca se había pensado.[10]
Para invalidar la tradicional identificación Baecula-Bailén, la memoria se limita a decir: “sentemos aquí que Bailén no tiene sustrato arqueológico que permita definir la ocupación de su espacio urbano en el siglo III a.n.e., es más no muestra estratigrafía que corresponda con ninguna de las etapas íberas, por lo que su aproximación toponímica de que fuera Baecula hay que descartarla. Tampoco es observable en su entorno ningún oppidum que tuviera esta capacidad”.[11] A lo que habría que sumar lo divulgado en la prensa: “Las investigaciones han demostrado que esta no podía ser la contienda, puesto que el lugar no coincidía con las descripciones topográficas de los historiadores romanos Tito Livio y Polibio. Tampoco hemos encontrado restos de una batalla en la prospección intensiva que hemos realizado”[12]. Escribir todo esto viene a significar dos cosas: o bien que Arturo Ruiz y su equipo no han pisado ni un solo paraje de Bailén y se miente con rotunda desfachatez y deshonestidad intelectual, o bien que su ignorancia sobre la comarca de Bailén es altamente alarmante para tratarse de un grupo de expertos de la Universidad de Jaén encargados de dirigir el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica. En el término municipal de Bailén existen al menos dos grandes oppidum fortificados con amplia cronología íbero-romana, situados en la ribera del Guadiel: Cerro de Buenaplata y Cerro Garrán (Las Piedras del Cardao y Norte de Huerta Marquina), este último enclavado en pleno escenario propuesto como sitio de la batalla por los profesores Scullard y Veith, expertos en poliorcética. En el resto de los parajes de este escenario (Cerro Jarosa, La Navarra y Ahorcado, desde el Arroyo Matadero en el sureste hasta el Arroyo de La Muela en el nordeste como límites extremos) se han documentado otros restos de una larga ocupación en la protohistoria y la antigüedad. Además el propio núcleo urbano de Bailén se sitúa justo a los pies del Cerro San Cristóbal, otro evidente asentamiento de época antigua. Por último en el Cerro de Burguillos, en la ribera del Rumblar, se tienen documentados diversos vestigios con cronología íbero-romana.[13]
La memoria, después de destacar que “los especialistas en el tema de la guerra Scullard y Veith hicieron un gran esfuerzo por presentar el espacio que hay al sur de Bailén como escenario de la batalla” (claro, la cultura del esfuerzo), resuelve que “la estructura topográfica” de ese escenario “no coincide exactamente” con las descripciones de Tito Livio y Polibio, pues el río Guadiel, “que teóricamente debería correr a la espalda del campamento transcurre por delante [...] El otro río importante, el Rumblar, que en cambio sí está a la espalda está demasiado lejos al este, y el Guadalquivir por último se encuentra demasiado al sur”.[14] O sea, de nuevo la peculiar noción cerca-lejos del profesor Arturo Ruiz (cual lección de Coco en Barrio Sésamo), que sin embargo no duda luego en reconsiderar “una ampliación de escala” para dotar de sentido los escenarios a los que ha ido reduciendo los escenarios de Baecula en La Loma de Úbeda, pasando entonces a considerar “el Guadalimar como el río que varios kilómetros más al norte protegería las espaldas” del campamento cartaginés.[15] Adviértase, una vez más, el elemento quicio de todo el proceso de investigación: identificar el escenario de la batalla a partir de las características del terreno que describió San Tito Livio hace más de dos mil años.
Descarta, por último, otros posibles parajes del entorno de la comarca de Bailén sin ningún razonamiento ni explicación: “En Espeluy, el Cerro de la Plaza de Armas de Sevilleja fue excavado en los años ochenta y ofreció una ocupación de época íbero-romana”.[16] Impresionante. Ciencia pura.
Los municipios de Arturo Ruiz y “el descubrimiento”
Entre comentarios de texto y rechazos a la ligera del resto de hipótesis planteadas con anterioridad por otros investigadores, el trabajo de Arturo Ruiz continúa sin concretar del todo sus propias propuestas sobre el resto de escenarios analizados: ni Biguerra, ni Castrum Album, ni Ilorci, ni Amtorgis, ni Oringis. Lo que le interesa en realidad es Baecula y su batalla (vamos a lo que vamos).
Y así avanza la “memoria de investigación”, hasta que, por fin, a partir de una serie de conclusiones sobre estrategia territorial general, que -recordamos- el equipo del CAAI induce únicamente de los textos clásicos (sin ninguna otra apoyatura previa, bibliográfica o arqueológica), el escenario de la batalla de Baecula queda delimitado en un tramo bastante concreto del Guadalquivir que recorre los actuales municipios de Villacarrillo, Santo Tomé, Cazorla, Peal del Becerro y Úbeda.
Podría decirse, a pesar de la desconsideración con que el equipo de Arturo Ruiz trata el estudio de Alicia Canto, que todo el discurso Baecula-Santo Tomé es dependiente, en parte, de esta nueva interpretación que traslada el nudo de los escenarios y acciones de la Segunda Guerra Púnica al área de la cabecera alta del Guadalquivir. Sin embargo las inevitables conclusiones geo-estratégicas que Arturo Ruiz saca de sus concienzudas interpretaciones le lleva a una zona (¡qué casualidad!) mucho más conocida por él: “Baecula debería ser algunos de los oppida que en estos términos municipales bordean el río Guadalquivir y que han sido suficientemente prospectados y estudiados desde el decenio de los años setenta”[17] ¿Adivinan por quién han sido estudiados estos oppida desde los años setenta?[18]
Una vez acotado el escenario, continúa la segunda parte de la memoria de investigación con la prospección superficial de los oppida con suficiente potencial como para identificarse con Baecula. Estos son: Castellanes del Mogón (Villacarrillo), Los Turruñuelos (Santo Tomé), El Molar (Cazorla), Úbeda la vieja y Loma del Perro (Úbeda). Después de analizarse superficialmente el entorno de estos oppida en un radio de 5 kilómetros para cada uno de ellos, ¡bingo!: “se concluye que el sitio que mejor se ajustaba a las condiciones que habíamos fijado era el Cerro de las Albahacas”, esto es, el lugar del campo de batalla, en el entorno del oppidum del Cerro de los Turruñuelos, esto es, la ciudad de Baecula. A continuación se realizó un primer muestro arqueológico del terreno (por fin, la arqueología) que, como no podía ser de otro modo, permitió recuperar algunos restos que Arturo Ruiz califica como “indicadores que sin lugar a dudas nos remiten a una batalla”.
