Autor: Cristobo de Milio Carrín
jueves, 31 de mayo de 2007
Sección: Artículos generales
Información publicada por: mouguias


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La degradación de un mito: El robo de la copa

¿Es posible rastrear la evolución de un mito celta desde su origen pagano hasta las últimas pervivencias en el folklore moderno?

El Robo de la copa: un mito de las Islas Británicas

Este artículo fue publicado en el número 19 de la revista "Asturies, memoria encesa d`un país".

El Robo de la Copa es un mito celta sobre la relación entre los humanos y los dioses: narra el viaje al Otro Mundo que emprenden un héroe o un ejército, para conseguir cierto talismán relacionado con la abundancia, la regeneración de la naturaleza y la fertilidad en general. Parece que al principio este mito servía como explicación de la alternancia de las estaciones. Los escritores medievales galeses anotaron muchas variantes, más o menos evemerizadas.

"El verano […] se puede traer del otro mundo, igual que Hermes trae a Perséfone de vuelta del Hades. En un antiguo poema galés, “El Botín de Annwvyn”, los hombres de Gran Bretaña tratan de llevarse un caldero de renacimiento; en “Branwen” se emprende una expedición similar contra Irlanda con el objeto de rescatar a Branwen y, en una versión más antigua, quizás el caldero también. En “Manawydan”, Rhiannon y Pryderi intentan llevarse un cuenco de oro del caer (fortaleza) de Llwyd, pero sus pies quedan pegados a una losa de mármol, igual que Teseo y Pirítoo se quedan pegados a sus sillas cuando intentan llevarse a Perséfone. Análogamente, cuando Owein roba el cuenco de la fuente precipita primero una destructiva granizada y después la llegada del defensor de la fuente […] el viaje de Arturo a Irlanda en busca del caldero de Diwrnach (en “Culhwch”) representa otra versión aún del poema galés ya mencionado. En cada uno de estos episodios se emprende un viaje al extranjero o al Otro Mundo en busca de un cuenco o un caldero, o si no de una mujer, pero en todo caso de un símbolo del poder regenerador de la mujer." (Gantz, J. 1976: 16, 17)

En este texto Jeffrey Gantz sugiere una teoría audaz: si estos mitos galeses están realmente relacionados con los ejemplos griegos que nos propone, entonces habrá que deducir que este relato, el del héroe que trae la primavera del Otro Mundo, ha llegado a nosotros desde la prehistoria, desde un sustrato cultural antiquísimo común a griegos y galeses.
El caldero es un símbolo típico en los mitos celtas y representa siempre la abundancia y la regeneración. Los calderos mágicos pertenecen al mundo de los dioses y tienen propiedades extraordinarias: pueden resucitar a los muertos, en algunas leyendas, o bien proporcionar cantidades ilimitadas de comida a su dueño, en otras. En las leyendas galesas que se acaban de enumerar el caldero representa la llegada de la primavera, es decir, la estación donde renace la abundancia de la naturaleza. Observamos también que el caldero y la mujer son intercambiables, en estas historias: la mujer viene a ser una Perséfone, una diosa del florecimiento.
La estructura externa de estos mitos es muy sencilla:
1-El héroe accede al mundo de los dioses, donde se custodian el caldero, la copa o la mujer.
2-El héroe logra robar el tesoro
3-A veces consigue traer su botín hasta el mundo de los mortales, otras veces el robo provoca un desastre, una maldición o un castigo.

Esta estructura sobrevivió en las leyendas del folklore celta medieval y moderno, y nos servirá para seguir el rastro de este mito a lo largo de su evolución hasta el presente.
El Robo de la Copa terminó perdiendo su carácter de mito, es decir, dejó de tener un significado religioso más o menos secreto:

