Autor: Andrés PENA GRAÑA
domingo, 02 de julio de 2006
Sección: Historia
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Reyes y Reinos Hispanos Celtoatlánticos: Monarquía ASTUR, GALAICA Y LEONESA
Mostraremos la aparición y la evolución de una monarquía que la tradición historiográfica nacionalista pretende heredera de la monarquía visigoda y símbolo de la reconstrucción de la perdida unidad de España. Una monarquía cuyos legendarios orígenes no siempre históricos, obedecen en muchos casos, fuera de toda duda razonable, a comprensibles motivaciones ideológicas.
1. MONARQUÍA ASTUR, GALAICA Y LEONESA
Mostraremos la aparición y la evolución de una monarquía que la tradición historiográfica nacionalista pretende heredera de la monarquía visigoda y símbolo de la reconstrucción de la perdida unidad de España. Una monarquía cuyos legendarios orígenes no siempre históricos, obedecen en muchos casos, fuera de toda duda razonable, a comprensibles motivaciones ideológicas.
La monarquía astur, no así su carácter, es una indiscutible y feliz realidad, basculando en torno a tres áreas culturales históricas de muy fuerte personalidad y muy definidas, Galaicos, Cántabros y Astures.
En estas áreas atlánticas fuertemente celtizadas en el plano institucional -evidentemente no es posible poder creer lo mismo a nivel lingüístico sabiendo que, según universalmente se admite, el euskera no es en principio indoeuropeo-, y cultural, la Soberanía se venía repartiendo entre un grupo de clanes aristocráticos familiares, cuyos cabezas ostentaban los pomposos títulos de duques y de condes de la romanidad tardía y cuyo poder se basaba en la posesión de muchas tierras donde mantenían sus viejos títulos y territorios familiares (en Galicia principes e imperantes) y el control de muchos y muy esforzados vasallos.
En este conjunto el peso demográfico de los Galaicos o de los Gallegos, como podemos llamarles ya, aparece explícito, con el mayor de los protagonismos, durante los dos siglos que duró la monarquía, debiendo recurrir continuamente los monarcas asturianos para garantizar a sus hijos el acceso al trono al conocido expediente de darlos en fosterage a las principales familias nobiliares gallegas.
Este peso, demográfico y cultural de lo galaico, hacía que vistos desde fuera los astures y los cántabros, pese a su notable importancia y pujanza, resultasen un tanto menoscabados siendo considerados o englobados todos ellos bajo el común epígrafe de “Gallegos”, de un modo análogo a lo que acontece en Argentina hoy, y que como reyes de Galicia sus monarcas, y como gallegos, figuren el común de los “perros” cristianos en los anales árabes.
Como reyes de Galicia también se presentaban ellos en las cortes Europeas y el propio Alfonso II el Casto en una embajada a la corte Tolosana de Ludovico Pio se intitula Princeps Gallaeciarum.
Por otra parte, como dice ISLA FREZ:
‘Las crónicas astures pretenden subrayar, en lo que se ha venido en llamar su “neogoticismo”, la continuidad entre el reino visigodo y el asturiano. En la Albeldense, este empeño se muestra en la propia estructura de la obra en la que el Ordo gentis Gotorum, es decir, la parte dedicada al período visigodo, es seguida por el Ordo Gotorum Obetensium Regum, donde se desarrolla la historia de los reyes asturianos hasta el año 881, añadiéndose nuevos párrafos en el 882 y en el 883, la Crónica de Alfonso III supone un avance en esta línea, especialmente en su redacción ovetense, pues el propio linaje regio astur es vinculado, dejando a un lado a Witiza y Rodrigo, a la monarquía visigoda de la que resultan entonces herederos legítimos (1)’.
ALFONSO I EL CATÓLICO (739-757) De él sabemos por cronistas muy posteriores a su reinado (2) (la Crónica Albeldense del reinado de Alfonso III, p. e.) que su padre era duque de Cantabria, que era de sangre real, que vino a Cangas tras la batalla de Covadonga y que contrajo matrimonio con la hija de Pelayo y poco más. Según se desprende de la Crónica de Alfonso III (3), en su redacción ovetense, habría, al parecer, conseguido establecer vínculos con los nobles gallegos en una expedición militar del año 750 (aprovechando un éxodo de beréberes de un supuesto limes (4) por las malas cosechas y el hambre de ese año) conquistando las ciudades de Lugo, Tuy, Braga, Chaves, Porto y Viseu en el norte de Portugal y Astorga y León. Esta acción periférica, de haber tenido lugar, no excluye que reanudase los pasos conocidos procurando el reconocimiento de los señores territoriales y Vicente Risco recoge como “o pequeño estado de Iria prestoulle homenaxe ao rei de Asturias”.
FROILA I (757-768) hijo de Alfonso I y de Hermesenda, sufrió la generalizada rebelión de los gallegos, llegando a considerar VALDEAVELLANO la creación de Oviedo por este rey como una plaza fuerte de protección contra Galicia de la frontera occidental de Asturias. Este hecho demuestra el escaso control de Galicia por los reyes astures y como el vínculo personal que liga a los monarcas astures con los señores gallegos puede ser disuelto unilateral y convenienzudamente por estos en cualquier momento. El vínculo se limita a un protocolo formal en el que el rey confirma en un cirógrafo a los señores la tierra que ya antes y desde tiempo inmemorial tenían y señoreaba su linaje mediante una fórmula llamada en la diplomática galaico-astur ordinatio. Extraño vínculo en el que ocasionalmente la concesión real, ordinatio, de lo que ya se tenía antes viene acompañadas del título honorífico de dux o domes, heredero de usos pasados bajoimperiales, garantiza al rey la asistencia militar, auxilium, de los señores territoriales y de sus efectivos gentilicios o clientela, con Froila o Fruela según la crónica de Alfonso III Galicia fue repoblada hasta el Miño, y aunque esto parece exagerado “consta”- dice SANCHEZ ALBORNOZ- “que favoreció a emigrantes mozárabes llegados del sur establecidos en un precioso valle situado a orillas del río Sarria, en las cercanías de la vía romana que iba de Astorga a Lugo […] los casos de Odoario llegado a Lugo desde África con libres y siervos y el de los mojes mozárabes de Samos bastarían para acreditarlo” (5) .
Los señores gallegos, según convenga a sus intereses, respetarán los vínculos, apoyando siempre que pueden la promoción de los reyes que se críen en fosterage en Galicia bajo la tutela de las principales familias del país, que lleven sangre gallega, o que favorezca a sus intereses, intentando, cuando pueden, imponer linajes gallegas en el trono Astur.
De este modo los nobles gallegos tras los mal conocidos reyes AURELIO I (768-774), SILO I (6) (774-783) -de quien se conserva el primer documento hispano conocido, por el que el rey dona a varios clérigos entre los ríos Eo y Masma, el lugar de Lucis en el Celeiro de Mariñaos (Lugo), el llamado Diploma del Rey Silo de 23 de agosto de 775- consiguieron tras MAUREGATO I (7) (783-788) y VERMUDO I EL DIÁCONO (8) (842-850) imponer al hijo de Froila I:
ALFONSO II EL CASTO (783-791-842). Alfonso II el Casto pasó a la historia porque en la Terra de Amahía en el lugar de Compostela en su reinado se encontró nada menos que la tumba del Apóstol Santiago quien en ¡una bendita barca de piedra! Según el Códice Calixtino, habría llegado a un destino único, Padrón desde Jaffa.
