Autor: Diocles
martes, 01 de mayo de 2007
Sección: Sobre los nombres
Información publicada por: Diocles
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Onomástica etrusca de origen egeo-anatolio
Un buen número de topónimos, antropónimos y teónimos etruscos tienen claras similitudes con otros nombres que son propios de la antigua onomástica egea, y especialmente de la que se relaciona con los pelasgos y con otros pueblos de Anatolia (incluidos los lidios y los troyanos). Esta evidencia lingüística, unida a la semejanza que existe entre el etrusco y otra lengua documentada en unas antiguas inscripciones de la isla de Lemnos, parece darles la razón a los autores clásicos, quienes en su mayoría creían que, entre los antepasados de los etruscos, había colonos e inmigrantes de origen egeo-anatolio.
Para un gran número de autores clásicos, el civilizado pueblo etrusco, que ocupaba el noroeste de Italia durante la Edad de Hierro, procedía del Mediterráneo oriental. El historiador griego Herodoto afirmaba (en Hist. I, 94) que los etruscos tenían su origen en Lidia, región situada al oeste de Anatolia, mientras que Helánico de Lesbos (citado por Dionisio de Halicarnaso I, 28, 3) los emparentaba con los pelasgos, uno de los pueblos más antiguos del Egeo. Otro autor llamado Anticleides de Atenas (citado por Estrabón V, 2, 4) los consideraba, a su vez, descendientes de los pelasgos que habían poblado las islas de Lemnos e Imbros, quienes habrían emigrado a Italia en compañía de los tirrenos o tirsenos, el mismo pueblo asiático al que se refería Herodoto.
El origen oriental de los etruscos era, por lo tanto, una idea muy extendida en la Antigüedad, aunque presentaba distintas versiones. Sólo parece haberse opuesto a ella Dionisio de Halicarnaso, quien suponía un origen autóctono de este pueblo en su obra sobre la historia de Roma (I, 30). Así y todo, Dionisio admitía una cierta semejanza entre las costumbres y creencias de los etruscos y las de los pelasgos; pero su errónea interpretación de un texto de Herodoto le llevó a creer que la lengua etrusca era completamente diferente a la lengua de los pelasgos (que ya debía de haberse dejado de hablar en el Egeo cuando él vivía) al confundir la ciudad pelasga de Crestona, situada al nordeste de Grecia, con la ciudad itálica de Cortona, que se hallaba al este de Etruria. (Compárese el comentario de Dionisio en Ant. Rom. I, 29, 3 con el texto original de Herodoto en Hist. I, 57). Otro argumento presentado por Dionisio (I, 28) para rechazar un origen oriental de los etruscos fue el hecho de que el historiador lidio Janto no mencionase en su obra la antigua emigración a Italia de la que hablaba Herodoto; pero esta omisión podría comprenderse si los antepasados de los etruscos no fueran exactamente lidios, sino otros pueblos del Egeo que habitaban en las regiones e islas próximas a Lidia, tal como apuntaba Anticleides.
La famosa inscripción de la llamada “Estela de Kaminia”, que se encontró en Lemnos y data del siglo VI a. C., parece darle la razón a este autor ateniense, ya que revela la existencia de una lengua muy emparentada con la etrusca, sin llegar a ser idéntica a ella. En esta misma isla, que según las fuentes clásicas estuvo poblada por pelasgos, se hallaron otros textos más cortos escritos en esa antigua lengua, la cual no pertenece a la familia indoeuropea. También es interesante la información que aporta Dionisio de Halicarnaso, citando al historiador Tucídides, sobre la antigua convivencia de los pelasgos y los tirrenos anatólicos en algunas zonas del Egeo, como cierto enclave de la península Calcídica donde se llegó a formar una población bilingüe (véase Ant. Rom. I, 25).
