Autor: Beturio
sábado, 18 de agosto de 2007
Sección: Protohistoria
Información publicada por: Beturio
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¿Quiénes fueron los celtas? ¿Qué es lo "celta"?
Planteamos un resumen sobre la etnogenia de los celtas a partir de textos de Collin Renfrew y Manuel Bendala Galán
El término “celta” es empleado con especial profusión, sobre todo en el estudio de la Historia Antigua, pero también en otros aspectos que se mantienen hoy en día, como la “música celta”. Da la impresión de que se usa a veces como un socorrido cajón de sastre al que echar mano para catalogar, explicar o clasificar “algo” que no está plenamente definido.
Cuando lo “celta” se intenta equiparar, o distinguir, de lo “indoeuropeo”, los tópicos, dudas y confusiones se multiplican.
Celta e indoeuropeo han sido asimismo en los últimos tiempos términos vilipendiados, pues como escribe Bendala Galán: “la valoración de este sustrato céltico de la España antigua sufrió los azotes ideológicos de la agitada historia europea de la primera mitad del siglo, con interpretaciones que, al margen de lo estrictamente histórico, tendían puentes o los cortaban a una exaltación de lo indoeuropeo que haría correr ríos de tinta en el papel de la propaganda ideológica y, lo que fue peor, ríos de sangre en los campos de guerra y de depuración”.
Basándonos sobre todo en el capítulo “Etnogénesis: ¿quiénes fueron los celtas” de Collin Renfrew en su “Arqueología y Lenguaje: La cuestión de los orígenes indoeuropeos”; y “Tartesios, Iberos y Celtas. Pueblos, culturas y colonizadores de la Hispania Antigua”, de Manuel Bendala Galán, se elAbora el presente artículo, con la esperanza de aportar algo de luz en un tema que parece que, por ya sabido, resulta sin embargo oscuro, confuso y enmarañado. Quizá no se compartan todas las tesis de Renfrew, pero su enfoque creo que correcto para el estudio de la etnogénesis de cualquier pueblo. Se ponen entre comillas y cursiva las frases literales. Los subrayados o negritas son nuestros.
De “Arqueología y Lenguaje” de Collin Renfrew:
“Primero hay que preguntarse más concretamente quiénes fueron los celtas. En otras palabras, ¿qué queremos decir exactamente con este término, y qué significado le dieron los autores clásicos? Esto nos lleva al interesante pero difícil concepto de la etnicidad. ¿Qué significa grupo étnico? Y ¿hasta qué punto estos grupos pueden ser reconocidos arqueológicamente? La pregunta es muy importante a la hora de analizar la arqueología de las lenguas, sobre todo porque la lengua suele ser uno de los elementos definitorios de la etnicidad.
En el caso de los celtas, el término ‘celta’ ha acabado por significar muchas cosas: podemos identificar por lo menos ocho significados o usos:
1º, hace referencia a pueblos que fueron llamados así por los romanos.
2º, puede también referirse a un grupo de pueblos que se autodenominaron con este nombre.
3º, puede referirse a un grupo lingüístico tal como viene definido actualmente por la lingüística.
4º, ha llegado a designar un complejo arqueológico de la Europa centroocidental que engloba a varias culturas arqueológicamente definidas, como la del Marne en el norte de Francia.
5º, puede referirse a un estilo artístico.
6º, el término se suele utilizar con frecuencia para hablar del espíritu marcial e independiente de los celtas…
7º Es corriente referirse al sofisticado arte de Irlanda del primer milenio d.C. como celta, al igual que hablamos de iglesia celta…
8º, toda la serie de usos del término en nuestra propia sociedad contemporánea, que se refieren a cualidades o rasgos que supuestamente derivarían de otros más antiguos que hemos estado analizando: la herencia celta…
La etnicidad: un enfoque procesual.
Uno de los rasgos más notables de la arqueología prehistórica de principios de siglo [XX] fue el desarrollo de una perspectiva que ponía de relieve las variaciones regionales, interesada en el registro arqueológico en términos de espacio y tiempo… Gordon Childe… definió el término ‘cultura’ en un sentido técnico y arqueológico como ‘un conjunto constantemente recurrente de artefactos’. Luego dio un paso más, un tanto simple, que se halla en la raíz de muchos problemas posteriores, correlacionando la noción de cultura, así definida, con la de ‘pueblo’. Nunca llegó a definir con total claridad el significado de ‘pueblo’, pero es evidente que estaba pensando en un concepto muy similar al que utilizan hoy los antropólogos, es decir, lo que actualmente, e incluso ya entonces, se llamaría un grupo étnico.
Childe hace una distinción neta entre estas ideas y cualquier noción de características físicas determinadas genéticamente. No existe confusión con la idea de raza, si bien en la actualidad, por desgracia, los términos ‘etnicidad’ y ‘étnico’ se utilizan con frecuencia en sentido racial y no social…
Llegados a este punto se hace necesario distinguir entre etnicidad, lengua, religión, organización política y cultural material. Todos estos factores no co-varían necesariamente, ni se espera que lo hagan…
Cuando hablamos de grupos étnicos, queremos significar grupos de gentes que se reconocen a sí mismos como distintos, y que ven esta distinción como parte de sus derechos de nacimiento. La literatura antropológica ha dado muchas definiciones: una de las más convincentes procede del etnólogo soviético Dragadze:
‘Un ethnos… puede definirse como un sólido agregado de gentes, históricamente establecidas en un territorio determinado, y que poseen en común particularidades relativamente estables de lengua y cultura, y que reconocen también su unidad y su diferencia respecto a otras formaciones similares (autoconciencia) y que lo expresan mediante un nombre autodesignado (etnónimo).’
… Debe quedar claro que la lengua y el ethnos, la etnia, no son equivalentes… Donde Childe pudo equivocarse respecto al tema es en su equiparación excesivamente fácil entre las ‘culturas’ que él definió y los ‘pueblos’, es decir, los grupos étnicos. La cultura material abarca todos los artefactos hechos y utilizados por los humanos y no siempre puede fraccionarse en unidades espaciales independientes, como Childe intentó hacer. A veces, cuando los arqueólogos modernos dividen el mapa prehistórico en ‘culturas’ están adoptando una serie de decisiones arbitrarias. En algunos casos, las culturas arqueológicas supuestamente identificadas son simplemente el resultado de los esfuerzos taxonómicos del arqueólogo: no tiene necesariamente que haber más realidad que esa. Así que estas ‘culturas’ probablemente no tuvieron ninguna realidad en la época en cuestión.
Además, la etnicidad es una cuestión de grado. Algunos grupos étnicos son muy conscientes de su carácter independiente y distinto, y lo acentúan de todas las formas posibles, a veces mediante el vestido, joyas distintas y decoración diferenciadora, que muchas veces quedan reflejadas arqueológicamente. Otros, en cambio, tiene menos conciencia de ‘pertenencia’ y no se preocupan especialmente de diferenciarse de otros grupos…”
Aunque prolija, parece una introducción necesaria: ¿qué es una etnia, cuando de pueblos hablamos? A continuación, Aborda las referencias a los celtas que encontramos en los autores griegos y romanos:
“Los celtas según los griegos y romanos.
Los relatos más antiguos relativos a los pueblos que habitaron las tierras celtas –sea lo que fuere lo que se quiera significar con ese término- proceden de los historiadores y geógrafos clásicos… Al parecer algunos geógrafos anteriores [a Heródoto], sobre todo Eforo, concibieron descriptivamente el mundo bárbaro como dividido en cuatro partes, según los puntos del compás, con Grecia como punto central de mira. Al norte estaban los escitas, al este los persas, al sur los libios y al oeste los celtas…
Los principales relatos descriptivos que nos han legado los geógrafos como Estrabón, o Diodoro Sículo, o incluso César, se basan en gran parte en un relato más antiguo, que no ha sobrevivido en su totalidad, escrito por Posidonio en el libre 23 de su ‘Historia’ Posidonio vivó entre el 135 y el 51 a.C., y la información detallada que llega hasta nosotros es a través de unos párrafos escritos después de esa época…
Para algunos geógrafos, si no para todos, el término celta fue ante todo una designación geográfica bastante amplia, relacionada con todos los habitantes. Más tarde llegó a tener un significado geográfico mucho más preciso, asociado a la provincia romana de la Galia, de modo que en este último sentido los ‘galli’ o ‘keltoi’ se diferenciaron de los habitantes de Iberia o de las islas de Britania e Irlanda. Es dudoso que los escritores vieran en ellos algo inherentemente ‘celta’: sólo estaban describiendo a los nativos de la región…
[Retoma] la terminología que aparece en las tres descripciones sistemáticas que han llegado hasta nosotros. Ya dijimos que posiblemente todas ellas se basan, en gran parte, en la ‘Historia’ de Posidonio.
