Autor: Erix
jueves, 20 de marzo de 2008
Sección: Artículos básicos para iniciarse
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La invención de la simbología. Santiago Apóstol, Peregrino, Matamoros.

La necesidad de la exaltación de la Iglesia Compostelana frente a Roma, Jerusalen y Toledo se manifiesta con la creación simbólica de un mito: Santiago Zebedeo como Apóstol, Homo Viator del Medievo y Miles Christi.

La invención de la simbología. Santiago Apóstol.

Iconografía deriva de las palabras griegas eikon que significa “imagen” y graphein que significa “escribiendo”, según Straten.  Son dos conceptos potentes e indisolubles, que nos acercan a la realidad compleja situada más allá de lo cognoscible. El cristianismo comprendió pronto lo interesante de dirigir las manifestaciones creadoras para hacer de ellas un instrumento expresivo de la piedad pública y privada y convertirla en algo, como decía A. Grabar, completamente edificante. A finales del siglo VI el papa Gregorio el Grande define el papel de la imagen cristiana de una manera que será ya determinante durante toda la Edad Media: “La imagen es la escritura de los iletrados


Durante el reinado de Mauregato (hacia 789) la liturgia Hispánica se enriquecía con el primer himno conocido en honor del Apóstol Santiago el Mayor. Pocos años después, en torno al año 814, en la parte más septentrional de aquel pequeño reino, durante el pontificado de Teodomiro, obispo de la diócesis de Iría Flavia, tuvo lugar el descubrimiento o inventio del sepulcro del Apóstol Santiago.


A raíz de este hecho los acontecimientos se sucederán casi de un modo vertiginoso hasta convertir a Compostela en uno de los centros de peregrinación más importantes del medievo europeo. A todo ello contribuirá el  obispo Diego Gelmírez. El mensaje que necesita transcribir la nueva iglesia del apóstol se dirigía a toda la cristiandad. Y este hecho no era menor, pues nos habla de una clara política de exaltación de la Iglesia Compostelana y de formación cultural y social de esta. Convenía hablar una lengua que fuera universal, y va a ser concebida en el dominio de las artes plásticas.


Por medio de esa lengua, la iglesia introduce sus raíces en el terreno del Románico  fecundado por la predicación apostólica. Es por esto, que en su basílica románica, Santiago esta esencialmente representado por las características del apóstol vestido con túnica u manto drapeado. Otro importante atributo de Santiago Apóstol es el libro aludiendo a las epístolas o la cartela o filacteria que comunica su identidad o que narran versículos bíblicos, normalmente en el brazo izquierdo, como en la tradición judía. Esta imagen pues, toma su fuerza y su legitimidad de la tradición y se le va a unir el hecho de la peregrinación de forma natural. Como apóstol viste túnica, normalmente de color rojo en alusión a su martirio, lleva los pies descalzos y en las manos el libro del Nuevo Testamento y puede aparecer con la cruz de doble travesaño, porque fue, según la leyenda, el primer arzobispo de España. También lleva espada por su martirio, y puede aparecer entre dos árboles. Es la representación más antigua del santo.


En ninguna parte y menos en Compostela se ignora la peregrinación con que se honra al apóstol, peregrinación que se impone como prueba viva del esplendor de su culto. En ninguna parte y menos en Compostela, se subestiman los distintivos que definen la condición de peregrino, el zurrón o bordón que se le impone en virtud del assumptio perae et baculi, puesto que se fabrican y se venden en el propio pórtico de la catedral. En fin, en ninguna parte y menos en el santuario del apóstol se ignora que la concha de vieira está a punto de convertirse en el emblema de los peregrinos. Es ahí precisamente donde esa espléndida vieira fue elegida Intersigna Sancti Iacobi, es decir, insignia de su peregrinación ya que los canónigos de la catedral estaban resueltos a conservar el control de su difusión. Es verosímil que toda esa liturgia de la peregrinación estuviese ya asentada en los primeros años del siglo XII e incluso antes, por lo que debemos concluir que la imagen de Santiago, tal como se ve en el registro superior de la portada de las platerías, es el resultado de una elección deliberada, realizada con pleno conocimiento de causa. Es esta pues, una imagen decididamente “moderna”, ya que tiene una intencionalidad clara.