Hay que tener en cuenta, además, que algunas inscripciones egipcias de finales de la Edad de Bronce hacen referencia a los famosos navegantes conocidos como los Pueblos del Mar, cuyo origen en las costas egeas y anatolias es prácticamente seguro, y que entre esos navegantes se menciona a los “teresh” (t-r-sh), los cuales han sido identificados generalmente con los tirrenos o tirsenos, y con un lugar del noroeste de Anatolia al que los hititas denominaban Taruisha. Las migraciones relatadas por los egipcios, que protagonizaron los Pueblos del Mar en aquel inestable período, tienen su principal confirmación arqueológica en las ciudades filisteas que se han excavado en Palestina, y no puede descartarse, por tanto, que esas migraciones alcanzasen también otras zonas más occidentales del Mediterráneo.
Los investigadores modernos han relacionado, por otra parte, el origen de la civilización etrusca con la difusión desde el norte de Italia, entre 1200 a. C. y 800 a. C., de las culturas protovillanoviana y villanoviana, que constituyen una versión itálica de la cultura europea de los Campos de Urnas. Ahora bien, teniendo en cuenta que los etruscos practicaron el rito de la inhumación en sus tumbas, en lugar de la cremación, sería más apropiado identificar a los portadores de la cultura villanoviana con los umbros, un pueblo indoeuropeo que debió de ser asimilado por esos inmigrantes de procedencia oriental (pelasgos y tirrenos) en la zona situada entre los ríos Arno y Tíber. La época en que se pudo producir esta colonización, y la consiguiente mezcla étnica, es difícil de precisar, aunque sabemos que los etruscos situaban el inicio de su propia historia en el año 968 a. C. También ignoramos si habrían llegado en una sola oleada o en varias. En cualquier caso, la gran riqueza minera de esa región de Italia pudo haber atraído a los antepasados anatolios de los etruscos que, al poseer una cultura superior a la de los umbros, debieron de establecerse como una élite dominante a principios de la Edad de Hierro. De este modo, los poblados que allí habían surgido con la cultura villanoviana pasaron a convertirse en ciudades etruscas y se crearon, además, otros asentamientos nuevos.
Hay que señalar, sin embargo, que las relaciones comerciales entre las costas de Italia y el Egeo habían comenzado mucho antes y que, en la región minera de los montes Tolfa, situada al sur de Etruria, se ha encontrado cerámica de estilo micénico, así como en otros lugares costeros de Italia, Sicilia y Cerdeña. Los hallazgos arqueológicos parecen indicar, además, que algunos enclaves localizados en el golfo de Tarento y en Sicilia oriental ya pudieron ser colonizados por navegantes egeos a finales de la Edad de Bronce.
Así pues, hay una cantidad suficiente de datos históricos, arqueológicos y lingüísticos para aceptar la existencia de un importante componente étnico de origen egeo-anatolio en el pueblo etrusco, de modo que la teoría puramente autoctonista que defienden algunos estudiosos italianos parece basarse, únicamente, en una implantada metodología que rechaza por sistema los modelos migracionistas, y en el dudoso testimonio de Dionisio de Halicarnaso, totalmente opuesto al resto de las fuentes clásicas.
En la página 40 del libro titulado “Los etruscos: pórtico de la historia de Roma”, de Federico Lara Peinado (Madrid, Ed. Cátedra, 2007), se hace una referencia a las relaciones onomásticas que existen entre el etrusco y otras lenguas egeo-anatólicas, aunque estas relaciones no llegan a detallarse. A partir de diversos topónimos, antropónimos y teónimos etruscos recogidos en este reciente libro y en una interesante página de Internet (www.mysteriousetruscans.com/names.html), he desarrollado una lista alfabética de las equivalencias lingüísticas que me han parecido más evidentes. Si bien algunas de ellas podrían explicarse por la influencia cultural de los colonos griegos que, a partir del siglo VIII a. C., se establecieron en Italia, hay otras que deben de haberse producido exclusivamente por la llegada de inmigrantes anatólicos. A continuación expongo el resultado de este análisis que constituye, en mi opinión, una prueba más de que la tradición oral recogida por autores griegos como Anticleides, Helánico y Herodoto ha de tener una base histórica.
