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viernes, 04 de enero de 2008
Sección: De los pueblos de Celtiberia
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El teatro romano de Sagunto deberá volver a su estado original

El teatro romano, de la ciudad de Sagunto, volverá a su estado original antes de las obras de reconstrucción.

La Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo ha confirmado el plazo de dieciocho meses para que se ejecuten las obras de reversión del Teatro Romano de Sagunto dictadas en la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) de abril de 2003.


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  1. #1 jeromor 13 de ene. 2008

    Mensaje de Juan Blanco en Terrae Antiqvae


    “En la página Historia UNED (no oficial) hay un hilo sobre el teatro de Sagunto donde encuentro este mensaje, no sé si el autor estará aquí en Terrae...


     


           Juan Blanco


     


    -----------------------------------


     


    http://uned-historia.metropoliglobal.com/modules.php?name=Forums&file=viewtopic&t=9938


     


     


    Hola compis!!!

    Cuando estaba en primero de carrera (corría el año 2001), asistí a un curso de "Patrimonio al Debate" y mi investigación final consistió en la polémicas restauraciones del Teatro de Sagunto. Os pego mi trabajo, xq recoge bastante información sobre el tema y puede conseguir de q nos hagamos una idea de en q consistió la "restauración" de Grassi y Portaceli.


     

    "LAS POLEMICAS RESTAURACIONES EN EL MUNDO ANTIGUO.

    EL TEATRO ROMANO DE SAGUNTO


    Aunque últimamente hayamos visto proliferar las intervenciones en nuestros monumentos de forma rápida, no han ido con la misma velocidad, los estudios sobre nuestro patrimonio y lo que este nos puede transmitir, o lo que es mejor, enseñar. Es por esto mismo, que hablamos de intervenciones y no de restauraciones, ya que sería impropio utilizar este último término, para designar a actuaciones que se caracterizan por su falta de documentación y rigor. De todas formas, no todas las intervenciones se realizan mal, sino que todo depende del interés que despierte el monumento que se va a someter a restauración. En este caso, el monumento a investigar es el Teatro Romano de Sagunto, el cual se encuentra entre los primeros a los que el Estado dio tal calificativo. Tras la destrucción ejecutada por el hombre en la baja antigüedad, convirtiéndose en un esqueleto al ser saqueado de toda ornamentación y de los sillares que conformaban sus partes más nobles, la majestuosidad y potencia de su estructura se han mantenido expresando la sabiduría y conocimientos técnicos de sus constructores y ha sido causa de admiración y curiosidad, por todos los que han sentido y sienten la atracción por el pasado y sus variantes.


    Existen arqueólogos que tienen diferentes conceptos sobre la restauración y rehabilitación de los monumentos, pudiéndose englobar en tres grupos:

    - Arqueólogos no intervencionistas: esta postura deja en manos de los arquitectos la libertad para hacer lo que quieran. Este extremismo llevaría a la gloria (o lo contrario) a un arquitecto y a la empresa que lo dirige, manteniéndose el arqueólogo, relegado a un plano secundario.

    - Arqueólogos que sólo permiten unas "restituciones mínimas": aunque este concepto es muy débil, y sino sólo hay que ver el teatro romano de Sagunto o monumentos comparables a este. Este sentido ha conseguido convertir en un caos, monumentos y tipologías arquitectónicas.

    - Arqueólogos clásicos: promueven la restauración profunda de los monumentos, y se preocupan por como deberían ser las relaciones entre arqueólogos y arquitectos, aunque estos últimos están mejor situados que los primeros.

    La problemática relación de los dos profesionales antes nombrados se ha sacado a la luz tras las opiniones sobre la rehabilitación del Teatro de Sagunto, monumento al que va dirigido este trabajo. En estos últimos años, algunos arquitectos han criticado la situación penosa a la que se ven sometidos los arqueólogos, haciendo de esta forma una crítica indirecta hacia sus compañeros arquitectos Grassi y Portaceli, que llevaron a cabo la rehabilitación ejercida sobre el monumento mencionado. A pesar de estas críticas, los arquitectos han englobado el trabajo que debería ser ejercido por los arqueólogos, los cuales son los que conocen sobre los temas de Patrimonio y Arqueología, ya que un arquitecto intervendría guiándose solamente por la estética.

