Autor: Amanus2
miércoles, 24 de mayo de 2017
Sección: Artículos generales
Información publicada por: amanus2
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UNTERMANN, EL PANCELTISMO Y LA HISTORIGRAFÍA FRANQUISTA
Una revision de las tesis de Untermann
UNTERMANN, EL PANCELTISMO Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA
FRANQUISTA
A Untermann muchos lo tienen puesto en
un pedestal, no sé si con razón o sin ella, pero yo no lo quiero tanto. Este
famoso mapa suyo de la división de la península entre áreas lingüísticas
célticas e ibéricas a partir de topónimos acabados en –briga o –Ili, no sólo
atufa a arianismo, sino que tiene errores de bulto, según mi punto de vista,
intencionados. Le sigue a Wilhem von Humboldt en esta división, pero tanto da,
alemán el uno, alemán el otro. Pero esta división que ellos establecieron,
parece que hoy en día esta escrita en piedra.
https://i0.wp.com/gonzalorodriguez.info/wp-content/uploads/2016/02/figura2-2.png
A alguien tan
docto como él, parece increíble que se le “olvidara” mencionar los Aracillum de
Navarra y el de Cantabria, el Andelos de Navarra y, sobre todo, Iria Flavia. Si
está bien citar Flaviobriga (de clara época romana) también debería estar bien
citar Iria Flavia. Tampoco cita Ilarcuri, moderno Alarcos en Ciudad Real, ni
Ilurbida, que se encontraba cerca de Madrid. Mucho menos cita Bilbilis, nombre
notoriamente ibérico, que algunos lo interpretan a partir del vasco “Bil”, o
sea que traduciría como algo así como “ciudad redonda”, pero el problema es que
no sólo se encontraba en medio de la celtiberia, sino que el escritor Marcial,
natural de esta villa, hablaba de sus antepasados celtíberos. Todavía mucho
menos cita Volúbilis, también nombre notoriamente íbero, el problema es que se
encuentra al lado de Mequinez, y que se sepa en Marruecos antes de los romanos
se hablaba Bereber, después de los romanos se siguió hablando Bereber y todavía
se habla Bereber.
Lo que nos da
a entender que los nombres de las ciudades no se tienen que corresponder
necesariamente con las lenguas habladas donde se sitúan estas. Pero decir que
porque hay una serie de nombres que se pueden interpretar a partir de ciertas
lenguas estas se hablaban allí, es equivalente a decir que como hay toponimia
en Euskera de (casi) el norte al sur del continente americano allí se habló
Euskera alguna vez como lengua correspondiente a algún territorio concreto,
cuando sabemos que si se habla es en los centros vascos (y en muchos ni
siquiera eso). Pero la densidad toponímica corresponde a las diferentes lenguas
indígenas y al castellano, que son las que se han hablado o se hablan de verdad
allí. No hay densidad toponímica, no hay lengua, así de fácil.
Han sobrevivido
multitud de topónimos arcaicos, más o menos modificados. Todas las capitales de
Cataluña y Aragón tienen nombres de época romana o prerromana (el más moderno
es Teruel, pero viene de Turielo y el río Turia tiene nombre prerromano). Estos
topónimos en –Briga, que corresponderían a formas modernas en –Bre o –Brega, no
los ves aparecer en cantidad fuera de la
costa norte de Portugal y la costa de Galicia y algunos en la serranía ibérica.
Sobre los –Ili, aparte de que hay muchos mas y repartidos por todo el
territorio íbero, la presencia de la lengua Íbera se encuentra sustentada por
la multitud de textos en Íbero aparecidos en esas zonas.
En realidad
no se tiene ni idea sobre la lengua que hablaban ni los Turmódigos, ni los
Vacceos, ni los Cántabros, ni los Astures, ni los Carpetanos, ni los Vettones.