Milagroso hallazgo que de nuevo nos pondría –de haberse interrumpido alguna vez - en contacto la Galicia Atlántica de nuestros santos y nuestros barcos (F. ALONSO ROMERO) de piedra del Occidente Celta, y del Camino del Sol, que siguen las almas y los que las acompañan, a través del cristianismo, con toda la Europa continental. Este contacto (cf. A. PENA GRAÑA) actualizado en el presente cristiano, por la feliz ‘inventio’ de la tumba del Santo Apóstol, hundía sus raíces en una tradición, que arrancando del Neolítico o de los primeros tiempos de la Edad del Bronce, en realidad, habría sido ya lo suficientemente famosa y archiconocida en el mundo helénico antiguo, para condicionar todas sus concepciones de geografía mítica, las concepciones sobre el más allá –se ven en la Odisea- y aún lo suficientemente importante como para haber definido y consolidado en tiempos tan remotos un extraordinario Camino de occidente, del sol, el mismo camino Jacobeo o de San Andrés o su directo antecedente, y tras ese camino haber definido y consolidado todo un sistema de protección de los peregrinos y de la sagrada ruta con extraordinarias garantías penales y noxales a los peregrinos. Y nada tendría de particular, en este contexto tan maravilloso, que con estas altas obligaciones de hospitalidad hubiesen nacido ya –como nos lo sugiere la extensión del ciclo de Valverde y sus ciudades ‘asulagadas’- posiblemente todo ese mundo de hospederos, de tradiciones y de hospederías que tan extraordinario camino de Europa [cf. en Celtiberia ilustrando este ambiente los papeles relacionados intitulados “CONSIDERACIONES SOBRE LA CASA CASTREXA CON BANCO CORRIDO: [A FESTA RACHADA] SIMBOLOGÍA Y PROTOCOLO EN EL BANQUETE INDOEUROPEO” (CARRERA ARÓS &PENA GRAÑA); SAN ANDRÉS DE TEIXIDO, LA CASA DE DON Y EL SANTO GRIAL. CRISTIANISMO CELTA Y PAGANISMO RESIDUAL EN LA GALLAECIA BAJO IMPERIAL IIª PARTE (ANDRÉS PENA GRAÑA; LA RELIGIÓN CELTA DEL NOROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA Y SU INFLUENCIA EN EL PRESENTE CRISTIANO (POR ANDRÉS PENA GRAÑA) Iª PARTE) habría demandado, como nos lo recoge, alta y claramente Aristóteles en los ‘Mirabilia’:
“Sostienen que de Italia hasta el País Celta, y los Celtoligios e Iberia, existe un camino nombrado Heracleo [es decir el camino de Hércules, héroe solar, hasta el caldero que éste le pidió prestado a Helios] y si por el peregrina un griego o un indígena, es tomado bajo la protección de los que viven cerca [es decir por donde el camino discurre] para que no sufra ningún atropello [la protección y seguridad a los caminantes que hacen la ruta] y que exigen el castigo contra los responsables de que [ el peregrino] haya padecido injusticia ARISTOTELES. MIR. 837 a7, 837 a10)”.
Alfonso II el Casto pasó a la historia, por haber llenado de nuevos y santos contenidos, y aún por reactivar en realidad, recorriendo uno de los olim de semper sacratos y concurridísimos –como lo muestran los amilladoiros de San Andrés de Teixido- caminos del Sol a los finisterres atlánticos. El santo camino que, en el presente cristiano, quiso seguir y siguió también, con Teodoro y Atanasio el cuerpo del Apóstol Santiago cumpliendo su destino y su patronazgo de España. El santo camino que luego siguió también hasta Teixido, el cuerpo del Apóstol San Andrés y la Virxe da Barca de Muxía.
El Santo Camino que, habiéndose preparado la adaptación de una pasado pagano, de una profunda corriente espiritual europea, a un presente fructífero cristiano, siguieron, siguen y seguirán, mientras dure nuestra civilización occidental en realidad, millones de peregrinos de la inmarcesible Europa siguiendo la estela de santos e ilustres continuadores y de una inveterada tradición de peregrinación, masiva ya como lo atestigua Floro de Lyon casi al tiempo del descubrimiento –y porque venía de antes en realidad-. Y ello resultó en campo abonado y fructífero, habiéndose publicitado su culto -paradójicamente en tiempos del rey de límpida fe Católica, pero llamado empero por su sangre Mauregato (9)-, con una feliz campaña devocional a Santiago, su más ilustre peregrino, por Beato de Liébana, el presunto autor del justamente célebre Himno de Santiago cincuenta años antes de esta ‘inventio’ de la apostólica tumba en Compostela.
RAMIRO I (842-850). A la muerte del rey Casto, Ramiro, adoptado por él como sucesor al trono de Asturias, fue, llevando Galicia “pigne ducens adefonsi catholicis magno” como heredero de Alfonso el Casto, encumbrado (10) con la ayuda de los nobles gallegos en el camino de su difícil promoción a la realeza en el que tuvo que imponer sus derechos a las pretensiones del conde Nepociano. Reconquistado el trono, Ramiro utilizó a fondo la preexistente trama tribal céltica, común a Asturias y Galicia, y la “devotio” propia de esta organización territorial ”caballeresca” con toda la compleja red de obligaciones mutuas, nudos de dependencia y de solidaridad entre cada individuo y sus señores y entre éstos y el Rey, que estos lazos conllevan. La monarquía asturiana consigue así instituirse en cabeza de una fuerte y sólida cadena vasallática.
ORDOÑO I (850-866) restauró Tui, Astorga y León, continuando con la costumbre (tanistry) inaugurada por su padre de dejar a su hijo heredero al frente de Galicia de hecho, y aún de derecho un país autónomo dentro de la monarquía Astur donde parentelas vitizanas con posiblemente más legítimos derechos de parentesco que los ostentados por los monarcas astures, reivindicaban el posiblemente re-establecido regnum suevorum y la herencia de Don Rodrigo.
