Autor: flavio
viernes, 27 de octubre de 2006
Sección: Artículos básicos para iniciarse
Información publicada por: flavio
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Gibraltar, historia de un acto de piratería
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-Artículo dedicado para Celia ;-)
John Bright: “el Peñón de Gibraltar fue tomado y retenido por Inglaterra cuando no estábamos
en guerra con España y su apropiación fue contraria a todas las leyes de la moral y del honor”.
Halliday Sutherland:" la toma de Gibraltar en 1704 fue un acto de piratería”
Los 6 km cuadrados de superficie de Gibraltar están dominados por un gran peñón calcáreo
de 425 m de altitud, que cuenta con numerosas grutas y túneles. En algunas de estas cuevas
se han encontrado restos del hombre de Neanderthal. A estas formaciones naturales se han
añadido los numerosos túneles y galerías construidos para diversos fines, como por ejemplo
para el abastecimiento de agua. Al no existir prácticamente aguas subterráneas, los
gibraltareños deben almacenar las procedentes de las lluvias en un complejo sistema
subterráneo, cuya capacidad total es de 50 millones de litros. A pesar de que su valor
estratégico ha disminuido en los últimos años, continúa siendo una importante base militar.
Su nombre procede del árabe Yabal-Tariq o roca de Taric, fue fundada en 725 por este
general moro y estuvo en poder de los musulmanes hasta 1462, año en que fue
conquistado por el duque de Medinasidonia e incorporada a la Corona de Castilla.(1)
Quien fijó a la admirable clase gobernante inglesa la necesidad de apoderarse de Gibraltar para
debilitar al Imperio español fue Tomás Cromwell, fundador de la república. El Lord Protector
escribió una carta, fechada el 28 de abril de 1656, al general-almirante de la armada,
Montague, en la que afirmaba que la plaza y el castillo de Gibraltar serían una ventaja para
su comercio y una molestia para la odiada España católica.
El proyecto de Cromwell se ejecutó en cuanto hubo ocasión, y ésta fue la guerra de Sucesión,
casi medio siglo más tarde. Todo un ejemplo de perseverancia, al margen del tiempo y de
los regímenes políticos, pues el plan lo estableció un puritano republicano y lo hizo suyo una
monarquía anglicana.
La guerra de Sucesión estalló cuando Luis XIV trató de que los Estados Generales reconocieran
los derechos de su nieto Felipe, duque de Anjou, ya rey de España, al trono francés. Ante
la posibilidad de que España y Francia se unieran en una sola corona, los demás reinos
europeos se coaligaron contra el predominio de los Borbones.
En 1702, en La Haya, las embajadas inglesa, holandesa y austriaca firmaron la Gran Alianza.
Al poco tiempo se les unió Portugal, que ofrecía a los aliados una enorme base en la península
Ibérica, pero con la condición de que el archiduque tomaría posesión de toda España, tal como
la dejó el fallecido Carlos II. Por tanto, no debería de haber repartos territoriales.
En el verano de 1704, zarpó de Lisboa una armada anglo-holandesa mandada por el
almirante inglés Rooke y en la que viajaba el príncipe Jorge de Hesse, representante personal
del archiduque. El primer objetivo fue Barcelona, donde las tropas del virrey forzaron el
reembarque de las aliadas. El 17 de julio de 1704, los jefes de la armada celebraron un
consejo de guerra y decidieron atacar el mal defendido Gibraltar.
Comenzó el asedio y se exigió de la plaza la rendición y el juramento de lealtad a Carlos III.