APLU, APULU: Es el dios Apolo, que además de ser venerado por los griegos, por los etruscos y por los romanos, era también un dios de la ciudad asiática de Troya. En un tratado acordado entre el rey hitita Muwatalli II y el rey Alaksandu de Wilusa (es decir, de Ilios o Troya), que data de 1300 a. C., se menciona a un dios llamado Apaliunas, que varios especialistas han identificado con Apolo. En las tablillas micénicas de la Edad de Bronce, en cambio, el culto a Apolo no está atestiguado, al menos con esa denominación. También está documentada en las fuentes hititas una región de Anatolia occidental llamada Hapalla, nombre parecido al del dios Apolo.
ARIMNA, ARIMNESTO: Estos antropónimos etruscos se asemejan bastante al topónimo Arimos, que Homero menciona (en el Canto II de la Ilíada) como un lugar de Cilicia donde tenía su guarida el gigante Tifón, enemigo de Zeus. Por su parte, Estrabón (Geogr. XIII, 4, 6) se refiere a los arimoi como un pueblo de Cilicia que tenía un supuesto parentesco étnico con los lidios y los troyanos. Así y todo, el topónimo Arimos podría estar también relacionado con el nombre de Armenia, región localizada al este de Asia Menor. Los etruscos establecieron un enclave comercial en la costa adriática conocido como Ariminum, en versión latina, y cuya denominación original debía de ser Arimna. En esta misma localidad se encuentra la actual ciudad de Rímini.
ARNO (río): Arne es un antropónimo femenino griego, y también fue el nombre de una antigua ciudad de Beocia. Por otra parte, varios reyes hititas de Anatolia se llamaron Arnuwanda.
ATNA: Nombre de una familia etrusca, que podemos relacionar con el de la diosa Atenea, llamada Atana en las tablillas micénicas, y con el topónimo Adana (o Adaniya), correspondiente a una ciudad de Cilicia mencionada en las fuentes hititas. No obstante, los etruscos veneraban a Atenea como “Menrva”, equivalente a la Minerva romana.
ATRIA, ADRIA: Ciudad situada al nordeste de Italia, cerca de la desembocadura del río Po, que dio nombre al mar Adriático. Según los historiadores romanos, fue uno de los asentamientos que los etruscos establecieron en esa región durante el siglo VI a. C., si bien la ciudad fue posteriormente ocupada por colonos griegos y sículos enviados por Dionisio de Siracusa. De acuerdo con una antigua leyenda, su verdadero fundador habría sido un héroe pelasgo llamado Atri, y se puede observar la similitud de este nombre, así como el de Atria o Adria, con el antropónimo griego Atreo y con el topónimo anatolio Atriya (mencionado en una tablilla de la Edad de Bronce como un lugar situado al oeste de Asia Menor).
AULE, AULO: Este antropónimo masculino, usado por los etruscos, puede estar relacionado con el topónimo griego Aulis (o Áulide).
CAICNA, CECNI. Nombres etruscos que se asemejan al griego Cicno (Kyknos) y al nombre del rey Kukunni, un antiguo gobernante de Wilusa o Troya que se cita en una tablilla hitita.
CETONA: Ciudad etrusca cuyo nombre se parece mucho al de los ceteos, pueblo de Misia (Anatolia occidental), mencionado en el Canto XI de la Odisea. En la Biblia (Génesis 10, 4) se hace otra referencia a los llamados “kitim” o “cetim” como uno de los antiguos pueblos de Anatolia y Chipre.
CHARUN: Dios etrusco que se corresponde con Caronte (Kharon), el barquero del Tártaro en la mitología griega.
CILENS: Deidad etrusca cuyo nombre se asemeja al del monte Cilene, situado en Arcadia (Grecia). Cilene era también el nombre de la ninfa que recibía culto en ese monte.