ALFONSO III EL MAGNO (866-910), A. ISLA FREZ considera su reinado como expansivo por “tres acontecimientos bien conocidos: Vimara Pérez conquista Oporto en el 868, Odoario ocupa Chaves en el 878 el conde Hemenegildo Gutierrez se apodera de Coimbra” (11) son falsos los documentos mindonienses el del Obispo Savárico de Dumio fechado en el año 867, a quien supuestamente le habría concedido Alfonso III totius Hispaniae Imperator (titulo este que llevaría Alfonso Raimúndez), las terrae y arciprestazgos de Trasancos, Bezoucos, Prucios y las iglesias de Seaya (falsificación motivada por el pleito de los arciprestazgos entre Munio obispo de Mondoñedo y Gelmirez, obispo de Santiago) y también es falso el documento por el que Alfonso III, tras la huida de Savárico de Dumio y su establecimiento en Mondoñedo le concede la sede Dumiense a su sucesor el obispo Rosendo de Mondoñedo. Este rey sufrió dos alzamientos gallegos, el del conde Hermenegildo y el del conde Froila, quien posiblemente esgrimiendo antiguos y legítimos derechos llegó a sentarse en el trono de Oviedo. Sobre estos derechos y la cuestión reivindicatoria sostiene A. ISLA FREZ:
“[…] Podemos mantener alguna reserva sobre que Vitiza fuera consorte en el reino con capital en Tuy y con un ámbito suevo, pero sí suficientes elementos apuntan a una vinculación familiar con la zona sin que quepa rechazar la propia generación de un Regnum Suevorum. Con todo el desarrollo de esta noticia en las fuentes astures tiene que ver con las aspiraciones de los neovitizanos, pretendidos y posiblemente verídicos emparentados con el rey gótico. Estos buscarían mantener su posición independiente en el reino de Oviedo y acudirían a subrayar su conexión legitimadora con el reino de Toledo. Esta familia podría presumir de derechos hereditarios, sobre este reino, provenientes de su relación con el antiguo rey visigodo, derechos y pretensiones que mermaban los de Alfonso III, cuya conexión genética con los monarcas godos era endeble. En último extremo, los Vitizianos podrían aceptar un reparto de poder. Este pudo ser el sentido de la afirmación de la dicotomía de reinos: Si los reyes astures eran los herederos de los godos, ellos podrían llegar a reclamar su autoridad sobre el viejo reino suevo. En un ambiente cada vez más cargado de mozarabismo y de reconsideración del pasado visigodo, sobre todo dada la perspectiva mesiánica del colapso musulmán y la recuperación del reino resultaría especialmente conflictivo para el rey de Oviedo la existencia de un personaje que se proclamaba descendiente de los viejos reyes toledanos. Quizás, incluso, los reyes de Oviedo se enfrentaban al pretendiente a un trono noroccidental presunto heredero del reino de los suelos recibido por Vitiza. […] En este orden de cosas actúa la versión rotense de la crónica […] La responsabilidad de la ruina del reino descansaba en Vitiza. Primero en su lacra genética y de comportamiento personal. Luego en la traición de sus parientes. Más aún, la familia de Vitiza había colaborado activamente en el intento de sumisión y el obispo Opas cobraba un notable protagonismo frente a Pelayo en la escena de Covadonga con una finalidad semejante” (12).
Es por razones obvias en atención a su volumen territorial, a su potencial demográfico y a su riqueza, donde la presencia de Galicia, tradicionalmente pendiente solo de si misma, dejaba sentir su alcance en la Terra de Foris. Conscientes de estos peligros sus sucesores decidieron separando Galicia de Asturias crear dos reinos y cierta historiografía española, usualmente castellana de modo quimérico interpreta este hecho como una desintegración del reino de Asturias (13), ignorando que ese regnum no constituía tal y como la pensamos hoy una entidad política. A la muerte de Alfonso III el Magno (910) sus hijos se repartieron la soberanía, reapareciendo con su segundo hijo Ordoño, asociado ya al gobierno de Galicia en vida de su padre, el reino de Galicia.
ORDOÑO I (910-924) DE GALICIA (14) Y II DE ASTURIAS Y LEÓN. Reinando como ORDOÑO I rey de Galicia, tras la muerte de su hermano el rey GARCÍA I REY DE ASTURIAS Y LEÓN, fue como “ORDOÑO II” (914-924) proclamado también rey de estos reinos (15), siendo el segundo rey de este nombre. Fue el primer rey de Galicia conocido tras la invasión árabe, y al morir su hermano mayor GARCÍA I, rey de Asturias y de León tras un fugaz reinado (914-914), heredó el rey de Galicia (16) también los otros reinos del Noroeste peninsular inaugurando, como es comprensible, sobre el trasfondo de la reconquista la tónica interpretativa (17) convencional dominante de esta circunstancia en “clave política” de la formación nacional de España (18).
Aunque posiblemente ningún reino, siendo corrientemente para un rey sus reinos lo que comparativamente son los apellidos para un hombre corriente de hoy, algo heredado, dificilmente hubiese podido ser absorbido por cualquiera de los demás. En las cláusulas de los diplomas y cirógrafos reales el reino de Galicia, figura con todos sus demás reinos compartiendo un común soberano. Pero el paisaje y la cultura, la lengua materna y paterna, de estos reyes, lengua también del fosterage, será habitualmente el gallego, Ordoño I de Galicia y II de León, su esposa Elvira era hermana del conde Guter Menéndez, padre de San Rosendo. Los infantes serán gallegos de adopción o de nacimiento, criados y entrenados por los tutores de grandes, antiguas y poderosas familias gallegas, y cuando sean reyes, la cultura y la diplomacia de sus cancillerías llevaran la impronta gallega.
A la muerte de este rey le sucedió su hermano menor, príncipe de Asturias desde (914-924) que reino solo un año en Galicia – propiamente como FROILA I- Y COMO FRUELA II DE LEÓN (924-925).
A este le sucedió ALFONSO FROILAZ O CHEPUDO, “EL JOROBADO”, I DE GALICIA Y II DE LEÓN, quien reinó otro año (925-926).
Tras estos cortos reinados sucede una dinastía gallega en el doble trono de Galicia y de León que revierte en los hijos del rey ORDOÑO I de Galicia y II de León (19).
Los nobles gallegos los encumbraron a todos ellos. Instalaron como REY DE LEÓN A ALFONSO IV EL MONJE (926, 931, 932) y como REY DE GALICIA A SU HERMANO SANCHO I ORDÓÑEZ (925-929), primo del obispo San Rosendo de Celanova, que reinó cuatro años sucediéndole a su muerte -como ALFONSO II REY DE GALICIA- el mencionado rey de León ALFONSO IV EL MONJE (931-932) quien reinó poco tiempo heredando la corona en el año 932 su hermano RAMIRO, conde de Portugal, un condado del reino de Galicia, no del reino de León.
RAMIRO I DE GALICIA, II DE LEÓN (931-951). El rey RAMIRO ORDOÑEZ se separó de la noble gallega Adosinda Gutiérrez, hija del conde gallego Guterre Osoriz, casándose con la infanta de Navarra Urraca, hija del rey SANCHO GARCÉS.
Tuvo que jugar a tres bandas buscando el equilibrio entre los nobles gallegos al frente de su ex suegro, con su suegro el rey de Navarra y con el revoltoso conde castellano Fernán González. En su reinado se sublevaron en Galicia, donde tenían seguidores los hijos de FROILA I (II de León) reclamando ambos reinos (20).
Al fallecimiento de RAMIRO I de Galicia y II de León se producirá una crisis sucesoria que enfrentará al heredero ORDOÑO II DE GALICIA Y III DE LEÓN (951 -955), ganando ORDOÑO y sucediéndole tras su corto reinado su hermano.