"[…] La historia de la copa de las hadas, que cuenta Guillermo de Newbridge, el cronista del S.XII, es uno de los primeros ejemplos de Hurtos a las Hadas, Thomas Keighthley lo cita de Guilielmi Neubrigensis Historia, sive Chronica Rerum Anglicarum (Libro I, Capítulo 28):
En la provincia de Deiri (Yorkshire), no lejos de mi lugar de nacimiento, ocurrió una cosa maravillosa, que he conocido desde que era niño. Hay un pueblo a pocas millas del Mar del Este, cerca del cual se hallan aquellas célebres aguas comúnmente llamadas Gipse... Un campesino de este pueblo fue una vez a ver a un amigo suyo que vivía en un pueblo vecino. Emprendió el camino de regreso a altas horas de la noche, y no iba muy sobrio. De pronto, del montículo cercano, que he visto muchas veces y que se encuentra a poco más de un cuarto de milla del pueblo, oyó que salían voces de gente que cantaba y, al parecer, celebraban una alegre fiesta. El hombre se preguntó quiénes podían ser los que en aquel lugar, con su jolgorio, rompían el silencio de la noche, y deseó ver la cosa más de cerca. Viendo una puerta abierta en la falda del montículo, subió hasta ella y miró adentro; y vio una casa grande y luminosa, llena de gente, mujeres y hombres, reclinados como en un banquete solemne. Uno de los criados, al verle de pie en la puerta, le ofreció una copa. El hombre la tomó, pero no bebió de ella; y, arrojando el contenido, se guardó la copa. En medio del banquete se levantó un gran tumulto a causa de su acción, y todos los comensales le persiguieron; pero él escapó gracias a la rapidez de su montura, y llegó al pueblo con su botín. Finalmente, este recipiente de material desconocido, fue ofrecido a Enrique el Viejo, rey de los ingleses, como valioso presente, y posteriormente fue entregado al hermano de la reina, David, rey de los escoceses, y permaneció en el tesoro de Escocia durante varios años [...]" (Briggs, K. 1992: 80)

Guillermo de Newbridge, que tal vez escribió esta historia en la misma época en que se redactaban los Mabinogion, la trató sin embargo de una manera totalmente distinta: es evidente que ignoraba por completo su significado y nos la cuenta como una simple anécdota, extraordinaria pero intrascendente. No hay en este relato ni misterio ni poesía: el mito se ha convertido ya en folklore. Sin embargo, aunque el autor no sea un devoto de la vieja religión, sí que cree en la realidad de las viejas historias. En ningún momento nos dice Guillermo que su relato sea una patraña: él cree que sucedió realmente.
El Robo de la Copa, ajeno a las modas de la literatura escrita, sobrevivió mucho tiempo en la memoria de los campesinos, y ellos lo modelaron a su gusto: el Otro Mundo dejó de ser una corte medieval y se convirtió en un reflejo de la sociedad rural. Los dioses celtas pasaron a ser hadas, “faeries”, es decir, personajes sobrenaturales pero de apariencia bastante vulgar. El siguiente fragmento describe un “Mercado de las Hadas”, una reunión semejante a la que nos pintó Guillermo de Newbridge, pero adaptada al gusto del folklore moderno inglés. El recopilador es Keightley:

"Unas veces parecía que bailaban, otras veces, que celebraban una gran feria o mercado. Decidí investigar entre los vecinos qué crédito se podía dar a lo que contaban [El relato de un testigo cuenta que] vio [en la ladera de una colina] un gran grupo de personas, que le parecieron campesinos reunidos en una feria. Había toda clase de mercancías, según le pareció, como en nuestras ferias corrientes: peltreros, zapateros, buhoneros con toda clase de baratijas, puestos de frutas y bebidas. Dirigió su caballo en aquella dirección y, aunque les veía perfectamente mientras avanzaba hacia el grupo, cuando estuvo en el lugar en que los había visto no pudo distinguir nada en absoluto, sólo tenía la sensación de encontrarse en un lugar atestado de gente, como cuando uno pasa por en medio de una multitud […]" (Briggs, K. 1992: 235).

