Autor: Cossue
lunes, 28 de noviembre de 2005
Sección: Prehistoria
Información publicada por: Cossue
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BREVE HISTORIA DEL REINO SUEVO DE GALLAECIA (I)
Un recorrido por los primeros 60 años de historia de este reino.
Si alguien considera que ya sabe todo lo que hay que saber sobre los suevos, le pediría un voto de confianza y que avance hacia los capítulos VI y VII. Puede ser que allí haya algo nuevo. Claro que también puede que no.
Aclararé que en gran parte de los que sigue me he ceñido al Chronicon de Hidacio, tanto en la versión latina en www.thelatinlibrary.com, como en la traducción al Gallego de César Candelas Colodrón editada por Toxosoutos. He acudido a veces a Jordanes en su “De Origine Actibusque Getarum”, disponible en la misma dirección y a una traducción inglesa disponible en www.ucalgary.ca/~vandersp/Courses/texts/texts.html. Y también he recurrido a San Isidoro y su “Historia de los reinos de los Godos, Vándalos, y Suevos”, a la crónica del Conde Marcellino, y a la “Germania” de Tácito, todos ellos disponibles en la red. Como bibliografía debe citarse el clásico “Galicia Sueva” de Casimiro Torres, y el reciente “El inicio de Nuestra Edad Media” de Xoán Bernárdez Vilar , también editada por Toxosoutos. Muchas traducciones han sido directamente tomadas desde estas obras, así como los textos de Orosio. Otras son mías, desde traducciones inglesas. Finalmente, me he atrevido con indecible vehemencia a traducir algunos textos cortos desde el original latino. Y no es falsa modestia, sino reconocimiento de que no existe nada llamado “mi latín” del que pueda decir que es pobre o malo. Los textos que se me antojan ambiguos o especialmente relevantes, los he mantenido en su original latino si disponía de él.
I. LOS HIJOS DE MANNUS
“Debo proceder ahora a hablar de los Suevos, que no están, como los Cattos y los Tencterios, comprendidos en una única gente, sino divididos entre varias naciones de distinto nombre, aunque en general se llaman Suevos, y ocupan la mayor parte de Germania.” (“Germania”, Tácito)
“ab oriente Alania est, in medio Dacia ubi et Gothia, deinde Germania est ubi plurimam partem Suebi tenent. quorum omnium sunt gentes LIIII.” (“Historiarum…”, Orosio)
Así pues, suevos es una designación genérica (tal vez incluso un etnónimo) ¿Pero quienes eran los suevos que llegan a Galicia? El 31 de Diciembre de 406 un importante grupo de bárbaros cruzan el Rin, ya empujados por el avance imparable de los hunos, ya espoloneados por el comes de origen vándalo Estilicón. Cuando el galaico Orosio nos narra hechos relacionados con este acontecimiento, habla de alanos, vándalos, burgundios y suevos. San Jerónimo menciona a alanos, vándalos, sármatas, gépidas, hérulos, sajones, burgundios y alamanos. Puesto que alamanos y cuados eran suevos parece que ya tenemos unos buenos candidatos. Y puesto que los cuados habitaban en vecindad de los vándalos asdingos y silingos, en el sur de la actual Eslovaquia, parece que ya tenemos ganador. Por cierto, poco antes “Radagaisus paganus et Scytha cum ducentis millibus suorum totam Italiam inundavit” (El escita Radagaiso inunda italia con 200.000 de los suyos) (2). Al parecer había también ostrogodos y vándalos en el ejercito de Radagaiso derrotado por Estilicón, lo que da pie a pensar que los alanos y suevos que cruzan el Rin fuesen los restos de este ejercito, derrotado por Estilicón, pero aún numeroso. Al parecer, los cuados desaparecen de la historia poco después de estos acontecimientos (y de la llegada de Atila).
Con respecto al idioma, y atendiendo a la tradicional división de los germanos en nórdicos, occidentales y orientales, los suevos, y por ende los cuados, pertenecían al segundo grupo. Su lengua debería ser por tanto una variedad primitiva de antiguo alto alemán. Francisco Villar en su “Los Indoeuropeos y los Orígenes de Europa” identifica a los suevos con los hermiones de Tácito, y asevera que los dialectos hablados por éstos no han sobrevivido hasta el presente, ni dieron nunca lugar a lenguas literarias. Así que para conocer su idioma nos debemos contentar con la onomástica y las glosas. Cesar en 58 A.C. derrota a un suevo llamado Ariovisto. Tácito menciona, unos 150 años más tarde, dos reyes legendarios de cuados y marcomanos, Marobodus y Tudrus. Y Jordanes nos da el nombre de dos reyes suevos centroeuropeos de finales del siglo V: Hunumundus y Halaricus. De los suevos de Galicia, conocemos algunos nombres del periodo en el que el reino mantuvo su independencia: Hermericus, Rechila, Rechiarius, Maldras, Massilia, Hermigarius, Frantanes, Rechimundus, Frumarius, Remismundus, Ariamirus, Theodomirus, Mirus, Eburicus o Eurichus, Audeca o Andeca, Malaricus, Ildericus, Adoric, Nitigis, Wittimer, Remisol, Anila… Éstos entre reyes, obispos y personajes relevantes. Conocemos también el nombre de la mujer de Miro: Siseguntia. En conjunto, estos nombres son indistinguibles de los de godos o vándalos. Por supuesto, sabemos que los nombres propios viajan mucho y rápido, y no son el mejor indicativo de qué lengua habla una gente. Pero hay un par de detalles importantes. El primero es que vemos que uno de los sufijos empleados para derivar nombres de personas masculinos, -ila, concuerda con el del germánico oriental. Por lo poco que sé del tema, para las lenguas germánicas que han sobrevivido, y al menos en los paises bajos, el equivalente masculino sería -ilo. Esto me parece un indicio, y no menor, de que la declinación en la lengua de los suevos guardaba más similitudes con el gótico que con, por ejemplo, el bajo alemán. Por otra parte, si cabe interpretar el segundo elemento del nombre Hermigarius como gar (Anglosajón gar, “lanza”), tendríamos un rotacismo desconocido en el gótico “gais” y frecuente en las lenguas germanas occidentales de las que nos ha llegado testimonio escrito.
