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jueves, 02 de febrero de 2006
Sección: Roma y Grecia en Celtiberia
Información publicada por: Airdargh
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  1. #1 Airdargh 23 de sep. 2005

    “Callaeci”, “gallaeci” o “kallaikoi” y Roma.

    242-230 A.C. Segundo Silicius, mercenários galegos loitan nas filas dos exércitos de Aníbal contra das lexións romanas.
    219 a. de C.: Los gallaeci colaboran con Aníbal en el asedio a Sagunto y a continuación en la expedición fracasada contra Roma a través de los Alpes.

    185 A.C. Unha frota romana chega a Brigantium (A Coruña).
    a 139 a. de C.: La etnia de los “callaeci”, “gallaeci” o “kallaikoi” (según las distintas fuentes) ayudan a Viriato contra Roma.

    139 A.C Primeiras incursións romanas dirixidas por Quinto Servilio Cepion no território da Gallaecia.
    135 A.C. Decimus Junius Brutus fai incursións na Galiza. Fai fronte às tribos de Gallaicos na batalla do rio Douro, segundo os cronistas romanos esta batalla deixou un balance de; 50,000 homes mortos, 6,000 presos e de somente 400 sobreviventes.Tamén avanzou perto as beiras do Miño.
    110 A.C. O pretor romano Quinto Calpurnio Pisson organiza unha campaña militar no território da Gallaecia.
    107 A.C. O pretor romano Quinto Servilio organiza unha campaña militar no território do Gallaecia.
    103 A.C. As tropas de Quinto Cepión son masacradas polos "Callaicos" despois de dous anos de paz.
    99 A.C. O pretor da Hispania Ulterior, Decius Junius Silanus obtén unha grande vitória fronte as tribos céltigas da Gallaecia e da Lusitania.
    97 A.C. O pretor Lucius Cornelius Dolabella obtén outra grande vitória fronte as tribos galaicas e lusitanas.
    61-60 A.C. Xullo Caesar ao mando dunha frota naval chega a Brigantium co obxectivo de acabar coas constantes rebelións.
    47-46 A.C. Fabius Maximus continuará as campañas militares como delegado de Xulio César.
    43 A.C. Campaña militar de Lepidus.
    38 A.C. Campaña militar de Domicianus Calvisio.
    35 A.C. Campaña militar de Norbanus Flacu.
    34 A.C. Campaña militar de Marcus Filipus.
    33 A.C. Campaña militar de Claudius Pulcrus.
    29 A.C. Campaña militar de Statilius Taurus.
    28 A.C. Campaña militar de Caius Cassius Sabinius
    29-17 A.C. Cesar Augusto penetra en território galego. Estrabón escrebe sobre os "Kallaikois" da Gallaecia..
    26 A.C. As tropas de Cesar Augusto libran a batalla do monte Medulio contra os galaicos rebeldes. Os cronistas romanos Orosio e Floro divulgan esta batalla.
    1 D.C. Primeiro ano da era cristiá, a Gallaecia dividese en tres Conventus; LUCENSE (con capital en Lucus Augusta), BRACARENSE (con capital en Bracara Augusta) e ASTURICENSE (con capital en Asturica Augusta).
    77 D.C. O censo romano elaborado por Plinius Secundus Gaius (Plinio o vello) fala de; 285.000 homes livres no Convento de Braga, 166.000 no de Lugo e 240.000 no de Astorga, correspondentes ós tres conventos da provincia chamada Gallaecia.
    132 D.C. Os cónsules romanos Gneus Iulius Serius e Gneus Trebius Sergianus, asinan un acordo de paz coa tribo galega dos Coelerni. 216 Caracalla instituyó una cuarta provincia, Hispania Nova Citerior Antoniana, segregada de la Tarraconense, y que agrupaba tres conventos jurídicos (conventus): Lucus Augusti (Lugo), Bracara Augusta (Braga) y Asturiaca Augusta (Astorga), que tras la reorganización del imperio por Diocleciano, recibió el nombre de Gallaecia, dando origen a la denominación actual de la región.