En los cuentos modernos, las riquezas y el poder de los talismanes divinos se desvanecieron. Antes, el tesoro traía consigo la riqueza y la renovación del mundo. Ahora, el héroe consigue robar la copa sólo para descubrir que no le sirve absolutamente de nada:

"Ruth Tongue, en County Folklore (vol. VIII), cuenta la historia de un granjero que vio el Mercado de las hadas en Blackdown y trató de apoderarse de una jarra de oro de una de las paradas. Huyó al galope con ella, llegó sano y salvo a su casa y se llevó la jarra a la cama consigo. A la mañana siguiente no había más que una gran seta, y cuando el hombre bajó a ver a su caballo se encontró con que éste cojeaba, y siguió haciéndolo el resto de su vida" (Briggs, K. 1992: 188)

Otro ejemplo:
"[…] las hadas roban a Luran, y éste trata de compensar sus pérdidas robando a las hadas, cosa que no logra. Un elemento presente en la historia es el personaje amistoso que vive entre las hadas y aconseja al protagonista. Generalmente es llamado “el Hombre Pelirrojo” y se cree que es un ser humano cautivo que conserva su simpatía por los demás seres humanos: ‘[…] Pusieron varias copas y platos espléndidos sobre la mesa, y Luran, resuelto a compensar la pérdida de su vaca gris, esperó su oportunidad y escapó con una de las copas (còrn). Las hadas le vieron y corrieron tras él. Oyó que uno de sus perseguidores decía: “No sería tan rápido Luran/si no fuera por la dureza de su pan”.
Cuando sus perseguidores estaban a punto de atraparle, una voz amiga gritó: “Luran, Luran negro, vete a las piedras negras de la playa”. Por debajo del límite de subida de la marea, ningún hada, fantasma o demonio puede aventurarse, por lo que Luran obrando de acuerdo con el amistoso consejo, fue a la playa y, siguiendo por debajo del límite de la marea, se dirigió a su casa, a la que llegó sano y salvo […] A la mañana siguiente, la vaca gris apareció muerta con las patas al aire […] Lurán prohibió que se comiera carne de aquella vaca, y la arrojó lejos de la casa" (Briggs, K. 1992: 188, 189).


La historia ha cambiado mucho, sin duda, pero la estructura del mito original se mantiene intacta:
1-El héroe accede al mundo sobrenatural, donde se custodia el tesoro, siempre un recipiente: si antes era una copa o un caldero, ahora puede ser también una jarra.
2-Lo roba y escapa.
3-Logra arrastrar su botín hasta el mundo de los mortales, pero sufre un castigo a causa de su acción.

El Robo de la copa en el folklore asturiano

En Asturias también había alegres reuniones de hadas, semejantes al “Mercado de las Hadas” inglés.

"En la Fonte`l Castiellu de Bimenes, al amanecer, por San Xuan, se aparecían músicos tocando. En el mismo conceyu, en la Fonte de les Colaes, por las mismas fechas, los Encantos salían tocando gaita y tambor. En Teixo (Taramunde), existen unas peñas llamadas Os Encantos. Según la tradición, de allí salían unas mozas muy guapas que estaban encantadas y peinaban sus largas cabelleras con peines de oro. En ese lugar también tocaban la gaita los Encantos que allí vivían. […] en el Pozu la Pisángana, formado debajo mismo de la Foxaca por el río la Güeria, (Blimea), las que tocaban música eran las xanas que guardaban allí un tesoro consistente en unos bueyes y un carro de oro." (Álvarez Peña, A. 2003: 176, 177)

Recordemos que el Mercado de las Hadas incluye música:
[Ejemplo 1: Guillermo de Newbridge] "De pronto, del montículo cercano, que he visto muchas veces y que se encuentra a poco más de un cuarto de milla del pueblo, oyó que salían voces de gente que cantaba y, al parecer, celebraban una alegre fiesta."
[Ejemplo 2: Keightley] "Unas veces parecía que bailaban, otras veces, que celebraban una gran feria o mercado"

No conozco precedentes literarios asturianos del Robo de la Copa, pero sí bastantes ejemplos en el folklore oral del país. El más completo y perfecto que nos ha llegado quizá sea el siguiente:

"El Cáliz de Santiago de Aguino
Lugar: Gúa, Somiedo
Informante: Aníbal Suárez Riesco, 75 años (1999)
En las lagunas del Páramo pues [a] un paisano que le faltó una vaca el día de Santiago, era el día de Santiago de Aguino. Y, coño, tiró por aquellas lagunas p`adelante donde decían que había encantos por ahí. Y vio encima una manta así un tendete de alhajas y cosas que brillaban y eso. Y él fue y cogió un cáliz, con idea de donalo al santo ese de Aguino, a Santiago. Y me cago en diez, que cuando cogió el cáliz que siente un ruido venir detrás d`él como si viniera una tropa de demonios, pero él nun veía nada. Y que le entróu tanto miedo que dijo él:
-¡Ay, Santiago de Aguino, valme, que pa ti lo quiero!
Y entonces que sintiera una voz que decía:
-Pues eso…Dios te ha valido, que si no la mayor tajada de tu cuerpo iba a ser como una lenteja.
Y el cáliz que estaba ahí, en Aguino. Pero pregunté yo al cura, y dijo él:
-No, no, si eso fue verdá o mentira yo no lo sé; pero el cáliz que hay en Aguino está donáu por Carlos III, el rey, que tiene la grabación Ahí." (Suárez López, J. 2003: 80, 81)


El Cáliz de los Encantos es un viejo conocido de los folkloristas asturianos, que llevan encontrándolo en Somiedo y en otros ayuntamientos desde que Aurelio del Llano lo anotase por primera vez a principios del S.XX. Sin embargo, esta versión recogida por Jesús Suárez hace sólo cinco años es totalmente distinta de las encontradas hasta ahora. Analicémosla en detalle:
“El Cáliz de Santiago de Aguino” se ajusta claramente al argumento de “El Robo de la Copa”: el protagonista entra en el mundo sobrenatural y roba una copa maravillosa; los “dioses”, o como quiera llamárseles, emprenden su persecución y él logra escapar milagrosamente. El final cambia ligeramente, pues la intervención de Santiago impide el castigo que recibía el ladrón de la copa en las versiones británicas.
Dejemos el argumento, entonces, y pasemos a comparar los detalles del cuento somedano con los elementos más típicos del Mercado de las Hadas, tal y como los recogía más arriba Katharine Briggs:

1-El protagonista entra en el mundo sobrenatural en busca de su vaca.
Cuento Somedano: "En las lagunas del Páramo [a] un paisano […] le faltó una vaca el día de Santiago, […] Y, […] tiró por aquellas lagunas p`adelante donde decían que había encantos […]."
Mercado de las Hadas: "[…] las hadas roban a Luran, y éste trata de compensar sus pérdidas robando a las hadas, cosa que no logra. […] Luran, resuelto a compensar la pérdida de su vaca gris […]"


2 – Los seres del mundo sobrenatural presentan sus tesoros
Cuento Somedano: "Y vio encima una manta así un tendete de alhajas y cosas que brillaban y eso."
Mercado de las Hadas: "Pusieron varias copas y platos espléndidos sobre la mesa […]"


3 – El héroe roba la copa
Cuento Somedano: "Y él fue y cogió un cáliz"
Mercado de las Hadas: "Luran, […] esperó su oportunidad y escapó con una de las copas"


4 – Las “hadas” son numerosas y pueden volverse invisibles a voluntad.
Cuento Somedano: "[…] cuando cogió el cáliz que siente un ruido venir detrás d`él como si viniera una tropa de demonios, pero él nun veía nada"
Mercado de las Hadas: "[Cuento de Luran] Las hadas le vieron y corrieron tras él […]" [Keightley] "cuando estuvo en el lugar en que los había visto no pudo distinguir nada en absoluto, sólo tenía la sensación de encontrarse en un lugar atestado de gente, como cuando uno pasa por en medio de una multitud"