El ayuntamiento gibraltareño contestó el 1 de agosto que rehusaba el ultimátum. En la noche
del 3 al 4 de agosto se produjo un fuerte bombardeo del castillo y del pueblo desde los
navíos y al día siguiente los españoles se rindieron al príncipe de Hesse. A los gibraltareños
se les dio a elegir entre marcharse con sus bienes o permanecer en la ciudad con la condición
de reconocer al Habsburgo como nuevo rey(2). El pueblo gibraltareño y con el Ayuntamiento a
la cabeza decidió en masa no aceptar la imposición de la bandera británica, país aliado del
bando español del archiduque, saliendo de la ciudad a pesar de las capitulaciones honrosas
que se le ofrecían.(3) En el éxodo de los españoles fue decisivo el comportamiento de la
soldadesca inglesa, no sólo por los saqueos, sino también por las profanaciones. De las 1.200
familias censadas, se fueron todas menos 22 y se llevaron consigo la imagen de su patrona,
la Virgen Coronada, y el documento firmado por los Reyes Católicos en 1502 que concedía su
escudo de armas(2). Los expulsados se refugiaron en torno a la antigua ermita dedicada a
San Roque, a tan sólo seis kilómetros de la ciudad ocupada, se fundó el nuevo Gibraltar. El
21 de mayo de 1706 se mandó constituir oficialmente el Ayuntamiento trasladado del Peñón.
San Roque continuó manteniendo las tradiciones y los derechos históricos de Gibraltar. Aquí está
el pendón de la ciudad, la cédula real por la que los Reyes Católicos concedieron el escudo de
armas a la plaza, el archivo eclesiástico y un buen número de imágenes religiosas sacadas del
Peñón, y que hoy forma el rico patrimonio imaginero de la ciudad de San Roque, donde reside la
de Gibraltar.
La nueva población fue en aumento y se estableció la Comandancia General y el corregidor,
dependiendo de ella el resto de poblaciones de la comarca. Donde se encontraba la antigua
ermita se levantó la parroquia de Santa María la Coronada. Monumento Histórico-Artístico. (3)
A la sazón, el territorio de Gibraltar comprendía la comarca costera de la bahía de Algeciras
y con su ciudad de más de cinco mil habitantes era la capital de una zona extensa superior
a alguna provincia española. La acción, en teoría, no debía haber tenido mayor trascendencia
en la medida en que, como ya queda dicho, ingleses y holandeses eran aliados de un
aspirante al trono español y sólo tomaban posiciones en territorio de la nación española.
Lamentablemente, el almirante inglés Rooke decidió pasar por alto reglas tan elementales y
mediante un acto que sólo puede ser calificado como piratería tomó posesión de la plaza no en
nombre del archiduque Carlos sino de la reina inglesa Ana. La edición de 1879 de la Encyclopedia
Britannica, volumen 10, página 586, no se recataba de señalar lo taimado de semejante acción
atribuyendo el acto llevado a cabo por Rooke a su propia responsabilidad y añadía que, desde
luego, había ido en contra del honor de Inglaterra el que hubiera sancionado y ratificado una
ocupación desprovista de principios como aquélla. El comportamiento de Rooke, por seguir el
texto de la Britannica, había sido el de un patriotismo carente de escrúpulos y por ello no
resultaba extraño que los españoles hubieran sentido profundamente la injusticia perpetrada
contra ellos.(4)
Al año siguiente, el archiduque la visitó en su viaje de Lisboa a Barcelona en condición de rey
de España. Pese a los acuerdos entre las potencias aliadas y con la población, los ingleses
se hicieron en los años siguientes con la plaza.
El tratado de Utrecht, en cuya negociación no participaron embajadores españoles, sino que
Madrid dejó la defensa de sus intereses en manos de los franceses, se reconoció la conquista
de Gibraltar. España fue expulsada del Canal de La Mancha y a cambio Inglaterra entró en el
Mediterráneo. Si con Gibraltar los ingleses disponían de un puerto en el estrecho, con la isla de
Menorca vigilaba la base naval francesa de Tolón. El artículo 10º del tratado establecía una serie
de limitaciones a la colonia: no habría comunicación entre la plaza y el territorio español; el
dominio inglés no se extendía a las aguas territoriales y no se admitían más que dos
dependencias: o propiedad del monarca inglés o del monarca español.(2)
Tratado de Utrecht.
