Ocurre cada primero de Marzo, que en Aranda de Duero (Burgos), se celebra un ritual sorprendente... Frente a la fachada de la imponente Iglesia de Santa María se congrega todo el pueblo y de lo alto del templo, baja un huevo enorme hasta unos dos metros del suelo, abriéndose, y surgiendo de él un ángel volando, que quita el velo a la Virgen, poniendo fin al luto que guarda.

Una vez más, el cristianismo se ha encargado de adoptar rituales paganos, adaptándolos a sus personajes y fines, y puede que gracias a eso, conservándolos hasta nuestros días.

Este antiquísimo ritual, pretende representar el momento en el que la vida llega a la tierra, y esta renace de su letargo invernal.

Su celebración con la llegada del nuevo año (Prima Bera), y todo el simbolismo que contiene, así lo demuestra.

El mito representado es cuando Hérkules, hijo de Gerión (el Sol, dios celtibérico por excelencia), en su deseo de sucederle en el trono, castra a su padre (a Gerión), cayendo sus organos genitales sobre la tierra, fecundándola y extendiendo la vida por ella.

El sol, identificado desde la prehistoria con un ave (una anátida), también se ve reflejado en un huevo (al fin y al cAbo, nada se parece más al sol, que una yema de huevo) que transporta la vida en su interior. Al caer, esparce su líquido vital por la tierra inerte, formando el lago de Ambracia o de Estigia, cuna del hombre en la mitología universal.

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