La primera es de César, que escribe en latín a mediados del siglo I a.C. Trata de la Galia y de Britania, pero no hay descripción ninguna de Iberia. Como es bien sabido, empieza su escrito de la siguiente forma:
‘La Galia, en su totalidad, está separada en tres partes, una de las cuales está habitada por los belgas, otra por los aquitanos y la tercera por la que en su propia lengua son llamados celtas, y en la nuestra, galos. Todos ellos se diferencian por la lengua, las instituciones y las leyes’…
Diodoro Sículo, que escribió en griego poco después de César… cuando describe las cercanas tierras continentales, primero nos rinda uno de esos pequeños y agradables cuentos genealógicos, tan caros a los griegos en situaciones de difícil nomenclatura. Habla de la región Keltika, que fue visitada por el héroe Heracles, que tuvo un hijo con la hija de su soberano. Dio a su hijo el nombre de Galates, y llamó a sus súbditos Galatai, ‘y éstos a su vez dieron su nombre a toda la Galacia’, siendo Galatia el nombre griego equivalente al latín Gallia o Galo. Luego dice que ‘la Galia está habitada por muchas tribus de diferente tamaño… Ofrece una descripción de los usos de los galatais (galos), pero cuando retoma la cuestión de la nomenclatura incluye un párrafo bastante interesante:
‘Es útil definir aquí un punto que muchos ignoran. Se llaman ‘celtas’ (keltoi) a los pueblos que habitan encima de Massalia (Marsella), en el interior del país, cerca de los Alpes y a este lado de los Pirineos. A los que están establecidos encima de la Céltica en las partes que se extienden hacia el norte, por toda la costa del océano y bordando los montes Hercinianos, y a todos los pueblos que se extienden desde allí hasta la Escitia, se les conoce como ‘galos’ (galatai). Sin embargo, los romanos, que incluyen todos estos pueblos bajo una dominación común, los llaman a todos ellos ‘galos’ (galatai)’.
La tercera descripción es la del geógrafo Estrabón, que escribe en tiempos de Cristo…:
‘Esto es todo cuanto puedo decir de los pueblos que ocupan la provincia de Narbonitis, a quienes las gentes de tiempos pasados llamaron celtae (keltai); y fue a partir de los celtae, creo, que los griegos (helenos) dieron a los galatae (galatai), como un todo, el nombre de celta (keltoi), bien debido a la fama de los celtae, bien porque la influencia sobre todo de los massaliotas, vecinos próximos a la Nargonitis, contribuyeron a ello’.
Este interesante pasaje ofrece quizá la clave de la utilización más amplia del término celta. Es perfectamente plausible que los primeros bárbaros en contacto con la población griega de la colonia de Massalia (Marsella) pertenecieran a una tribu con el etnónimo ‘keltoi’ o su equivalente, y que los griegos usaran este término para designar a todos los bárbaros de la región. En el relato está implícito que los habitantes de la región en general no se aplicaban el término ‘celta’ a sí mismos, sino que fue un etnónimo impuesto desde el exterior…”
Tras tratar otros aspectos como lengua y cultura material, concluye:
“Entonces, ¿quiénes fueron los celtas?
En su sentido más preciso, defendido por nosotros y por la mayoría de los lingüistas, el término ‘celta’ se aplica a los pueblos que hablaron una lengua celta. Las lenguas celtas emergen a través de un proceso de diferenciación o cristalización a partir de una lengua indoeuropea primitiva e indiferenciada que se habló en Europa al norte y al oeste de los Alpes, y que quizá se conserve en algunos nombres de los ríos. El celta insular y continental se desarrollaron allí donde hablaron en el siglo I a.C., y, si todavía se hablan, allí donde han sobrevivido posteriormente 8si bien el gaélico escocés y el bretón quizá llegaran a sus áreas actuales hacia el siglo V a.C., a través de un proceso de elite dominante). Los indoeuropeos-hablantes más antiguos habrían llegado a estas zonas hacia el 4000 a.C., aunque la diferenciación y formación de lenguas individuales pudo tener lugar mucho más tarde. Pero en un sentido muy real, la empresa del ‘devenir’ celta empezó entonces, y continuó a través de los mecanismos del proceso de celticidad acumulativa. Las lenguas celtas pudieron llegar a Italia bastante más tarde… Acontecimientos posteriores, como el saqueo de Roma, el ataque a Delfos y la supuesta incursión en Galacia, no formaron parte de este proceso. Algunas pueden considerarse consecuencia de la desintegración del sistema a finales del efímero imperio de Alejandro Magno
Pero en un sentido más amplio, tenemos derecho a aplicar el término celta a las costumbres, a la cultura material y al arte de estas comunidades de habla celta. Está perfectamente justificado comparar el orden y la disciplina del arte clásico, por ejemplo, con el movimiento lineal y la imaginación del arte de la Tène. El arte celta está entre los estilos artísticos más importantes del mundo antiguo. Los orígenes de ese arte y de su cultura deben buscarse en las mismas tierras y, por consiguiente, entre los pueblos de habla celta, tal como los hemos definido.
Es, en cambio, inadmisible restringir, mediante argumentos artificiales y estrechos, los orígenes celtas a un área específica localizada al norte de los Alpes, como algunos han hecho. Que es el área, evidentemente, donde las jefaturas aristocráticas de la Edad del Hierro aparecen por primera vez, y donde se desarrolla el arte de La Tène, pero no posee ningún título especialmente privilegiado que lo avale como única cuna de los celtas.”
Hay aspectos en la propuesta de Renfrew que no parecen ser aclarados suficientemente. Por ejemplo, ¿cuándo podemos hablar de celtas, desde la llegada de los neolíticos portadores de la agricultura que, según su tesis, expanden las lenguas indoeuropeas? aunque Renfrew apunte que el proceso de distinción lingüística fue posterior, resulta un espacio de tiempo muy dilatado, en el que el único vínculo parece la lengua. Y como establece el propio Renfrew, identificar exclusivamente etnia y lengua no es lo correcto.
La imagen más difundida con el término “celta” evoca a pueblos descritos por los autores grecorromanos, ya en la Edad del Hierro. Aunque estos pueblos tengan sus raíces en otros del Neolítico, considerar que todos los pueblos (del Neolítico al Hierro) forman parte de la etnia “celta”, sin tener en cuenta los cambios, las transformaciones debidas a contactos con otros pueblos, parece demasiado liviano. Si las culturas que elAboraron las espadas pistiliformes o de lengua de carpa del Bronce Final Atlántico anteceden cronológicamente a los celtas de la Edad del Hierro, residiendo en los mismos lugares donde éstos habitaron, podríamos preguntarnos: ¿son celtas las culturas del Bronce Atlántico, por ejemplo?
Igual puede decirse de la tesis de que todos los cambios étnicos son debidos a transformaciones internas de las propias sociedades, sin aporte démico externo, sin que haya existido ninguna migración. Si esto fuese así, tendríamos la gran respuesta que soluciona todas las preguntas y dudas, por lo que, ¿para qué estudiar el pasado, si ya lo conocemos? Aunque con los estudios actuales pueda observarse que es precisamente así, por procesos de cambios internos, lo que pueda dar lugar generalmente a la génesis de nuevas etnias, en absoluto puede descartarse por principio aportaciones exteriores de otras culturas, que en cantidad y calidad variable, pueden servir de catalizadores en la formación de nuevos pueblos. Hay ejemplos históricos indudables en este sentido: La Magna Grecia de la Campania itálica y Sicilia, no fue producto de ninguna dinámica interna de los pueblos que habitaban en ella desde la Edad del Bronce, sino por el aporte de emigrantes helenos en la primera mitad del primer milenio a.C.
Es muy probable que, sobre un sustrato autóctono, aportaciones ultrapirenaicas contribuyeran a formar la Celtiberia que describieron los autores latinos, como veremos más adelante.
Renfrew amplia la antigüedad de la tesis de Marjia Gimbutas: supone ésta que las lenguas europeas se difundieron a partir de una región situada al norte del Cáucaso y al sur de los Urales, donde se han hallado muchas tumbas conocidas como “kurganes”. Ecológicamente, la región forma parte de la estepa eurasiática, donde probablemente fue domesticado el caballo. Hace unos 5.500 años que se expandieron al este (iranios, tocarios…) y al oeste (antepasados de celtas, germanos, eslavos…). El genetista Cavalli-Sforza propone una solución ecléctica entre ambas: los pastores nómadas que dieron lugar a los pueblos de habla indoeuropea (tesis de Gimbutas) provendrían de los agricultores que partiendo de Anatolia u Oriente Próximo (tesis de Renfrew), alcanzaron la región de las estepas (Luigi Cavalli-Sforza: “Genes, pueblos y lenguas”).
Mucho más pertinentes nos parecen las opiniones de Manuel Bendala Galán, en “Tartesios, Iberos y Celtas” (págs. 20-ss.), al referirse a los pueblos no iberos de la península (hay que comentar que el autor manifiesta expresamente su voluntad divulgativa, de ahí su claridad y sencillez, algo que el lector agradece en tanto que el rigor no es sinónimo de pedantería; ni por mostrar un estilo más enrevesado se demuestra más conocimiento, o mayor razón).
De “Tartesios, Iberos y Celtas”, de Manuel Bendala Galán:
“Por la altura de la Meseta… por las dificultades a la comunicación que añadían las frecuentes cadenas montañosas o la carencia de ríos navegables –con vertiente generalizada, además, de los más importantes hacia el Atlántico, con la excepción del Ebro- las otras culturas peninsulares [las no ibéricas] permanecieron más o menos acusadamente al margen de una vanguardia que cabalgó fundamentalmente a lomos de las ondas del mar Mediterráneo.
