Autor: lliwerdn
miércoles, 25 de enero de 2006
Sección: Historia
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EL MAL CAMINO DE ALGUNOS HISTORIADORES GALLEGOS

Pretender ensalzar un pasado histórico añejo y de lustre que conecte directamente aquélla realidad con el presente para cimentar determinados objetivos políticos es una opción legítima perseguida y soñada por todo nacionalismo que sólo requiere de una premisa (si no quiere verse uno mudado en fabricante de sueños): Que ese pasado exista.

Pretender ensalzar un pasado histórico añejo y de lustre que conecte directamente aquélla realidad con el presente para cimentar determinados objetivos políticos es una opción legítima perseguida y soñada por todo nacionalismo que sólo requiere de una premisa (si no quiere verse uno mudado en fabricante de sueños): Que ese pasado exista.

En ese sentido, y a diferencia de Cataluña o a Euskadi, es el “Reino de Galicia” el que encuentra más dificultades para justificarse como Nación Histórica, y por ello, la Comunidad que se ve más exigida en fabricar una historia que le permita soportar su pasado.

Desde luego que no voy a referirme aquí a los disparates de la historia del absurdo a los que en este foro nos tienen acostumbrados algunos. Disparates que no dejan de ser divertidos si nos se les toma demasiado en serio.

El problema se plantea más seriamente cuando esos disparates se lanzan desde la propia Historiografía Gallega, a través de la fórmula: política + história = ficción, que comienza a hacerse de aplicación tristemente habitual.

Los historiadores gallegos ponen de manifiesto un rechazo visceral (y en cierto modo lógico desde un punto de vista galleguista) al dominio político real y efectivo que el Reino de Asturias ejerció sobre los territorios de lo que hoy constituyen Galicia. Pero el problema es de base, y nace de la premisa errónea o más bien falsa, de considerar la existencia de Galicia entendida como realidad política existente en la alta edad media.

Trasladando situaciones actuales a tiempos pretéritos, algunos historiadores plantean absurdamente y en términos de bilateralidad, la relación del Reino de Asturias con parte de los territorios que entonces lo conformaban (la Galicia de hoy). Así, esa supuesta realidad política llamada Galicia, se encontraría en los ss. VIII y IX en la misma situación que hoy, dejando a salvo que el foco del “centralismo opresor” habría de trasladarse desde Castilla a Asturies y desde Madrid a Cangues d’Onís.

Es interesante destacar como este delirio ha sido únicamente instaurado por los historiadores gallegos frente a los historiadores vascos más moderados y razonables, quienes para esa era, se conforman con admitir la realidad étnica de los vascones.

No pudiendo negar la evidencia histórica, otros se ofuscan en minimizar las repercusiones del dominio asturiano por todos los medios posibles. Uno de ellos es demorarlo absurdamente en el tiempo, conteniendo casi metro a metro el avance asturiano (reducen a la mínima expresión los territorios dominados por Alfonso I y Fruela I) aunque finalmente se vean obligados a admitir el dominio político sobre todo el territorio en el reinado de Alfonso II.

Otro placebo efectivo para la autocomplacencia y el consuelo galleguista es el de restar importancia al ejercicio del poder político del Reino de Asturias sobre los territorios, disminuyéndolos a niveles puramente nominales, lo que se contradice con las revueltas de los galaicos contra la Corte.

Pero en fin, como para muestra siempre vale un botón, nada mejor que insertar algunos de los despropósitos de estos “estrabones” comenzando por ejemplo, con los títulos de sus obras, como ese que versa: “Defensores e traditores: un modelo de relación entre poder monárquico e oligarquía na Galicia altomedieval 718-1037” de Carlos Baliñas Pérez. O calificar las actuaciones de los eclesiásticos galaicos a favor de los reyes asturianos como “quintacolumnismo” (del mismo Carlos Baliñas en “Gallegos del año mil”)

Recapitulando: Algunos historiadores gallegos van por malos caminos que lindan con los cenagales del ridículo más espantoso. No creo que el proyecto nacional que puedan defender justifique la falsificación histórica, ni necesite de las medias verdades ni las inexactitudes sobre hechos sobradamente demostrados y que sólo ellos cuestionan. En todo caso, dudo mucho que esta evidencia sea admitida por quien le corresponde aunque también temo que las reacciones a este artículo no harán sino darme la razón.

