Autor: etpoursimouve
viernes, 25 de noviembre de 2005
Sección: Artículos generales
Información publicada por: etpoursimouve


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gaia

una filosofia para la vida

INTRODUCCIÓN

Desde hace algunos años ronda en mi cabeza la idea de una posible continuidad energética y material en todo el espacio que ocupamos, tanto en este planeta, en el sistema solar, la Vía Láctea o el Universo al completo(aunque ni siquiera pueda imaginar lo que engloba este último término). Es decir, todas las partículas o moléculas existentes están en comunicación constante mediante señales energéticas más o menos fuertes. Esto vendría a ser lo mismo que decir que las células periféricas de mi epitelio están en contacto directo con las partículas atmosféricas, y, a su vez, éstas están en contacto con otras moléculas de los cuerpos a los que rodea esta atmósfera. Por lo que todo interactúa en un conjunto continuo, aunque cada uno de los elementos interactúa con mayor o menor energía con el elemento subsiguiente.

Pero esta hipótesis no trata de la interacción de los distintos elementos constituyentes del Universo al completo, sino de la cooperación de todos los componentes de nuestro planeta Tierra, con el objetivo de entender su origen y comportamiento, idea esta última que irá aclarándose a lo largo de este trabajo.

James Lovelock fue el creador de la hipótesis Gaia. Un acercamiento a este concepto: la biosfera es una entidad autorregulada con capacidad para mantener la salud de nuestro planeta mediante el control del entorno químico y físico.

El nombre de Gaia hace mención a la deidad griega de la Tierra. En este caso, y como ejemplo para aquéllos científicos que se empeñan en complicar el entendimiento de la ciencia al gran público, y muchas veces incluso a especializados de la materia, este autor elige un nombre sencillo, lleno de lógica y con Historia, que el escritor William Golding le aconsejó como el apropiado. No siempre es inteligente dar un nombre complejo a un concepto tan evidente como es este, incluso o más para los campesinos, que diariamente tienen que entender cómo funciona y se controla la “fábrica” donde trabajan.

Para la completa comprensión y desarrollo de esta idea, Lovelock se apoyó en otros especialistas como la microbióloga Lynn Margulis, así como en otros biólogos, sociólogos, filósofos, químicos, físicos y un largo etcétera de pensadores que se destacan de la corriente principal de la ciencia, y ven en este planeta Tierra un sistema vivo, cuyos componentes se interrelacionan entre sí para crear un estado de autorregulación, a escala global, de cada uno de los procesos que observamos como independientes.

Lovelock encuentra inspiración al colaborar con el proyecto que la NASA (National Aeronautics and Space Administration) crea para estudiar la posible vida que se pudiera encontrar en el planeta vecino, Marte.

Lovelock estaba fascinado por la tarea de cómo buscar vida en Marte. Se puso a pensar si la forma de buscarla debía ser igual a cuando se hace en la Tierra. En las primeras expediciones que se mandaron al planeta rojo, las dos naves Viking, viajaron aparatos para comprobar si había bacterias, para analizar suelos, etc. Pero Lovelock pensaba que lo que debería de estudiarse era la disminución de la entropía, característica esta común a todos los seres con vida. Los que no confiaban en esta proposición argüían que este concepto no acababa de asentarse entre la comunidad científica con suficiente solidez.

Sobre este tema, el autor de la hipótesis Gaia, habla ampliamente en su libro "Gaia: A new look at life on Earth". En él llega a conclusiones tales como que en realidad somos capaces de reconocer la vida sin necesidad de una mente consciente, sino por un mecanismo instintivo que nos indica al instante que una determinada señal en el camino que conduce a la cima de una montaña es la huella de un jabalí que pasó por allí un día antes. Justifica su existencia diciendo que debe ser un mecanismo de supervivencia heredado a lo largo de las generaciones. De todos modos, distintos físicos han intentado definir la vida como fenómeno compuesto por sistemas abiertos o continuos capaces de reducir su entropía interna a expensas, bien de sustancias, o bien de energía libre que toman de su entorno, devolviéndolas en forma degradada. Pero esta definición es tan amplia que se puede aplicar incluso a remolinos de un arroyo, si bien establece unas fronteras de separación entre lo vivo y lo no vivo mediante esta citada reducción de entropía.

Una de las ideas que rondaba por la cabeza de Lovelock era que no todas los planetas poseen una atmósfera, una cantidad y calidad de radiación solar adecuada y las suficientes masas oceánicas y continentales capacitadas para albergar vida. En cuanto a la atmósfera, estaba convencido de que la reducción significativa de entropía (los gases están en un desequilibrio continuamente), era provocada por la acción de un agente manipulador en su superficie, la vida misma.

Como cita el propio Lovelock, el oxígeno y el metano en la atmósfera reaccionan con alta tasa de reactividad para dar dióxido de carbono y vapor de agua. Por tanto, las concentraciones que encontramos en la atmósfera de estos dos gases van en contra de un equilibrio químico, situación provocada por los procesos bióticos. Bajo situaciones semejantes se encuentran los casos de la presencia de amoníaco o el óxido nitroso, así como el nitrógeno molecular que debería estar como ion nitrato disuelto en el océano. Se utiliza, por tanto, un análisis atmosférico como medio de detección de vida.

En estos comentarios se empieza a vislumbrar la óptica desde la cual este autor mira el mundo en que vivimos: no es el planeta Tierra el que ha permitido que haya vida durante millones, sino que ha sido la existencia de vida la que ha creado esta posibilidad. Los primeros organismos transformaron el medio favoreciendo el desenvolvimiento de las distintas formas de vida posteriores. Lo que trajo consigo los diferentes cambios a que ha sido sometido el medio planetario para adecuarlo a sus propias necesidades. Se podría considerar, por tanto, al conjunto de los seres vivos que habitan la hidrosfera, la litosfera y la atmósfera como una entidad viviente capaz de regular los procesos biogeoquímicos globales, poseedora además de facultades y poderes que exceden con mucho a los que poseen sus partes constituyentes.

Para terminar esta introducción, cito aquí un párrafo completo del libro antes nombrado: "Si Gaia existe, su relación con la especie humana, esa especie animal que ejerce una influencia dominante en el complejo sistema de lo vivo y el cambiante equilibrio de poder entre ambas, son cuestiones de evidente importancia... La hipótesis Gaia es para aquellos que gustan de caminar, de contemplar de interrogarse sobre la Tierra y sobre la vida que en ella hay de especular sobre las consecuencias de nuestra presencia en el planeta. Es una alternativa al pesimista enfoque según el cual la Naturaleza es una fuerza primitiva a someter y conquistar. Es una alternativa al no menos deprimente cuadro que pinta a nuestro planeta como una nave espacial demente que, sin piloto ni propósito, describe círculos eternos alrededor del Sol”.

CONOCIMIENTOS, PRUEBAS E IDEAS A FAVOR DE LA HIPÓTESIS GAIA

Los fósiles más antiguos encontrados hasta ahora son estromatolitos datados en unos 3.500 millones de años. Esto nos hace pensar en que el clima a penas debe haber cambiado, a pesar de que el sistema haya sufrido cambios en cuanto a la cantidad de radiación de luz solar recibida, composición de la atmósfera y en la distribución de las masas de tierra emergidas.

La anómala composición química de la atmósfera no se corresponde con un típico equilibrio característico de regímenes permanentes de planetas con una real o potencial regulación geológica de la atmósfera, como puede ser Marte o Venus, que son los planetas que suelen compararse, por la proximidad que presentan respecto a la Tierra. Por tanto, esto proporciona otra prueba más de que es la vida la que permite este desequilibrio gaseoso, que, como hemos dicho, es condición sine quanum para la existencia de vida. Si sólo tuviéramos en cuenta factores químicos, físicos o geológicos, simplemente por las leyes de la química, no se podría explicar la presencia de metano, óxido nitroso o nitrógeno molecular. El metano reacciona espontáneamente con el oxígeno (que también es creado por seres vivos), perdiéndose por tanto a corto plazo. La atmósfera no hay que verla como un producto biológico, sino como una construcción biológica, semejante al pelo de mamíferos o “al papel de la colmena de las avispas”, es decir, una extensión del sistema viviente para proteger las condiciones internas de factores externos.

Parece absurdo pensar que la constancia en el clima y en la composición química de la Tierra en todos estos miles de millones de años haya sido casual, teniendo además en cuenta que los factores abióticos, salvo ciertos casos algo probables, están enfrentados con este mantenimiento de las condiciones.

Otra evidencia es la que encontramos en la interpretación de la excreción de compuestos como dimetil sulfuro o metil yoduro. Estos son metabolizados por organismos del medio marino. La función que desempeñan es la de transportar azufre y yodo, respectivamente, desde los océanos a los sistemas terrestres, ya que aquí escasean al contrario que en el mar. Este mecanismo de retroalimentación no se encontró por casualidad, sino mediante búsqueda activa. Ya que la atmósfera es considerada como cinta transportadora de sustancias, se buscaron unos transportadores aéreos que hicieran de vehículo para llevar elementos esenciales a todos los sistemas vivos. Dieron con la clave de esta regulación al encontrar estas moléculas orgánicas capaces de “repartir lo que sobra en una parte del sistema para compensar otra”.

