Autor: Javier Torres
domingo, 23 de diciembre de 2007
Sección: Artículos generales
Información publicada por: Javier Torres
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Gramática Indoeuropea
Apuntes sobre los orígenes de la gramática indoeuropea
Una vez más elijo un tema de los que califico de alta especulación histórica. Pero acaso ¿no es especulación todo lo que podamos decir de gran parte de la historia antigua? ¿no son acaso suposiciones? Desde, en estos temas, nada de lo que digamos tiene la menor base científica.
Pero, aún más ¿Cuántos estudios actuales sobre aspectos de la historia moderna pueden considerarse científicos? Aunque no sea el objeto último de este artículo, intentaré dar mi aportación, de un modo muy resumido, acerca de lo que realmente es la Ciencia.
Los principales aspectos definitorios de la ciencia son los siguientes: La ciencia utiliza siempre el método experimental (lo que ineludiblemente implica el uso de modelos matemáticos) que permite la contrastación y verificación de los resultados por otros experimentadores. El uso del método experimental proporciona índices de validez interna del experimento y de validez externa (posibilidad de generalización). Además, permite llegar a establecer “Leyes” (por ejemplo como las físicas, químicas, o en lo que se refiere al hombre y animales, las leyes del aprendizaje).
Pero sin duda, la principal característica de la Ciencia, su objetivo fundamental no es la descRIPción de eventos, ni siquiera su explicación, sino que radica en la posibilidad de realizar predicciones de hechos aún no ocurridos a partir de los resultados obtenidos en la investigación.
Definidos los conceptos básicos del método científico, queda automáticamente establecido que la Historia no es una Ciencia en el sentido estricto del término. Ni la Historia emplea la experimentación, salvo en rarísimas ocasiones, para llegar a sus conclusiones, ni éstas son directamente comprobables, y existen tantas “explicaciones” como paradigmas ideológicos poseen las personas que las proponen. Todo ello se debe a que no emplea el método experimental, el característico de la Ciencia.
Lo que de una manera definitiva marca la diferencia entre Ciencia e Historia, es que esta última no permite jamás, en ningún caso, hacer predicciones, si no que se limita a hacer descRIPciones ó, como mucho, explicaciones ex post facto.
No voy a insistir más en este tema, y remito a quienes puedan estar interesados en ampliar conocimientos sobre estos aspectos, a que revisen los conceptos establecidos por la materia de estudio denominada “Teoría y Método de la Ciencia”, que permite diferenciar las características del método científico, del pre-científico y del cuasi-científico.
Realizada esta aclaración (más larga de lo que inicialmente pretendía), queda claro que la mayor parte de las tésis de los investigadores no dejan de ser opiniones, por muy sesudas que éstas nos parezcan y que en estos temas nadie se halla en posesión de la verdad. Cualquier visión no pasa de ser una suposición más o menos plausible.
Dicho esto, empezaré a especular.
No conozco ningún dato objetivo sobre lo que fue o se ha dado en llamar la protocultura indoeuropea, antes de que se separara en distintas naciones formando los grupos indio, iranio, griego, romano, eslavo, teutónico y céltico. Se supone que en un momento histórico no precisado, una pequeña comunidad, de la que tampoco sabemos nada, pero que pudiera localizarse en Asia Menor, creó una rudimentaria gramática aglutinativa, que posteriormente se diferenciaría en una serie de dialectos.
Se cree que para que esto pudiera ocurrir, la comunidad debería ser lo suficientemente pequeña, unas pocas familias a los más, para que pudieran haber llegado a un acuerdo, a un consenso y de este modo llegar a compartir una concepción abstracta de la cantidad y, mediante convención, acordaran dar nombre a los números enteros del uno al cien.
¿Qué más podemos decir sobre el origen de esta comunidad?. Nada. Poco más sabemos de cómo los indoeuropeos de Asia Menor llegaron a la Europa de la edad del bronce, trayendo consigo la metalurgia del hierro. Creemos saber que hace unos cuatro mil años los indoeuropeos se desplazaron desde las estepas euroasiáticas y aparecieron en el noroeste de la India, y que invadieron Irak, Irán, Siria y Egipto.
Los ejes de la gramática indoeuropea estarían articulados antes de la separación de las diversas lenguas turanias, arias y semitas. La lengua indoeuropea dio lugar al sánscrito, el zend, el griego, el latín, el gótico, el víndico y el céltico, y después desapareció. Sólo los nómadas turanios de la China, el Cáucaso, Laponia o los Pirineos, conservaron esa gramática aglutinativa.
Las demás lenguas indoeuropeas, por un lado, y las semíticas por otro, siguieron creando gradualmente sus propias gramáticas, y así llegaron a formar por una parte las lenguas celtas, eslavas, teutónicas, itálicas, helénicas, iranias e indias, y por otra los idiomas hebraicos, arábigos y arameos.
¿En que se parecen todas las lenguas indoeuropeas? Púes en aquello conceptos que eran comunes antes de la separación de los distintos pueblos. Estos conceptos deberían ser los básicos, los ligados a la actividad humana diaria (agricultura, ganadería y metalurgia del hierro).
Todos los demás vocablos son posteriores a esta separación y por lo tanto diferentes en cada tribu.
Por último, con todas las dudas que se puedan plantear y que comparto, algunos autores mantienen que existen toponímicos gallegos así como nombres de ríos de Galiza, que no procederían del latín sino que tendrían orígen indoeuropeo. Citan, por ejemplo, el río ourenseano Arnoia (que procedería del sánscrito "arna" que significa "río") y del río Támara, (cuyo significado es "agua", similar al Tamaros de Cornualles).
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