Salud.


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Comentarios

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  1. #1 Habis 25 de ene. 2006

    Pues es muy curioso que esa nacion tan moderna pueda recurrir a un nombre prerromano generalmente admitido, dentro y fuera de nuestras fronteras y a lo largo de cientos de años, y que tenga un idioma extendido por todo su territorio y un status juridico y politico universalmente admitido sin discusion en cualquier foro internacional.
    Desengañense los que se engañan: Puede que en la peninsula iberica haya muchas naciones, pero la primera que no necesita justificarse, hoy, a 25 de Enero de 2006, es España. Otra cosa es el pasado y otra cosa será el futuro, pero hoy por hoy es asi.

  2. #2 Olarticoechea 25 de ene. 2006

    Según los contertulios que aqui intervienen:

    -"La nacionalidad gallega es una evidencia,el reino gallego medieval una farsa.Si acaso lo fué mientras Sancho el Fuerte no fué a prender a su hermano García.Efímero reinado y efímero reino."

    -"Recapitulando: Algunos historiadores gallegos van por malos caminos que lindan con los cenagales del ridículo más espantoso. No creo que el proyecto nacional que puedan defender justifique la falsificación histórica."

    Para rebatir estas afirmaciones gratuitas lo mejor es leer las fuentes de la época medieval sobre el reino gallego, otra vez más:

    - El cronista inglés Mateo Paris escribe en el siglo XIII, que en 1184 Fernando II es el rey de Galicia y no lo denomina de León.

    - En la Cronica silense: (S. XII) hablando de Alfonso V ( "Adefonsi Galiciensis regis").

    - En la "Historia Eclesiástica" de Oderico Vital (s. XI), hablando de Alfonso VI: "Rex Galliciae".

    - En la "Crónica de Ademar de Chabannes", sobre Alfonso V (999-1028): "Rex Gallitianus".

    - En las Cartas del Papa Juan VIII : "Iohannes episcopus servus servorum Dei dilecto
    filio Adefonso... regi Gallitiarum".

    - En la Vita Ludovici le llaman "Rei de Galicia" a Alfonso II.

    - En el Cronicón Anianense, hablando del concilio de Frankfurt:
    "Asistieron obispos de Italia,Gotia, Aquitania y Galicia".

    -En las palabras de Gregorio de Tours (Siglo VI): "Chararico regis Galliciae filius” (Los hijos del rey de Galicia Carriarico)".

    -En 1088 el Papa Urbano II se dirige por escrito a Alfonso VI, que pasa por ser el de León y Castilla, como "Regi Ildefonso Gallitie”.

    -"Spanland , Galizuland , Skarland,.." (pueblos de la península ibérica según la geografía normanda).

    - En el libro IV del Codex Calixtinus, de 1140, el reino de Galicia incluye Lamego, Viseu e Coimbra, y en él aparecen expresiónes como "Yspaniam e Galleciam", "tellurem Yspanicam et Gallecianam", "Hyspani scilicet et Galleciani, totam terram Hispanicam e Gallecianam", entendiéndose como si Galicia fuese la parte cristiana de la Península frente a una Hispania musulmana.

    -En la composición lírica provenzal de Arnaut Daniel (1180-1195) titulada “Doutz Brais E Crirz” se hace referencia a Fernando II como “Seignor dels galecs”.


    Etc...


  3. #3 Coronel 26 de ene. 2006

    "Acaso la cultura gallega, catalana y las de las demás comunidades autónomas no es cultura española?".