    268-280 D.C Construcción das murallas romanas de Lugo.
    289 Diocleciano acomete a reorganización da Gallaecia e suma aos tres conventos xuridicos anteriores outro novo, o “Cluniacense” na fronteira leste coa provincia Tarraconense.
    310 Primeiras evidencias de cristianismo na Galiza (establecemento de Paleocristián do Temes).

    Estrabón (o Strabon) en el s.I d.C., basándose en otros autores anteriores y sin haber estado nunca en la Gallaecia, nos describe como eran las poblaciones prerromanas del Norte y Noroeste peninsular (sin hacer excesivas distinciones entre todas ellas) y, sobre todo, las "ventajas" que tuvo para aquellas su conquista y posterior integración en el Imperio Romano. Su carácter ciertamente propagandístico (a favor del poder de Augusto), sus prejuicios al describir las costumbres de los "bárbaros" (desde el punto de vista de la civilización greco-romana), así como la falta de matizaciones suficientes entre las diversas áreas, obligan a relativizar mucho sus informaciones, aunque siga siendo el autor más citado a la hora de estudiar el mundo prerromano del N.O. en las décadas anteriores y posteriores al cambio de Era, y su uso debe confrontarse con otras fuentes históricas (arqueológicas, epigráficas o de otro tipo).

    A modo de ejemplo, y partiendo pues de la idea de que Estrabón contrasta continuamente lo negativo de la singular cultura prerromana con los aspectos positivos de la "Pax romana" (y mediterránea), nos podemos preguntar hasta que punto sus descripciones se corresponden con algunos aspectos que conocemos de la realidad histórica prerromana:

    - Algunas de sus informaciones relativas al ateísmo de los galaicos son falsas, como muestran, por ejemplo, las numerosas inscripciones que contienen nombres de deidades indígenas.

    - La posible utilización "higiénica" o doméstica de los orines tiene unos paralelos semejantes en otras partes del mundo antiguo, por sus propiedades terapéuticas.

    - Parte del pan castreño pudo ser fabricado con bellotas, pero también conocían el uso de cereales (se consideraba que la introducción del cereal era paralela a todo lo que se relaciona con la buena orden social y de ahí que Estrabón insista en que no conocían el trigo, ni el vino, ni el aceite -sino la cerveza y la manteca).

    En resumen, muchos datos aportados por Estrabón pueden ser ciertos (como la existencia de construcciones de uso social o común, con rebancos para sentarse, presentes en los castros), pero deben ser siempre aislados o relativizados de la trama ideológica que los inspiró, y confrontados siempre en lo posible con las informaciones procedentes de otras fuentes.

    En el siguiente texto se analizan aspectos tales como la organización territorial “estraboniana”:

    (Estrabón, III, 3, 5).
    "El territorio ubicado entre el Tajo y los Ártabros está poblado por unos treinta ethne [= populi]. Aunque el país está bien dotado en lo relativo a frutos y ganado y a la cantidad de oro y plata y otros metales valiosos que se encuentran en él, la mayor parte de ellos abandonaron la vida basada en los productos de la tierra para dedicarse por completo al bandidismo y a
    las guerras ininterrumpidas entre ellos o contra sus vecinos pasando el Tajo. Esto duró hasta que los romanos lo terminaron mediante las humillaciones que les infringieron y por la división de la mayor parte de sus ciudades (póleis) en aldeas (komai), o mediante la mejor organización (= fundación, sinecización) de algunas de ellas."

    Ni Estrabón ni sus fuentes estaban en condiciones de saber quiénes eran
    los verdaderos agentes de la situación descrita y, por otra parte, contrasta la mención sucesiva a la pobreza del territorio con la riqueza que acaba de citar.