Hombre, no esperábamos que a estas alturas se encontrase todavía “el hedor de los muertos”, pero la verdad es que presentar cuatro (4) materiales metálicos (que se identifican como dardos de hierro) y un (1) glande o lingote de plomo (que se identifica como proyectil) como evidencias concluyentes de los restos de la batalla, nos parece, cuanto menos, un bagaje bastante pobre.[19]
El debate (palabras sordas, oídos necios)
“Ante la localización de estas primeras evidencias tan contundentes” la memoria finaliza con las propuestas de actuación de futuro que permitan consolidar el descubrimiento.[20] Aunque no necesitó mucho tiempo el equipo del CAAI para consolidarlo cuando en el verano de 2004 puso en marcha su maquinaria mediática con una peculiar rueda de prensa que se reflejó en casi todos los titulares provinciales y regionales: “La batalla que decidió la suerte de Hispania cambia de lugar”. “Los restos de batalla localizados, como puntas de flecha o proyectiles, garantizan que la localización es correcta”.[21] “La guerra encontrada”.[22] Vuelco a la historia”.[23]
Las reacciones desde algunos foros de especialistas y aficionados ante semejantes titulares no se hicieron esperar, sobre todo cuando la memoria de investigación todavía no había salido a la luz. Destacó sobre todo la doctora Alicia Canto con su sorpresa por la contundencia de las declaraciones en prensa del equipo de Arturo Ruiz, “donde la palabra “hipótesis” no aparece ni una sola vez y se da con completa seguridad”. A pesar de que la vinculación del escenario de Baecula con Santo Tomé encajaría bien con sus propios estudios anteriores, la especialista Alicia Canto veía entonces como “imposible que la batalla de Baecula tuviera lugar cerca de Santo Tomé”:
“Ubicar ahí esta batalla es de momento una hipótesis. En realidad no se sabe (los apoyos y escenarios de Bailén también han sido estudiados desde tiempo inmemorial [...]), ni se sabrá mientras no haya datos más contundentes que los que hasta ahora han traslucido por la prensa [...]
Sabemos que hubo en esos años grandes, medianas y pequeñas escaramuzas entre cartagineses y romanos y sus respectivos aliados en muchos lugares de la zona, de forma que el simple hallazgo de balas de honda y puntas de flecha no sería suficiente prueba, ni aun siendo grande su número (sin embargo, como curiosidad, ya se puede encontrar en la red como cosa segura) [...]
Aunque, como siempre cuando no se saben todos los datos que están manejando los autores de un nuevo estudio, debe mantenerse un margen de credibilidad y prudencia hasta que se publique el trabajo científico, porque se supone que tampoco van a anunciar este tipo de cosas a lo loco”.[24]
Ante la polémica (que como vemos no comenzó en Bailén) Arturo Ruiz tuvo que salir a defenderse: “Experto asegura que la localización de Baecula en Santo Tomé tiene una fiabilidad del 90%. [...] Ruiz reconoció que en arqueología “nunca se va a tener un documento que diga que ésta es la batalla de Baecula” [...] Indicó que se reserva “un margen de error” porque “lógicamente, en ciencia, siempre hay que tenerlo en cuenta” [...]”.[25] Para entonces (2005) la memoria de investigación ya estaba disponible en la web y los foros seguían haciéndose eco de todo lo que se publicaba:
-“Pues, con todos los respetos para el experto, [...] Polibio es determinante al respecto: la batalla y victoria romana de Baecula [...] tuvo lugar en las cercanías de Castulo, esto es, a unos 70 Km. más o menos, hacia el Oeste del lugar que ahora se nos dice”.
-“Llama la atención el tono bastante más “probabilista” de esta entrevista actual, frente a lo afirmado el año pasado”.
-“Es posible que algún colega le haya dado un pequeño toque de atención”.
-“En lo que respecta al hallazgo de objetos arqueológicos la veo un poco débil [se refiere a la memoria de investigación] Yo vivo en la zona y prácticamente todos los “aficionados” a la arqueología tienen una colección particular de proyectiles de honda, puntas de flecha, monedas, piezas de armadura e incluso pilums, todos ellos recogidos en puntos muy distantes de la provincia y de la misma antigüedad. La cantidad de oppidum es muy grande en la zona [en toda la provincia de Jaén] y prácticamente en todos ellos pueden recogerse objetos de este tipo y sin necesidad de excavar. Es por esto que pienso que es un poco prepotente al afirmar que la probabilidad de acertar en la ubicación está por encima del 90%”.
-“Las lecturas detalladas de Polibio y de Livio impiden pensar en Santo Tomé como el escenario de la batalla de Baecula. Sin ir más lejos, Polibio (XI, 20, 5) ubica Baecula “en la vecindad de Castulo” [...]”[26]
Ya en el año pasado 2006 la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, embaucada por los cantos de sirena de promoción turística que acompañan siempre las declaraciones de Arturo Ruiz, aprobó el Proyecto Baecula (2006-2011).[27] Para finales de ese mismo año se presentó -en la prensa, dónde si no- los resultados de la primera actividad del proyecto: la microspección del cerro de las Albahacas (el supuesto escenario de la batalla) que, por supuesto, reafirmaba el descubrimiento: “no sólo se ha aclarado la duda sobre la ubicación de la batalla de Baecula, sino que, además, Jaén se sitúa como referente arqueológico nacional. El campamento cartaginés de Asdrúbal se asentó, en el año 208 antes de Cristo, en el Cerro de las Albahacas de Santo Tomé y es el primero localizado en España”.[28]
Tanto el CAAI como la Ayuntamiento de Santo Tomé pretendieron desde aquel momento cerrar el debate (una vez más sin publicar memoria de investigación) y, efectivamente, las voces van apagándose en los foros de discusión. La profesora Alicia Canto, de la Universidad Autónoma de Madrid, una vez leída la memoria de investigación:
“En éstas [declaraciones] de ahora observo que se ha pasado de nuevo a la afirmación “categórica” del hecho, cuando en realidad no existe la menor confirmación real del nombre antiguo del yacimiento. [...] Y, sin ánimo de ser “aguafiestas”, me reitero en lo dicho el año pasado: la lectura detenida de Polibio y Livio impiden pensar en Santo Tomé como el escenario de la batalla de Baecula. Aunque este pequeño alegato puramente histórico vaya a ser arrastrado, sin la menor duda, por la potencia mediática y los intereses turísticos que parecen que apoyan esta ya “categórica” novedad [...]