En relación con uno de los compuestos arriba nombrados, el dimetil sulfuro, podemos hablar de una de las evidencias más claras, y utilizable como prueba directa, de la existencia de Gaia. Esta prueba está relacionada con el efecto albedo de una superficie reflectante. En este caso se trata del efecto que provocan las nubes. Estas reflejan las radiaciones solares en mayor o menor medida dependiendo de la mayor o menor concentración, respectivamente, que exista de ellas en la atmósfera para cada momento concreto. Al reflejar las radiaciones solares, se disminuye la cantidad de radiación infrarroja que alcanza la superficie del planeta, con lo cual se calienta menos el entorno superficial del globo. Esto nos lleva a pensar que podría existir una regulación de la temperatura global a nivel planetario, ya que la presencia de nubes es una característica común a cualquier región de nuestro planeta. El océano es el que más relación guarda con la regulación de la temperatura, no en vano, ocupa dos terceras partes de la superficie terrestre. Por otro lado, se sabe que existen núcleos de condensación de nubes, los NCN (en inglés CCN), que, como su nombre indica provocan la condensación o formación de estas potenciales fuentes de efecto albedo, las nubes. Estas se condensan por encima del océano debido a la acción de microorganismos fitoplantónicos, entre los cuales, los cocolitofóridos cobran bastante importancia. Un hallazgo muy relevante fue el encontrar el compuesto llamado dimetil sulfóxido, abreviado como DMS. Este funciona a modo de NCN, haciendo que el vapor de agua se condense alrededor de estas moléculas. Parece ser que la producción de DMS por estos microscópicos organismos es capaz de formar nubes. El punto clave de este descubrimiento en su relación con Gaia, está en lo siguiente. Cuando la radiación solar aumenta sobre la Tierra, las poblaciones de fitoplanton también ya que utilizan la fotosíntesis para desarrollarse. Al producirse fitoplanton en masa, la excreción de DMS es mucho mayor, y, como consecuencia, la formación de nubes reflectantes incrementa, con lo que se reflejaría más radiación infrarroja a la vez que disminuiría la temperatura de la superficie del globo terráqueo. Esto hace que se desarrolle menos fitoplanton, por lo que se calentará más la superficie. Si observamos este proceso en el tiempo, veremos que se da un ciclo de retroalimentaciones para regular la temperatura de la Tierra a nivel global. Al menos esa es la conclusión que se saca desde un punto de vista gaiano.

La siguiente de las pruebas de que es la vida la que mantiene su propio entorno para seguir desarrollándose, de la cual se apunta algo más adelante, es la que nos muestra la presencia de hidrógeno disponible de forma constante en la atmósfera. Son los ciclos biológicos de los elementos los que reponen los nutrientes esenciales a través de compuestos intermediarios, como en este caso son el metano y el amoníaco. Sin la intervención biótica no hubiera sido posible retener el hidrógeno necesario para mantener un ambiente óptimo vital. En un principio este gas se acumuló gracias a que se desprendía del interior del planeta, pero al igual que en otros planetas de características que, para este caso, se pueden asemejar a las de la Tierra, como Marte y Venus, el hidrógeno se va perdiendo de modo natural e irreversible. En esta situación es imposible que se dé la vida como veremos en el siguiente apartado.

Otra evidencia se deriva del conocimiento que poseemos de la historia del clima. A lo largo de los últimos tres eones y medio (tres millones y medio de años) no parece que haya habido un aumento o disminución excesivos de la temperatura como para hacer hervir o provocar una congelación total de los océanos. Esto se ha observado en registro geológico de rocas sedimentarias. De él se concreta que, ni siquiera durante períodos cortos de tiempo, se han dado condiciones desfavorables para la vida. Además por pruebas basadas en la proporción de las distintas formas atómicas de oxígeno, entre O16 y O18, se puede decir que el clima ha sido siempre muy parecido a como es ahora. Es más, el Sol, la estrella que calienta la superficie de nuestro planeta gracias a la energía de sus radiaciones, hace 3.5 millones de años calentaba un 30% menos que ahora (este es el patrón establecido para una estrella típica como es la nuestra). Esto quiere decir que si las condiciones climáticas hubieran dependido de esta energía solar, durante el primer eón y medio no habría podido desarrollarse la vida, puesto que la superficie de la Tierra estaría cubierta completamente de hielo. Pero no fue así, y parece haber sido Gaia, una vez más, la responsable de controlar esta serie de factores.

Uno de los factores limitantes de cualquier sistema son los elementos esenciales. Estos, al principio del desarrollo de los ecosistemas, estarían disponibles sin restricción alguna en el entorno. Al ir mermando las reservas, por la no reposición y reciclaje( los organismos sedimentan en el fondo del océano y quedan allí, quedando fijados a su vez los elementos esenciales. A no ser que sean resuspendidos por procesos físicos), se llegó a la disyuntiva de o bien seguir acabando con el almacén de nutrientes con la consecuencia fatal de la desaparición total de toda forma de vida, o bien con el tiempo y por el famoso “teorema del ensayo y error” encontrar alguna especie o grupo de especies capaces de poner en movimiento estos elementos. Pues resulta que aparecen organismos capaces de actuar como carroñeros extrayendo de organismos muertos los nutrientes, impidiendo que sedimenten. Otras estrategias quizá estuvieran basadas en redes fisicoquímicas usadas para llevar a cabo procesos recuperación de estas sustancias clave, que terminarían por convertirse en complejas coordinaciones, después de pasar por comportamientos individuales, obteniendo así una óptima eficiencia. La más compleja ostentaba poderes y propiedades superiores a la suma de sus partes, lo que la caracterizaría como uno de los rostros de Gaia.

Nuestra sociedad se ha enfrentado, desde la Revolución Industrial, con arduos problemas químicos derivados de la escasez de determinadas materias primas o relacionados con la contaminación local: la biosfera, incipiente debió encarar problemas similares. El primer sistema celular que se las ingenió para extraer zinc de su entorno, inicialmente en su exclusive beneficio y después en bien de la comunidad, quizás acumulara al mismo tiempo mercurio, elemento que a pescar de su semejanza con el zinc es venenoso. Los errores de esta naturaleza fueron probablemente origen de los primeros incidentes provocados por la contaminación en la historia del mundo. Como de costumbre, fue la selección natural la encargada de solventar esta cuestión: existen actualmente sistemas de microorganismos capaces de transformar el mercurio y otros elementos venenosos en derivados volátiles mediante metilación; estas asociaciones de microorganismos quizá representen la forma más antigua de tratar residuos tóxicos.

La contaminación no es, como tan a menudo se afirma, producto de la bajeza moral, sino que constituye una consecuencia inevitable del desenvolvimiento de la vida. La segunda ley de la termodinámica establece claramente que el bajo nivel de entropía y la intricada organización dinámica de un sistema viviente exigen necesariamente la excreción al entorno de productos y energía degradados. La crítica está justificada únicamente si somos incapaces de encontrar respuestas limpias y satisfactorias a los problemas que, a más de solventarlos, los pongan de nuestra parte. Para la hierba, los escarabajos y hasta los granjeros, el estiércol de vaca no es contaminación, sino don valioso. En un mundo sensato, los desechos industriales no serian proscritos, sino aprovechados. Responder negativa, destructivamente, prohibiéndolos por ley, parece tan idiota como legislar contra la emisión de boñigas por parte de las vacas.

Una de las amenazas más serias con que se enfrentaba la joven biosfera la constituía el conjunto de crecientes alteraciones que afectaban a las propiedades del entorno planetario. El consumo de amoníaco gas primordial- realizado por la biosfera repercutía no sólo en las propiedades radiantes de la atmósfera, sino también en el equilibrio de la neutralidad química: a menos. Amoníaco, mayor acidez. Como la conversión de metano a dióxido de carbono y de sulfuros a sulfatos significaba un incremento adicional de la acidez, ésta podría haberse hecho tan intensa como para impedir la vida. Desconocemos la solución concreta del problema, pero remontándonos todo lo atrás que nuestros sistemas de medida permiten, hay pruebas de que la Tierra ha estado siempre próxima a ese estado de neutralidad química. Marte y Venus, por el contrario, muestran un alto grado de acidez en su composición, a todas luces excesivo para permitir vida tal como se ha desarrollado en nuestro planeta. En la actualidad, la biosfera produce hasta 1.000 megatoneladas de amoníaco cada año, cantidad cercana a la necesaria para neutralizar los fuertes ácidos sulfúricos y los nitrogenados derivados de la oxidación natural de compuestos sulfurosos y nitrogenados. Quizá se trate de una coincidencia, pero posiblemente sea otro eslabón en la cadena de pruebas circunstanciales en favor de la existencia de Gaia.

