Autor: verracus
lunes, 01 de mayo de 2006
Sección: De los pueblos de Celtiberia
Información publicada por: verracus
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La muralla de Ibros
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Ibros y su muralla ciclópea
Según la leyenda, la villa de Ibros fue fundada pr el rey Ibero, hijo de Tubal, nieto de Jafet y biznieto de Noé. El testimonio más representativo de su lejano pasado es la muralla ibérica o ciclópea, llamada con este último nombre por el tipo de aparejo que tiene, a base de bloques de piedra de distinto tamaño, colocados normalmente sin mortero y con piedras más pequeñas en los intersticios. Los griegos creyeron que estas construcciones, dada su magnitud, habían sido realizadas por cíclopes. En la actualidad su datación se sitúa entre el siglo I a.c., realizada ya en tiempo de dominación romana aunque con técnicas de ejecución ibérica.
El recinto fue utilizado para la defensa militar de la zona hasta la Edad Media. En los últimos años de este período, se vio inmerso en las guerras de bandos entre Benavides y Carvajales, hasta que los Reyes Católicos ordenaron su entrega al mariscal Pedro de Ribadeneyra. Todavía, en la primera mitad del siglo XVII había alcaides del castillo, más a título honorífico que como cargo efectivo, pues del mismo ya sólo quedaban la muralla y dos torres descubiertas. Con el paso del tiempo siguió deteriorándose y sus materiales fueron utilizados para otras construcciones.
Fue Manuel de Góngora en aquel Viaje literario por las provincias de Granada y Jaén que escribiera en 1860, quien afirmó que la muralla de Ibros era de fábrica ibérica. Por primera vez un resto arqueológico era definido ibero en tierras de Jaén solamente por su tipología formal. Había sido Góngora catedrático y vicedirector del Instituto de Bachiller de Jaén entre 1854 y 1858 y, aunque ese último año marchó a Granada a ocupar la cátedra de Historia Universal en la Facultad de Filosofía y Letras, continuó vinculado a la provincia como Inspector de Antigüedades. No es ajeno a este hecho que lo restos arqueológicos documentados en las tierras de Jaén constituyeran uno de sus pilares a la hora de escribir, en 1868, su trabajo más complejo: Las Antigüedades Prehistóricas de Andalucía. En él el historiador explicó el porqué de aquella aseveración sobre la ibericidad de Ibros: No estaba de acuerdo con quienes hacían de los monumentos megalíticos y ciclópeos obra exclusiva de los celtas (hoy se sabe que esto tampoco es cierto), pensaba, al contrario, que en el sudeste de la Península Ibérica, que era la tierra de los mastienos o bastetanos, había arquitectura de estas características.
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