Eran culturas correspondientes a la España indoeuropea o céltica, que cubrían el amplio espacio determinado por la Meseta y las tierras occidentales y septentrionales de la Península. Es una caracterización por simple contraposición a lo ibérico. La investigación moderna, también desarrollada últimamente para este amplio campo, dispone de multitud de nuevos datos y de la posibilidad de proponer hipótesis cada vez más satisfactorias para explicar sus caracteres étnicos, las peculiaridades de su formación y el papel que desempeñaron en la evolución general de la Península. Las viejas hipótesis, desarrolladas en la primera mitad de nuestra centuria por el investigador catalán Pere Bosch Gimpera, que explicaban la presencia en la Península de estos pueblos indoeuropeos o célticos por la penetración de varias oleadas de gentes de origen centroeuropeo a través de los pasos pirenaicos desde comienzos del primer milenio antes de nuestra Era, y que fueron extendiéndose hasta alcanzar el noroeste y las costas occidentales atlánticas, están siendo hoy sustituidas por la idea de un proceso formativo más complejo y sobre todo más ‘interno’, que hunde sus raíces en tiempos prehistóricos más antiguos.
Pudo consistir fundamentalmente en una particular evolución de un sustrato indoeuropeo hispano de formación no conocida, que pudo configurarse incluso desde la amplia progresión de los portadores de las expansivas culturas neolíticas y durante la Edad del Bronce. Pudo alimentarse este componente étnico por vía atlántica, particularmente durante la época de las activas culturas del Bronce Final Atlántico a comienzos del primer milenio de nuestra era, y no es imposible que algunos contingentes caracterizables como célticos penetraran también por los pasos pirenaicos en determinados momentos, avanzado ya el milenio, enriqueciendo el sustrato en la misma dirección etnocultural. Quizá contribuyeron estos últimos a caracterizar como definitivamente célticos, en la percepción de los autores antiguos, a los pueblos que vivían por un amplio sector de la cuenca central del Ebro y el oriente de la Meseta, donde autores de la época ya romana –como Estrabón o Plinio- sitúan la Celtiberia. Es la particular denominación que hizo pensar en una fusión de celtas e iberos, o en la idea de que era el resultado de pueblos célticos culturalmente iberizados (habían adoptado, por ejemplo, la escritura ibérica para escribir su propia lengua céltica), y que hoy tiende a interpretarse como forma de aludir a los célticos de Iberia, parientes de los galos, germanos y otros pueblos del mismo tronco que habitaron Europa y otras regiones del Viejo Mundo.
Apenas hace falta decir, porque no puedo extenderme en desarrollar la idea con la debida atención, que la valoración de este sustrato céltico de la España antigua sufrió los azotes ideológicos de la agitada historia europea de la primera mitad del siglo, con interpretaciones que, al margen de lo estrictamente histórico, tendían puentes o los cortaban a una exaltación de lo indoeuropeo que haría correr ríos de tinta en el papel de la propaganda ideológica y, lo que fue peor, ríos de sangre en los campos de guerra y de depuración que ensombrecen el siglo que ahora termina [XX]. Precisamente por esta contaminación ideológica ha habido una comprensible cautela a la hora de tratar del celtismo hispano, aparte de cierto hartazgo por las dificultades que entrañaba su determinación étnica y cultural, todo lo cual va quedando prácticamente superado en la renovada oleada de estudios arqueológicos, lingüísticos e históricos de los últimos años, recuperados ya del trauma de la Segunda Guerra Mundial y de la crudelísima propiamente española que la precedió.
Como decía, se tiende a percibir las culturas de la España céltica como resultado de un proceso fundamentalmente interno, autóctono, secundariamente enriquecido con aportes externos en distintos tiempos y desde diversos focos de irradiación. La Celtiberia a que aluden los textos, con variaciones según épocas y autores, ocupaba tierras situables aproximada y parcialmente en las actuales provincias de Zaragoza, Teruel, La Rioja, Soria, Guadalajara y Cuenca. Comprendía diversos pueblos, fundamentalmente belos, titos, lusones, arévacos y pelendones, y quizá unos celtíberos propiamente dichos. Representan la más moderna expresión de la Hispania indoeuropea o céltica, a la que deben sumarse, como llegados de la meseta, unos célticos que Plinio sitúa con bastante precisión entre el Guadiana y el Guadalquivir, por tierras de las actuales provincias de Badajoz, Huelva y Sevilla
[Plinio, Naturalis Historia, III, 13: Quae autem regio a Baete ad fluvium Anam tendit extra praedicta, Baeturia appellatur, in duas divisa partes totidemque gentes: Celticos, qui Lusitaniam attingunt, Hispalensis conventus, Turdulos, qui Lusitaniam et Tarraconensem accolunt, iura Cordubam petunt. Celticos a Celtiberis ex Lusitania advenisse manifestum est sacris, lingua, oppidorum vocabulis, quae cognominibus in Baetica distinguntur”.]
Al sustrato indoeuropeo más antiguo remiten pueblos muy importantes y ocupantes de amplios territorios, como los lusitanos que habitaban gran parte del actual Portugal y de la Extremadura española. Al sur, junto a la costa sur de Portugal, se hallaban los cinetes o conios, y al norte los vettones y los vacceos, en los cursos medios del Tajo y del Duero, aproximadamente desde Cáceres a las tierras de Zamora; más al norte los galaicos, astures y cántabros, pobladores de las regiones atlánticas que, todavía hoy, remiten aproximadamente a estos antiguos habitantes. Otros pueblos, como los mismos vascones, pueden adscribirse al más viejo sustrato poblacional de la Península, de formación imprecisable. Por lo demás, multitud de pueblos, que las más de las veces resulta imposible de situar geográficamente con alguna aproximación, se integran en los aquí nombrados, en su mayoría grandes unidades étnicas y culturales que incorporan en ocasiones una notable diversidad de agrupaciones menores. Tantos y de nombres tan extraños para un autor antiguo como el griego Estrabón que, cuando trataba del apartado noroeste optó por restringir su enumeración, haciendo con ello valer su lejanía respecto de la civilización que él mismo representaba, la grecorromana y, por tanto, su ‘barbarie’ cultural.
En general, los pueblos de la Hispania indoeuropea o céltica desarrollaron culturas más alejadas de los modelos de vida desarrollada, de corte urbano, que extendidos por el Mediterráneo, acabarían por imponerse en todas partes. Pero había muchas gradaciones, muchas diferencias, cada vez mejor establecidas por la investigación reciente. Se halla, de hecho, entre sus aportaciones la percepción de que las fronteras étnicas con los demás pueblos hispanos distan mucho de ser nítidas, que no estuvieron tan apartados de las tendencias que animaron con más intensidad las culturas que miraban al Mediterráneo, y que el mundo atlántico protagonizó corrientes culturales y económicas sin las que no es posible explicar ya el conjunto de las culturas ibéricas, con particular relevancia en tiempos antiguos como los correspondientes a la formación el desarrollo de Tartessos. Precisamente la penetración de la cultura tartésica -y al interior –por tierras de Extremadura y de las dos Castillas-, la presencia de los fenicios y de sus productos por las costas atlánticas desde muy antiguo y con una incidencia hace poco apenas sospechada, el flujo de contactos de las culturas del valle del Ebro con las ibéricas de la costa, o la penetración de la ibérica en la Meseta oriental, con amplia irradiación tierra adentro, son fenómenos que nos sitúan ante la realidad de unas culturas con personalidad y dinámicas internas y externas cada vez más ricas y complejas”.
Con el objeto de distinguir entre los “celtas” hispanos citados por los clásicos (los que habitaron en el Valle medio del Ebro y la Meseta oriental; y los celtas de la Beturia) de los otros pueblos hispanos del tronco indoeuropeo, Martín Almagro-Gorbea denomina “protoceltas” a estos últimos (lusitanos, vacceos, vettones, astures…), que presentan muchas similitudes con la cultura considerada celta, pero de carácter más arcaizante y presumiblemente anteriores a su posible expansión: ALMAGRO-GORBEA, M., 1992, “El origen de los celtas en la península ibérica. Protoceltas y celtas”, Polis 4, págs. 5-31.
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Ciertamente, se puede discutir sobre los criterios aplicables para definir o caracterizar a los celtas, pero se tome el criterio que se tome, no hay duda al menos que la mayoría de los habitantes de la Galia durante la Edad del Hierro eran celtas, a la vista de los siguientes datos:
1) Tal como nos informa Julio César, un testigo de primera mano, los pueblos galos que vivían entre el río Garona y el Sena se llamaban celtas a sí mismos ("en su propia lengua")
2) Los autores grecorromanos situaban generalmente celtas (keltoi o celtae) en áreas más o menos extensas de la Galia, llegando incluso a utilizar el término como sinónimo de galos.
3) El uso de la raíz lingüística celt- está testimoniado, además, en el antropónimo galo Celtill (o Celtilius), nombre del padre de Vercingetórix.
4) La lengua de los galos ha sido clasificada de forma unánime como celta.
5) En la Galia se adoptó la cultura de La Tène durante la Segunda Edad del Hierro, considerada tradicionalmente por los arqueólogos como paradigma de lo celta.