CORTONA (CURTUN): Ciudad de Etruria que, según Dionisio de Halicarnaso (I, 20, 4), fue poblada por los pelasgos que emigraron a Italia. Los romanos la llamaban Córito, además de Cortona, y Córito era el nombre de un personaje mítico que estuvo casado con Electra, ninfa que se había unido a Zeus para engendrar a Dárdano, el epónimo de los dárdanos de Troya. La tradición griega recuerda, por otra parte, a un hijo del príncipe troyano Paris que también se llamaba Córito. Vemos pues una relación onomástica, reflejada en las antiguas leyendas, que se establece entre los etruscos, los pelasgos, y los troyanos de Asia Menor.
KARKANA: Nombre de una familia etrusca, cuya raíz la encontramos en el topónimo Karkiya, una región de Anatolia occidental mencionada en algunas tablillas hititas.
LARIS: Antropónimo etrusco muy común, que es casi idéntico al topónimo Larisa, el cual corresponde a una región de Anatolia occidental y a otra región griega de Tesalia. La Larisa asiática estuvo poblada por pelasgos, aliados de Príamo en la guerra de Troya, tal como se indica en el canto II de la Ilíada:
“Hipotoo acaudillaba las tribus de los valerosos pelasgos, que habitaban en la fértil Larisa.”
Herodoto (I, 57) situaba justamente al este de la Tróade dos antiguas ciudades, llamadas Placia y Escílace, pertenecientes a esos palasgos que, según el citado autor, hablaban una “lengua bárbara”, es decir, una lengua muy diferente al griego.
LEMNI: Nombre o sobrenombre de una familia etrusca, claramente relacionado con la isla de Lemnos, donde se encontró la llamada Estela de Kaminia, grabada con unas inscripciones del siglo VI a. C. que muestran una lengua no indoeuropea muy parecida al etrusco.
LEVEI (pronunciado Lewei): Nombre etrusco de familia que podemos relacionar tal vez con la región de Luwiya, en Anatolia occidental, y con los llamados luvios o luvitas, que poblaron varias zonas costeras de Asia Menor en la Edad de Bronce. La lengua luvita era indoeuropea, emparentada con el hitita y con el lidio.
MANTUA (MANTHVA): Ciudad etrusca del norte de Italia, fundada hacia 500 a. C. Según la leyenda, su fundador fue Bianor (llamado también Ocno), hijo del rey Tíberis y la profetisa griega Manto, de la cual procedería supuestamente su nombre. En la región griega de Arcadia existió otra ciudad llamada Mantinea, cuyo nombre es bastante similar.
MARIS: Teónimo etrusco que se parece un poco al nombre de la región de Mira (Anatolia occidental), mencionada en tablillas hititas. La raíz la encontramos también en el término maryannu, que se aplicaba en el antiguo reino de Mitanni (situado al este de Anatolia) a los guerreros que combatían en carros, y que aparece también en la Ilíada como nombre propio del héroe Meriones, un auriga aqueo.
MASU: Nombre masculino etrusco que podemos relacionar con el topónimo anatolio Misia, que aperece en las tablillas hititas como Masa, y también con los topónimos Mesia (región balcánica), Mesenia (en el Peloponeso) y Masalia (colonia jónica de Occidente). La forma del nombre, acabado en “u”, se asemeja a otros antropónimos que aparecen en las tablillas hititas como Gassu o Muksu. También está documentado en las fuentes hititas un antiguo rey de Mira (región de Anatolia occidental) llamado Masuiluwa, que quizás podríamos traducir como Mausolo o Masalo.
MEANE: Nombre de una ciudad fundada por los etruscos en Córcega, tras derrotar a los griegos foceos en la batalla de Alalia. Es también el nombre de la diosa etrusca de la victoria. Ahora bien, los lidios de Anatolia fueron llamados meiones por Homero, y el legendario antepasado de los etruscos, Tirreno, descendía de otro héroe epónimo llamado Manes, según la tradición griega.
