Autor: Guillen
viernes, 08 de junio de 2007
Sección: Leyendas
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Amantes de Teruel

de unos amantes anónimos.....

De los amantes












La
ciudad de Teruel está vinculada a una tradición medieval de sabor y
belleza románticos: la de los Amantes. Constituye una de las más bellas
páginas de amor del mundo, y repetidamente ha ido su tema al teatro, a
la literatura y al arte.


Vivían
en el siglo XIII en Teruel dos familias nobles e influyentes: Seguras y
Marcillas. Hija de la primera era Isabel; descendiente de la segunda,
Diego. Ambos se amaron desde la adolescencia, pero los Marcillas eran
muy pobres en caudales y tal enlace no parecía conveniente a los
orgullosos Seguras, por lo que Diego solicitó y obtuvo un plazo para
buscar fortuna en lejanas tierras. Transcurrieron los años y Diego
conquistó en la guerra, la gloria y la fortuna soñadas; pero al pisar
de nuevo Teruel, a las puertas de la ciudad, escuchó cómo las campanas
todas de la villa repicaban a boda. Isabel, expirado ya el plazo
convenido, contraía matrimonio con el rico y poderoso señor de
Albarracín, don Pedro de Azagra.

"...El
mismo día de la boda, Diego logra entrevistarse con Isabel. Al
despedirse para siempre de ella, le pide un beso. Isabel está ya casada
y se lo niega.

Diego no puede soportar la angustia y la tensión de aquella despedida y muere de dolor a los pies de ella..."








Al
siguiente día se celebran en la iglesia de San Pedro los funerales de
Diego. Isabel, vestida de boda, el rostro oculto entre sus velos,
avanza por la nave central y se acerca para dar al cadáver de Diego el
beso que le negó vivo. Isabel expira abrazada al cuerpo de Diego. El
hecho impresionó de tal manera a la ciudad entera, que ésta decidió dar
sepultura a los cuerpos de Diego e Isabel en la misma iglesia sonde
aconteciera tan dramático suceso. Los cuerpos de los Amantes fueron
hallados en el año 1555, con ocasión de obras realizadas en la iglesia.















La
historia de Isabel y Diego ha inspirado numerosa iconografía.
Recordemos en este aspecto el grandioso cuadro de Muñoz Degrain "Los
Amantes de Teruel" propiedad del Museo del Prado o el bellísimo
altorrelieve del escultor Aniceto Marinas que remata la monumental
escalinata de la estación de Teruel.


Pero sin lugar a dudas, la imagen más

representativa y conocida es la de las esculturas

de alabastro, bajo las que reposan los restos de

Isabel y Diego, inspirada obra del escultor

Juan de Ávalos.


Su origen data de mediados de los

años 50, durante una visita que el autor realizó

a Teruel a instancias de sus amigos Clemente

Pamplona y José Mª Belloch, decididos impulsores

de la historia de los Amantes y autores de una

obra de teatro sobre la misma que con gran éxito

de público fue puesta en escena.

Juan de Ávalos
comprendió enseguida toda la belleza y poesía del drama amoroso de
Isabel y Diego y acertó de pleno al plasmarlo en las dos figuras que
rematan el mausoleo sobre dos bellísimas cajas de celosía labrada en
alabrastro.



Las
bellísimas y perfectamente labradas de Isabel y Diego, reposan con sus
cabezas ligeramente inclinadas una hacia la otra, y la mano de Isabel
extendida hacia la de Diego sin apenas rozarla, gesto este que
simboliza toda la poesía y la grandeza de su amor imposible.


El
gesto de esas dos manos que no se rozan se ha convertido así en el
símbolo universal del amor y es, sin lugar a dudas, la imagen que mejor
define e identifica la universal historia.

Desde
Septiembre de 2005, los restos de los Amantes reposan en un nuevo
edificio, que combina tradición y vanguardia y que dispone de
diferentes SALAs expositivas que pretenden acercar la Historia de los
Amantes al visitante.



