Ante cualquier amenaza exegética o dogmática, la presencia de la Virgen de Guadalupe teje el gran "nosotros" de lo mejicano. Vale la pregunta para averiguar desde cuando existe México...o todos los Méxicos que se multiplican en un complejo proceso de generación espontanea, en cada casa, en cada ciudad, en cada mejicano.
La trae Cortés...y es España en presencia y esencia que se transplanta en un injerto que produce frutos maravillosos. Aparece y desde entonces no se ha ido. Su tez dicta la patria...es morena. Es nuestra en un nosotros que se aclimata poco a poco, hasta convertirse en el tatuaje alquímico que define lo esencial en lo popular.
Las circunstancias de su aparición en el Tepeyac, son para los guadalupanistas y los antiguadalupanistas. Sin eso no podrían vivir. La ciencia enmudece y cuando habla, lo hace en susurros que apenas si se oyen, bajo el estruendoso mariachi que entona las mañanitas el 12 de diciembre. No hay nada que demostrar, lo valioso es creer.
En el "Nican Mopohua" se pueden leer Sus Palabras:
"Mucho quiero yo, así lo deseo
que aquí me levanten mi casita divina, donde mostraré
haré patente, entregaré a la gente todo mi amor,
mi mirada compasiva, mi ayuda, mi protección.
Porque en verdad yo soy vuestra madrecita compasiva,
tuya y de todos los hombres que vivís juntos en esta tierra
y tambien de todas las demás gentes que me amen,
me busquen, confíen en mi."
La manifestación tangible es su imagen, que nace del milagroso atanor encendido, en el que se logra la síntesis de España con el mundo precolombino, para dar a luz lo mejicano.
Tonantzin es análoga, la diosa madre ya estaba aquí...dejo su falda de serpientes para ataviarse con el manto azúl y su lazo en la cintura para mostrar su gravidéz. Por eso no extrañamos que llegara, ni que se apareciera en el Tepeyac, ni que hablara dando el consejo y la órden de levantar una ermita-útero de la recien gestada semilla que después florecería en toda una nación.
Su parto fue alegre y doloroso. Y sigue la imagen como una bandera, cuando el cura Hidalgo la levanta, para detonar lo que no sabía que no se podía, lo innombrable, lo desconocido. La independencia que nunca imaginó.
La historia sobre la Guadalupana está llena de aciertos y de suposiciones. Y los estudiosos se afanan en encontrar "ese nuevo dato" o el escrito perdido en alguna biblioteca virreynal. La historia real se escribe a diario y en cada doce de diciembre, cada dia del tiempo mexicano que es una entelequia inasible.
La Guadalupana nos comprende en todos nuestros modos de ser...indefinibles en el tiempo y el espacio. Mañana, ahorita, ahorititita, después, luego, posabe, ya mero, ya merito y ya meritititito como la medida más precisa que tenemos...y luego: ya ni modo, y todo se queda en manos de la Virgencita que nos hará el milagro de que eso, lo-que-sea, se realice...cuando Diosito quiera y la Lupita lo permita.
La ambiguedad es el manto protector que nos cobija ante las amenazas de la exactitud. Que insistencia en la precisión paranoide de la moderinidad, cuando estamos tan agusto en el tiempo del no tiempo. Y eso lo sabe la Guadalupana, por eso no hay prisa en sus ciclos solares y lunares, ni en sus estrellas, ni en las flores que adornan sus altares. Ahi en ese vacio interfloral mora Ometeotl, el que se inventa a si mismo, el que nombra e inventa las cosas, el señor del cerca y del junto, el que escucha a su madre Tonantzin, que le presenta el clamor de nosotros los mortales.
La Guadalupana es magia en su sentido puro: transforma lo conocido en desconocido, convierte lo inesperado en esperanzas y sabe de las devociones dolorosas y gimientes de sus hijos desterrados en este valle de lágrimas floridas, de tunas y nopales.
Su representación es solemne y festiva. No importa ni la técnica ni el medio...puede estar tatuada en la espalda de un chofer de autobuses o en el brazo de un vendedor de fruta. Se representa siempre y en todas partes y esa amplitud de imagen logra lo que ninguna ha logrado en la conciencia popular. Unir sin diferencias. Es el símbolo de símbolos para nosotros...Mejico es imposible sin ella.