[...] Sería deseable que estas inversiones sirvan para aclarar puntos oscuros de la Historia, no para dar la vuelta a lo poco seguro que sabemos. Por todo lo cual, el entorno de Bailén sigue siendo a mi juicio el mejor candidato a ser la perdida “Baecula”. Saludos”.[29]
De entre todas las ruedas y notas de prensa llama la atención aquello de “[...] Ruiz, que declinó hablar de cuestiones “externas” a la propia investigación científica [...]”.[30] Pero, ¿de qué estamos hablando entonces? De la investigación, ¿o no? Hablamos de una investigación científica sobre la ubicación del topónimo íbero-romano Baecula, en estas condiciones:
1º Una investigación científica que se basa exclusivamente en una nueva relectura e interpretación de las fuentes literarias clásicas, rechazando o infravalorando cualquier estudio toponímico o arqueológico anterior.
2º Una investigación científica que reduce el bagaje de esas mismas fuentes literarias, obviando otros hechos históricos bien narrados y relacionados con Baecula: incursiones de los pueblos celtíberos (Viriato), episodio de Sertorio en Castulo y el resto las guerras civiles romanas del s. I a.C., etc.
3º Una investigación científica que rechaza la ya tradicional identificación Baecula-Bailén aceptada por los más importantes investigadores de la materia (Schulten, Veith, Scullard, Walbank, García y Bellido, González Wagner, Blázquez, etc.) sin ningún estudio arqueológico previo (ni más serio ni menos serio, ni más superficial ni menos, ninguno).
4º Una investigación científica que se contradice en sus conclusiones sobre estrategia territorial militar (como veremos en el último apartado de este reportaje), olvidándose, una vez resuelto el descubrimiento -y precisamente debido a su magnitud-, de aclarar otros importantes aspectos de importancia historiográfica como son, por ejemplo, la adscripción Bética de Baecula, las vías de comunicación de la región, la contradicción bosque Castulonense (¿Sierra Morena y Despeñaperros?) versus bosque Tugiensis (¿Sierra de Cazorla?), la noción geográfica que los diferentes actores (nativos, romanos, cartagineses y cronistas) tenían sobre el curso del gran río Betis y su diferencia con la actual cuenca del Guadalquivir, o la identificación de los más importantes escenarios y topónimos relacionados con estos acontecimientos de la Segunda Guerra Púnica (Amtorgis, Ilorci, Oringis) a los que la propia memoria del CAAI ha dejado “patas arriba” precisamente en aras de concluir la vinculación Baecula-Santo Tomé.
5º Una investigación científica que presenta un pobre bagaje material (6 restos 6), sin estudio cronológico ni funcional, como datos “evidentes” y “contundentes” de los restos de la batalla de Baecula en el año 208 a. C.
6º Una investigación científica que resuelve que la vieja ciudad de Baecula se localiza en el cerro de Los Turruñuelos, pero que a continuación se olvida de tan importantísimo descubrimiento y se centra en todo un ambiguo proceso posterior para el estudio de los supuestos restos de una batalla en el cerro de Las Albahacas, en lugar de proponer el estudio arqueológico sistemático del oppidum como la vía más productiva para la determinación de conclusiones auténticamente relevantes.
7º Una investigación científica que se autodefine como “categórica” y “definitiva” sin ningún apoyo bibliográfico o académico exterior.
8º Una investigación científica empeñada en definir un nuevo recurso turístico y en transferir sus resultados mediáticos a la sociedad antes que a la propia comunidad científica.
Como vemos, la materia dispone de un importante y largo recorrido histórico (mejor para Arturo Ruiz y el CAAI, que viven de esto). Por suerte o por desgracia, los “categóricos” arqueólogos de la Universidad de Jaén tendrán que realizar un notable esfuerzo para consolidar su ya “definitivo” descubrimiento: en la próxima fase del proyecto, en este año de 2007, tendrán que determinar, según ellos mismos han anunciado, la ubicación y los restos del campamento romano -¡que se presupone no llegó a durar 48 horas!-, y que ya se propone en la pedanía de El Molar (Cazorla), y seguir avanzando en el descubrimiento del campamento cartaginés -que no llegó a durar mucho más- para, finalmente, conseguir “una recreación virtual de la batalla”. No dudamos, a estas alturas, que lo conseguirán, incluso nos contarán -“categóricamente”- por qué camá huyeron los jinetes numidas y hasta en que olivo se apoyó el invicto Escipión para descansar y recibir honores. Todo ello, eso sí, deberá coincidir exactamente con las posiciones, los movimientos y las descripciones topográficas narradas por San Tito Livio, las mismas que al principio sirvieron para desechar “categóricamente” otros escenarios. Estaremos atentos. Mientras tanto, el oppidum de Baecula en el cerro de Los Turruñuelos seguirá sin un estudio arqueológico medianamente serio. Baecula, una importante y estratégica ciudad íbera en la que los romanos, después de la victoria, llegaron a establecer un campamento permanente. ¡Un poquito de por favor!
El historiador ante la Historia
Tampoco podemos olvidar que el proyecto tiene como principal objetivo rentabilizar sus resultados como valor cultural, “como recurso económico de tipo turístico”. Así comienza la memoria del proyecto y así termina: “los nuevos resultados que se incorporan han de transferirse a la sociedad a través de programas culturales. En este caso [...] en la Ruta de las Batallas y los Castillos que promueve la Diputación de Jaén para la zona occidental de la provincia, con su desplazamiento hacia el este posibilita que duda cabe, la ampliación del proyecto hacia el este de la provincia. Sin embargo, si no se pretende estratégicamente esta opción por el momento, lo que no cabe duda es que permite articular esta ruta cultural con la que también la Diputación Provincial de Jaén promueve con el título “Viaje al Tiempo de los Íberos” [...]”, que ya definió y dirige el propio CAAI.[31] ¡¿Que qué duda cabe?!
Hombre, ya sabemos todos como está la Universidad y qué todo el mundo tiene derecho a comer de lo suyo, pero de ahí a presentar semejante proyecto, con tan declarado propósito y feliz definición, como obra cumbre de la arqueología científica nacional... Desde luego no es que sea el mejor ejemplo en la búsqueda catártica del “profesional de la Historia”; aquel investigador que luchaba por conseguir la imparcialidad y objetividad del análisis histórico a fuerza de abstraerse (inútilmente, claro) de las condiciones ideológicas y materiales de su tiempo. Pero al César... Hay que felicitar semejante acto de sinceridad en la memoria del CAAI; no hay tapujos, así lo sienten y así lo escriben: vamos a definir un nuevo recurso económico de tipo turístico, manos a la obra. Todo un especialista como Arturo Ruiz, que tanto ha escrito de historiografía y de la configuración de los estudios sobre el mundo ibérico a lo largo del ideologizado siglo XX. Es, que duda cabe, un auténtico “proyecto arqueológico no inocente”, como aquel título del manual que hace ya más de veinte años dirigió el mismo Arturo Ruiz.[32]
Cuando el Ayuntamiento de Bailén aprobó en enero de 2006 una propuesta de la Alcaldía en la que instaba al grupo de arqueólogos a “abstenerse de hacer declaraciones públicas sobre promoción turística de una zona y a ajustarse a criterios estrictamente científicos”, el CAAI no tardó en responderle públicamente reservándose su derecho “a no renunciar a la dialéctica entre la labor investigadora y la transferencia de sus resultados a la sociedad”.[33]
Ver imagen: http://www.celtiberia.net/verimg.asp?id=6835
Efectivamente el CAAI no puede en ningún caso renunciar al instrumento turístico-cultural que maneja y alimenta a su antojo, porque ese instrumento es, a un tiempo, causa, base y objetivo del propio proceso de investigación. De ahí la necesidad de un despliegue mediático como el realizado con continuas notas de prensa y pomposos titulares en los medios provinciales, foros no especializados que lógicamente no dejan lugar al debate puramente histórico, sólo a la publicidad y a la política. El experto es el experto y en medio, sólo la limitada visión localista de algunos alcaldes que se disputan acaloradamente un suculento patrimonio turístico-cultural, ahora renacido y fomentado por el propio CAAI.