    Si, si, son españolas pero la catalana y la vasca tambien son culturas francesas. Y pudiesen haber sido culturas italianas, aquitanas... ¡incluso la vasca pudo ser una cultura británica después de la Guerra Civil!

    En fin que el intento "integrador" de decir que las lenguas y culturas de la península ibérica son españolas todas no funciona, como puedes ver.

    Hay una prueba de fuego que no pasa, aplíquesele el concepto de nación que se le aplique, España (y que nadie me venga con una de las acepciones chuscas del DRAE): la unidad lingüística.
    Por otro lado, ninguna persona seria, y vamos a incluir a todo el mundo académico, aborda la cuestión nacional cargando alforjas mas allá del siglo XVIII.
    Dingo: ¿Las naciones son abstracciones de nuestras mentes? Entre los muchos frentes en que están divididos los estudiosos del tema nacional (nación política vs nación cultural, nación como hecho objetivo vs nación como hecho subjetivo, etc) nadie ha llegado tan lejos como para proponer un concepto desde el "subjetivismo ontológico". Los términos del debate se fijan en si las naciones surgieron como producto de unas condiciones sociales, económicas y culturales "tangibles" o si la percepción del propio hecho influyo en su formación (subjetivización). Pero lo que nadie discute es que existen como realidades sociales, como colectivos humanos historicamente formados. ¿Son las clases sociales, los estratos sociales (como dice la sociología americana), realidades o abstracciones de nuestra mente? Que se lo pregunten a un homeless de Brooklyn si es real o no.
    Las naciones son comunidades humanas, y por lo tanto entidades reales.
    Y me voy a trabajar...

  4. #4 joselito 26 de ene. 2006

    1Sempre en Galiza. Alfonso Rguez. Castelao.

    “Son galegos e non conciben que Galiza poida salvarse cunha política honrada. Son galegos e non saben que Galiza necesita unha política súa, para conquerir o desenrolo normal da súa economía. Son galegos e non se decatan da necesidade dunha política que garantice a vida da nosa cultura. Son galegos e non saben que temos un destino histórico que cumprir, na Hespaña e no mundo.
    Estes son os que din:

    -Eu non sinto a necesidade de falar galego (porque esa necesidade non se sinte no bandullo).
    -Eu atópome ben onde poida vivir con desafogo (porque levan a patria na sola dos zapatos).
    -Eu renego da política (porque saben que a política dá disgustos).
    -Eu ríome dos políticos (porque cicáis non toparon a ocasión de lamberlle os pés).
    -Eu non pertenzo a nigún partido (porque non queren compremeter a súa tranquilidade).”
    --------------------------------------------------------------------------------
    “Os personaxes parvos son idénticos no falar. Posúen a memoria dos papagaios, ou dos gramófonos, e a intelixencia dos monos. levan a alma adornada con adovíos baratos. Viven espiritualmente “de gorra”. Débenlle as ideas a calquera libro de texto e débenlle o señorio a calquera xastre. Gostan do “Casino de caballeros”, das “terrazas do café”. dos “paseos de moda”. Militan en partidos de “dereita” e soñan coa volta do pasado. Estarían mellor en Madrid que no mesmo Ceo. Son monecos parlantes de fabricación nacional. Están feitos en serie, por Real Orden publicada na “Gaceta”.

    Estes personaxes obedecen á súa condición de parvos, e odian o galeguismo, sen teren capacidade para comprendelo. Adoran o Estado unitario e centralista, ou sexa, a “sagra unidade da patria” (verbas máxicas, capaces de faceren parvear a calquera, incluso a un intelectual). Creen que as autonomías rompen a unidade da súa patria, que é unha boliña que lles meteron na cabeza, cando eran nenos. Creen que falar castelán é falar ben e que falar galego é falar mal. Creen que os monárquicos son máis españoes que os republicans. En resume: creen todo canto creían os seus difuntos fabricantes.