Esta iconografía arcaica, que ahonda en la figura del Apóstol, es tomada de las Sagradas Escrituras, y vemos como en el testimonio de la Transfiguración (dentro de El Libro de la Vida) aparecen las palabras de Cristo resucitado, Pax vobis. Será este testimonio privilegiado el que lleve escrito en la  aureola el Apóstol junto con su nombre, Iacobus Zebedei, recordándonos que el apóstol es un enviado del señor, y más, pues ha sido llamado por Él. La cinta que recorre su cabellera le daba aspecto de  Athleta Christi, "Atleta de Cristo", en clara referencia a su martirio y por ser tenido como caballero de Cristo,como no se duda en llamarlo en el Liber Sancti Jacobi. El Athleta Christi  es un vencedor, un caballero victorioso de la cristiandad. Es por ello, que a un nivel popular y eminentemente religioso, los peregrinos  ven a Santiago como "Caballero del Invictísimo Emperador", esto es, Cristo. De esta forma claman para poder acceder a su sepulcro cuando encuentran el templo compostelano cerrado.  


Así, el mensaje que Santiago va a encarnar de manera fundamental, es el de la esperanza. No solamente la iconografía de Santiago es fruto de una evolución mecánica resultado de un determinismo histórico, pues a partir de la imagen del apóstol, va evolucionando el estilo, la manera, la sensibilidad y el temperamento de los autores que expresaron su figura en función de las inclinaciones del gusto de la época. Es arbitrario persistir en considerarla como una yuxtaposición o la combinación de tres “tipos” concurrentes e independientes: como Apóstol, como Peregrino y como Caballero, que son reflejo de su triple dimensión eclesial, popular y política de su culto.


La imagen de Strenuissimus no es menos religiosa que la de peregrino, y esta no es menos popular o laica que la de apóstol, porque todas esas representaciones no se basan solamente en su legitimidad si no en la posibilidad misma de la apostolicidad de Santiago autentificada por y a través de su martirio. 



 


Santiago Peregrino, homo viator del Medievo.

        


La aparición casi correlativa de otras dos imágenes del Apóstol van a estar destinadas a un importante éxito: la representación de Santiago como peregrino y, posteriormente, como Miles Christi o Liber Sancti Jacobi.


Según Pérez Dorado, la iconografía de Santiago Peregrino, que identifica a Santiago con sus devotos, surge en Francia en el siglo XII siendo difundida rápidamente por toda Europa y estando en relación con el extraordinario desenvolvimiento que adquiere en ese periodo la peregrinación a Compostela. Va a ir evolucionando y adaptándose a los distintos estilos a lo largo de los siglos. La imagen del Apóstol va a asumir rápidamente los atributos distintivos del peregrino, hasta que en el siglo XVI encontramos que va vestido con la indumentaria propia del caminante de la época – túnica corta, esclavina, bordón con calabaza, sombrero de ala ancha, zurrón y concha- que se difundirá ampliamente en la España del siglo XVII, sin que esto implique, en absoluto, la desaparición del tipo de “apóstol-peregrino” que seguirá ocupando un lugar destacado en el repertorio iconográfico jacobeo.


El peregrino, en origen, cuando no significa literalmente extranjero, como muestra la ilustración de ciertas comedias de Plauto en Tours, en el siglo XII, significará el enviado. Toda la iconografía románica lo prueba: el mensajero, igual que el misionero, ya sea despachado por su abad o por su obispo, lleva una pera en el mismo instante en que recibe el bordón como prueba de la bendición de aquel que lo envía. En cuanto a Santiago, puede, además, que una intención pastoral se incorpore a esa convención iconográfica. Los emblemas del peregrino, pera et baculus, son la seña inequívoca de su condición, que para la iglesia es la de penitente a la vez, que de manera concomitante, lo hace como Cristo de Emaus. Una simultaneidad también calculada. Santiago se viste con hábito de peregrino a imitación del habitus peregrini, es decir, con zurrón y con bordón, y estos emblemas del peregrino no hacen sino redoblar la exigencia de pobreza evangélica que es entrega a Dios.


             El carácter de la peregrinación podía ser doble: o bien penitencial, como acto de reparación, de purificación y de contacto con lo sobrenatural, o bien impenetratorio, persiguiendo la obtención de una determinada gracia espiritual o corporal, la curación de una enfermedad o la conversión de alguien. El contacto con el lugar santo y la recitación de unas plegarias o la realización de unos ritos determinados, así como la misma ascesis que llevaba consigo semejante viaje, eran condiciones necesarias para la obtención de lo deseado. Habrá que distinguir entonces entre la peregrinación por devoción o ascética y la penitencial, una especie de sustitutivo de la penitencia pública, una obra expiatoria que formaría parte del sistema penitencial de la época, según C. Vogel.