El
Conjunto Amantes, que comprende el Mausoleo, la Iglesia y la Torre de
San Pedro, se halla gestionado en la actualidad por la Fundación
Amantes de Teruel. Sus objetivos se centran en la promoción,
divulgación y conservación del mudejar y en el mantenimiento y difusión
de las tradiciones que tienen como eje la historia de amor de Isabel de
Segura y Juan Martínez de Marcilla. (http://www.amantesdeteruel.es/)








Las
momias de Isabel y Diego fueron descubiertas en el año 1555 al realizar
unas obras en una de las capillas de la Iglesia de San Pedro, según
atestiguan escritos de la época.


Permanecieron
visibles hasta que en el año 1578 fueron enterrados de nuevo en la
capilla de los Santos Médicos San Cosme y San Damián de la misma
iglesia de San Pedro, por mandato del entonces obispo de Teruel D.
Andrés Santos.


Conocedor
de la historia, el notario Yagüe de SALAs ordena su desenterramiento y
da fe de su existencia y de toda la historia en su famoso Protocolo
Notarial, documento imprescindible para el conocimiento de la historia
de los Amantes.


Desde
1619 hasta 1675, los restos de Isabel y Diego debieron permanecer
expuestos al público en la citada iglesia, aunque no consta el lugar
exacto, para posteriormente ser guardados en un armario o alacena fuera
del recinto sagrado.


Ya
a principios de siglo XVIII los restos se trasladaron a un mal llamado
panteón, situado en el claustro anejo a la iglesia para poder ser
visitados por los viajeros que acudían cada vez en mayor número a
Teruel, atraídos por la difusión que empieza a alcanzar la historia.


Durante
siglo y medio permanecieron expuestos en aquel lugar dentro de un
pequeño armario situado en uno de los ángulos del claustro.


Existe
constancia escrita de que el Rey Fernando VII acudió a visitarlos en
dicho lugar durante su estancia en Teruel los días 13 y 14 de abril de
1814.


Amediados
del siglo XVIII se hicieron numerosas proposiciones para que los restos
momificados de los Amantes viajaran por toda España expuestos en urnas
de cristal con el fin de recaudar los fondos necesarios para la
construcción de un digno panteón en que enterrarlos.








La
idea no prosperó, pero sin embargo con los beneficios obtenidos de las
representaciones teatrales de la obra "Juan sin tierra" que tuvieron
lugar en Teruel, una comisión presidida al efecto por el Gobernador
Civil, D. Miguel Díaz, encarga una urna apropiada para albergar las
momias. El templete, más que una urna por su forma y disposición, fue
realizada por el ebanista turolense Policarpio Serrano y colocado en
una SALA colocada al efecto en el claustro de la citada Iglesia de San
Pedro.


Allí
estuvieron hasta el 27 de mayo de 1902, fecha en que fueron trasladados
a la capilla en la que  han permanecido hasta su actual ubicación.


Durante
nuestra Guerra Civil (1936-39) los restos fueron trasladados para su
custodia a los sótanos del Convento de las Monjas Carmelitas de la
ciudad, para una vez finalizada la contienda, ser devueltos a su
anterior emplazamiento.


Ya
en el año 1955, con ocasión de los actos organizados para conmemorar el
IV Centenario de su descubrimiento, el diario local "Lucha" inició una
campaña a nivel nacional para la definitiva construcción de un digno
mausoleo. Y aun cuando la campaña no tuvo el éxito deseado desde el
punto de vista económico, Juan de Ávalos, durante su primera visita a
Teruel a instancias de los más destacados promotores de los actos,
"horrorizado ante la visión del espectáculo de aquellas momias", según
sus propias palabras, se comprometió a hacer algo digno de acuerdo con
la historia.


Tan
sólo unos meses después, Juan de Ávalos regalaba prácticamente su
espléndida y bellísima obra al pueblo de Teruel, logrando de esa manera
que el definitivo enterramiento de Isabel y Diego se convirtiera en el
más bello símbolo del amor y en lugar de obligado perenigraje para
todos los visitantes que acuden a Teruel.