SANCHO II EL CRASO DE GALICIA Y I DE LEÓN (955-958, 960-966) En su reinado –pues, vulnerando el concepto de soberanía celta: sin defectos morales, físicos o mentales, la obesidad del soberano, le impedía montar a caballo- la nobleza gallega (San Rosendo y el Conde Santo, Osorio Gutérrez) se alió con el conde Fernán González para substituirlo por un hijo del Rey Monje
ORDOÑO III DE GALICIA Y IV DE LEÓN (958-960) “EL MALO” quien reinó dos años, hasta que SANCHO –curado en Navarra, donde estaba refugiado con su abuela Tota Aznárez y su tío GARCÍA SÁNCHEZ I en Pamplona, curado por un médico de Córdoba de su obesidad - recupero el reino, apoyado por la nobleza gallega que había retirado su apoyo a ORDOÑO, y por las fuerzas del Califato, murió enfrentado al conde gallego Gonzalo Sánchez, por quien podría haber muerto envenenado camino a León en Castrelo do Miño.
RAMIRO II DE GALICIA (966-982) Y III DE LEÓN (966-985). No agradó a los gallegos, y se le sublevaron los condes gallegos de la marca portuguesa Gonzalo Nuñez y un sobrino de San Rosendo deponiéndolo y nombrando rey en su lugar a VERMUDO, hijo del Rey ORDOÑO III EL BUENO de León y la noble gallega ELVIRA.
VERMUDO EL GOTOSO, I DE GALICIA (982-999) Y II DE LEÓN (985-999) Hizo frente a RAMIRO en Monterroso, en el lugar de Portela de Areas, organizando temporalmente su corte en Galicia, reuniendo en Santiago una asamblea de magnates y de obispos en mayo de 985 apoyado por Suario Gundemáriz, Gutier Osoriz, Diego Romániz y Gonzalo Menéndez. Se alió con los condes de Castilla y conquistó el trono de León expulsando a RAMIRO III. Su política provocó una rebelión de la nobleza gallega de la marca Portuguesa con cuyo apoyo entró en Galicia el ejército de Almanzor devastando Coimbra, y León defendido por el conde gallego Gundisalvo González. En el 997 bajo su reinado se produjo el saqueo de Compostela por Almanzor. Muerto VERMUDO I en el Bierzo (entonces claro está en Galicia) en el año 999 le sucedió su hijo.
ALFONSO ALFONSO III DE GALICIA Y V DE LEÓN (999-1028) criado en Galicia en fosterage en la Casa del conde Menendo González, adelantado de la marca portuguesa (asesinado en Mondego en 1008) accedió al trono a los 5 años de edad.
VERMUDO II DE GALICIA Y III DE LEÓN (1028-1037) rey a los 11 años perdió su reino al entrar en León Sancho III de Navarra proclamándose emperador, ya mayor de edad murió, sine semine, luchando contra su cuñado Fernando, hijo de Sancho de Navarra que se había proclamado rey de Castilla, en la batalla de Tamarón (Burgos) en 1037.
2. DE GALICIA, DE LEÓN, DE CASTILLA
FERNANDO I EL MAGNO (1037-1065)
Representa el momento de supremacía de la emergente Castilla sobre los reinos de Galicia y de León. En su testamento dividió los tres reinos entre SANCHO, futuro rey de Castilla SANCHO II EL FUERTE (1065-1072); ALFONSO, futuro ALFONSO VI DE LEÓN (1072-1109) y GARCÍA, futuro GARCÍA I DE GALICIA (1065-1071, 1072-1073).
GARCÍA I
Fue proclamado heredero de Galicia por el aula o cura regia de 1063 por la que su padre el rey castellano repartió sus reinos, que no su reino, entre sus hijos (21). GARCÍA fue ungido rey en la catedral de Santiago en 1066, habiendo tenido por preceptores a Cresconio y a Gudesteo, sobrinos del conde Froila Bermúdez (22). Preso arteramente por su propio hermano SANCHO II de Castilla en Santarém (1071) se refugió en la corte de su vasallo Almutamid de Sevilla. A la muerte de SANCHO II (1072) fue proclamado Alfonso VI como Rey de Castilla y León, volvió García a Galicia del exilio en Sevilla. Hecho prisionero por Alfonso VI, fue encerrado en el castillo de Luna (1073) (23). Murió en su prisión en la VIª feira del día 22 de marzo del año 1090 sin perder nunca el título real. ALFONSO VI pasó a ser ALFONSO IV de Galicia.
El restablecimiento de la independencia del reino de Galicia quedó garantizado al prometer ALFONSO VI al Conde de Galicia Don Raimundo de Borgoña que el hijo que tenía de la infanta sería proclamado rey de Galicia a su muerte, reservándose Don ALFONSO León y Castilla para su hijo SANCHO (a título anecdótico medio moro, muerto en Uclés en 1108). El bebé infante, heredero al trono de Galicia, fue inmediatamente puesto bajo el fosterage y custodia del conde de Traba Don Pedro Froilaz, hijo del mencionado Froila Bermúdez, al año de la muerte de Raimundo (1107). El rey Don ALFONSO VI exigió en León juramento de fidelidad al infante ALFONSO RAIMÚNDEZ, a los nobles y a los prelados gallegos, incluyendo la cláusula mencionada en otro lugar que especificaba que en el caso de que doña Urraca se casase por segunda vez Alfonso debería ser proclamado rey de Galicia.
AFONSO V RAIMUNDEZ DE GALICIA. 1111; ALFONSO VII DE CASTILLA Y LEÓN 1126, EMPERADOR DE TODA HISPANIA, 1135-57.
El conde Don Pedro Froilaz cumpliendo su juramento proclamó en 1111 a Alfonso Raimúndez como rey de Galicia el V (sic) de este nombre.
En 1124, DON ALFONSO V RAIMÚNDEZ de Galicia, fue armado caballero en Santiago, consiguiendo su mayoría de edad, y manteniéndose en Galicia hasta la muerte de su madre la reina Urraca (1126) en que fue también coronado rey de Castilla y León, siendo entonces el VII de estos reinos.
En 1135, en un concilio en León se proclamó emperador. Este hecho no indica la supremacía de Castilla, ni de ningún reino, ni de nadie, sobre los reinos hispánicos, sino la supremacía de una persona, un rey gallego, de educación gallega, hijo de una infanta castellana y de un esclarecido noble borgoñón, el heredero al trono de Galicia, de una dinastía castellano-borgoñona, criado y defendido en fosterage por una rancia familia nobiliar gallega, un gallego, rey, guste a unos y no guste a otros, de varios reinos por herencia o por conquista, y emperador en el concierto de los reinos cristianos peninsulares.
Durante su reinado, su amigo, y tutor de sus hijos, el hijo del conde Don Pedro Froilaz, Don Fernando Pérez de Trava tomó por primera vez el título de Conde de Trastamara de uno de sus territorios allende el Tambre (el río Tamara, un hidrónimo indoeuropo y una probable raíz celta, compartida por el río Tamar que separa Cornualles de Inglaterra y acaso por el antiguo río de los britones, el Támesis) (24).
En 1156, el Emperador ALFONSO V de Galicia, VII de Castilla y León, repartió los tres reinos entre sus hijos.