Es decir de un territorio que cubre las dos mesetas y casi toda la costa
cantábrica, haciendo un cuarenta por ciento del territorio de la península Ni
idea. Ni han aparecido textos de época prerromana ni romana escritos en las
diferentes lenguas indígenas, ni ningún autor de época romana nos ha dejado
nada escrito sobre ello. Lo más que aparecen son citas como que “Un grupo de
soldados de los Gigurri, cantaban canciones en su idioma y no se les entendía
nada.” Los Gigurri eran un subgrupo de los Astures que habitaban en el valle
del río Sil. A todo esto hay que saber que el Latín y las lenguas célticas, al
ser indoeuropeas, eran próximas y ya cita Julio Cesar en su “Guerra de las
Galias” que el Latín y el Galo eran mutuamente inteligibles. Lo que me da a
entender el “No se les entendía nada” es que eran lenguas muy distantes, y con
mucha probabilidad la lengua de estos Gigurris era preindoeuropea. De las muy
pocas palabras que han sobrevivido del Astur, se encuentra con la que ellos
denominaban a sus caballos asturcones “Celdones.” Si quitamos el plural en Castellano,
y que probablemente esté en acusativo, nos queda Celdo. Compárese eso con el
Vasco “Zaldi,” el Íbero “Saltu” (con el mismo significado) y el Vasco “Zaldun.”
De ahí la importancia de las ostracas de Iruña-Veleia. Son los textos en lengua
indígena encontrados más al occidente desde la costa Mediterránea y ancla
firmemente todo el País Vasco romano en el territorio de la lengua Aquitana. Por
eso la reacción en contra de estos restos arqueológicos tan fuerte que ha
habido por parte de ciertos estamentos. Les rompe su esquema de cosas y su
discurso político vehiculado a través de la historia antigua.
Otro error de
bulto es dividir el territorio en dos lenguas cuando como mínimo había cinco y
a la única que ha sobrevivido se la come directamente. Ya decía Michelena que
este –Ili, -Ilu, que da los modernos Iri o Uri, era un préstamo del Íbero ya en
época romana, luego tenía que haber habido otro término propio de esta lengua
Aquitana o Proto-Vasca con el mismo significado. Yo ya apuntaba, no sé si aquí
o en la Celti, que debía de haber sido “Ouaska” o algo parecido. Esto no sólo
está muy presente en esta toponimia que aparece en textos clásicos (Bo(l)ska,
Ausko, Menosca, Virovesca etc.) sino que debía de haber sido el nombre
prerromano de Pamplona. De aquí vendrían la ceca Barskunes, Vascones y (posteriormente)
Vasconia y Gascuña (también Eusko y Euskera, pero eso es otro asunto). Derivados
de estos “Ouaskas,” los hoy en día hasta en la sopa por todo el norte
peninsular y la Gascuña. Pero todo esto Untermann hace como que no lo ve.
Groupies de
Untermann como María Lourdes Albertos-Firmat, la mismita de me encuentro un
topónimo que no sé traducir, me busco algo semejante en las Galias y ¡Hey!
¡Presto! ¡ES CÉLTICO!. No se de donde viene el término Nervión, me busco la
tribu de los Nervii en la Galia Bélgica y ¡ES CÉLTICO!. Pero ya se sabe que estos
pancélticos falsifican bastante las cosas. Sus intentos de demostrar la
indoeuropeidad de Álava a través de la onomástica y la toponimia son bien
conocidos (“Álava romana y prerromana”1970) y recibió una buena tunda por parte
de Michelena en su época (“Nota marginal sobre la huella latina en la lengua
vasca” 1972).
Pues esta
señora no sólo mantuvo el mapa de Untermann sino que además lo amplió.
Hay una
confusión muy antigua, que data de la época de la reconquista, que es confundir
a Segorbe con Segóbriga. Esto sucedió cuando según iba avanzando esta por la
zona sur de Aragón-norte de Valencia se pensó en restituir el que había sido el
obispado de Segóbriga, pero como no se tenía ni idea donde caía esta ciudad se
pensó que era Segorbe, por homonimia, y allí se quedó. Pero ya hace más de un
siglo que se identificaron adecuadamente, con epigrafía y todo, las ruinas de
Cabeza de Griego, cerca de Saelices en Cuenca, como las ruinas de Segóbriga,
así que hoy en día no hay dudas sobre la localización de esta ciudad celtíbera.
Pero la señora Albertos sigue erre que erre con la identificación antigua y nos
planta la línea de la celtiberia casi pegando al Mediterráneo. Pero el problema
es que Segorbe no sólo no tiene nada que ver con Segóbriga, debe de venir del
Latín Sub Urbis, sino que hay casi doscientos kilómetros de Segorbe a Saelices.
Vienen a ser casi la misma distancia que hay desde Segóbriga “Caput
Celtiberiae” a Clunia “Finis Celtiberiae”. La Celtiberia era un país pequeño.