    Será pertinente detectar un valor legitimador de las prácticas imperialistas y conquistadoras, que remite a la utilización de estereotipos centrados en la oposición barbarie-civilización que, por lo demás, han servido
    demasiadas veces para descartar este testimonio, y los que se le asemejan, como una prueba adicional de que su autor es un simple portavoz de la ideología imperialista romana.

    La fuente a la que de forma general sigue Estrabón en el contexto que nos ocupa es, ciertamente, Posidonio. Pero la descripción de las acciones de Roma puede ser del propio Estrabón, pues recoge a escala reducida el esquema de otras partes del mismo libro III, donde explica en primer lugar una situación de partida caracterizada por la barbarie, para la que sigue a
    Posidonio, y como colofón presenta el estado de cosas posterior, contemporáneo con su escritura, donde explica las medidas impuestas por Augusto para el conjunto del Noroeste.

    Sobre las guerras cántabras es importante no perder de vista que los testimonios principales para esas luchas, Floro y Orosio, son relativamente tardíos con respecto a los acontecimientos y resumen mejor o peor al texto de Tito Livio que hemos perdido. Aunque afortunadamente el testimonio de Dión Casio es independiente de los anteriores y de mejor calidad, de acuerdo con una apreciación ampliamente compartida (en último lugar, Orejas, Sastre, Sánchez, Plácido, 2000: 65 con bibliografía). Si tenemos en cuenta
    este detalle de relieve, hemos de reconocer que tal vez nunca podremos saber con certeza si el área galaica desempeñó un papel en esas guerras. Se trata pues de una información perdida con el texto de Tito Livio que sus
    epitomizadores o el propio Dion Casio no consideraron oportuno registrar.

    Han de tenerse en cuenta además los testimonios arqueológicos de los que podemos destacar el contraste entre la distribución de los hallazgos de cerámica importada en el período republicano y en el período imperial.

    Fechada en el primer período se encuentra cerámica de "barniz negro" en 20 yacimientos costeros o situados a orillas de ríos navegables, siempre en puntos cercanos a la costa, con sólo tres excepciones. Su producción se
    sitúa entre la mitad del II y la mitad del I a. de C., o, si se prefiere, entre las expediciones de Bruto y César (Naveiro 1991: 27-8 y 234-5 mapa 4). Los testimonios de época imperial están constituidos por terra sigilata italica localizada en 23 puntos, destacando Naveiro la escasez de formas antiguas o "precoces", anteriores al año 10 a. de C. (con tan sólo dos testimonios) predominando los hallazgos de formas "clásicas" datadas entre el 12 a. de C. y el 10 d. de C. (distribuidos predominantemente en yacimientos costeros) y sobre todo las formas "avanzadas", datadas después del 10 d. de C., que aparecen ya en yacimientos del interior (Naveiro 1991: 31 y 236-7 mapa 5). Seguidamente aparece la terra sigilata galica fechada entre los años 40 y 80 d. de C., con piezas localizadas en 41 yacimientos, muchos de ellos en el interior de Galicia, y con testimonios también en los valles costeros del Cantábrico, en los que en períodos anteriores no había importaciones (Naveiro 1991: 31-2 y 238-9 mapa 6). Por último la terra sigilata hispanica está presente en 105 yacimientos fundados o remodelados a fines del siglo I d. de C. y en los que siguen ocupados en el siglo II, estos hallazgos están uniformemente distribuidos por el territorio
    (Naveiro 1991: 32-43 y 240-241 mapa 7).