FERNANDO II (1157-1188)
Heredó Galicia y su anexo el reino satélite de León. SANCHO el hermano mayor heredó Castilla. Fue tutor del Rey de Galicia Don FERNANDO II el Conde gallego de Trava y Trastámara Fernando Pérez, hijo del Conde de Galicia Don Pedro Froilaz, el más poderoso noble de Galicia y de Portugal.
FERNANDO II firmó un tratado de amistad, el famoso Tratado de Sahagún 1158, con su hermano SANCHO III de Castilla separando políticamente sus reinos de Castilla. Reconquistó y repobló con gallegos, defendiéndola contra las pretensiones de su primo el rey Don ALFONSO I de Portugal. Extremadura, conservándose en algunos lugares todavía hoy la lengua gallega.
Concedió cartas pueblas a las villas gallegas de Padrón, Ribadavia (1164); Noia (1168); Bonoburgo de Caldelas (1169) Pontevedra (1169); Tui (1170), potenciando sus libertades e independencia frente a la nobleza y potenciando el desarrollo del comercio (25). En su reinado el Maestro Mateo comenzó el Pórtico de la Gloria, obra cumbre del Románico Español.
ALFONSO VI DE GALICIA Y IX DE LEÓN.
Fue también un rey gallego como su padre y su abuelo, paterno criado en Galicia y de habla gallega, como su madre la princesa portuguesa Urraca y su abuelo materno ALFONSO ENRÍQUEZ. Fue uno de los reyes más importante de Galicia, inaugura una verdadera aurea aetas llena de cambios y de oportunidades, a su empeño fundador de ciudades debe Galicia buena parte de su actual configuración urbana (26). Fundó (27) muchas de las actuales villas costeras de Galicia desde Tuy a Ribadeo, Betanzos, La Coruña, Bayona, Ferrol y Neda. Todas estas ciudades fueron fundadas por a comienzos del siglo XIII, como un instrumento real para ampliar las bases del comercio Atlántico y para el fomento de la actividad pesquera, industrial y comercial a la que antes aludíamos. No deseó juntar nunca sus reinos de Galicia y de León al reino de Castilla siguiendo la política de sus antecesores. Desheredó a su hijo Don Fernando, nacido de su segunda esposa Doña Berenguela de Castilla, hecho rey de Castilla contra su voluntad. Aplicando el derecho hereditario gallego que equipara en la sucesión a los hombres y a las mujeres nombró herederas de los reinos de Galicia y de León respectivamente a sus hijas Doña Sancha y Doña Dulce, con el apoyo masivo (salvo los obispos de Lugo y de Mondoñedo). La posición gallega sería compartida por Asturias y por Zamora, ambas, étnica y culturalmente muy próximas a Galicia, mientras que León, considerado –‘agás’ O Bierzo- Terra de Foris, exterior a Galicia y culturalmente próximo a Castilla, apoyó entusiásticamente la causa castellana.
FERNANDO III (1230-1252)
No corrían ya tiempos de guerras fratricidas y la caída, reclamación, o la herencia del reino de Galicia en Fernando III propiciará, pero mucho, mucho, más tarde, un lento decaimiento político, aunque en absoluto cultural, del reino de Galicia (28). No sucedió lo mismo en el campo económico por causa del dinamismo de las villas costeras gallegas donde sobresalía la Coruña y su puerto, acaso en la baja Edad Media el más importante de la Europa Atlántica (29).
(1) Amancio ISLA FREZ. La sociedad gallega en la Alta Edad Media. Madrid CSIC, 1992 p. 46.
(2) Chronicon Sebastiani y Chronicon Albeldense. Cf. A. HUICI. Las Crónicas Latinas de la Reconquista, I, Valencia, 1913, pp. 113-195; M. GÓMEZ MORENO, in Bol. Ac.hist., 100, 1932, pp, 609-621.
(3) Cf. Z. GARCÍA VILLADA, Crónica de Alfonso III, Madrid, 1918. y A. UBIETO ARTETA, Crónica de Alfonso III, Valencia, 1961.
(4) Dentro de la llamada “teoría de la despoblación” Según ISLA FREZ “Esta teoría fue propuesta por el historiador portugués HERCULANO y ampliada e incluso, convertida en clave interpretativa de nuestro pasado medieval y del propio ser hispano por Sánchez Albornoz. […] La “despoblación” se apoya fundamentalmente en el testimonio que la Crónica de Alfonso III –una versión algo distinta nos proporciona la Albeldense- nos aporta sobre las acciones militares llevadas a cabo por el Rey Alfonso I. Así. Según esta crónica, serían conquistadas por el rey muchas ciudades –mencionadas entre las occidentales Lugo, Tuy, Oporto, Braga, Chaves y Astorga- junto a los castris cum uillis et uiliculis suis [edc. GIL 132, pp13s. GÓMEZ MORENO, p. 616]. En estas campañas habrían sido muertos los musulmanes, mientras que los cristianos habrían sido llevados ad patriam. Se este modo, según SÁNCHEZ ALBORNOZ, se constituiría un auténtico desierto estratégico que separaría cristianos de musulmanes, es decir, estas campañas supondrían la desaparición de una población, ya mermada en épocas anteriores, de un modo completo y absoluto, al menos en el Norte del Duero. BARBERO Y VIGIL [Sobre los orígenes sociales…”, pp. 81ss. La formación…, pp.313ss.] señalaron que la serie de ciudades que aparece en la Crónica de Alfonso III corresponde a los núcleos más importantes de las sucesivas líneas defensivas de un limes que, desde época romana, se habría formado frente a los pueblos no asimilados del Norte de la Península Ibérica. Este limes sería heredado por los visigodos y, tras la conquista, por los musulmanes quienes tendrían que enfrentarse a estos pueblos no sometidos. La revuelta de los beréberes u su marcha hacia el Sur hubieron de dejar desguarecido el sistema fronterizo, facilitando cualquier empresa militar […] como destacan BARBERO y VIGIL, la población autóctona permanecería independiente volviendo a sus tradiciones, al margen del poder islámico o astur, aunque habrían de soportar las cambañas depredadoras de ambos […] Es difícil no ver en estas campañas de Alfonso I y Fruela, redactadas por la Crónica de Alfonso III, una serie de razzias llevadas a cabo por el reino astur, lo que parece estar más en consonancia con lo que sabemos por la Albeldense, sobre un territorio cuya capacidad defensiva estaba, como hemos visto, seriamente disminuida. Sin embargo, el pequeño reino astur era incapaz de dominar estos núcleos que solo serían conquistados definitivamente en época posterior” Ex Amancio ISLA FREZ. La sociedad gallega…, pp. 52-53.