La regulación estricta de la salinidad de mares y océanos es tan esencial para la vida como la necesidad de neutralidad química, si bien es asunto mucho más extravío y complicado que ésta. La recién estrenada biosfera, sin embargo, se hizo experta en esta muy crítica operación de control, como en tantas otras. La conclusión parece inmediata: si Gaia existe, la necesidad de regulación era tan urgente en el amanecer de la vida como en cualquier otra época posterior.

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE GAIA COMO SISTEMA VIVO

El superorganismo Gaia, suponiendo, su existencia como cierta, surge a partir de la aparición del primer organismo capaz de replicarse a sí mismo que mantiene una relación con el entorno planetario todavía en desarrollo.

Los materiales de los que surge la vida son moléculas orgánicas que, presumiblemente, después de muchas pruebas y errores, terminaron por dar moléculas más complejas con capacidades “silenciadas” fuera de un ser vivo, pero que luego se convierten en funciones en el seno de un organismo. Por ejemplo, moléculas capaces de absorver energía de la luz solar, pero por sí solas incapaces de formar parte de un ser vivo. Si con el tiempo este compuesto se acompleja con otras moléculas irá una función propia para desarrollar una actividad concreta útil para un organismo. Estos compuestos orgánicos se han encontrado también en restos de cuerpos colisionados contra la superficie del planeta. Se dice que el Universo es un almacen de sustancias orgánicas con capacidad para crear vida.

Nuestro Sistema Solar y por consiguiente, el “planeta azul”, parecen partir de materiales procedentes de la tremenda explosión de una supernova. Esto es, a partir de una detonación nuclear.

Por tanto, desde el inicio de la formación de la Tierra, la energía nuclear ha formado parte natural del medio. De hecho todavía se han descubierto reactores nucleares naturales, como el de Gabón de uranio (U235). Esto lo señala de modo importante Lovelock, y añade que ha sido fácil olvidar que la fusión nuclear es un proceso natural debido a la moda de denigrar la tecnología hoy día.

Continúa diciendo que, aunque se tienda a pensar, por parte de los grupos ecologistas, que la energía nuclear es una fuente de destrucción de todas las formas de vida del planeta, no hay que exagerar tanto, puesto que la vida misma comenzó en un ambiente eminentemente radiactivo, quizás mucho más intenso que en las condiciones que imaginan estos colectivos de opinión critica. Incluso no había oxígeno ni ozono para evitar el efecto de la radiación ultravioleta sobre los enlaces bioquímicos. Esto lleva a decir que también sería una exageración pensar que las radiaciones de baja longitud de onda tienen la capacidad de erradicar la vida.

Puede que incluso estos factores fueran beneficiosos para acelerar el proceso de prueba y error, obteniendo así las combinaciones de compuestos orgánicos más óptimos para dar el organismo adecuado para las condiciones del medio.

De entre los elementos esenciales mayoritarios de la materia orgánica debemos destacar el hidrógeno. Es este elemento el que determina el potencial redox y el pH de un planeta. El primero determinado por la cantidad de hidrógeno libre. El otro controlado por la abundancia de hidrógeno en forma atómica, cargado como ion positivo, dando acidez o alcalinidad. Estas características son esenciales para considerar la posibilidad de que la vida pueda tener cabida o no. Un medio con acidez es menos susceptible de posibilitarla que un medio alcalino.

Si es que los seres vivos han surgido en otros planetas, ha sido en la Tierra donde se han mantenido. En Marte y Venus, están incapacitados para la vida. Venus ha perdido casi todo su hidrógeno, siendo totalmente estéril en consecuencia. Por otro lado, Marte, aunque conserva algo de agua e hidrógeno, está tan oxidado que parece imposible la formación de moléculas orgánicas.

En un principio la atmósfera debió de ser reductora, sin necesitar un gran contenido en hidrógeno libre, puesto que el interior de nuestro cuerpo celeste desprendería el necesario. Habría bastado, por otra parte, existieran compuestos ricos en hidrógeno, representados en compuestos como metano o amoníaco. En las lunas de los planetas exteriores se han encontrado atmósferas similares a las descritas. La diferencia es que en la Tierra, Marte y Venus la temperatura no es tan baja como para mantener los gases y evitar que escapen al espacio exterior, caso en que se encuentran las lunas citadas. Por otro lado, teniendo en cuenta que las moléculas de hidrógeno gaseoso de las capas externas de la atmósfera son fragmentadas por los rayos solares y convertidas en átomos de hidrógeno libre y, por tanto, más ligeros y con mayor movilidad incluso que la molécula, debemos pensar que si no es porque la vida ha repuesto los suministros de este elemento (en forma de metano y amoníaco) no habría podido seguir existiendo. La otra posibilidad, ficticia, es que el interior del planeta hubiera estado suministrando estas cantidades de hidrógeno durante millones de años, pero esto es imposible.

Una de las manifestaciones más claras de la relación entre la biosfera y el planeta en sí, está representada en la regulación del clima. Se ha encontrado que éste no ha variado casi nada en los últimos tres eones y medio, y por tanto lleva todo este tiempo siendo favorable para la vida. Esto ya lo apuntábamos más arriba. Añadiremos que las únicas etapas que más han cambiado el clima a lo largo de la Historia del planeta han sido la cercana al comienzo de la vida, en que fue mucho más cálido, y en las etapas glaciales, ya con los seres vivos en total desarrollo y evolución. Pero en estas edades del hielo, como se han venido a llamar, no llegaba a helarse todo el planeta. La capa de hielo sólo afectaba a las regiones encuadradas por debajo de los 45º Sur y por encima de los 45º Norte. Es decir, únicamente el 30% del planeta azul se encontraba bajo esta influencia. El conjunto de organismos que habitaran el 70% restante, no se vería afectado por estos fríos de forma importante.

Hay dos corrientes de explicación, igualmente lógicas y a la vez no excluyentes, para lo constante del clima con respecto a la variabilidad de la intensidad de la radiación solar. La una, pensada por Carl Sagan y su colaborador el doctor Mullen, habla de una regulación gracias a la presencia de gases excretados por organismos marinos, dióxido de carbono y amoníaco. Estos absorverían la energía en forma de calor de la radiación infrarroja, calentando la atmósfera y supliendo así el “déficit” de calor, con respecto a nuestro tiempo, debido a la menor radiación solar. La otra tiene en cuenta la capacidad de reflejar la radiación térmica de un planeta según el color predominante. Esto se llama albedo. En referencia a esta idea, Meadows y Henderson Sellers (Universidad de Leicester), dijeron que en épocas anteriores la Tierra era de color más oscuro que actualmente, por tanto, al igual que la ropa negra u oscura, era capaz de absorver más calor, equilibrando la deficiencia en la intensidad de la radiación sola. Ambas son posibles, pero hasta cierto punto. Allá donde no llegan es donde vislumbramos por primera vez a Gaia o, al menos, la necesidad de postular se existencia.

La Biosfera en constante expansión, diversificación y desarrollo, y en interacción con su medio, comienza a cambiar las características químicas, al principio de su zona más inmediatamente próxima a ella, y con el tiempo llegando a modificar las condiciones globales. Esta idea irá siendo desarrollada poco a poco.

Aparte de irse modificando el ambiente químico, van surgiendo distintos tipos de relaciones tanto con respecto al medio como con otros individuos. Habría organismos que tomaran una estrategia de productor para obtener el alimento. Mientras otros organismos podrían captar nutrientes más fácilmente mediante depredación. Parece lógico pensar que a mayor actividad, mayor velocidad de diversificación.

Consecuencia importante de esta incesante actividad de la vida fueron la circulación a través de la biosfera cíclica del amoníaco, el dióxido de carbono y el metano, siendo gases atmosféricos todos ellos. Cuando el suministro de otras fuentes escaseaba, estos gases aportaban carbono, nitrógeno e hidrógeno, elementos imprescindibles para la vida. Este aporte tiene como consecuencia una disminución en la tasa atmosférica de estos gases.

Aunque estos procesos pueden resultar lentos para nuestra escala temporal, mucho antes de que un eón transcurriera completamente, la gradual utilización del carbónico y del amoníaco de la atmósfera, había introducido considerables cambios en la composición de ésta. El que estos gases fueran desapareciendo de la atmósfera produjo además un descenso de la temperatura debido al debilitamiento del “efecto invernadero”. Sagan y Mullen han propuesto que quizá fuera la biosfera la encargada de mantener el status climatológico aprendiendo a sintetizar y a reemplazar el amoníaco que utilizaba como nutrientes. Si están en lo cierto, tal síntesis hubiera sido la primera tarea de Gaia. Los climas son intrínsecamente inestables. Tenemos ahora la casi certeza, gracias al metereólogo yugoslavo Mihalanovich de que los períodos de glaciación recientes fueron consecuencia de cambios muy leves experimentados por la órbita de la Tierra. Para que se establezca una Edad de Hielo basta un decrecimiento de tan sólo el 2% en el aporte calórico que recibe un hemisferio. Es ahora cuando empezamos a entrever las incalculables consecuencias que, para la joven biosfera, tuvo su propia utilización de los gases atmosféricos que arroparon al planeta, en una época donde el rendimiento calorífico del Sol era inferior al actual, no en un dos, sino en un 30%.