Cesión de Gibraltar a Inglaterra
Articulo X. 13 de Julio de 1713:
"El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona
de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente
con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad
absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción
ni impedimento alguno. Pero, para evitar cualquiera abusos y fraudes en la introducción de
las mercaderías, quiere el Rey Católico, y supone que así se ha de entender, que la dicha
propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna
abierta con el país circunvecino por parte de tierra. Y como la comunicación por mar con la
costa de España no puede estar abierta y segura en todos los tiempos, y de aquí puede
resultar que los soldados de la guarnición de Gibraltar y los vecinos de aquella ciudad se ven
reducidos a grandes angustias, siendo la mente del Rey Católico sólo impedir, como queda
dicho más arriba, la introducción fraudulenta de mercaderías por la vía de tierra, se ha acordado
que en estos casos se pueda comprar a dinero de contado en tierra de España circunvencina la
provisión y demás cosas necesarias para el uso de las tropas del presidio, de los vecinos y de las
naves surtas en el puerto.
Pero si se aprehendieran algunas mercaderías introducidas por Gibraltar, ya para permuta de
víveres o ya para otro fin, se adjudicarán al fisco y presentada queja de esta contravención
del presente Tratado serán castigados severamente los culpados. Y su Majestad Británica,
a instancia del Rey Católico consiente y conviene en que no se permita por motivo alguno que
judíos ni moros habiten ni tengan domicilio en la dicha ciudad de Gibraltar, ni se dé entrada ni
acogida a las naves de guerra moras en el puerto de aquella Ciudad, con lo que se puede cortar
la comunicación de España a Ceuta, o ser infestadas las costas españolas por el corso de los
moros. Y como hay tratados de amistad, libertad y frecuencia de comericio entre los ingleses y
algunas regiones de la costa de Africa, ha de entederse siempre que no se puede negar la
entrada en el puerto de Gibraltar a los moros y sus naves que sólo vienen a comerciar. Promete
también Su Majestad la Reina de Gran Bretaña que a los habitadores de la dicha Ciudad de
Gibraltar se les concederá el uso libre de la Religión Católica Romana. Si en algún tiempo a la
Corona de la Gran Bretaña le pareciere conveniente dar, vender, enajenar de cualquier
modo la propiedad de la dicha Ciudad de Gibraltar, se ha convenido y concordado por este
Tratado que se dará a la Corona de España la primera acción antes que a otros para redimirla." (1)
Nada más aprobarse el tratado, empezaron los incumplimientos ingleses. Los gobiernos
españoles trataron de recuperar Gibraltar. En el siglo XVIII se realizaron tres sitios (1704-1705,
1728 (2) y en 1779.Se volvió al bloqueo de Gibraltar, atacado desde tierra y desde el mar por
baterías flotantes. Cuando parecía que la plaza no podía resistir, Francia concertó la paz con
Inglaterra (paz de Versalles, 1783). España desistía de Gibraltar, pero recobraba Menorca,
la Florida, la costa de Campeche y Honduras.(1)
Los abusos cometidos por esta potencia fueron, como ya hemos indicado, no escasos. Por
ejemplo, en las negociaciones preliminares al Tratado de Madrid de 13 de junio de 1721 se
planteó como condición previa la devolución de Gibraltar a España. El ministro inglés en Madrid,
William Stanhope, y el secretario de Estado español, marqués de Grimaldi, se comprometieron
así a que el tratado no sería ratificado mientras Jorge I de Inglaterra no comunicara la restitución
de Gibraltar. El 1 de junio, Jorge I envió la carta en cuestión pero una vez que el 5 de julio del
mismo año España ratificó el tratado, el monarca inglés faltó a su palabra.
