Cuando era niño me contó mi padre el origen del nombre de Cebreros como a él se lo contaron.
-“Un rey de Castilla que iba de cacería encontró un Cebra y la mató, de ahí el nombre de este pueblo”.
Incluso a tan corta edad y dada mi afición a la zoología no pude dejar de expresar mi extrañeza ante tan improbables hechos, ya que nunca en tiempos históricos ni prehistóricos camparon las Cebras por Europa, al menos tal como conocemos hoy en día.
Me resultaba un tanto chocante ver representada una Cebra africana en el escudo de esta villa abulense de la que es originaria mi familia.
Con el tiempo seguí escuchando y leyendo todo tipo de teorías y leyendas apócrifas en relación con el origen del nombre de Cebreros.
Fue al leer un artículo de Carlos Nores titulado “Del cebro ibérico a la cebra africana”, publicado en el nº 2 (Noviembre de 1996) de la revista BIOLÓGICA, cuando volvió a despertarse en mi interior el interés por aquel mítico animal que habitó alguna vez los pagos cebrereños. Aquella Cebra fuera de lugar volvía a galopar por mi mente.
En el citado artículo se hace mención al Zebro (Equus hydruntinus), cuya presencia en la Península Ibérica está documentada desde el siglo XII, encontrándose un derivado de dicha palabra en un texto del siglo X. Aparece con profusión en las crónicas de caza, ”Montería de Alfonso XI”, escrito en la primera mitad del siglo XIV, en “Relación de Chinchilla”, de 1576,(donde se hace referencia a la presencia en estado salvaje de esta especie en el término de dicha villa), y en textos valencianos del siglo XV, desapareciendo de las crónicas de caza entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Volviendo ha aparecer en referencias aisladas con posterioridad, concretamente en 1682, en un texto en el que se hace mención a un “jumento Cebro” domesticado en el provincia de Badajoz, lo cual indicaría una extinción parcial o al menos una grave rarefacción como rápido tránsito hacia la extinción total.
La dilatada presencia del Zebro en la península nos ha legado desde representaciones de arte rupestre hasta un buen número de topónimos relacionados con su nombre, con los territorios querenciosos para este animal o con sus cazadores, y Cebreros es un nítido ejemplo, conocido también como Ezebreros tras la Reconquista cristiana, y si ninguna nueva fuente histórica o arqueológica dice lo contrario, el topónimo de Cebreros debe tener con casi total seguridad como origen al Zebro, y su acepción actual deriva de lugar donde habitan los Zebros o asentamiento de cazadores de Zebros, no entrando en colisión con la teoría del término latino Equiferum, traducido como equino salvaje, y siendo este término latino perfectamente aplicable a la presencia de nuestro Zebro en nuestro país, pues ya los romanos debieron verlo huir ante el paso de sus legiones.
Puede incluso deducirse que el término Equiferum dio lugar a las distintas acepciones del término Zebro, partiendo del latín y derivando en los términos Encebro, Zebro, Encebra y Cebra de las lenguas y dialectos romances ibéricos.
Los topónimos relacionados con el Zebro son abundantes por toda la geografía Ibérica, contándose más de cien. Pudiéndose reconstruir su distribución geográfica a partir de dichos topónimos, que se extienden desde Galicia, Asturias y Norte de Portugal, hasta el Algarve Portugués, Castilla-León, Extremadura, Castilla-La Mancha, Andalucía, Murcia, Aragón y El Levante Mediterráneo .
Algunos topónimos más importantes son Piedrafita do Cebreiro ( Lugo),Auga dos Cebros (Pontevedra), Vegacebrón (Asturias), Zebreira, Zebros, Monte dos Zebros (Beira Baixa), Vale da Zebra (Ribadetejo), Ribeira de Zebro (Moura), por el Este hasta Teruel en Valdencebro, el Abrigo de los Encebros (Alacón) ,Centro Peninsular , Cebreros (Avila), Acebrón (Cuenca) y por el Sureste hasta Albacete, Alicante y Murcia , Los Encebros (Chinchilla), Encebras (Alicante), y Las Encebras (Murcia).
Las crónicas medievales describen al Zebro como un équido parecido al asno o burro doméstico, pero de mayor alzada, más fuerte o robusto, muy veloz en la carrera y de carácter temperamental y huidizo.
Las diversas descRIPciones nos indican que su pelaje era de un color general gris ceniza (de pelo de rata), presentando una banda dorsal oscura o casi negra desde la cruz hasta la cola, así mismo desde la cruz se extendían dos líneas del mismo color oscuro por los homóplatos hasta el brazuelo, denominadas estas líneas como “Cruz de San Andrés” característica típica de los asnos asiáticos y africanos domésticos y salvajes, pero también de otras especies de équidos salvajes como el Onagro, el Hemión y el Caballo de Przewalski. Así mismo tenían el morro de color oscuro y presentaban rayas cebradas en el tercio inferior de las extremidades
En la relación de Chinchilla, se hace una breve descRIPción:
…”a manera de yeguas cenizosas, de color de pelo de rata, un poco mochinas, que relinchaban como yeguas y corrían más que el mejor caballo y las nombran encebras” (Torres Fontes y Molina y Molina, 1980).
Era muy apreciado su cuero y su carne, pues decían que era tonificante y muy proteica, y que se comía “para quitar pereza”. (Arte Cisoria. E. de Villena. Corominas y Pascual 1984).
Así mismo se citan en los textos de los fueros medievales los métodos de caza de este animal, el aprovechamiento que se le daba y su presencia o ausencia en las jurisdicciones, datándose un considerable declive en cuanto a su número y distribución a partir del siglo XIII
El Zebro habitó en el Sur de Europa y Oeste de Asia desde el período Villafranquiense hasta el último período prehistórico, al final de la última glaciación (8000 adC), sobreviviendo en el solar Ibérico desde entonces hasta el siglo XVI o XVII , habitando las llanuras y estepas de zonas montañosas del Centro, Sur y Sureste de la Península.