5 – El protagonista escapa en el último momento gracias a una ayuda sobrenatural
Cuento Somedano: "[…] le entróu tanto miedo que dijo él:-¡Ay, Santiago de Aguino, valme, que pa ti lo quiero!Y entonces que sintiera una voz que decía: -Pues eso…Dios te ha valido, que si no la mayor tajada de tu cuerpo iba a ser como una lenteja […]".
Mercado de las Hadas: "Cuando sus perseguidores estaban a punto de atraparle, una voz amiga gritó: “Luran, Luran negro, vete a las piedras negras de la playa”. Por debajo del límite de subida de la marea, ningún hada, fantasma o demonio puede aventurarse, por lo que Luran obrando de acuerdo con el amistoso consejo, fue a la playa y, siguiendo por debajo del límite de la marea, se dirigió a su casa, a la que llegó sano y salvo"


6 – El tesoro de las hadas se conserva como una reliquia
Cuento Somedano: "[…]Y él fue y cogió un cáliz, con idea de donalo al santo ese de Aguino, a Santiago […] Y el cáliz que estaba ahí, en Aguino."
Mercado de las Hadas: "[…] este recipiente de material desconocido, fue ofrecido a Enrique el Viejo, rey de los ingleses, como valioso presente, y posteriormente fue entregado al hermano de la reina, David, rey de los escoceses, y permaneció en el tesoro de Escocia durante varios años"


Este cuento, extraordinariamente conservador, nos muestra una versión asturiana casi inalterada de las hadas celtas, lo cual es una rareza. El folklore asturiano, tras un largo proceso de degradación, ha tendido a simplificar los mitos, a confundirlos. Los “encantos”, en la mayoría de los cuentos, se confunden con las xanas o encantadas. Originalmente debían de ser un pueblo divino semejante a las “faeries” inglesas, a los “sidhe” irlandeses o a los “mouros” gallegos, pero actualmente la mayoría de nuestras leyendas los han convertido en xanas, es decir, en personajes femeninos y solitarios. En este cuento somedano, sin embargo, los “encantos” mantienen sus rasgos más primitivos: son muchos, no necesariamente de sexo femenino y pueden volverse invisibles ante los humanos. Hemos encontrado un eslabón entre los “Mercados de las Hadas” ingleses y los encantos asturianos.
El siguiente paso en la degradación del mito fue convertir en xanas a esa “tropa de demonios” invisible. Veámoslo:

"El Cáliz de Santiago de Aguino
Lugar: La Pola, Somiedo
Informante: Teresa Marrón, 75 años (1996)
Aquí también tenemos unas brañas, se llaman Orticeda, y en Orticeda tenemos una fuente en el medio de una pradera grande que tiene, que le llaman El Tubo, y esa fuente no corre más que por épocas, se pierde dentro porque sal de una cueva muy profunda. Y ahí también, n`esa cueva tan profunda tamién solían salir las xanas a aquella pradera, que es de La Pola, y decían que salían a poner el oro al sol, a secar el oro y a limpiarlo. Esto, bueno, cuéntanlo como leyenda, pero verídico, ¿Eh? Entonces un día salió la xana con cálices, con joyas, con todo, a secarlo al sol, y había allí una vaquera de Aguino, una brañera, y vio todo aquello allí tendido y en una descuidada de la xana le cogió un cáliz, un cáliz precioso de oro, y echó a correr, y la xana detrás, con sus espíritus o sus cosas, y diz ella:
-¡Ay, Santiago bendito, líbrame, que pa ti lo quiero!
El cáliz que lo quería pa Santiago, que era el patrón de la parroquia. Y le dijo la xana:
-Si pa él lo querías, ¿Por qué no me lo pedías?
Pero se lo dejó, y es el cáliz que hay en Aguino." (Suárez López, J. 2003: 80)

La clave de esta versión está en la frase “[la vaquera] echó a correr, y la xana detrás, con sus espíritus o sus cosas”. Aquí detectamos cómo evoluciona el relato: la narradora conoce vagamente la versión primitiva del mito, donde los dueños de la copa eran unos “espíritus”, unos “sidhe” asturianos, numerosos e invisibles, y no sabe muy bien cómo casar esa versión con la idea de una xana solitaria y visible. El siguiente paso será olvidarse definitivamente de aquéllos:

"En la parroquia de Santiago de Aguino, concejo de Somiedo, el día de San Juan estaba una Xana muy guapa y de pelo muy largo limpiando sus alhajas al pie de una fuente.
Pasó por allí una niña, se acercó a la Xana, le cogió un cáliz y marchó con él.
La Xana corrió detrás de la niña, y ésta, cuando iba llegando a la iglesia dijo:
-¡Santiago de Aguino, sálvame, que lo quiero para ti!
Y dicen que el cáliz que hoy existe en aquella parroquia es el que la niña le quitó a la Xana.
Oído a Basilio Alba, de 78 años, de Aguinos, concejo de Somiedo, 23 de Junio de 1921" (Del Llano, A. 1983: 101)
En esta versión se ha completado el cambio, desaparece el pueblo de los encantos y se incorporan al relato los rasgos típicos de la xana, peine, melena larga, belleza, etc.
En otras zonas de Asturias el Robo de la Copa se ha fragmentado y se ha mezclado con otros mitos, desfigurando el relato original casi por completo. Sin embargo, a pesar de estar tan alterados, estos otros cuentos conservan a veces motivos, detalles del mito original que ya se han perdido en el Cáliz de Aguino. Veamos algunos casos:

"El Dedo de Oro
Una vez estaba una mujer, de la parroquia de Sales, concejo de Colunga, llendando las vacas en el prado Feltrón y de pronto, vio delante de sí un gran tendal de cadexos de plata.
-¡Virgen de Loreto! ¡Qué cadexos más relucientes! – exclamó la mujer, y al mismo tiempo cogió uno y marchó con él para su casa.
Cerca del tendal estaba una xana, cogiendo ganciu y al ver que la mujer le llevaba un cadexu, corrió tras ella y la alcanzó al llegar a una raya de la cual no podía pasar la xana. Cogió a la mujer por un brazo y le preguntó:
-¿Por qué me quitas esa prenda?
Y sin fijarse, pisó la raya con el dedo gordo. El cual se separó del pie y se convirtió en oro.
La xana, llorando a lágrima viva, cogió su dedo del suelo y dijo a la mujer:
-Por causa tuya acabo de quedar coja, pero te perdono. ¿Tienes muchos hijos?
-Bastantes, gracies a Dios.
-¡Pues toma! Te regalo mi dedín de oro para que con él compres una vaca de leche que te ayude a criar a tus hijos" (Arrieta Gallastegui, M. I. 1995: 35, 36)

Este cuento acelera la degradación que venimos siguiendo desde el principio: una vez más el mortal entra a robar en el dominio de los dioses pero esta vez
-Ya no se encuentra nada semejante a un mercado o una gran exposición de objetos labrados, sino que descubre un tendedero cargado con vellones de oro
-Ya no roba una copa, sino la lana de oro.
-En ningún momento parece tener miedo, ni trata de escapar: roba el tesoro inocentemente
-La xana no intenta castigar a la ladrona, como venía ocurriendo hasta ahora.

Sin embargo, “El Dedo de Oro” recoge un detalle del Robo de la Copa británico que se había perdido en el cuento de Aguino: la xana no puede sobrepasar cierta frontera, igual que las hadas que perseguían a Luran: “Por debajo del límite de subida de la marea, ningún hada, fantasma o demonio puede aventurarse, por lo que Luran […] fue a la playa y, siguiendo por debajo del límite de la marea, se dirigió a su casa, a la que llegó sano y salvo”
Veamos otro cuento, esta vez de Pravia.

"La Xania del Castiellu
En la cueva del monte Castiellu que está junto a la playa de Aguilar en Muros de Pravia, vive una Xania encantada. [...] Una mañana, fue una mujer de Muros a segar hierba al prado del Castiellu y sorprendió a la Xania cosiendo. En cuanto ésta vio a la mujer, se metió corriendo en la cueva y dejó las tijeras olvidadas en el sitio donde cosía.
Después que marchó la mujer, la Xania salió a recogerlas y como no estaban donde las había dejado comenzó a cantar:
-Quien mis tijerinas de oro llevó,
cocido y asado le vea yo.
Las tijeras las había llevado la mujer y por esta mala acción, le murió algún ganado y cayeron calamidades sobre su familia
Oído a Rosina Pire, de 85 años, y Evaristo Flórez, de 65 años, de Muros de Pravia, 5 de noviembre de 1920" (Del Llano, A. 1983: 46).