Las promesas británicas volvieron a repetirse en ocasiones en que Gran Bretaña se vio
amenazada por un enemigo más poderoso que España pero siempre para quedar en nada. Por
si fuera poco, Inglaterra fue sumando a sus desafueros diplomáticos una larga lista de
incumplimientos del Tratado de Utrecht desde el mismo siglo XVIII cuya simple exposición sería
material para una docena de artículos como el presente. Así, nada más firmarse el acuerdo,
las tropas inglesas procedieron a ocupar militarmente la Torre del Diablo a Levante y el Molino
a Poniente, no incluidos en el mismo. El 19 de agosto de 1723, William Stanhope sostenía con
evidente descaro que Inglaterra tenía derecho a ampliar el terreno cedido por el tratado de
Utrecht a “todo el terreno cubierto por la artillería de la Plaza”, aunque reconocía que tal
extremo no estaba contemplado en el texto firmado por ambas naciones. En 1815, por ejemplo,
una epidemia de fiebre amarilla diezmó a los ingleses de Gibraltar. España ofreció entonces
generosa ayuda humanitaria a los británicos y éstos aprovecharon la situación para apoderarse
de nuevos territorios españoles en la zona. En 1854, las autoridades británicas volverían a utilizar
una ocasión similar -la generosa ayuda española prestada con ocasión de una epidemia- para
repetir su proceso expansivo. En 1908, en claro antecedente del Muro de la vergüenza berlinés,
el gobierno británico levantó incluso una verja de hierro que separaba físicamente a España de
una colonia gibraltareña que no había dejado de crecer territorialmente en las últimas décadas.
A esas alturas, los ingleses eran más que conscientes de que su colonia era incapaz de
automantenerse -a diferencia de otras bajo pabellón británico- y reconocían que Gibraltar sobrevivía
gracias a actividades ilegales como el contrabando. El 25 de agosto de 1841, por ejemplo, Lord
Palmerston, en una bochornosa nota enviada a la legación española en Londres, afirmaba
que los barcos de contrabandistas irían armados con cañones para defenderse de los
guardacostas españoles. A nadie se le ocultaba -como no se le oculta hoy- que Gibraltar no era
viable económicamente salvo mediante la conjunción de prácticas económicas delictivas y
colonialismo británico. (4)
Los gobiernos británicos aprovecharon la decadencia española para expandir su pequeña colonia
militar, clave en la ruta de la India (Malta-Chipre-Alejandría-Adén). Uno de los ardides
habituales fue la apelación a la conciencia humanitaria de los españoles para construir barracas
u hospitales en los que atender a sus enfermos de epidemias, lo que ocurrió en 1815 y 1854.
En 1908, la colonia levantó una verja en el linde de la zona neutral. En 1938, mientras en España
tronaba la guerra civil, se construyó un aeropuerto en la zona neutral. Ante las protestas, en
1939, del Gobierno de Madrid, se dijo que era un campo de aterrizaje de emergencia, pero
después se amplió todavía más (tiene 1.800 metros) sobre el mar. Para aterrizar y despegar,
los aviones penetran en el espacio aéreo español.
En el siglo XIX, Londres declaró a Gibraltar puerto franco, régimen que convive con el militar. De
esa manera atrajo a población de la que descienden los actuales habitantes y a la que los propios
británicos denominaban “escorpiones de la Roca”. El perjuicio para los puertos españoles de los
alrededores ha sido claro. Incluso hoy muchos barcos-basura, como el Prestige, prefieren atracar
en Gibraltar a hacerlo en Algeciras, pues en éste las normativas de seguridad son más estrictas.(2)
Naturalmente, Gibraltar, que nunca ha sido algo distinto a una colonia, se vio afectada
directamente por el proceso descolonizador. En 1950, el gobierno británico inició en
Gibraltar un proceso de repoblación que, supuestamente, ayudaría a legitimar la supervivencia
de la colonia. La acción -una burla absoluta del derecho internacional- fue contestada incluso en
Gran Bretaña. En febrero de 1951, por ejemplo, William C. Atkinson indicaba cómo Inglaterra se
había comportado en la situación de Gibraltar añadiendo “el insulto a la herida”. El 17 de
septiembre de 1954, Halliday Sutherland señalaba que la toma de Gibraltar en 1704 “fue un
acto de piratería” y en 1966, Arnold J. Toynbee indicaba la injusticia de la ocupación británica de
Gibraltar preguntándose: “¿Le agradaría al pueblo británico ver una fortaleza rusa o china en Land´s
End o en las islas del Canal?”.(4)
La única campaña efectiva para eliminar la colonia se desarrolló en los años 60. El Gobierno
español, gracias a la labor de diplomáticos como el ministro Fernando María Castiella y el
embajador ante la ONU Jamie de Piniés, consiguieron que la ONU considerase a Gibraltar una
colonia e instase a Londres a iniciar conversaciones con España para su reintegración (nunca la
independencia). En un audaz golpe, en 1964 se presentó ante el Comité de Descolonización
el alcalde de San Roque y se declaró descendiente de la población expulsada.