Aclarado pues que los celtas existieron, después de todo, la presencia en nuestra península de pueblos célticos (o de pueblos emparentados étnicamente con los celtas) pasa en primer lugar por creer a los autores clásicos que relacionan a los celtíberos y a los célticos peninsulares con esos indiscutidos celtas de la Galia (véase Herodoto II 33, Diodoro Sículo V 32-33, Apiano VI 2, Estrabón III, 4, 5 y III, 4, 12), algunos de los cuales hacen referencia a unas migraciones desde el otro lado de los Pirineos. No se suele cuestionar, en cualquier caso, que en nuestra península se hablaron lenguas célticas durante la época prerromana, tanto en el área celtíbera como en otras regiones más occidentales y atlánticas (las cuales ofrecen abundante toponimia y etnonimia celta)
Constituyen también un dato de sumo interés, a mi juicio, unos cuantos antropónimos atestiguados en el occidente peninsular durante la dominación romana y que, al igual que el galo Celtill, contienen la raíz lingüística celt-: Celtius, Celtiatus, Celtienus, Arceltus, Conceltus. Esta información nos la proporcionó el druida Cossue en otro foro de este portal, y quedó plasmada por El Brujo Redivivo en un detallado mapa (véase el mensaje 377 en el enlace www.celtiberia.net/articulo.asp?id=2625) También encontramos otros antropónimos que, sin contener esta raíz, pertenecen claramente a la lingüística celta: Ambato, Ambolio, Temaro, Tamalo, Caturonio, Camalo, Medamo, Artio, Nantio, Turaio, Viriato, Tangino, Boutio, Bodecio, Bodocena, Boudica, etc...
Un cordial saludo
Hay un artículo de Luis Berrocal-Rangel en la revista ekeltoi que se titula "The Celts of the Southwestern Iberian Peninsula" y que se puede consultar en www.uwm.edu/Dept/celtic/ekeltoi/volumes/vol6/6_9/berrocal_6_9.html
En este estudio se puede comprobar esa concordancia del registro arqueológico (a partir del siglo V a. C.) con el texto de Plinio. Copio a continuación sus principales conclusiones:
"The archaeological record presents a massive input of new pottery types and techniques as well as an increase in the exploitation of the land, including cattle husbanding, mining and control of trade and travel routes. The increase of the number of small hillforts and the adoption of a Celtic language at this time allow us to speculate About the occurrence of an important migration event which, judging by the evidence of ritual artefacts, came from the Central Douro basin in northern Spain (...) At this point, some specific complexes of weapons, coins, adornments and epigraphy (as well as later toponymic and anthroponymic evidence) suggest the presence of Celtiberian military élites."
Trasladándonos ahora al noroeste peninsular, encontramos el siguiente dato arqueológico en la pág. 215 del reciente libro "Los pueblos de la Galicia céltica" (Madrid: Akal, 2007), escrito por C. Parcero y otros autores:
"No deja de ser llamativa la relativa abundancia de niveles de destrucción por incendio en castros de la primera Edad del Hierro, especialmente en los últimos momentos del periodo, hacia los siglos VI y V", y se nombran concretamente los castros de Penalba, Castrovite y Alto do Castro de Laxos. ¿Pueden ser tomadas estas destrucciones y los consiguientes cambios que experimentó la cultura castreña como un indicio arqueológico de la llegada a la zona de invasores célticos, en paralelo a lo que ocurrió entonces en el suroeste peninsular?
La descripción de Cancho Roano de Antonio Blanco Freijeiro está en:
http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12159288668090419643624/013782.pdf?incr=1
Sobre Cancho Roano hay varias interpretaciones: J. Maluquer un palacio; M. Almagro un santuario; Alvar un palacio de un reyezuelo indígena hecho por fenicios al gusto oriental. Para José María Blázquez es un santuario:
http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01715418104585090770035/014454.pdf?incr=1
S. Celestino encuentra relación entre Cancho Roano y edificios sacros del norte de italia de finales del s. VI a.C.; F. López Pardo opina que es un "santuario-lugar de comercio fenicio". La función económica no sería incompatible con la idea de que Cancho Roano es un santuario, pues una de las formas de colonización comercial fenicia constatada en el Mediterráneo oriental, es levantar un santuario en medio del territorio que pretenden controlar. A tenor de las excavaciones su periodo de actividad es de un siglo, aproximadamente.
No resulta ilógico relacionar el "altar de cenizas" con que concluye Cancho Roano con la llegada de nuevos pobladores que traen nuevos rituales.
“apenas se encuentra un pais en toda Europa donde los escritores no hubiesen colocado a los Zeltas. Herodoto, principe de los historiadores, los pone en España mas al occidente de las columnas de Hercules.Eforo, discipulo de Isocrates, dividiendo la tierra en cuatro partes, hace ocupar a los Zeltas todo el occidente. Apiano Alexandrino en las guerras punicas de Espña, los pone en Italia. Dion Casio en la historia romana, los pone en Italia, y Xiphilin patriarca de Costantinopla su compendiador, los pone entre Cantabria y Asturias. EstrAbon, junto al Betis. Plinio en la Betica y Lusitania. Ortelio, llamado el Ptolomeo de sus tiempos y la Martiniere, en todos los paises de la Europa. El padre maestro Fr. Enrrique Florez en su España Sagrada, los hace venir desde el Danubio hasta el Ana. Los historiadores franceses pretenden que los Zeltas pasaron a España desde la Galia; esto es, del pais situado entre el Rin el Pirineo y los Alpes, que pertenecio en otros tiempos a los Gaulas, y hoy a los Franceses. Y otros muchos historiadores y geografos quieren persuadir que los Zeltas descienden de los Hebreos.
Estas opiniones, tan diferentes entre si, ofrecen tanta critica a los curiosos, que ellas mismas sin mas pruebas estan manifestando que no hubo jamas en España nacion extranjera llamada de Zeltas, sino que este nombre peculiar de la antigua del pais se sio a los primeros habitantes de los territorios llanos, para distinguirlos de los que ocupaban las montañas; y en esta inteligencia soy de sentir, que la voz Zelaieta del Bascuence, que significa paraje o region llana, ha sido la causa que ha motivado toda la confusion que se advierte entre los historiadores.”
Y sigue .......
el verdadero interesado creo que lo buscara.
"No existio jamas un unico pueblo denominado celta sino que era un conglomerado de pueblos diferenciados entre si cuyo origen estaba en centroeuropa (antes habian venido desde el Valle del Indo con los indoeuropeos) y se desplazaron a las islas britanicas.
Y los unicos descendientes de estos que quedan hoy en dia son: irlandeses, escoceses, galeses, bretones, habitantes de la Isla de Man (entre Gales, Escocia e Irlanda) y habitantes de la peninsula de Corwall (Cornualles... en el extremo sudoeste de Inglaterra).
Agur!!!"
Por cierto amigo andaluz, que ya me tarda en volver por ahí a darme una vuelta, por lo poco que se, que ciertamente ninguno de nostros sabe nada, he de decirte que no fue ni a andalucia ni a extremadura a las que los romanos llamaron Galaecia, ni Galaea, ni Gales a la que por lo que se eran dela Bética... es más, no son el pueblo de Villa Conejos de la Sierra , donde según su nombre y tu acertada opinión los conejos gobiernan, son regiones. Aprende, por favor, a distinguir entre aldeas, ciudades y villas y regiones, que de ámbito bien diferente son.
Amos a ver si nos aclaramos y nos dejamos de gaitas, y retomamos el hilo que una y mil veces hemos perdido y vuelto a encontrar. Siento decepcionar, pero ya no quedan celtas. Ni siquiera son celtas los que hablan una lengua escindida de esa rama, porque por el mismo criterio todos los peninsulares (salvo quizás los vascos) deberíamos ser llamados "romanos", ya que hablamos lenguas escindidas o procedentes del latín. Y esta pequeña comparación me va a servir para establecer otra: si Hispania entera fue romanizada, ¿deberíamos llamar romanos a todos los habitantes hispanos de la época? No, les llamamos hispanos. Incluso cuando se concede la ciudadanía romana a todos los hombres libres, tampoco se habla de romanos, como mucho de hispano-romanos. Esa sería una de mis cuestiones: si no llamamos romanos a los romanizados, ¿debemos llamar celtas a los celtizados? Yo creo que los romanos supieron ver la diferencia y por eso no les llamaron celtas o galos directamente, sino celtíberos, célticos o galaicos.
Por otra parte, tengo entendido que la celtización de parte de la península ibérica no fue llevada a cAbo por invasión o sustitución de poblaciones, sino más bien por aculturación, a partir de oleadas de inmigraciones de gentes llegadas en varios momentos indeterminados desde allende los Pirineos. Hasta aquí parece que todo el mundo estaría de acuerdo. Ahora bien, el proceso de celtización del resto de la península parece que partió de la meseta oriental y valle del Ebro, y fue un proceso que se extendió de este a oeste. Siendo así, es lógico que las regiones más occidentales (Galaecia y Lusitania) fuesen las últimas en ser celtizadas, y así es defendido por algunos autores, los mismos que defienden que la celtización de la Galaecia fue interrumpida por la invasión romana, y por tanto no llegaría a producirse en su totalidad. Es aquí donde surge la discusión, porque otros autores dicen que la cultura castreña es genuinamente celta, pero siendo así, ¿por donde entraron? Si entraron por los Pirineos, ¿por qué no dejaron rastro en otras regiones peninsulares? Es cierto que esta cultura tiene muchas cosas en común con las culturas celtas, pero algunos lo achacan al sustrato común del Bronce Atlántico. Así que esto es un follón que no hay quien se aclare, y estas son mis dudas, aunque algunas están escritas como afirmaciones. Y ahora que lo pienso, no sé si estoy preguntando, respondiendo o haciendo un "estado del arte" de la discusión. En cualquier caso un saludo.
