Autor: Arkaitz et allii, 14944779
viernes, 11 de abril de 2008
Sección: Protohistoria
Información publicada por: arkaitz
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Hipótesis de un ritual 'mistérico' precristiano en la zona de Buendía.

Este pequeño trabajo tiene como finalidad sacar a la luz otra costumbre ritual carpetana plasmada en la piedra cuyo significado, como tantos otros, se ha perdido en su totalidad por los laberintos del tiempo.


 El marco geográfico y temporal de este espacio ritual viene dado por varios factores que pueden tener su importancia, luego veremos el porqué:



  1. El trabajo de la piedra. En la zona se documentan al menos cinco canteras, por lo que se deduce la importancia económica de este tipo de trabajo en el pueblo carpetano de Buendía.

  2. Este espacio ritual se ubica muy cerca de donde se encontraron las caras grabadas en la roca, por lo que es lógico suponer que compartan y estructuren un mismo espacio ‘sagrado’.

  3. Este espacio fue reutilizado posteriormente por un primitivo cristianismo a todas luces anterior a la invasión musulmana. Seguramente, no fue con una intención cristianizadora per se, más bien parece que esta presencia cristiana en la zona es la herencia de una etapa anterior de la cual es deudora y continuadora.

  4. No podemos saber a ciencia cierta el marco cronológico de este espacio ritual. No tiene paralelos en el mundo meseteño del último hierro, ni en el mundo ibérico, celtibérico o céltico. Tampoco es cristiano, por lo que hay que suponer que su arranque tiene que ser notablemente anterior. Proponemos para el fin de este espacio la implantación del cristianismo en la zona, aunque no descartamos en absoluto que pudiera ser utilizado hasta la misma presencia islámica en la zona, suponiendo que el cristianismo adoptara ritos ancestrales adaptándolos a su ‘liturgia’, tal y como hemos comentado en el punto anterior.

 Enlazando con el punto anterior, volveremos a reincidir en el tema de los Veneradores Lapidum, mencionados por los Concilios Toledanos XII y XVI de finales del siglo VII. Antes de nada, recalcar que esta zona de Buendía, seguramente adscrita al obispado de Ercávica, del que le separan unos pocos kilómetros, era dependiente a su vez de la sede metropolitana de Toledo. En ambos concilios se redactan disposiciones contra todas aquellas reminiscencias paganas que perviven, ocupando un lugar destacado estos adoradores de las piedras. ¿Contra quienes iban dirigidas estas disposiciones conciliares?


 Seguramente contra aquellas gentes que, como los pobladores de ascendencia carpetana de Buendía,  utilizaban un tipo de espacio sagrado muy especial para realizar sus ritos. El entorno, como vemos en las fotos,  está muy erosionado por las aguas del pantano, pero aún así podemos hacernos una clara idea de lo que pudo ser el ritual. Frente a lo que posteriormente fue una iglesuela de época palecoristiana-visigoda, que sirvió para centralizar y posibilitar el culto a los eremitas establecidos en la zona, se levanta un gran ‘altar’ utilizando para ello la totalidad de una gran roca (D1). El límite de este espacio sagrado queda configurado visual y prácticamente de una manera rotunda:   el ritual se practica en la parte superior que está aislada del suelo por la configuración misma de la roca. Dicho ritual implica, evidentemente, una accesis vertical, con dos planos claramente diferenciados, el de los que practican el ritual y los que se benefician de él, como veremos. Esta separación evidente puede implicar una especialización de la función ritual, bien sea por una casta sacerdotal, bien sea por una unidad especializada y diferenciada de las demás actividades sociales/comunales si no queremos utilizar vocablos que puedan herir susceptibilidades de todos conocidas.


 Al ‘altar’ se accede por unas escalinatas retalladas en la piedra (D2). La parte superior presenta la voluntad inequívoca de destacar  el valor de la piedra en sí. Un sillar aparece retallado con la clara intención de provocar la impresión de que está surgiendo de la gran roca primordial, referencia directa al trabajo del cantero (D1, D3).  Este espacio ritual se complementa con una serie de cazoletas, muy erosionadas en la actualidad, que preceden a una hendidura tallada en la piedra que se convierte en un canal de desagüe (D4). Para resaltar esa función, en la parte inferior del canal se abre una boca para dirigir el líquido con mayor precisión (D5). En los alrededores de este núcleo central, se observan una serie de agujeros artificiales en la roca (D6), que pudieron utilizarse como encastramiento de algún pie de altar o, simplemente, se podrían considerar como las huellas de elementos sustentantes de una estructura perecedera (madera) que cerraría este espacio sagrado en altura.