    Las leyes españolas, que rigen el desarrollo científico de la investigación arqueológica y la materia de patrimonio histórico, viven en una constante renovación. Por ejemplo, la ley de 1985 sustituye el término de ruina-monumento, por el de bien de interés cultural. Este término hace que el concepto que se tiene de un arqueólogo no sea el de experto en ruinas, y se le juzgue por sus estudios y su documentación. En la actualidad, el turismo cultural crece, por lo que se demanda espacios históricos, es ahora cuando los arqueólogos deben aprovechar para demostrar que sus investigaciones son estudios con base y argumento.

    Una sentencia del Tribunal Supremo de Valencia, acaba da avivar la polémica en lo referido a la rehabilitación llevada a cabo en el Teatro Romano de Sagunto. Esta sentencia ha declarado ilegal, dicha intervención, basándose en el artículo 39.2 de la ley de Patrimonio Histórico Español, que contiene una redacción del artículo 19 de la antigua ley del Tesoro Artístico que prohibía toda reconstrucción en los monumentos. La redacción matiza esta ley, utilizando términos ambiguos que dan pie a confusión. Ante la poca claridad que esta ley transmite, los jueces han aplicado una interpretación general, a pesar de que a estos no se les debería permitir juzgar casos en los que entre en juego la restauración arqueológica. Las redacciones de la ley tampoco resolverán el problema, ya que los intentos de precisión, sólo serán los desencadenantes de más dificultades. Para mejorar una ley, esta debe ser discutida y elaborada por las personas implicadas en el cuidado y la conservación de nuestro Patrimonio Cultural, siendo esta fruto del sentido común y de lo lícito y correcto, sino será imposible que exista una ley que garantice una adecuada restauración de los monumentos. Todo esto se corresponde con los criterios de restauración, basados en una situación cultural concreta.

    Un ejemplo en los errores cometidos en la intervención al Teatro de Sagunto: la cávea tiene un boquete debido a que la "restitución mínima" de las gradas ha desajustado su ritmo compositivo, de modo que en la parte superior irrumpe la bóveda de un pasillo subterráneo de distribución, al no haberse calculado que las losas que recubrían los asientos iban sumando altura a las gradas.

    Los extremos de la cávea se han consolidado como si fueran parodoi, elemento que no tiene lugar en un teatro latino, aunque para conseguir ese plano vertical se recurriera a volar con un cartucho de dinamita una parte de la estructura romana.
    También el escenario se había ensanchado, sellando las substrucciones del frente escénico y del proscenio, con un piso de cemento sobre el que se elevan los restos de dos valvas.

    Pueden elaborarse trabajos orientados a subsanar esos errores. No podemos tener un planteamiento rígido en cuanto a la restauración. Por eso, esas intervenciones mínimas, a veces irreversibles, son tan peligrosas como una restauración de mayores ambiciones, siendo por este motivo, por lo que el informe arqueológico es decisivo para optar por uno o por otro grado de intervención. Para conocer la articulación constructiva, la arqueología clásica dispone de un método basado en el estudio directo del monumento. Se han realizado la planta y las secciones arqueológicas del Teatro de Sagunto en la documentación aportada por Emilia Hernández en 1986 y esas conclusiones sí que han sido utilizadas en la rehabilitación planteada por el proyecto, de modo que el recubrimiento de las gradas, la anchura y distribución de los praecinctiones, el lugar en que se elevan los baltei, la correspondencia y servicio de cada uno de los vomitorios y la consiguiente altura del edificio escénico por los que se decide el proyecto de los arquitectos G. Grassi y M. Portaceli, incorpora el resultado de un análisis arqueológico. Por una vez el equipo arqueológico no se ha limitado a hacer un simple seguimiento de la obra, sino que ha ido por delante, frente a cuyas propuestas se ha manifestado disconforme.

    La contemplación de las formas romanas desprovistas de decoración, produce una impresión de proyecto inacabado y eso puede achacarse al proyecto del Teatro de Sagunto: un cuerpo arquitectónico de ladrillo depositado sobre la cimentación pétrea romana, limpio y claro, que cobija en su interior capiteles, inscripciones y mosaicos procedentes de la ciudad de Sagunto. Hay quien opina que la memoria del lugar no justifica una restauración. La intervención de G. Grassi y M. Portaceli partía de unos criterios que pueden tomarse como defendibles, pero que analizados no soportan una crítica rigurosa. G. Grassi atribuye a anteriores intervenciones objetivos y criterios que parecen infundados y subjetivos, al definir el estado del monumento como una ruina artificial. En base a ello, se establecían las justificaciones de su actuación. Pero esto no podía resultar excusa para el tipo de intervención realizada, que se desentiende de la originalidad del propio monumento para plantear una idea propia sobre el mismo que acaba implantándose por encima de toda otra consideración. No puede afirmarse que el proyecto se haya basado en un conocimiento científico del edificio, ni que haya sido respetuoso con éste. Ni se hizo la adecuada investigación previa a la fase del proyecto, ni los resultados obtenidos de los hallazgos o estudios posteriores han provocado las modificaciones que hubieran sido de rigor, lo que lleva a suponer que tales datos no importaban a los autores del proyecto.