La única penetración "celta" que podemos certificar sin dudas, es la de los britanos a comienzos de la Edad Media. Un grupo muy reducido y que se concentró en un área muy concreta de Galicia.
Pero no es eso de lo que hablamos... así que no mezclemos las churras con merinas.
Oye, muy bueno lo de que los celtas eran un imperio (sic) neolítico (¡¡¡sic!!!) sin emperador...
Por cierto, ahí va la imagen de un "celta" de las montañas de Serbia:
http://content.answers.com/main/content/wp/en-commons/thumb/8/80/180px-Serbian_bagpiper.jpg
Ah, y una cosa más para tu cultura "piseja": resulta que la palabra Gales no tiene nada de celta. Deriva de la voz anglosajona, WEALAS, que significaba "extranjero". Los anglosajones se sintieron tan a gusto en la isla, que inmediatamente consideraron extrajeros a los autóctonos. Del mismo modo, los monarcas germánicos no tenían empacho en llamarse a sí mismos soberanos britanos (Bretwalda). La voz Wealas pasó al inglés moderno como Wales. Y por pura fonética, la W- incial pasó a las lenguas latinas como G-.
Punto. Un galés, a su tierra le llama Cymru (la patria).
Sobre la raíz gal-, es una derivación de una más arcaica cal- (Callaecia, callaici) , que no existe en el caso de gaélico, etc
Para acabar, los autores clásicos sí citan celtas en el suroeste peninsular. Es más, varios (p. ej. Estrabón) consideran a los celtici del occidente gallego (1) como fruto de una emigración procedente de ese suroeste. Gente como Gómez Moreno o García Bellido consideraron verosímil esa hipótesis.
(1)¿Por qué "célticos" y no celtas?
¿Por qué los autores clásicos individualizan como celtas (o quizás más bien como "parecidos a los celtas") a uno de los pueblos de la Gallaecia? ¿Es que los demás no lo eran?
A Verracus:
En mi opinión, la cultura castreña o castrexa, cuyo período de formación va desde el siglo IX al V a. C., no es originalmente céltica. Su celtización habría comenzado en los últimos siglos de ese período de formación, cuando debió de producirse una mezcla étnica entre los habitantes indígenas (herederos de la cultura del Bronce Atlántico) y grupos inmigrantes célticos llegados desde el alto Duero (la región llamada posteriormente Celtiberia). Estos invasores debían de ser en principio menos numerosos que la población local a la que dominaron, como ha ocurrido con otras invasiones históricas de nuestra península (romanos, visigodos, musulmanes) pero lograron imponer su lengua y otros rasgos culturales. A partir de entonces podemos hablar tanto de indígenas celtizados como de celtas "castrexizados". Con la llegada de los inmigrantes célticos, se produjo la destrucción y abandono de unos cuantos castros de la primera fase, construidos en territorios altos, y surgieron otros nuevos en los valles; también se produjo un aumento demográfico y se introdujeron notables cambios en la cultura material, sin dejar por ello de conservarse otros elementos culturales autóctonos. En otras zonas de la península ibérica, como el territorio vaceo y el suroeste peninsular (la región llamada Beturia) también se produjo una celtización en el mismo período (siglo V a. C.)
Otra cosa: Los españoles actuales no nos llamamos "romanos" o "románicos", por haber sido romanizados; pero sí es frecuente el apelativo de "latinos", que viene a ser casi lo mismo, de modo que el término "latinoamericano" resulta ser sinónimo de "hispanoamericano". De todas formas, estoy de acuerdo en que no se debería otorgar a ninguna región peninsular ni a sus actuales habitantes una exclusiva "celticidad", a pesar de ese evidente pasado céltico, pues esto equivaldría prácticamente a negar las demás herencias culturales que son también muy importantes (latina y germánica, en el caso de Galicia).
Sobre la denominación específica de "célticos" que algunos autores clásicos dan a los antiguos pueblos establecidos alrededor de Finisterre (nerios, prestamarcos y supertamarcos), planteada por Brigantinus, creo que ésta se debe fundamentalmente a su parentesco directo con los celtici o célticos del suroeste, parentesco que según Estrabón (Geogr. III, 3, 5) fue causado por una tardía migración de estos últimos hacia el norte, la cual no debió de haber ocurrido antes del año 400 a. C. Esto no quiere decir, por tanto, que los demás pueblos del noroeste peninsular no tuviesen un importante componente céltico, aunque ellos ya no fuesen denominados específicamente así. Creo que una tribu de Gallaecia como los lemavos, cuyo etnónimo es prácticamente idéntico al de los lemóvicos de la Galia (establecidos al oeste de los arvernos) ha de tener lógicamente un parentesco étnico con los celtas. Pomponio Mela señaló también, por otra parte, el carácter céltico de los ártabros (establecidos en el litoral coruñés), y hay epigrafía romana que parece denominar "celtienses" a los habitantes de Asturica (en la región leonesa). Existen, en cualquier caso, muchas otras tribus del noroeste con etnónimos específicos que son claramente clasificables como célticos: nemetatos, baedos, turodos, tamaganos, arrones, iadovos, leunos, brácaros, calaicos, aobrigenses, etc.
Un cordial saludo para todos los amigos de Celtiberia.
Gracias a Dingo, Brigantinus y Diocles por sus respuestas.
A Dingo: yo me refería más bien al modo en que los contemporáneos de ahora nos referimos a aquellas gentes, no a la forma en que fueron denominadas a lo largo de la historia.
A Diocles: gracias por la información sobre la temprana celtización de la Galaecia, aunque no concuerda con lo que tengo leído, da una idea de las distintas líneas que hay actualmente. No obstante tengo otras dudas:
-Por ejemplo, tengo entendido que en la cultura castreña los topónimos se utilizan junto al nombre para indicar la procedencia de los individuos, lo que supone una peculiar organización social en la que el castro aparece como suprema unidad por encima de la familia, organización muy distinta de las gentilidades que empleaban los celtíberos, vacceos, vettones e, incluso, los astures.
-Otra cuestión sería la tradición de la preeminencia de la mujer, bien señalada por Estrabón, que se ha interpretado como un indicio de matriarcado y que contrasta con la fuerte organización patriarcal de los pueblos indoeuropeos. Las mujeres cultivaban la tierra y heredaban las posesiones, casaban a sus hermanos, a los que daban dote, habiendo pruebas epigráficas de familias matrilineales y de actuar como jefe de familia el tío materno.
En cuanto a la aparente sinonimia entre latino-romano que planteas permíteme que discrepe, ya que hay países que no son considerados latinos, como Grecia y Egipto, aunque pertenecieron al imperio. Creo que más bien el término latino hace referencia a los países con lenguas procedentes del latín, y si me apuras tampoco, ya que franceses y rumanos tampoco son considerados latinos.
Un saludo.
"La única penetración "celta" que podemos certificar sin dudas, es la de los britanos a comienzos dela Edad Media. Un grupo muy reducido y que se concentró en un área muy concreta de Galicia.
Pero no es eso de lo que hablamos... así que no mezclemos las churras con merinas."
Ya que me lo relativizas todo, ahora parece que para García Moreno ni esos bretones eran celtas sino "suevos" y Maeloc "es el más suevo de todos los suevos, es más suevo que yo español, Jaaa!l" (Lo dicho es literal incluida la intergección -carcajada publica- salida de los labios de Luis Alberto García Moreno hace un año en cierto congreso). No me preguntes porque, ni sobre lo primero ni sobre lo segundo. Puestos a relativizar se puede relativizar todo hasta la propia autoexistencia o la condicion nacional de un "señor (por ahorrar diminutivos y susceptivilidades) andaluz". Dar argumentos es otra cosa.
-Sobre la frecuencia de la destrucción de castros y su vinculación a invasiones no me parece cuando menos clara, con respecto a lo dicho en el citado libro me gustaría que se viese el estado de la cuestión sobre la arqueológia castrexa (en cifras) en Galicia (Cap II) del que se puede expraer que el porcentaje escabado del total de castros catalogados es mínimo -por no decir marginal- con lo cual creo que decir que existe una frecuencia de destrucción (más bien una presencia episodica como muestra el nº de ejemplos citados) en una muestra de habitads a su vez que es una sección muy limitada del total, es poco significativo.
Y por tanto decir que ello se debe a un fenomeno invasivo en masa es cuando menos poco prudente, o por más que existe -por ende- un fuerte sesgo interpretativo en esa afirmación.
No se puede dejar de lado al respecto el hecho de que una destrucción de por si no indica más que la mera destrucción, esta puede deberse a muchos factores, y no lleva necesariamente a colegir que el causante es un ejercito extrangero. Si de "ficticios imperios celtas" estamos hablando habría que volver la mirada a las viejas teoría invasionistas y a identificaciones algo simplistas entre un tipo de cerámica (u otro item material) y una etnia concreta -que no lo olvidemos esa es la base (sobradamente críticada) del metodo fundamentado por Gustaf Kossina (1858-1931), a nadie escapa hoy que su visión de la "sieblungarchäeologie" se parecía demasiado a una justificación del propio expansionismo decimononico alemán, de igual manera que tampoco -al menos desde Popper- que la idea de "desarrollo del espiritu del pueblo" a traves de la guerra de Hegel era en ultimo termino una justificación del imperialismo aleman.