    A mentalidade dos señoritos parvos concorda coa mentalidade das señoritas cursis. Ambos a dous disimulan o acento nativo e fían o seu señorío na standarización dos modos e maneiras. Ambos a dous afincan o seu orgullo no traxe que levan posto. Viven en mundos tan arredados do noso que non debemos concederlles a categoría de adversarios.

    Irmáns: Fuxide sempre dos parvos. Non vos arrimedes a eles, porque poden roubarvos algo de vosa razón e transmitirvos a súa parvada. Deixádeos paseiar, falar, danzar...”
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    “A raza non é tan siquera un signo diferencial da nacionalidade, e non se pode fundar ningunha reivindicación nacional invocando características de raza. Pra nós, os galegos, afeitos a percorrermos o mundo e a convivir con toda-las razas, o nacionalismo racista é un delito e tamén un pecado. Endexamáis medimos os diámetros no noso cráneo, nin llo pedimos a ninguén para ser admitido na nosa comunidade. Certo que nos sentimos celtas; pero máis que pensar nos invasores que nos deron o pulo xenésico da nosa unidade espiritual, pensamos nas afinidades étnicas que nos asemellan a outros pobos atlánticos, que viven nos Fisterres: irlandeses, galeses, bretóns, etc. E tales signos diferenciaes atribuimo-los ao poder creador da Terra-Nai, molde que nos vai facendo á súa imaxe e semellanza. O sol é o único para todo-los homes do mundo; pero fai negros en África e brancos en Europa. E a nosa terra ten poder bastante para facer brancos aos negros.

    Fai moito tempo escribín conto. Érase un “habanero” que trouxo un rapaciño negro, como podía traer un papagaio ou un fonógrafo... O “habanero” morreu, e o negro chegou a mozo, e sinteu, como calisquera galego, a necesidade de percorrer mundos. I emigrou a Cuba; pero a morriña non o deixaba vivir alí. E farto de chorar volta a súa terra. Non traia cartos; pero traía un traxe novo, un baúl baleiro e moita ledicia no corazón. Aquel negro era galego.
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    A miña terra é un país de minifundios, poboados por xentes algo ricas e por xentes bastantes probes ou probes de todo.

    Os ricos comen e beben de abondo para morreren de apoplexía. Durmen pouco, cavilando no diñeiro que teñen a réditos ou no pleito que lle van poñer a calquera veciño. Fan caridades con frases tan bonitas como estas: “Que Deus o ampare”. Soñan con mandar e fanse caciques ou amigos de quen ten o poder nas mans. Administran os bens propios e cando poden aínda pretenden administrar os bens alleos.

    Os probes comen o que teñen se o teñen. Están desnutridos, pero endexamáis perden o apetito. Cando a súa terra non lles da para vivir collen un fato de roupa e vanse polo mundo, en procura de traballo. Son donos dun anaquiño de propiedade e viven escravizados polo fisco e asoballados polo cacique. Tamén van ao mar e arriscan a vida por un cacho de pan. Traballan de sol a sol ou de estrela a estrela,porque ninguén lles paga o xornal que necesitan para vivir e teñen que arrincalo, eles mesmos, da terra ou do mar.

    O agro e cumpridor, e non se cansa de pagar o que debe; pero reclama sudores e bágoas. A terra galega está esnaquizada polo amor e cobiza dos seus fillos. O mar é tolo, veleidoso, como unha baraxa.

    O país manten latexante a súa personalidade nacional; pero carece de coraxe para defendela, porque a fronteira portuguesa cortoulle o brazo forte que antes tiña. O pobo fala unha lingua esgrevia e posúe unha cultura en floración permanente. Sinte a necesidade de leis proprias para resolver os seus problemas xenuínos.