Puede que el proceso natural realimentado negativamente de formación de nubes o algún otro fenómeno hasta hoy ignorado se encargaran quizá de mantener un régimen al menos tolerable para la vida, pero de no ser así, la biosfera tuvo que aprender mediante prueba y error el arte de controlar su entorno, fijándose inicialmente limites amplios y luego, con el refinamiento fruto de la práctica, manteniendo sus condiciones lo más cerca posible de las óptimas para la vida. Tal proceso no consistía solamente en fabricarla cantidad necesaria de amoníaco para restituir el consumido; era también preciso poner a punto medios apropiados para apreciar la temperatura y el contenido de amoníaco del aire a fin de mantener en todo momento una producción adecuada. El desarrollo de este sistema de control activo con todas sus limitaciones, por parte de la biosfera pudo ser quizá la primera indicación de que Gaia había por fin surgido del conjunto de sus partes.

Si consideramos, pues, la biosfera una entidad capaz, como la mayor parte de los seres vivientes, de adaptar el entorno a sus necesidades, estos problemas climatológicos tempranos podrían haberse resuelto de muy diversas maneras. Gran número de criaturas gozan de la capacidad de modificar su coloración según convenga a diferentes propósitos de camuflaje, advertencia o exhibición: pues bien, al disminuir el amoníaco o aumenta el albedo (como consecuencia de redistribuciones de las masas de tierra) uno de los medios que pudo emplear la biosfera para mantener su temperatura fue el oscurecimiento. Awramik y Golubic de la Universidad de Boston han observado que, en los pantanos salobres donde el albedo es habitualmente alto, los cambios estaciónales provocan el ennegrecimiento de "alfombras" compuestas por incontables microorganismos. ¿Podrían estos parches oscuros, producidos por una forma de vida de antigua estirpe, ser recordatorios vivientes de un arcaico método para conservar el calor? Y a la inversa: si el problema fuera el sobrecalentamiento, la biosfera marina generaría una capa monocelular aislante que cubriría la superficie de las aguas para controlar la evaporación. El neutralizar la evaporación en las zonas más calientes del océano tiene por propósito impedir una excesiva acumulación de vapor de agua en la atmósfera que propicie una escalada de la temperatura originada por la absorción de la radiación infrarroja.

Estos son ejemplos de hipotéticos mecanismos que la biosfera podría utilizar para mantener unas condiciones ambientales adecuadas. El estudio de sistemas más sencillos (colmena) indica que el mantenimiento de la temperatura es, probablemente, la resultante del funcionamiento de diferentes sistemas, más que el producto de la acción de uno solo.

La auténtica historia de tan remotos períodos no se sabrá jamás; todo lo que podemos hacer es especular basándonos en probabilidades y en la casi certidumbre de que el clima no fue nunca obstáculo para la vida.

Pese a afirmaciones rotundas en cuanto a que la vida, en los inicios de una atmósfera reductora, estaba estancada por la poca energía disponible y que además la evolución no empezó su acción verdadera hasta que se cambió a un ambiente reductor, se han encontrado pruebas directas de comunidades de organismos primitivos capaces de llevar a cabo todos los ciclos ecológicos principales. Esto durante el primer período Cámbrico de la Era Paleozoica. Hay que tener en cuenta que las posibilidades energéticas en un ambiente reductor cargado de hidrógeno, como era el existente en los primeros coletazos de vida de la joven biosfera, eran importantes. Por tanto, no es de extrañar que surgieran rutas bioquímicas que aprovecharan estas moléculas de hidrógeno o portadoras de hidrógeno.

Se han encontrado restos fósiles de colonias de microorganismos muy parecidas a las de estromatolitos. Pertenecen a rocas pétreas de más de tres eones. Son estructuras biosedimentarias, normalmente laminadas, compuestas por carbonato de calcio o por sílice. Parece ser que estaban constituídas por cianobacterias y que, por ello, daban la capacidad a la colonia de obtener energía a partir de la radiación solar. Se dice que es la fotosíntesis la forma de obtener energía al inicio de la vida, la que imperó, y no basada en la obtención de energía nuclear.

El registro geológico muestra que , durante las etapas iniciales de la vida, fueron oxidadas grandes cantidades de rocas superficiales en cuya composición entraba el hierro. Esto podría ser prueba de que la biosfera original producía hidrógeno, manteniendo una tasa atmosférica de este gas y sus compuestos amoníaco por ejemplo suficiente para determinar el escape de hidrógeno al espacio. Ycas, en una carta a Nature, ha comentado oportunamente la necesidad de recurrir a la intervención biológica para explicar las grandes cantidades de hidrógeno escapadas de la Tierra.

Eventualmente, hace quizá dos eones, los compuestos reductores de la corteza empezaron a oxidarse con mayor rapidez de lo que eran expuestos geológicamente, mientras la continua actividad de los fotosintetizadores aerobios iba acumulando oxigeno en el aire. Este fue probablemente el periodo más crítico de toda la historia de la vida sobre la Tierra: el abundante oxígeno gaseoso en el aire de un mundo anaerobio debe haber sido el peor episodio de contaminación atmosférica que este planeta ha conocido jamás. Imaginemos el efecto que sobre nuestra biosfera contemporánea produciría la colonización de los mares por un alga especializada en producir cloro gaseoso a partir del abundante ión de las aguas marinas y la energía de la luz solar. El devastador efecto que sobre toda la vida contemporánea tendría una atmósfera saturada de cloro no sería peor que el impacto causado por el oxigeno sobre la vida anaerobia de hace unos dos eones.

Esta era trascendental marco también el final de la capa de amoníaco que, como anteriormente señalábamos, constituía un excelente medio para mantener la temperatura del planeta. El oxígeno libre y el amoníaco reaccionan en la atmósfera, limitando la máxima cantidad posible del segundo, cuya cantidad fue descendiendo hasta llegar a la concentración actual, una parte por cada cien millones, porcentaje demasiado pequeño para ejercer ninguna influencia útil sobre la absorción infrarroja, aunque, como hemos visto, incluso en tales cantidades neutraliza eficazmente la acidez, inevitable subproducto de la oxidación; cumple, ,pues, la función de impedir que la acidez del entorno aumente hasta niveles incompatibles con la vida.

Cuando hace dos eones el aire empezó a albergar cantidades apreciables de oxígeno, la biosfera se asemejaba a la tripulación de un submarino averiado, donde todas las manos son necesarias para reparar los daños, mientras la concentración de gases venenosos crece segundo a segundo. Triunfó el ingenio y sé conjuró el peligro, aunque no al modo humano, restaurando el viejo orden, sino al flexible modo de Gaia, adaptándose al cambio y convirtiendo al letal intruso en amigo inseparable.

La primera aparición de oxígeno en el aire significó una catástrofe casi fatal para la vida primitiva. El haber evitado por mera casualidad una muerte que pudo llegar como consecuencia de la ebullición, la congelación, el hambre, la acidez, las alteraciones metabólicas graves y finalmente el envenenamiento parece demasiado; pero si la joven biosfera era ya algo más que un simple catálogo de especies y controlaba ya el entorno planetario, nuestra supervivencia a despecho de las adversidades es menos difícil de comprender.


¿QUÉ ES GAIA? ¿CÓMO RECONOCER GAIA?

Buscar indicios de su existencia es lo mismo que seguir las huellas que de la vida quedan o hay a nuestro alrededor.

Boltzman redefinió el concepto de entropía diciendo que no es más que la medida de probabilidad de una distribución molecular. Basándonos en esta definición, y teniendo en cuenta que ya hemos dicho que la disminución de la entropía es señal de la existencia de vida, podremos concluir que una distribución altamente improbable en un entorno de fondo perteneciente a un régimen permanente (entropía disminuida), será señal de existencia de vida. Esta señal puede desde un pozo de agua en mitad de un desierto a una espora de una bacteria en la cumbre del Tíbet. No son estructuras creadas por la acción de las fuerzas naturales, sino por alguna forma de vida organizada.
Así pues, resumiendo mucho algunos conceptos físicos y químicos, de los cuales ya hemos dado algunas pinceladas, se puede decir que la Tierra no es un sistema en equilibrio, ya que para ello tendrían que darse unas características a nivel global que no se cumplen. Sólo con pensar en la composición química de la atmósfera, ya parece imposible encontrar evidencias a favor de que son razones abiológicas las que mantienen una situación de distribuciones improbables moleculares. A estas conclusiones llega Lovelock tras comparar la Tierra con las condiciones de otros planetas en los que no existe la vida.

Teniendo en cuenta la idea de que una distribución molecular improbable representa la existencia de vida, está claro que un pozo en medio de un escenario tal como un desierto no parece nada probable ni lógico pensar que es producto de fenómenos naturales. Podemos diferenciar claramente esta representación de disminución de la entropía del régimen permanente que impera de fondo (desierto) .