Pero dejemos a un lado todo esto un momento, y obviemos de momento el hecho de que en las descripciones volk algo poéticas de los modelos celtas invasionistas -así como de los indoeuropeistas- subyacen viejos prejuicios por los que "Indoeropeos -o celtas- no pueden ser gente normal" (citando un escelente artículo de critica de Ballester) sino que tienen que tener siempre una especie de pulsión guerrera y eternamente expansionista.
Dejemoslo para hablar del libro, pero hablemos tambien al hilo de ello de los presupuestos de los autores de "Los Pueblos dela Galicia Celtica ", basicamente estos se pueden definir en 3 grupos o dos y medio: 1) Por un lado Gonzalez Ruibal (vinculado por se discipulo a la linea metodologica de Ruíz Zapatero, y 2) por otro dos grupos que ocasionalmente se han fusionado en un equipo de trabajo: 2.1) Un grupo de discipulos de Bermejo Barrera (ahora algo alejados de su maestro, por desgracias, "cosas de reveliones y angeles caidos") que defienden una aproximación estrictamente dumeziliana a lo celta estos son basicamente M. V. Garcia Quintela y R. Braña Abad (Rosa; ae para los amigos) y F. J Gonzalez García, 2.2) El equipo de Felipe Criado Boado de Arqueoloxia da Paisaxe ascrito al instituto Padre Sarmiento del CSIC (como bien sabe Diocles).
La postura dentro de este equipo ha de decirse en primer lugar que no es uniforme (como se reconoce en otro libro común) así mientras que en el citado libro Gonzalez García parece negar una continuidad institucional entre lo prerromano y el mundo feudal medieval, Garcia Quintela en los "Populi del NW Peninsular" defiende tal continuidad en las intituciones regias y en los vinculos de clientela. Tenemos por tanto dos posturas distintas. Un nexo común en el sector de origen bermejiano podemos encontrarlo precisamente en la idea de invasión vinculada a la necesidad de un modelo trifuncional dumeziliano al que se le supone se puede vincular una etnogenesis invasionista (tipo Gimbutas). Huelga decir que incluso dentro de la linea dumeziliana hay versiones en los tiempos recientes que plantean o replantean el esquema del maestro en termino muy distintos y contrarios a lo defendido por estos autores (puede consultarse al respecto el nº monografico del JIE titulado "Indoeuropean Religion After Dumezil").
Por otro lado la postura de la escuela de Criado al respecto de la vinculación a una explicación invasionistas (son arqueologos mientras que los anteriores son historiadores) es más bien ambigua, como por otro lado denunciaba otro de los autores del libro el citado Gonzalez Ruibal en su Tesis Doctoral, publicada recientemente. Dado que esta obra es la unica sintesis actual que existe actualmente sobre la cultura castrexa y plantea todos los problemas -poniendo sobre la mesa de paso todo el material arqueologico- del que se dispone en la actualidad sería interesante contrastar lo que dice al respecto de la explicación invasionista este autor (las mayusculas, como siempre, son mias):
RosaBrañas (2000: 23-29) es quien ha prestado más atención al fenómeno de los desplazamientosde gente, pero sigue Abogando por la tradicional llegada de invasores -no necesariamente de Centroeuropa, sino de lugares previamente ocupados por celtas de esa procedencia-. Sostiene que es necesaria la presencia de gente para que una lengua se transmita y critica las teorías acumulativas de Renfrew (1989): "La primera dificultad para suponer que un pueblo puede asimilar lenguas o creencias ajenas sin ninguna coacción aparece tras el carácter por definición etnocéntrico de toda agrupación étnica". En principio, parece que la adopción de una lengua sin que medie migración aunque sólo sea de un grupo reducido, que puede ser la elite- resulta complicado. PERO NO PODEMOS QUEDARNOS CON EL MERO 'SENTIDO COMÚN: SIGUEN SIN EXPLORARSE LOS MECANISMOS DE DIFUSIÓN DE LENGUAS. HABRÍA QUE ESTUDIAR NO SÓLO LA NECESIDAD DE QUE EXISTA GENTE HABLANDO ESA LENGUA EN TERRITORIO AJENO, SINO CUÁNTA GENTE Y DURANTE CUÁNTO TIEMPO. LA IDEA DE QUE ES NECESARIA LA "COACCIÓN" PARA ADOPTAR UNA LENGUA NO PARECE CORRECTA: si el latín se generalizó en los territorios conquistados por Roma no fue en modo alguno por que el Estado romano quisiese imponer su lengua. SE TRATA DE FENÓMENOS SOCIALES Y CULTURALES, MÁS QUE POLÍTICOS, SI ES QUE POR POLÍTICO ENTENDEMOS, PRECISAMENTE, PODER DE REPRESIÓN.”
"Vindo, hijo de Camalo"... creo que en la lengua peninsular sería algo así como "Vindo Camaloeco", pero no estoy muy seguro.
Rumax, Alberto Peña lelga a una conclusión parecida a la tuya en su libro "Los Celtas en Asturies", aunque para mi gusto su hipótesis está menos elAborada, menos completa. Yo llevaba bastante tiempo pensando eso mismo que tú has puesto, pero no lo había mencionado, quizá por miedo a entrar en mayor polémica. En Asturias, es común ponerles a los niños Gausón... en el País Vasco, Aitor, Amaya y tal... ya se sabe.
Por cierto maruos... ya lo creo que quisiera yo conocer a Berto Peña, pero desafortunadament eno le conozco más que por la lectura de sus libros, que me parecen muy buenos y bien documentados, pero no le conozco en persona ni tengo con él contacto alguno... Y el artículo de leyendas no lo metí yo! ese lo metió Gausón Fernández, un Gausón al que, como he mencionado, le pusieron Gausón como nombre de pila... el mío es solo un apodo. En cualquier caso, es un honor que lo confundan a uno con personas como él, porque eso indica que no está uno muy lejos de tener su nivel... o eso quiero pensar.
A Arekorata:
Pienso que la segmentación are-vacos es correcta en tanto que existen también unos belo-vacos (tribu gala) y unos vaceos a secas (pueblo celtíbero a decir de algunos). También está documentado un antiguo dios Vacodonaego (¿Vaco-Donaego?) en la Astorga romana.
Sobre ar- o are-, Avieno menciona un cAbo Ario en la zona de Galicia, y el término gaélico "aire" se traduce como señores o nobles (bo-aire = señores de los bóvidos), un término bastante similar entonces al sánscrito "arya". De acuerdo con esto, Aremórica podría traducirse como señorío (o territorio) marítimo y Arceltus como "señor celta".
En cuanto al término galos (galli o galatai), encontramos una correspondencia lingüística en el topónimo irlandés Dhun na´n Gall (Donegal) que se traduce como "fortaleza de los valientes". Si los celtas eran tan fanfarrones como observó Alejandro Magno (sólo temían que el cielo cayera sobre sus cabezas) entonces podían haber presumido constantemente de ser "gal" (bravos o fuertes en lengua céltica) y eso podría haber inspirado quizás la denominación clásica de galli. Es sólo una idea...
"Sobre ar- o are-, Avieno menciona un cAbo Ario en la zona de Galicia, y el término gaélico "aire" se traduce como señores o nobles (bo-aire = señores de los bóvidos), un término bastante similar entonces al sánscrito "arya". De acuerdo con esto, Aremórica podría traducirse como señorío (o territorio) marítimo y Arceltus como "señor celta"."
Segun lo que tu mismo expresas en este parrafo, y el paralelo con Vacceos, are- no sería efectivamente un "prefijo" sino la primera parte de un compuesto Are-Vacos, en el que los dos terminos tendrían, en principio, identidad lexica plena por si mismos.
No se?, tengo mis dudas, de que los dos terminos sean comparables, en principio -Vacos, Vacceos, recordaria al Vacoieco que aparece en una de las inscripciones con "C invertido" del area galaico-lusitana.
Pero sigo con mis dudas de quel -aco no se una mera variante de la terminación, relacionable con los sufijos de teminación -eco, iaeco (hay un comentario de Moralejo bajo su nik de Corgo sobre el matíz toponimico en el sentido"perteneciente a un lugar" de estas formas en el foro "Lengua Indoeuropeas Occidentales de la Peninsula Iberica"
Terminaciones quizas tambien relacionable con topon. actuales Tabeancos, Taramancos, Aveancos (vid.extenso comentario de Galaica a en razón de algunas de estas formas en el mismo foro) pero con perdida de la intervocalica -n-, un fenomeno que creo recordar -tendría que hecharle un ojo- se da alguna que otra vez en celtiberico.
Sobre el sentido de la raices que dan galo o celta. Confieso que mis dudas son aun más grandes, desde Juvainville (el pionero por antonomasia de la moderna lingüística celta) hasta la actualidad ha habido muchas propuestas, y se han dado muy distintas raices: fundamentalmente conectadas con terminos irlandeses que podrían dar una respuesta a estos terminos.