    A miña terra conta, por ventura, cun partido político que se afinca nos postulados democráticos da Constitución republicana, capaz de remediar a miseria moral e material dos nosos irmáns, e a este partido pertenzo e pertencerei mentras viva.

    Sendo galego non debo ser máis que galeguista.
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    Eu son dunha Terra onde os labregos non foron capaces de aturaren o despotismo señorial, e máis dunha vez (van alá centos de anos) fixeron revolucions sanguiñentas. Dos tempos abolidos quedan aínda os foros; pero esta cárrega vai alixerándose a forza de rebeldías xordas. Certo é que desapareceu o amo terratenente; pero foi sustituido por moitos amos confabulados, que fan chegar a Galiza o reparto da miseria central. Hoxe a miña terra é un bocado da República, poboada por traballadores que aínda temen á xusticia oficial, porque nunca se lexisla para eles.

    Eu vexo a miña Terra dividida en anaquiños de propiedade, e en cada anaquiño unha casa chea de xente. Hai fame nos fogares, e a miseria do minifundio vai meténdose na alma dos labregos; pero siguen acesos no afán de traballar e posuír. Polas abas dos montes incultos (incultos por seren do Estado centralista) ruben os piñeiraes coma se fosen os dedos arteiros dun ladrón.
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    Non temos ningunha fe nos hespañoes; pero témola en nós mesmos e nas ideias que profesamos. Estas ideias poden concretarse nos catro puntos siguentes:
    a) Autonomía integral de Galiza para federarse cos demáis pobos de Hespaña.
    b) República Federal Hespañola para confederarse con Portugal.
    c) Confederación Ibérica para ingresar na Unión Europea.
    d) Estados Unidos de Europa para constituír a Unión Mundial.

    Alfonso R. Castelao. Sempre en Galiza. Xullo-Agosto do 1947.

  5. #5 Devodruix 27 de ene. 2006

    Coincido con Labrego cuando afirma que Galicia, para definirse como Nacionalidad Histórica no necesita de ningún pasado más o menos glorioso.

    Galicia es una Nacionalidad porque siempre lo ha sido ya que la población que en ella ha vivido desde antes de la ocupación romana ha poseido una cultura, una lengua, una historia y un territorio propio y determinado. Es verdad que los galegos han sido los integrantes de los grupos más pobres de la población de Galicia, ya que las élites formadas por extranjeros lo único que han buscado siempre ha sido su propio interés.

    Aquellos primeros galaicos conquistados por los romanos fueron latinizados y continuaron en sus tierras hasta la llegada de suevos y visigodos que lucharon entre sí para conquistar la provincia romana de Gallaecia, sin preocuparse por definir si ellos mismos eran o no una nacionalidad partícipe o no de la identidad hispánica. Y no veo que nadie los acuse por ello.
    Lo cierto es que la población hispanorromana aceptó el dominio de los germanos como después también aceptó en un primer momento el dominio árabe, para luego al comprobar lo pesado del yugo musulmán comenzar esa costosa reconquista que más que unir a los hispanos contribuyó a desunir dando origen al actual mosaico de etnias que constituyen España.

    También coincido que no deberían verse a los reyes de Castilla, León, Asturias o Aragón como reyes de España. Ellos pertenecen a otras realidades históricas. La España como la conocemos hoy nace con Carlos I, el primer soberano de la península ibérica unificada, y eso que Portugal sólo se integrará esta monarquía con su hijo Felipe II. y creo que nadie a esta altura verá a Portugal como parte de la nacionalidad castellana.

    Ahora bien como español nacido en el exterior, vasco y gallego al mismo tiempo, me sorprende que todavía luego de una guerra civil sangrienta como la vivida por España todavía estemos discutiendo sobre esto. Lamento el futuro que pueda tener España si todavía no se ha acordado el hecho de que España no es una sino cuatro y yo me atrevería a decir seis.