Ad sepulcrum beati Iacobi: Ésta es la meta de la peregrinación y aquí experimentará el peregrino la cercanía y el contacto con lo sagrado. Llegados a su sepulcro, la oración llena de fe expondrá y obtendrá de Dios, por intercesión de Santiago, la solución de aquellos deseos, peticiones y necesidades que le han traído hasta allí.  Santiago sugiere su figura de caminante poniendo los pies en planos diferentes que simulen movimiento. Sus signos son muy característicos como hemos mencionado con anterioridad: un sombrero de gran ala doblada en medialuna, calabaza para el agua, bordón o báculo de peregrinante que suele terminar su pomo con la forma de la letra griega tau (T). Esta forma fue prohibida posteriormente por la jerarquía eclesiástica debido a sus relaciones con la simbología esotérica, además de ser la posible representación del dios pagano Jano. Quizá se utilizaba originalmente, como instrumento de orientación nocturna para el peregrino, pues a la constelación del Tahalí o de las Tres Marías, en forma de T, se le llama "Báculo de Santiago". Del báculo se cuelgan algunos símbolos y cintas y estaba cargado de resonancias. Es evidente su relación con la Trinidad.


El zurrón, morral o espartilla para lo que se lleva de viático  aparece descrita en el Liber Sancti Iacobi como “estrecha de piel, con la boca abierta y sin ataduras” aludiendo a la humildad del caminante cristiano, que siempre tiene sus bienes abiertos para compartirlos con los demás hombres y a la generosidad del que da al peregrino. Algunas representaciones lo visten con una esclavina que sirve para proteger de la lluvia a los hombros y al pecho.


Mención aparte merece la venera, la cual llegó a ser la marca más propia del Apóstol. Los peregrinos cogían las vieiras en las rías altas y bajas de Galicia, donde se encuentra como en ningún otro lugar de Europa. Con ello demostraban haber llegado hasta el santuario pétreo de Compostela. La concha además, servía de salvoconducto preferente para cruzar fronteras. Hay múltiples análisis antropológicos, históricos y artísticos que asocian esta concha con la matriz de la mujer (recuérdese simplemente la Venus de Boticelli).


Los símbolos como amuletos mágicos y promocionales.




     La promoción popular de todo santuario requería la formación de un catálogo o Liber miraculorum de los prodigios allí realizados por intercesión de su patrono. Son colecciones  mucho más cercanas a lo popular que a lo teológico, según Klaus Herbers, y no fueron cultivadas tales colecciones ni por Jerusalén ni por Roma, seguramente por no reconocer competencia de otros polos de atracción, pero sí Compostela, que había de contar con la de San Salvador de Oviedo en la península y con muchos otros en Francia. Como no podía ser de otra manera, el apóstol Santiago se situaba en un rango de gran potencia en cuanto a capacidad taumatúrgica. El poder taumatúrgico del Apóstol, compilado y expuesto en el Liber Sancti Jacobi, remediaba todos los males y dolencias conocidos en el Medievo, según Márquez Villanueva.


Además, la iconografía de Santiago se nutre de tantos intercambios como número de peregrinos que no dudaban en aportar al santuario del Apóstol, a modo de ofrenda o exvoto para la protección, salud o perdón de los pecados, la imagen misma del santo tal y como se imaginaba en el medio artístico del que eran originarios. En sentido inverso, los peregrinos volvían invariablemente con alguna insignia de azabache, trabajadas para ellos en forma de “santiaguiños”, que prendían del sombrero  llegando a otorgarles incluso poderes mágicos y terapéuticos en su uso particular y doméstico.


En un sentido terapéutico, lo que se pide a Santiago es su mediación con el dios en la obtención de un determinado beneficio. Los fieles invocan a Santiago para obtener por mediación la salud corporal,  el perdón de los pecados  la protección contra los enemigos, ya sean los del alma o los del cuerpo. Las palabras utilizadas para expresar la intercesión del Apóstol son las usadas normalmente en la tradición eucológica del rito romano, según S. Blaise. Se habla de su intercesión (ac pro nobis aput dominum intercedere dignare), de su intervención (eius pio interuentu), de sus oraciones y preces (eius precibus resurgamus); pero también de sus méritos, que pesan en nuestro favor (adiuuemur meritis), y, por último, de su enseñanza y de sus ejemplos (instruamur exemplis), lo cual hace pensar enseguida en su imitación. Ello va a incorporarse de manera natural en el mensaje iconográfico: Santiago es Benefactor de cuantos necesitan su auxilio y para obtener sus favores debemos alejarnos de los pecados, los vicios, el mal…. Su intercesión acerca a la gloria del Señor.