Una reciente, para poner un ejemplo, el termino para galaico es la de la ya citada Patricia De Bernardo, que, a traves de teminos gaelicos, lo relaciona con una raiz para "piedra" y traduce el termino como "los del sitio pedregoso" o incluso "los del acantilado". A mi entender con muy serias dudas que objetarle tanto en el primero como en el segundo.
A mi lo del cAbo Ario como "cAbo noble" que daría si tuviera algo que ver con boaire no me convence. ¿No será que simplemente se trata de otra raíz que se le parece, pero que a lo mejor no tiene mucho que ver precisamente?
Volviendo a lo de Arekorata, Rumax, o Diocles (por ir en orden ascendiente), primero decimos que es un prefijo, despues otros dicen que lo del prefijo no vale y que tiene que ser un toponimo, pero otros hablan de un termino de uso común para noble. Y como encajamos en medio de todo esto a un cAbo "Noble".
No estaremos cortando la baraja, me pregunto un poco "al chou" y haber que sale.
No se? si la propia Are-korata, tiene dudas de todo, de una cosa de otra, hasta dudas de su propio nombre. si lo miramos bien (que creo que era de ciudad, toponimo por tanto, parece), me parece que que más puedo decir
Queridos amigos: No lo estaremos cogiendo todo con pinzas. Me pregunto (?)
En mi intervención del 3 de septiembre dije que Ar- de Arceltus es "una especie de prefijo", pero acepto de todos modos la corrección: no sería propiamente un prefijo, sino la primera parte de un compuesto, según la etimología que yo propongo.
El cAbo Ario podría tener este nombre por encontrarse en un territorio donde vivían tribus como las de los arrones y arrotrebas, al igual que el promontorio Celticum (mencionado por Pomponio Mela) se encontraba en una tierra poblada por tribus llamadas célticas.
Un cordial saludo.
Hay un articulo muy interesante de Onnega en el que se pone en relación Arros con otras raices de toponimos, y que creo que es interesante trascribir en parte (es un poco largo) aquí:
“La forma Arrouy de los Pirineos podría explicar los numerosos topónimos arrobi / arrubi / arrobia / arrubia de Navarra, muchos de ellos fuentes, regachos y regatas (v. Base de Datos de Toponimia Oficial http://toponimianavarra.tracasa.es/base.aspx?lang=cas). De ella deducimos un étimo *arrou(g)io / *arrou(g)ia, con diptongo ou latinizado por Plinio como u (arrugia). La forma arrouy también ha originado el significado euskera de “cantera”, (h)arrobi-a, nada sorprendente si recordamos que arrou(g)ia ya se relacionaba con la extracción de mineral hace, como mínimo, dos milenios. Esta evolución arrouy > (a)rubi, con consonantización de la wau, debió ser común a una amplia zona: Monterrubio (Burgos, Badajoz, etc.). a) Mantenimiento del diptongo: Arrouy. b) Cierre del diptongo: (a)ruuio > (a)rubio (con consonantización de la wau: Arovia, hoy Arrobia en Lumbier) / ruyo (con asimilación de la wau a la vocal precedente). Ruuiales aparece en el Fuero de Lerma y es origen de toponimia tipo Ruyales o bien Rubiales. c) Posibilidad de que este diptongo ou remita a un primitivo au: Arauzuelo de Arauz de Salce (Burgos) sería un “arroyuelo de arroyo de Salce”. Según Bascuas hay “una tendencia al uso del diminutivo como denominación del curso alto de los ríos”, tendencia que nos pone sobre la pista de que Arauzuelo es hidrónimo. Como claro hidrónimo menciona valle de Araugio (1024, Lobios, Orense), muy alejado del área de influencia euskera, lo que impide cualquier interpretación desde el euskera moderno (v. por ej. Pidal con su “ara + otz” = llano frío). El actual río Aranzuelo presenta nasalización del grupo au > an, dicha nasalización aparece también en otras ocasiones (sauto > santo / soto). En Valais y Vallée d´Aoste se conservan reuse, ruise, rouisa, roesa, rosa con el significado de «torrent issu d´un glacier, ou le glacier lui-même»: Reuse de Saleina (torrente afluente de la Dranse de Ferret, Val Ferret), Mont-Rose (pico de 4634 m en los Alpes Pennines). Nada que ver con el color « rosa » o la flor que sugieren a primera vista nuestros Arroyos de la Rosa. Se pueden contrastar también el Mont-Rose glaciar con nuestros Monroy / Monterroso / Monterrubio. Destaco que, entonces, no se trata de un auténtico hidrónimo, sino más bien de un hidro-orónimo pues tanto hace referencia al glaciar de montaña (de ahí los abundantes Mont-Rose) como a sus avenidas (torrentes). Al decidirnos por uno de estos significados cuando analicemos la toponimia también deberemos contemplar la posibilidad de que se haga referencia a un yacimiento de mineral (cantera o mina: arrobia / arru(g)ia, pero también roza, así como el resto de las variantes que hemos visto para la hidronimia). Por ejemplo las minas auríferas hispanas de Monterroso en Cangas del Narcea, las de Roza de Herrerías (Almería), las de plata en Arraus (Gaud, Francia), las de Clue du Roua (Alpes Marítimos) “où l'extraction du cuivre remonte à l'âge de bronze” o las de Harrow Hill (http://www.homeusers.prestel.co.uk/aspen/sussex/harrowhill.html) que datan del Neolítico y constan de galerías para la extracción de pedernal: “The first excavations in flint mines […] were by a Mr. Collyer (Curwen & Curwen 1922 p.31), who found puddled clay at the top of three shafts along with water snails, which suggest they were filled with water at some point”. Es muy interesante que en Harrow ( = harrobia, prescindiendo de la terminación) se encuentren también técnicas extractivas de galería y agua desde el Neolítico. Antes hemos formulado la posibilidad de un étimo *arrau(g)io / *arrau(g)ia, con diptongo au, cuyo cierre en ou es sobradamente conocido. La Ría de Arousa (Pontevedra) aparece como Arauza en 899 y ya como Arouza en 1142. En la zona de Neuchâtel cursos de agua y lugares próximos al lago glaciar se mencionan como Areuse, Orousa, Oruse, Arosa, Arousa, Aurusa, Aurosa, Arouse, Areuse, Ourouse, Reuza, Orose, La Reuse, Creuse (cr = representación de la vibrante velar, v. Creuse, afluente del Vienne en Francia). Son ejemplos muy interesantes porque muestran la equivalencia total entre reuse (torrente glaciar) y la forma plena arousa. [...] Pont d’Arros (Lleida), Los Caños de Arroz (1710, Etayo, Navarra: hoy Arroa), Fuente de Arroa y Acequia de Arroa (ib.), Arrobeguia (Ochagavía, Navarra), Arrozubia (Bera de Bidasoa, Navarra: hoy Arrozibia), Arrugialde (Améscoa Baja, Navarra), arro / arru = barranco en euskera. Para estas ocurrencias euskeras observamos que, además de conservar el idioma un arro / arru nombre común con sentido hidronímico, los contextos inciden en este sentido: caños, fuente, acequia, beguia (probablemente evolución del prerromano baika = vega, reinterpretado como eusk. begui-a = ojo), (z)ubia (probablemente el euskera zubi-a = puente, o bien el prerromano ibea = orilla). En Arrugialde se conserva el término completo que documenta Plinio (arrugia). En Francia: Riviere d’Arroux (Borgoña). En otras partes de la Península las formas ro- / ru- y el euskera arro deben considerarse formas hiperreducidas de (a)roy y (a)ruy: Roiriz (Allariz, Pontevedra: forma tautológica en que roy se superpone al hidrónimo *riz) / Rorís (varios en Galicia) / Rodiz (afluente del Eo) con pronunciación de r como [d], fenómeno común al vasco. Huelga decir que etimologías poco acertadas vinculan estos hidrónimos con el nombre germano Rodericus y sus diminutivos Ruy / Roy. Ejemplos de documentación antigua podrían ser: -Flumen Rubricatum (Plinio): hidrónimo tautológico *row-regato latinizado en Rubricatum, lo que demuestra que durante la romanización de la Península el estadio apocopado ya era un hecho constatado. -Posiblemente también el Rubicon sea un derivado de la variante *rouy > ruwi que detectábamos en la zona pirenaica, Navarra, etc: Riera de Rubí (afl. del Llobregat), Font-Rubí (Barcelona). -Arrubium (actual Macin en Rumanía). En Italia las variantes para roggia (arroyo) son: Roggiziol, Rogazol, Ruiale, Roiale, Rojale, Roiatta, Ruia, Roiam, Roya, Roiata, Roia, Roiada. Pero incomprensiblemente en Léxico Hispano Primitivo encontramos las ocurrencias ripa roya y monte roio bajo la entrada royo (< del lat. rubeo). En Friulano: Aroes / roes / rois. En Gran Bretaña tenemos el River Arrow (Warwickshire), que les recuerda a una flecha, pero podrían no andar muy desencaminados (v. las evoluciones semánticas en paralelo arrow = flecha / lanzar, y arrojar = lanzar, porque veo imposible que arrojar (lanzar, vomitar) venga de un supuesto latín vulgar *rotulare (rodar) si tenemos documentado un hispano arrugia del que puede derivar por metonimia, lo mismo que arrollar. Como las islas estuvieron despobladas durante