PERUSNA: Nombre etrusco original de la actual Perugia, que los romanos llamaban Perusia. Podemos relacionar su raíz “perus” con el nombre de la isla egea de Paros y quizás con el nombre del mítico príncipe Paris de Troya. La desembocadura oriental del Nilo fue también conocida por los navegantes mediterráneos como Perúsica o Pelúsica.
PLECU: Nombre etrusco masculino que se puede relacionar con la antigua ciudad de Placia (situada al noroeste de Anatolia) que, según Herodoto (I, 57), estuvo habitada por los pelasgos, uno de los pueblos más antiguos del Egeo. Otra ciudad del norte de Italia, llamada Placentia (la actual Piacenza), fue probablemente fundada por los etruscos y su nombre es igualmente parecido al de Placia.
PULENA: Nombre de una familia etrusca que se parece al topónimo Palene, nombre de una ciudad de Arcadia y de una zona de la península Calcídica, situada al nordeste de Grecia.
SEIANTI: Nombre etrusco femenino, semejante al del río Siyanti de Anatolia occidental, un hidrónimo citado en la documentación hitita (la tablilla CTH 147 del archivo de Boghazkoy).
TAGES: Nombre de un mítico adivino etrusco, que se puede relacionar con el de Tegea, ciudad de Arcadia. Al sur de esta misma región helénica encontramos, además, un monte llamado Taigeto.
TARQUINIA, TARQUINO, TARCÓN: Tarquinia (Tarchuna) fue posiblemente la ciudad etrusca más antigua, y su legendario fundador fue Tarcón o Tarconte, hermano de Tirreno. En fuentes hititas se mencionan dos monarcas anatolios del siglo XIII a. C. llamados Tarkasnawa (rey de Mira) y Tarkasnalli (rey de Hapalla), nombres bastante parecidos al etrusco Tarchun. Para el hititólogo O. R. Gurney, el nombre de Tarchun estaría directamente relacionado con un dios venerado por los pueblos costeros de Anatolia, cuyo nombre era Tarhunna o Tarhunt y significaba “conquistador” en las lenguas luvita e hitita. Este término aparece también en los nombres de otros antiguos gobernantes de Anatolia occidental, como Tarhunaradu y Manapa-Tarhunta, reyes del territorio del río Shekha (situado al norte de Lidia), y en el nombre de Tarhuntassa, otra región de Asia Menor mencionada por los hititas.
TÁRTARO (río): El Tártaro es un afluente del río Po, situado en una región del nordeste de Italia donde los etruscos fundaron, en el siglo VI a. C., la colonia de Adria. Como es bien sabido, los griegos llamaban Tártaro a las regiones infernales, pero esta denominación debe de proceder en realidad de otra lengua hablada en el Egeo, diferente al griego. La raíz “tart” parece estar presente en el nombre de los dárdanos de Troya, por la proximidad fonética entre t y d, e igualmente la encontramos en el topónimo Tartessos, aplicado por los griegos a un reino ibérico cuyo mítico rey Gárgoris tiene también un nombre de probable origen egeo-anatolio (ya que es muy similar al del monte Gárgaron, en la Tróade).
TEUCER, THUCER: Dos versiones de un mismo nombre masculino etrusco que sin duda es semejante a Teukros o Teucro, antepasado de los teucros o troyanos. Los teucros aparecen en la documentación egipcia de finales de la Edad de Bronce, como los “tjeker” o los “zeker”, pertenecientes a los Pueblos del Mar. Ahora bien, uno de los héroes griegos de la guerra de Troya, que era hermanastro del famoso Áyax de Salamina, se llamaba también Teucro, por ser hijo de la princesa troyana Hesíone.
THANA, THANUSA: Nombres etruscos femeninos parecidos a los griegos Dánae y Téano. Además de los dánaos de Grecia, llamados por los egipcios danaya o tanaya, hubo un pueblo asiático llamado danuna (establecido en la zona de Adana, en Cilicia). En el caso de Thanusa, la terminación “-usa” es bastante habitual en topónimos hititas y anatolios (como Wilusa y Hattusa, por ejemplo).
