Autor: Mercedes Villar Liñan
lunes, 06 de junio de 2005
Sección: Historia
Información publicada por: okeanos


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2-. La comarca de la Campiña Sevillana y su particularidad poblacional en el Calcolitico

Segundo de los articulos referidos a la relcion entre cultura domenica y ceramica en Andalucia.

La comarca de la Campiña Sevillana y su particularidad poblacional en el Calcolitico

Queremos fijar nuestra atención en una zona no explorada en exceso cuyo interés reside en la abundancia de yacimientos arqueológicos pertenecientes a muy diversas etapas. Se trata de la Campiña Sevillana, comarca en la actualidad dedicada principalmente a la agricultura de secano y regadío combinados, y a la ganadería, situada en las márgenes del Guadalquivir y en torno a los afluentes Genil, Corbones y Guadaira. Topográficamente tiene el interés de poner en comunicación las estribaciones de la serranía subbética con el valle y desembocadura del Guadalquivir. Hoy día los municipios de Carmona, Utrera, Ecija, Alcalá de Guadaira, Marchena y Osuna, destacados en distintas épocas históricas (como sus monumentos romanos, andalusíes, mudéjares, renacentistas y barrocos delatan) concentran la mayor cantidad de población, y sus habitantes se dedican ya a los sectores secundario y terciario. Junto a ellos un conjunto de pueblos menores aún dependen en gran medida del sector primario.

Una mirada a los períodos pre- y protohistóricos sorprende por la persistencia del patrón de asentamiento en la comarca, que parece confirmar cómo el poblamiento del sureste-suroeste de la Península Ibérica, denominado como "argárico", era sustancialmente el mismo desde el Neolítico al Calcolítico, y desde éste al Bronce y al período Orientalizante. Los cambios que se dieron en la población debieron ser por tanto los de tipo socio-económicos y socio-políticos, concretados en el proceso de jerarquización social y de aparición de caudillajes locales.

Los primeros restos constatados datan del período Calcolítico. En torno al IV milenio a.C la zona se muestra como un lugar idóneo para las actividades agrícolas y ganaderas, bien comunicado y con cauces de agua abundantes. Por ello se encuentran restos de numerosos asentamientos pequeños y de enterramientos. La Carta Arqueológica de la zona constata una veintena de ocupaciones con distancias de entre 3 y 4 kms entre ellos. Puede reconocerse un esquema de ocupación que responde a la preferencia por los puntos con visibilidad, de gran valor estratégico-defensivo, próximos a cruces de cañadas y junto a manantiales o cursos de agua, al menos en los poblados más amplios y estables. Los restos materiales asociados a estos poblados son trozos de cerámica y láminas de sección triangular, así como lascas, puntas de flecha de base cóncava, hazuelas trapezoidales pulimentadas, algunas cuentas de collar, molinos de piedra, y un alto número de útiles pulimentados. El yacimiento de Cerro del Pescozal se encuentra casi totalmente destruido debido a las lAbores agrícuolas. Se trataría de un asentamiento de pequeñas dimensiones, probablemente relacionado con otros de su época como El Casar o El Amarguillo II. Su ubicación debe deberse a la proximidad de la vía de comunicación a cuyo lado se sitúa (en el km 6 de la actual carretera de El Coronil-Utrera).

En este mismo período encontramos, en torno al IV milenio, el conjunto megalítico de Los Molares. Se trata de una necrópolis compuesta de hasta seis tumbas dolménicas de tipo "corredor acodado", hoy día desaparecidas por la acción del furtivismo, la construcción y las lAbores agrícolas. El primer dolmen descubierto (Dolmen de la Cañada Real) fue estudiado por el profesor D. Juan de Mata Carriazo en 1967 y sus conclusiones definitivas fueron publicadas en 1974. Más recientemente el de El Palomar fue excavado de urgencia por el Museo Arqueológico de Sevilla y por D. Manuel Mª Ruiz Delgado en 1980; actualmente está siendo estudiado por el equipo de Dª Rosario Cabrero García dentro de un proyecto sobre el proceso cultural de las sociedades agrarias de la campiña sevillana entre el IV y II milenio a.C.[vi]

Las estructuras de este conjunto presentan la particularidad de tener planta en forma de "L", relacionadas con algunos ejemplares de la Sierra Norte sevillana y la Cuenca onubense, y también con otros atlánticos, concretamente armoricanos de la primera mitad del tercer milenio. Estas estructuras en "L" se encuentran en conexión con la expansión de las pequeñas galerías cubiertas que proliferan en las sierras de Andalucía Occidental y que ocasionalmente, como en este caso, invaden la llanura. En ellos se hallaron restos de huesos humanos, cuentas de collar, hazuelas trapezoidales pulimentadas, y restos de almagra, indicativos de rituales en torno a la muerte. La necrópolis parece estar relacionada con los poblados cercanos de Amarguillo y El Casar, aunque los investigadores apuntan la posibilidad de la existencia de un yacimiento bajo el actual municipio de Los Molares. Esta manifestación de una realidad socio-cultural nueva entra en relación con dos fenómenos de suma importancia histórica:

-el proceso de jerarquización y diferenciación social que conocieron las sociedades tribales junto a la progresiva espiritualidad que acompañaba a la muerte, constatables en la difusión del megalitismo por todo el territorio habitado a nivel mundial

-la temprana expansión del megalitismo tanto en la Campiña como en otras áreas dolménicas de Andalucía, como el Aljarafe, la Sierra Norte de Sevilla, el Condado y la Cuenca Minera onubense, la costa y sierra malagueñas.