(5) C. SANCHEZ ALBORNOZ, Orígenes de la nación española. El reino de Aturias, Biblioteca de la Historia. Sarpe. Madrid 1985 p.133. Suplantando una anterior tradición, San Miguel de Celanova fue construida junto a una Trebo Pala o altar de piedra de la Edad del hierro demostrando este hecho la secular continuidad de culto en el lugar que, a priori, no habría que negar tampoco a la mayoría de las iglesias de la provincia de Orense consideradas mozárabes: Santa Eufemia de Ambía, Santa María de Mizós San Pedro de Rocas y San Martín de Pazó, pudiendo ser todas ellas el resultado de una moda constructiva permeable, como todas las modas, en el siglo X a influencias de la mozarabía, sin que tenga el estilo constructivo de estas iglesias necesariamente que presuponer una inmigración magnificada y deformada hasta extremos, aunque superados por la migratoria avalancha que atónitos contemplamos en nuestros días, difíciles de imaginar por la “ciencia historiográfica vudú” de nuestro días, llegando a publicitarse y -con augural título: La Reconquista que nunca existió – decir:
La emigración de mozárabes de Al-Andalus a partir de la segunda mitad del siglo IX provocó la difusión, entre estos pueblos de una serie de elementos culturales de vital importancia: cristianismo, cultivos cerealísticos, formas de propiedad privada de la tierra que pasaron a sustituir el tradicional disfrute comunal de la misma, derecho escrito de tradición romana, estructura social jerarquizadas y nuevas formas políticas basadas en una monarquía, electiva en principio, y que terminó acabando en hereditaria. Estas transformaciones provocaron un desrrollo general que acabó expresándose en en un movimiento de expansión territorial más allá de los límites geográficos de estos pueblos, expansión que fue posible en sus inicios gracias al potencial demográfico propio, más el recién llegado de al-Andalus, así como a la existencia de un territorio considerado como tierra de nadie, debilmente poblado (sic, sic fatur José Luís MONTERO GUADILLA La Reconquista que nunca existió Colección Nueva Escuela edit. Bruño. Madrid 1990 pp. 107-8.
(6) Quien coronado tras la muerto de Aurelio, en tiempos del obispo de Iria Cresconio I, trasladaría su corte a Pravía por donde pasaba –por Lugo de Llanera y Pravia- una calzada romana con varias masiones (citadas por el Anónimo de Ravena) que se dirigía desde Lugo a Astorga, una de estas mansiones la llamada Assicin, situada en Pravía, relacionada ademas con Flavionavia ciudad principal del pueblo de los Paesicos, su conexión con Galicia era muy importante ya que Fruela -y al parecer lo mismo le habría sucedido Silo- habría tenido que sofocar allí una revuelta. Para algunos el nacimiento de Oviedo se produciría con el pacto monástico de San Vicente de Oviedo el 25 de noviembre de 781, la antigua Ovetao fundada por Fruela en una colina recuerda la construcción de un castro, diciendo de ella Sanchez Albornoz
“ignoramos si había estado habitada en fecha remota. No se han hallado hasta ahora pruebas decisivas que lo atestigüen. […] un presbítero llamado Máximo y sus gentes aplanaron y roturaron [fundacionalmente querida Alice] el monte, realizando una presura […] Tal establecimiento con su oportuno escalio debía de ser a la sazón un hecho vulgar. En las décadas centrales del siglo VIII muchos inmigrantes sureños cruzaban probablemente con frecuencia las montañas para habitar a su amparo en tierras de cristianos; tanto en Asturias como en Galicia o en Cantabria [C. SANCHEZ ALBORNOZ, Orígenes…El reino de Asturias, ibid. p.133]
aunque porque en su reinado (791-842) trasladó a Oviedo la Capital se le atribuye su fundación a Alfonso II el Casto, hijo del asesinado Froila o Fruela.
(7) A la muerte sin descendencia del rey Silo (hijo de una mora) sube al trono Mauregato, hijo natural de Alfonso I, apoyado viablemente por los asesinos del rey Froila I, quienes habrían para ello depuesto tras su primera coronación (propiciada por la viuda de Silo, Adosinda, tía de Alfonso II y hermanastra de Mauregato) al hijo de su victima Alfonso II obligándolo a huir y refugiarse con su familia materna alavesa. Durante del reinado de Mauregato, se produjo la llamada querella adopcionista, restringida como lo ha expuesto ISLA FREZ, al ámbito lebaniego:
“Por otra parte el marco geográfico en el que se desarrolla la controversia es muy reducido, son los lebaniegos los que pretenden enseñar a los de Toledo y no parecen estar involucradas en la discusión más regiones que la propia Liebana” La Sociedad Gallega en la Alta Edad Media, 1992, p. 41-43.
La querella adopcionista habría sido propiciada por la infeliz refutación de unas originales teorías de Migecio (que sostenían que la trinidad se había encarnado, siendo David el padre, Jesucristo e el hijo y Pablo de Tarso el Espíritu Santo), por parte del metropolitano de Toledo Elipando, inconsciente victima de la tradición gótica (arriana) en las que Elipando sostenía que Cristo como hombre era hijo adoptivo de Dios. Condenadas por la iglesia Franca y Roma estas teorías fueron contrarrestadas por Beato de Liébana, monje impulsor involuntario con su himno a Santiago, de la creencia de la llegada de Santiago a España y favorecedor a la postre de la invención de la tumba del Apostol. Como lo destaca ISLA FREZ esta querella adopcionista dio pié a que varios autores, BARBERO y VIGIL, demostraran el escaso o nulo control de Galicia por parte del reino Astur:
“Las referencias al episcopado que se conservan en la disputa son poco claras y la misma atribución de único obispado mencionado –un tal Ascárico de que no sabemos la sede- a Braga carece de fundamento sólido, y Díaz, por su parte, cree más bien que se trata de un obispo mozárabe [en base a indicios convergentes]. No hay, pues, referencia clara a un episcopado noroccidental, ni tan siquiera podemos deducir una organización episcopal fuerte. Quizás hayamos de pensar que el reino astur apenas controlaba los territorios occidentales de la Península, hecho que parece confirmar no sólo la ausencia de menciones de obispos, sino también que su capital estuviera en Cangas de Onís y después a partir del Reinado de Silo, en Pravía (BARBERO y VIGIL, La Formación…, pp. 279ss.). Por otro lado, las numerosas revueltas producidas en Galicia –conocemos las ocurridas en época de Fruela y Silo- coinciden en poner de manifiesto una notable independencia de estos territorios” Amancio ISLA FREZ, ibid. La Sociedad Gallega en la Alta Edad Media 1992, pp. 42-3.
(8) Era diácono, sobrino de Alfonso I y hernano de Aurelio, que tuvo que enfrentarse al emir cordobes, hijo de Abderramán I, Hisam I, y tras una derrota en el Bierzo –comarca, hasta el siglo XIX, de Galicia-, abdicó y se retiró a un convento permitiendo esta circunstancia que Alfonso II recuperase el trono.
(9) Cuyo nombre y título figura, en acróstico, en el Himno a Santiago.