Y la cosa marcha: a los 18.000 euros del proyecto inicial (UJA-Caja Rural de Jaén) hay que sumar los 18.000 euros del actual Proyecto Baecula (Ayuntamiento Santo Tomé-Junta de Andalucía), más otros 12.000 que a finales del 2005 anunció la Diputación Provincial, X Jornadas Ibéricas mediante, celebradas por supuesto en Santo Tomé. Total: 48.000 euros (8 millones de pesetas) acumulados ya para el desarrollo de la investigación. ¿O que se piensan ustedes? ¿Qué se investiga por amor al arte? ¿Simplemente por esclarecer los puntos oscuros de la Historia? ¿Por conocer verdaderamente el pasado más antiguo de la provincia de Jaén? Pero, ¿saben ustedes como está la Universidad? ¿El nivel de las Humanidades y su futuro? ¿Conocen acaso lo que hay que bregar en un Departamento de la Facultad para completar el cupo de tesis y proyectos de investigación?
La Junta ha tragado. Mientras tanto, Castulo, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de España, a la altura de Tarragona, Mérida, Itálica o Córdoba, ahí está: olvidado y abandonado. Y, repetimos, la nueva Baecula sin excavar.
En los parajes de Cástulo, no lejos de las minas de plata
Así define Polibio (X, 38, 7) la situación de la ciudad de Baecula y su batalla: “en los parajes de Castulo [...], no lejos de sus minas de plata”. Unas referencias geográficas y toponímicas muy concretas que, hasta el momento, los grandes autores en la materia no han supuesto gratuitas en la interpretación general de las fuentes histórico-literarias. Pues bien, nosotros, como hasta ahora han asentado la mayoría de los especialistas que han tratado la cuestión, seguimos pensando que en este contexto de la región oretana de Castulo es donde debe ubicarse la ciudad de Baecula.
Por la región de Castulo (los parajes o la vecindad de Castulo) entendemos (y entiende la geografía histórica) las estribaciones más orientales de Sierra Morena que abarcan la parte centro-occidental de la actual provincia de Jaén. Al sur de los pasos de Despeñaperros y Santa Elena se extendería el Bosque o la Sierra Castulonense, un área minera de excepcional importancia desde los albores de la Historia que también se conoce como Distrito Minero Linares-La Carolina. Además de sus riquezas metalíferas, la situación estratégica de la región (en las puertas de los caminos hacia la Meseta - Saltus Castulonense -, y paso obligado hacia la Bética desde el Levante) favoreció que se convirtiera en foco de atracción desde la antigüedad. De este modo, la riqueza minera de la zona y su encrucijada de caminos serian las causas principales por la que los cartagineses primero y los romanos después decidieron conquistar esta región del interior apartada de la costa.
La comarca de Bailén se sitúa al noroeste de la ciudad Castulo[34]. En su emplazamiento, entre las cuencas del Rumblar y el Guadiel, hay un buen dominio estratégico, abundancia de agua, grandes vetas de arcilla, veneros de almagra, proximidad a los yacimientos mineros, fértiles tierras de campiña y fáciles comunicaciones terrestres. La Depresión Bailén-Linares fue además el enlace natural de los dos grandes focos mineros de la región castulonense. Hacia el levante delimita con la cuenca minera de Linares, entre el Guadiel y el río Guarrizas, que corresponde, muy probablemente, con lo que las fuentes denominan Mons Argentarius o Sierra de la Plata, según Estrabón (III, 14, 8). En esta cuenca se encuentran los antiguos yacimientos mineros de La Cruz (8) y Arrayanes (9), las fundaciones de Guarromán (6), Cerro de las Mancebas (7) y San Julián de Vilches (11), además del poblado fortificado de Palazuelos (10), donde muchos autores han ubicado la famosa mina de Baebelo (Plinio, NH, 36, 96) y los importantes pozos abiertos por los cartagineses (aquellos que rentaban a Aníbal 300 libras de plata diarias). Estas serían las famosas minas de Castulo. Hacia el poniente se sitúa el foco minero de Baños de la Encina, entre las cuencas del Rumblar y el Jándula, donde destacan los parajes del cerro Navamorquín y la Huerta del Gato (2), con los poblados fortificados de Los Escoriales (1) y Salas de Galiarda (3). Todavía se conservan restos importantes de la calzada romana que unía este foco con el eje minero de El Centenillo (Cerro del Plomo (4), Los Guindos y Araceli) y la importante fundición de Fuente Spys en La Carolina (12). Mírese el plano adjunto.[35]
Ver imagen: http://www.celtiberia.net/verimg.asp?id=6836
Aunque olvidada por la nueva “arqueología científica”, la comarca de Bailén constituye un enclave básico tanto en el sistema productivo como en el nudo estratégico de comunicaciones de la región castulonense: “en las proximidades de Castulo y no lejos de sus minas de platas”. En el centro de esta Depresión Bailén-Linares, se encuentra los cerros de La Muela y San Cristóbal y a sus pies el actual casco urbano de Bailén (B). Los asentamientos íbero-romanos documentados se sitúan en los extremos del término: Burgillos (Br) en el margen izquierdo del Rumblar y los poblados fortificados de Casa de Buenaplata (Cb) y las Piedras del Cardado (Pc) en el margen derecho del Guadiel. Este último poblado es el más cercano a Castulo (unos 10 kilómetros al noroeste). Iliturgi (IL) y el Guadalquivir quedarían también a 10 kilómetros hacia el sur; al nordeste la cuenca minera de Linares (unos 7 kilómetros para Arrayanes y 14 para Palazuelos).
