Autor: Víctor de Burgos
miércoles, 30 de octubre de 2002
Sección: Artículos generales
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Burgos Prehistórico (raíces profundas)

resumen

Antes de que llegara Roma

Siglo III antes de Cristo, el Mare Nostrum ve como dos potencias que se disputan su poder, la fuerza del comercio, Cartago... y la heredera del legado griego, Roma.



Ambos ejércitos luchan en las llamadas guerras Púnicas, y Roma, ante el creciente expansionismo de los cartagineses, decide desembarcar en las costas de la que será la Hispania romanizada. Año 218 a. C. un ejercito romano desembarca en las costas de la colonia de Emporion, ya nada será lo mismo a partir de ese momento para los pobladores de estos territorios, hasta entonces, el fin de la Tierra... .



En esa misma época, a cientos de kilómetros de la costa mediterránea, en el interior de la Meseta Norte, varias tribus de diversas procedencias y razas con multitud de lenguas y culturas, habitan en grupos de gentes en una evolución hacia unidades sociales superiores a las de parentesco y vida en aldea.



Varios son los pueblos que habitan en la parte centro norte de esta nuestra "piel de toro", estas gentes, viven de espaldas a un mundo exterior que avanza hacia ellos.



En la cornisa cántabra tenemos a los fieros y rudos Cántabros, debido a que habitan en sus montañas desde orígenes inciertos e inmemoriales, viven con unos fuertes lazos que les unen a la tierra, son orgullosos y para ellos el bien más preciado es su libertad, por lo que tienen un espíritu indomable y no conocen el miedo con tal de salvaguardar su integridad como pueblo aislado del resto del mundo. Están organizados en pequeñas tribus a lo largo de las montañas, Coniscos, Morecanos, Tamáricos, Velegianos, Vadinienses, Aurinos y Orgenomescos, conviven con cierta independencia pero todos unidos bajo el poder de la capital, Aracilum.



Al este de los cántabros, se encuentra la nación de Autrigonia. Los habitantes de esta región, son guerreros celtas que vinieron a finales del siglo V antes de nuestra Era desde las lejanas tierras del sur de Austria y Eslavonia, no sin antes pasar por Italia, el curso del río Garona, llegando a la futura Hispania por Roncesvalles y la tierra de los vascones (Navarra). Una vez llegados a la meseta Norte, se unieron pacíficamente con las gentes de origen mediterráneo que ocupaba estas tierras, trayéndoles las costumbres del centro de Europa, así como la sabiduría del hierro y fundaron ciudades como Virouesca (Briviesca) y Tritium (monasterio de Rodilla) extendiéndose incluso hasta el mar de los Cántabros.



Junto con los Autrigones, llegaron a la meseta Norte un pueblo de origen indoeuropeo, del grupo de los Belgae, a quienes los habitantes de raigambre mediterránea que ya estaban en la meseta, llamaron Turmogos. Estos nuevos habitantes, se situaron primeramente al sur de Autrigonia, fijando su residencia finalmente, al oeste de ellos y al sur de los bravos cántabros. Estas gentes eran agricultores que vivían en lasvegas fértiles de los ríos y su sociedad, al igual que todos los grupos de raigambre indoeuropea, estaba estructurada en el clan, con el hombre como patriarca, al contrario que la sociedad matriarcal de los cántabros. Fundaron diversas ciudades, la más importante de todas fue Segisama (Sasamón), aunque también fueron pobladores de diversos castros y cerros como el de San Miguel (primer núcleo poblado de la ciudad de Burgos).



Al sur de los turmogos, tenemos dos pueblos, al oeste los Vacceos y al este los Arévacos. Eran pueblos del orbe cultural celtibérico. Los vacceos, eran descendientes de los pueblos mediterráneos que llegaron a la Meseta Norte en la Edad del Bronce pero que asimilaron población y costumbres de las oleadas celtas (indoeuropeas). Los arévacos, bien pudieran ser celtas que se situaron como vecinos de los vacceos o también un pueblo preindoeuropeo de raigambre ibérica. Los vacceos fundaron una ciudad importante llamada Rauda (Roa) y los arévacos fundaron la ciudad de Clunia (Coruña del Conde) que como veremos tuvo gran importancia en tiempos de la Hispania romana.

Tiempos de guerra y lucha por la libertad

Con la llegada de los romanos, empezaron tiempos de guerra debido a la lucha de los pueblos indígenas contra el imperialismo de Roma.

Si bien los pueblos del Levante y la zona de influencia tartésica Andalucía), se asimilaron con prontitud al dominio romano, los pueblos del Norte y de la Meseta Norte lucharon cuanto pudieron por salvaguardar sus más preciados bienes; sus costumbres y su libertad.

A la llegada de los romanos a la Meseta, los pueblos que la habitaban, no sólo no estaban en declive, sino que estaban viviendo momentos de gran vitalidad y expansión cultural, es por ello que en principio la conquista fue militar, pero no cultural, siendo la romanización por estas tierras menor que en el Levante, Valle del Ebro y sur de la Península. La romanización, no fue un hecho cultural y militar homogéneo.

Tras diversas pequeñas batallas, en el 154 a.C., estallan las llamadas "Guerras Celtibéricas" las cuales concluyen con la caída de Numancia en el 134. En esta época, la cultura indígena no sólo no se destruye, sino que se autoafirma como respuesta a la ocupación militar de Roma.

