Oviedo, M. S. MARQUES
Los pueblos astures del Neolítico ni eran tan bárbaros como afirmaba Estrabón ni vivían en exclusiva de la ganadería. Tenían una alimentación equilibrada, portaban joyas y eran sepultados con algún tipo de ritual funerario.
El cadáver de una joven enterrada en el primer milenio antes de Cristo en una cavidad de la sierra del Cuera, de nombre Fuentenegroso, y localizado por un grupo espeleológico en 2001, puso en marcha una intensa investigación que ahora dan a conocer en forma de libro sus autores, Rosa Barroso, Jorge Camino Mayor, Primitiva Bueno y Rodrigo Balbín.
Titulado «Fuentenegroso. Un enterramiento del I Milenio antes de Cristo en la sierra del Cuera, Asturias», el estudio ofrece conclusiones del máximo interés por su contribución expresa al conocimiento de las épocas más oscuras del pasado regional. Son muchos los datos que ofrece la pastora del Cuera a partir de un puñado de huesos y algunos adornos de metal que portaba en el momento de su muerte. Son, además, valiosos, porque documentan un horizonte cronológico, el que discurre entre la Edad de Bronce y la Edad de Hierro, muy poco conocido en tierras asturianas, donde apenas se han localizado lugares de hábitat y, menos aún, espacios de ritual funerario.
Además, el enterramiento pone en entredicho informaciones antiguas sobre la naturaleza de los pueblos astures, a los que se ha venido presentando poco menos que como salvajes, de pelo largo y carácter indómito.
Fue Estrabón uno de los primeros en contribuir a difundir la visión de guerreros de costumbres duras y primitivas. Su retrato de los astures como gentes de carácter inculto y salvaje, que dormían en el suelo entre pajas y se alimentaban de bellotas, castañas y carne de cabra, queda desautorizado con este trabajo. El enterramiento de Fuentenegroso se aleja de la imagen que corresponde a pueblos bárbaros; los datos obtenidos demuestran que la Asturias que pintaban los escritores griegos y latinos dista mucho de la realidad.
Pablo Arias Cabal, asturiano y catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria, expone en el libro que probablemente los pueblos cántabros y astures eran más pobres que sus vecinos meridionales, pero no le cabe duda de que, en contra de lo que se ha dicho, cultivaban cereales y en su economía tenía más importancia el ganado mayor -vacuno y caballar- que el menor. Para el profesor, la pastora del Cuera, que vivió hace 2.700 años, se suma a la ya amplia serie de informes arqueológicos que demuestran que los escritores grecolatinos o estaban mal informados o transmitieron una visión sesgada de la realidad. Las guerras cántabras pudieron tener mucho que ver con esa imagen que se ofrecía de los pueblos del Norte, pretendiendo presentar a los vencidos como unos bárbaros que no conocían el trigo y hacían pan de bellota. Así, se potenciaba el prestigio del emperador Augusto, capaz de someter a un enemigo tan primitivo como salvaje. A la demostración de que los astures de la Edad de Hierro tenían su propia cultura se suma la evidencia que constata que no vivían exclusivamente de la ganadería. Algunos autores han insistido hasta ahora en que la agricultura no llegó hasta época romana, pero el yacimiento de Fuentenegroso demuestra lo contrario. En la joven del Cuera se aprecia una alimentación adecuada, pero pobre en lácteos, lo que es difícilmente compatible con una economía basada casi exclusivamente en la ganadería; una vuelta más para demostrar que estos pueblos conocían la agricultura desde antes del 4.000 antes de Cristo.
La joven del Cuera medía en torno a 1,60m., lo que avala su buen estado de salud y una alimentación adecuada con consumo frecuente de cereales, vegetales verdes y frutas. En su dieta también había pescado y carne. Su esqueleto no presenta signos de graves afecciones ni de procesos infecciosos, lo que ha impedido conocer la posible causa de la muerte. Sí han comprobado por la potencia de sus músculos que era asidua caminante, es decir, probablemente recorría largas distancias por las laderas del Cuera con peso en la espalda. Cuando fue encontrado el cadáver sólo estaba acompañado por dos objetos, dos brazaletes o pulseras abiertas, una en cada brazo. Su forma sencilla y la ausencia de decoración hicieron plantearse a los arqueólogos la antigüedad de las piezas; de hecho, este tipo de ornato personal es característico de la Edad de Bronce. |
Apomios14 de jun. 2007Buena pregunta Virio
Una cosa es cierta, existe un gran numero de castros desde Celtiberia hasta Galicia, todo monticulo que tenga defensa natural, tiene un castro. Una gran concentracion de pequeñas fortificaciones como nunca se ha visto en otros paises, es mas aparecen cantidades industriales de molinos de mano manufacturados en PIEDRA esparcidos en todo ese terriotrio peninsular, repito cantidades industriales , evidencia de una gran actividad humana, asi que me declino por una irradiciacion desde España hacia el Este.
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