Autor: Arquidioniso
miércoles, 05 de diciembre de 2007
Sección: Etnografía
Información publicada por: arquidioniso


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Gachupines, charros y majos.

Notas y memorias sobre el nacionalismo y los necionalismos.

Cuando nací no sabía que era...poco a poco me di cuenta de que existía algo muy vago llamado "lo mexicano", o "lo nuestro" o como quieran decirle. Aprendi a hablar, leer y escribir una forma de castellano mejicanizado que me enseñó mi abuela materna. Por las tardes nos sentabamos en al batiente del corredor de la casa, en el pórtico, y ahi había un ladrillo con la marca del fabricante de baldosas...decía: mosaicos Hércules, Guad. Jal. , con el dedo, y de la mano de mi abuela recorría las letras y descubrí que eso era leer.


Asi me enteré de muchas cosas, entre las primeras estuvo la vida de Velazquez, el de las meninas. En el jardín de niños me regalaron ese libro. Del corredor a la cocina descubrí los sabores mexicanos, y los modos de hablar de mis tias, los modos de comer de mi familia, y mil modos más de ser algo que todavía no se sabe que es: ser mexicano.


Con mi abuelo paterno sucedían otras cosas: llegaba de repente y les decía a mis padres: -Vamos a ir a los Altos, me llevo al güero.- O sea yo. Lo emocionante del paseo era que entre caballos, armas y tierras muy amplias, la tarde y el día siguiente se convertían en un sueño extraño de  realidades belicosas, himnos marianos, pláticas con ancianos y buenas comidas alteñas.


El regreso era lo mejor: en un autobus desvencijado miraba a los pasajeros de todo tipo, corte y calaña. Unos malencarados, otros dormidos y otras muy bellas. En mi infancia, las mujeres tuvieron un gran efecto. Desde la sabiduría de mi abuela que me enseño a leer y cantaba en occitano, la energía de mi madre y la sensualidad y belleza de todas las demás que me rodeaban y rodean hasta la fecha. (Lo celebro agradecido.)


Creo que ser mejicano de tiempo completo debe ser algo muy enfadoso, algo asi como ser "necionalista" profesional que a la primera provocación saca las banderas y entona los himnos.


Lo mismo puede pasar con lo que sea. Al final es aburrido. Mis tíos, andaluces, muy majos y toreros eran tolerables y graciosos por un rato, pero después de cinco horas de oles y muletazos, la cosa se ponía pesada. Lo mismo con un señor cubano que iba de visita y que se creia una especie de gracioso de tiempo completo, que daba en cara con dos o tres chistes, que a la cuarta se quedaban sin chiste.


Creo que los estereotipos de lo mejicano, lo español, lo gringo o lo afganistano, son lo que echan a perder las cosas. Al final de cuentas todo es igual. Y no se es más de esto o de a aquello por andar desfaciendo entuertos todo el día.


La pregunta pertinente sería entonces: ¿Donde, como y que es eso de ser como se es?...¡Que define una nacionalidad, una raza, una pertenencia, un modo de pensar, sentir y hacer?


Muchas Romas, muchos romanos...muchas Españas muchos españoles, muchos Méxicos, muchos mexicanos.


Conservar la esencia de algo significa reconocer el órigen. En realidad somos un masacote de pluralidades. Una enSALAda, si se me permite la referencia culinaria...un poco de esto y aquello y tal de aquí y tal de alla y le meneamos para este y ese lado y miren : aqui esta el ser gallego, o mejicano, o alteño, o madrileño, o español, o tapatío. (Los tapatíos somos los nacidos en Guadalajara, México y eso es furibundamente diferente a ser mexicano o chilango)


Por ejemplo, el estereotipo de lo "mejicano", que se difunde en todas partes no es uno solo...algunos lo imaginan como un tipo que está dormido, recargado en un cactus y agazapado bajo su gran sombrero. Otros lo imaginan como alguien con enormes bigotes y enfurecido, blandiendo una pistola, otros como un charro muy bragado en su caballo, cantando canciones rancheras.


Con los españoles sucede lo mismo, o a mi me sucedió, cuando visité por primera vez a la Madre Patria ...lo andaluz me encanta y cuando descubrí Galicia quedé sorprendido por la impresionante calidad de la gente, y sus bosques maravillosos y su industria y su cocina,  no vi nada que me indicara que la fama que se les atribuye, sea cierta. Y me falta descubrir toda España y todo México.


En cualquier parte pasa lo mismo, y termina uno por convencerse de que lo más importante es reconocer las semejanzas en lo diferente y las diferencias en lo semejante.


Antes de que los medios de comunicación existieran, no teníamos ninguna imágen clara de nada...y hoy estamos peor... cualquier revista o sitio del ciberespacio nos informa y desinforma de todo o casi todo. Y asi se forman los prejuicios. Un ejemplo histórico, son las historias sobre la esclavitud a la que se sometieron a miles de personas buenas y nobles en Africa.