Pero a mí a
lo que me recuerda el mapa de Untermann es a este:
http://clio.rediris.es/n32/atlas/056.jpg
Y a este:
http://www.gifex.com/images/0X0/2009-12-08-11355/Guerra-Civil-Espanola-Agosto-Septiembre-1936.png
Y el de
Lourdes Albertos a este:
https://image.slidesharecdn.com/mapasguerracivilanimados-140407150216-phpapp01/95/mapas-guerra-civil-animados-13-638.jpg?cb=1396883417
Todo esto
forma parte de la construcción histórica del nacionalismo español.
El
nacionalismo se importó desde Francia a España en el siglo XIX entero y
verdadero y con todas sus características. Así sí en Francia tienen “Nous ancêtre les
Gaulois” y esto se lo enseñan hasta a los niños canacos en Nueva Caledonia, en
España iban a ser “Nuestros antepasados los Celtíberos.” Caracterizándose esta
construcción histórica por negar la existencia de todo lo demás, por otro lado
como en Francia. De la misma forma que Untermann es incapaz de ver más lenguas
que un par de ellas, esta construcción niega la existencia de otras culturas
antiguas. De ahí que cuando aparecieron las ostracas de Iruña-Veleia, unos
cuantos saltaran al quite y empezaron a decir que “eran una falsificación de
los nacionalistas” porque ya se sabe que España había sido casi toda “céltica.”
El asunto es que en Vasconia, lingüísticamente al menos, las cosas no han
variado nunca, así que como hace Untermann, para todos estos es mas práctico
obviarlo y hacer como que esto nunca ha existido. Por supuesto que todo esto
del panceltismo, no es una falsificación según ellos.
Pero no había sido siempre así. Había
un tiempo anterior a estas “celtiberidades” en las que se buscaban antepasados
más ilustres. Así en Galicia, se consideraba que sus fundadores últimos eran los
griegos, basándose en parte en textos clásicos y en toponimia, y así los cita Juan
J. Moraleja en “De Griegos en Galicia” dentro de “Callaica Nomina Estudios de Onomástica Gallega,” Fundación Pedro
Barrié de la Maza, A Coruña 2007:
A estos textos sobre gentes y ciudades galaicas de
fundación griega hay que añadir el de Estrabón sobre lusitanos, galaicos y
otros montañeses con costumbres similares a las griegas. Un texto que por
fuerza tenía que encandilar a lectores antiguos y modernos propensos a buscar
para su patria grande o chica una origo de prestigio, aunque Estrabón no
haga la menor aceptación de que esa similaridad en las costumbres se deba a los
orígenes helénicos de algunos galaicos; orígenes que, además, él se limita a
tener por opinión de Asclepíades. (Pág 58)
Las andanzas y fundaciones de héroes
griegos en Galicia fueron claras en los concisos textos antiguos y no tuvieron
mayor problema para encajarse en la Edad Media con otro material mítico e
histórico de otras procedencias, en especial la bíblica y su principal
consecuencia de darnos al nieto de Noé e hijo de Jafet, Túbal con sus gentes
como primer poblador de Iberia. Para las antiquitates de Galicia hay que
destacar la presencia temprana de los celtas, que ya vimos ligados a Heracles,
nada menos que fundador de Alesia (Diodoro Sículo, Bibliotheca 5.24),
además de liberar a galos e hispanos de los tiranos Taurisco y Gerión (Amiano
Marcelino, Res Gestae 15.9.2). En la tradición medieval que encabezan
Ximénez de Rada 1243 y Alfonso X c.1280 ya hemos visto cómo Galicia debe
su nombre a los galacios que ayudan a Hércules contra Gerión y ahora
aludimos a la curiosidad de que en la Pontevedra fundada por Teucro la
iconografía de Hércules es antigua y dominante, de modo tal que parece
responder a una tradición que incluye culto atestiguado en epígrafes antiguos,
mientras Teucro se hace popular solamente desde círculos eruditos renacentistas
y de tal forma que hoy se llama Teucro a quien exhibe todas las señas de ser
Hércules. (Pág 72)
Pero en el s. XIX las fundaciones griegas en Galicia
son tan de la cultura oficial y popular que tienen eco en, por ejemplo, en el Diccionario
geográficoestadístico- histórico de España y sus posesiones en Ultramar de
Madoz (1845 y ss.) o en The Bible in Spain (1842) de Borrow (alias Don
Jorgito el Inglés) o en Meakin, Galicia, the Switzerland of Spain (1909).