Una forma de reconocer la existencia de Gaia es reconociendo procesos o distribuciones altamente improbables a escala global. A colación de esto, podemos citar el reiterado ejemplo de la anómala composición de la atmósfera. Es imposible que se mantengan las condiciones de desequilibrio químico a las que se llega en nuestro planeta sin la participación de los seres vivos. Si creáramos un modelo sólo con factores físicos, químicos y geológicos, el resultado para la dinámica del planeta sería bien distinto. Así pues el sistema planetario no está en equilibrio.

Siempre se tiende a pensar que el planeta está amenazado de muerte por peligros tales como la radiación ultravioleta o por una guerra nuclear. Pues bien si pensamos en las condiciones en las que se formaron la vida, veremos que ésta se desarrolló en situaciones, al parecer, mucho más críticas de las que muchos ecologistas tratan como irreversibles e intratables. De todos modos, al menos desde de mi punto de vista, está claro que una agresión importante al planeta supondría un cambio drástico en su composición, es decir, muchos de sus componentes no seguirían adelante, pero otros muchos sí. Por ejemplo, los organismos con mayor plasticidad ecológica, serían los posibles adaptados a un ambiente adverso futuro tras una situación cataclísmica. Parece evidente que especies como el Homo sapiens no seguirán aquí después de un proceso tal para poderlo publicar en artículos de investigación de revistas científicas. Y es en este punto donde más hay que reflexionar: el mundo no se va a acabar si continuamos con las emisiones de gases invernadero, pero sí que podemos dificultar o incluso impedir nuestra supervivencia, y la de otros muchos organismos más, a largo o corto plazo.

Como dice Hazel Henderson: “nada fracasa tanto como el éxito”. Los animales y plantas de gran tamaño son relativamente irrelevantes; resultan quizá comparables a ese grupo de elegantes vendedores y modelos glamorosas que se encargan de presentar un producto. Pueden ser deseables, pero no esenciales. Son los esforzados trabajadores microbianos del suelo y los lechos marinos los que mantienen las cosas en marcha, y la opacidad de sus respectivos medios los pone a salvo de la más intensa radiación ultravioleta.

DISCUSIÓN. CRÍTICAS

La teoría de Gaia ha sido atacada, particularmente por los pensadores neo-darwinistas como W. Ford Doolittle y Richard Dawkins. Estos autores desafiaron a Lovelock a mostrar como los organismos pueden producir una acción concertada, argumentando que no hay camino posible por el que la selección natural pudiera dejar que imperara el altruismo en una escala global. Esto, añadían, requerirían previsiones y planificaciones por parte de los organismos, tal habilidad necesitaría estar escrita en los genes. Ellos no entendían como los bucles de retroalimentación, los cuales Lovelock afirmaba que estabilizaban el sistema Gaia, pudieron evolucionar. Argumentaban que, como Gaia no podía reproducirse por sí mismo, no podría mantenerse viva bajo ningún concepto, ya que carece de la molécula primordial de la vida. Pero esto es discutible ya que existen algunas excepciones a este dogma de la biología, como el que constituyen los priones, o , como se expresa en el libro “Gaia: A new look at life on Earth” de Lovelock, desde un punto de vista entrópico como forma de reconocer la vida, el fuego, cuya existencia cumple la replicación de sí mismo sin poseer ADN.

Continúan diciendo que esta hipótesis no es científica, ya que no es testarlo en experimentos controlados en el laboratorio.


DAISYWORLD MODEL

Como contrapartida a las fuertes críticas arriba presentadas, Lovelock creo este modelo matemático capaz de refutarlas.

El Daisyworld es un modelo de ordenador que muestra un hipotético planeta con características similares a las de la Tierra, incluyendo una fuente de energía solar en forma de calor. Sobre su superficie, uniformemente dispersadas habría semillas de dos especies solamente en un principio: daisies negras y daisies blancas.

En un principio, en la historia natural de este planeta las condiciones climáticas eran frías. Solo en el ecuador del planeta eran suficientemente templadas como para que germinaran las semillas daisies negras y tuvieran ventaja, ya que ellas absorben mayor cantidad de calor que las otras. Por ello, estarían capacitadas para separarse algo más del ecuador que las blancas que estarían restringidas a las zonas de temperatura más templada en esté caso la zona ecuatorial.

Cuando el calor incrementaba hasta el punto de que las negras estaban sobrecalentadas, solo podrían sobrevivir por tanto cerca de los polos. El resto de la superficie estaría cubierta por las blancas con mayor capacidad para reflejar la energía entrante y en aumento.

La temperatura de la superficie incrementa por tanto inicialmente, debido a la absorción de calor que presentan las negras. Por otro lado, este incremento de la concentración de calor se estabiliza durante un largo periodo gracias a la reflexión de la energía solar producida por las blancas. Eventualmente el incremento de calor solar es demasiado incluso para las blancas. Esto provocaría la muerte de las daisies y el planeta comenzara a calentarse en demasía para que se pueda desarrollar la vida.

Los puntos que Lovelock destaca, en este modelo, son los efectos beneficiosos para la vida son obtenidos solamente por selección natural- no hay necesidad para el propósito, altruismo, teleología o algo más allá de los procesos genéticos normales. En los subsiguientes modelos las daisies grises, herbívoros y sus depredadores han sido añadidos. Esto a proporcionado más estabilidad que otros modelos que no tomaban en cuenta procesos de retroalimentación ambientales integrados dentro del sistema global.

GAIA POLITICA

Un orden económico ecológico.

La economía se puede entender desde un punto de vista en el que importan la gente y la naturaleza; pudiéndose establecer un nuevo orden económico y mantenerlo con iniciativas basadas en la ecología. Además, las bases conceptuales de dichas iniciativas son similares cuando se aplican en naciones industriales ricas o en países tropicales más pobres. De manera , que la ecología aplicada tiene el potencial intrínseco de disolver las antiguas divisiones entre norte y sur, industrial y lo agrario, y lo rico y lo pobre. Esto es cierto porque el conocimiento ecológico se puede aplicar universalmente y, a menudo se puede sustituir por capital y recursos no renovables; tiene la capacidad de incrementar la equidad a escala global.

La ecología, como base para el proyecto, es la estructura de este nuevo orden económico. Teniéndose que combinar con una visión gaiana del mundo, y nuestras obligaciones como humanos no son solamente con nosotros mismos, sino cono toda vida. La administración de la Tierra se convierte en una estructura más grande que abarca el diseño y las tecnologías ecológicos. Un día puede que sea posible, para los sistemas políticos y sociales, reflejar los amplios funcionamientos de la naturaleza, y las divisiones actuales izquierda contra derecha, etc, se transformen en una organización sistemática y un orden mundial gaiano.

Este cambio debe iniciarse, incluso a escala gaiana, con pasos pequeños, tangibles y concretos. Uno de ellos puede ser la obtención de alimento, dado que el modelo mecanicista agrícola vigente, a la larga no logrará alimentar al planeta; busquemos en la naturaleza modelos alternativos que nos sirvan de guía. Uno de estos ejemplos es una granja próxima a Banding, en Java central. Lo fascinante de la granja es que era un microcosmos agrícola completo. Existe un equilibrio que no se observa en la agricultura occidental. Los árboles, tierras, cultivos, ganado, agua y peces estaban todos vinculados para crear un sistema simbiótico completo en el que no se permite que domine ningún elemento. Tal sistema, aunque es magníficamente eficaz y productivo, también puede ser vulnerable al abuso. Una sola toxina, como un pesticida, mataría a los peces desharía el sistema. Esto nos lleva a la conclusión de que podemos crear agrosistemas ecológicos y dejar que la naturaleza haga el reciclaje, o podemos dirigir químicamente un sistema complejo y destruir finalmente su estructura fundamental.

Otro podría ser la recuperación de suelos fértiles. Sin tierras sanas las economías humanas no se pueden sostener durante mucho tiempo. Y de nuevo la naturaleza nos brinda una solución con el proceso de formación de gley. De esta manera, la tecnología ecológica nos permite crear módulos de agricultura acuática (son una agro-ecología) que requiere un capital inicial para construirlos e instalarlos, pero, a la larga, son un sustituto de los equipos pesados de cultivo, cosecha, etc. Los módulos no sólo conServan espacio y son menos costosos, sino que se pueden utilizar en centros urbanos, en invernaderos en los climas nórdicos, y como un ingrediente clave en el proceso de restauración de entornos dañados. Así, la biotecnología de ciclo corto podría extender sus ventajas a ecosistemas circundantes en un área geográfica mayor.



Además la tecnología ecológica se puede aplicar a las regiones áridas, un ejemplo es un sistema de biorrefugio para ayudar con la diversificación ecológica. El biorrefugio es una envoltura climática transparente o estructura de invernadero que aloja los módulos para especies vegetales.

Estos son ejemplos biotecnológicos tomados de una gama de opciones que podrían ayudar a intervenir en la degradación ambiental y restituir diversidad y abundancia a una región. Estas tecnologías avanzadas podrían resultar herramientas esenciales en la creación de entornos.