II. ¿CUÁNTOS SUEVOS SON 30.000?
Porque esta es la cifra media en que se estima su número. Incluyendo mujeres y niños. Aunque no he podido acceder a los cálculos en que se basa esta cifra, podemos intentar recrearlos.
El primer punto en esto es que son 80.000 los bárbaros que con el vándalo asdingo Gaiserico pasan a África, incluyendo mujeres y niños (aún no he podido acceder a esta fuente). Este proceso les llevó 4 años, entre 425 que toman Mauritania y 429, cuando el rey se embarca definitivamente y abandona la península.
El segundo punto es un dato cualitativo: según Hidacio con Gaiserico iban todos los vándalos.
El tercer punto es también un dato: los alanos se habían sometido voluntariamente a la jefatura de los vándalos.
El cuarto punto es otro dato: en su asentamiento “ad inhabitandum” en 411, los bárbaros se reparten todas las provincias de Hispania menos la Tarraconense. Este reparto es a suertes y/o por lotes. A los Silingos corresponde la provincia Bética, la más latinizada y probablemente la más rica, aunque también la más pequeña. A los alanos la Lusitania y la Cartaginense, no tan ricas, pero sí extensas. Parece que corresponde a los suevos y asdingos contentarse con la provincia más agreste y montañosa, la menos latinizada de todas las provincias. ¿O esto es sólo apariencia? La Gallaecia se extendía en aquel por momento por el este hasta las proximidades de Numancia y Calahorra, y por el sur hasta el Duero, sobrepasándolo en la región Coca. El norte, entre la cordillera Cantábrica y el Océano, estaba habitado por indómitos Astures Trasmontanos y Cántabros, y no parece que los germanos se aventuraran allí. Al sur y al oeste de estas montañas el panorama era, sin embargo, mucho más alentador. La meseta norte, con sus ricas tierras cerealísticas y sus múltiples villas, había sufrido duramente tanto la propia incursión de estos bárbaros como las previas guerras de los Honoríacos, como tiende a mostrar la arqueología. Por otra parte la Asturica Augustana, con un clima menos riguroso, disponía tanto de tierras como de recursos auríferos y minerales, y buenas comunicaciones. Y al occidente, la Gallaecia en senso estricto, rica en oro y estaño y con un clima lluvioso y templado, ofrecía puertos para el comercio con el Mediterráneo, Gallia y Britania, y de ella provenían personajes como Prisciliano, Egeria, Orosio (que tal vez hubiese nacido en Tarraco) o Hidacio, que indican una romanización lenta pero firme. Braga es citada por un coetáneo como una de las ciudades ilustres del imperio. Bien, perdonadme el arrebato decimonónico. Parece ser que los vándalos obtienen los dos conventos orientales, Asturicense y Cluniense, y los suevos los occidentales, Bracarense y Lucense.
El quinto punto es una pregunta y una hipótesis: ¿Se repartieron los territorios atendiendo a fiscalidad, a superficie, o a otro factor? Si es a territorio, a los alanos corresponde el doble que a silingos, y a estos el doble que a asdingos o a suevos: Los suevos serían sólo un octavo de todos los bárbaros que penetran en la península. También lo serían los asdingos.
El sexto punto es otro dato aportado por Hidacio: Los silingos son destruidos por el godo Valia, que diezma también a los alanos. Los asdingos sufren numerosas bajas con Roma tras un asedio infructuoso a los suevos. No tenemos noticias de bajas entre los suevos en los primeros 18 años.
Séptimo punto. Hipótesis: ignoremos las bajas de suevos y asdingos, y asumamos que silingos y alanos hubiesen perdido un tercio de su potencial demográfico, prácticamente todas las personas con capacidad de ir a una guerra que no fuese en propia defensa.
Teniendo estas hipótesis (razonables o no) en cuenta, los 80.000 bárbaros que pasan a África estarían compuestos aproximadamente por 16.000 asdingos, 43.000 alanos, y 21.000 silingos, del total de los cuales apenas 10.000 tendrían capacidad ofensiva. Cosa que me parece ridícula. Unas perdidas superiores para alanos y silingos significaría que o bien los godos habrían realizado matanza sobre mujeres, niños y ancianos, o bien habrían tomado abundantes prisioneros, de lo que no tenemos noticia. Como no tenemos noticias tampoco de que los Pirineos hubiesen sido cruzados de nuevo pero de sur a norte. Y según Hidacio los alanos mandaban sobre suevo y vándalos, por lo que parece razonable pensar que debían ser tantos como los vándalos, al menos.
Bien, si asumimos que las perdidas de alanos y silingos fueron de la mitad de su población total, y que las de asdingos y suevos son poco significativas, pero mantenemos las proporciones entre ellos según el reparto, tenemos, sea x el número de bárbaros que penetran inicialmente en la península, x/8+(1/2)(x/2)+(1/2)(x/4)=80.000 => x = 160.000, de los que 20.000 serían asdingos. Y su capacidad ofensiva sería incluso inferior. Y si las pérdidas de los alanos hubiesen sido, por ejemplo, 1/4, su capacidad militar sería aún el doble de la de los asdingos.
Asumamos entonces que el reparto no fue en superficie, sino en fiscalidad; que la fiscalidad de la bética era equivalente a la de la Gallaecia, y que esta no era muy inferior a la suma de Lusitania y Cartaginense; asumamos finalmente que los alanos no doblaban el número de los silingos, sino que tan sólo los igualaban, recibiendo un plus de territorio gracias a su ascendiente sobre los otros pueblos. Asumamos que tanto silingos como alanos vieron su número reducido a la mitad, que los godos tomaron prisioneros y cometieron matanza sobre la población civil, o que parte de estos pueblos quedaron en la península o emigraron hacia el norte, lo que menos ofenda al lector. La ecuación sería ahora (x/6)+(1/2)(x/3)+(1/2)(x/3)=80.000 => x = 160.000, de los cuales unos 30.000 serían asdingos, que íntegramente habrían pasado a África junto a unos 25.000 alanos y a otros tantos silingos. Mucho más razonable, ¿no? Esto igualmente significaría que los suevos eran unos 30.000. En caso de terrible necesidad podrían disponer de 10.000 guerreros.