En el año 98 a.C. se levantan de nuevo los pueblos celtibéricos y en Roma se produce una guerra civil, tomando partido los pueblos indígenas de la Meseta por Sertorio, pero finalmente, este es derrotado por el bando "oficial" de Roma en 72 a.C. Ciudades como Clunia y Uxama se mantuvieron fieles a Sertorio hasta el fin de sus días. Estas guerras supusieron un punto de inflexión del dominio de Roma sobre la Meseta, ya que estos, los romanos, asediaron y destruyeron con gran barbarie las ciudades, sometiendo vilmente a los pueblos indígenas.

En el 56 a.C. vacceos y arévacos dan sus últimos coletazos nacionalistas, destacando la sublevación de Clunia. En el año 29 a.C. los vacceos se unen en su última batalla a los Cántabros y Astures dando lugar a las "Guerras Cántabras".

Roma tenía la necesidad de cerrar bajo su dominio toda la Península, sólo quedaban libres de su yugo los pueblos del Norte, Cántabros, Astures y Galaicos.

Es así como los romanos, centran todo su poder militar en el norte peninsular. Al principio, todos sus ataques eran repelidos por los rudos cántabros, los cuales, mediante "las guerras de guerrillas" combatían con gran destreza y maestría, conocedores además su abrupto territorio, el cual fue, junto con su gran amor a la libertad, sus máximos aliados en una lucha desigual.

Tales fueron los fracasos de las tropas romanas, que el mismísimo Augusto tuvo que venir en persona a Hispania para doblegar a estos pueblos indígenas. Montó dos campamentos, en Segisama y Astúrica y con siete legiones, atacó por tres frentes. Uno de los frentes cayó sobre los pueblos galaicos, otro sobre los astures, y finalmente, un tercer ataque sitió a los cántabros finalmente, en su última ciudad libre, Aracilum.

La fiereza de los cántabros, era temida por los soldados romanos. El gran error de los pueblos indígenas, fue su desunión y el no haber sido llevados a la guerra por un mismo cetro, aunque conocemos por los historiadores un líder de los cántabros, Corocota. Augusto llegó a poner precio por su cabeza, y Corocota, en un acto que resumía las cualidades de valor de estos pueblo, se presentó el mismo a los romanos pidiendo la recompensa que por el daban.

El geógrafo griego Estrabón, nos relata asombrosas historias de esta guerra: " ...la táctica y el número obtuvieron la victoria final, pero los vencidos dejaron pruebas impresionantes de su amor a la independencia. (...) las madres que matan a sus hijos para que no caigan en el poder del vencedor, el mozo que viendo a sus padres y hermanos prisioneros, los mata a instigación de su mismo padre, el guerrero que invitado a un convite, se arroja a las llamas, la mujer que se suicida después de acabar con sus compañeros de cautiverio, los que se envenenan con el tóxico de hierbas que llevan siempre consigo en previsión de la desgracia, y aquellos otros, más heroicos todavía, desde las cruces donde expían el castigo glorioso de haber defendido su patria, insultan a sus enemigos y cantan alegres canciones de guerra.

El legado de nuestros antepasados...



El tiempo que duró el asentamiento romano y de su influencia en estas tierras, hizo que se transformara de manera irreversible la vida de los pueblos indígenas. Transformaciones económicas, sustitución de la vida tribal por la urbana, arte, urbanismo... Pero aun así, las gentes preindoeuropeas y celtas de la meseta, siguieron manteniendo ciertos rasgos culturales; estructura familiar, vinculaciones de sangre, costumbres legislativas, religión, habla...

La ocupación romana fue meramente administrativa (salvo Clunia), apenas hubo emigración de gentes itálicas, la pobreza minera de estas tierras y la falta de comunicaciones en ciertos territorios, hicieron que la romanización en estas tierras fuera menor que en otras partes peninsulares.

Estos son algunos de los rasgos indígenas que se mantuvieron:

- Pervivencia de la onomástica personal y sistema gentilicio.

- Normas prerromanas indígenas en el ámbito judírico. Así, esta influencia se puede constatar en el carácter consuetudinario de las leyes de los primeros castellanos los cuales tenían sus propios jueces en contraposición al Fuero Judgo seguido en el reino de León.

- Nuevas tesis apuntan a la formación de los estados feudales, como una especie de renacimiento celta.

- Decoraciones de estelas funerarias, relieves y sarcofagos, muestran una pervivencia cultural material típicamente prerromanas.

- Como último rasgo, podemos destacar, la pervivencia de la cultura indígena en la creación de la lengua castellana. Debido a la tardía penetración del latín en tierras burgalesas, palentinas y cántabras, se produjeron unos rasgos diferenciados de léxico y fonética.

Remotas raíces son, las que estos pueblos dejaron, alejadas en el tiempo y casi en el olvido... Muchos otros vinieron más tarde, y con ellos nuevos aires, nuevas culturas, sangre diferente que forjó su impronta en la Historia y que también lucharía por su supervivencia personal, y lo más importante, que lucharía por sus costumbres, su forma de vida y su pensamiento. Estas tribus, autrigones, turmogos, cántabros, vacceos. arévacos... son nuestros antepasados más lejanos y por tanto, los primeros que lucharon por ésta, nuestra tierra: amaron su libertad...

Son nuestras más profundas raíces.

Más informacióen en: http://personales.jet.es/vliz/


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