El mundo natural se encuentra amenazado por nuestra incapacidad de integrar nuestra agricultura e industria dentro de los grandes ciclos planetarios. La recuperación basada en la ecología de recursos puede alterar la economía del reciclaje. Un ejemplo son las instalaciones solares de tratamiento de residuos acuáticos (SAWT). El proceso que ocurre en el SAWT es el siguiente resumido: las aguas residuales se pretratan con esterilización ultravioleta, y luego se cargan con oxígeno. La introducción de aire es esencial en cada etapa. El primer ecosistema tiene una base de algas, que son las que utilizan en penúltimo lugar el nitrógeno, el fósforo y otros alimentos nutritivos. El segundo ecosistema está dominado por plantas acuáticas flotantes, incluyendo jacintos acuáticos, que atrapan las algas que llegan corriente abajo con sus raíces filamentosas. También eliminan alimentos nutritivos y absorben materias tóxicas (los jacintos eliminan la mayoría de los solventes orgánicos al igual que los metales pesados). El tercer ecosistema está compuesto de agua clara con hábitat artificiales en el fondo, en el que animales parecidos a gambas se alimentan de algas y bacterias presentes en subsuelo. Peces-mosquito y killies se alimentan de estos animales que, a su vez, alimentan a los róbalos en los módulos adyacentes de cultivo acuático. El cuarto y último ecosistema es un pantano compuesto de cañas y espadañas plantadas en un filtro de grava. Estas plantas superiores, de elevada altura, eliminan cualquier organismo o toxina restante .También limpian el agua. Después de que el agua pasa a través del filtro del pantano el la instalación SAWT, está lista para volverse a utilizar. Esta idea sirve para darle un nuevo sentido a la protección de los pantanos silvestres cuyo modelo hemos copiado en nuestra instalación.

El tratamiento solar de residuos acuáticos demuestra el valor de la integración ecológica e ilustra como la generosidad de la naturaleza se puede aplicar a las necesidades humanas. Es nuestra sagrada obligación con el planeta, con Gaia, modificar nuestros valores para que nuestra primera ocupación sea purificar las aguas, proteger las tierras y cuidar de los árboles. Aquí solo se han bosquejado algunas de las ideas y tecnologías que se derivan de la ecología. Es difícil encontrare puntos de acción e intervención con respecto al planeta y a nosotros mismos. Esto cambiará si nuestras economías se vuelven ecológicas. Un orden económico ecológico tiene potencial intrínseco para permitir que cada cultura explore la nueva frontera a su propia manera, de modo que se puedan reducir algunas de las antiguas divisiones entre gentes y lugares.

Una guía para montar el tigre del cambio
Las tres zonas de transición.
Las sociedades industriales están experimentando cambios estructurales masivos y que se están montando en un proceso de globalización económica y tecnológica. Este proceso de planificación se está acelerando visiblemente, pudiéndose delimitar tres zonas distintas en esta transición.
Junto a este contexto generalizado de globalización aceleradora podemos esperar cada vez más turbulencias y nuevas inestabilidades. Todo esto ocurrirá en el contexto de cambios más rápidos y grandes en las condiciones ambientales, mientras se sobrepasan nuevos umbrales, y donde, por ejemplo, el incremento de dióxido de carbono en la atmósfera está produciendo hoy en día una mayor variabilidad climática. Otro efecto a observar será la ambivalencia de estos acontecimientos, con una mayor confusión y con interpretaciones contradictorias de los científicos, los gobiernos y los medios.

Zona 1: la zona de descomposición

¿Estamos atrapados en una institución o corporación insensible?. Esto es natural en tiempos de cambios, dado que los individuos siempre aprenden más deprisa que las instituciones. De hecho las instituciones a menudo se vuelven rígidas, resistiéndose al cambio hasta que se hacen quebradizas y se rompen, mientras que otras simplemente se estancan o se desintegran. Por lo tanto, esta zona de descomposición es donde la sociedad y sus instituciones que caen en desuso se están desestructurando. Dicha desestructuración es un proceso natural como el abonar, que crea una tierra rica para la regeneración. Así en la naturaleza cuando una especie retrocede a una fase larval anterior de su desarrollo cuando su forma adulta se ha hecho demasiado rígida y mal adaptada. Este proceso es la paidomorfosis o neotenia, permitiendo que la forma más joven y menos estructurada lleve adelante la especie. Por lo tanto, la zona 1 contiene estas “semillas”, recordando que la paidomorfosis lleva a múltiples metamorfosis que se ven en la zona 3.

En la zona 1 no solo se están desestructurando las formas institucionales, ciudades, suburbios y áreas rurales, sino también las formas culturales y políticas y los sistemas de valores que son su fundamento. Tanto el capitalismo como el comunismo se revelan como ideología superficiales que tratan meramente de métodos de producción y distribución, y no como filosofías fomentadoras de la vida. La imposición del industrialismo como un único modelo para el desarrollo es hoy día inadecuada para la rica variedad de sociedades diversas del mundo, cada una con su propia expresión singular que ofrecer al crisol global.

La zona 1 es también una zona de guerra, podemos esperar una proliferación de las guerras de poder. Tal violencia manifiesta y no manifiesta, junto a las injusticias continuas, seguirán alimentando las rebeliones, las insurrecciones y el terrorismo.

La zona 1 también es “zona de accidentes” y zona de “crisis en cámara lenta”, como la contaminación. Las crisis a cámara lenta que se deben considerar, incluyen la perdida de bosques debida a la lluvia ácida, desiertos que se extienden en el Sahel y en los valles demasiados irrigados de California, el calentamiento y la variabilidad climática debidos al “efecto invernadero” del aumento del dióxido de carbono que lleva a crecidas del nivel del mar, así como al descenso del nivel freático en los EEUU y la contaminación irreversible con residuos tóxicos de las aguas terrestres.

El campo político de la zona 1 se resume mejor como “la política de la última carga de caballería”, es decir, mal adaptación al cambio, donde los gobiernos de toda índole ideológica se vuelven rígidos e intentan defender sus fronteras contra las oleadas de globalización que actualmente inundan su querida “soberanía” nacional. La información se ha convertido en dinero y el dinero en información. A medida que el “carril rápido” global se acelera el dinero pierde su sentido y deja de funcionar como un modo viable de seguir de cerca o conocer el tanteo del juego. En los mercados predominan los juegos competitivos “ganar-perder”, mientras que en los “ejidos”, a no ser que de sustituyan las cooperativas “ganar-ganar”, todos los jugadores pierden y el “ejido” se destruye para todos.

Los nuevos comportamientos políticos son, por supuesto, el totalitarismo o la anarquía. Por lo tanto, si uno se encuentra demasiado tiempo en la zona 1 puede que reconozca que ya es hora de evaluar sus opciones, reciclar sus habilidades y buscar oportunidades de cambiar de frente y prepararse para un salto bien informado hacía la zona 3, la zona del Progreso. No obstante, para conseguir esto, hay que explorar y negociar la zona 2.

Zona 2. La zona de fibrilación.

Se caracteriza por el termino “fibrilación”, que es cuando el corazón humano vacila temporalmente bajo la tensión y , o bien se produce un ataque –al corazón- y la posible muerte, o cambia a otro ritmo regular. La zona 2 se esta ampliando mientras la globalización se acelera, y su ambiente es el de “subir la apuesta”, un aumento del riesgo y la incertidumbre. La zona 2 es una zona de “masa crítica”, de bifurcación, lo cual significa los muchos modos en los que un sistema puede estar a punto de cambiar en su totalidad o cambiar de estado. Estos modelos orgánicos y dinámicos de sistemas cambiantes incluyen los modelos “catástrofe” del matemático René Thom, quien descubrió siete modos distintos de bifurcación de la transformación; los modelos de orden a través de la fluctuación de Ilya Prigogin, y los modelos del “cambio a través de la atracción” de Ralph Abraham cuyas simulaciones por ordenador de procesos de cambio de sistemas exponen tres “atractores” orgánicos (atractores del objeto, atractores periódicos y atractores caóticos), que “atraen” sistemas hacía estados nuevos, como imanes. Parecen muy imprevisibles porque los pequeños cambios que causan pueden provocar resultados muy grandes o diferentes. A partir de dichos modelos es posible observar como los proceso de destrucción de la zona 1 provocan las incertidumbres y la cantidad máxima de oportunidades de cambiar de marcha, reconceptualizar, rediseñar y reestructurar, es decir, montar el tigre del cambio hacía la tercera zona, la del Progreso.

Las zona 2 también se caracteriza por procesos del “cara-cruz”, ya que sistemas enteros entran en esta zona de bifurcación y transformación, cuando están en la “cúspide” de estos cambios de estado. Las estrategias de alto riesgo son a menudo las más eficaces, mientras que no hacer nada puede ser la “acción” más peligrosa. En la zona 2, mas individuos, instituciones y naciones deben elegir, porque se están acercando a umbrales y presionando contra sus márgenes y condiciones fronterizas. En la zona 2 se requieren elecciones y acciones, pero si la situación no se vuelve a conceptualizar y trazar, la acción puede resultar una mala adaptación y relegar el sistema o persona de vuelta a la zona 1. Por lo tanto la zona 2 exige la más rigurosa y clara revisión de supuestos, prioridades, objetivos y de los mismos valores que son su fundamento, dado que los valores son la fuerza motriz básica de todo sistema técnico, económico y político. Esta revisión contribuye inicialmente al proceso de destrucción de la zona 1. Pero el precio de no desafiar a las antiguas formas es la pérdida del mando, de aquellos “atractores” que “atraen” al sistema (políticamente hablando) hacía su estado nuevo.

