Autor: ludovico
jueves, 07 de julio de 2005
Sección: Historia
Información publicada por: ludovico
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El espatario del rey Roderico
¿Pelagio fue Pelayo?
Dicen, y a saber que pudiera haber de cierto en ello, que el espatario (porta espada) de Roderico,último rey visigodo de Spania, de nombre Pelagio, fue uno de los escasos hombres que salvaron su vida en la desastrosa batalla de Guadalete, en la que las tropas árabes y berberiscas llegadas bajo el mando de Tarik Ibn Ziyad, tras una semana de denodados combates derrotaron a
los ejércitos visigodos dando comienzo a la ocupación de las tierras peninsulares hasta entonces
solar del reino visigodo.
En su huida de la debacle, parece ser que Pelagio se dirigió a Spalis (Sevilla), donde habia quedado
con sus damas de corte Egilona, la esposa de Roderico. Llegado a la ciudad informó a su señora del fatal desenlace de la batalla sin poder darle noticia cierta sobre la suerte de su señor, así como de la fiereza de aquellos extraños guerreros llegados del otro lado del mar. Por iniciativa de Pelagio doña Egilona haciendo caso a las recomendaciones del servidor de su marido optó por mandar hacer los preparativos necesarios para salir cuanto antes de Spalis y dirigirse a algún lugar donde pudieran contar con mayor protección ante la posible llegada de los extraños guerrers de tez oscura, yendo a refugiarse tras los sólidios muros de Emérita Augusta. Sin embargo la paz allí encontrada duró poco tiempo, pues a mediados del año 713, es decir, a un par de años escasos del desatre, las
tropas de aquellos extraños guerreros estaban al otro lado de las murallas de la ciudd a la que pusieron
sitio.
El esfuerzo de los sitiados por resistir fue grande, tanto que encrespó el ánimo de Muza Ibn Nusayr, que mandó a su gente tomar la plaza al asalto, lo que provocó gran mortandad entre los defensores que en su mayoría fueron pasados a cuchillos por los sitiadores. En la espantosa confusión generada en la tremenda lucha Pelagio de nuevo tuvo la habilidad necesaria para salir huyendo de la ciudad, no pudiendo llevar en esta ocasión consigo a la esposa de su señor pues dada su alcurnia, junto a otras personas de elevada condición habia ido a refugiarse al interior de la torre fortaleza, en un último, desesperado y sobre todo inútil intento de salir salvos de las manos de los atacantes.
De la ruta seguida en su huida por Pelagio poco se sabe, al menos yo nada he leído, lo que si se dice es que llegó hasta buscar refugio en las agrestes montañas astures, donde al parecer coincidió con otros muchos cristianos huidos como él uniéndose a ellos, llegando a constituirse en su lider y convirtiéndose más adelante en su primer rey, dedicándose desde entonces a atosigar a los ejércitos árabes, pues según esta leyenda aquel espatario del rey Roderico fue don Pelayo. Vaya usted a saber.
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No me parecio ayer oportuno, seguir la narración de lo acontecido a Egilona, primero porque no era
ella la protagonista de la leyenda, sino un personaje colateral y segundo porque al menos por lo que
tengo leído no es ya leyenda sino algo que ocurrió realmente. Celebrando que a Andadada le haya
gustado la leyenda y ya que cita el libro María Jesús Fuentes, "Reinas medievales en los reinos hispánicos" que justo estoy leyendo en estos días, le podría ampliar que Egilona y Abd al-Aziz, el hijo de Muza se conocieron cuando los personajes de alcurnia rfugiados en la torre de la plaza se entregaron y que al parecer surgió entre ambos un verdadero flechazo amoroso.
Abd al-Aziz, siguiendo las órdenes de su padre, regresó a Spalis donde fijó su residencia para hacerse cargo del gobienro de los terrenos conquistados, llevando consigo a Egilona, a la que en la
ciudad, donde vivió muchos años cuando Roderico era duque de la Bética, conocían con el cariñoso
apelativo de "Egilona la de los lindos collares", dada la gran aficción de la dama al uso de
joyas, colgantes y todo tipo de aderezos y preseas, afición que poco tiempo después llevaría la ruina sobre ella y su segundo marido.
Sin que pueda afirmarse históricamente, parece ser que, aprovechando una amplia construcción agrícola, que pronto los árabes llamarían alquería (qaría), existente a poco más de un kilómetro al Este de la ciudad, (donde ahora está la Cruz del Campo y el conocido como barrio de Nervión - donde por cierto yo vivo -), lugar que al estar a mayor altura que el centro urbano permite ver la ciudad (y entonces mucho más que ahora, que en gran medida lo impiden las muchas y altas edificaciones), Abd al-Aziz mandó hacer las imprescindibles reformas para adecuarlas a residencia personal y poder vivir allí, con su amada y bella esposa, lo suficientemente cerca de la ciudad como centro politico, militar y administrativo de las nuevas conquistas, y sin embargo lo suficientemente lejos como poder gozar de la ansiada soledad en lo que a buen seguro serían dias de mieles
y rosas para el recien formado matrimonio.
También he leído en historiadores serios (Ballesteros Beretta) como la afición a Egilona al lucimiento de joyas la llevó a insistirle a Abd al-Aziz a que luciera en sus sienes la hermosa corona de Roderico que ella había conservado entre sus pertenencias personales, algo a lo que el joven se resistía. Pero como ya sabemos de la persistencia de las mujeres, acabó por ceder a sus ruegos y aunque sólo fuese en la intimidad de su residencia campestre, debió ser visto por personal de su guardia con la corona puesta, algo que pronto se difundió
entre los hombres de su ejército, entre los que no faltó uno que viendo ocasión de medrar hizo llegar a Damasco el rumor de que el joven, que ya actuaba como walí (gobernador) de Al-Ándalus, puesto en el que fue dejado por su padre cuando éste marchó con Tarik a Damasco llamado por el califa, para rendir cuenta de sus campañas.
Walid I, Califa entonces reinante nos anduvo por las ramas y de inmediato envió a Al-Ándalus una embajada con órdenes concretas. Para evitar suspicacias por parte del Abd al-Aziz, de los dos jóvenes venidos de Damasco uno, llamado Ayyub era primo hermano suyo, pues la madre de Ayyub y Muza eran hermanos. Por su puesto que Abd al-Aziz no receló lo más mínimo de la llegada de su primo y así una mañana estando en el oratorio de su residencia personal, Ayyub con el otro s presentaron de improviso, pasaron a su interior y tomando una lanza de las manos de uno de los guardias atravesó la espalda del joven walí que estab postrado en actitud de oración.
Luego su cabeza, metida en alcanfor, fue enviada a Damasco para que Walid, comprobara fehacientemente la ejecución de lo por él ordenado. De Egilona, como de su primer marido Roderico no se ha sabido cual fue su final aunque nada extraño endría que hubiese sido el mismo que su primer y verdadero amor, pues el matrimonio con Roderico, fue más bien apaños de familias.
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