las glaciaciones y su último repoblamiento definitivo fue hace unos 13000 años, podríamos suponer unos repobladores continentales que ya llevaban el término desdoblado en dos significados (hidro-oronímico y de acción), significados que perviven en el continente de donde partieron. [...] Más léxico especializado relacionado: - Arruga y ruga (lat.): en virtud del parecido formal a diferente escala entre las torrenteras (grietas) y las arrugas de la piel. - Rocha (gal.) y roca: definidos como prerromanos, tienen una relación evidente con el método de extracción, con las torrenteras pedregosas, y los minerales en general. - Ruga (calle, en varias lenguas italianas) y rúa: la idea de camino surge de restringir la función (torrentera = camino de agua > camino). - Harrobia, arrugia, roza: en sentido de galería de mina y por extensión la propia mina. - Rozar: erosionar, abrir canales - Harrow: arado Conclusiones: a) Sin salir del territorio europeo se puede deducir y documentar la existencia de formas lexicalizadas, con la misma estructura fónica y mismo significado, para un mismo referente topográfico: Harrow / harrobia (mina), Reuse / Arousa (glaciar). La arqueología y la geología proporcionan fechas para el referente que son aplicables a los términos que lo designan. b) La existencia de Arrow (río), arrow (lanzar) y Harrow (antigua mina de pedernal) en una zona poblada a finales de la última glaciación sugiere la implantación de población procedente del continente portando una lengua estructurada de la misma forma: arroyo (río), arrojar (lanzar), (a)rosa (glaciar). En una respuesta posterior otros druidas comentan al respecto: 1)-“Harrobi: en euskera, 'cantera', de 'har' piedra [...] Arro: como bien dices, es 'barranco' en vasco. 'Begi', ojo, tiene el sentido (muy expresivo, por otra parte) de 'manantial', "sentido bien documentado" (Belasko). Parece más lógico que la parte del cuerpo dé nombre al manantial que al revés (si no, quizá llamaríamos 'begi' a otros manantiales corporales bastante más caudalosos...) Arrozubia es clarísimo, 'el puente del barranco' (Etxarro: el barranco de la casa), la pronunciación 'Arrozibia' probablemente se deba a la influencia del cercano Lapurdi-LAbourd. Y en Arrugialde (Ameskoa) no debemos olvidar que en la zona llaman hoy todavía 'arruguis' (pronunciado con -g-) a las fresas silvestres; en batua, 'marrubi'. Yo me inclinaría más por ahí: '(La parte, la zona de) los fresales'. Arrugi-alde, no arrugia-lde.” 2)-“Quiero añadir que en euskera tenemos Arroil con el sentido de: 1. reguera. 2. garganta entre montes. 3. fosa, cavidad. 4. raya del peinado. 5. foz También en euskera, dialecto vizcaino concretamente, Arruga es la plaza, mercado. En toponimia aparece como Arrugaeta (el lugar de la plaza). Podría tener relación con la Ruga que mencionas (calle, en vaerias lenguas italianas). Yo tambíen entendía Harrobia (cantera), como procedente de Harr(i), piedra, y Hobi, hueco. Pero ahora dudo. Arrugialde como procedente de Marrubi (fresa) no me convence; no me parece una planta lo suficientemente caracterizadora del paisaje.” Posteriormente Onnega comenta: “Gracias por vuestros comentarios. No he podido recoger toda la información que quería, por ejemplo ya que veo Ruiseñada, me acuerdo de la forma apocopada rus, que sí recojo, pero no menciono la variante ruis, ni ruiz (Rambla de los Ruices, Valencia). Sobre ruy, que sí creo que es apócope de ruyo (arroyo), se me presentó la siguiente duda que no he podido resolver: ¿qué pasa con riu? ¿lo meto como metátesis de ruy? Me resulta difícil de creer que ruy, ruyo y roy, royo salgan de "arroyo" y, en cambio, riu < lat. riuum. Tm, ese día sí que fui a clase. No niego que la etimología actual de harrobia sea adecuada, pero la forma pirenaica arrowy me parece, también, digna de considerarse como origen de hidrónimos y de términos relativos a la minería. Primero designaría un torrente, luego una galería de mina, y por extensión la propia mina, hasta especializarse como cantera (metonimia avanzada). La h también está presente en Harrow, y podría indicar que tienes razón, que hay una raíz *har / car piedra, pero en la base de datos de Toponimia Oficial de Navarra hay más casos sin h que con ella. Creo que la h tanto en harrow como en harrobia, si es que proceden de arrowy, es una aspiración secundaria. De todas formas no he conseguido aclarar qué raíces hay tras el étimo primitivo *arrau(g)ia / *arrau(g)io; el significado original lo tengo claro (torrente glaciar o glaciar) pero ahí podrían estar escondidas raíces con significado de "arrastre", "piedras", "agua torrencial", "ruido"... Sobre arruga (plaza, en eusk.), me parece otro ejemplo buenísimo de metonimia muy avanzada, si llegamos a ruga (calle) desde el étimo original, por los motivos evidentes que menciono en el artículo, pues el siguiente paso es utilizar el término para todo tipo de lugares públicos, siendo la plaza el principal. Sobre rego (gallego), erreka (euskera), riego (cast.), no creo que tengan que ver porque el paso a e no lo encuentro fácil de explicar.” -“Hola Per, creo que todos los topónimos, excepto Roán, guardan relación con el étimo de mi artículo. Monterroso, Rus, Rosa dos Chans y Rú(g)a podrían hacer referencia a antiguos glaciares, o arroyos/torrentes de origen glaciar, si es que en la zona los hubo, tal y como le parece a ese señor que mencionas. La verdad es que es bastante difícil decantarse por un significado u otro, y depende mucho de la geomorfología de la zona, y de si había yacimientos de mineral explotados (tal vez Monterroso entre aquí en vez de en el grupo glaciar). Los Arro-trebae también: sería éste un testimonio de la existencia prerromana de la forma apocopada arro, de la que hablo en el artículo. Supongo que tendría valor hidronímico, algo así como la treba del barranco o torrente. Sobre Oroso es posible si partimos de un "o + roxo" o de un "o + roso", con el artículo despegado, y posteriormente unido. Aunque en mi artículo digo que la palabra gallega estándar tiene x (arroxo / roxo), en la toponimia es mucho más frecuente con s. Sobre Roán si miras por ahí supongo que encontrarás etimologías relacionadas con el color roano, pero es curioso que Cancho Roano esté rodeado por un canal artificial tomado del río, y que haya un río Ródano, forma que con pérdida de d intervocálica podría explicar también la toponimia tipo "roano" / "roán". Un saludo” Vease tambien en celtiberica el articulo sobre el toponimo “Ruanes”• Interesante tambien es un comentario posterior de otro Druida acerca de palabras coincidentes en otras lenguas de la familia Ie: “Otras voces y variantes griegas relacionadas con los ríos, arroyos y canales: rhusis [u^], eôs, hê, ( [rheô] ), "flow"; "course of a river, stream", > rheô, rhoos. rhuax [u^], a_kos, ho, ( [rheô] ) A. rushing stream, mountain torrent, Th.4.96, Dsc.3.51, prob. in OGI335.111 (Pergam., ii B.C.). 2. esp. stream of lava from a volcano, ho rh. tou puros ek tês Aitnês Th.3.116 , cf. Pl. Phd.111e, 113b, errei; erree (Homero, Il.). erreusa Ar.Eq.526 (anap.), Hp.Loc.Hom.11, Int.23, Mosch.3.33, AP5.32 (Parmen.), Plb.5.15.7 (ap- ), Paus.5.7.4, etc. Dor. ex-errua; v. ekreô; 3sg. subj. e[g]ruai GDI3591a51 (Calymna); Ep. 3sg. rhuê Od.3.455 : pf. erruêka Hp.Loc.Hom.10 , Pl.R. 485d, Isoc.8.5; later erruka, Gal.5.398. arroia , hê, A. amenorrhoea, Hp.Loc.Hom.47. rhoia , hê, ( [rheô] ) A. flow, flux, Hp.Loc.Hom.9(pl.). II. = kulistra tôn hippôn para tôi potamôi kai psammôi, Hsch. (cf. rhoai: . . hippodromos, Id.). a-rhoia, "flow, flux" [Henry George Liddell. Robert Scott. A Greek-English Lexicon. revised and augmented throughout by. Sir Henry Stuart Jones. with the assistance of. Roderick McKenzie. Oxford. Clarendon Press. 1940.]”
Si no he entendido mal la explicación de Onnega, incluida por Maruos, se relaciona en ella a los arrotrebae con algunos términos hidronímicos, traduciendo entonces este etnónimo como "la tribu del torrente" o "la tribu del barranco". No entiendo cómo se aplicaría este criterio a un término como Arcelto (¿torrente o barranco celta?). No tiene mucho sentido, la verdad. Me sigue pareciendo más factible traducir este antropónimo como "señor celta" o "noble celta". Desde mi punto de vista, los ártabros o arrotrebas serían la tribu de los nobles o señores, pero que cada uno decida cuál es la propuesta que más le convence.
Por cierto, que en el antiguo territorio de los arrotrebas (el norte de la provincia coruñesa) encontramos actualmente una ría de Ares, tal vez relacionada con el antiguo cAbo Ario.
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