Otro aspecto clave de la zona 2 es que debemos esperar más y mejores noticias y más y peores noticias. Sólo las políticas que se dirigen a las causas básicas, al fundamento de los problemas, pueden tener esperanzas de triunfar, mientras que las políticas que se dirigen a la mejora o la supresión de los síntomas pueden llevar a peores resultados.
Dado que la globalización ha cambiado el juego, solo pueden funcionar los acuerdos globales, al igual que la reevaluación fundamental de todos los sectores económicos, el reanálisis de datos y el desarrollo de indicadores nuevos de actuación, más allá del modelo simplista del Producto Nacional Bruto, Bienestar Nacional Neto, etc.

Si vives en la zona 2, el mejor camino es buscar más profundamente las respuestas, darle la vuelta al asunto o acontecimiento y observar todas sus facetas, mientras se estudia la gama más amplia de interpretaciones ofrecidas por políticos, dirigentes empresariales, sindicales, etc. La zona 2 es el campo de las negociaciones entre la adaptación y la adaptabilidad. Si nosotros o nuestras instituciones han llegado a estar demasiado bien adaptadas a las condiciones que ahora desaparecen, tendremos menos adaptabilidad en reserva para enfrentarnos a las condiciones nuevas, el síndrome del “Nada fracasa tanto como el éxito”. Los antropólogos lo llaman La Ley del Avance que se Retrasa, y se ve funcionando hoy día en países menos industrializados que pueden avanzar tomando lo mejor de todos los experimentos anteriores de Europa, Norteamérica y Japón, saltando hacia en tercer camino, y entrando de este modo en la zona 3.

Zona 3. La Zona del Avance

Esta Zona de avances era casi invisible durante los años sesenta y setenta, porque no podía emerger mientras no se hubiese producido la suficiente desestructuración. Cuando la zona de Descomposición se amplió y llevó a la zona de Fibrilación expansiva, los avances también crecieron y se hicieron más visibles: convenios entre países vecinos para limpiar su contaminación común , tratados de desmilitarización y protección del Polo Sur contra la explotación, Ley del Mar de Naciones Unidas, etc. Estos valerosos inicios en la creación de nuevas tecnologías de dirección social global se unieron a nuevas capacidades humanas para resolver el código básico de la vida o campañas de vacunación global como la erradicación de la viruela. Un conocimiento creciente de nuestras capacidades y responsabilidades humanas para nuestros científicos y nuestras tecnologías, útiles para prolongar las vidas y potencialidades humanas para prolongar las vidas y potencialidades humanas, y para acabar con el hambre y la enfermedad, llevó a diálogos nuevos entre naciones ricas y pobres de los hemisferios Sur y Norte para una economía global más justa.

Emergieron sensibilidades nuevas para apreciar la diversidad y riqueza de las culturas étnicas, y por fin, una visión concreta de la identidad planetaria llegó del espacio a una generación entera de la familia humana.

La zona 3 es donde “problemas” y “crisis” antiguas se revelan como oportunidades nuevas, y se hacen aparentes las buenas noticias dentro de las malas. Durante los años setenta y ochenta crecieron en todos los países movimientos de ciudadanos para la paz, derechos humanos, responsabilidad gubernamental y corporativa, y por la sensatez ecológica.

Del mismo modo, la estricta y anticuada reglamentación del viejo industrialismo, basada en un comprensión inadecuada de las necesidades y el potencial humano, y con su conocimiento limitado del papel básico de la naturaleza en la producción, conduce actualmente hacia organizaciones participativas más humanas, cooperativas, con negocios dirigidos poseídos por los obreros, conduciendo hacia el desarrollo de negocios más pequeños y emprendedores, así como a métodos de producción y reciclaje, y a sistemas de recuperación que funcionan con la Naturaleza y dentro de las tolerancias ecológicas. Este cambio hacia formas duraderas e intensivas de utilización de los recursos de producción, consumo e inversión, denominado cambio hacia una Era Solar naciente, donde los humanos se han acordado de que todos los procesos en la Tierra dependen del flujo diario de fotones, la luz del sol que da vida, de nuestra Estrella madre.

Hoy en día ya nos movemos más allá de la “era de la información basada en tecnologías electrónicas, hacia la Era Solar o de Luz con sus tecnologías de ondas luminosas hasta las biotecnologías basadas en el código genético. Somos una especie muy joven, en términos del desarrollo de nuestro planeta, y durante nuestra breve historia hemos aprendido mucho, y mientras nos neguemos a asustarnos o a desesperar, es posible que aprendamos las lecciones de globalización con que nos enfrentamos actualmente.

Ahora vemos cómo se produce el aprendizaje a través de la “crisis” de nuestra agricultura cara, mecanizada, química, dependiente de la energía, y cómo su producción masiva de monocultivos inunda los mercados mundiales. Mientras la agricultura se vuelve a estructurar bajo el impulso debido a la globalización, está en juego la misma diversificación y el espíritu de empresa que está volviendo a estructurar los sectores industriales. El futuro está en formas menos costosas y de menos producción en la agricultura, granjas mas pequeñas, cultivos nuevos, variedades genéticamente modificadas, etc.

Por lo tanto, también hay que concluir los pactos globales lo más deprisa posible para movernos hacia reglas de “ganar-ganar”, para dirigir cooperativamente estos recursos preciosos para el bien de toda la familia humana, en lugar de usar el modo anticuado, autodestructor y competitivo del sector de la biotecnología, cuya investigación básica ha asegurado los fondos públicos y los impuestos.

Así pues, la zona 3 no sólo supone avances, reestructuración de formas y nuevas adaptaciones, sino también una amplia “política de reconceptualización” de todas las suposiciones y condiciones básicas, que son el fundamento de los “problemas” y “crisis” de la zona 2. El conocimiento se reestructura a base de disciplinas individuales antiguas, como la economía, en nuevas herramientas de política transdisciplinarias como la macroeconomía incluyendo la valoración de tecnologías, balances de impacto ambiental, etc. Todo con estructuras globales en lugar de nacionales. Este abono y reciclaje de nuestros conocimientos ya está llevando nuevos mapas territoriales inadvertidos como los sectores informales de la producción monetarista, servicios e inversión, que equiparan y a menudo subvencionan la mitad más familiar de la situación medida por el PNB y monetizada de los economistas.

En la zona 3, también observamos que la antigua controversia de “una cosa o la otra” cede a una visión “ying /yang” de complementarios. Por ejemplo competencia /cooperación, hay que comprender que los dos principios son igualmente importantes y funcionan simultáneamente y en todos los niveles en toda sociedad humana y en al naturaleza. En muchos países la política y la economía se están moviendo, más allá de la perspectiva izquierda-derecha unidimensional, hacia una controversia de más dimensiones entre los factores principales siguientes: 1.globalización;2.ecología;3.los sectores no monetarios en la producción, el intercambio y la inversión al igual que los sectores cooperativos voluntarios, y nuestras vidas y valores cambiantes; y 4.los gastos y beneficios futuros a largo plazo, y los intercambios y riesgos intergeneracionales y las recompensas de nuestras acciones a corto plazo.

La zona 3 está repleta de conceptos nuevos: un cambio pacífico de dirección económica y cultural; e imágenes ubicuas de la emergencia de paradigmas planetarios y de identidad cultural; los conceptos de formas constantes de producción, de los recursos renovables, de las tecnologías adecuadas y de la nueva economía, de la capacidad de diversos ecosistemas, sin mencionar las y apasionadas visiones de la naturaleza y potencial humano que surgen de la investigación del cerebro y de la mente. La zona 3 también está repleta de modelos y ejemplos de estrategias “ganar-ganar”.

La construcción y reestructuración que se producen en la zona 3 son “buenas noticias a cámara lenta” y no se pueden resumir en imágenes de treinta segundos entre anuncios en noticiarios de media hora, y aun así, son mucho más importantes para nuestro futuro que la mayor parte del periodismo oportunista fotográfico de hoy. Los nuevos modelos de “reuniones del pueblo” radiofónicas y los programas televisivos contra el hambre se están extendiendo rápidamente.

Cuando se reexaminan fundamentalmente las “crisis” y los “problemas” a menudo surgen soluciones en el proceso de replanteamiento, como en ejercicios de “pensamiento lateral” y de creatividad utilizados por muchos teóricos del desarrollo y de la transformación organizativa. Por ejemplo, los sistemas médicos de alta tecnología para “curar” enfermedades, están cediendo ante remedios menos costosos: estilo de vidas más sanos, menos y mejor nutrición, etc.