Los estereotipos sobre las personas de piél oscura se difundieron con facilidad por medio de grabados...la imprenta hizo su parte en la fabricación de los prejuicios. Hasta el mismo Mozart en la ópera de "La Flauta Mágica" los toma como sinónimo de feo o espantoso.


En Méjico, los gachupines no tenían tan buena fama entre algunas personas. Se les veía con desconfianza, como si fueran el vivo ejemplo del abuso prejuicioso, promovido en parte por las leyendas populares, los chismes y los chistes, y por la leyenda negra que nadie sabe de ella, pero que la mayoría se la cree a pie juntillas, gracias a la anticuada verborrea oficial y jacobina. Pero por fortuna, esto comienza a cambiar.


Los árabes siempre serán negociantes; los gringos, turistas y tontos; los chinos, misteriosos; los chilangos, tramposos; los cubanos bailarines tropicales; los suizos extraños y precisos (¿Que se puede esperar de un pueblo que se dedica a fabricar navajas, relojes y quesos y guardan el dinero de todo el mundo?)...los hindues, desarrapados; los franceses buenos amantes; los italianos, gritones y en el "dolce far niente"; los brasileños baile y baile sambas eternas; los argentinos...sin palabras; los suecos, medio locos por el frio; los rusos bailando la balalaika y con vodka en el cerebro; los mejicanos, enchilados y perezosos; y al fin: los humanos...incomprensibles.


Uno escoge la máscara para presentarse, el único problema es que las máscaras son animales resentidos, ambiciosos y hambrientos, a los que hay que darles de comer.


 


 

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Comentarios

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  1. #1 alevin 10 de dic. 2007

    Arquidioniso, me alegro de que por fin te llegaran.


    Por cierto siempre he oído el que los charros provenían de los originarios homónimos de la SALAmanca española  y que incluso el traje y el sombrero derivaban de los originales salmantinos (más claro lo veo en los gauchos en relación con los maragatos), pro realmente no veo mucho parecido. ¿Algúna teoría al respecto?


    Paz y bien

  2. #2 Teshub 11 de dic. 2007

    Que yo sepa, el único virrey de la Nueva España originario de las "cercanías" del Laredo montañés fue el primer conde de Revillagigedo, aunque realmente había nacido en Reinosa. Y fue durante su etapa cuando los nombres montañeses o santanderinos se emplearon en territorio mexicano, especialmente en la zona de Tamaulipas, entonces denominada Nuevo Santander (incluyendo la Reynosa de Tamaulipas o de san Antonio). Pero su nombre era Juan Francisco Güemes y Horcasitas, nada que ver con gachupín. Su hijo y posterior virrey también, Juan Vicente Güemes y Pacheco de Padilla, había nacido en La Habana.


    http://personales.mundivia.es/flipi/Cuadernos/Cuaderno_4/Conde_de_revillagigedo.htm


    Cachopín es un apellido laredano que aparece en el capítulo XIII del Quijote ("Aunque el mío es de los Cachopines de Laredo, respondió el caminante, no le osaré yo poner con el del Toboso de la Mancha puesto que, para decir verdad, semejante apellido hasta ahora no ha llegado a mis oídos. Como ese no habrá llegado, replicó Don Quijote."), en la previa Diana de Montemayor (“Yo os prometo, a fe de hijo dalgo, porque lo soy, que mi padre es de los Cachopines de Laredo…”.) , pero que también se cita bajo la forma de guachapín, como en el poema de Andrés Rey de Artieda, dramaturgo valenciano del s. XVI, quien señala en una de sus octavas dedicadas a Don Antonio de Cardona, a cuyo linaje vinculó la descendencia de Colón: "No se gastó mejor papel ni tinta / Ni mejor se deslinda este misterio / que a donde el Lusitano un paje pinta / que sus hechos platica con Valerio (...) / hasta mostrarle al ojo y con el dedo / que es de los Guachapines de LAREDO."


    La primera cita de algún miembro concreto de la familia Cachopín aparece enlasBienandanzas  e Fortunas (1471-1476), de Lope García de SALAzar (quien, al citar los linajes de Laredo, refiere "E deste linaje de Villota, sucedió Ruy González de Cachopín")  y en la Historia General de Vizcaya, de Iturriza, p. 26, donde se menciona al Doctor García Fernández de Cachopín, natural de Laredo y autor de un libro de historia titulado las Grandezas de Vizcaya de 1386 (realmente del s. XVI), donde refiere que el origen de la palabra Bizcaíno derivaría de una frase de Cesar Augusto a los rebeldes cántabros que sería Biz-Caynes, es decir, dos veces peor que Caín. En documentos oficiales, consta en la A.G.S. Cámara de Castilla, Memoriales. Leg. 118, doc. 108, una referencia en 1517 a "el bachiller Rodrigo Cachopín, regidor de la villa de Laredo", y en el mismo archivo Leg. 155, doc. 51,otra referencia, de 1522, a "los hijos y herederos del bachiller Cachopín y sus consortes," y a "Juan Cachopín, vecino de la villa de Laredo," (Leg. 155, doc. 96), quien en 1534 es citado como escribano (Leg. 221, doc. 66),


