Autor: www.hoy.es
sábado, 21 de enero de 2006
Sección: Roma y Grecia en Celtiberia
Información publicada por: Ibor
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La paisana romana de Navalmoral

El esqueleto hallado en una obra de la calle Genaro Cajal tenía las manos cruzadas sobre el pecho y la cabeza mirando al oeste Los datos apuntan a que se trataba de una mujer de la época romana.

Esta misma semana HOY adelantó a sus lectores el hallazgo de un esqueleto humano -prácticamente completo, tan solo le faltaban algunas piezas- enterrado en un solar ubicado en la calle Genaro Cajal, junto al parque de Los Colorines. Fueron los propios obreros de la construcción quienes encontraron los primeros restos óseos, si bien a partir de ese momento se hizo cargo la autoridad judicial y poco o nada más trascendió sobre el caso.

Desde ese momento empezaron a barajarse varias posibilidades, fruto de la especulación de los vecinos más mayores en unos casos y de las primeras pistas sobre su origen que a simple vista ofrecía el esqueleto en otros.

Hipótesis republicana

Los primeros indicios apuntaban a que podría tratarse de un 'topo', esto es, ciudadanos que tras la guerra civil permanecieron escondidos en sus casas sin salir por miedo al castigo de los nacionales, y que tras su muerte fue enterrado por los mismos familiares en el sótano de la vivienda para evitar represalias. También se valoró la posibilidad de que fueran los restos de alguna persona muerta en el transcurso de una acción violenta, cuyo cuerpo del delito habría sido ocultado a las autoridades del momento.

De un modo u otro, el deterioro de los restos dejaba entrever una antigüedad de al menos medio siglo, por lo que la teoría de la posguerra parecía coger fuerza. Sin embargo, de haberse producido en esas fechas debería haber constancia, al menos, de la denuncia de algún desaparecido, o de la morada en el lugar de alguna familia. Sin embargo los más ancianos del municipio recuerdan que hace sesenta años sólo existían unas caballerizas en esa misma ubicación, edificadas en el siglo XIX tras la desamortización, en virtud a la cual el paraje hasta entonces conocido como 'huerta del cura' (que incluía la actual plaza de La Remonta o Los Colorines) fue adquirido por Urbano González Corisco.

Enterramiento ritual

Finalmente ha sido la autoridad judicial y el cronista oficial de la Villa, Domingo Quijada, quienes han afirmado que casi con total seguridad se trate de restos romanos, a pesar de que estaba enterrado sin ajuar, algo muy propio del siglo IV. El esqueleto fue hallado con las manos cruzadas sobre el pecho, una posición bastante estudiada por lo que se puede afirmar que se trata de un enterramiento que ha seguido su debido ritual y que no fue forzado. De igual forma el hecho de que su cráneo estuviera orientado hacia el oeste descarta que su origen sea árabe, ya que debería mirar hacia la Meca (al este).

A pesar de que el esqueleto -que desvela que se trataba de una mujer- yacía en un habitáculo de arcilla endurecida (lo que habría conservado en mejor estado los huesos, ya que si no serían cenizas) las piezas óseas se rompían con facilidad, solo con tocarlas. Este tipo de enterramiento y el hecho de que fuera enterrada sin ajuar apunta a que se trataba de una tumba pobre, del final del Imperio Romano.

Calzada romana

Además, se da la circunstancia de que por ese mismo lugar pasaba la calzada romana, que seguiría un trayecto similar al que hoy ocupa la calle Marqués de Salamanca, subiendo por la calle Padilla hasta la Plaza Vieja, y de ahí hacia donde actualmente se levanta la Cruz de Los Caídos y Avenida de Las Angustias adelante en dirección a Mérida.

Pero Domingo Quijada ha ido más allá en sus investigaciones y recuerda el hallazgo años atrás de restos de unas termas en los terrenos que en la actualidad ocupa el bar Manzano, así como más restos romanos en el antiguo bar Morato, ambos en plena Plaza Vieja. Estos hechos hacen presagiar que en ese céntrico enclave se hubiera establecido hace más de 1.500 años un asentamiento románico, algo que conllevaría que en el lugar donde apareció el esqueleto no solo exista una tumba, sino una necrópolis, toda vez que en aquella época era habitual ubicar lo que hoy conocemos como cementerios junto a la vía principal de entrada al poblado, en este caso la calzada romana.

Permanecen en la obra

No obstante tanto la mayoría de restos del 'paisano romano' (la policía judicial solo recogió el cráneo y algunos huesos más) como las demás tumbas que posiblemente existan en las cercanías continuarán descansando en ese mismo lugar. Por ello, tal y como nos describe la cultura popular, no ha de extrañar que en algún momento surjan leyendas o apariciones de los fallecidos que yacen bajo las nuevas construcciones, y que en busca de un presunto descanso eterno no alcanzado persiga a cualquier vecino propenso a este tipo de creencias y ocurrencias.






Más informacióen en: http://www.hoy.es/pg060121/prensa/noticias/Navalmoral/200601/21/HOY-NAV-112.html


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