Viene muy a cuento aquí citar a Francisco Villar “Cesar (BC I, 51) narra que estando cerca de Lérida se acercó a su campamento un nutrido grupo de jinetes y arqueros procedentes de las Galias en número de 6.000, que, con sus hijos, mujeres y esclavos, alcanzarían tal vez la cifra de 20.000 personas. Sin duda habrían cruzado los Pirineos buscando tierras donde asentarse.” Efectivamente estos u otros galos han dejado en Aragón y Cataluña un pequeño inventario de topónimos en –dunnun, pero por lo demás han sido devorados por la historia.
Siguiendo a Jordanes, en el año 456 el rey godo Teodoredo recrimina al suevo Rechiario su intención de apoderarse de toda Hispania, advirtiéndole de que ceje en sus intentos, y no persevere en ellos, ya que su ambición le estaba haciendo odioso. Le advierte también que debe devolver aquellas tierras que no le pertenecen. Las tierras que habían convertido en su hogar, y que Teodoredo parece reconocerles, son Galicia y Lusitania, entre el Océano y el Tajo, entre Austrogonia y el promontorio sacro. ¿Qué tierras ocupaban ilegítimamente, a entender de Teodoredo? Lo sabemos por Hidacio: la Cartaginense, la Bética y el total de la Lusitania. ¿Qué intentos le recrimina? Los intentos de apoderarse de la Tarraconense “que estaba en poder del imperio romano”, como también nos aclara Hidacio. Por tanto, no lo estaban las otras provincias, y sí bajo el poder de los suevos. ¿Podían 10.000 hombres mantener el control de las cuatro quintas partes de la península ibérica? Evidentemente me refiero no a un control en extenso, sino de centro de poder. Sabemos por Orosio que muchos gallegos acogieron como amigos a los Suevos a su llegada, prefiriendo vivir pobres entre ellos que esclavizados por el fisco. ¿Cuántos se unirían a su ejército? ¿5.000? ¿10.000? Sabemos por Hidacio que muchos gallegos no tardaron en descubrir que los suevos también podían ser el peor de los enemigos ¿No les habría esto restado apoyos? Y desde luego sabemos que Hidacio fue su enemigo y conspiró contra ellos, como sabemos que otros hombres poderosos fueron sus amigos y auxiliaron al reino en sus momentos difíciles.
Pero Rechiario no cejó. Teodoredo vino al frente del grueso de su ejército, y trajo con él a gente de muchas naciones, entre ellos a los reyes de los burgundios, Gnudiuchus e Hilpericus. Recordemos aquí que la historiografía tradicional suele cifrar en 300.000 los godos que se establecieron en España, algunos antes de la caída del reino de Tolosa, la mayoría a raíz de ella. Hubo batalla en el Órbigo, y Teodoredo atacó por el flanco derecho. Los godos y sus aliados vencieron sin mayor dificultad. Teodoredo trajo con él a una parte importante del ejército que había derrotado a Atila en los Campos Cataláunicos, una de las más memorables batallas de la humanidad. ¿Para acabar con 10.000 indocumentados?
En el año 589, apenas 14 años después de la anexión del reino suevo por el godo, se celebra el III Concilio de Toledo, el primero y más memorable de los grandes concilios del reino toledano de los godos. En él se certifica la conversión del reino, del arrianismo, al catolicismo, y a él acuden obispos “totius Spaniae vel Galliae”. En sus actas leemos: “Nec enim sola Gothorum conversio ad cumulum nostrae mercedis accessit, quin immo et Suevorum gentis infinita multitudo, quam praesidio caelesti nostro regno subiecimus.”
Así pues, ¿cuántos suevos son 30.000? Yo aún no lo sé.
III. “POR TI VENCEMOS”
La entrada de los bárbaros en la península ibérica viene recogida en una lacónica entrada del Cronicón de Hidacio: “Alani, et Wandali, et Suevi Hispanias ingressi aera CCCCXLVII, alii quarto kalendas, alii tertio idus Octobris memorant die, tertia feria, Honorio VIII et Theodosio Arcadii filio III consulibus”. La era 447, correspondiente en nuestro calendario al año 409. Durante tres años los bárbaros saquean la Galia, unos dicen que juntos, otros que por separado. Pero en 409 hallan desprotegidos los pasos pirenaicos occidentales (¿o es que son invitados a traspasarlos?). Durante dos años más saquearán las provincias hispanas. La descripción que hace Hidacio de estos años es terrible. A los saqueos cruentos se une la peste, mientras los soldados agotan las provisiones y riquezas de las ciudades arrebatadas por el recaudador. A esto sobreviene el hambre, al hambre el canibalismo, y al canibalismo las bestias salvajes, que alimentadas de cadáveres atacan hasta a los hombres más fuertes. “Et ita quatuor plagis ferri, famis, pestilentiae, bestiarum, ubique in toto orbe saevientibus, praedictae a Domino per prophetas suos annuntiationes implentur.”
Pero, por misericordia divina, los bárbaros se avienen a la paz, “sorte ad inhabitandum sibi provinciarum dividunt regiones“. Y los hispanos supervivientes a las pestes se someten a la servidumbre de los señores bárbaros. Haya o no pacto con autoridades romanas, legítimas o no, la expresión ad inhabitandum tiene un componente legal relacionado con la institución de la hospitalitas, lo que implicaría una cesión de tierras y bienes a los recién llegados, y tal vez incluso la acogida en domicilio. Pero hay una provincia que no entra en reparto, la Tarraconense. Ciertamente tenía aquí Roma todavía una importante capacidad militar, y buenas comunicaciones tanto por mar como por tierra. Haya o no pacto, los recién llegados se abstienen de molestarla una vez asentados. Durante cinco años Hidacio guarda silencio a cerca de los acontecimientos hispanos. No así Orosio, que dedica su “Historia contra los paganos” a demostrar que los apuros de Roma no se deben al Cristianismo, y que hay esperanza en los bárbaros. Porque donde Hidacio resalta las maldades, Orosio se esfuerza en mostrar los contrario, intentado con ello disculpar al Cristinanismo de los males que afligían a Roma. No deja de ser irónico que probablemente muriese junto a su mentor, San Agustín, en la toma de Hippona por los Vándalos, mientras Hidacio moría viejo y hasta olvidado por sus enemigos, en la amargura e impotencia de ver como Roma se desvanecía a su alrededor. En fin, Orosio que convivió, tal vez un año, tal vez hasta cuatro, con los suevos, y a quienes siempre llama bárbaros, nos cuenta que transformaron sus espadas en arados; que algunos indígenas prefieren vivir entre ellos que bajo las servidumbre de los impuestos; o que cualquiera que quisiese marcharse o huir podía contratar los servicios de los bárbaros, que por un pequeño estipendio portaban cargas o actuaban como protectores. Servicios que tal vez él empleó, pues fue perseguido por mar, y escapó en la niebla de sus perseguidores, rumbo a África. Refiriéndose a acontecimientos posteriores, nos informa que los reyes de vándalos, alanos y suevos solicitan del emperador Honorio la consideración de federados: “Tú con todos haz las paces, de todos acepta rehenes: nosotros, por nosotros combatimos, por nosotros perdemos, por ti vencemos.” La respuesta de Honorio es rápida: envía al rey godo Valía, que destruye a silingos y alanos, y antes de poder continuar contra asdingos y suevos, es llamado a capítulo y se le concede, ad inhabitandum, la Aquitania. Corre el año 418.