THRESU: Nombre etrusco masculino muy similar al de Tros, uno de los legendarios fundadores de Troya.
TÍBER (THEFARIE): Río que constituía una de las fronteras naturales del territorio etrusco. Tiene cierta semejanza con el apelativo “tabarna”, aplicado comúnmente por los hititas a sus reyes, y con el etnónimo de un antiguo pueblo de Anatolia oriental, los tabarenos o tibarenios.
TINIA: Dios etrusco muy similar en sus características al griego Zeus. Encontramos este nombre en las penínsulas de Tinia y Bitinia, que forman el estrecho del Bósforo, donde los griegos fundaron la famosa ciudad de Bizancio.
TROILUM: Ciudad etrusca tomada por los romanos en 293 a. C. Su nombre es prácticamente idéntico al de Troilo, hijo del legendario rey Príamo, y Troilo se relaciona a su vez con el propio nombre de Troya o Troia, la ciudad de Príamo.
TURANA, TARNA: Turana era una diosa etrusca, cuyo nombre está relacionado con el término luvita tarawana (señor o señora), del que procede el griego tyrannos, y Tarna es un nombre etrusco femenino bastante parecido. Aunque los etruscos se llamaban a sí mismos rasna o rasenna, nombre que fue, al parecer, el de uno de sus caudillos (véase Dionisio de Halicarnaso I, 30, 3), el etnónimo tirrenos (tyrrhenoi) por el que los conocieron los griegos debe de ser también de origen anatolio, relacionado con los términos Tarna, Turana y tarawana.
TURSIKINA: Nombre de una familia etrusca que tal vez se puede relacionar con el topónimo Tarso o Tarsis, ciudad muy antigua del sureste de Anatolia mencionada en las fuentes hititas como Tarsa.
VELIA: Nombre etrusco femenino cuya pronunciación sería Welia. Se asemeja un tanto a los topónimos egeos Elea, Elis o incluso Ilios (llamada Wilusa en las tablillas hititas).
VENETE: Nombre etrusco de familia que se relaciona claramente con el Véneto, región situada al nordeste de Italia, pero también con el nombre de los enetes, pueblo del noroeste de Anatolia. Hubo también unos vénetos asentados en la Bretaña francesa, tal vez emparentados con los propios vénetos de Italia y con los ligures. Se trataría por tanto de un etnónimo de origen indoeuropeo, con toda probabilidad.
© C.J.M.A. Diocles, 2007
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TURANA: estudiado por Villar en “Los topónimos de la serie TUR-“ (Estudios de celtibérico y de toponimia prerromana, Salamanca, 1995), donde apunta que aparece en la onomástica ibérica (Turane), además de en la toponimia peninsular (y como léxico común, turuño y turuñuelo). (Onega)
TURANA, TARNA: Turana era una diosa etrusca, cuyo nombre está relacionado con el término luvita tarawana (señor o señora), del que procede el griego tyrannos, y Tarna es un nombre etrusco femenino bastante parecido. Aunque los etruscos se llamaban a sí mismos rasna o rasenna, nombre que fue, al parecer, el de uno de sus caudillos (véase Dionisio de Halicarnaso I, 30, 3), el etnónimo tirrenos (tyrrhenoi) por el que los conocieron los griegos debe de ser también de origen anatolio, relacionado con los términos Tarna, Turana y tarawana. (Diocles) ...que los etruscos también debieron de comerciar por nuestras costas, y pudieron entonces influir culturalmente en la población ibérica. Unos u otros habrían dado su nombre al río Turia, por ejemplo, y también al río Sicano (llamado actualmente Júcar)... (Diocles)
Mensaje para Onega y Diocles:
Me gustan siempre vuestras intervenciones de las que transcribo arriba unos párrafos como referencia. Suscribo cuanto reseñáis sobre “Turana” o “turane”, a lo que añado que en la cultura etrusca se identifica este nombre con Venus. Tanto Lidia, como Troya y Chipre (los eteochipriotas) tuvieron una diosa patrona y una cultura religiosa similar, con los tirrenos como denominador común. En Chipre debió fraguarse la equación Turan=Afrodita.
