Cuando nací no sabía que era...poco a poco me di cuenta de que existía algo muy vago llamado "lo mexicano", o "lo nuestro" o como quieran decirle. Aprendi a hablar, leer y escribir una forma de castellano mejicanizado que me enseñó mi abuela materna. Por las tardes nos sentabamos en al batiente del corredor de la casa, en el pórtico, y ahi había un ladrillo con la marca del fabricante de baldosas...decía: mosaicos Hércules, Guad. Jal. , con el dedo, y de la mano de mi abuela recorría las letras y descubrí que eso era leer.
Asi me enteré de muchas cosas, entre las primeras estuvo la vida de Velazquez, el de las meninas. En el jardín de niños me regalaron ese libro. Del corredor a la cocina descubrí los sabores mexicanos, y los modos de hablar de mis tias, los modos de comer de mi familia, y mil modos más de ser algo que todavía no se sabe que es: ser mexicano.
Con mi abuelo paterno sucedían otras cosas: llegaba de repente y les decía a mis padres: -Vamos a ir a los Altos, me llevo al güero.- O sea yo. Lo emocionante del paseo era que entre caballos, armas y tierras muy amplias, la tarde y el día siguiente se convertían en un sueño extraño de realidades belicosas, himnos marianos, pláticas con ancianos y buenas comidas alteñas.
El regreso era lo mejor: en un autobus desvencijado miraba a los pasajeros de todo tipo, corte y calaña. Unos malencarados, otros dormidos y otras muy bellas. En mi infancia, las mujeres tuvieron un gran efecto. Desde la sabiduría de mi abuela que me enseño a leer y cantaba en occitano, la energía de mi madre y la sensualidad y belleza de todas las demás que me rodeaban y rodean hasta la fecha. (Lo celebro agradecido.)
Creo que ser mejicano de tiempo completo debe ser algo muy enfadoso, algo asi como ser "necionalista" profesional que a la primera provocación saca las banderas y entona los himnos.
Lo mismo puede pasar con lo que sea. Al final es aburrido. Mis tíos, andaluces, muy majos y toreros eran tolerables y graciosos por un rato, pero después de cinco horas de oles y muletazos, la cosa se ponía pesada. Lo mismo con un señor cubano que iba de visita y que se creia una especie de gracioso de tiempo completo, que daba en cara con dos o tres chistes, que a la cuarta se quedaban sin chiste.
Creo que los estereotipos de lo mejicano, lo español, lo gringo o lo afganistano, son lo que echan a perder las cosas. Al final de cuentas todo es igual. Y no se es más de esto o de a aquello por andar desfaciendo entuertos todo el día.
La pregunta pertinente sería entonces: ¿Donde, como y que es eso de ser como se es?...¡Que define una nacionalidad, una raza, una pertenencia, un modo de pensar, sentir y hacer?
Muchas Romas, muchos romanos...muchas Españas muchos españoles, muchos Méxicos, muchos mexicanos.
Conservar la esencia de algo significa reconocer el órigen. En realidad somos un masacote de pluralidades. Una ensalada, si se me permite la referencia culinaria...un poco de esto y aquello y tal de aquí y tal de alla y le meneamos para este y ese lado y miren : aqui esta el ser gallego, o mejicano, o alteño, o madrileño, o español, o tapatío. (Los tapatíos somos los nacidos en Guadalajara, México y eso es furibundamente diferente a ser mexicano o chilango)
Por ejemplo, el estereotipo de lo "mejicano", que se difunde en todas partes no es uno solo...algunos lo imaginan como un tipo que está dormido, recargado en un cactus y agazapado bajo su gran sombrero. Otros lo imaginan como alguien con enormes bigotes y enfurecido, blandiendo una pistola, otros como un charro muy bragado en su caballo, cantando canciones rancheras.
Con los españoles sucede lo mismo, o a mi me sucedió, cuando visité por primera vez a la Madre Patria ...lo andaluz me encanta y cuando descubrí Galicia quedé sorprendido por la impresionante calidad de la gente, y sus bosques maravillosos y su industria y su cocina, no vi nada que me indicara que la fama que se les atribuye, sea cierta. Y me falta descubrir toda España y todo México.
En cualquier parte pasa lo mismo, y termina uno por convencerse de que lo más importante es reconocer las semejanzas en lo diferente y las diferencias en lo semejante.
Antes de que los medios de comunicación existieran, no teníamos ninguna imágen clara de nada...y hoy estamos peor... cualquier revista o sitio del ciberespacio nos informa y desinforma de todo o casi todo. Y asi se forman los prejuicios. Un ejemplo histórico, son las historias sobre la esclavitud a la que se sometieron a miles de personas buenas y nobles en Africa.
Los estereotipos sobre las personas de piél oscura se difundieron con facilidad por medio de grabados...la imprenta hizo su parte en la fabricación de los prejuicios. Hasta el mismo Mozart en la ópera de "La Flauta Mágica" los toma como sinónimo de feo o espantoso.
En Méjico, los gachupines no tenían tan buena fama entre algunas personas. Se les veía con desconfianza, como si fueran el vivo ejemplo del abuso prejuicioso, promovido en parte por las leyendas populares, los chismes y los chistes, y por la leyenda negra que nadie sabe de ella, pero que la mayoría se la cree a pie juntillas, gracias a la anticuada verborrea oficial y jacobina. Pero por fortuna, esto comienza a cambiar.
Los árabes siempre serán negociantes; los gringos, turistas y tontos; los chinos, misteriosos; los chilangos, tramposos; los cubanos bailarines tropicales; los suizos extraños y precisos (¿Que se puede esperar de un pueblo que se dedica a fabricar navajas, relojes y quesos y guardan el dinero de todo el mundo?)...los hindues, desarrapados; los franceses buenos amantes; los italianos, gritones y en el "dolce far niente"; los brasileños baile y baile sambas eternas; los argentinos...sin palabras; los suecos, medio locos por el frio; los rusos bailando la balalaika y con vodka en el cerebro; los mejicanos, enchilados y perezosos; y al fin: los humanos...incomprensibles.
Uno escoge la máscara para presentarse, el único problema es que las máscaras son animales resentidos, ambiciosos y hambrientos, a los que hay que darles de comer.
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VINO TINTO
La cazuela de gallina
la longaniza y el chancho
conmigo, en palacio o rancho,
son joyas de la cocina.
VINO BLANCO
Elegante, el camarón
y la suprema langosta
me buscan, de costa a costa,
por ser vino de salón.
Andrés Sabella, poeta antofagastino. En una ocasión observó un grupo de descendientes de croatas en un restorán, se les acercó y les preguntó qué significaba asopiram en croata. Hubo grandes discusiones, al final les dijo: es maRIPosa, al revés.
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