Las
manos de Isabel y Diego que no llegan a rozarse, esculpidas por Juan de
Ávalos de forma insuperable, son la más bella expresión de la historia.




Todo esta sacado de http://turismo.teruel.net/amantes/amantes.html.
Pero si he colgado esto aquí, es porque quería abrir un tema de debate sobre este tema, que camina entre leyenda y realidad, me gustaria que sacaramos algo en claro de aquí.

Más informacióen en: http://turismo.teruel.net/amantes/amantes.html


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Comentarios

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  1. #1 Muñiz 15 de jun. 2007

    [Título]


                El documento se encuentra en el libro de protocolos del notario Juan Yagüe de SALAs correspondiente al año 1619, en los folios 128r-138v de numeración original y 112r-122v moderna a lapiz.
           La importancia que se dió al descubrimiento en su día viene reflejada por los tres lugares en que se anotó: en la primera hoja, en la rúbrica y en el índice final. En todos ellos se lee, con pequeñas variantes, la siguiente inscripción:


    En este año se hallaron los Amantes de esta ciudad.


           El libro de protocolos, que ha estado perdido durante tantos años, se conserva actualmente en el Archivo Histórico Provincial (signatura 2.108 )





    REAPARICIÓN DEFINITIVA DEL PROTOCOLO DE YAGÜE



           Ya hemos señalado que permaneció perdido o semioculto durante más de trescientos años, con todas las conclusiones negativas que esto acarreó. Por eso, su redescubrimiento fue recibido con júbilo por los amantístas y vino a demostrar que pese a involuntarios descuidos, la tradición turolense no carecía de documentos auténticos.

           Efectivamente, el 9 de febrero de 1958, cuando Caruana estaba corrigiendo las pruebas de imprenta de su articulo Los Amantes de Teruel ¿Traducción? ¿Tradición? ¿Historia?, tuvo la inmensa alegría de encontrar, entre los códices del archivo notarial de la ciudad, el libro de protocolos de Juan Yagüe de SALAs.

           Sin dudarlo un momento, añadió a su trabajo la reproducción fotográfica del documento. Es, pues la primera vez que se dió entero el protocolo, pero no su transcripción. Como explica el mismo Caruana, al redactar su artículo, había utilizado la edición de Gabarda.

           A pesar del trascendental descubrimiento , decidió mantenerla como tributo al gran amantista decimonónico, introduciendo solamente unas ligeras correcciones teniendo a la vista el original. Este trabajo, junto con la reproducción fotográfica, se incluyó en el volumen conmemorativo del cuarto centenario del descubrimiento de las momias de los Amantes, como ya hemos dicho.

           Resulta ,por lo tanto, que la transcripción de Caruana reproduce esencialmente la de Gabarda, incluso la notarificación de Herrero y las legalizaciones de Morata y Lucía que, por supuesto, no se hallan en el protocolo de 1619.

           Volvió a publicarlo en su libro popularizante Los Amantes de Teruel: Tradición turolense con estudio y anotaciones, donde suprime, con buen criterio, las certificaciones del notario y los escribanos.

           Después de él, varios estudiosos han reproducido los diversos textos amantísticos conocidos, bien en su totalidad, bien limitándose, por lo común, a la Historia de los Amantes de Teruel antigüa. De todas las ediciones, la más interesante es la que hicieron De la Vega y Sotoca en 1977, donde dieron los tres protocolos notariales existentes.

           Tomando como base el texto de Yagüe, añadieron en nota las variantes de Hernández y Lardies. Pero la transcripción es muy insegura, dejando sin consignar uno de los tres interlineados. Queda por hacer todavía una edición verdaderamente completa del protocolo.



    Perdón pues en el anterior comentario se me olvidó añadir este dato.

  2. Hay 1 comentarios.
    1

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