Hasta aquí todo parece prístino: si hay una solicitud formal de foedo hacia el 416 o 417 es que no había un reconocimiento como tal con anterioridad. Debería haber, eso sí pactos con las autoridades locales, que originaron un “status quo” pacífico durante casi veinte años en el caso de los suevos, esto es, hasta 430, en que se restaura una paz recién rota. Por otra parte, en el año 419, los vándalos asdingos y su rey Gunderico mueven armas contra los suevos, sitiándolos en los montes Erbasios o Nerbasios. Esto dice San Isidoro: “Qui, dum, rupto foedere pacis, Suevorum gentem in Erbasis montibus obsideret “. Es decir, da por sentado la existencia de un foedo, o cuando menos de un tratado de paz. Y Roma parece responder de acuerdo con esta ruptura, y de un modo para mi sorprendente: Envía al comite Asterio de Hispania. Los vándalos, temiendo encontrarse entre yunque y martillo, abandonan el sitio en dirección a la Bética, y a la salida de Braga, capital de los suevos, sufren numerosas bajas a manos del vicario Maurocelo. ¿Por qué no dejó Roma que los bárbaros se mataran entre ellos?¿Hubo acaso una llamada de auxilio desde Galicia, temerosa del mal nombre de los vándalos?¿Un poderoso y secreto partido Priscilianista, que disfrutaba con los suevos de una excelente protección en la lejanía de Roma, y por tanto defendía (más con sus contactos que con uñas y dientes) el reino suevo?¿Una apuesta por el mal menor?¿O un respeto escrupuloso a un tratado de paz? Porque parece que Asterio, como vino se retira, sin una mala mirada para los Suevos. Sin siquiera restaurar Braga para Roma. Porque durante diez años no volvemos a saber nada de los suevos, y esto sólo puede significar que, simple y llanamente, Hidacio, que vivía a menos de 100 kilómetros de Braga, en Chaves, no tenía nada malo que contarnos a cerca de ellos.
Durante veinte años los suevos conviven, tal vez en tensa paz, con los gallegos.
IV. HERMERICO (EL PACIENTE)
¿Sería Hermerico el hijo de un rey como él fue padre y abuelos de otros? Su nombre admite una etimología interesante: Rey de Todos. ¿Habría cambiado su nombre al ser elegido rey de reyes en un momento de dificultad? A mi entender, hay indicios de que entre los suevos de Galicia no era inusual el cambio de nombre. Y la elección de un rey de reyes en tiempos difíciles no era una tradición ajena a los pueblos germánicos. Por San Isidoro sabemos que reinó en Hispania durante 32 años, de modo que ya era rey de suevos antes de traspasar los Pirineos. Murió pagano tras una larga enfermedad de 4 años en 441. Murió en su lecho en un tiempo en el que los reyes morían, o a manos de los suyos, o a manos de los de otros. Hermerico, el paciente, había conducido a su pueblo desde la peligrosa centroeuropa de la época hasta la templada y verde costa atlántica de las Hispanias. Siempre cauto, como quien no quiere ser encontrado, supo esperar a su momento. A su muerte su reino se extendía sobre una cuarta parte de la península ibérica, no tenía rivales que temer en sus cercanías, y Roma estaba demasiado ocupada con Hunos y Vándalos como para prestarle excesiva atención. En 32 años había tenido pocas bajas, y conseguido más aliados que enemigos. Nacía una pequeña potencia a la que todos querrían tener por amiga en los siguientes 20 años.
Cuando en el año 419 su pueblo es atacado por los vándalos, corre a refugiarse en las montañas. De los que puede inferirse que los suevos eran más bien guerreros de a pie que de a caballo. Y también que eran menos aguerridos. Durante los años siguientes hay duros combates en la Bética y en Mediterráneo, entre romanos y vándalos. En el año 429 tenemos noticias de la primera expedición militar de los suevos, al mando de Hermigario, quien aprovechando que el río está revuelto saquea la provincia Lusitania. Los vándalos, que se embarcaban hacia África, atacan y destruyen la expedición. Hermigario muere en su huída, en el río Guadiana, no lejos de Mérida. Hidacio se complace en la muerte, por intervención divina, de quien había despreciado a Mérida al injuriar a Santa Eulalia. Permitidme citar aquí a Tácito: “Si su estado nativo sucumbe a la pereza de la paz y el reposo prolongado, muchos de sus nobles más jóvenes buscan voluntariamente aquellas tribus que mantienen guerras, tanto porque la inactividad es odiosa a su raza, como porque ganan renombre con más afán en medio del peligro, y porque no pueden mantener un gran número de seguidores si no es por la violencia y por la guerra.” Ciertamente, aunque no sé si con justicia, su acción le granjeó a Hermigario, sino gloria, sí un lugar en la posteridad.
En el año 430, luego de que los vándalos abandonen la península, es el propio Hermerico el que pasa a la acción, saqueando las partes medias de Gallaecia (probablemente parte de las actuales provincias de León y Zamora y del oriente de Galicia). Y aquí encuentran los suevos, que como muchos germanos tenían la mala costumbre de la toma de rehenes para cobrarse el posterior rescate, la horma de su zapato. Estos leoneses y estos gallegos de hace 1.500 años no solo causan bajas a los suevos, y resisten sus embates desde los castros, sino que toman a su vez prisioneros de entre ellos. La paz, que se había mantenido durante 19 años, es restaurada mediante el intercambio de prisioneros.