    Sin embargo, el apellido cachupín aparece mencionado como más antiguo que cachopín en las referidas crónicas oficiales, donde se citan ambos apellidos en Laredo a comienzos del s. XVI. De hecho, la primera cita de Ruy González Cachupín, obispo de Burgos, está datada el 14 de diciembre de 1487 (A.G.S. Cámara de Castilla. Pueblos. Leg. 10, doc. 31). Y la segunda cita es de 7 de agosto de 1494, referida a Pedro Ruiz Cachupín, procurador general del concejo de la villa de Laredo,  figurando el mencionado Ruy González Cachupín como testigo (A.G.S. Cámara de Castilla. Pueblos. Leg. 10, doc. 34). El 12 de agosto de 1494 aparece de nuevo citado un Martín Ruiz Cachupín, demostrando que el apellido resultaba habitual de la villa de Laredo. El 14, 19, 20 y 25 de febrero de 1495, y 4 de abril de 1496 se menciona a el escribano de la villa de Laredo Ruy González Cachupín, quien por lógica ha de ser diferente del obispo de Burgos (A.G.S. Cámara de Castilla. Pueblos. Leg. 10, doc. 75, y Leg. 20, doc. 555, 569 y 576).


    En 1504, los archivos de los Reyes Católicos muestran que los Cachupín, o más exactamente, el linaje Villota-Cachupín, es una de las dos familias más importantes de Laredo:


    Los Reyes Católicos, ordenan al corregidor de las cuatro villas de la costa de la mar que realice una información sobre la elección de oficios en la villa de Laredo y nombre a personas honradas vecinos de la villa para que sean electores de los oficios, ya que que Juan de la Obra, por sí y en nombre de los linajes y escuderos de La Obra, vecinos de Laredo, les había manifestado que la citada villa contaba con dos linajes: la Obra y Cachupín Villota, entre los cuales se repartían los oficios de regidores, fieles, procuradores, y escribano, pero que desde hacía cuatro o cinco años, y a petición de un vecino de la villa, la elección de los oficiales se hacía de otra manera; se elegía por sorteo a uno de los oficiales del año anterior para que eligiese a los cuatro electores que debían elegir los dichos oficios, los cuales recaían en el linaje de Cachupín Villota, por lo que el linaje de La Obra se sentía perjudicado. (A.G. S. Cámara de Castilla. Pueblos. Leg. 10, doc. 41.)


    Por su parte, en México, el texto de Juan de Cárdenas, de 1591, emplea  la palabra “cachupín”, mostrando que esa era la forma original del nombre :


     “Para dar muestra y testimonio cierto de que todos los nacidos en Indias sean a una mano de agudo, tracendido y delicado ingenio, quiero que comparemos a uno de los de acá con otro rezín venido de España. Y sea ésta la manera, que el nacido en las Indias no sea criado en alguna d'estas grandes y famosas ciudades de las Indias, sino en una pobre y bárbara aldea de indios, sólo en compañía de quatro labradores; y sea, assimesmo, el cachupín o rezín venido de España criado en aldea. Y, júntense éstos, que tengan plática y conversación el uno con el otro: oyremos al español nacido en las Indias hablar tan pulido, cortesano y curioso y con tantos preámbulos, delicadeza y estilo retórico no enseñado ni artificial, sino natural, que parece ha sido criado toda su vida en corte y en compañía de gente muy hablada y discreta; al contrario, verán al chapetón, como no se aya criado entre gente ciudadana, que no ay palo con corteza que más bronco y torpe sea. Pues ver el modo de proceder en todo del uno tan differente del otro, uno tan torpe y otro tan bivo, que no ay hombre, por ignorante que sea, que luego no eche de ver quál sea cachupín y quál nacido en Indias”.


    Por tanto, resulta más que probable que la referencia cachupín/gachupín mexicana provenga del apellido de la familia laredana Cachupín, aunque la forma en que el mismo arribó a México no pueda determinarse con exactitud.


    Desgraciadamente, la palabra gachupín también tuvo un uso ciertamente lamentable, como el protagonizado por el cura Jose María Morelos durante su guerra de independencia: ”¡Abrid los ojos, americanos, que la victoria está por nuestra! Ya hemos matado más de la mitad de los gachupines que había en el reino. Pocos nos falta que matar, pero en guerra justa; no matamos criaturas inocentes, sino gachupines de inaudita malicia”.


    Menos mal que Arquidionisio piensa de otra manera. Espero que sean más los arquidionisios que los morelos en el México actual...por mi parte, cuando estuvé allá me sentí como en casa.

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