    Para contrarestar lo anterior es pertinente considerar la cronología de los castros establecida arqueológicamente si bien la información disponible es susceptible de recibir diversas interpretaciones al relacionarla con acontecimientos históricos precisos. Además, esas interpretaciones normalmente sólo tienen un alcance exclusivo a la situación de cada castro. Por ej. el castro da Forca (A Guarda, Pontevedra) es abandonado en el transcurso del siglo II aC., Si tuviésemos que recurrir a los acontecimientos históricos conocidos habría que apuntar, si no
    directamente a la expedición de D. Junio Bruto en el 137 a. de C., a consecuencias derivadas de una ya sentida amenaza romana y/o a una manifestación autóctona de la tendencia a conformar grandes castros que se generaliza tempranamente en el área entre el Miño y el Duero (es inevitable pensar en paralelos celtibéricos como la fundación de Segeda, Complega y las tres Contrebias). Otros castros se abandonaron en siglo I a. de C. pero el registro arqueológico no permite atribuir el hecho a la acción de Roma aunque, obviamente, tampoco la desmiente. En cualquier caso también se conocen castros ocupados en el siglo I a. de C. que siguen activos con
    posterioridad. Por último, contamos con castros cuya andadura comienza, precisamente, en ese siglo I a. de C., con conocimiento o consentimiento de Roma.

    Con estos datos en la mano se constata, pues, que el despegue de las importaciones de cerámica de lujo se produce sobre todo en los últimos años del reinado de Augusto, tras el fin de las guerras cántabras, con saltos cualitativos en el nivel de los hallazgos en el período de los sucesores de Augusto y después en la época de los Flavios y de los Antoninos.
    A unos castros les va, desde luego mejor que a otros y quizás no
    fuese mal método interpretar ésto a la luz del testimonio de Estrabón que analizamos: Roma actúa de dos formas diferentes, a unos los debilita o destruye y a otros los engrandece o incluso crea, siempre en función de sus
    intereses propios. Por lo tanto parece que los testimonios arqueológicos
    concuerdan bastante bien con la periodización establecida por la historia política, y podemos sostener que estamos ante una conquista augustea (otros como Orejas, Sánchez, Plácido, 2000, siguiendo otras líneas, llega a la misma conclusión), Santos Yanguas 1985: 56- 8. apunta también que tal vez habría que interpretar a Orosio VI, 21, 6 en este sentido, cuando habla de que los legados Antistio y Firmio batallaron duramente hasta el Océano
    en el contexto de las guerras cántabras. De no ser así, ¿qué otros argumentos que incidan a favor de la realización de importantestransformaciones políticas y administrativas en el Noroeste en época augustea, con toda probabilidad, como resultado de la intervención del propio Augusto, cabrían interpretar.

    Hemos de considerar en este contexto la remodelación provincial del extremo noroeste peninsular que pasa de depender de Lusitania a depender de la provincia Tarraconense. El recientemente aparecido Edicto del Bierzo arroja nueva luz en este sentido al atestiguar una TRANSDVRIANAE PROVINCIAE (línea 7) gobernada por sucesivos legados de Augusto y otras medidas de alcance más restringido que, en cualquier caso, deben contemplarse en el marco de una importante intervención de Augusto en el Noroeste (López Barja 2000: 33; Orejas, Sastre, Sánchez, Plácido, 2000). También cabe destacar el comienzo de levas de auxilia para contribuir al esfuerzo de guerra romano, en paralelo tiene lugar la distribución de las legiones de guarnición en Hispania. Desde el punto de vista ideológico y simbólico destaca la fundación de las Aras Sestianas así como la propia fundación de Lugo en
    sincronía con las fundaciones de dos Lugdunum en la Galia, así como de las otras dos ciudades augusteas del Noroeste, tal vez ligadas ya a la posible implantación del sistema de conventus atestiguado, parcialmente, en la tabula Lougeiorum, aún habiendo sido su autenticidad disputada.