A medida que nuestros medios de comunicación empiecen a comprender su papel como sistema nervioso del nuevo cuerpo político de la familia humana, es posible que también busquen e interpreten los acontecimientos y oportunidades de las zonas 2 y 3, y de este modo se reduzcan los niveles generales de estrés y las reacciones de pánico, mientras aumenta nuestro conocimiento de todas las elecciones sanas abiertas ante nosotros. Queda claro que la especie humana está en una nueva coyuntura evolutiva, experimentando el drama eterno de toda especie: el juego entre adaptación y adaptabilidad, entre la mala adaptación, la neotenia, el conocimiento, la transformación y la metamorfosis. Mientras tratamos los altos riesgos de la zona de fibrilación con todas sus elecciones inevitables, todos podemos hacer lo que nos corresponde dando los millones de pasos pequeños y tomando decisiones sabias necesarias, la mayoría de las cuales conocemos por intuición, y que , al unirse, ampliarán la política “ganar-ganar” de la construcción de un planeta culturalmente diverso, ecológicamente armonioso y, por lo tanto, pacífico. En este contexto global todos nuestros propios intereses individuales se tornan coincidentes: en el interés propio de nuestra familia humana que ahora es verdaderamente independiente, a medida que emergimos a la Era de la Luz.


Gaia y la política de la vida

Ocho tesis para una política gaiana

1. Cada intelectual busca una nueva ideología, esperando convertirse en otro Marx para un Lenin mejor; pero la ideología es para la mente lo que el excremento es para el cuerpo: los restos agotados de ideas una vez vivas.

2. La Verdad no se puede expresar en una ideología, porque la Verdad es la vida compartida que ilumina el conflicto entre ideologías opuestas, del mismo modo que el ambiente gaiano ilumina el “conflicto” entre el océano y el continente; la Verdad no se puede “conocer” a través de un proceso de análisis intelectual, de la crítica o de la racionalidad comunicativa; ni puede administrarla socialmente una élite, filosófica o religiosa, de los mejores y más inteligentes. Dado que el “conocer” es una forma de “falsa conciencia”, las élites son materializaciones institucionales de esta falsa conciencia que disuelven el sentimiento compasivo de nuestra vida común en el mundo.
3. Un mundo no es una ideología ni una institución científica, ni es un sistema de ideologías: es una estructura de relaciones inconscientes y de procesos simbióticos. En estos modos vivos de comunicación en una ecología, incluso aspectos tales como el ruido, la contaminación, la delincuencia, la guerra y el mal pueden servir como elementos creadores de integración en que la negación es una forma de énfasis y el odio una forma de atracción a través de la cual nos convertimos en lo que odiamos. A través del terrorismo termonuclear nacional y, también, a través de las expresiones subnacionales del terrorismo amplificado electrónicamente, todavía están funcionando hoy en día estos niveles de tensión e integración catastrófica. Un mundo no se debe considerar, por lo tanto, como una organización estructurada por medio de la racionalidad comunicativa, sino como cohabitación de sistemas incompatibles a través de los cuales las fuerzas del rechazo recíproco sirven para integrar las unidades aparentemente autónomas en metacampo que es invisible para ellas pero que está constituido por sus energías reactivas. Por lo tanto, las ideologías no definen políticas inconscientes e independientemente del “propósito consciente”. Las economías ocultas y las exportaciones ocultas, y las integraciones ocultas, sirven todas para vigorizar la emergencia de un bioma al que no gobierna el propósito consciente.

4. Los seres humanos, por lo tanto, nunca saben lo que están “haciendo”. En el campo de la ciencia, el odio por la ambigüedad, el desenfreno y la falta de dirección crea una creencia supersticiosa en la tecnología como un ídolo de control y poder; por lo tanto, los experimentos irracionales como la energía nuclear y la genética se convierten en formas de una actividad, al parecer dirigida, que generan el caos y la enfermedad.


5. La “Naturaleza” no es ni un lugar ni un estado del ser; es una abstracción humana que establecemos por medio de actividades culturales. Este proceso de la abstracción es una tautología vacía. La “Naturaleza”, en términos budistas, es infundada; por lo tanto, no podemos recurrir a la “Naturaleza” para condenar las actividades por ser antinaturales. Cuando la Naturaleza cambia junto con la Cultura, ambas están individualmente vacías y unidas en un “origen codependiente”. La ingeniería genética, la inteligencia artificial o al energía nuclear no se pueden condenar por ser “antinaturales”; sólo se pueden rechazar por motivos culturales, por no ser espiritualmente prudentes o estéticamente deseables.

6. El propósito inconsciente de la Ciencia es el control de la Naturaleza: su efecto inconsciente es la desorganización y el caos. La emergencia de una cultura científica estimula la destrucción de la naturaleza, de la biosfera de las relaciones entre plantas, animales y humanos a la que hemos llamado “Naturaleza”. La creación de un cultura científica requiere la creación de una naturaleza científica, pero dado que muchas actividades de la ciencia son inconscientes, irreconocibles irracionales y supersticiosas, la naturaleza que la ciencia engendra lo es de sistemas abstractos y caos concreto (Ej.: armas nucleares). Cuanto más caos haya, más mantiene la ciencia los sistemas abstractos de control y más caos engendra. No hay modo de salir de esta espiral cerrada a través de la simple racionalidad, o por medio de los sistemas dirigentes que se deriven de este raciocinio de la sociedad.


7. La transición de un mundo a otro es un catástrofe, en sentido de la teoría de las catástrofes de René Thom. Una catástrofe es realmente hacer consciente un Estado Inconsciente; es la sensación en el ser de un campo que es desconocido para el saber. A menudo las catástrofes son estimuladas por no advertir el surgimiento de un dominio, y lo que no se puede sentir en la imaginación se experimenta como una sensación encarnada en la catástrofe. Cuando el saber racional y el gobierno político ya no sirven para sentir la vida real de un mundo, la conciencia se encarna en la experiencia fuera del cuadro mundial, pero dentro del metacampo invisible. El proceso consciente se refleja en la imaginación. El proceso inconsciente se expresa como karma, la generación de acciones divorciadas del pensamiento y alienadas del sentimiento. Las catástrofes son transiciones discontinuas en la Cultura-Naturaleza a través de las cuales el saber consigue una apertura hacia el ser. Esta momento de pasar juntos por una catástrofe, esta ocasión de participación compasiva, presenta una oportunidad para un cambio de actividad karmica, hacia la Iluminación. Por lo tanto, la transición de una estructura mundial a otra se caracteriza por catástrofes en las que los estados inconscientes se hacen visibles. En este momento puede haber una vuelta o inversión rápida en la que lo inconcebible se hace posible.

8. Ninguna élite dirigente nos dejará pensar en esta transición de una estructura mundial a otra, pero la imaginación y la compasión nos permitirán sentir lo que no podemos comprender. Cuando la “naturaleza” llegue a su fin muestra cultura científica, la relación entre lo inconsciente y lo consciente cambiará y la conciencia de una Mente inmanente en la bacteria y de la autopoyesis en lo aparatos de inteligencia artificial nos ofrecerá una nueva apreciación del animismo según las antiguas visiones del mundo. En este paisaje de ciencia ficción, este meta dominio invisible en el que ya vivimos, y el fin de la naturaleza como karma inconsciente, hacen que la Iluminación y la Compasión sean una nueva posibilidad política.

REFLEXIONES

· Aunque Gaia se plantea como una hipótesis muy llamativa y apoyada por ciertos hechos, no debemos olvidarnos que es un planteamiento con gran contenido teórico, en ocasiones difícil de demostrar debido a la imposibilidad de reproducir estos supuestos procesos empíricos en laboratorio. Deberíamos de disponer de un planeta entero como laboratorio. Esto es inviable y una irresponsabilidad humana total.

· Hay diferentes maneras de posibilitar un cambio gradual pero acelerado y eficiente a la vez de nuestro sistema tecnocrático globalizador, hacía un nuevo orden ecológico global; pudiendo aplicar así el contenido teórico-filosófico de esta hipótesis.

· Los ecologistas son muy exagerados pero es una exageración necesaria para promover una concienciación mundial acerca de los problemas ecológicos globales.

· El planeta corre ciertos riesgos ecológicos al igual que cualquier organismo de la Tierra hoy día. Hasta ahora no se ha demostrado que estemos en una situación irreversible de cambio global antropogénico, y muchos menos, demostrada la idea de un final de la vida en la Tierra inminente.

· Las medidas de corrección que pueden posibilitar el cambio gradual son discutidas año tras año y redactadas en protocolos de actuación pero no se llevan acabo desde el punto de vista práctico.
· Gaia es un superorganismo que es capaz de autorregularse ante cualquier agresión externa o interna, aunque no por ello podemos relajarnos y dejar nuestra responsabilidad en manos de Gaia, ya que nosotros somos uno de sus componentes, y no precisamente uno de los que menos influyen. Es pues nuestro deber como individuos que aportemos nuestro grano de arena al cambio y así moveremos las montañas de nuestra civilización.


BIBLIOGRAFÍA:

Lovelock, J.;Margulis,L.; Bateson, G.; Maturana, H.; Varela, F.; et all. (1989). “A way of knowing”. Edt. Kairós, S.A. Edt. The Lindisfarne Association.

























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