Otro de los argumentos tradicionales que han servido a los especialistas para situar Baecula en el oeste inmediato de Castulo es la referencia del itinerario que, según Tito Livio, siguió el ejercito romano en la campaña posterior a la victoria de Baecula: desde Tarragona Escipión llegó a Castulo y después avanzó hasta Baecula camino de la batalla de Ilipa (Alcalá del Río). Para desmontar esta argumentación la memoria del CAAI rechaza a San Tito Livio, prefiriendo el pasaje similar de Polibio en el que se dice que Escipión “se aproximaba ya a Castulo por los parajes de Becula, donde proyectaba reunirse con las tropas de Cólicas”. Con esta lectura la memoria sentencia: “queda claro que Escipión viniendo desde Tarragona antes pasó por Baecula que por Castulo”.[36]
Con este razonamiento la memoria del CAAI refuerza la posición Baecula-Santo Tomé, unos sesenta kilómetros al este de Castulo, que además quedaría avalada estratégicamente como alternativa de encuentro territorial que conectaría el camino de Aníbal con un punto del Alto Guadalquivir anterior al eje Castulo-Iliturgi, de dominio cartaginés. Según la tesis del CAAI, la victoria de Baecula reforzaría además el avance romano, consolidando el frente en un punto estratégico de comunicaciones del curso alto del Guadalquivir (¡¿Santo Tomé-Villacarrillo?!) que conectaría los caminos del levante con los del sureste.
Encontramos, sin embargo, algunas debilidades en esta argumentación. En primer lugar el eje Villacarrillo-Santo Tomé-Cazorla no supondría ningún avance consolidado del frente de conquista romano, puesto que a los cartagineses sólo les interesaba ya impedir el paso de los romanos al Bajo Guadalquivir. A estas alturas, en la previa de la batalla de Baecula, Asdrúbal no tendría necesidad alguna de adentrarse en las regiones del sureste, que se suponen controladas ya por los romanos desde la toma de Cartago Nova (Cartagena, Murcia) en el año 209 a.C. y bien defendidas de forma natural por las sierras de Cazorla y Segura (Sierra Tugiensis).[37] Además, llegar desde las costas levantinas al Alto Guadalquivir a través de Santo Tomé es sin duda una vía alternativa a la del Guadalimar, pero no supone abrir ninguna ruta en el camino hacia el Bajo Guadalquivir, como pretende la memoria del CAAI, pues el eje cartaginés Castulo-Iliturgi sigue interponiéndose en el camino de los romanos. Tampoco puede interpretarse la toma de la ciudad de Oringis (después a la victoria de Baecula) como una ruptura posterior del eje Castulo-Iliturgi porque en ese caso se trataría de una victoria más importante que la propia de Baecula, cuando las fuentes directamente la valoran como una acción secundaria de la guerra y así lo admite el CAAI.[38]
Aún al margen de la identificación tradicional de Baecula con el casco urbano de Bailén (una tesis que necesitaba y necesita una revisión general), todo las valoraciones de estrategia territorial que acabamos de comentar cobran pleno sentido si ubicamos Baecula en algún punto del cuadrante Baños (Bñ) - Guarromán (6) - Jabalquinto (J) - Espeluy (Es), es decir, en la Depresión Bailén-Linares antes descrita y delimitada por las cuencas del Rumblar y el Guadiel. Como bien dice la memoria del CAAI, Escipión, que vino desde Tarragona, debió utilizar la vía llamada Camino de Aníbal, que se adentraba en la actual provincia de Jaén desde la villa llamada Mentesa Oretana en Villanueva de la Fuente (Ciudad Real) y, atravesando la comarca de El Condado (Santisteban del Puerto, Navas de San Juan, Arquillos), llegaba hasta las puertas de las región castulonense en el entorno de Vilches (Baesucci y Giribaile) y las minas de plata. En este contexto geográfico sólo la depresión Rumblar-Guadiel se configura como esa ruta alternativa de avance al Bajo Guadalquivir que, ya desde el Levante como desde la Meseta, evita el eje pro-cartaginés Castulo-Iluturgi. Desde esta comarca de Bailén se dispone de un rápido y fácil acceso hacia el Bajo Guadalquivir hasta, por ejemplo, Isturgi (en Los Villares de Andújar), evitando incluso un hipotético eje cartaginés Iliturgi-Estivel (E)-Espeluy. Esto es lo que tanto buscaba el CAAI y que, al final, que cosas, no era tan difícil: Autovía A4, Bailén-Andújar. Igualmente, si se quiere, desde la vega del Guadiel se puede bajar rápidamente hacia Castulo-Iliturgi, unos diez kilómetros al sur, para seguir el propio curso de la calzada-arrecife del Guadalquivir.
Finalmente, lo más importante: sólo en este contexto geográfico se entiende la batalla de Baecula como una victoria estratégica verdaderamente trascendente pues arrebataba a los cartagineses el control de esa plataforma territorial y económico-minera tan importante para el curso de la guerra, dejando aisladas a las ciudades de Castulo e Iliturgi, que después serían castigadas por su traición. Así lo entiende el CAAI y las propias fuentes literarias: “Cuando Escipión cayó en la cuenta de que la guerra se fragmentaba en diversos frentes y que llevar la ofensiva a cada una de las ciudades era una tarea no laboriosa pero sí larga, emprendió el camino de vuelta [...]” Efectivamente, con la victoria de Baecula las legiones romanas se habían metido hasta la cocina, hasta la despensa cartaginesa (Vilches, Baños, Bailén y Linares); entonces Escipión, temeroso de una situación aislada y comprometida, similar a la que supuso el desastre del 211 a.C. (con las muertes de su padre y su tío, Publio y Cneo Cornelio Escipión), decidió volver atrás. “Con todo, para no dejarle aquella zona al enemigo [...]”, Escipión ordenó la conquista de Oringis, cuyos habitantes poseían minas de plata y era “la ciudad más rica de aquella comarca [...] que había sido la fortaleza desde la que Asdrúbal hacía incursiones a los pueblos del interior” (Tito Livio, XXVIII, 3-4). Por tanto, la localización de este oppidum habría que buscarlo en la misma comarca de la batalla de Baecula, próximo a las minas de plata y a Sierra Morena, desde donde se podría acceder con rapidez hacia la Meseta. Esta disposición topográfica y estratégica es la que mejor cumpliría todos los condicionantes narrados por las fuentes literarias y aceptados por la propia memoria del CAAI: se trataría simplemente de reforzar el frente creado tras la victoria de Baecula.[39] Al año siguiente, en una nueva campaña, con el ejército cartaginés disperso y su sistema defensivo en el Alto Guadalquivir ya desmantelado, Escipión partió de Tarragona y volvió de nuevo a la comarca de Baecula, en esos parajes de Castulo que tanto desde el Levante como desde la Meseta permitían una ruta alternativa al Bajo Guadalquivir sin tener que pasar por el curso alto del mismo y el eje Castulo-Iliturgi. En ese contexto, válido para lo narrado tanto por Polibio como Tito Livio, se reuniría Escipión con las tropas auxiliares del rey Colicas o Kolichas y se adentraría, por fin, en el Bajo Guadalquivir, camino de la victoria de Ilipa.[40]
Además, sólo la victoria romana de Baecula en esta región castulonense haría posible que Asdrúbal, una vez derrotado, huyera atravesando la Meseta: “[...] y se retiró siguiendo el Tajo aguas arriba, en dirección a los puertos pirenaicos y a los galos que viven allí [...]” (Polibio X, 39, 7-9). ¿Por qué habría de huir Asdrúbal atravesando la Meseta y luego siguiendo el curso alto del Tajo en dirección a los Pirineos, si en la comarca de Santo Tomé tenía una fácil salida hacia el Albacete-Valencia por el Camino de Aníbal? ¿Cómo pudieron escapar hacia el interior de la Meseta los cartagineses “por precipicios y despeñaderos”, según San Tito Livio (XXII, 18, 8-9), si no fue por los pasos de Sierra Morena y Despeñaperros (Saltus Castulonense)? ¿Cómo pudo atacar Escipión desde el sur (El Molar) a Asdrúbal en Santo Tomé, si el romano, según el propio CAAI, llegó desde los caminos del levante? Entonces, ¿por dónde llegaron las tropas romanas y qué rodeo dieron para no estar situados ni al norte ni al este, ni siquiera al oeste del campamento cartaginés?
