Autor: Rodricus Maximus
miércoles, 16 de febrero de 2005
Sección: Artículos generales
Información publicada por: Rodricus
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Los Druidas (continuacion)
Se sabe, además, que la autoridad del druida estaba muchas veces por encima de la del rey, antes del cual tenía el derecho de hablar, y cuya elección.....
Se sabe, además, que la autoridad del druida estaba muchas veces por encima de la del rey, antes del cual tenía el derecho de hablar, y cuya elección solía reglamentar y orientar. A veces incluso parece que los druidas de mayor prestigio podían convertirse ellos mismos en reyes. Se sabe que el druida Mog Ruith fue llamado por los galos de Munster, y que acudió a su requerimiento a cambio de recibir grandes recompensas, aunque no aceptó la realeza para él ni para sus descendientes. La casta druídica constituía una instancia superior también a la militar, y a veces incluso se convertían ellos mismos en dirigentes militares. Se sabe, por ejemplo, de las actividades guerreras del druida irlandés Cathbad, y se tiene noticia de que el druida eduo Diviciacus mandó también un cuerpo de caballería. El druida, además de desempeñar normalmente las funciones de juez penal y de juez legislador, podía ejercer también en muchas ocasiones el papel de árbitro de cualquier cuestión política o conflicto interno que tuviese lugar dentro de la comunidad, e incluso de mediador entre varias comunidades.
La atomización de los pueblos galos en pequeñas comunidades aldeanas obligaba a que en cada una de ellas hubiese uno o varios druidas. Aunque se cree que la mayoría formaba parte de una especie de tradición o colegio druídico que observaba ritos de iniciación y tenía períodos y prácticas de formación más o menos comunes, su autoridad y su actividad solían ser autónomas dentro de cada comunidad. En algunos lugares llegaron a fundarse centros de culto druídico de especial relevancia, como el santuario británico de Anglesey, cuya destrucción en el siglo I d.C. por el ejército romano describió Tácito. Pero, en general, tampoco puede hablarse de centros esenciales de culto druídico.
Existen noticias, si bien muy escasas y confusas, acerca de la existencia de druidesas (o druidas femeninas). Hay datos, por ejemplo, de una comunidad de sacerdotisas femeninas que Pomponio Mela localizó en Sena, a orillas del Mar Británico: según parece, estaba formada por nueve sacerdotisas vírgenes especializadas en profetizar el futuro y realizar curaciones mágicas, pero también en provocar tempestades y en transformar personas en animales, acciones estas últimas que se han atribuido siempre de forma recurrente a las brujas. Es posible que ecos de estos cultos druídicos femeninos sobreviviesen, por ejemplo, en los ritos realizados por las monjas del monasterio irlandés de Kildare, que mantenían un fuego perpetuo en honor de Santa Brígida, santa cristiana continuadora de una antigua divinidad indoeuropea.
Los druidas opusieron una feroz resistencia a la dominación romana de las Galias, y en esta lucha sobresalió la figura de uno de ellos: Diviciaco. Esto les llevó a apadrinar la unión de todas las tribus celtas al mando del caudillo Vercingétorix, hasta que la victoria de Julio César contra la coalición gala (52 a.C.) acabó por destruir la civilización celta. Pese a las definitivas conquista y romanización de la Galia y de la Britania que tuvieron lugar a partir del siglo I a.C., la cultura gala y la religión druídica mantuvieron casi plenamente su vitalidad hasta que fueron progresivamente marginadas, perseguidas y asimiladas por el cristianismo, a partir del siglo III d.C., y, sobre todo, a partir ya del siglo V. El cristianismo hizo todo lo posible por erradicar cualquier tipo de culto religioso pagano, si bien se dejó influir también mucho, especialmente en el terreno de la religiosidad popular, por muchas de las creencias mágicas precristianas. Además, aceptó la continuidad de la figura del poeta (antiguo bardo o vate), que desde entonces, y durante buena parte de la Edad Media, siguió siendo el depositario de la memoria oral y del patrimonio poético de los pueblos de ascendencia celta. Pero los cultos druídicos propiamente dichos pueden considerarse definitivamente extinguidos en la segunda mitad del primer milenio de la era cristiana.
A partir del siglo XVI vieron la luz diversas corrientes de pensamiento religioso que intentaron restaurar las antiguas creencias y ritos druídicos y oponerlos a la ortodoxia cristiana dominante. Este tipo de sectas neodruídicas tienen un fondo ideológico apegado a la magia natural y al culto panteísta a la naturaleza, y cuenta con comunidades como la Druid Order 'Orden Druida', fundada en 1717, que se ha mantenido viva hasta la actualidad. Otros nombres de este tipo de sectas son los de Antiguo Orden de los Druidas, Confraternidad Filosófica de los Druidas, Orden Druida, Fraternidad de los Druidas, Bardos y Vates o Iglesia Céltica Renovada. En la actualidad, este tipo de movimientos religiosos se hallan en pleno proceso de expansión, debido a la decepción de muchas personas ante las religiones tradicionales, a la tendencia al retorno a formas de pensamiento y de mística naturalista, y al renovado auge del celtismo y de su estética musical y cultural.
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Más informacióen en: http://www.enya.org
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