    Como ejemplo: la reconstrucción del muro de cierre de postscaenium. En sus orígenes seguramente fue ejecutado en dos fases y presentaba exteriormente una estructura de machones de refuerzo de opus quadratum, cuyos grandes sillares habían sido arrancados ya de antiguo, pero de los que quedaban las huellas, con relleno de sillarejos de opus vittatum. Respecto al remontaje de algunos elementos de los órdenes que decoraron el frons scaena parece un intento serio de mostrar lo que pudo ser la ornamentación del teatro. Las columnas se han dispuesto con una proporción rechoncha, lo que las priva de la elegancia y de la armonía que caracteriza a los órdenes clásicos. Parece que la escena tuvo triple orden, lo que el montaje realizado se encarga de contradecir. La reconstrucción del edificio escénico es errónea en la altura, pues queda achaparrado al no haber alcanzado la altura que debió tener originalmente. Las superficies que se presentan, ni siquiera una cuarta parte son restos originales romanos.

    A este efecto contribuye en gran medida la reconstrucción del graderío realizado en un material, distinto del original tanto en color como en textura, pues frente al color gris azulado de los sillares opus quadratum de caliza local se ha utilizado un aplacado de piedra blanca de tipo travertino, de Teruel. A esto le unimos la arbitraria decisión de interrumpir la scalae en los corredores o balteus.

    ¿Hasta qué punto se justifica una intervención de esta envergadura en un monumento histórico?
    Existen dos tipos de justificaciones:

    a) En primer lugar se apela que históricamente ha habido intervenciones de cada época en los edificios, llegando alguna a tener tanta o mayor calidad que la obra original. La existencia de una mayor conciencia histórica y de un respeto hacia el legado del pasado, en este caso arquitectónico. Nuestra época se caracteriza por haber plasmado este sentir en legislaciones protectoras de este legado. En este caso nos enfrentamos con la esencia misma del concepto de conservación de un patrimonio. Argumentar que igual que se hizo en esas épocas se puede hacer hoy, es un contrasentido histórico, y será en su concepción y actitud, arquitectura de otra época, no arquitectura actual. En cualquier caso debe respetar la esencia y la naturaleza del monumento, no sobreponerse a él, ni menos ocultarlo o enmascararlo detrás de la obra actual. Y respetar su esencia puede en muchos casos querer decir respetar su estado de ruina. Conviene aquí preguntarse hasta que punto es necesario que todos los monumentos vuelvan a recuperar un uso. Hay muchos que merecen quedar como meros símbolos. Y si hace falta un teatro, hay muchos lugares en que poder edificarlo.

    b) Otro de los argumentos es la supuesta restauración del espacio original. La recuperación del espacio primigenio original, choca con la conservación de la materia auténtica del monumento. Lo que no tiene sentido es una restauración cree un espacio nuevo o transforme el original. En un monumento llegado a nosotros en estado de ruina, su espacio ruinoso no será el "auténtico" original, pero puede llegar a cobrar significación propia como ruina, y por tanto nueva autenticidad.

    El atractivo y la veneración que para nuestra sociedad encierran muchos monumentos, no cabe duda que en muchos casos se desvanecería tras actuaciones de reconstrucción como la aquí realizada. La idea de recuperar el espacio original no puede tomarse como válida en todos los casos y cuando hay serias dificultades para conocer su auténtica forma, y más cuando exige realizar un volumen de obra que rivaliza con las partes originales conservadas, resulta dudosa su validez como criterio de actuación. Es comprensible que una parte de la sociedad haya entendido que la obra ha supuesto una agresión contra el monumento. Y que hayan intentado detener esa agresión por todos los medios, incluidos los legales.

    En la actualidad, quince meses después de que el Tribunal Superior de Justicia confirmara la sentencia dictada en 1993 a favor de la reversibilidad del Teatro Romano de Sagunto, la Generalitat ha anunciado las zonas en que se realizarán los trabajos que devolverán al recinto al estado en que se encontraba en 1988. Todas las obras de nueva construcción en parte del escenario, los laterales y las gradas serán derribadas hasta dejar el teatro tal y como estaba antes de la polémica intervención de los arquitectos Grassi y Portaceli.

