Realizada por: verdinegre
Al Druida: A todos los Druidas
Formulada el martes, 29 de marzo de 2005
Número de respuestas: 2
Categoría: Temas Humanos

Diálogo interno, un mal de la sociedad


A medida q vamos creciendo vamos adquiriendo un diálogo interno con nosotros mismos que nos describe el mundo que vivimos. Nos decimos como son, han sido o van a ser las cosas imaginamos, nos quejamos, deseamos, en fin solo esperamos.
Y que es esperar, esperar es decirnos a nosotros mismos como son las cosas sin escuchar lo que sentimos. Prevalece la razón, lado izq del cerebro (fomentado por la cultura patriarcal)frente al sentir (lado derecho).
Sentimos, nos damos cuenta, pero casi siempre prevalece la razón y pensamos q lo q sentimos son paranoyas.
O sea, no hacemos lo q sentimos si no que esperamos, pensamos, nos decimos como son las cosas y a partir de hay sentimos, o sea nos creamos un sentimiento a partir de un pensamiento por q no damos validez a lo que sentimos o intuimos.
Esto es una de las cosas que más nos castra continuamente. Nos crea imagenes de nosotros mismos, de los demas y de todo lo que vivimos.
Vivimos encadenados a nuestra cultura, q nos hace pensar de una forma en vez de vivir como sentimos, al principio cuesta un poco darse cuenta si lo q sentimos es nuestra esencia o esta influenciado por algún pensamiento o queja, deseo, esperanza.
La cultura fomenta esta actitud y anula cualquier intuición, que a la vez es un sentimiento, y con ello los demas sentimientos, q solemos llamar paranoyas. Fomenta el lado izq (masculino)sobre el dcho (fem).
Lo importante es un equilibrio entre los dos, entre el sentir y el razonar.
nuestro dialogo interior es muy superficial porque esta repleto de todos estos diálogos que casi no dejan silencios en nuestramente. Cuando se produce un silencio normalmente es porque ponemos atención a muchas cosas, cuando nos hablamos a nosotros mismos centramos la atención en eso, y eso nos limita, no prestamos atencion a sensaciones, casi no nos damos cuenta de nada. No hacemos lo ke sentimos porque tenemos el rol de hacer lo q pensamos o sentimos k pensamos.

¿que te gustaba hacer de pequeñ@?¿no había algo más que querer ganar dinero?
¿Realmente eres feliz o te dices que lo eres?

SALUT I FORÇA!!

Respuestas

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  1. #1 torgatos martes, 29 de marzo de 2005 a las 21:04

    Amigo Verdinegre, el tema que planteas me ha llamado la atención sobre cierto texto que lo aborda, que aunque remite a la génesis y evolución de esa inclinación nuestra a buscar refugio en el laberinto interno, y podría por ello ser adecuado a esta página de historia, digamos, sin embargo, que se asoma a dicho aspecto a través de una mirada literaria y ajena por completo a la premisa histórica; de manera que sujeto mi tentación de insertarlo como artículo en la página (sería quizás extravagante)y te lo reproduzco a continuación. Espero que aparezca íntegro (desconozco el número de palabras que admiten las respuestas), y también espero que te agrade, ya que surgió en respuesta a preguntas como esta tuya.

    EL LABERINTO

    Dice el mito que son cuatro las edades del mundo: la edad de oro, cuando los dioses vagaban con los hombres por la tierra; la de plata, que trajo desencuentros entre ellos, cuando algunos se mezclaron con los hombres; la de bronce, tiempo de los héroes vástagos de aquellas concupiscencias; y la de hierro, la nuestra, cuando la ignominia de los hombres cubrió las tierras.

    Recapacitemos. Atribuimos al mundo clásico griego el origen de las ciencias y las líneas maestras del pensamiento moderno, la génesis de nuestros modelos de organización social y la deriva de nuestras expresiones estéticas. Y tal así parece. Nada dice sin embargo nuestra presunción heráldica del cebadero que alimentó tamaña excrecencia del pensamiento clásico helénico. Nada dice de su edad de bronce, del tiempo mítico de sus héroes aqueos, del proceloso magma que alumbró sus ciencias merced a la simple digestión de casi cualquier idea caprichosa. Pues tengo para mí (veréis que no es por avaricia) que la gestación del pensamiento clásico no fue producto del ingenio o del arrojo, ni condujo a mayores cuotas de certeza o de albedrío, ni supuso más ventaja que domesticar un miedo; antes bien, de la gestión de aquella peripecia deriva nuestra dilatada condena al olvido y al error, a la minusvalía de criterio y percepción, a la esclerosis del acto, del gesto y la palabra.