Este cuento, más corrompido aún, ni siquiera incluye una persecución, pero recupera un detalle perdido en las otras versiones: el castigo de la xana. En el cuento de Luran, las hadas se vengan de la misma manera que la xania del Castiellu, es decir, matando el ganado del ladrón: “[…] A la mañana siguiente, la vaca gris apareció muerta con las patas al aire […] Lurán prohibió que se comiera carne de aquella vaca, y la arrojó lejos de la casa”
Terminaré con otro cuento recogido en el oriente:

"En una cueva de la Llera, [Villaviciosa], viven las xanas más guapas de Asturias y las más pelosas.
Cuando hace sol, tienden sobre las peñas cadexos de oro, los cuales se ven relucir desde muy lejos.
Un día pasó por allí un hombre a caballo, cogió un cadexu y salió galopando.
La Xana que los cuidaba corrió tras él y como no podía alcanzarle, se subió encima de una peña y comenzó a decir a grandes voces:
-¡Ah, lladrón! Nos robas una fortuna. Ya llevas oru pa ti, pa los tos fíos, y pa los tos nietos. ¡Lladrón!" (Arrieta Gallastegui, M. I. 1995: 34)

Apenas se puede llamar “leyenda” a este fragmento. La conclusión, con la xana gritando desde una peña, no tiene ningún sentido, y muy posiblemente sea un añadido reciente para suplir el olvido del final original. La copa sigue sin aparecer por ningún sitio, reemplazada por la lana dorada. Pero he aquí que el ladrón escapa a caballo.
El caballo parece ser un elemento imprescindible en el Robo de la Copa celta, y aparece en prácticamente todas las versiones (a pesar de que no lo haya incluido en todos los fragmentos recogidos aquí). El caballo es un puente entre el mundo de los humanos y el Otro Mundo; la idea era al principio que el jinete humano, habiendo subido a su montura a un lado de la frontera, podía cruzar montado al otro lado, pero no habría llegado al Otro Mundo en tanto no posase su pie en el suelo. Una vez más, no tengo espacio para extenderme en este tema, pero desde luego no faltan testimonios de esta creencia en la mitología celta: la leyenda irlandesa “Niamh y Oisín” la explica con toda claridad, y también parece estar representada en algunas lápidas funerarias precristianas del oriente asturiano.
Hemos seguido el rastro de un viejísimo mito, desde su origen religioso hasta sus últimas evoluciones en la memoria oral de los asturianos. Hemos visto que no se conserva ninguna versión asturiana de El Robo de la Copa que recoja todos los detalles originales, pero parece claro que se han conservado todos, no obstante, desperdigados por varias versiones distintas.
Es probable que nuestras leyendas, por tanto, deriven de algún ciclo mitológico antiguo que debió de contener algunos mitos muy similares a los que recogen las fuentes medievales en Gales e Iglaterra.

BIBLIOGRAFÍA

ÁLVAREZ PEÑA, ALBERTO: Mitos y Leyendas Asturianas, Urriellu, Xixón 2003
ARRIETA GALLASTEGUI, MIGUEL: Mitología de Asturies, Ed. Trea, Gijón 1995
BRIGGS, KATHARINE: Diccionario de las Hadas, José J. De Olañeta, Palma de Mallorca 1992
DEL LLANO ROZA DE AMPUDIA, AURELIO: Del Folklore Asturiano, Mitos -Supersticiones - Costumbres IDEA Uviéu 1983
GANTZ, JEFFREY: The Mabinogion, Penguin Books, Londres 1976
SUÁREZ LÓPEZ, JESÚS: Folklore de Somiedo – Leyendas, Cuentos y Tradiciones Ayto. de Somiedo, ISBN 84- 87741 -74- 6 Gijón 2003


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