    El derribo podría costar unos seis millones de euros y, no comenzará hasta septiembre. Todos los informes sobre la reversibilidad de las obras en la zona de la gradería son favorables tras la realización de diversas catas sobre la zona. En cuanto a la zona del escenario, la reversibilidad será posible hasta cuotas de 1/20, ya que este a partir de este nivel cuando hay peligro de tocar la piedra original. Habrá partes del escenario en las que será posible intervenir en mayor profundidad debido a que la obra de mármol no está nivelada. Es imposible devolver los restos arqueológicos hallados y sacados del teatro cuando se hicieron las obras. Estos restos pasarán a exponerse en uno de los museos de la localidad, en la denominada casa del Mestre Penya.

    El proyecto definitivo de restauración será elaborado por una comisión multidisciplinar, en la que tendrán cabida desde arquitectos a delineantes, pasando por historiadores. Los miembros de esta comisión debatirán exclusivamente cuestiones técnicas. La sentencia prohibe la nueva construcción y sólo indica la demolición de la obra nueva y la adecuación del recinto para que éste tenga finalidad funcional y pueda ser utilizado por el público. Se harán las reformas pertinentes para evitar las filtraciones de agua que han perjudicado durante estos años la piedra original de la gradería."

    Espero q os haya gustado mi trabajo, si véis algún fallo me lo decís.

    Las fuentes q utilicé fueron:

    - El Teatro Romano de Sagunto: Génesis y Construcción.
    LARA ORTEGA, Salvador
    - Revista de ARQUEOLOGÍA, nº 147
    - Revista de ARQUEOLOGÍA, nº 150
    - Revista de ARQUEOLOGÍA, nº 153

    Para finalizar, voy a citar algo q escribí en la opinión personal de este trabajo y q no os he adjuntado (xq son opiniones personales sin importancia... y tampoco soy un experto en arqueología
    ). Lo escribí hace 6 años, pero para mi sigue teniendo la misma validez:

    "El patrimonio es nuestro pasado, el cual nos ayuda a afrontar el futuro sin sensación de desarraigo, ni cultural, ni social. Si acabamos con este patrimonio o lo convertimos en una obra actual, perdiendo así su identidad, no habrá pasado al que recurrir para fijar nuestro presente, ni tampoco para sentir nostalgia por él y enorgullecernos de lo que un día fuimos."


     


     

  2. #2 A.M.Canto 13 de ene. 2008

    Más documentación. El que sigue es un trabajo de curso reportado por J. Blanco en la Lista de terraeantiqvae. Procede un hilo de foros de la UNED sobre el mismo tema del teatro, y lo firma "gericault", de Tenerife, aquí. Lo voy a transcribir con ambas venias (espero), porque contiene detalles y precisiones poco comentadas en prensa sobre algunos errores muy concretos, que me permitiré resaltar, entre otros:

    «Cuando
    estaba en primero de carrera (corría el año 2001), asistí a un curso de
    "Patrimonio al Debate" y mi investigación final consistió en la
    polémicas restauraciones del Teatro de Sagunto. Os pego mi trabajo, xq recoge
    bastante información sobre el tema y puede conseguir de q nos hagamos una idea
    de en q consistió la "restauración" de Grassi y Portaceli.



    "LAS POLEMICAS RESTAURACIONES EN EL MUNDO ANTIGUO. EL
    TEATRO ROMANO DE SAGUNTO


    Aunque últimamente hayamos visto proliferar las intervenciones en nuestros
    monumentos de forma rápida, no han ido con la misma velocidad, los estudios
    sobre nuestro patrimonio y lo que este nos puede transmitir, o lo que es mejor,
    enseñar. Es por esto mismo que hablamos de intervenciones y no de restauraciones, ya que sería
    impropio utilizar este último término, para designar a actuaciones que se
    caracterizan por su falta de documentación y rigor. De todas formas, no
    todas las intervenciones se realizan mal, sino que todo depende del interés que
    despierte el monumento que se va a someter a restauración. En este caso, el
    monumento a investigar es el Teatro Romano de Sagunto, el cual se encuentra
    entre los primeros a los que el Estado dio tal calificativo. Tras la
    destrucción ejecutada por el hombre en la baja antigüedad, convirtiéndose en un
    esqueleto al ser saqueado de toda ornamentación y de los sillares que
    conformaban sus partes más nobles, la majestuosidad y potencia de su estructura
    se han mantenido expresando la sabiduría y conocimientos técnicos de sus
    constructores y ha sido causa de admiración y curiosidad, por todos los que han
    sentido y sienten la atracción por el pasado y sus variantes.