Por supuesto la memoria del CAAI no explica ni argumenta todos estos extremos. Ni siquiera se preocupa de encajarlos con un mínimo de rigor histórico. Lo que le interesa es una “recreación virtual de la batalla”.
La identificación Baecula-Bailén que acabamos de explicar encaja perfectamente, sin ningún tipo de malabarismos ni contradicciones, con la interpretación general de las fuentes aceptada por los más importantes autores de la historiografía moderna. Por supuesto, en arqueología“nunca se va a tener un documento que diga que ésta es la batalla de Baecula”; sobre todo si no se investiga. Esta es sólo una hipótesis: la más valorada y aceptada por la comunidad científica nacional e internacional, porque en ella puede además integrarse otras muchas variantes (por ejemplo, Baecula-Vilches y Oringis-Bailén). Por no hablar de otras interpretaciones que abren el contexto geográfico a la olvidada Sierra de Andújar, al oeste de la cuenca del Rumblar: paso tradicional de caminos en la Oretania. Otra hipótesis es la planteada por el profesor Ramón Corzo que traslada el eje general de todos los escenarios hacia el sur, hacia la provincia de Granada.[41] La última y más novedosa, la única que se autodefine como “categórica”, susum corda del método científico, es la que identifica Baecula y su famosa batalla con Santo Tomé: la única empeñada en transferir mediáticamente sus resultados a la sociedad como instrumento turístico. Vale.
NOTAS
[1] Granada Digital, 1 de febrero de 2006. Enlace: http://www.granadadigital.com/pages/amplia.php?id=12458&parte=Cultura
[2] RUIZ, Arturo et al., Baecula. Arqueología de una batalla. CAAI, Proyectos de Investigación (2002-2003). Aunque son diez los autores firmantes justo es destacar a los profesores Arturo Ruiz y Manuel Molinos como cabezas directoras del proyecto y su correspondiente memoria escrita. Enlace:
http://www.ujaen.es/centros/caai/articBAECUL.htm
[3]VILLAR LIJARCIO, Juan José, “Baecula”, Bailén Informativo,nº 91 (mayo de 2005); AGUDO MARTÍN, Antonio y CAMACHO CABRERA, Agustín, “La batalla de Baecula”, Bailén Informativo, nº 92 (julio de 2005).
[4] Fuente: Diario Jaén, 22 de noviembre de 2006. Enlace:
http://terraeantiqvae.blogia.com/2006/112201-jaen.-el-primer-campamento-cartagines-hallado-en-espana-en-santo-tome.php Ver también http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=2366
[5] ARBOLEDAS MARTÍNEZ, L., “Fuentes para el estudio de la minería y metalurgia romana en el alto Guadalquivir”, en Arqueología y Territorio, nº 2 (2005), p. 86
[6] A pena de reiterarnos, explicaremos aquí al lector, ¿también a Arturo Ruiz y su equipo?, que la monumental obra sobre la historia de Roma de Tito Livio (Ab urbe condita, datada en el siglo I. a. C. pero sólo transmitida a partir de textos fragmentarios del siglo IV d.C.) se nos presenta, desde el punto de vista histórico, como una hábil combinación de obras de segunda mano, casi todas latinas, a excepción de Polibio, en el que precisamente se basó para narrar los episodios de la Segunda Guerra Púnica, no sin modificarlo con mayor o menor prudencia de acuerdo con tal o cual analista, ni sin incurrir en contrasentidos. Si existe un autor clásico con el que hay que tener preocupación es Tito Livio: no utiliza documentos originales ni corrobora los lugares donde se desarrollan las acciones. Por tanto no se puede asentir de una manera definitiva a sus asertos, ya que no están contrastados. Esto es de primero de carrera.
[7] RUIZ, Arturo et al., op. cit., p. 17: “la ubicación de Ossigi en Cerro Alcalá parece confirmada por epigrafía (González y Mangas, 1991), aunque con algunas dudas razonables, por su alejamiento del río Guadalquivir”; versus p. 33: “la localización de Baecula cobraría más credibilidad si hubiese estado en un punto anterior a Castulo, aunque siempre cerca de este oppidum y sus minas de plata”. La zona propuesta de Santo Tomé se encuentra a unos 60-70 kilómetros de Castulo y completamente fuera del contexto de sus minas de plata.
[8] Ibidem, p. 15.
[9] Ibidem, p. 3.
[10] CANTO, Alicia M., “Ilorci, Scipionis rogus (Plinio, NH III, 9) y algunos problemas de la Segunda Guerra Púnica en la Bética”, en Rivista Storica dell'Antichità (Universidad de Bolonia), nº 29 (1999), pp. 127-167. La aportación de Alicia Canto deriva de una forma concreta de traducir el texto de Plinio que permite ubicar el escenario de la captura y muerte de Cneo Escipión en Ilorci sobre el giro hacia Occidente del Guadalquivir en la Sierra de Segura, donde hoy se ubica el pantano del Tranco: “El Betis [...] esquiva luego en Ilorci el monumento funerario de Escipión y, volviendo su curso hacia poniente, se dirige hacia el Océano Atlántico”. En estos parajes de Segura de la Sierra y Orcera se encuentran lugares como Hornos “el viejo” y la “teinada de los Guisados”, topónimos evocadores del rogus scipionis, esto es, la pira en la que Cneo Escipión murió calcinado en el año 211 a.C.
