Autor: La Nueva España
martes, 20 de marzo de 2007
Sección: Roma y Grecia en Celtiberia
Información publicada por: lucusaugusti
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Veranes, una ventana abierta al mundo romano en Asturias
La villa de Veranes revive 16 siglos después
Carmen Fernández Ochoa estaba radiante. Incluso pidió permiso, «como asturiana», para emocionarse al final de unas palabras en las que recordó que la de Veranes es «la única villa excavada en profundidad en el Cantábrico». La responsable del «proyecto Gijón» reconstruyó el origen del establecimiento agropecuario, uno de los que crecieron «poco después de la llegada de Roma», en el siglo I antes de Cristo, y que crecieron de forma espectacular cuando sus dueños aprovecharon la crisis del Bajo Imperio para enriquecerse. Transformados en «auténticos pequeños emperadores», auspiciaron «una gran arquitectura, que es imagen de poder y riqueza». Como lo fue Veranes.
Fernández Ochoa puso particular énfasis en la relevancia histórica del yacimiento como relato arqueológico sobre «cómo muere el mundo romano y cómo nace el mundo medieval», y subrayó como «importantísima» la conexión entre la arquitectura de la villa y la del Prerrománico asturiano. «Esto lo vieron los arquitectos que hicieron San Julián de Santullano», aseguró.
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http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=1582&pIdSeccion=35&pIdNoticia=503456
La villa romana de Veranes, conocida desde antiguo como Torrexón de San Pedro, comprende aproximadamente una hectárea de extensión en el lugar conocido como Venta de Veranes, en la parroquia de Cenero, a doce kilómetros de Gijón, junto a la carreta antigua de Gijón a Oviedo (AS-18).
Está enclavada en una vertiente a media ladera, a unos 150 metros sobre el nivel del mar y se encuentra situada en la Ruta de la Plata a su paso por el concejo de Gijón. Con motivo de la inauguración del museo de sitio de la villa romana de Veranes, se realizarán jornadas de puertas abiertas desde el 20 de marzo hasta el 8 de abril de 2007, durante las que la entrada al museo será libre. Además, se pondrán a disposición del público visitas guiadas gratuitas, previa inscripción en las oficinas de atención al ciudadano, y el servicio gratuito de transporte desde la plaza del Instituto. El horario del museo es el siguiente: martes a viernes, de 10.00 a 17.00 horas; sábados, domingos y festivos, de 11.00 a 18.00 horas. El horario de las visitas guiadas es el que sigue: martes a domingos y festivos, de 11.00 a 12.30 horas. El autobús sale de la plaza del Instituto, a las 10.30 horas.
El asentamiento se articula en relación con un espacio geográfico concreto, el extremo suroccidental del concejo, en las proximidades de la antigua vía romana que, procedente de León y Astorga, se adentraba en la región central asturiana pasando por Lugo de Llanera hasta Gijón. Este último tramo, entre Llanera y Gijón, no aparece citado expresamente en las fuentes literarias, pero se trata de la prolongación de la vía de la Plata proveniente de Astorga y cuenta con diversos restos y yacimientos, con un amplio margen cronológico desde el mundo prerromano hasta la Edad Media. Posiblemente a partir del siglo VIII, quizás antes, el aula absidiada fue convertida en lugar de culto bajo la advocación de Santa María y San Pedro, y las estancias anejas, utilizadas como zona de servicio de la iglesia.
En torno al centro religioso se fue desarrollando un cementerio, que se mantuvo en funcionamiento hasta el siglo XIII. Los materiales asociados a los suelos de uso de esta necrópolis (cerámicas de tono gris-azulado con decoración ondulada en el cuello así como ollas, jarras, cuencos y cazuelas con decoración incisa vertical u horizontal o bien formando entramados de cuadros) y la aparición de una moneda medieval de finales del siglo XII o inicios del siglo XIII asociada al último momento de las inhumaciones, sugieren el final de la ocupación en el siglo XIII, momento en el que la iglesia dejaría de tener culto.