    Si con anterioridad a Augusto hubo una conquista del área galaica, no tuvo efectos reales: administrativos, políticos, económicos, militares, culturales. De haberse producido esa conquista tendría como único efecto, no desdeñable, un reconocimiento formal de la soberanía romana por parte de algunas poblaciones castreñas, sin ningún otro efecto real sobre los habitantes de la zona. No hemos de olvidar, por otra parte, que el siglo I a. de C. es el siglo de las guerras civiles, casi incesantes hasta el 31 a. de C., cuando Augusto se hace con el poder en solitario. ¿Qué capacidad real de gobierno existía en esas condiciones para un área remota y difícil? ¿Qué sentido tiene en estas condiciones seguir hablando de una conquista temprana?. Así pues, partiremos de la idea de que el pasaje de Estrabón que comentamos remite a la totalidad del área galaico-astur y que la intervención política y administrativa romana señalada es contemporánea con el autor y, por lo tanto, básicamente augustea.

    Tras las guerras cántabras en el área de la cultura castrexa acaba estableciéndose una conquista efectiva del territorio y, al menos a posteriori, un conocimiento empírico basado en la realidad de la implantación de una administración romana, cuyos primeros pasos describen el Edicto del Bierzo, Estrabón (III, 3, 8) y Plinio (III, 3, 28). Pero no se produce la masiva llegada de romanos o itálicos que tiene lugar en la Galia Cisalpina (Coarelli 2000, estudia un ejemplo) y en otros puntos del Imperio (incluida Hispania) con la fundación de colonias. Las transformaciones producidas en la sociedad indígena del noroeste por la acción directa o indirecta de Roma se desarrollan en buena medida sobre la sociedad preexistente, con sus instituciones, costumbres y religión continuadas largo tiempo (al menos más largo que en otros lugares), bajo el dominio de Roma.
    Así, los usos guerreros de los castreños se reconvierten transformando su mentada energía bélica en provecho de Roma mediante el reclutamiento masivo, al menos en el primer siglo de nuestra era, de soldados de infantería y sobre todo de caballería, para las unidades auxiliares del ejército romano. Por otro lado, la religión indígena de los galaico-lusitanos se conoce en buena medida porque, durante largo tiempo, aprovechan el uso romano de la escritura para rendir homenaje a sus propios dioses. En lo que respecta a las instituciones socio-políticas del mundo castreño la tesis más difundida en la actualidad defiende la peculiaridad de la sociedad castrexa.

    Para plantear el proceso de conquista y asimilación del territorio del
    Noroeste se siguen vías diferentes. Preguntándose, en concreto, cuáles son los modos administrativos, jurídicos y políticos usuales que emplea Roma para establecer su dominio y lograr de forma eficaz los objetivos directos de su administración en los distintos territorios conquistados - básicamente cobro de impuestos y leva de soldados auxiliares - para seguidamente rastrear su presencia, mejor o peor documentada, en el territorio del Noroeste. En este sentido P. López Barja (1999) apunta a la importancia del censo, base de todas las operaciones tributarias y administrativas de Roma y primera medida que adopta tras la conquista de un territorio, definitavemente este censo no se lleva a cabo en la "lucense", al N. del Miño, antes de las guerras cántabras donde los genéricamente denominados artabros (a los que se les ha dado significado de "los del Norte"/ "los que miran hacia la Osa Mayor" a partir de *Art-) ocupan toda esta zona en el texto de Strabón. El ser denominados comúnmente como tales indica el desconocimiento en el aparato burocrático de Roma para definir y diferenciar sus tribus, lo que vuelve a llevarnos a la conclusión de su independencia ante Roma.

    Un segundo grupo de fuentes escritas grecolatinas lo forman las de los autores que nos dejaron el relato histórico de aquella época, en particular referidos a la conquista militar del Noroeste y a la etapa final del Imperio. Además de las referencias contenidas en Estrabón, Silio Itálico, Plinio el Viejo ya citados, o en Avieno (autor del s.IV d.C. pero que usa textos del s.VI a.C.), otros autores como Tito Livio y Apiano nos hablan de la expedición de Décimo J. Bruto, mientras Dión Casio y Floro (y más tarde Paulo Orosio) nos dan su versión de las guerras astur-cántabras, haciendo hincapié, y no de manera gratuita, en episodios heroicos como el del Monte Medulio, sobre el río Miño.

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