“Desde su aparición, la Dama de Elche ha tenido que soportar dudas acerca de su honestidad. ¿Es auténtica o es falsa? ¿Es un hombre,  es una mujer o ni lo uno ni lo otro? ¿Es un busto, es la mitad superior de una escultura de cuerpo entero, como sus primas y vecinas, las damas del Cerro de los Santos?”

En periodos de exaltación nacionalista (española) o regionalista (valenciana), la Dama de Elche se ha convertido en el totem cultural que representa la nacionalidad española antes de Roma o la cultura autóctona. Como dice Pemán: “La misma dama de Elche aparece con la cabeza y el cuello pudorosamente cubierto de paños. Parece que las primitivas mujeres españolas estaban nada más que esperando que se levantara la primera iglesia de Cristo, preparadas ya con sus tocas para asistir a la primera misa” José María Pemán, La historia de España contada con sencillez, Madrid, 1939, Año de la Victoria.

La oportuna aparición de la Dama, en el contexto del desastre de la pérdida de Cuba y Filipinas, en 1898, sugería una lectura política al demostrar la avanzada civilización que había alcanzado España antes de los tiempos de Roma. “De ahí lo oportuno que resultó el hallazgo de la Dama de Elche la cual pudo verse, en fin, como la prueba  palpable de ese ideal elusivo  que muchos españoles finiseculares  habían estado persiguiendo con tanto ahínco. (…) su aspecto era maravillosamente moderno, con un punto de exotismo a lo Moreau, y no pocas evocaciones a la SALAmbó de Flaubert. La estatua sugería un cierto optimismo histórico, como si anunciara una nueva grandeza para un futuro inmediato…”Juan Antonio Ramírez, “El mito de la Dama de Elche”, Historia 16, número, 251; febrero de 1997, pp. 74-79.

Juan Eslava Galán 

Dejémoslo en que es una escultura de influencia griega, pero con adornos inequívocamente similares a los utilizados por los sacerdotes de Cibeles, que representa a un gran sacerdote de la diosa ataviado con ropajes y adornos rituales.

Tenemos fuentes escritas donde se describe el notable aspecto de los sacerdotes de “Kybele”, una casta aislada, cuyos miembros se diferenciaban por sus divisas, sus ropas y adornos. La literatura es rica en las descripciones de los Galli y de los Archigalli y su rica vestimenta.

Podemos ver en ambas imágenes, la romana y la ilicitana: una túnica abrochada con una fíbula anular, sobre ella un vestido terciado sobre el pecho, y por encima un manto de tela gruesa, sobre ellos los grandes collares, dos con colgantes en forma de anforillas y, el inferior, con grandes lengüetas. Sobre todo lo demás, el tocado: un velo, que se introduce por detrás bajo el manto, es alzado sobre la nuca con la ayuda de una especie de peineta; una funda sobre él, se ajusta al cráneo, y además de servir de soporte a filas de esferillas que adornan el borde sobre la frente, cumple la finalidad de dar sujeción.

Podemos apreciar como la descripción de la vestimenta es común para las imágenes de los sacerdotes que podemos ver en el Museo Vaticano de Roma.

La Dama de Elche debería de identificarse con los “nuevos tiempos” que corren por Iberia y quizás ..... salir de su armario de cien años.