Entre 1980 y 1990 se descubrieron en la Península Ibérica restos subfósiles de época histórica pertenecientes al Zebro (Equus hydruntinus) tanto anteriores como posteriores a la introducción del asno o burro doméstico desde oriente por los Fenicios, y del asno o burro doméstico africano por los Romanos , por lo que queda claro que no puede ser atribuida su presencia como asno asilvestrado o salvaje descendiente de ejemplares domésticos, como han propuesto algunos historiadores, pues sus cascos ya hoyabanla península Ibérica antes de la llegada de sus primos asiáticos y africanos.
Fueron las llanuras y estepas del Sureste Español el último refugio de una especie que se vio abocada a la extinción por los inexorables cambios medioambientales y por la presión humana.
Lo que nos dejó en herencia fue su nombre, dado por los exploradores portugueses a lo équidos salvajes que hallaron en el Sur y Este de África al doblar el cabo de Buena Esperanza en sus viajes comerciales, y que bautizaron como Zebras en referencia al animal que habitaba España y Portugal y que ellos conocían.
Muestra de la autoría del nombre dado a las Cebras por los portugueses es el texto de las crónicas de Alfonso X “El Sabio” y en la que se dice lo siguiente:
“…Y estando el Rey Don Alfonso en Sevilla y todas las gentes con él en este cumplimiento que hacían por su padre, vinieron a él mensajeros del Rey de Egipto, que decían Alvandexaver. Y trajeron presentes a este Rey Don Alfonso de muchos paños preciados y de muchas naturas, y muchas joyas y muy nobles y mucho extrañas.Y otrosí trajeron un marfil y una animalia que decían azorafa, y una asna, que era buiada, que tenía la una banda blanca y otra prieta, y trajéronle otras bestias y animalias de muchas maneras….”
De lo que se deduce que esta “asna buiada” o asna barreada o listada no era otra cosa que una Cebra africana traída como regalo desde África y que era completamente desconocida en España y Portugal hasta que los navegantes portugueses las encontraron a millares en sus viajes de circunnavegación del continente africano.
Por lo tanto era materialmente imposible dar caza en el término municipal de Cebreros a ninguna Cebra africana, y sí a algún Zebro, Cebra, Encebro o Encebra.
En el Diccionario de la Lengua Francesa, le Petit Robert dice de la Cebra:
Zébre- 1610 , port. Zebbra (XIIe.), d´o. i.; á l´origine nom d´un équide sauvage de la péninsule ibérique, applié ensuite á l´animal d´Afrique.
Traducción: Nombre original de un équido salvaje de la Península Ibérica, dado con posterioridad a un animal africano.
En el Nuevo Zingarelli, ed. Zingarelli, 1986, dice:
Zebra – voce ibérica col sign “di onagro” (d´origine incierta) passata `poi, per tramite port., nel Congo, a designare l´animale esotico.
Traducción: Zebra – voz ibérica con el significado de Onagro (de origen incierto) pasada por el portugués al Congo para designar un animal exótico.
De todo lo anterior se puede extraer que eran animales abundantes en la península ibérica, que habitaban las llanuras y estepas de montaña, y que entraron en clara competencia con el ganado una vez se extendieron los pastos, no pudiéndose adaptar con éxito a las zonas de montaña y siendo menguados sus efectivos por la caza y por la presión agrícola y ganadera.
Dado lo arisco de su carácter no se domesticó con profusión, si bien citas antiguas hablan de intentos de domesticación por parte de los pobladores Íberos del Este peninsular, quienes cesaron en estos intentos ante la introducción del asno doméstico asiático por parte de los comerciantes fenicios en el siglo VIII adC.
Encontramos datos de estas eventuales domesticaciones en “El Romance del Rey Marsín”, de 1500, en el que se describen los siguientes hechos:
“fuyendo va el rey Marsín , caballero en una cebra, no por mengua de rocín”.
De lo que se deduce que tal era la necesidad de salir huyendo del rey valenciano, que prescindió de sus mejores caballos y montó una Cebra o Cebro que tenía domesticado en virtud de su mayor velocidad y resistencia.
Este uso doméstico del Zebro encuentra su paralelismo en su pariente próximo, el Onagro o Hemión asiático (Equus hemionus onager), el cual fue uncido a los primeros carros en Mesopotamia ante la ausencia del Caballo doméstico, siendo desplazado por éste último cuando el conocimiento del Caballo y su doma llegó probablemente de desde la península Ibérica hasta Asia a través del arco mediterráneo, en sentido contrario al del uso de la rueda.
Recientes estudio filogenéticos han desvelado una estrecha relación genética entre el Zebro y el Hemión u Onagro asiático, siendo ambas especies representantes de la rama evolutiva de los semicaballos o semiasnos, intermedia entre unos y otros.
La herencia que hemos recibido de este mítico animal no se ha limitado a unos pocos huesos o a unas referencias bibliográficas, si no que su nombre perdura en otro animal como la Cebra con el que está emparentado en mayor o menor medida, en apellidos como Cebreros y Cebrián, así como en los nombres de lugares y ciudades.
Si alguna vez, algún excursionista que pasee por Rasueros, Llano las Navas, Serores, Las Herrerías o las Corveras, se encuentra de manera casual con un equino de capa gris ceniza que sale huyendo de su presencia de manera veloz y emitiendo unos relinchos de alarma, no vaya a confundirlo con una Cebra……..puede que se trate del último Zebro.
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