De gran importanicia es el poblado de Amarguillo II, valorado como uno de los más relevantes de la zona. Fue descubierto en 1986 y excavado por Manuel Mª Ruiz Delgado. Se sitúa en las proximidades de un cortijo del mismo nombre, en el camino que en dirección noreste se dirige desde Los Molares a El Arahal. El yacimiento se extiende por una zona llana, ligeramente inclinada hacia el oeste. La situación de este poblado se debe a razones económicas, y no parece que tuviera la importancia estratégica de otros yacimientos de la zona como Las Aguzaderas, El Casar o El Molino Pintado. En principio resulta extraño que florezca un poblado de tanta amplitud en un lugar poco adecuado para ello, si bien parece deberse a la necesidad de contar con un área fértil para abastecer de alimento a toda su población, y sobre todo, a la proximidad del manantial de "Fuente de la Reina", utilizado tanto por el asentamiento como por el ganado. Es probable que el paso de los ganados por el manantial crease un punto de confluencia e intercambio, primitivo mercado de excedentes agrícolas; desde este punto de vista, el poblado de Amarguillo II controlaría el paso de la ganadería por una de las cañadas más importantes de toda la zona, que iría desde Utrera a Morón de la Frontera, uniendo el Valle del Guadalquivir con las primeras estribaciones de la serranía subbética, rica en pastos. Por otra parte y tratándose de un hábitat de importancia, destaca que en superficie no se han encontrado restos de construcciones ni de edificios defensivos. El punto mejor situado en los alrededores es el actual pueblo de Los Molares, del que se sospecha que debía estar poblado.[vii]

El hallazgo en este asentamiento de restos óseos en 1986 y los nuevos análisis realizados en 1993 a los mismos permiten poner en conexión dos yacimientos importantes: el poblado de Amarguillo II y el Conjunto Dolménico de Los Molares. La prueba del 14C brindó una cronología de entre 3810-3630 a.C. para los restos óseos de los dólmenes. Algunas pruebas realizadas con moderna teconología han revelado microtraumatismos y lesiones óseas relacionadas con sobrecarga muscular, lo cual indicaría las duras condiciones de vida. En cuanto a los restos óseos de Amarguillo II, en 1986 fueron analizados y parecían pertenecer a un sólo individuo. Sin embargo, los análisis realizados de nuevo con técnicas más avanzadas han descubierto que se trata de huesos pertenecientes al menos a cuatro individuos, uno de ellos adulto joven femenino. Esta novedad parece muy importante, pues se trataría de un enterramiento de inhumación de transición entre el antiguo enterramiento colectivo en dólmenes hacia el individual, pero acompañado aún de sus ancestros. Dicho enterramiento se correspondería con una primera sociedad metalúrgica, con uso y explotación del cobre y el oro, perteneciente a un pueblo precampaniforme en su base. La datación por 14C oscila entre 2770 y 2460 a.C., y corroborando esta hipótesis, una escoria de bronce del yacimiento analizada en Oxford University da una fecha muy próxima, entre 2870-2409 a.C. El análisis de la fauna y de la dieta parece revelar una alimentacón rica en carne y cereales pero pobre en frutos. Esta reinterpretación de los restos arqueológicos confirmaría el cambio que se está operando en la zona de la Campiña : la transformación de una organización tribal a una sociedad jerárquica, con las consiguientes desigualdades sociales que ello trae consigo

Para finalizar esta síntesis del Calcolítico en la Campiña queda apuntar que las comarcas contiguas de Los Alcores y La Vega del río Corbones presentan registros poblacionales similares, con una decadencia desde el Paleolítico Inferior y un nuevo poblamiento en el Calcolítico.Éstas quedan comunicadas a través de la Campiña con el "Pie de Sierra Subbético", zona con posibilidades óptimas de utilización por ser límite natural entre la sierra y la campiña y por brindar pasos a través de depresiones que conectan con el sudeste. Los poblamientos de sierra explotarían recursos líticos y las zonas más abiertas presentan habitaciones que explotarían los recursos agropecuarios, de un modo similar a los de la Vega, los Alcores y la Campiña.

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Más informacióen en: http://www.artegnos.com


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