Pero en el 431 la paz es rota por segunda vez. Y será el propio Hidacio, a la sazón obispo de Chaves, quien, “a causa de los saqueos”, encabeza una embajada ante el dux utriusque militiae Aecio, que se hallaba combatiendo a los francos. El imperio envía varios negociadores, pero la paz no será restaurada hasta el año 433, bajo intervención episcopal (“sub interventu episcopali datis sibi reformat obsidibus”).
En este mismo año envía Hermerico un embajador a la corte, el obispo Sinfosio. Y dos obispos son nombrados en el convento de Lugo, Pastor y Siagrio, en contra de la voluntad del obispo de esta ciudad, Agreste. ¿Un movimiento del “partido priscilianista”? ¿Un movimiento de los suevos propiciando la elección de candidatos favorables? Hidacio, como tantas veces, nos narra el hecho sin dejar traslucir sus emociones y sin cualificarlo. Pocos años más tarde sí se congratula de haber reunido pruebas, como juez, contra los “maniqueos” que actuaban en Astorga. Sí. Hidacio era un inquisidor. Pero advierto: ninguno podría aspirar a tener un juez más correcto e imparcial. Justo, veraz, amante de la ley y el orden, de Roma y del cristianismo ortodoxo sobre todas las cosas, vivió para ver como todo lo que admiraba se desvanecía, y nos legó la mayor y más importante crónica sobre los suevos, a los que detestaba, y no infundadamente. Fue su amor por las viejas tradiciones y valores de Roma, su amor a la ley y a la verdad antes que a sus propios sentimientos, los que llevaron a la posteridad “al pueblo perjuro”. Mi más sentida admiración y respeto.
Tras tres años de enfrentamientos vuelve la paz a Gallaecia una paz que durará al menos otros cuatro, mientras Aecio combate en las Gallias contra Borgoñones y Visigodos, que habiendo roto su foedo, buscan expandirse hacia el Mediterráneo. Entre el año 437 y el 438 debe haber nuevos enfrentamientos, puesto que Roma envía embajadores y “Suevi cum parte plebis Gallaeciae cui adversabantur, pacis jura confirmant.” En este último año, Hermerico, vencido por la enfermedad que padecía desde unos meses antes, nombra heredero al trono a su hijo Rechila. Aún habría de reinar otros tres años, para ver como su hijo encadenaba una victoria afortunada con otra. D.E.P.
El año del señor de 439, se firma la paz entre godos y romanos.
V. RECHILA (EL CONQUISTADOR)
Cuando fue nombrado heredero debía rondar los 40, y no parece que nadie protestara la decisión de su padre. He aquí otra de las excentricidades de los suevos: si bien en ellos la monarquía parece que era electiva y no patrimonial, tendían a admitir las dinastías. Y Hermerico era el iniciador, sino el continuador, de una de ellas. Sea como sea, Rechila es pronto el hombre fuerte del reino, e Hidacio le llama rey aún antes del óbito de su padre. Su primera acción es posiblemente un golpe de fortuna. Entabla combate junto al río Genil, en Andalucia, y derrota a las tropas de Andevoto, un personaje que no precisa presentación para Hidacio. Se apodera además de su “magno” tesoro de oro y plata. Esto debió diluir cualquier duda que pesara sobre él: victoria y riquezas. Siguiendo a Tácito, ningún germano podría desear más (ni menos). Y debió también incrementar notablemente el tesoro nacional suevo.
¿Quién era Andevoto? ¿Un general romano? ¿Un bárbaro? ¿Tal vez un importante recaudador con misión de transportar el fruto de las ricas minas andaluzas?
Un año más tarde, los suevos entran, al parecer incruentamente, en Mérida. Y poco después asedia y derrota a Censorio, embajador romano. Los suevos han perdido el miedo al imperio. En 441 muere Hermerico en Mérida. En unos meses su hijo conquista Hispalis y somete a su poder a la Bética y a la Cartaginense. Y ya de paso se ordena a un nuevo obispo en la anterior ciudad, aprovechando la ausencia del legítimo titular de la cátedra. Mientras tanto Roma envía al magistro utriusque militie Asturio contra las bagaudas de Arbizu, que asolaban la Tarraconense, y al poco se nos informa de que los godos poseen Barcelona. Su primera conquista territorial en la península ibérica.
En el año 446 Roma parece reaccionar al exitoso avance suevo, y envía al nuevo magistro utriusque militie, Vito, con la aparente misión de liberar Cartaginense y Bética. Pero el resultado fue el doble saqueo de estas provincias. En palabras de Hidacio: “apoyado por un gran contigente de tropas auxiliares, causó mal a los habitantes de la Cartaginenese y a los de la Bética. Huyó aterrorizado por un miedo vergonzoso cuando se acercaban al lugar los suevos con su rey, una vez que éstos habían derrotado a los godos que lo acompañaban en los saqueos. Después de esto los suevos arrasaron aquellas provincias con enorme destrucción”. Los suevos habían obtenido la mayor victoria militar de su historia ante el mejor ejército que Roma podía enviar contra ellos, el ejército de su generalísimo. Los mayores perjudicados del deshonroso comportamiento de godos y romanos fueron, como siempre, los que menos podían desear la guerra. La vergüenza de Hidacio es infinita.
Muere Rechila en Mérida, invicto y pagano, en el año 448.
VI. RECHIARIO (que pudo ser EL GRANDE)
Rechiario probablemente nació en Braga. Con propiedad, hubiese podido llamar patria a la Gallaecia y a su capital. Era en sí el primero de los suevos, que a su modo, era galaico y romano. Tal vez sus compañeros de juego se llaMaran Wistrario y Widragildo, pero también, Pinto o Prudente. Y tal vez tuviera instructores al modo latino. Accede al trono a la muerte de su padre, siendo ya católico, en lo que es discretamente emulado por algunos de los suyo. ¿Fue esta conversión un acto político? Desde luego el resto de sus actos están perfectamente medidos.
Su primera acción consiste en la invasión “ad praedam” de las regiones ulteriores, probablemente los campos palentinos, territorios por los que luego tendrá libre tránsito, y que le habrían las comunicaciones hacia las Galias y la Tarraconense. Es al mismo tiempo una reivindicación de su suevidad ante los suyos, como deja traslucir Hidacio.