    Para los clásicos fue tan generoso el caladero que el filósofo sólo tuvo que escoger y meditar, el historiador escoger y narrar, el poeta escoger y cantar. Ningún dogma enturbiaba entonces las fuentes, ninguna premisa gobernaba las ideas, y así brotaban libres y frescas en cualquier dirección, indefensas y confiadas ante aquellos domadores de viento que las recibían agazapados, ante aquellos imprudentes empeñados en domesticar su flujo: los padres del pensamiento que velaban su vieja y poderosa percepción con la mirada analítica y el desarrollo empírico. Ese mismo velo que a la postre legaría sus actuales vestiduras científicas, esas mismas que ahora ocultan a la vista aquellas fuentes, aquellas que apenas ya prodigan algún goteo de inspiración.

    Veamos: la armonía fluía para todos y a muchos alteraba esa percepción, bien es cierto, pero uno hubo que decidió calmar su inquietud matando al mensajero. Y apagó la percepción. De manera que decidió idear un orden para el cosmos, un orden que mitigara su desconcierto y su inquietud, y se aprestó a poner preguntas a todas las respuestas, a poner medida a las certezas, a arropar, por protegerse, de apretadas vestiduras la emoción; y con tanto dislate nos legó la astronomía, el álgebra, la aritmética... Todos soportaban su alborozo, pero otro hubo que alarmado del vigor de la corriente cristalina del verbo caudaloso se inclinó por dirigir el curso del lenguaje, aplicando insensato un grifo a los arroyos, y desmenuzando palabras y atizando expresiones dotó a la posteridad de dialéctica, retórica, gramática... Otros aún, fatuos e irreverentes, se aprestaron a mostrar humanos a sus dioses, y así les vistieron uniformes con caras, brazos y piernas como si su imagen fuera la imagen de un vecino, y llevaron a escena sus designios camuflados de deseo o de capricho, y cantaron sus misterios como si a éstos fueran los mismos dioses ignorantes. Más tarde otros envanecidos normalizaron sus cultos, los encerraron en templos, guardaron las llaves y ocultaron su presencia travestida en religión. Y sospecho que si algún otro en aquella infancia del hierro hubiera optado por organizar el mundo de las emociones, tal vez hoy contaríamos con una disciplina nueva, de rango universitario, impartida por sensiatras titulados. Y otro, arrobado de visión transcendente, testigo de las manifestaciones de los dioses en las formas o en las luces, quizá hubiera iniciado la sistematización de lo que ahora llamaríamos oftalmogonía o teoplástica o esteticognosis o morfogonía. Quizá.

    Parece obvio que la mano del azar determinó cuales habrían de ser las ramas del conocimiento del mundo posterior, que fue el temor lo que llevó a aquellos hombres a dotar de desarrollo empírico a sus ideas.

    E insatisfechos de tanta torpeza aún pretendemos sistematizar esas sistematizaciones, por miedo a la vida y al recuerdo, por miedo a la percepción.Y todo resulta más denso y más frío, más olvidado. Y quedo condenado a ser amancebado de una musa despiadada, testigo del abandono, espectador del retroceso, notario del olvido que no olvida aquel cadáver yacente de Cronos, aquella podredumbre que exalaba vapores ponzoñosos, aquellos humos que dieron forma en concurrencia a una nueva y terrible criatura: el Tiempo, aquel mismo tiempo que ofreció cobijo al hombre entre sus fauces, aquella guarida que compartimentamos y medimos, la misma que recibe ahora de nosotros vergonzante pleitesía, esa misma. ¿Por qué no me resigno?

    R.J.G.


  2. #Gracias verdinegre AGRADECIMIENTO

    Gracias Torgatos por tu interés. Me ha gustado el texto literariamente hablando, ya ke es mucho más antigua la aparición del lenguaje verbal y por tanto del diálogo interno. Es interesante el tema que saca a relucir, el TIEMPO. La cosificación de la

  3. #2 verdinegre miércoles, 30 de marzo de 2005 a las 13:24

    Gracias Torgatos por tu interés.

    Me ha gustado el texto literariamente hablando, ya ke es mucho más antigua la aparición del lenguaje verbal y por tanto del diálogo interno.

    Es interesante el tema que saca a relucir, el TIEMPO.
    La cosificación de la vida dió lugar al tiempo y al espacio y de esta visión limitada vino el verbo y la comunicación verbal.
    Es una incógnita cuando empezó y por qué. Pero esto es otro debate, claro que todo está interrelacionado.
    salú!!
    verdinegre


  4. Hay 2 comentarios.
    1


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