[11] RUIZ, Arturo et al., op. cit., p. 29. Al igual que hace con el significativo estudio de la doctora Canto, la memoria infravalora la ya tradicional identificación Baecula-Bailén, calificándola de “aproximación toponímica”.
[12] Declaraciones de Arturo Ruiz publicadas en Diario Jaén (Jueves, 15 de julio de 2004, p. 12) con el titular: “La batalla que decidió la suerte de Hispania cambia de lugar”. En posteriores declaraciones se insistió en el mismo argumento: “Respecto a los argumentos que le llevan a afirmar que la Batalla de Baecula fue en Santo Tomé y no en Bailén, Arturo Ruiz recordó que la descripción que hacen varios historiadores romanos del lugar de la batalla “implica la existencia de una ciudad ibérica próxima” y con un cerro ubicado en un radio de cinco kilómetros”. Fuente: Yahoo News/Europa Press, 30 de junio de 2005. Ver mismo enlace que la nota nº 4.
[13] Todos estos parajes se encuentran inscritos por su interés arqueológico en el Inventario de Bienes Inmuebles de Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (Junta de Andalucía, Conserjería de Cultura; códigos 230100002 a 230100016). Además, el origen del propio núcleo urbano de Bailén hay que buscarlo en una fortaleza de origen bereber, a semejanza de los antiguos fuertes cuadrangulares de época romana, cuyos numerosos vestigios en nuestra región debieron observar y estudiar, y sobre los que sin duda reconstruirían algunos para su uso. Así lo estudió ESLAVA GALÁN, Juan, Castillos y Atalayas del Reino de Jaén, Granada: Diario IDEAL, 1990-1999. Véase también PEREA MONJE, Miguel Ángel y VILLAR LIJARCIO, Juan José, El castillo y fortaleza de la villa de Bailén. Premio Historiador Jesús de Haro Malpesa (Bailén, 2007). En esta fortaleza de origen bereber se han documentado restos pre-islámicos: una inscripción visigoda sobre una fundación monástica de finales del siglo VII y dos epígrafes latinos:
1) CLAVDIVS. CLAV. / SE VIVO FACIVN --- / CORNELIAE. CORN --- /
2) P.C.P.F. SPANUS. AI --- / P.C.P.F. SABIÑ --- /
Ambos epígrafes romanos fueron transmitidos por el cronista prior Francisco Rus de la Puerta en su obra “Obispos de Jaén y Segunda Parte de la Historia Eclesiástica de este Reino y Obispado [...]” 1634, folio 229 vº. (Biblioteca Nacional, manuscrito nº 5737), incluidos por Hübner en su Corpus de Inscripciones Latinas (nº 3260 y 3262) y recuperados en nuestros días por CORCHADO Y SORIANO, Manuel, “Problemática sobre una lápida de fines del siglo VII en Bailén”, en Anejos de Gerión, vol. I (Madrid, 1988), pp. 395-410. Este mismo artículo apareció primero publicado en el Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, núm. 77 (1973), pp. 51-64.
Más datos: En septiembre de 1981, durante unas obras de restauración llevadas a cabo en la Capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, sita en la bailenense calle del mismo nombre, se descubrieron bajo el pavimento (en la parte inmediatamente anterior a las escaleras del presbiterio) una tumba dentro de la que se encontraron un candil y una vasija, típicos elementos del rito funerario romano, por lo que no es muy difícil afirmar que aquel descubrimiento date de esa época, según informó Juan Soriano Izquierdo en esta misma revista Bailén Informativo (nº 2, 1982, p. 33).
[14] RUIZ, Arturo et al., op. cit., p. 31-32.
[15]Ibidem, p. 46.
[16] Ibidem, p. 29.
[17] Ibidem, p. 34.
[18]RUIZ, A., “Los pueblos íberos del Alto Guadalquivir: Análisis de un proceso de transición”, en Cuadernos de Prehistoria de La Universidad de Granada, nº 3 (1978), pp. 255-284; RUIZ, A., et al. “El modelo político del pago en el alto Guadalquivir [...]”, en Territori polític i territori rural durant l´edat del Ferro a la Mediterránia Occidental, 2001, pp. 11-22 Los “municipios de Arturo Ruiz” tienen una larga trayectoria de atención arqueológica, pues fueron ya estudiados durante principios del siglo XX por Román Pulido, médico de Villacarrillo y aficionado a la arqueología que llegó a ser nombrado por la Real Academia de la Historia Correspondiente de Bellas Artes para la provincia de Jaén. Bien conoce Arturo Ruiz las intervenciones de Román Pulido y las reseñas y notas que sobre alguna de ellas se publicaron en la Revista Don Lope de Sosa (sobre Los Turruñuelos de Santo Tomé véase los números 1 y 2 del año 1914).
[19] RUIZ, Arturo et al., op. cit., p. 51-53. Más aún pobre resulta la presentación de estos materiales sin referencia cronológica alguna y con la única comparativa funcional a similitudes con otros restos encontrados en la provincia de Álava (región donde las legiones romanas no llegaron hasta dos siglos después, y en el que las tropas púnicas, como todo el mundo sabe, acampaban con frecuencia).
[20] Ibidem, p. 54.
[21] Diario Jaén (Jueves, 15 de julio de 2004, p. 12.)
[22] Diario El País (Edición Andalucía, Jueves, 15 de julio de 2004, p. 16.)
[23] Diario Ideal (Edición Jaén, Jueves, 15 de julio de 2004, p. 45.)
[24] Todas estas cuestiones se debatieron en los foros de terraeantiqvae.com y celtiberia.net, donde puede encontrarse todas las declaraciones que transcribimos.
[25] Nota de prensa de Europa Press de 30 de junio de 2005. Ver mismo enlace que nota nº 4.
[26] Enlaces: http://www.celtiberia.net/verrespuesta.asp?idp=5513 [junio de 2005- marzo de 2006] y http://www.celtiberia.net/verrespuesta.asp?idp=7336 [abril-mayo de 2006]
[27] El proyecto cuenta con 18.000 euros de presupuesto: 12.000 aportados por el Ayuntamiento de Santo Tomé (olé, por ellos) y sólo 6.000 aportados por la Junta de Andalucía.