Turan, patrona de la ciudad de Vulci, es la diosa etrusca del amor y de la belleza, como la griega Afrodita. Su nombre significa “señora” y está relacionado con palabras etruscas tales como 'turannuve', "amable, venerable", 'tur' "dar" o "dedicar", 'turan', "dado" y 'turza' "ofrecer", implicando que lo amado y lo sagrado van juntos. La Venus de los romanos incluye una idea similar en su nombre, relacionado con la palabra 'venerar'. Turan está representada en cantidad de objetos de arte etruscos, espejos, terracotas, vasijas y la escultura ‘Venus Genetrix’, en etrusco Turan Ati, (ati es madre, apa es padre). Ennio, citado por Varrón la llama ‘Hija del Mar’.
Efectivamente Villar señala que en los plomos ibéricos de l’Orleyl de Vall de Uxó aparece cuatro veces el segmento “turane”, pero Fletcher encuentra seis (uno de ellos incompleto):
tres veces en Orleyl V, : antinmlituturane : banmlirbaiturane : kaisanmlirbaitura: nei
una vez en Orleyl VI, : [...]rane
dos veces en Orleyl VII, : kalaisebakaraturane : : [...]ebakaraturane :
Los plomos V, VI y VII de l'Orleyl se encontraron dentro de una urna (una vasija ática), en una tumba intacta.
Es de notar que en la costa a cinco km se halló en Almenara un templo de Venus. En todo ello puede haberse dado mucha casualidad, pero es bueno reseñarlo, porque también es verosímil. La dificultad para comprobarlo es, hoy por hoy, la imposible segmentación segura de la escritura íbera. No sabemos si 'turane' es una palabra en estos plomos.
Otras huellas de la venus etrusca (o romana) se registran en Talavera de la Reina, antigua Caesarobriga y otra en yacimiento semidesconocido de l término de Ocaña, la inscripción de Castulo CIL II 3270 y de Tarraco a Venus Genitrix, las de la Lusitania a Venus Victrix CIL II 470 (Joaquín Aurrecoechea y Pilar Fdez, UNED), aparte de epitafios e imágenes o su símbolo, la concha marina, en sarcófagos funerarios. Est último sería coherente con 'turane' en una tumba.
La propagación de estos cultos bien pudiera ser debida al contacto directo con los etruscos (por lo menos en la costa) o bien, más probable e intensamente, de la mano de los romanos que ya los tenían incorporados a su propia cultura.
Respecto de TARKUNBIUR (Botorrita II45): nombre propio (ibérico o no) compuesto de TARKUN y BIUR, el segundo elemento ‘biur’ está recogido y es abundante en Silgo, “Léxico Ibérico”, p.e. en Orleyl-III.
Sólo veo un paralelo etrusco para ‘tarkun’, más o menos lo siguiente: según la leyenda Tarkun (o Tarquinio Prisco) es el primer ‘lucumon’, rey-sacerdote, en recibir las enseñanzas sagradas directamente de un ser sobrenatural, Tages, muchacho con voz de anciano, que emerge del surco de un arado en la tierra, símbolo de una sabiduría siempre fresca y siempre renovada, que la Tierra guarda y que está disponible para quien con ella contacte.
Con Tarquinio Prisco se inicia la ocupación etrusca de Roma. Era hijo de DeMarato, un eminente griego huido de Corinto y establecido en Tarquinia, ciudad etrusca. Tarquinio, que se llamaba aún Lucumon, se desposò con Tanaquilla, refinada dama etrusca, quien le convenció de trasladarse a Roma donde se convirtió en el brazo derecho de Anco Marzio. El rey lo hizo tutor de sus hijos y lo inscribió en la tribu 'lucera'.
Cordialmente, Alcargel
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