Su segunda acción es un matrimonio de conveniencia, toma como esposa a la hija del veterano rey visigodo Teodoredo. Con ello se garantizaba una importante libertad de movimiento a través de la amistad del más poderoso monarca de occidente.
Su tercera acción es una expedición contra la Vasconia. Expedición sin duda grata a Roma y a los godos, debido al problema de los bagaudas.
En julio, y seguimos en el mismo año, 458, marcha junto a su suegro Teodoredo, y a la vuelta saquea la región de Zaragoza y penetra, con engaño, en Lleida, donde toma cautivos. A estas alturas parece que sólo las costas mediterráneas de la Tarraconense escapan a su brazo.
En un solo año había agradado a todos a los que cabía agradar: a los suevos y a los galaicos poderosos, que no debían ver con malos ojos la ilegítima llegada de riquezas a la provincia; a los obispos católicos, que tenían un católico por rey; los priscilianistas no parecen que viesen empeorar su situación; y los godos contaban con un nuevo aliado.
En las cecas suevas de Gallaecia, que Hermerico había puesto en funcionamiento, se producen ahora, además de Sólidos y Trientes, unas nuevas Silicuas de plata: llevan la leyenda “IUSSU RECHIARI REGES”. Es el primer rey germánico que emite moneda en su nombre, casi un siglo antes que los francos. Y para mí, es también un acto de propaganda. Rechiario ya no se sentía sólo rey de suevos, era rey de un reino y una tierra.
El 4 de julio de 451 se ve una aurora boreal en Galicia, a la caída de la noche. Poco después Atila es derrotado en la batalla de los Campos Cataláunicos, en la que muere Teodoredo, suegro de Rechiario, que es sucedido por Turismundo. Éste es degollado poco después por sus hermanos, que le suceden en el trono. Frederico renuncia en su hermano, y Teodorico (que nada tiene que ver con el ostrogodo Teodorico, llamado el Grande) queda como único rey de los visigodos.
Por otra parte, Rechiario recibe embajadores de Roma, los condes Mansueto y Fronto, que de acuerdo con la paz obtienen las condiciones pactadas (“Ad Suevos Mansuetus comes Hispaniarum, et Fronto similiter comes, legati pro pace mittuntur et obtinent conditiones injunctas”). En mi opinión, a Rechiario le es reconocido el dominio sobre el conjunto de sus tierras, salvo la costa mediterránea de la Cartaginense, que es devuelta a Roma. Esta devolución no debió ser del agrado de muchos suevos, como no lo debió ser la inactividad de Rechila luego del primer año de su reinado.
En el año 455 el galo Avito es nombrado emperador en Tolosa, y luego aceptado como emperador por los romanos. Es, según Hidacio, el candidato de los godos, y perderá la vida tres años más tarde, cuando éstos le retiran su apoyo. Ese mismo año una expedición sueva saquea la parte de la Cartaginense previamente devuelta a Roma. Al año siguiente los suevos vuelven a recibir embajadores, tanto de Roma como de los godos, exigiéndoles el cumplimiento del tratado de paz que les ligaba tanto con los unos como con los otros. Los suevos lo toman como un insulto e invaden la Tarraconense. Los godos envían de nuevo embajadores, esta vez con un ultimátum. En este ultimátum (y en tono calmado, dice Jordanes en su obra hagiográfica sobre los godos, que muestra lo bueno, esconde lo malo y maquilla lo mediocre) se le exige a Rechiario que devuelva las tierras que no le corresponden y que ceje en su empeño de conquistar toda Hispania. Si lo último incomodaba a Rechiario, lo primero le resultaba totalmente intolerable. Representaba devolver gran parte de las conquistas de su padre y replegarse a Galicia y Lusitania hasta el Tajo. Según Jordanes la respuesta de Rechiario fue esta: “Si aquí murmuras y hayas ofensa en mi venida… a Tolosa, donde resides, iré; y allí, si puedes, resiste”. Antes o después de esta respuesta, los suevos vuelven a invadir algunas zonas de la Tarraconense y retornan a Gallaecia con gran número de cautivos. Los visigodos hacen grupo con los otros pueblos (“ceteris gentis”), trayendo como sus más cercanos aliados a los reyes de los Burgundios. Como dice Hidacio “un ingente ejercito” que penetra en Hispania, saliendo Rechiario con gran número de los suyos a su encuentro. La batalla se produce a orillas de río Órbigo, cerca de Astorga, el 5 de octubre de 456. La derrota sueva es casi instantánea. Rechiario huye milagrosamente y alcanza Porto, luego de que mueran muchos de los suyos y otros sean capturados, aunque la mayoría consigue huir. Los godos habían empleado el imperio para legitimar esta guerra. Roma era un hombre enfermo cuya voluntad dependía de la de sus carceleros.
Teodorico llega a Braga, que es saqueada, aunque evita que sus tropas perpetren matanza sobre la población. Muchos romanos son hechos prisioneros, son destruidos las basílicas y altares, se rapta a las vírgenes de dios, aunque su integridad es respetada, y se expone a los clérigos a la desnudez; la gente refugiada en las iglesias es expulsada de ellas, y pasan a ser empleadas como establos de las monturas de los vencedores.
Rechiario, que intentaba embarcarse en Porto, es capturado. Los suevos que aún resistían se rinden, siendo algunos ejecutados: “regnum destructum et finitum est Suevorum”. En diciembre el fraticida Teodorico ejecuta a su cuñado. No sabemos qué fue de su hermana o de los hijos de ésta con Rechiario, si es que los tuvieron.
Con la muerte de Rechiario que quiso ser rey de suevos y romanos y rey de todas las Hispanias, finaliza la dinastía de Hermerico.
VII. MAESTROS DEL ENGAÑO Y LA TRAICIÓN
Teodorico pasa luego de la Gallaecia a la Lusitania, no sin antes saquear parte del convento bracarense (“Occiso Rechiario mense Decembri, rex Theudoricus de Gallaecia ad Lusitaniam succedit. In conventus parte Bracarensis latrocinantum depraedatio perpetratur”), dejando a uno de sus clientes, un varno llamado Agigulfo, a modo de administrador. Según Jordanes este ser de raza inferior, por no goda, es abducido por las palabras de los suevos y quiere ser rey. Según Hidacio, simplemente abandona a los godos y se asienta en Gallaecia, aspirando, eso sí, al trono vacío. Al mismo tiempo, los suevos que se mantenían en las regiones extremas de Gallaecia hacen rey a Maldras. Y Santa Eulalia atemoriza al godo Teodorico cuando se disponía al saco de la ciudad.