    Existen arqueólogos que
    tienen diferentes conceptos sobre la restauración y rehabilitación de los
    monumentos, pudiéndose englobar en tres grupos:


    - Arqueólogos no intervencionistas: esta postura deja en manos de los
    arquitectos la libertad para hacer lo que quieran. Este extremismo llevaría a
    la gloria (o lo contrario) a un arquitecto y a la empresa que lo dirige,
    manteniéndose el arqueólogo relegado a un plano secundario.


    - Arqueólogos que sólo permiten unas "restituciones mínimas": aunque
    este concepto es muy débil, y si no sólo hay que ver el teatro romano de
    Sagunto o monumentos comparables a este. Este sentido ha conseguido convertir
    en un caos, monumentos y tipologías arquitectónicas.


    - Arqueólogos clásicos: promueven la restauración profunda de los monumentos, y
    se preocupan por como deberían ser las relaciones entre arqueólogos y
    arquitectos, aunque estos últimos están mejor situados que los primeros.


    La problemática relación de los dos profesionales antes nombrados
    se ha sacado
    a la luz tras las opiniones sobre la rehabilitación del Teatro de Sagunto,
    monumento al que va dirigido este trabajo. En estos últimos años, algunos arquitectos han criticado
    la situación penosa a la que se ven sometidos los arqueólogos, haciendo de esta
    forma una crítica indirecta hacia sus compañeros arquitectos Grassi y Portaceli
    ,
    que llevaron a cabo la rehabilitación ejercida sobre el monumento mencionado. A
    pesar de estas críticas, los
    arquitectos han englobado el trabajo que debería ser ejercido por los
    arqueólogos
    , los cuales son los que conocen sobre los temas de Patrimonio y
    Arqueología, ya que un arquitecto intervendría guiándose solamente por la
    estética.


    Las leyes españolas, que rigen el desarrollo científico de la investigación
    arqueológica y la materia de patrimonio histórico, viven en una constante
    renovación. Por ejemplo,
    la ley de 1985 sustituye el término de ruina-monumento, por el de bien de
    interés cultural. Este
    término hace que el concepto que se tiene de un arqueólogo no sea el de experto
    en ruinas, y se le juzgue por sus estudios y su documentación
    . En la
    actualidad, el turismo cultural crece, por lo que se demanda espacios
    históricos, es ahora cuando los arqueólogos deben aprovechar para demostrar que
    sus investigaciones son estudios con base y argumento.


    Una sentencia del Tribunal Supremo de Valencia, acaba de avivar la polémica en
    lo referido a la rehabilitación llevada a cabo en el Teatro Romano de Sagunto.
    Esta sentencia ha declarado ilegal dicha intervención, basándose en el artículo 39.2 de la ley de
    Patrimonio Histórico Español, que contiene una redacción del artículo 19 de la
    antigua Ley del Tesoro Artístico que prohibía toda reconstrucción en los
    monumentos.
    La redacción matiza esta ley, utilizando términos ambiguos
    que dan pie a confusión. Ante la poca claridad que esta ley transmite, los
    jueces han aplicado una interpretación general, a pesar de que a éstos no se
    les debería permitir juzgar casos en los que entre en juego la restauración
    arqueológica. Las redacciones de la ley tampoco resolverán el problema, ya que
    los intentos de precisión sólo serán los desencadenantes de más dificultades.
    Para mejorar una ley, esta debe ser discutida y elaborada por las personas
    implicadas en el cuidado y la conservación de nuestro Patrimonio Cultural,
    siendo esta fruto del sentido común y de lo lícito y correcto, si no será
    imposible que exista una ley que garantice una adecuada restauración de los
    monumentos. Todo esto se corresponde con los criterios de restauración, basados
    en una situación cultural concreta.


    Un ejemplo en los errores
    cometidos en la intervención
    al Teatro de Sagunto: la cávea tiene un boquete
    debido a que la "restitución mínima" de las gradas ha desajustado su
    ritmo compositivo, de modo que en la parte superior irrumpe la bóveda de un
    pasillo subterráneo de distribución, al no haberse calculado que las losas que
    recubrían los asientos iban sumando altura a las gradas.


    Los extremos de la cávea
    se han consolidado como si fueran parodoi, elemento que no tiene lugar en un
    teatro latino, aunque para conseguir ese plano vertical se recurriera a volar
    con un cartucho de dinamita una parte de la estructura romana.