  6. #6 lgmoral 30 de ene. 2006

    "En ese sentido, y a diferencia de Cataluña o a Euskadi, es el “Reino de Galicia” el que encuentra más dificultades para justificarse como Nación Histórica, y por ello, la Comunidad que se ve más exigida en fabricar una historia que le permita soportar su pasado."

    Me importan un carajo los nacionalismos y las historias nacionales. Paso de la Formación del Espíritu Nacional y de la Historia que Sánchez Ferlosio llama algo así como "cutrefacción" y me da igual que el imputado sea Menéndez Pidal o el último orate de tertulia de casino de Zarpalalehe del Caudillo. Prescindo totalmente, repito, prescindo totalmente de todo lo que se ha dicho (y peleado) en este foro. Solamente voy al párrafo que copié más arriba del artículo que nos presenta LLIWERDN.

    Tengo la impresión de que los historiadores y asimilados del nacionalismo gallego son de una sensatez modélica en comparanción con las trapisondas restúpidas de los hermanos Arana, en especial Sabino, y del estado de "conocimientos" dominante en nacionalistas ilustradois de hoy que se han visto incluso obligados, por consejo de entendido de fuera, a cambiar páginas web sobre los milenios y milenios que llevan de "pueblo vasco" impasible ante la Historia. En cuanto a trapisondas tampoco Prat de la Riba, Almirall y otros se quedaron cortos; por ejemplo, creo que el cachondo de Almirall se declaraba "ario" y así se desentendía de lo que quería desentenderse y¡vaya por Dios! montar la catalanidad ancestral en lo ario no parece que esté muy de acuerdo con la muy respetable cultura y lengua ibérica que por allí había. A lo mejo barro para casa, pero lo que conozco de "desbarres" de Murguía, Verea, Castelao, Otero Pedrayo ... es bastante menos extremista y fantasioso, bastante más realista, que loi que fabularon por Cataluña y País Vasco algunos citados y por citar. En Galicia están además las trapisondas, casi "comic", de Vicetto para Prehistoria e Historia Antigua (Nota.- el resto lo desconozco y, por tanto, ni lo comento) y algún que otro exceso de Raza en Risco (con ecos mínimos en Otero Pedraio), pero exceso de menos cuantía al lado de los Arana y Cía.


  7. #7 giannini 31 de ene. 2006

    Estupendo Reuveannabaraecus sobre todo el último párrafo. Por lo que respecta a la visceralidad, tienes que reconocer que muchos gallegos nos enfadamos en este y otros foros precisamente porque se nos provoca para que nuestros interlocutores puedan decir más tarde "frente a nuestra racionalidad los gallegos nos responden con visceralidad". Estoy sobre aviso hace tiempo y procuro callar cuando observo una maniobra como la descrita.

    Sobre el nacionalismo gallego, nada mejor que dejar la palabra a Isaac Díaz Pardo, una galleguista histórico, hijo de Camilo Díaz Valiño, fusilado en Santiago al poco de comenzar la Guerra Civil. Para los que leyeséis o vieséis O lapis do carpinteiro/ El lápiz del carpintero, D. Camilo era el dibujante.

    Espero que no me hagáis traducirlo a castellano/español. Creo que se lee sin mayores dificultades, pero estoy "presto" a resolver cualquier duda que se presente. La opinión de Isaac (pese a sus años no tolera el "don" Isaac) es la mayoritaria entre gallegos nacionalistas, galleguistas y ciudadanos razonables en general. Que no, que no, que no es lo mismo "unidad" que "uniformidad".

    Saúde / Salud.

    Unidade e uniformidade

    BUSCÁRMONOS polo que nos une fronte ás diferencias que podan separarnos. Pode unirnos pertencer a un territorio semellante, ter unha historia común, pertencer a unha mesma empresa, a un mesmo emprendemento que se dirixe a un mesmo fin, a un mesmo porto. Os esforzos que se fan por unir o que é diferente acadan posibilidades de éxito. Tentar uniformar as cousas, as situacións, as persoas, os intereses, os gustos, resulta sempre unha fonte de conflitos.