Es momento de hablar aquí de la que es la única ayuda exterior que parecen recibir los suevos en esta guerra. Una ayuda que no es intencionada. El patricio Recimiro, medio godo y medio suevo, difunde datos atemorizantes para Teodorico, referentes a movimientos vándalos y del emperador Avito, que parecen tener por objeto inmediato o mediato, la Galia. Teodorico se intranquiliza con las noticias, pero al poco Avito pierde la vida, tras retirarles los godos el mismo apoyo con el que lo hicieron emperador. Porque era Avito el que, como emperador, había ordenado la guerra contra los suevos. Es como si uno nombra al juez que lo ha de juzgar, o al funcionario que ha de decidir sobre la licencia de obras del chalet de la playa. Es también el momento de tratar aquí acerca de la obra de Jordanes. En ella no es Teodoredo el asesino de su hermano, sino algún enemigo que se había introducido en palacio. En ella Teodoredo es moderado y cauto, y sólo se enfrenta a Requiario, y muy a su pesar, por la insistencia de este en apoderarse de toda Hispania. En ella no se saquea Braga ni se mencionan los hechos que relataremos a continuación… En ella Avito es un don nadie que había usurpado el imperio durante unos días. Dejadme que lo diga alto y claro: fueron las órdenes de este Emperador, este juguete roto, las que dieron validez legal a la guerra contra los suevos. Afortunadamente Hidacio, enemigo de los suevos y amante de la verdad, nos da otra versión. Y yo conmino al lector a comparar ambas; le pido que desconfíe de mi criterio e incluso de mis intenciones. Le exijo que las compare y pese, y que luego haga una búsqueda en el texto por la mención que de Avito se hace. Nunca un ocultamiento como el que Jordanes hace de éste, muestra tan claramente la gravedad del delito cometido: el uso del buen nombre de Roma para la consecución de los propios fines. Permítaseme, por tanto, entablar recurso ante la posteridad, basándome en la nulidad de pleno derecho del acto recurrido.
El 1 de abril del año 457 Teodorico sale hacia Francia, enviando antes a los Campos Gallaeciae a sus generales, al mando de las tropas auxiliares de muchas naciones que con él habían venido. Esto nos cuenta Hidacio: “Maestros del engaño y la traición, según les había sido ordenado, aparentando paz con su acostumbrada habilidad para el engaño, y fingiendo que habían sido enviados en una expedición contra los suevos que allí permanecían, entran en Astorga, donde ya habían entrado sus ladrones aparentando seguir una disposición de Roma. Toda la gente allí encontrada es asesinada sin distinción. Son derribadas las santas iglesias; lo sagrado, tanto la decoración como los utensilios, robado tras demoler y destruir los altares; dos obispos allí hallados son llevados a la fuerza, en cautividad, con todo su clero; se hacen cautivos, lamentablemente de ambos sexos. Habiendo prendido fuego a las abandonadas y desiertas casas de la ciudad, asolan los campos de cultivo. De modo semejante al de Astorga, la ciudad de Palencia es destruida por la ruina. Sólo un castro, el Covacense, a
30 millas de Astorga, agotado por los godos en un largo enfrentamiento, resiste a los enemigos con ayuda de Dios y vence. Muerta la mayor parte de su tropa, el resto vuelve a la Galia.” (“Theudoricus adversis sibi nuntiis territus, mox post dies paschae, quod fuit quinto kal. Aprilis, de Emerita egreditur, et Gallias repetens partem ex ea quam habebat multitudine variae nationis, cum ducibus suis ad campos Gallaeciae dirigit: qui dolis et perjuriis instructi, sicut eis fuerat imperatum, Asturicam quam jam praedones ipsius sub specie Romanae ordinationis intraverant, mentientes ad Suevos qui remanserant, jussam sibi expeditionem, ingrediuntur pace fucata solitae arte perfidiae. Nec mora promiscui generis reperta illic caeditur multitudo, sanctae effringuntur ecclesiae, altaribus direptis et demolitis, sacer omnibus ornatus et usus aufertur. Duo illic episcopi inventi cum omni clero abducuntur in captivitatem: invalidior promiscui sexus agitur miseranda captivitas; residuis et vacuis civitatis domibus datis incendio, camporum loca vastantur. Palentina civitas simili quo Asturica, per Gothos perit exitio. Unum Coviacense castrum tricesimo de Asturica milliario a Gothis diutino certamine fatigatum, auxilio Dei, hostibus et obsistit et praevalet: quam plurimis ex eorum manu interfectis, reliqui revertuntur ad Gallias.”)
Según les había sido ordenado.
La destrucción de Astorga es bien conocida por su arqueología. En un pozo cegado se encontraron huesos de muchos cadáveres. Muchos de ellos aparecen seccionados por instrumento cortantes. Hay destrucción de objetos muebles e inmuebles, y un a gruesa capa de cenizas. Por cierto, algunos interpretan que los habitantes de Astorga abren alegremente las puertas de la ciudad. Yo veo más bien miedo en el acto. ¿Por cuantas personas pondría usted en cierto e inminente riesgo la vida de sus seres queridos?
Estos, y no otros, son los méritos del visigodo Teodorico. Son multitud los que creen que este francés brutal fue rey de los españoles. Mientras, el español Reckiario sigue olvidado. Pero no olvidamos. Como siempre, leed las fuentes, comparadlas, dad forma a vuestras propias ideas.
VIII. EL PUEBLO PERJURO Y LOS SEÑORES DE LA GUERRA
Tras la caída de la dinastía de Hermerico, el reino entra en convulsión. El río está revuelto, y los pescadores no dudan en usar dinamita y cianuro para mejorar sus capturas. Los peores de entre los suevos se hacen gigantes, y los mejores de entre los romanos han de sufrir prisión, oprobio y aún muerte. El estado destruido es sustituido por la rapiña de los ambiciosos. Cualquier parecido con el Irak de hoy es mera coincidencia.