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http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=1581&pIdSeccion=35&pIdNoticia=503364
El nudo del emperador
La villa romana de Veranes causa impresión suficiente como para seguir elogiando a la municipalidad por la investigación y difusión del pasado romano en aquel peñasco -«Xaxum»- colgado frente al Cantábrico, al que hemos acabado llamando Gijón. Primero fueron el Museo de las Termas Romanas, a los pies del cerro; y el de la Torre del Reloj, justo en el vértice de las dos vertientes de Santa Catalina, y el de la Campa Torres, que es el origen de todo. Ahora, hay que desplazarse unos doce kilómetros hacia el suroeste del concejo, por el camino de la Plata, para conocer la villa que construyó hacia el siglo IV después de Cristo un señor que bien pudiera haberse llamado Veranius. Para entendernos, el tal Veranius era el «pequeño emperador de un mundo», como ayer lo definió la investigadora Carmen Fernández Ochoa, madre de la arqueología gijonesa. Veranius «construye un gran edificio, imagen de su poder y riqueza» -agregó Ochoa-, y desde él ejerce la potestad «sobre tierras y gentes». El pequeño emperador vive de la agricultura y la ganadería, y su villa domina una bella loma soleada, lo que permitía incluso el cultivo de viñedos, raros, por lo general, en estas latitudes.
La villa de Veranes era vivienda ordenada para la familia, prole y servidumbre del señor. Y también lugar de negocios y de recepciones, merced a esa gran sala de representación que es la pieza dominante del conjunto, alfombrada por un soberbio mosaico del que se conserva un cuarenta por ciento. Allí se pisaban, entre otros elementos decorativos tardorromanos, las teselas con el nudo de Salomón: dos anillos entrecruzados cuatro veces, imagen de la fortaleza y la protección.
Visto todo ello, Fernández Ochoa pidió ayer permiso para «emocionarse», porque «estamos tocando nuestras raíces más profundas: los reyes asturianos volverán al cabo del tiempo la mirada a Roma, y este edificio lo conocieron los arquitectos que construyeron Santullano».
Ésta es una de las claves interpretativas de Veranes, «la única villa excavada en profundidad en el Cantábrico». La otra clave es que Veranius vive al final de una época. Tras él, llegará el Medievo y el posterior el uso como templo del «triclinium», el comedor de la villa, que ya tenía incorporado ábside, o lugar donde comía el señor. Al pequeño emperador lo sustituye otro poder, el de Iglesia de la cristiandad.
De vuelta al presente, antes de acceder a la villa, el visitante es recibido en un edificio de nueva planta según proyecto del arquitecto Manuel García, un artista que trabaja con el sabio lema de que «menos es más». Lo prueban sus muros de PIEDRA y malla metálica, prosaico sistema alemán para la contención de taludes, pero con un efecto espléndido en Veranes, además de «lo más parecido a un muro en ruinas», según el propio arquitecto. Todo ello se inauguró ayer, con un centenar largo de invitados, discursos obligados y degustación de cocina romana regada con vino de rosas o de miel. Hubo, asimismo, algunas dificultades de logística y transporte, que el Ayuntamiento trata de reparar para que los autobuses accedan con soltura a las carreterucas de Veranes. Distancia y aspereza del camino podrían refrenar al turista.
También hizo un día perro, y la alcaldesa Paz Felgueroso, justo antes de iniciar el recorrido inaugural, invocó a Vicente Álvarez Areces: «Presidente, dicte un decreto para que deje de llover». El subconsciente de la regidora corre a más velocidad que su mente: Areces, pequeño emperador, tirando de decretero y pisando el nudo de Salomón. Pero escampó y el sol inundó un rato la ladera de la villa de Veranius.
Más información:
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=1582&pIdSeccion=35&pIdNoticia=503465
Más informacióen en: http://www.mieres.uniovi.es/veranes/
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