[28] Artículo publicado por Diario de Jaén (22 de noviembre de 2006) con otro contundente titular: “El primer campamento cartaginés hallado en España, en Santo Tomé”. En una nota de prensa de Europa Press de 20 de noviembre de 2006 Arturo Ruiz anunciaba que continuarán “avanzando en el estudio de las acciones de la batalla en pro de realizar una reconstrucción virtual”. Entre los nuevos restos encontrados, Arturo Ruiz destaca como “han aparecido elementos sutiles de lo que era por ejemplo la empalizada” del campamento cartaginés (Diario Ideal, 21 de noviembre de 2006, p. 50). Mientras tanto, la supuesta ciudad de Baecula en el Cerro de los Turruñuelos sigue (y seguirá) sin excavar pues por ahora (por lo anunciado en la prensa) todos los trabajos se ciñen (y ceñirán) a encontrar restos de la batalla en el entorno del Cerro de las Albahacas. El CAAI, que sin duda sabe venderse muy bien -tres días consecutivos en la prensa provincial-, no sólo quiere seguir marcando hitos en el “avance científico para la metodología arqueológica en el estudio de las guerras” (¡?), sino que además pretende situarse como “referente arqueológico nacional”.
[29]Declaraciones de la profesora Alicia Canto en el foro de Terra Antiqvae (22 de noviembre de 2006). Véase el mismo enlace que la nota nº 4.
[30]http://es.news.yahoo.com/050630/4/450me.html
[31] RUIZ, Arturo et al., op. cit., p.62.
[32]RUIZ, Arturo, MOLINOS, Manuel y HORNOS, Francisca, Arqueología (Reflexiones desde un proyecto arqueológico no inocente). Jaén, 1986.
[33] Granada Digital, 1 de febrero de 2006. Enlace:
http://www.granadadigital.com/pages/amplia.php?id=12458&parte=Cultura
[34] Para el siglo III a.C. Castulo ya era la “ciudad más importante de la Oretania”. El papel centralizador desarrollado por Castulo hizo que se convirtiera desde muy temprano en el centro de esta región minera y agrícola del Alto Guadalquivir. Los restos materiales de la ciudad de Castulo se encuentran a 5 kilómetros de Linares, por la carretera de Torreblascopedro, en el margen derecho del Guadalimar. Debido a su emplazamiento, en plena campiña y a orillas de un importante afluente del Guadalquivir, la ciudad de Castulo se convirtió desde un primer momento en un foco comercial de primer orden, punta de lanzadera de la comarca.
[35] ARBOLEDAS, op. cit., p. 90-92. Este mapa del área minera de Sierra Morena Oriental, distrito minero de Linares-La Carolina, está sacado de este trabajo del profesor Arbelodas, el cual reconoce elaborado a partir de uno previo de Luis María Gutiérrez Soler y Juan Pedro Bellón (1999) y ahora retocado por nosotros.
[36]RUIZ, Arturo et al., op. cit., p. 33.
[37] Para la doctora Alicia Canto en este “nudo gordiano” de la Sierras de Cazorla, Segura y las Villas, en la cabecera alta del Guadalquivir -pantano del Tranco-, unos 30-35 kilómetros al nordeste de Santo Tomé, es donde muy probablemente fracasaron los generales romanos Publio y Cneo Cornelio Escipión, en el año 211 a.C., con Cartago Nova (Cartagena) todavía en manos cartaginesas.
[38] RUIZ, Arturo et al., op. cit., p. 34-37.
[39] Ibidem, p. 35-36.
[40] BLAZQUEZ, José María, “Castulo en las fuentes histórico literarias anteriores al Imperio”, en Oretania, nº 21 (1965), p. 126: “El sistema de gobierno indígena de Castulo lo desconocemos, pero es casi seguro que fuese una monarquía hereditaria. Probablemente el rey Kolichas (Liv. 28, 13, 3), que reinaba sobre 28 ciudades y que proporcionó a Escipión 3.500 hombres, era rey de la región de Castulo, puesto que el general romano, viniendo del Norte, se une a él en Castulo en el año 206 (Liv.28, 13, 1).”
[41] CORZO, Ramón, “La Segunda Guerra Púnica en la Bética”, en Habis, nº 6 (1975), p. 213-240.
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Dice usted que desde hace dos años se ha intentado desprestigiar a Arturo Ruiz acusándole de "intereses urbanísticos". Bueno, yo soy de Bailén (Jaén) y puedo asegurarle que por aquí nunca nadie ha dicho o escrito semejante tontería que, por supuesto, no viene al caso, ni tiene ningún sentido.
No puede usted negar lo evidente. Solo tiene que ver cualquier noticia relacionada, la última precisamente en elDiario Jaén de ayer, 28 de noviembre de 2007, sección Provincia, titular "Santo Tomé tendrá un Centro de Interpretación sobre Baecula" (no encuentro ningún enlace web).
Es más, el interés turístico es reconocido por el propio CAAI, sin mayor problema, en su única memoria de investigación (2004). Copio del artículo:
"el proyecto [del CAAI] tiene como principal objetivo rentabilizar sus resultados como valor cultural, “como recurso económico de tipo turístico”. Así comienza la memoria del proyecto y así termina: “los nuevos resultados que se incorporan han de transferirse a la sociedad a través de programas culturales. En este caso [...] en la Ruta de las Batallas y los Castillos que promueve la Diputación de Jaén para la zona occidental de la provincia, con su desplazamiento hacia el este posibilita que duda cabe, la ampliación del proyecto hacia el este de la provincia. Sin embargo, si no se pretende estratégicamente esta opción por el momento, lo que no cabe duda es que permite articular esta ruta cultural con la que también la Diputación Provincial de Jaén promueve con el título “Viaje al Tiempo de los Íberos” [nota 31, remite a la página 62 de la memoria del CAAI]
Todo ello, recordemos, de un descubrimiento sin confirmar. O sea, vendiendo el oso antes de cazarlo, lo que, personalmente, no me parece muy pulcro o académico.
Pues yo no estoy tan seguro de que prospere tal proyecto, y me explico: cuando nuestro Museo Arqueológico Provincial (con una de las mejores colecciones de arte ibérico) no tiene ni tan siquiera un sistema de alumbrado suficiente como para iluminar ambas plantas, cuanto tantos y tantos yacimientos aún sin excavar siguen siendo expoliados, cuando los tramos de calzadas romanas están siendo sepultados bajo las nuevas calzadas del siglo XXI, en fin, que me da risa pensar en un complejo arqueológico en un pueblo como Santo Tomé. De verdad que me dá risa.
Esto suena más que nada a promesa política, a la fábula del burro y la zanahoria (ojalá me equivoque). A lo sumo lo que ocurrirá será que se incluirá este lugar en la estéril ruta del "Viaje al tiempo de los iberos" y quizá en la no menos estéril "Ruta de los Castillos y las Batallas". Pero estén seguros de que los tomeseños seguirán viviendo igual.
Un saludo.
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