    También el escenario se había ensanchado, sellando las substrucciones del
    frente escénico y del proscenio, con un piso de cemento sobre el que se elevan
    los restos de dos valvas.


    Pueden elaborarse trabajos orientados a subsanar esos errores. No podemos tener
    un planteamiento rígido en cuanto a la restauración. Por eso, esas
    intervenciones mínimas, a veces irreversibles, son tan peligrosas como una
    restauración de mayores ambiciones, siendo por este motivo, por lo que el
    informe arqueológico es decisivo para optar por uno o por otro grado de
    intervención
    . Para conocer la articulación constructiva, la arqueología clásica
    dispone de un método basado en el estudio directo del monumento. Se han realizado la planta y las
    secciones arqueológicas del Teatro de Sagunto en la documentación aportada por
    Emilia Hernández en 1986 y esas conclusiones sí que han sido utilizadas en la
    rehabilitación planteada por el proyecto, de modo que el recubrimiento
    de las gradas, la anchura y distribución de los praecinctiones, el lugar en que
    se elevan los baltei, la correspondencia y servicio de cada uno de los
    vomitorios y la consiguiente altura del edificio escénico por los que se decide
    el proyecto de los arquitectos G. Grassi y M. Portaceli, incorpora el resultado
    de un análisis arqueológico.
    Por
    una vez el equipo arqueológico no se ha limitado a hacer un simple seguimiento
    de la obra, sino que ha ido por delante, frente a cuyas propuestas se ha
    manifestado disconforme.


    La contemplación de las formas romanas desprovistas de decoración, produce una
    impresión de proyecto
    inacabado
    y eso puede achacarse al proyecto del Teatro de Sagunto: un cuerpo arquitectónico de
    ladrillo depositado sobre la cimentación pétrea romana, limpio y claro, que
    cobija en su interior capiteles, inscripciones y mosaicos procedentes de la
    ciudad de Sagunto
    .
    Hay quien opina que la memoria del lugar no justifica
    una restauración. La
    intervención de G. Grassi y M. Portaceli partía de unos criterios que pueden
    tomarse como defendibles, pero que analizados no soportan una crítica rigurosa.
    G. Grassi atribuye a anteriores intervenciones objetivos y criterios que
    parecen infundados y subjetivos, al definir el estado del monumento como una ruina artificial. En base a
    ello, se establecían las justificaciones de su actuación. Pero esto no
    podía resultar excusa para el tipo de intervención realizada, que se desentiende de la
    originalidad del propio monumento para plantear una idea propia sobre el mismo
    que acaba implantándose por encima de toda otra consideración.
    No puede
    afirmarse que el proyecto se haya basado en un conocimiento científico del
    edificio, ni que haya sido respetuoso con éste.
    Ni se hizo la adecuada
    investigación previa a la fase del proyecto, ni los resultados obtenidos de los
    hallazgos o estudios posteriores han provocado las modificaciones que hubieran
    sido de rigor, lo que lleva a suponer que tales datos no
    importaban a los autores del proyecto.


    Como ejemplo: la
    reconstrucción del muro de cierre de postscaenium. En sus orígenes
    seguramente fue ejecutado en dos fases y presentaba exteriormente una
    estructura de machones de refuerzo de opus quadratum, cuyos grandes sillares
    habían sido arrancados ya de antiguo, pero de los que quedaban las huellas, con
    relleno de sillarejos de opus vittatum
    . Respecto al remontaje de algunos elementos
    de los órdenes que decoraron el frons scaenae, parece un intento serio de
    mostrar lo que pudo ser la ornamentación del teatro. Las columnas se han dispuesto con una proporción
    rechoncha, lo que las priva de la elegancia y de la armonía que caracteriza a
    los órdenes clásicos. Parece que la escena tuvo triple orden, lo que el montaje
    realizado se encarga de contradecir. La reconstrucción del edificio escénico es
    errónea en la altura, pues queda achaparrado al no haber alcanzado la altura
    que debió tener originalmente. Las superficies que se presentan, ni siquiera
    una cuarta parte son restos originales romanos.


    A este efecto contribuye en gran medida la reconstrucción del graderío
    realizado en un material, distinto
    del original tanto en color como en textura
    , pues frente al color gris azulado
    de los sillares opus quadratum de caliza local se ha utilizado un aplacado de
    piedra blanca de tipo travertino, de Teruel. A esto le unimos la
    arbitraria decisión de interrumpir las scalae en los corredores o balteus.