 Podríamos especular con la funcionalidad de este espacio ‘sagrado’ a la vista de los testimonios descritos. Antes de meter las manos en esta harina, tenemos que volver a recalcar que este espacio sagrado seguramente atrajo a los eremitas cristianos que se establecieron en la zona, y fue lo suficientemente importante para levantar una construcción cristiana en su entorno más cercano, bien sea para ‘cristianizar’ el lugar o bien para seguir desarrollando un culto pagano readaptado para el cristianismo. Ambas hipótesis son muy sugerentes a la hora de estudiar el desarrollo del primer cristianismo. Lo que no deja lugar a dudas es que a la iglesia oficial este tipo de pervivencia le debía ser tan molesta que legisló para erradicarla.


 Este ‘paganismo’ mencionado en los cánones conciliares,  parece propio de unas gentes especializadas en el trabajo de la explotación de la piedra. En una sociedad que tiene como base ocupacional la explotación de las canteras, es normal que desarrollen un tipo de ritual sobre los medios y recursos que le permiten su subsistencia. Es la base de gremios y colegios profesionales de todas épocas. Y no es el único testimonio, hay claros indicios de que se realizaban otros rituales en las mismas canteras: la presencia de cazoletas y rebajes rectagulares en la roca, similares a los del área gallega, suponen una visión complementaria que nos amplía el panorama de unos usos y costumbres que van más allá de lo que se manifestaba y reproducía en este altar.  


 Los carpetanos que dejaron todos estos restos esparcidos por el área de Buendía, están en clara sintonía con lo que posteriormente conoceremos como ‘masonería’ en su más amplio sentido conceptual. No sentimos ningún rubor por pensar de esta manera. El ambiente del entorno está en consonancia directa con esta idea, para empezar,  la función del espacio de los alrededores es descaradamente funerario. La misma iglesia está levantada sobre una cRIPta de la cual desconocemos su cronología. Existentes espacios en la cantera, como las covachas excavadas en la misma roca, con chimenea en su parte superior, sin parangón en ningún tipo de cultura próxima y que, sin ningún tipo de duda, fueron utilizadas para llevar a cabo un  ritual que por ahora se nos escapa. Estas covachas (objeto de nuestro próximo artículo), fueron reutilizadas en una etapa cristiana posterior, mezclándose elementos de culto cristiano (cruces en forma de vela, incipientes crismones, dedicaciones cristianas), con elementos claramente paganos (cazoletas, alquerques, etc.). 



Retomando el hilo del altar que aquí nos ocupa, la piedra retallada es una epifanía apenas disimulada. El ritual se complementa con la canalización de un líquido que vierte, una vez ‘magnetizado’ por la piedra, a quienes esperan beneficiarse de él bajo la roca... en una clara y anticipada referencia a lo que posteriormente se conocerá en el medievo cristiano como ‘grial’, esa piedra cúbica que alimenta a quienes son atraídos a su presencia...



... ¡Ah, Eschenbach, qué gran razón tenías cuando pusiste en boca del eremita Trevrizent, tío de Parzival, que el mito del grial se había gestado en Toledo...!



Mitreo



Una última consideración que nunca me ha abandonado desde la primera  vez que visité Ercávica. En la zona de estructuras situada a la izquierda, antes de entrar propiamente en la ciudad, existen un conjunto de estructuras que se relacionan con el agua. Incluso creo que en un momento determinado, se pensó que podría actuar como las termas de la ciudad. Bien, en ese recinto, existe un espacio subterráneo, una cámara, a la que se accede bajando unas escaleras. Algunos piensan que pudo se una sauna. Yo creo que se trata claramente de un mitreo. Incluso en las paredes se perciben todavía las huellas de las cancelas que debieron de compartimentar el espacio a la manera mitráica. Hay claros ejemplos en el mundo romano de mitreos asociados a termas o lugares relacionados directamente con las aguas.



Cuando mi amigo Mario me llevó por primera vez a la cRIPta bajo la iglesuela de Buendía, no pude más que pensar en lo mismo: esta estructura y la de Erkávika eran muy similares.



Pese a la cercanía, tardé más de un año en ‘descubirir’ la zona ritual que ahora nos ocupa. Bueno, en realidad la descubrió, como todo en Buendía, mi buen amigo Mario. Y después de escribir todo lo anterior, siempre hay algo interno que me dice ¿y si en realidad todo este conjunto fuera un primitivo mitreo? ¿y si lo que en este altar vemos no fuera sino Mitra (de petra natus) naciendo de la gran roca primordial (petra generatrix), allí donde surge el agua del manantial sagrado? Mitraísmo y cristianismo, en su origen, se influyeron mutuamente… y la zona no está exenta de elementos que podrían pertenecer a un paisaje ritual mitráico. De hecho, en una de las canteras, existe una covacha con banco corrido, altar central sobre el que se grabó posteriormente, en el techo, una cruz o crismón.  Si es así ¿este ritual masónico… asociado al trabajo de cantería… debería entenderse como una ‘aculturación’ mitraica  y de ahí su fácil transición al cristianismo? Dejamos la puerta abierta, no la cerramos, más bien al contrario…




 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 

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