(La III parte, Miles Christi y la exaltación de la monarquía. Continuará....)


;)



BIBLIOGRAFIA


BATTISTINI, M., Símbolos y Alegorías, 2003.


BECKER, U., Enciclopedia de los Símbolos, 2003.


DIAZ Y DIAZ, M., De Santiago y los caminos de Santiago, 1997.


GARCÍA TURZA, J., El camino de Santiago y la Sociedad Medieval. Análisis iconográfico. 2000.


MARQUEZ VILLANUEVA, F., Santiago: trayectoria de un mito. Estudio iconográfico, 2004.


TEMPERÁN VILLAVERDE, E., La liturgia propia de Santiago en el Códice Calixtino, 1997.


VORÁGINE, J., La leyenda Dorada, reed.1980.


 


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Comentarios

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  1. #1 lucusaugusti 20 de mar. 2008

    Erix, buena aportación,.... pero no crees que desde el punto de vista de lo real, y de lo posible sería necesario una logística y organización desconocida, (con un promotor muy poderoso) para que fuese creible el concepto que encierra tu frase: 


     "A raíz de este hecho los acontecimientos se sucederán casi de un modo vertiginoso hasta convertir a Compostela en uno de los centros de peregrinación más importantes del medievo europeo"


    Quiero decir, si leemos los acontecimientos, su iconografía, la toponíma, el culto, etc. deberíamos preguntarnos quién podía tener todo el poder necesario para IMPLANTAR esa ruta sobre tantos territorios tan diversos y con amos tan diferentes y que funcionase en tan poco tiempo.


    Si la cosa fuese fácil, se montarían Compostelas a norte, sur y este.


    La historia medieval sobre Compostela no solo precisa de lo sobrenatural para ser inventada, sino también para ser construida, lo que hace, según mi oPinión, que los investigadores se conviertan en exégetas católicos que no se permiten a ellos mismos salir de camino trazado desde la ortodoxia religiosa.


    ¿Quién construyó el Camino y sobre todo como lo hizo?


    No llega con un texto como el Calixtino para organizar tantos miles de millas hasta  la Gallaecia.


    Las vieiras ya circulaban por los caminos de Europa en el siglo I, vieiras de metal, fabricadas en talleres de orfebres certíficados que se utilizaban como salvo-conducto por peregrinos que intentaban alcanzar el Ara Solis en el Finis Terrae.


    Esas vieiras tan valiosas, eran el símbolo protector de Venus, y solo el emperador de las Galias e Hispania es capaz de poner en valor semejante instrumento para ser utilizado por los peregrinos en tan enorme territorio.


    Creo que explicar el Camino de Santiago desde la edad media es construir un libelo al servicio de una creencia religiosa.  Exégesis católica alejada del procedimiento científico básico. 


    El camino hasta el convento lucense es muy anterior a la invención de Compostela, y Santiago nunca vino hasta este lugar tan importante. Santiago no fue enterrado en tierras lucenses, el carácter sagrado de este territorio no precisa de la invención del apostol para poder reunir pruebas científicas para mostrar su relevancia.

  2. #2 lucusaugusti 20 de mar. 2008

    Esa es también mi oPinión Servan.


    A los que se dirigian a tierras lucenses en el siglo I, y que alcanzaban la costa de Hispania desde Roma en viaje de iniciación, se dirigian al templo de Venus Pyrinea citado por Mela, Plinio y Tolomeo, un templo cuyos cimientos ocuparon el macizo que penetra en el Mediterraeno en el actual Cap de Creus. El líimite geográfico entre Hispania y la Galia.


    Venus recibía a los navegantes que alcanzaban la costa desde roma hacía el Finis Terrae. Pero como el lugar es extremadamente abrupto, los barcos fondeaban un poco al sur del cabo, y se tomaba tierra en el actual Port LLigat. Era el "Puerto de Llegada" el que recibía a los navegantes hacía el oeste, el fondeadero más cercano al templo de Venus Pyrinea.


    Desde el templo de Venus partía la ruta que siglos más tarde fue llamada "Camino de Santiago".

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