    ¿Hasta qué punto se justifica una intervención de esta envergadura en un
    monumento histórico? Existen dos tipos de justificaciones:


    a) En primer lugar se apela a que históricamente ha habido intervenciones de
    cada época en los edificios, llegando alguna a tener tanta o mayor calidad que
    la obra original. La existencia de una mayor conciencia histórica y de un
    respeto hacia el legado del pasado, en este caso arquitectónico. Nuestra época se caracteriza por
    haber plasmado este sentir en legislaciones protectoras de este legado.
    En este caso nos enfrentamos con la esencia misma del concepto de conservación
    de un patrimonio.
    Argumentar que igual que se hizo en esas épocas se puede
    hacer hoy, es un contrasentido histórico, y será en su concepción y actitud,
    arquitectura de otra época, no arquitectura actual. En cualquier caso debe respetar la esencia y la
    naturaleza del monumento, no sobreponerse a él, ni menos ocultarlo o
    enmascararlo detrás de la obra actual.
    Y respetar su esencia puede en
    muchos casos querer decir respetar su estado de ruina. Conviene aquí preguntarse hasta que punto es
    necesario que todos los monumentos vuelvan a recuperar un uso. Hay muchos que
    merecen quedar como meros símbolos. Y si hace falta un teatro, hay
    muchos lugares en que poder edificarlo.


    b) Otro de los argumentos es la supuesta restauración del espacio original. La
    recuperación del espacio primigenio original, choca con la conservación de la
    materia auténtica del monumento. Lo que no tiene sentido es una restauración cree un espacio nuevo o
    transforme el original. En un monumento llegado a nosotros en estado de
    ruina
    , su espacio ruinoso no será el "auténtico" original, pero puede
    llegar a cobrar significación propia como ruina, y por tanto nueva
    autenticidad.


    El atractivo y la veneración que para nuestra sociedad encierran muchos
    monumentos, no cabe duda que en muchos casos se desvanecería tras actuaciones
    de reconstrucción como la aquí realizada. La idea de recuperar el espacio original no puede tomarse
    como válida en todos los casos y cuando hay serias dificultades para conocer su
    auténtica forma, y más cuando exige realizar un volumen de obra que rivaliza
    con las partes originales conservadas, resulta dudosa su validez como criterio
    de actuación.
    Es comprensible que una parte de la sociedad haya
    entendido que la obra ha supuesto una agresión contra el monumento. Y que hayan
    intentado detener esa agresión por todos los medios, incluidos los legales.


    En la actualidad, quince meses después de que el Tribunal Superior de Justicia
    confirmara la sentencia dictada en 1993 a favor de la reversibilidad del Teatro
    Romano de Sagunto, la
    Generalitat ha anunciado las zonas en que se realizarán los
    trabajos que devolverán al recinto al estado en que se encontraba en 1988.
    Todas las obras de nueva construcción en parte del escenario, los laterales y
    las gradas serán derribadas hasta dejar el teatro tal y como estaba antes de la
    polémica intervención de los arquitectos Grassi y Portaceli.


    El derribo podría costar unos seis millones de euros y, no comenzará hasta
    septiembre. Todos los
    informes sobre la reversibilidad de las obras en la zona de la gradería son
    favorables tras la realización de diversas catas sobre la zona. En cuanto a la
    zona del escenario, la reversibilidad será posible hasta cuotas de 1/20, ya que
    este a partir de este nivel cuando hay peligro de tocar la piedra original.
    Habrá partes del escenario en las que será posible intervenir en mayor
    profundidad debido a que la obra de mármol no está nivelada. Es imposible devolver los restos
    arqueológicos hallados y sacados del teatro cuando se hicieron las obras.
    Estos restos pasarán a exponerse en uno de los museos de la localidad, en la
    denominada casa del Mestre Penya.


    El proyecto definitivo de restauración será elaborado por una comisión
    multidisciplinar, en la que tendrán cabida desde arquitectos a delineantes,
    pasando por historiadores. Los miembros de esta comisión debatirán
    exclusivamente cuestiones técnicas. La sentencia prohibe la nueva construcción
    y sólo indica la demolición de la obra nueva y la adecuación del recinto para
    que éste tenga finalidad funcional y pueda ser utilizado por el público.
    Se
    harán las reformas pertinentes para evitar las filtraciones de agua que han
    perjudicado durante estos años la piedra original de la gradería."


    Espero q os haya gustado mi trabajo, si véis algún fallo me lo decís.