En junio del año 458 muere Agigulfo en Porto. Según Jordanes, es capturado y ejecutado por su traición. Cuando parece que Maldras será reconocido como único rey, otro candidato, Frantanes, es también aclamado por sus propios seguidores, y acto seguido cada facción busca aliados entre los galaicos. Maldras se encamina entonces a la Lusitania donde, “con la maldad acostumbrada”, saquea y mata a muchos romanos, y entra luego en Lisboa mediante engaño. Poco después, y tras la muerte de Frantanes, saquea también la parte de la Gallaecia ribereña del Duero. Más tarde un ejercito godo es dirigido a la Bética, y en Hispalis es repuesto el legítimo obispo, Sabino, que había residido 20 años en la Galia. Aparece un nuevo candidato al trono, Richmundo, que saquea la Gallaecia mientras Maldras hace otro tanto con la Lusitania. Y como las desgracias nunca vienen solas, los hérulos, precursores de los vikingos, realizan una incursión cruel que afecta a las costas de la actual Galicia. Mientras tanto, Maldras mata a su hermano e invade el castro Portucalense como un enemigo. Hidacio dice que se incrementa la enemistad entre suevos y gallaecios por la muerte de algunos honesti. Quien lo iba a decir. Llegan también embajadores ante los suevos, tanto de vándalos, como de godos; y posteriormente otros embajadores acuden ante los gallaecios. Al parecer, y luego de la muerte de Avito, los godos habían vuelto a entrar en guerra con el imperio, pero habiendo sido derrotados por este, se avienen a una nueva paz. A finales de febrero del año 459, Maldras es degollado, hallando justa muerte. Por pascua, los suevos residentes en Lugo dan muerte a algunos romanos y al rector de esta ciudad. No sé si esto fue por temor a que se repitiera los acontecimientos de Astorga, o si fue tan sólo otro acto de esta estúpida guerra. Al poco un ejército godo saquea a los suevos de Lugo, retirándose con prontitud debido a la labor de desinformación de tres gallaecios, Dictinio, Spinion y Ascanio, que instan también la detención de Hidacio.
A estas alturas se hace evidente que el reino está inmerso en una guerra civil. El jefe Frumario detiene a Hidacio en Chaves, y aniquila luego el convento o región de esta ciudad, mientras Rechimundo devasta los parajes Aurigenses y otras zonas costeras de Galicia. Al poco Frumario se declara rey y surge la discordia entre ambos. Parece que como consecuencia de esto hay un amago de paz entre gallaecios y suevos, siendo liberado Hidacio tres meses más tarde y en contra del consejo de los arriba mentados Dictinio, Spinion y Ascanio. Esta paz durará un par de años, en los que se suceden las embajadas entre “el pueblo perjuro” y los godos, quienes mientras tanto se apoderan de Narbona.
En el año 463, tras una embajada goda recibida por los suevos en Lugo, se rompe la frágil paz y los suevos saquean varios lugares de la Gallaecia, desatándose al poco el mayor de los desordenes en las relaciones entre suevos y gallaecios. Finalmente, en 465, muere Frumario, y Rechimundo restaura la paz como único monarca de los Suevos. En la siguiente mención hidaciana Rechimundo se llama Remismundo: “El protector de la Tranquilidad”, pues eso significa este nombre. Todo un acto propagandístico digno de un señor de la guerra. Pues esta es mi apuesta: Rechimundo cambia su nombre como un acto de propaganda. Gallaecia está agotada.
IX El PROTECTOR DE LA TRANQUILIDAD
El trabajo de Hermerico y su familia ha sido destruido hasta los cimientos. No existe ya mutua confianza entre suevos y gallaicos. El imperio está más lejos que nunca, y las instituciones municipales han desaparecido. El sueño de un orgulloso reino suevo que abarcase toda Hispania, es substituido por la realidad de un país consumido por la guerra y el pillaje, sin voluntad ya ni de apoyar a un reyezuelo, ni de sustituirlo. Remismundo hace intercambio de obsequios con el godo Teodorico, y recibe una esposa. Acto seguido se dirige a Coimbra, donde rapta a la familia de un noble local, mientras los godos saquean las zonas del imperio que defendían en nombre de Roma, aprovechando la muerte del conde Egidio.
Remismundo, que ya apuntaba maneras, resulta ser un sátrapa de la cabeza a los pies. Ataca con crueldad a los Aunonenses, que mantenían su independencia con determinación y sobrados motivos, y no mucho después destruye Coimbra sin contemplaciones. Recibe al gálata Aiax, cabeza visible de los arrianos, e insta la conversión de los suevos al arrianismo. Se suceden las embajadas entre suevos y godos; las unas y las otras se convierten a su vez en expediciones de saqueo que se extienden por todo el occidente de la península ibérica. No me cabe la menor duda de que Teodorico y Remismundo son dos hombre cortados por el mismo patrón. El godo Teodorico muere a manos de su hermano Eurico. Remismundo temiendo perder su protector, recibe y remite embajadas con prontitud, a godos, vándalos y a Roma. La crónica de Hidacio se vuelve cansina. Ya no describe con meticulosidad científica cometas y eclipses, todos ellos confirmados, sino prodigios que parecen anunciar el final de los días. En el año 468, Lusidio, rector de Lisboa, entrega la ciudad a los suevos. La respuesta goda es invadir Lusitania y saquear a suevos y romanos sin distinción. Luego se retiran y se muestran muy crueles en las cercanias del convento asturicense, que es saqueado a su vez por los suevos luego de hacer las paces con los Aunonenses. Poco después, Remismundo envía a Lusidio como embajador a Roma.
Hidacio silencia su pluma. No hay nada memorable que deba ser recordado.
X. NIGHTFALL IN MIDDLE-EARTH
En el año del señor de 476 el hérulo Odoacro lleva a cabo la más memorable y menos reprobable de sus acciones: pone fin a la oprobiosa, larga e irreversible agonía del hombre enfermo, dando por finalizado el imperio de occidente y enviando las insignias imperiales a quienes, durante más de 200 años, iban a ser los únicos emperadores de los romanos, los Basileus de Constantinopla. Aquí sitúan algunos el inicio de la edad media. Para nuestra historia, es lo correcto. Durante 80 años la oscuridad se abate sobre el reino de los suevos. En la Crónica Zaragozana se lee: “Gotthi in Hispania ingressi sunt “. Era el año 494.
Pero aún habrá luz antes del final. Un nuevo estado suevo emergerá desde las cenizas del anterior.
MC.
Por cierto, ¿cuál es el plural de Basileus? Es terrible cuando la ignorancia te fastidia una buena frase :-(
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