Los incumplimientos británicos y la promulgación de una constitución para la colonia en mayo de
1969, decidieron a Madrid a aplicar el tratado de Utrecht y cortar la comunicación con Gibraltar
mediante el cierre de la verja en junio. En 1985, el Gobierno socialista aprobó la apertura. La
medida no ha servido de ninguna manera para acercar a la población civil de Gibraltar a la unión
con España.
Desde entonces, Gibraltar ha cambiado su economía. Ha pasado de ser una base militar (en 1984,
los ingresos provenientes del ejército británico suponían el 60% del total de la riqueza del Peñón;
hoy, las actividades militares suponen tan sólo el 7%) a convertirse, de acuerdo con la historia
de su origen, en un puerto pirata: blanqueo de dinero del narcotráfico y la corrupción, paraíso
fiscal, sede de redes de contrabando de tabaco y drogas... Esta situación ha sido reconocida por la
UE y la OCDE.(2)
A lo largo de la Historia de España, pocas causas han sido defendidas de manera más unánime
por los españoles de todo signo que la de la soberanía española de Gibraltar. Por supuesto,
como hemos indicado, esa causa la defendieron reyes como Felipe V o Carlos III y dictadores
como Miguel Primo de Rivera o Franco. Pero también lo hicieron los cuatro presidentes de la I
República: Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar. La misma actitud mantuvieron los dos
presidentes de la II República, Alcalá Zamora y Azaña.
Ya en la democracia tanto los gobiernos de la UCD como los del PSOE mantuvieron la
insistencia en la soberanía española sobre Gibraltar.Logrando el PP el reconocimiento por parte
británica de la soberanía española.
La politica exterior de Rodríguez Zapatero, empeñado en llevar una política contraria a todo lo
seguido hasta la fecha, aunque ello signifique lesionar gravemente los intereses españoles, han
generado, de manera comprensible, una enorme sensación de inseguridad e incertidumbre en los
aliados. España ha dejado de ser un aliado fiable para convertirse en una nación regida por un
presidente no caracterizado precisamente por la responsabilidad y la madurez políticas. Por otro,
de forma absolutamente injustificada, Rodríguez Zapatero ha renunciado a negociar la soberanía,
ha admitido que los gibraltareños sean sujetos de derecho en las discusiones, ha consentido en
que cuenten con un derecho de veto que no les corresponde legalmente y ha realizado una serie de
concesiones sin contraprestación.(4)
¿Por qué Gran Bretaña mantiene Gibraltar como colonia? No es por un supuesto escrúpulo
democrático de respeto a la voluntad de sus habitantes. Éstos no son la población originaria y en
otros procesos de descolonización el sentimiento de sus súbditos le ha importado bien poco a
Londres, como en el caso de Hong-Kong. La lista de los motivos es la siguiente: la colonia sale
gratis; permite el control del estrecho, lo que dada la veleidad española es una baza
importante en la OTAN; y Madrid se limita a reclamar Gibraltar con palabras amables.(2)
Este artículo está hecho con los siguientes artículos:
(1)Tratado de Utrech. Manuel Garcia
www.mgar.net
(2)Gibraltar, puerto pirata. Pedro Fernández Barbadillo
http://revista.libertaddigital.com
(3)Historia de San Roque, donde reside la de Gibraltar. Ayuntamiento de San Roque
www.sanroque.es
(4)GIBRALTAR: LA UNANIMIDAD ROTA. César Vidal
www.fundacionfaes.org
Información para futuros visitantes al Peñón:
La Piedra de Tarik, de Medraina
(Como este artículo no sale en la lista para enlazar, lo pongo aquí)
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Perdona que te enmiende, branconejo, pero esto no es política. Todo lo que "lesiona gravemente los intereses españoles" es materia penal, sino PECADO MORTAL, que ya es más mucho más grave.
Si Reuve, la cosa bien vale una vida celtibérica, o las que hagan falta.
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