    Las fuentes q utilicé fueron:


    - El Teatro Romano de Sagunto: Génesis y Construcción. LARA ORTEGA, Salvador
    - Revista de ARQUEOLOGÍA, nº 147
    - Revista de ARQUEOLOGÍA, nº 150
    - Revista de ARQUEOLOGÍA, nº 153


    Para finalizar, voy a citar algo q escribí en la opinión personal de este
    trabajo y q no os he adjuntado (xq son opiniones personales sin importancia...
    y tampoco soy un experto en arqueología). Lo escribí hace 6
    años, pero para mi sigue teniendo la misma validez:


    "El patrimonio es nuestro pasado, el cual nos ayuda a afrontar el futuro
    sin sensación de desarraigo, ni cultural, ni social. Si acabamos con este
    patrimonio o lo convertimos en una obra actual, perdiendo así su identidad, no
    habrá pasado al que recurrir para fijar nuestro presente, ni tampoco para
    sentir nostalgia por él y enorgullecernos de lo que un día fuimos."»

  3. #3 lucusaugusti 28 de ene. 2008

    El imposible rescate de la ruina


    La ejecución de la sentencia del Teatro Romano de Sagunto 'quema' a quien la toca


    EL PAíS - ADOLF BELTRAN - Valencia - 27/01/2008


    La obra de Giorgio Grassi y Manuel Portaceli ha sido juzgada y condenada. El TSJ valenciano y el Tribunal Supremo, en varias sentencias, han considerado culpable la rehabilitación del Teatro Romano de Sagunto emprendida hace más de 15 años por encargo de los socialistas Joan Lerma y Ciprià Ciscar, entonces presidente y consejero de Cultura, y han ordenado su demolición parcial porque no se limitó a restaurar, sino que reconstruyó con nuevos materiales. Quien promovió el caso, el abogado Juan Marco Molines, ex diputado del PP, no ceja en su empeño de que la condena se ejecute, aunque políticos, gestores culturales y colectivos de arquitectos respirarían si lo dejara correr y ponen en duda que los jueces decidan sobre aspectos técnicos como qué se puede considerar "restauración" o qué "reconstrucción".


    Un manifiesto contra la demolición reúne ya cerca de 900 firmas de artistas como Concha Velasco, Joan Manuel Serrat, Emma Suárez o José Carlos Plaza, y de arquitectos como Oriol Bohigas o Vittorio Gregotti. Otros sectores, vinculados a la derecha valenciana, insisten en derribar la obra mientras la Generalitat, gobernada por los populares, que promovieron el caso, busca una salida que acarree el mínimo desgaste.


    A medida que el contencioso judicial agotaba trámites, la cultura del patrimonio ha evolucionado. Las últimas décadas del siglo XX vieron cómo se generalizaba un tratamiento de las rehabilitaciones que descarta las dos tradiciones de origen decimonónico, tanto la basada en la idea romántica del inglés John Ruskin de dejar las ruinas sin restaurar como la del francés Violet Le-Duc, partidario de imitar el estilo original. Teóricos y profesionales destacan que se impone la reconstrucción analógica, contraria al falso histórico, que considera la restauración un proyecto arquitectónico cuyo objetivo es la puesta en uso de los monumentos mediante la convivencia de elementos antiguos con otros de lenguaje actual. Rafael Moneo aplica esos principios en la rehabilitación del Teatro Romano de Cartagena.


    http://www.elpais.com/recorte/20080127elpepicul_3/LCO340/Ies/Teatro_Romano_Sagunto_inicios_siglo_XX.jpg


    El Teatro Romano de Sagunto a inicios del siglo XX-


    http://www.elpais.com/recorte/20080127elpepicul_4/LCO340/Ies/Teatro_Romano_Sagunto_decenas_restauraciones_ejecutadas_anos_setenta.jpg


     El recinto tras las decenas de restauraciones ejecutadas en los años setenta.



    ENTREVISTA: GIORGIO GRASSI Arquitecto


    "A nosotros, nadie nos ha llamado nunca a declarar"


    http://www.elpais.com/articulo/cultura/nadie/nos/ha/llamado/declarar/elpepicul/20080127elpepicul_9/Tes


    ENTREVISTA: MANUEL PORTACELI Arquitecto


    "Con el tiempo y el uso, la obra se ha ido entendiendo mejor"


    http://www.elpais.com/articulo/cultura/tiempo/uso/obra/ha/ido/entendiendo/mejor/elpepicul/20080127elpepicul_10/Tes

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