Hay buena colección de historias generales y locales que creen en los
griegos y su poso cultural: ya hemos visto las quejas de Verea 1838 y no
podemos ser indiferentes al pathos con que Villaamil, “Colonias griegas
en Galicia, su historia y su influjo bajo los aspectos económicos y sociales”,
1883: 319, que insiste en los aspectos civilizadores de las colonias griegas.
(….)En lo local González Zúñiga 1846 no puede ser más claro con su Historia
de Pontevedra, o sea de la antigua Helenes fundada por Teucro, dá principio
desde que se establecieron las colonias griegas en Galicia hasta nuestros días
(Pág 79)
Obviamente, ya no se dicen estas cosas
en Galicia. Y mucho menos en este libro, porque para eso tiene prólogo de
Untermann.
Pero si en el
comienzo del siglo XX se comenzaron a modificar los orígenes míticos de Galicia
hacia el celtismo, en las mesetas, que no habían tenido la oportunidad de tener
antepasados tan gloriosos, no hubo mucho problema en reclamar su “celtidad
original.”
Toda esta
construcción histórica del nacionalismo español se exacerbó con el franquismo. Porque esta construcción no surgió
originalmente con este, tiene sus antecedentes, pero el franquismo la modifico
y amplió para justificar sus políticas, el golpe de estado y la guerra civil. La
historia española como el “Destino en lo Universal.”
Ya no era
suficiente reclamar unos antepasados célticos, siguiendo las modas de París,
sino que había que presentar a los
celtíberos como unos pueblos indoeuropeos, guerreros, que subyugaron a estos
pueblos preindoeuropeos débiles y atrasados.
En el artículo
de Jordi Cortadella Morral “M. Almagro Basch y la idea de la unidad de España,”
aparecen las siguientes aseveraciones en este aspecto:
Nos referimos a Origen y formación del pueblo
hispano de Martín Almagro Basch, publicado en 1958. El libro es un estudio
etnológico de la Península Ibérica desde la prehistoria hasta nuestros
días, desde los hombres del paleolítico hasta judíos, musulmanes y
gitanos. De hecho, lo que se intenta justificar es la unidad ancestral
de España bajo el argumento de la homogeneidad etnológica o racial
primigenia, y en detrimento de unas nacionalidades descualificadas también con
argumentos etnológicos (Pag 17)
En el libro no hay una concepción de la historia de
España explícita y desarrollada, pero tampoco lo pretende. Siguiendo
especialmente los esquemas históricos de Menéndez Pidal, Almagro aspira a
consolidar sobre argumentos sólidos la idea de la unidad étnica ancestral del
«pueblo español». (Pag 20)
Hacia el año mil, los pueblos de la península
presentarían una unidad y fusión remarcables. Posteriormente, la invasión celta
o indoeuropea aportaría una gran masa humana que influiría profundamente en la
mitad norte de España. Esta diferencia en las zonas de asentamiento tendría su
posterior proyección histórica. Una España levantina- meridional, permeable a
las influencias étnicas y culturales, blanda y menos resistente, de economía
agraria y vida rural. Opuesta a ella, una España noroccidental, ruda, violenta
y activa, de economía ganadera y vida rural. Por el levante entrarían
fácilmente los pueblos colonizadores que influirían culturalmente en aquella
población peor sin alterar su etnia que, ya en aquellos momentos sería un
bloque homogéneo en toda la península. (Pag 21)
Todo lo contrario sucede en el caso de Castilla.
Almagro señala que los hallazgos visigóticos corresponderían en su mayor parte
con este territorio, que coincidiría con la mayor presencia en esta zona de las
anteriores penetraciones indoeuropeas. Allí el elemento dominador sobre la masa
de la población dolicocéfala mediterránea sería este elemento
indoeuropeo-germánico, que influiría radicalmente y a fondo en Castilla. Este
hecho habría causado su personalidad particular durante la Edad Media y su
preponderancia sobre el resto de España. (Pag 24)
Porque esta
es la ideología subyacente detrás de este panceltismo: identificar a los
celtíberos, un pueblo indoeuropeo, al fin y al cAbo ario, como antecedentes últimos del Reino de
Castilla y a esta como regidora de los destinos de España. Antes cuando la
Reconquista, luego en el Imperio Español y ahora en la “GLORIOSA CRVZADA”
Pues ya
sabemos de donde viene todo esto y a que ideología responde. Y de paso ya sabemos
a que ideología responden toda esa camarilla de los falsarios de lo de las
ostracas de Iruña-Veleia.
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