En 1531 se amarra el nudo del tiempo de los tiempos y suceden cosas maravillosas en los cielos. El 18 de marzo de ese año, a las 15:06 horas se observa en el centro de México un eclipse de sol. En ese mismo año el cometa Haley es visible y en la tradición se menciona el 13 perfecto, el año 13 acatl; la celebración del fuego nuevo en Tlaltelolco; se cierra el ciclo de 416 años de Venus y se recuerda la salida de Aztlan de los mexicas y la fundación de México Tenochtitlan. Por si fuera poco, hacía falta el milagro, y el milagro sucedió. La Guadalupana se manifestó al indio Juan Diego en la cumbre del Tepeyac (cerro torcido o de naríz torcida). Asi comienza esta historia que no termina.
"Nuestros mayores ofrecían corazones a Dios para que hubiera armonía en la vida. Esta Mujer dice que, sin arrancarlos, le pongamos los nuestros en sus manos para que Ella los presente al verdadero Dios". (Testimonio de Ismael Olmedo de Zozocolco, Veracruz)
La Guadalupana goza en cada representación, en cada imagen y en cada devoción que consagra el sacrificio de los corazones florecidos. La tecnología es lo de menos: del tallado en piedra a la ciberdevoción. Estofada en oro, o pintada en el mandíl del cocinero. Bordada en la servilleta para las tortillas o en la capa brillosa de un luchador devoto.
Ahi está ella, mirándonos desde el ayate, en todas partes, a todas horas. Misterio de misterios en el incandescente espejo de obsidiana.
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La imagen de la Virgen Morena que llevó Hernán Cortés a México sería una copia de la talla original primitiva, labrada en madera de cedro por artista desconocido a finales del siglo XII, que se conserva en el Monasterio de Guadalupe (Cáceres). Pertenece al grupo de "vírgenes negras" de los siglos XI y XII y responde a un esquema románico bastante conocido en los ambientes cristianos medievales de la Europa occidental.
"Se aplicaba a la Virgen María el protagonismo de un pasaje del Cantar de los Cantares por el que Nuestra Señora habría dicho:
"Tengo la tez morena, pero hermosa,
muchachas de Jerusalén,
como las tiendas de Cadar,
como los pabellones de Salomón. No os fijéis en mi tez oscura,
es que el sol me ha bronceado"
(Cap.I, vers.5 y 6)
Por esta razón los artistas medievales ennegrecían con betún las tallas de las vírgenes una vez terminadas.
Mide la talla, 59 centímetros y pesa 4 kilogramos y su rostro es más negro que moreno. Viste túnica de color verde oliva, con vueltas en rojo bermellón, sobrecuello imitando bordado en hilo, puños de la manga dorados y manto color ocre-marrón. Ostenta un velo o toca de color blanco, con vueltas de color bermellón. Como decoración de sus vestiduras, cuatro flores tetralobuladas, dos en el pecho y una debajo de su mano derecha, símbolo de su tRIPle virginidad: Antes del parto, en el parto y después del parto; y la cuarta en la parte inferior de su túnica, signo de su poder celestial.
El Niño es una talla sedente del mismo estilo, mide veintitrés centímetros de largo y pesa doscientos gramos. La mano derecha del Niño es de plata, labrada en el siglo XVI en sustitución de la primitiva, y está en actitud de bendecir.
Su aparición en Extremadura ocurre en una época de intensa devoción mariana, en el reinado de Alfonso X el Sabio (1252-1284) o algo después, con Sancho IV o Fernando IV (1295-1312). La imagen actual es la primitiva y original y, en torno a ella, se ha desarrollado la vida del santuario durante ocho siglos. A través del tiempo la imagen ha tenido algunas modificaciones: La más antigua se hizo en época anterior a 1389, fue para presentarla vestida con saya, manto y toca y la más moderna es la de 1984. Esta imagen es hoy, como ayer, un tesoro escondido entre las sierras de Guadalupe y todo un símbolo en Extremadura y en los países de habla hispana en los que sus copias o trasuntos se han multiplicado con el correr de la historia. Por aclamación popular y aprobación pontificia es la Patrona de Extremadura y es llamada la Reina de la Hispanidad".
(http://www.diomedes.com/guadpresentacion.htm)
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