    Unir o que é diferente, respectando a liberdade individual, as características de cada cousa ou persoa, é, por demais, unha función ética, e tamén estética. Querer uniformar o pensamento, porque quen o quere non sabe máis ou o cega un egoísmo, é incongruente e negativo, cando non inmoral. Non hai normas pra distinguir as accións, pero si hai un sentido común para distinguir os eidos que nos unen.

    O querer uniformar sempre coincide cos que queren facerse con máis do que lles corresponde, e esto aínda que seña no político e no territorial, coincide cos problemas domésticos do vivir diario, onde hai amor e desamor e todas as crases de apropiación indebidas que se coñecen.

    Estamos nun tempo no que hai preocupación por recoñecer a identidade dos pobos que conviven na península Ibérica fronte a un centralismo, todo el inventado, que veu apropiándose dos pobos da periferia, ao mesmo tempo que estivo tentando uniformalos, o que no caso da Galiza non fallou moito pra que o conseguise. Esta usurpación é aínda hoxe notoria da man do neoliberalismo, practicada en colusión con certos personaxes que presumen de galegos.

    No noso caso a historia nos di que máis da metade do que hoxe é Portugal xunto co que hoxe é Galiza formaban un soio pobo que deica o século XIII tiveron unha fala común a pesares da independencia no 1140. A partires do século X o de León disfrazado de peregrino, el e unha manchea de soldados tamén disfrazados, leváronse ao seu irmao o rei García, e Galiza, que o perdía todo, xa non alentou. Mentras que o príncipe coraxudo, dende a terra portucalense puxo en marcha o reino de Portugal.

    Castela non aceptou esto de boa gana e tentou retrocedelo coas armas na man, Velaí Aljubarrota, que os portugueses ganáronlle a batalla aos casteláns. Logo Felipe II, non sen deixar de facer uso das armas, mais alegando o seu propósito de respectar o feito diferencial de Portugal (cousa que non respectaba en Galiza), alegando dereitos dinásticos ao finalizar o derradeiro da casa de Avis, retivo por sesenta e tantos anos a coroa de Portugal unida á de España, até que o duque de Bragança acabou con esa unión cando o Conde Duque quixo rematar coa personalidade portuguesa para impoñer a de Madrid. Polo que os que teñen o reloxo parado dende entón resultaron ser eles coa súa política asimilista os máis separatistas que tivo España. Ahí fica a contradición dos centralistas españoleiros: Portugal incorporado a España sería unha provincia ou rexión, mais xamais unha nación. Portugal independente xa é unha nación. Os centralistas non acaban de recoñecer que España é un Estado plurinacional.

    Nunha recente declaración Saramago fala do «puxante papel da España como Estado. E ve lóxico que Portugal se sinta atraído por ela e se integre cun altísimo grado de autogoberno, eso si, nun novo Estado Ibérico, (...) como Estado Federal xunto a España, Portugal adquiriría unha importancia que agora non ten».


    Fuente: La Voz de Galicia, 30-I-2005.

  8. #8 Reuveannabaraecus 31 de ene. 2006

    Evidentemente no, ofion_serpiente, nadie en el resto de la Península Ibérica podría nunca dudar de que los gallegos tenéis vuestra propia esencia... "Galicia sitio distinto" (que cantaban vuestros paisanos de Siniestro Total) se percibe nada más traspasar A Canda (más que O Padornelo). Pero es un "sitio distinto" en el que, cada vez que voy (y ya van cuatro), me siento como en casa... Siento que esa tierra vuestra es también mi tierra, y que ese mar de finisterres es también mi mar. Gracias a tod@s l@s galeg@s que nos hacéis sentir como en casa, por encima de los intereses y manipulaciones de los políticos y sus historiadores secuaces.

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