(10) Alfonso II fomentando la participación de la nobleza gallega con sus efectivos territoriales en su deporte favorito: la guerra y poniendo al heredero al trono Ramiro al frente de Galicia habría inaugurado esta tradición, consciente de la importancia del apoyo de la poderosa nobleza gallega. El príncipe Ramiro y hablamos ya con factografía en la mano, pigne ducens Adefonsi catholicis Magno nombra duque a Argimiro, uno de estos nobles territoriales, dándole per ordinationem la Tierra de Trasancos, entre otras, mire ducato un “ducado maravilloso”, según nos cuenta Visclávara Vistrariz en un diploma de Juvia datado en el año 1015 de la era de César (977). Este diploma de San Martín de Juvia (Narón, A Coruña) refiere como a la muerte del Rey Casto, Ramiro habría pasado factura a este noble gallego que, como su nieta, la noble trasanquesa Visclávara Vistrariz orgullosa recuerda: “cum dei iuvamine plurimo tempore beligueravit armato” junto a Ramiro iam factus rex “hecho ya rey” (esto es en el año 844) cf. PENA GRAÑA 1991.
(11) “Era DCCCCVIª prenditus est portugale ad uimarani petri […] Era DCCCCXVIª prendita est conimbria ad ermenegildo comité (Chronicon Laurbanense P. M.H., I, Scriptores, p. 20). Sobre Odoario, vid. el diploma de Odoino, fechado en el 982, en LÓPEZ FERREIRO, Historia…II, Apéndice, pp. 176ss”. Ex Amancio ISLA FREZ . La sociedad Gallega en la Alta Edad Media. Madrid. CSIC. 1992, p.47.
(12) Amancio ISLA FREZ “Los dos Vitizas, pasado y presente en las crónicas” in Romanización y Reconquista en la Península Ibérica, nuevas perspectivas. in La formación del feudalismo en la Península Ibérica, un balance historiográfico Ed. Universidad de Salamanca, 1996, pp 314-5.
(13) Los reyes de Asturias eran reges vinculados personalmente a principes de grandes familias nobliliares, señores de señores, de comarcas cultural e históricamente configuradas, en las áreas geográficas celtoatlanticas de Asturias, de Galicia y de Cantabria, nobles propietarios de trebas de enormes espacios territoriales.
(14) Puesto que los reyes de Galicia, de León, de Castilla etc, pese a concentrar circunstancialmente varios reinos en su persona habitualmente por herencia, por matrimonio o por conquista –como sucederá de forma exagerada con los Austrias (Carlos V o Felipe II)- no son reyes de un compacto homogéneo, sino de cada uno y de todos sus diferentes y accidentales reinos, en este aspecto sería conveniente cuidar mucho la caracterización de cada uno de estos reinos, cada uno diferente, siendo inconcebible que confundiéndolos o negándolos, a diferencia de lo que hacen los navarros o los catalanes, los gallegos no discriminen de los reyes de Castilla y de León, a los suyos, en la seriación o cifra con que habitualmente se señala o debería señalar la prelación del reinado de los soberanos homónimos. Esta perturbada circunstancia por ejemplo hace que sin tener su Alfonso VIII que solo lo fue+e de Castilla la Galicia de Alfonso VII el Emperador se sobresalte a Alfonso IX. Siempre puede producirse un cambio de actitud. Por lo tanto, debemos los gallegos luchar para que en el Reino de Galicia, como en los distintos reinos de España -aunque lamentablemente, unos y otros, huelen a palabrería rancia significando con la globalización universal poco ya conceptos como “España” o “gallegos” - de modo análogo a los catalanes o los navarros, se discriminen en la seriación o cifra que señala la prelación de los reinados homónimos los reyes de Galicia de los de Castilla y León. Y sin miedo ni tensión en tiempos disolutorios de naciones, de fronteras y valores, se puede decir que la aparición en la Alta Edad Media del Reino de Galicia fue en su momento un hecho jurídico de gran trascendencia, aunque esta presencia haya sido un poco difuminada en cierto localismo castellano-leonés, vasco, navarro o catalán y el general acriticismo de la historiografía hispánica centrífuga o centrípeta.
Hay que equilibrar unos y otros empujes poniéndose a trabajar. El reino de Galicia nunca ha sido negado, pero su publicidad en estos papeles reivindica la potente voz olvidada pese a haberse mantenido con todas las demás hasta que los Borbones, o los liberales, eliminaron, aún no hace dos siglos, a la totalidad de los reinos hispánicos.
(15) “Un documento lucense, fechado en el 910, se halla también en la línea de mostrar el poder de las sedes […] y, además, destacar la vinculación entre el obispado y el monarca. En la escritura [ed. GARCÍA ÁLVAREZ, “Ordoño Adefónsiz…”, 1, pp- 220s.]En la escritura los condes seu imperatores que rigen los comitatos, se comprometen ante Ordoño II a “incautar” y trabajar las casas que están destruídas en Lugo antes del día de San Pedro, pagándole también lo que le adeudaban de tributum y de quadragesimal. Es el rey quien ordena a estos condes –los que rigen las tierras entre el Eo, el Lesuce y el Navia hasta el Sil- que han de habitar con sus mujeres en Lugo. Este documento pueden entenderse mejos si lo relacionamos con otra escritura lucense […]. En ella, el obispo Hermenegildo recibe el compromiso de los abades, presbíteros, monjes, laicos y los infanzones qui uestros comitatos obtinemus, de habitar a partir de primero de noviembre en la ciudad de Lugo, construyendo allí sus casas, de manera que, en el siguiente San Martín , le den esas casas construidas y ellos viviendo en las mismas con todos sus bienes. El que faltare a este compromiso perdería el territorio que detentase y se le impondría un pena pecuniaria […] ISLA FREZ. La sociedad gallega, pp. 68-69.
(16) Circunstancia reiterada a lo largo de los reinos sucesivos, de facto expresada inexactamente en términos de la absorción del reino gallego por el de León o por el de Castilla.
(17) –escenificada como la historia de Alicia al otro lado del Espejo sin embargo en la historiografía castellano-leonesa -
(18) Pero siguiendo la misma metodología podríamos argüir con iguales fines, atendiendo también al argumento del fosterage de estos reyes, que es Galicia y sus reyes los que engullen a los reinos de Castilla y de León.
(19) Estos fueron Sancho Ordóñez, Alfonso llamado el Monje, y el conde de Portugal Ramiro, hijos de la reina gallega Elvira y nietros del conde Gallego Hermenegildo Gutérrez.
(20) El ex suegro Guterre Osoriz prendió a los infantes que fueron ejecutados por Ramiro en León, pasando (por traditores o proditores) sus tierras al conde gallego. Era este conde señor de las tierras más o menos correspondientes con la diócesis de Mondoñedo. Ramiro I de Galicia y II de León sofocó también el alzamiento castellano del conde Fernán González casando con la hija de este conde, Urraca, al infante Ordoño heredero de Galicia y de León. Según parece las disensiones en su reino permitieron el ataque a Galicia, sin consecuencias, de unas fuerzas expedicionarias del Califato de Córdoba mandadas por Anmad ben Muhamad ben Alyas en el año 944.
(21) Es pretensión de que los reinos existen con independencia de sus reyes, Galicia, León y la recién incorporada Castilla son reinos hispánicos propios perfectamente discriminados unos de los otros, de la misma manera que hoy discriminamos, separamos unas de otras, las regiones o las autonomías, mas o menos históricas todas, ello no es óbice para que, de manera especial, estos tres reinos compartan un acervo común, una común materia o lenguaje institucional, y similares ideales cristianos.
(22) Á la muerte de Gudesteo a manos de su iracundo tío Froila Bermúdez (Padrón 1069) gobernó este rey al parecer aconsejado por un impopular valido llamado Vérnula, sufriendo rebeliones y siendo abandonado por un importante sector de la nobleza gallega (el clan Pétriz). Derrotó al conde Nuño Menéndez en la batalla de Pertalini cerca de Braga pero parte de la nobleza gallega se exilió de su corte.
(23) Fué entonces gobernada Galicia por un conde Burgundio excepcional, Raimundo, casado con la infanta Urraca, hija del rey de Castilla y de León, tenente Gallecia, pero no su rey.
(24) Este nombre que proviene del nombre de una treba de la Edad del Hierro corespondiente a los Celticos Supertamáricos (originariamente la Terra de Celtigos y la Terra de Barcala) significando literalmente “Celticos de Sobre el Tambre” pasa ahora a designar en la práctica, por extensión, un condado que comprende ahora el conjunto de todas las trebas –incluída la propia de Trastámara “Celtigos”- o las terras patrimoniales heredadas por el conde y por la condesa doña Mayor Guntroda Rodriguez (señora de Trava) entre Carnota y Ortigueira, Entines, Nemancos, Céligos, Barcala, Vimianzo, Dubra, Bergantiños, Seaia, Faro, Montaos, Nemitos, Prucios, Bezoucos, Trasancos, Labacengos y Arrós. El primer conde de Trastámara adopta en cada una de estas tierras o comarcas coincidentes con las trebas de la Edad del Hierro, que su linaje mantuvo a lo largo de más de mil años, el título heredado de sus antepasados “[…] in territorio Faro… in territorio Prucios… in territorio Ortigaria… princeps huius territorie comes dominus Ferdinandus et fratres eius dominus Vermudus”. (AHN. Xuvia, codice 1041b n18 f. 5) y cuando alguien en un diploma refiere un lugar dentro de Galicia se señala siempre la tierra o bisbarra a la que el lugar pertenece: et est ipsa hereditate in territorio Trasancos… y luego en las cláusulas se adpota el nombre y el título del señor de la tierra “… imperante de Trasancos commite domino Fernando…”.
(25) Esta política facilitaría el desarrollo del comercio, el desenvolvimiento de una floreciente industria de salazón y de exportación de conservas de pescado, con barcos propios que convertiría el reino de Galicia en una potencia mercante de primer orden en este sector en los siglos XIV, XV y XVI.
(26) Las ciudades fueron el eje de su política y con las ciudades la burguesía que intentó fomentar. A comienzos de su reinado convocó una curia regia en el reino de León, donde estuvo por primera vez representado un sector no noble, los burgueses de las ciudades.
(27) Las villas de realengo eran como islas en medio de un mar de señoríos (laico, monástico o episcopal) y explotaciones agropecuarias; suponen un cambio absoluto con el mundo medieval anterior y producirán hondas transformaciones políticas en el país. Estas transformaciones se comenzaron a producir en el siglo XII con los reyes Alfonso V de Galicia y VII de León y con Fernando II, que habían acotado numerosos monasterios gallegos, antes monasterios familiares de los clanes nobiliares. Los monasterios aparentemente desenvolvieron una autónoma, vida económica aumentando su patrimonio en un proceso continuo pero no homogéneo con bienes diversos como uillae, iglesias, heredades, siervos (campesinos o colonos sin tierras propias), etc., procedentes de donaciones y de mandas testamentarias de particulares y nobles y de robos y extorsiones sobre los campesinos con hacienda. Los cotos se transformaron por clonación, reproduciendo en el espacio demarcado el esquema que antes definía las relaciones del príncipe o imperante (el señor feudal) con la tierra, sin más interferencia que un vínculo personal de carácter testimonial expresado a través del yantar que ofrecían abades, priores y monjes de los monasterios a los descendientes de la casa noble fundadora. El siglo XII inaugurado por el Rey Alfonso VI de Galicia y IX de León, fue un siglo de grandes cambios y de transformaciones en Galicia de las que se beneficiaría todo el espectro social. Transformaciones políticas al abrirse espacios de realengo con la fundación de Villas. Transformaciones sociales porque la aparición de estas villas consolidad una serie de “casas” y “linajes” locales con un origen social en los segundones de la gran nobleza, constituyendo la hidalguía local que se repartirán los cargos municipales (Alcaldes, Regidores) y se perpetuaran en ellos al tiempo que ocupan otros cargos públicos (Jueces, Merinos). Una protoburguesía hidalga que mismo introduce en los monasterios rurales a los miembros de sus familias, priores de nombre, hidalgos de vocación y de vestimenta, más pendientes de los intereses de sus casas y de sus parientes que de los ideales de la vida monástica. Las luchas y conflictos de este siglo entre la hidalguía y el clero regular cuando se producen esconden rivalidades entre las familias de la oligarquía rural y urbana, con un pié en el campo y el otro en la ciudad. Las transformaciones económicas trajeron transformaciones mentales profundas, canalizándose una renovación religiosa en las villas de la mano sobre todo de las órdenes mendicantes, apareciendo con los franciscanos los gérmenes de verdaderos programas sociales. La política de Alfonso VI de Galicia y IX de León intentó fortalecer el elemento popular y urbano frente a la nobleza, suprimió el título de conde limitando en el tiempo los cargos de tenencieiros y de prestameiros. Su reinado y el de sus sucesores coincidirá con el esplendor de una cultura gallega, esencialmente celta, sino la más, una de las más elevadas, en todos los campos, de la Europa de su tiempo. Los cancioneros d’Ajuda, Colocci Brancutti o el de la Vaticana son contundentes testimonios de un explendor que tiene como contrapunto el pórtico de la Gloria y a Europa como referente.
(28) Tras esta unión, los monarcas en interés propio de sus personas, no de los leoneses o de los castellanos, comenzaron a intentar sin mucho éxito, o con éxito desigual, medidas uniformistas en la llamada Corona de Castilla, ajenas claro está a planteamientos o a respuestas nacionalistas, de un ‘nacionalismo gallego’ y menos de un ‘nacionalismo español’ o “europeo”, por entonces – y como ahora, en realidad, habiendo renunciado a su Catón todos ellos ya -, inexistente.
(29) Este dinamismo se basa en el comercio marítimo, en el auge de la construcción naval y en la exportación de vino y salazón de pescado, y sobre todo en la actividad pesquera de las villas costeras. El país fue durante los siglos XIV, XV y XVI la primera potencia mercante del Atlántico con una presencia constante tras la apertura del Estrecho de Gibraltar.
NOTA
Estos papeles, retoman otros escritos y publicados hace muchos, muchos años dede el año 1995, hoy forman parte de un capítulo de la Tesis de Andrés Pena intitulada Treba y Territorium, Genesis y desarrollo del mobiliarios e inmobiliario arqueológico institucional de Gallaecia. Ovra publicada en el año 2004 por la USC en Santiago de Compostela por el servizo de publicacións e intercambio científico. ISBN 4-9750-50-X.
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